Molière retratado por Pierre Mignard hacia 1658. Molière es uno de los autores más conocidos y
representativos de la literatura francesa.
La literatura francesa se refiere a la literatura escrita en francés por ciudadanos franceses, y forma
parte de la literatura francófona. Esta última (la literatura francófona) incluye toda la literatura en
francés, realizada por ciudadanos tanto de Francia como de otros países
como Bélgica, Suiza, Canadá o de las antiguas colonias francesas. La literatura de Francia abarca la
literatura francesa y la de otros idiomas de Francia.
La lengua francesa es el resultado de la fusión entre diversas lenguas de oïl, cuya forma
predominante fue progresivamente impuesta desde la sede del poder institucional, la Isla de
Francia, que le dio su nombre. Tiene una amalgama de orígenes entre los que se destacan
el romano, el germánico, el celta y varias lenguas regionales. El idioma francés por sí mismo, se
puede considerar como una forma moderna del latín vulgar.
La literatura francesa nace en el siglo IX, con los primeros escritos en lengua romance. Su
importante producción a lo largo de los siglos ha dado lugar a la creación de nuevos movimientos
literarios y artísticos, cuya poderosa influencia sobre otras literaturas le hace ocupar una
preeminente posición en la literatura universal.
Edad Media[editar]
El primer texto en francés son los Juramentos de Estrasburgo, del siglo IX, si bien el primer texto
inequívocamente literario es la Secuencia de Santa Eulalia, del mismo siglo. No obstante, hay que
esperar a comienzos del siglo XI para encontrar una producción literaria sistemática escrita en
francés medieval. Es una de las más antiguas literaturas vernáculas de Europa occidental y se
convirtió en una fuente clave de temas literarios en la Edad Media a lo largo de todo el continente.
Tres grandes manifestaciones literarias encuentran su origen en la Francia del siglo XII: el cantar de
gesta, la lírica trovadoresca y el poema caballeresco. Los cantares de gesta tienen su origen en la
tradición guerrera anterior. Eran poemas épicos sobre hazañas de héroes famosos, que se cantaba
por juglares que iban recorriendo plazas y castillos. Su texto más importante es la Canción de
Roldán, en el que pueden verse los rasgos distintivos de este tipo de poesía épica en Francia:
abunda lo desmesurado, lo maravilloso y la idealización, tanto de hechos como de personajes.
La lírica que crearon los trovadores obedecía más bien a un nuevo ideal de vida cortesana. Es obra
de trovadores cortesanos, poetas que componen verso y música en un estilo cuidado; utilizan
el occitano. Su tema favorito es el amor cortés, con idealización de la dama. Existieron diversos
géneros: el sirventés, la tensó, la pastorela, aunque el más cultivado fue la cansó. Se considera
a Guillermo de Poitiers, Duque de Aquitania, como su iniciador; el más destacado de los
trovadores fue Bernart de Ventadorn, poeta de la reina Leonor de Aquitania; otros: Arnaut
Daniel, Marcabrú (trovador) y Bertran de Born. Para cuando las refinadas cortes provenzales
desaparecieron con motivo de la cruzada albigense, este modelo de poesía se había difundido por
toda Europa.
François Villon, en el Grand Testament de Maistre François Villon, París, ed. 1489.
Por su parte, los poemas caballerescos o roman courtois surgieron de las cortes del norte de
Francia. Eran relatos en verso sobre el amor cortés, temas de la antigüedad (como la historia
de Alejandro Magno) y, sobre todo, los mitos celtas de la Bretaña: Tristán e Isolda, los Caballeros
de la Mesa Redonda o Perceval. El autor más celebrado fue Chrétien de Troyes, con sus obras
dedicadas a Perceval y Lancelot. De Francia, este género irradió al resto del continente.
Al opuesto del "roman courtois" se sitúan los poemas del poeta Rutebeuf, del siglo XIII, que fue
uno de los primeros en reflejar las dificultades de la vida del hombre común, y en crear poemas
polémicos y satíricos contra los poderosos de la época.
En la Baja Edad Media se comienza a sentir el influjo de las clases urbanas, recurriéndose a temas
y géneros más próximos a la naciente burguesía, por lo que se le dio el nombre de "literatura
burguesa". Cabe citar dos largos poemas: el Roman de la Rose, de Guillaume de Lorris, y el Roman
de Renart, de carácter satírico. De esta época datan los fabliaux, divertidos cuentos en verso en un
estilo realista.
