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Autores: Eliecer Eduardo Alejo Herrera

Título del trabajo: “La coexistencia de la situación inluida por el uso del alfabeto

fonético y la situación de oralidad secundaria”

En: José Ramón Fabelo Corzo, Bertha Laura Alvarez Sánchez

(Coordinadores). La estética y el arte de regreso a la academia.

Colección La Fuente. BUAP. Puebla, 2014.


Páginas: pp. 273-280

ISBN: 978-607-487-710-6

Palabras clave: Pensamiento, escritura, cultura, fonética, alfabética, oralidad pri-

maria, oralidad secundaria, contemporáneo, convivencia, culto a

lo nuevo.

ɞ Se autoriza el uso de este texto, siempre y cuando se cite la fuente ɞ


La coexistencia de la situación influida
por el uso del alfabeto fonético
y la situación de oralidad secundaria

Eliecer Eduardo Alejo Herrera1

Walter J. Ong señala tres situaciones en el desarrollo humano que han


acontecido con base en las características del pensamiento, demarcadas
por la difusión o no del empleo de la escritura mayoritariamente basada
en el alfabeto fonético y las consecuencias de dicha utilización.2 Las formas
y procesos de pensamiento existentes antes de la difusión de la escritura
alfabética fonética se modificaron con la expansión de esta, dando lugar a
otros modos de procesar la información, a otros modos de pensar y de ser.
La primera situación que Ong describe es la de la articulación oral
primaria, o cultura de oralidad primaria, caracterizada por el desconoci-
miento de la escritura. Ong menciona que los términos “literatura oral” y
“pre-alfabético” no son los adecuados para referirse a esta situación, por
tratarse de términos no precisos, además de que hacen referencia a una
condición futura en ese momento particular, esto es, estos términos se
forman tomando en cuenta características no existentes en ese momento,
pero nombrándolas “retroactivamente” de esa manera, desde un momento
posterior a su surgimiento.3
Ong señala posteriormente la cultura articulada por medio de la es-
critura, la cual se caracteriza precisamente por el amplio empleo de esta
tecnología.4 A tal señalamiento, podemos añadir que en la cultura alfabética
fonética pueden vislumbrarse tres estadios, tres fases en que se subdivide
dicha situación de escritura, las cuales son: la escritura manuscrita o ca-
ligráfica, la escritura impresa o tipográfica, y la escritura procesada por

1
Egresado de la Maestría en Estética y Arte de la BUAP.
2
Cfr. Walter J. Ong, Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra.
3
Otro ejemplo de este modo de nombrar desde una noción presente hacia un fenómeno
pasado se menciona en la cita número 6.
4
Considerando a la tecnología como una herramienta y un conjunto de conocimientos, no
a un conjunto de sofisticadas y complejas máquinas e invenciones “modernas”.

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LA ESTÉTICA Y EL ARTE DE REGRESO A LA ACADEMIA

medios electrónicos, impresa o desplegada.5 Cada una de estas tecnologías


conlleva características específicas y han implicado cambios particulares en
los seres humanos, no sólo cambios económicos, políticos y sociales, sino
cambios al nivel de su conciencia.
El tercer estadio o situación es aquel que Ong denomina oralidad se-
cundaria, que es en la que nos encontramos, la cual, sin dejar de utilizar
los elementos escritos, manuscritos, impresos y electrónicos (y de hecho,
apoyándose en ellos), se caracteriza por ser una etapa que retoma ciertas
características propias de la oralidad primaria, pero que en nuestros tiempos
depende en gran medida ya no sólo de la escritura y de la impresión, sino
también del procesamiento electrónico y de los medios audiovisuales, ya
no sólo escritos o impresos.
Partiendo del señalamiento de que la situación de oralidad secundaria
se caracteriza por presentar ciertas similitudes con la oralidad primaria,
pretendemos mostrar con esta disertación la intención de examinar al-
gunas de las prácticas contemporáneas para evidenciar si presentan estas
características señaladas, si dan cuenta de estas formas.
En este proceso, no acontece que una forma (visual, de ser o de ha-
cer) suplante a otra o la desplace totalmente, sino que podemos apreciar
cómo se van mezclando diversos caracteres, influyendo en distinto grado
en el comportamiento, en los fenómenos y manifestaciones humanas. Un
ejemplo de ello es la coexistencia de normas estéticas, como lo plantea Jan
Mukarovsky, cuando señala que normas estéticas diferentes “conviven”;6
dicha convivencia de nociones o caracteres distintos es posible observarla
también en la simultaneidad de los nuevos medios cuando conviven con
medios previos durante largos periodos de tiempo (por ejemplo el radio
con la televisión) e incluso son nombrados con características del medio
anterior, como ha señalado Marshall McLuhan.7
De esta manera podemos observar que cuando la escritura manuscrita/
caligráfica se difundió e inició la transformación de las estructuras mentales,

