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Análisis estructural: el primer paso de un arquitecto del futuro F. Mojica y F.A.

Gil-Bolívar

Este material es proporcionado al estudiante con fines educativos, para la crítica y la investigación, respetando
la reglamentación en materia de derechos de autor. No tiene costo alguno. Su uso indebido es responsabilidad
exclusiva del estudiante.
Análisis estructural: el primer paso de un arquitecto del futuro F. Mojica y F.A. Gil-Bolívar

ANÁLISIS ESTRUCTURAL:
EL PRIMER PASO DE UN ARQUITECTO DE FUTURO 1
Francisco José Mojica Sastoque y Fabio Alberto Gil-Bolívar

Este método nace bajo la inspiración de la corriente teórica denominada estructural-


funcionalista y se ha convertido, sin duda alguna, en una de las principales herramientas del
Análisis Prospectivo y Estratégico que nos permite visualizar el «estado del presente»,
respondiendo al interrogante: ¿Qué ocurre? A diferencia de otros métodos como la
priorización simple de factores —que sólo nos ofrece un listado jerarquizado sin establecer
ninguna interrelación entre sus elementos—, éste nos proporciona una visión sistémica de
todos sus componentes, con base en un matriz relacional y un plano cartesiano, elaborados
a partir de la indagación de los conceptos de motricidad y dependencia en cada uno de sus
componentes o variables.
La Técnica del Análisis Estructural es además la manera más compleja y
recomendable de obtener una primera mirada al futuro de nuestras organizaciones o
sistemas, partiendo del presente en un acto de sincretismo entre lo diacrónico y lo
sincrónico.
Su puesta en marcha comprende tres acciones:

1. Determinar los «factores de cambio»


2. Identificar y describir las variables
3. Obtener una visión sistémica

ANTECEDENTES DEL ESTRUCTURALISMO

Durante buena parte de su historia, el hombre se ha esforzado por construir teorías


que le permitan interpretar y analizar los fenómenos de su especie. En realidad no ha
habido una sino varias aproximaciones caracterizadas todas ellas por tener una vigencia
limitada en el tiempo, al cabo de lo cual desaparecen y dan lugar a nuevas formas de
interpretar y explicar la realidad. Sin embargo, su desaparición no es completa y total, pues
van dejando huellas importantes que recogen, enriquecen y transforman las teorías que las
sustituyen. Es un largo camino por el que transita la experiencia del hombre, que si bien va
dejando atrás el sendero recorrido, introduce mutaciones y cambios que lo hacen cada vez
más acertado y más «perfecto».
En esta inquietud recurrente por dotar a la ciencia y a la praxis de nuevas formas de
mirar el mundo y con ello nuevas herramientas para analizar las organizaciones surge la
Técnica del Análisis Estructural, como el resultado de los avances alcanzados por el
funcionalismo, el estructural-funcionalismo, el estructuralismo y el pensamiento complejo.

1Tomado de: Mojica, F.J. & Gil-Bolívar, F.A. (2001). “Análisis estructural. El primer paso de un arquitecto
de futuro”. En: Gil-Bolívar, F.A. (Antologista). Prospectiva Estratégica: Desde el presente se forja el futuro.
Bogotá: Universidad Nacional Abierta y a Distancia. pp. 197-201

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Análisis estructural: el primer paso de un arquitecto del futuro F. Mojica y F.A. Gil-Bolívar