De este momento es la primera gran figura de la poesía francesa, François Villon, extraordinario
poeta, que relata en sus versos con sinceridad y emoción su vida miserable y desordenada; de su
obra se recuerda sobre todo el El Testamento (o Gran Testamento) (1461), que refleja el pesar de
haber malgastado su juventud y el horror a la muerte.
La Guerra de los Cien Años alimentó el género de la crónica histórica, ilustrada por el cronista Jean
Froissart y el poeta Eustache Deschamps.
Se considera que la prominencia europea de la literatura francesa quedó eclipsada en parte por la
literatura vernácula en Italia en el siglo XIV.
De esta época se conservan piezas de teatro religioso, generalmente clasificado en misterios (si
eran piezas sobre la Navidad o la Pasión), Milagros(relatando intervenciones maravillosas de la
Virgen o los Santos) y Moralidades (de carácter más satírico, con personajes alegóricos como el
Vicio o la Fe). Junto a él, surge en el siglo XIV un teatro profano de farsas, basadas en la aguda
observación de la psicología humana, dándole un tratamiento burlesco.
De las farsas que se conservan, una de las más conocidas es La Farsa de Maître Pathelin, datada
hacia 1457, esto es, ya en pleno siglo XV, marcando la transición entre lo medieval y lo
renacentista.
El Renacimiento[editar]
Francia también conoció un florecimiento de su literatura vernácula en el siglo XVI, con una gran
evolución muy recreativa. Aunque hubo humanistas a principios del siglo XVI en Francia,
como Guillaume Budé († 1540), se considera que el Renacimiento literario llega a Francia hacia
mediados del siglo. En este país, este movimiento se caracterizó sobre todo por una preocupación
de tipo intelectual: el criterio personal y la libertad de pensamiento informarán la producción de
esta época.
Se renovó la poesía gracias a los siete poetas del grupo conocido como La Pléyade. De entre ellos,
destacaron Joachim du Bellay y Pierre de Ronsard; este último enriqueció la lengua
con sarcasmos o neologismos, adaptando los modelos clásicos (oda, himno, soneto) a la lengua
francesa. De su obra cabe destacar las Odas al estilo de Píndaro, y sus Sonetos amorosos. Son
también poetas influyentes de este período Théodore Agrippa d'Aubigné y Clément Marot.
Por lo que se refiere a la prosa, sobresalen Rabelais, Margarita de Angulema (conocida en Francia
como Margarita de Navarra) y Montaigne. El primero escribió una larga novela, Gargantúa y
Pantagruel, sobre las aventuras de estos dos gigantes; se satirizan la ciencia y creencias
medievales, con un estilo realista y pintoresco. En cuanto a Montaigne, se destaca por
sus Ensayos, obra que mezcla observaciones personales con reflexiones filosóficas, defendiendo la
moderación y la tolerancia, en un estilo vivo y ameno.
El teatro de la época seguía las directrices clásicas, como puede verse en las obras de Étienne
Jodelle.
El clasicismo francés[editar]
Descartes, retratado por Frans Hals, 1648, óleo sobre lienzo en el Museo del Louvre. La filosofía de
la época está dominada, como la literatura, por la claridad, el orden y el equilibrio.
En la primera mitad del siglo XVII, se cultivó la literatura barroca, como puede verse en
el preciosismo de autores como el poeta Vincent Voiture.
Todos los escritores se sometían a unas mismas reglas, derivadas de Aristóteles y Horacio. El estilo
evitaba excesos, aspirando a la naturalidad y sencillez. El tema preferido es el estudio del carácter
del hombre. No se trata de una literatura popular, sino que el público era la corte y la
aristocracia. Nicolás Boileau sistematizó las reglas literarias siguiendo precisamente la preceptiva
aristotélica en su Arte poética.
La condesa de La Fayette (1634- 1693) escribió la primera novela clásica francesa, La Princesse de
Clèves en 1678. A pesar de ser una especie de autobiografía sentimental la novela es clásica por la
semejanza de su mentalidad con el heroísmo voluntario y racional de Corneille, por la arquitectura
trágica de la narración y por la claridad de estilo.