5
Refiriéndonos con la noción de desplegada, que se muestra o manifiesta, aunque no
sea impresa materialmente, por ejemplo, la información mostrada en una pantalla de
televisión o monitor de computadora, que desaparece.
6
Cfr. Jan Mukarovsky, Función, norma y valor estéticos como hechos sociales.
7
Con los ejemplos de “carromato sin caballos” o la expresión de “inalámbrico”, para
describir un nuevo medio con características del medio anterior. Cfr. “El cine. El mundo
en rollos”, en Marshall McLuhan, Comprender los medios de comunicación. Las extensiones del
ser humano. Una crítica similar se encuentra en el señalamiento de Ong en cuanto a lo
incorrecto de asignar la nominación de pre-alfabético, calificándolo con base en una
categoría surgida posteriormente, de manera retroactiva.

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LA COEXISTENCIA DE LA SITUACIÓN INFLUIDA POR EL USO DEL ALFABETO FONÉTICO

las características que involucran la oralidad primaria no desaparecieron,


sino que convivieron con las nuevas formas. De hecho, los primeros usos
de la escritura estaban mayoritariamente en función de la oralidad verbal,
sirviendo como recurso mnemotécnico a esta, no como medio de expresión.
Jared Diamond apunta que “[…] los primeros signos escritos […] estaban
formados principalmente por numerales más sustantivos para los objetos
visibles; los textos resultantes eran simplemente informes contables en
una especie de taquigrafía […] desprovista de elementos gramaticales”.8
Asimismo, Ong señala la presencia de culturas por cuyas características él
denomina verbomotoras, “[…] que conservan huellas de su tradición oral
en una medida que les permite seguir prestando a la palabra —antes que
a los objetos— una atención considerable en un contexto de interacción
personal”,9 es decir, en estas sociedades está presente en sumo grado lo
verbal, a pesar de la preeminencia de la escritura.10
En las sucesivas etapas de la articulación escrita se observa el mismo
proceso. La invención de la imprenta modificó aún más la estructura de
pensamiento y la actitud, volviendo a los seres humanos introspectivos; sin
embargo, a pesar de esta gran influencia, no desapareció la conciencia social,
religiosa o nacional; al respecto podemos citar a Arthur C. Danto, cuando
señala que el giro de la filosofía hacia el “yo” establece la preponderancia o
protagonismo que el “yo” alcanzó en la filosofía, no implicando que no exis-
tiese la noción de “yo” antes de la era del “yo”: dicha noción ya existía, pero
no contaba aún con el protagonismo que adquirió a partir de entonces.11, 12
Conclusión: actualmente, las características tan heterogéneas de nues-
tras sociedades, aun cuando son tecnológicamente avanzadas, dan cuenta
de la presencia de características pertenecientes tanto a la oralidad primaria
como a la articulación escrita, no sólo presentes en aspectos retomados por
parte de la oralidad secundaria, sino que han permanecido como parte de
las características humanas.

8
Jared Diamond, Armas, gérmenes y acero, p. 213.
9
W. J. Ong, Oralidad y escritura.Tecnologías de la palabra, p. 72.
10
Como nuestra propia sociedad, en la cual a pesar del protagonismo y valor asignado a lo
escrito, acciones tales como una promesa, un trato verbal, un saludo, etc., conservan un
valor importante.
11
Cfr. Arthur C. Danto, Después del fin del arte, p. 27.
12
Otro ejemplo en este sentido viene dado por Hans Belting cuando trata sobre las
creaciones realizadas antes y después de la era del arte, sin postular que no hubiese arte
antes y/o después de dicha “era”, sino porque el concepto de arte no muestra en esas
etapas ese papel protagónico que sí muestra en la llamada “era del arte”. Cfr. Belting Hans,
La historia del arte después de la modernidad.

