Introducción
Diversos tipos de lesiones implican un daño al tejido cutáneo, incluyendo las incisiones
quirúrgicas. El cuerpo es capaz de cicatrizar estas heridas, por lo general de forma veloz y
espontánea, con el fin de restaurar las funciones originales de esta capa protectora. Dicho
proceso implica la puesta en marcha de diversos mecanismos de reparación en las diferentes
capas de la piel que incluyen a un gran número de células, algunas de ellas procedentes de
la sangre. Para ayudar a comprender estos procesos, revisaremos brevemente la estructura
de la piel sana y los componentes de la sangre.
Estructura de la Piel
La piel es uno de los órganos más importantes del cuerpo, ya que realiza diversas funciones.
La piel sana es una barrera contra la fricción, agentes químicos, toxinas, temperatura,
radiación ultravioleta y microorganismos patógenos. Además, la piel es esencial para el
mantenimiento del equilibrio de los fluidos corporales mediante la termorregulación, a su vez
que transmite todos los estímulos externos que acceden al organismo por el tacto, la
presión, temperatura y receptores del dolor. Aúnado a esto, los seres humanos también
exteriorizamos nuestro estado emocional a través de la piel: nos sonrojamos, palidecemos,
nuestro pelo se eriza, emanamos olor y secretamos feromonas.
Funciones de la piel
1. Protección contra el frío y el calor: la piel ofrece una barrera mecánica ante los elementos externos como
las temperaturas extremas.
2. Protección a la luz: la epidermis tiene melanocitos, células que producen melanina (pigmento protector
que da color a la piel).
3. Protección ante la pérdida de calor: la capa subcutánea de la piel contiene corpúsculos de grasa que
proporcionan aislamiento ante la pérdida de calor.
4. Protección ante la presión, choque y fricción.
5. Protección ante la pérdida de agua: evita que la piel se seque.
6. Defensa ante la invasión de microorganismos: la piel ofrece una barrera mecánica contra agentes
infecciosos ya que la mayoría de ellos no pueden penetrar la piel sana. También tiene una película
protectora ácida (pH aprox. 4.5) capaz de desnaturalizar los microorganismos.
7. La piel, a través de la epidermis, es capaz de absorber ciertas sustancias activas como las drogas
contenidas en cremas, etc.
8. Secreción de sudor: la piel contiene glándulas sudoríparas que actúan en la refrigeración del cuerpo
(termorregulación)
9. Receptores sensoriales que detectan la presión, vibración y dolor: en la capa papilar de la dermis, que
envían mensajes al cerebro sobre la presión (tacto) dolor, calor y frío.
La necesidad cumplir con sus numerosas funciones determina la intrincada estructura de la
piel. Del exterior hacia el interior, distinguimos tres capas de tejido:
Epidermis
Dermis
Tejido celular subcutáneo
La Epidermis
Pese a que tiene un grosor aproximado de únicamente 0.1 mm, la epidermis está compuesta
por cuatro capas diferentes:
Capa córnea (Estrato corneo): escamas córneas (células aplanadas y cornificadas que
forman la capa más externa de la epidermis, son eliminadas y renovadas cada 27 días)
Capa lúcida (Estrato lucidum): esta capa normalmente se encuentra en las palmas de las
manos y las plantas de los pies. Consiste de entre tres y cinco hileras de células y
muertas que contienen gotas de eleidina , una precursora de la queratina.
Capa de granulación (Estrato granuloso): capa de células que sintetizan queratohialina.
Capa de células espinosas (Estrato espinoso): junto a la capa basal forman la capa
germinativa. Produce nuevas células debido a la continua división mitótica).
Capa basal (Estrato basal)
En aquellas zonas donde la exposición a la fricción es mayor, como en las palmas de las
manos y la planta de los pies, la epidermis posee una quinta capa. Esta capa (Estrato
lúcido), se encuentra situada entre la capa córnea y la capa granular.