La marquesa de Sévigné (1626- 1696) escribió cartas a su hija que en 1725 fueron publicadas con
el nombre de Lettres y llegarían a ser consideradas un género literario en sí mismo, pues era
costumbre en esa época leer las cartas en común en los salones.
El clasicismo francés se destaca sobre todo por su teatro. Los géneros se separaban, debía
respetarse la regla de las tres unidades y, además, cumplir una función moral. Por un lado, la
tragedia clásica, creada por Pierre Corneille y llevada a su perfección por Jean Racine, en un estilo
noble y elevado trataba temas de la antigüedad grecolatina o asuntos bíblicos. Corneille tiene un
estilo más bien retórico, centrándose en los conflictos que se producen dentro del alma de los
personajes, en obras como El Cid o Cinna. Racine se destaca por su realismo psicológico, pudiendo
mencionarse, como obra más destacada, Fedra.
La comedia viene representada magistralmente por Molière, escritor y actor, protegido por Luis
XIV. En sus obras satiriza a la aristocracia y la alta burguesía de su tiempo, pero a través de
personajes universales como el hipócrita (Tartufo), el vanidoso nuevo rico (El Burgués
gentilhombre) o El avaro.
La prosa francesa del siglo XVII se destaca por su claridad y orden. Así, en su
obra filosófica Discurso del método, Descartes resulta un modelo de claridad expresiva. Madame
de La Fayette cultivó la prosa de ficción, adaptando el modelo de las novelas españolas al gusto
francés, ahondando en la psicología de los personajes. Dado que la Europa del siglo XVII está
dominada por las controversias religiosas, la literatura de controversia también se cultivó,
sobresaliendo en Francia la figura de Bossuet, obispo que atacó el protestantismo e interpretó
la historia en sentido providencialista (Discurso sobre la Historia Universal). Dentro del propio
catolicismo, el movimiento jansenista preconizaba soluciones parecidas a las de los protestantes,
lo que hizo que fuera condenado por el papado; la figura que más se destaca fue la del
matemático e inventor Blaise Pascal, con sus Cartas provinciales en defensa del jansenismo,
además de unos Pensamientos de gran profundidad filosófica y mística. De Fénelon se recuerda
sobre todo Las aventuras de Telémaco, en la que el tema mitológico sirve de excusa a
reflexiones morales y políticas.
Se conservan de este siglo epistolarios (Madame de Sévigné) y memorias (Louis de Rouvroy, duque
de Saint-Simon).
La Ilustración[editar]
Voltaire en la corte de Federico II de Prusia, de Adolph von Menzel, Voltaire está a la derecha. En
este siglo abundaron las tertulias, banquetes y reuniones, en los que se difundía la nueva cultura
de los ilustrados.
El siglo XVIII francés es conocido como "el siglo de las luces". Desde el siglo XVII, el francés se había
convertido en la lingua franca literaria y diplomática de Europa occidental (y hasta cierto punto, en
Norteamérica). En el siglo XVIII, las letras francesas tuvieron un profundo impacto en todas las
tradiciones literarias europeas y norteamericanas mientras que, al mismo tiempo, resultaron muy
influidas por las tradiciones británicas y alemanas que inspiraron el prerromanticismo.
Voltaire, como Diderot, recurrió también al teatro, exponiendo sus ideas a través de tragedias
clásicas. No obstante, también cultivó la poesía neoclásica y las novelas, entre las que se
destaca Cándido. Fue un excelente escritor, agudo e ingenioso, que gozó en su época de fama
extraordinaria, tratando con monarcas ilustrados como Federico el Grande o Catalina II de Rusia.
La obra del ginebrino Jean-Jacques Rousseau se articula en torno a varios ejes: social, político,
educativo y personal, las obras de este último grupo (como Las confesiones) anticipando el
sentimentalismo romántico. Frente a la idea de la razón como reguladora de la sociedad, en él
predomina el sentimiento sobre la razón, no creyendo en la eficacia de las leyes. Expone su visión
de la renovación de la educación en Emilio, obra basada en la libertad y el naturalismo. Su obra
más política es El contrato social, precursora del pensamiento revolucionario de 1789.
No es el único autor en el que se están preludiando ya los ideales románticos, pues lo mismo
puede verse en otros novelistas como Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre (Pablo y Virginia) o
el Abbé Prévost (Manon Lescaut).