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LA ESTÉTICA Y EL ARTE DE REGRESO A LA ACADEMIA

En este sentido, todas las sociedades comparten la característica de


ser “verbomotoras”, variando el grado o nivel de presencia de las particu-
laridades orales primarias y alfabético-escritas, y siendo simultáneas, sin
desaparecer unas u otras.
En los procesos y medios contemporáneos podemos hallar improntas
de este doble acontecer, de esta convivencia y “enfrentamiento”. Un ejem-
plo de ello es la utilización mayoritaria en los medios fílmicos del montaje
temporal por sobre el uso del montaje espacial, a pesar de las posibilidades
que este implica, y de las aún mayores posibilidades de su uso combinado.
El montaje temporal se refiere a la edición del filme incluyendo una imagen
tras otra en la línea de tiempo, mientras que el montaje espacial permite
mostrar simultáneamente en el filme más de una imagen.13 En cierto modo,
el montaje temporal y el montaje espacial vienen a ser “representantes” de
los pensamientos y modos “secuencial” y “simultáneo”, respectivamente.
Los cuales, a su vez, nos remiten a la cultura lineal escrita y a la cultura
oral secundaria, de manera correspondiente.
Otro aspecto que podemos advertir en el cine y en muchos otros ám-
bitos y prácticas es el “culto a lo nuevo”. En las prácticas comerciales ci-
nematográficas presenciamos dicho “culto a lo nuevo” manifestado en la
exhibición y valoración de las cintas más recientes (e incluso de las aún
no concluidas, de las ulteriores), así como la procuración de generación
de expectativa en torno a dichos filmes; secundarizando los filmes ya ex-
hibidos, las cintas que “ya no son nuevas”, hasta volverlas durante mucho
tiempo prácticamente inaccesibles (situación que se mantuvo sin cambios
hasta la masiva difusión de los DVD,14 aun cuando esta práctica inició con
los videocasetes, y que ahora se ha incrementado con la posibilidad de
acceder en la internet a aquellos filmes no nuevos).
Dicha actitud de “culto a lo nuevo” en el cine contrasta con la actitud de
los cinéfilos y estudiosos que consideraban al cine no sólo como novedad,
sino también como memoria, contemplando una actitud de valoración, que se
hace evidente particularmente en la procuración de conformación de cinetecas.
Esta práctica de valoración y ejercicio del cine como memoria se hizo
más posible, como ya mencionamos, con la difusión de videocasetes, discos
y más aún con la difusión del acceso a internet. La difusión de los DVD

13
Cfr. Lev Manovich, La vanguardia como software.
14
Siglas de Digital Video Disc, disco de video digital.

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LA COEXISTENCIA DE LA SITUACIÓN INFLUIDA POR EL USO DEL ALFABETO FONÉTICO

permitió incluso la práctica de conformación de “videotecas” particulares.


Ahora bien, cuando dicha práctica de conformación de videotecas empezó
a propagarse, recibió críticas15 que reprochaban que dichas videotecas
particulares “homologaban” los filmes, colocándolos en una incorrecta
“igualdad” de situaciones, “descontextualizándolos” de su entorno “co-
rrecto”, puesto que en su conformación y almacenamiento no se tomaban
en cuenta su origen, estilo y época histórica de realización, lo cual “no
permitía” su “correcta” apreciación.
Así, esta postura criticaba y consideraba inadecuada la convivencia no
segmentada de filmes provenientes de distintas culturas, géneros y épocas.
Tenemos entonces una confrontación entre dos actitudes, entre dos
modelos de pensamiento: uno que propugna por la segmentación, clasifi-
cación y catalogación de los filmes, por un lado; y otro que no considera
esos factores para sus usos y prácticas. Podemos corresponder de esta ma-
nera, una tendencia a la catalogación y a la clasificación que caracteriza al
proyecto de modernidad, que a su vez está influido por el ejercicio de la
escritura lineal basada en el alfabeto fonético, con la actitud de clasificación
y orden; y un pensamiento propio de la oralidad secundaria, para aquella
actitud a la cual no le preocupa convivir con la simultaneidad, ni procurar
una segmentación y un orden cronológico en sus usos y prácticas (como
correspondería también al estadio de oralidad primaria).
Por otra parte, podemos señalar que Henry Jenkins16 critica el apren-
dizaje autónomo, introspectivo (el cual está fuertemente influenciado por
el uso del alfabeto fonético), de tan extendido uso en las escuelas, y critica
la condición generalizada de considerar un “engaño” el utilizar “informa-
ción ajena”. La postura de Jenkins contradice la idea predominante de la
propiedad sobre lo impreso que se inició con la difusión de la imprenta,
con un planteamiento que representa una reminiscencia de la noción de
intertextualidad que imperaba en la oralidad primaria, en la cual el proceso
de aprendizaje y el conocimiento mismo eran comunitarios. Esto es, notamos
que conviven formas de pensar y de enseñar y aprender que se han incorpo-
rado a las prácticas humanas en las situaciones acontecidas: el aprendizaje
comunitario y el aprendizaje aislado, la utilización de información pública y