Este recorrido histórico se inicia con los funcionalistas como Herbert Spencer , a
finales del siglo XIX; Bronislaw Malinowski y el mismo Émile Durkheim, a comienzos del
siglo XX, y Robert K. Merton, años más tarde.
Para ellos, el fenómeno social era susceptible de ser analizado teniendo en cuenta el
papel que juegan los diferentes factores que componen un conjunto. Spencer (creador de la
Teoría organicista) explicaba el concepto de función mediante la comparación del rol que
desempeñaban los diferentes órganos en un cuerpo viviente. 2 Por su parte, Malinowski
afirmaba que «el análisis funcional de la cultura parte del principio de que en todos los
tipos de civilización cada costumbre, cada objeto material, cada idea y cada creencia
cumple con una función vital, tiene una tarea que desempeñar, representar una parte
indispensable de una totalidad orgánica». 3
Siguiendo con la tradición funcionalista, en 1949 Robert K. Merton instaura el
«funcionalismo relativo» con la publicación su obra Social Theory and Social Structure 4 en
su intento por limpiar el análisis funcional de la ideología. Al respecto señala que «algunos
analistas funcionales han supuesto gratuitamente que todas las estructuras sociales
existentes desempeñan funciones sociales indispensables. Esto es pura fe, misticismo si se
quiere, y no el producto final de una investigación continuada y sistemática».
Posteriormente, Talcott Parsons es quien abre la puerta al estructuralismo y al
sistematismo o Teoría de los sistemas, con la creación de su doctrina estructuro-
funcionalista, que se condensa en sus libros The Social System 5 y Toward a general theory
of action, 6 en la que sustituye el viejo concepto de todo social por el de sistema social,
dándole a éste una operatividad bajo cuatro imperativos funcionales:
1. El sistema social solamente existe si hay una relación entre ciertas finalidades
(«consecusión de objetivos»).
2. Los integrantes de una sociedad deben aceptar un conjunto de valores comunes
(«estabilidad normativa»)
3. Los individuos del sistema social deben integrarse para permitir la integración
entre los diversos componentes de una sociedad («integración»).
4. El sistema debe tener la capacidad de adaptarse a las dificultades tanto endógenas
como exógenas («adaptación»).

EL ESTRUCTURALISMO

2 SPENCER, Herbert. «La evolución de las sociedades». En: Varios Autores, Los cambios sociales. Fuentes,
tipos y consecuencias, Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1968, p. 19-23 (1ª edición estadounidense
en Basic Books, 1964).
3 MALINOWSKI, Bronislaw. «Anthropology». Citado por: FOUGEYROLLAS, Pierre. Ciencias scociales y
marxismo, Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1981, p. 83. Publicado originalmente en francés:
Sciences sociales et marxisme, Payot, París, 1979.
4 MERTON, Robert K. Social Theory and Social Structure, The Free Press, 1949. Versión en español: Teoría
y estructuras sociales, Fondo de Cultura Económica, México D.F, 1965.
5 PARSONS, Talcott. The social system, Glencoe, Nueva York, 1959. Versión en español: El sistema social,
Revista de Occidente, Madrid, 1966.
6 PARSONS, Talcott. Toward a general theory of action, 1952.

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El precursor de esta corriente teórica es Blas Pascal, un matemático y filósofo


francés, considerado como el autor de los principios de la calculadora y del computador,
quien sostuvo en el siglo XVII que un elemento aislado de la totalidad no tenía ningún
sentido, porque las partes guardan entre sí relaciones en cadena que hacen imposible
conocer una, sin conocer las otras y sin conocer el todo.
Sus orígenes más precisos se hallan en el organicismo de Herbert Spencer y en la
lingüística de Ferdinand de Saussure. En su Cours de linguistique générale, 7 el profesor
Saussure asegura que la lengua es un sistema de expresiones convencionales usado por una
comunidad. Además, percibe a la lenguas como sistemas en los que todos los términos son
solidarios y complementarios.
Sin embargo, Claude Lévi-Strauss 8 es quien consolida la doctrina estructuralista, al
observar la realidad como un sistema cuyos elementos guardan relaciones de
interdependencia. Con base en lo anterior podemos afirmar también que el estructuralismo
percibe la realidad a la manera de un sistema de transformaciones que obedece a ciertas
leyes, en cuanto totalidad, que garantizan su autorregulación. Asimismo, en términos de
Antonio Sánchez-Bravo, discípulo de Lévi-Strauss, agregaríamos que «la estructura revela,
ante todo, una organización sólida y racional». 9
Este pensamiento, igual que la Teoría de los sistemas —desarrollada por Ludwing
von Bertalanffy10—, pretenden hacer un análisis global de los fenómenos atribuyendo más
importancia a las relaciones que se establecen entre los elementos que al comportamiento
individual de cada uno de ellos.
La importancia del estructuralismo ha sido muy fuerte, y se pude decir que ha
influido en la totalidad de las ciencias. En su recorrido por el trayecto de la segunda mitad
del siglo XX ha recibido interpretaciones como el «estructuralismo genético» de Jean
Piaget y ha, necesariamente, incidido en teorías como la «complejidad», presentada por el
ilustre sociólogo francés, Edgar Morin, en su texto Introdution à la pensée complexe. 11 Él
parte del principio de que el pensamiento unidimensional, transmitido por el sistema
educativo tradicional, es insuficiente para percibir adecuadamente la realidad. Por lo tanto,
propone abordarlo de una manera multidimensional, sin pretender llegar al conocimiento
completo, pues, coincidiendo con Theodor W. Adorno, es imposible, incluso en teoría,
afirmar la existencia de la omniciencia.
Las categorías en que se pretende encerrar el saber (economía, ingeniería,
antropología, etc.) fueron concebidas por el sistema educativo, y nos brindan una visión
parcial de la realidad, cuando —de hecho— lo que existe es una interacción entre las
diferentes unidades. Es decir una percepción multidimensional. Así por ejemplo, muchas