Siglo XIX[editar]
Romanticismo[editar]
Se considera que el teatro romántico comenzó con el estreno de Hernani (1830) de Víctor Hugo,
siendo considerado este último el maestro de la escuela romántica. Al año siguiente se publicaría
la que posiblemente sea su obra más conocida: la novela Notre Dame de París. En 1862 publicó Los
miserables o Les Misérables.
Otras figuras del romanticismo francés son Alfred de Vigny (Chatterton), (Les destinées), poeta,
dramaturgo, y novelista, Alexandre Dumas (padre), creador de Los tres mosqueteros y El conde de
Montecristo; y el joven Théophile Gautier, igualmente dedicado a varios géneros literarios y gran
defensor del romanticismo.
No debemos olvidar a Stendhal con (Le rouge et le noir), de 1831, y (La Chartreuse de Parme), de
1839, y a Barbey d'Aurevilly con su famosa (Les diaboliques).
Parnasianismo[editar]
La reacción contra el romanticismo produce en la poesía la escuela parnasiana. Sus figuras más
conocidas son Leconte de Lisle y también Théophile Gautier sin que renunciara a sus ideales
románticos. Charles Baudelaire (las flores del mal, 1857) es considerado como uno de los poetas
más importantes del siglo XIX, y su obra influenciará directamente los simbolistas.
Realismo y naturalismo[editar]
El movimiento realista está iniciado y representado entonces por Honoré de Balzac (La comedia
humana) y Stendhal (Rojo y negro), que se imponen como tarea la descripción en sus obras de la
estructura de la nueva sociedad francesa de su época.
Simbolismo[editar]
El simbolismo se considera, en cierto modo, una reacción ante los excesos del naturalismo, y se
origina en los años 1880 con base en las ideas de Charles Baudelaire. En 1886 Jean Moréas publica
el Manifiesto Simbolista o "Manifiesto de los Cinco" que denunciaba la falta de ideal y de nobleza
del naturalismo.
Ya no se trata de expresar la realidad afectiva o científica sino de superarla. Las cosas que
sentimos y conocemos no son más que símbolos de una "sobrerrealidad", sea ésta exterior o
interior en relación al poeta.
Poetas simbolistas son principalmente los poetas malditos Paul Verlaine y Arthur Rimbaud (Una
temporada en el infierno, Iluminaciones), así como Villiers de L'Isle Adam y Stéphane Mallarmé.
Otros poetas fueron Tristan Corbière (Les amours jaunes, Isidore Ducasse llamado el Conde de
Lautréamont (Les chants de Maldoror) y Jules Laforgue, pionero del verso libre.
La segunda generación simbolista estuvo formada por el belga Émile Verhaeren (1855-
1916), Albert Samain (1859- 1900), el griego Jean Moréas (1856- 1910) educado en Francia, Henri
de Régnier (1864- 1936), Gustave Khan, Francis Viélé-Griffin, Laurent Tailhade y Jean Lorrain. Los
últimos representantes de esta escuela pertenecen al siglo XX: Paul Claudel (1868- 1955)
y Maurice Maeterlinck (1862- 1949), principal exponente del teatro simbolista.
Teatro[editar]
En el siglo XIX, el teatro se convierte en un divertimiento al alcance de todas las clases sociales y
las salas se multiplican. La importante producción dramatúrgica de los poetas y novelistas
románticos renueva no soló el lenguaje teatral sino también sus componentes formales.
Al margen del teatro romántico, el vaudeville goza de una gran popularidad con autores
como Eugène Labiche y Georges Feydeau.
El teatro simbolista, de fuerte carga poética, será representado por Maurice Maeterlinck.
A finales del siglo, aparecen autores teatrales originales que no se inscriben dentro de un género
específico. Es el caso de Edmond Rostand (Cyrano de Bergerac, 1898), Alfred Jarry (Ubú Rey,
1888), Charles Péguy y Paul Claudel (El anuncio hecho a María).
Siglo XX[editar]
El imperialismo y colonialismo francés en América, África, y el Medio y Lejano Oriente, han llevado
el idioma francés a culturas no europeas que han ampliado el ámbito tanto geográfico como
temático de la literatura francesa actual y la han enriquecido tanto en el fondo como en la forma.
