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Actividad 1
De acuerdo con el Observatorio ADEI (Google, 2017), durante las dos últimas
décadas en España, las ocupaciones que han crecido y ganado importancia han sido
las asociadas a las ocupaciones avanzadas (desempeñadas por los técnicos y
profesionales, así como los profesionales de apoyo), al igual que ha sucedido con los
trabajadores de la restauración y el comercio, tal como se muestra en la siguiente
gráfica:
Un estudio publicado por el McKinsey Global Insitute (MGI), señala que el 60% de
las profesiones tienen al menos un 30% de actividades automatizables, dentro de las
cuales se destacan las actividades físicas predecibles, el procesamiento de datos y la
compilación de datos con el 81%, 69% y 64%, respectivamente (McKinsey Global
Institute, 2017).
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Lo anterior permite concluir que, aunque la automatización viene generando la
desaparición de algunos empleos, deberíamos reflexionar sobre cuáles en realidad
son y qué ocupaciones antes ameritan ser automatizadas con suma urgencia. Por
ejemplo, en Colombia existen personas que se encargan de cobrar el parqueo a los
conductores de carros y motocicletas en los sótanos de algunos de los centros
comerciales. Estas personas, por lo general, se encuentran expuestas al humo de los
vehículos durante más de 8 horas al día, haciendo una labor totalmente repetitiva y
que fácilmente podría ser automatizada como se ha visto ya en otros centros
comerciales más modernos. La pregunta acá es, ¿no sería de mayor utilidad para
estas empresas el automatizar esta labor y contratar a personas para actividades
menos dañinas y más retadoras para un ser humano? Por lo anterior, la
automatización debería ser vista más como una tendencia “dignificadora” del trabajo
humano, en la que a éste se le ubica en un papel de mayor de importancia, para la
toma de decisiones, por ejemplo, en donde una máquina, por más inteligente que
sea, no podría superar la perspicacia innata del hombre y el conocimiento del
entorno que éste tiene en cuenta a la hora de tomar una decisión.
Lo anterior supone un reto para la educación del siglo XXI, ya que tal y como lo
indica Ana Plaza de la CEOE (Fuentes & Gil-Casares, 2017): “[la automatización] no
se trata de un cambio en la definición de los puestos de trabajo, sino en las
habilidades que se requiere de las personas que las desempeñan.” En armonía con
lo anterior, el papel de la educación en la sociedad debe ser reorientado teniendo
en cuenta el contexto globalizado, altamente cambiante y cada vez más
automatizado en el que vivimos, incluyendo en los currículos de los niveles escolares
y profesionales, el desarrollo de habilidades blandas y tecnológicas que le permitan
al hombre el contar con la tecnología como un apoyo fundamental para la toma de
decisiones y, delegando en ella el desarrollo de labores de apoyo, repetitivas y/o
poco exigentes a nivel intelectual.
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Referencias
Fuentes, P., & Gil-Casares, M. (2017). Digitalización, Empleo y Futuro. Madrid: Wolters Kluwer.
McKinsey Global Institute. (2017). Un Futuro que Funciona: Automatización, Empleo y Productividad.
McKinsey&Company.