7 SAUSSURE, Ferdinad de. Cours de linguistique générale, Ginebra, 1915. Versión en español: Curso de
lingüística general, Losada, Buenos Aires, 1975.
8 Les structures élémentaires de la parenté, Mouton, 1949; Anthropologie Structurale, Libraire Plon, París,
1958. Versión en español: Antropología estructural, EUDEBA, Buenos Aires, 1968.
9 SÁNCHEZ- BRAVO CENJOR, Antonio. Manual de estructura de la información, Centro de Estudios
Ramón Areces, Madrid, 1992.
10 General System Theory: Foundations, Development, Applications, George Braziller, Nueva York, 1968.
Versión en español: Teoría general de los sistemas, Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1976.
11 MORIN, Edgar. Introduction a la pensée complexe, ESF Editeur, París, 1990. Versión en español:
Introducción al pensamiento complejo, Gedisa, Barcelona, 1994.

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veces en las costumbres de una comunidad hay casi siempre una explicación económica.
Olvidarlo equivaldría a no profundizar en la verdaderas causas de estos fenómenos.
La complejidad es comparable a un tejido en el que los hilos que lo conforman son
solidarios, unos de otros, en la constitución de un conjunto y en la formación de una
unidad.
El pensamiento complejo se opone al pensamiento simplificante. Este último, que
ha sido característico de la ciencia occidental, consiste en disgregar el sujeto del objeto y en
pretender que la realidad es esencialmente objetiva.
Por su parte, el pensamiento complejo pregona que el sujeto y el objeto son dos
entidades indisociables. En efecto «no hay objeto sino en relación a un sujeto que observa y
no hay sujeto sino en relación a un contexto que le permite reconocerse, definirse, pensarse
y existir».
La complejidad se fundamenta en tres principios:
El principio dialógico, según el cual dentro de la unidad convive la dualidad,
términos que, aun cuando parezcan antagónicos son complementarios. Diálogo significa
conversación. Y para nuestro caso es como si estos elementos en apariencia opuestos se
pusieran a conversar y establecer un diálogo. Veamos un ejemplo traído a colación por el
mismo Morin, el orden y el desorden son conceptos opuestos, pero la necesidad de
organizarse aparece cuando se es consciente del desorden.
El principio de recursión. Según nuestro discurrir lógico, herencia de la educación,
la relación causa-efecto es lineal. La causa incide siempre sobre el efecto y nunca
viceversa. Morin trae a cuento este ejemplo: los individuos generan la sociedad (si no
hubiera individuos no habría sociedad), pero al mismo tiempo, la sociedad influye en los
individuos transmitiéndoles sus modelos y sus valores por medio de la educación. Por lo
tanto, sociedad e individuos son necesarios el uno para el otro, de modo que entre ambos
existe una causalidad recursiva, según la cual los efectos y productos son necesarios al
proceso que los genera.
El principio hologramático. (Holos, en griego, significa totalidad y gramática,
escrito). El todo, dice Edgar Morin, es la vez mayor y a la vez menor que la suma de sus
componentes materiales. O como lo afirma Kroeber, en su Anthropology: «Un sistema o
configuración es siempre, por naturaleza, otra cosa y más que la suma de sus partes; incluye
también las relaciones entre las partes: su red de interconexiones, que añade un elemento
significativo suplementario». 12 Por ejemplo, como lo dice Morin, un hermoso tapete no es
el inventario en desorden de los hilos que lo conforman, pero, al mismo tiempo, las
propiedades de tal o cual hilo aislado no se expresan plenamente en el mencionado tapete.
La cualidades de la obra van más allá de sus insumos materiales, pero las bondades de éstos
se pierden dentro del conglomerado. De nuevo el bosque impide la visión del árbol, como
lo sentencia el juicio popular.

12 KROEBER, A.L. Anthropology, Nueva York, 1948, p. 293.

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