Esta superposición cultural expresada en francés, unida a un duro proceso de descolonización,
marcó profundamente la literatura francesa del siglo XX.
el Teatro del absurdo (Arthur Adamov, Antonin Artaud, Samuel Beckett, Michel de
Ghelderode, Eugène Ionesco, Georges Schehadé)
Sin embargo, la inmensa mayoría de los autores del siglo XX en Francia se caracterizan por no
pertenecer a ningún movimiento definido ni a ninguna escuela, una tendencia que será más
marcada según avanza el siglo.
Bajo los ideales aristocráticos del antiguo régimen (el "honnête homme"), el espíritu nacionalista
de la Francia post-revolucionaria, y la generalización de la enseñanza pública y gratuita a partir de
la Tercera República y en la Francia contemporánea, los franceses han llegado a tener una
profunda conexión cultural con su herencia literaria. Hoy, las escuelas francesas enfatizan el
estudio de las novelas, el teatro y la poesía (a menudo aprendida de memoria). Las artes literarias
son apoyadas por el Estado y los premios literarios son noticias importantes. La Academia
Francesa y el Instituto de Francia son importantes instituciones lingüísticas y artísticas en Francia,
y la televisión francesa retransmite programas sobre escritores y poetas (el programa más visto en
la historia de la televisión francesa fue Apostrophes, un programa semanal de entrevistas y
debates sobre literatura y arte). Los temas literarios importan mucho a los ciudadanos franceses y
tienen un importante papel en su sentido de identidad.
Hasta el año 2015, los literatos franceses han obtenido más Premios Nobel que ninguna otra
nación; sin embargo, los escritores en inglés han ganado el doble de premios nobel.
Además de la literatura escrita en francés, la cultura literaria de Francia puede incluir obras
escritas en otras lenguas. en el periodo medieval muchas de las lenguas estándar que competían
en varios territorios que más tarde conformaron la moderna Francia produjeron tradiciones
literarias, tales como la anglonormanda y la provenzal.
La literatura en idiomas regionales continuó a lo largo del siglo XVIII, aunque iban siendo
eclipsadas por el auge del idioma francés y se vio influida por los modelos literarios en francés.
Movimientos conscientes de renacimiento idiomático en el siglo XIX, tales como Félibrige en
la Provenza, junto a una alfabetización más amplia y prensas regionales, permitieron un nuevo
florecimiento de la producción literaria en el idioma normando y otros.
La literatura bretona desde los años 1920 ha sido animada, a pesar del decreciente número de
hablantes. En 1925, Roparz Hemon fundó el periódico Gwalarn que durante 19 años intentó elevar
el idioma al mismo nivel que los otros grandes idiomas "internacionales" creando obras originales
en todos los géneros y proponiendo traducciones bretonas de obras extranjeras reconocidas
internacionalmente. En 1946, Al Liamm asumió el papel de Gwalam. Han aparecido otras revistas
que le han dado al bretón un cuerpo de literatura bastante amplio para un idioma minoritario.
Entre los escritores en bretón pueden mencionarse a Yann-Ber Kalloc'h, Anjela Duval y Per-Jakez
Hélias.
La literatura en idioma valón está reforzada por la producción literaria más significativa en esta
lengua, que se realiza en Bélgica.
La siguiente lista corresponde a los franceses que han obtenido el premio nobel de literatura :
Ficción[editar]
Edad Media
Siglo XVI
Siglo XVII
Siglo XVIII
Siglo XIX
Guy de Maupassant - Bel Ami, Boule de suif (Bola de sebo), y otros cuentos
Siglo XX
Marcel Proust - À la recherche du temps perdu (En busca del tiempo perdido)
Colette - Gigi
Poesía[editar]
Charles Baudelaire - Les Fleurs du mal (Las flores del mal) y Le Spleen de Paris (El Spleen de
París)
Arthur Rimbaud - Une Saison en Enfer (Una temporada en el infierno) y Les Illuminations
(Las Iluminaciones)
Stéphane Mallarmé - Un coup de dés jamais n'abolira le hasard (Una tirada de dados
jamás abolirá el azar)
Teatro[editar]
No ficción[editar]
Jean-Jacques Rousseau - Discurso sobre las artes y las ciencias, El contrato social
François-René de Chateaubriand - Genio del cristianismo