Las capas de células espinosas y basales están compuestas por células vivas que se
reproducen continuamente por división mitótica. Dichas células ocupan el espacio de las
células erosionadas en la capa córnea y conjuntamente reciben el nombre de capa
germinativa.
Las otras tres capas constituyen la capa córnea, la cual está formada por células muertas. En
la capa de granulación, las células sintetizan queratohialina, sustancia precursora de la
queratina. La capa clara, que se localiza generalmente en la parte gruesa de la piel de las
palmas de las manos y plantas de los pies, no existe en la piel delgada. Consta de tres a
cinco filas de células muertas, claras y planas que contienen partículas de eleidina.
La Dermis
Las células libres del tejido conectivo comprenden: fibroblastos, macrófagos, mastocitos,
linfocitos, células plasmáticas, eosinófilos y monocitos. El espacio libre entre los elementos
celulares y fibrosos se encuentra unido por un fluido gelatinoso en el cual las células pueden
moverse libremente. Los fibroblastos móviles se diferencian en fibrocitos, los cuales se
enlazan mediante elongación y forman un entramado tridimensional. Estos fibrocitos
sintetizan los componentes del fluido intercelular (por ejemplo, ácido hialurónico) así como
fibras de colágeno y fibras elásticas, las cuales están diseminas a lo largo del entramado
celular. El resto de las células libres del tejido conectivo son componentes del sistema
endógeno de defensa y juegan un papel muy importante en el proceso de inflamación.
La capa reticular (Estrato reticular) contiene una menor cantidad de células libres que la
capa papilar. Las fibras de colágeno en dicha capa forman un entramado denso paralelo a la
superficie de la piel. Las fibras de tejido conectivo elástico se ramifican entre esta masa de
colágeno, proporcionando a la piel su flexibilidad. La dirección de menor flexibilidad está
indicada por las líneas de Langer. Este es el motivo por el que las incisiones perpendiculares
sobre dichas líneas derivarán en heridas problemáticas. Por lo tanto, y siempre que sea
posible, las incisiones quirúrgicas deberán seguir la dirección de estas líneas con el fin de
optimizar los resultados estéticos. Se consideran diferenciaciones especiales de la piel los
folículos capilares y sebáceos, así como las glándulas sudoríparas y odoríferas, ubicadas en la
dermis.
Sección del tejido conectivo de la dermis.
Los fibrocitos se conectan entre sí, mediante un proceso de alargamiento, hasta formar un entramado que a su vez
transporta colágeno y fibras te tejido elástico conectivo. El espacio entre ellos, el intersticio, está ocupado por una
sustancia intercelular en la que las células libres del tejido conectivo pueden desplazarse.
Estas células constan de fagocitos, los (macrófagos) con prominencias irregulares en la membrana celular
(microvilli) y cuerpos extraños ingeridos encerrados en vesículas membranosas, las pequeñas células fagocíticas
(eosinófilos) con inclusiones celulares granulares y, los más pequeños, los monocitos que pueden salir de los
capilares proporcionando una reserva de tejido a macrófagos. Aquí también encontramos a los mastocitos, que
liberan heparina, histamina, serotonina y proteasas implicadas en el proceso inflamatorio. Asimismo, están
presentes las células plasmáticas y los linfocitos B y T, que son parte del sistema específico de defensa inmunitaria.
Los glóbulos rojos o eritrocitos contienen hemoglobina, que se combina con oxígeno y forman la oxihemoglobina y
con dióxido de carbono para formar la carbaminohemoglobina. Los vasos linfáticos drenan el fluido proteínico que
se desprende de los vasos capilares.
Por debajo de la capa de tejido celular subcutáneo se encuentra la fascia general, que de
acuerdo con la parte del cuerpo estará sucedida por tejido adiposo, músculo, hueso o
cartílago.
Sección de la pared abdominal mostrando las capas de tejido subyacente.
Composición de la Sangre
Además de suministrar a los órganos y tejidos oxígeno y nutrientes y transportar sustancias
y enzimas mensajeras endógenas, la sangre tiene otras dos importantes funciones
relacionadas con la cicatrización de heridas. Contiene células del sistema de defensa que
reconocen y eliminan partículas extrañas que han invadido el cuerpo y contiene los
componentes del sistema de coagulación que sella el sangrado de las lesiones.
Componentes disueltos
El plasma sanguíneo es un fluido ligeramente amarillento que contiene un 90% de agua.
Disuelto en él se encuentran grandes cantidades de proteínas (7-8%), como las albúminas,
que son las responsables de mantener la presión osmótica en la sangre, a su vez que actúan
como proteínas de transporte para las moléculas no hidrosolubles y las globulinas. Estas
últimas juegan un papel importante como anticuerpos del sistema inmunológico (por
ejemplo, IgG, IgA, IgM). El plasma sanguíneo también contiene:
Componentes celulares
Eritrocitos
Las células sanguíneas constituyen aproximadamente el 45% del total de la sangre. Los
eritrocitos (glóbulos rojos), que contienen hemoglobina, son los más numerosos
(aproximadamente 4-5 millones/ µL). Poseen la forma de un disco plano bicóncavo con un
diámetro de 7-8 µm (1 µm = 1/1000 mm), carecen de núcleo y son muy flexibles.
Leucocitos y Granulocitos
Leucocitos
Los leucocitos (también conocidos como glóbulos blancos) se encuentran en la sangre en un
número mucho menor, (4000 a 11000/ µL). Su diámetro es más del doble que el de los
eritrocitos. Los glóbulos blancos siempre tienen núcleo y presentan motilidad ameboidea.
Son producidos en la médula ósea y maduran en los diferentes órganos linfáticos (bazo,
nódulos linfáticos, amígdalas, médula ósea, timo) convirtiéndose en células con funciones y
apariencias estructurales variadas.
Granulocitos
Fagocitos mononucleares o monocitos
Por otro lado, los linfocitos proporcionan una forma de defensa más sofisticada y
desarrollada, llamada inmunidad específica. Se trata de células defensivas que poseen
estructuras en su membrana celular que les permiten diferenciar patógenos específicos
(antígenos) a los que eliminan rápida y selectivamente tras el primer contacto con dicho
agente patógeno.
Los Linfocitos
Las células madre de los linfocitos, como sucede con otros leucocitos, son producidas en la
médula ósea. Durante su desarrollo temprano, estas células migran a los órganos linfáticos,
donde maduran para convertirse en dos tipos diferentes de linfocitos:
Linfocitos T
Linfocitos B
La maduración de los linfocitos T se lleva a cabo en la glándula del timo (de ahí el nombre de
linfocitos T), lugar donde se diferencian nuevamente en cualquiera de los siguientes agentes
mediadores de defensa celular:
Los linfocitos B maduran en el tejido linfático del intestino e hígado. En las aves, esta función
la lleva a cabo una glándula rectal, la bolsa de Fabricius, de ahí el nombre de linfocitos B.
Poseen receptores de antígenos específicos en la superficie celular y en caso de infección
pueden transformarse en células de memoria (células plasmáticas) tras recibir una
estimulación por parte del antígeno correspondiente. Estas células de memoria constituyen
una especie de recuerdo inmunológico, ya que "memorizan" el antígeno y, en caso de una
infección repetida, generan inmediatamente la respuesta inmunitaria específica para dicho
antígeno.
Las plaquetas, (cuyo número aproximado oscila entre 150.000 y 450.000 unidades) no son
células en el verdadero sentido de la palabra. Poseen forma de disco, carecen de núcleo y
miden 2-3.5 µm de diámetro. Son capaces de agruparse, (agregarse) como respuesta ante
un estímulo concreto. Una vez agregadas, las plaquetas liberan factores plaquetarios que
dan inicio al proceso de coagulación sanguínea.