15
Cfr. Chuck Tryon, “The Rise of the Movie Geek: DVD Culture, Cinematic Knowledge, and
the Home Viewer”, Reinventing Cinema Movies in the Age of Media Convergence.
16
Henry Jenkins, “En busca del unicornio de papel: Matrix y la narración transmediática”,
Convergence Culture. La cultura de la convergencia de los medios de comunicación.

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LA ESTÉTICA Y EL ARTE DE REGRESO A LA ACADEMIA

particular, y la procuración de enunciar resultados que procuren una forma


pública difundida y el no perder la autoría de lo escrito.
En el propio desarrollo académico en el que se inscribe el presente
texto, podemos notar la convivencia, contraste e inclusive enfrentamiento
entre estos dos modelos de pensamiento, puesto que los textos son elabo-
rados y desarrollados de manera escrita, silenciosa e introspectivamente;
además, su estructura no puede ser simultánea, sino que debe instrumen-
tarse de manera secuencial, lineal, ordenada. Y fue en su momento y será
revisado, consumido, de esta misma manera: silenciosa, introspectiva, desple-
gada en medio electrónico o bien impreso (ya por medios electrónicos).
Sin embargo, su ejercicio se realizó de manera oral, presencial, auditiva,
presentando este hecho semejanzas con las actividades escolásticas de la
época de la escritura manuscrita, en las cuales la escritura actuaba en fun-
ción de las prácticas y enseñanzas orales (como siguen siendo gran parte
de las prácticas de enseñanza en nuestros tiempos), o no estaba presente.
Entre las semejanzas que podemos señalar entre la oralidad secunda-
ria y la oralidad primaria, Ong plantea “su mística de la participación, su
insistencia en un sentido comunitario, su concentración en el momento
presente, e incluso su empleo de fórmulas”.17
De esta forma, la oralidad secundaria implica un fuerte sentido de gru-
po y un marcado interés por lo social y comunitario, pero siendo mayor el
interés mostrado en la oralidad secundaria, que el presente en la cultura
oral primaria, además de hallarse también una tendencia hacia lo externo
y hacia la espontaneidad en la oralidad secundaria.
La cultura oral dirige su atención a las acciones, no a la descripción. Al
respecto, Ong afirma que “[...] la articulación verbal oral y la que conserva
características orales [como son la cultura manuscrita y/o caligráfica y la
incipiente impresa] dirige su atención hacia la acción, no hacia la aparien-
cia visual de los objetos, las escenas o las personas”,18 ello debido a que esa
información es secundaria con respecto a la información fundamental,
como son los hechos, relatos, procesos, máximas, instrucciones o conoci-
miento en general que ha de ser conservado y transmitido.
De esta manera, no se hace uso del recurso de la descripción, siendo dicho
recurso descriptivo justamente un elemento muy presente en la tradición

17
W. J. Ong, op. cit., p. 134.
18
Ibidem, p. 126, refiriéndose a Fritschi y a Havelock. Añade que “[...]os tipos de exactitud a
los que aspiraba la […] tradición retórica no eran del orden visual-vocal”.

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narrativa, particularmente en la novela, en la cual se utilizan rebuscadas des-


cripciones. Ahora bien, en la cultura actual, en la que existe una gigantesca
profusión de imágenes visuales altamente descriptivas, la articulación verbal que
las acompaña no ejercita la descripción verbal por ser esta evidente visualmente.
Y aun en aquellos textos que no son acompañados de imágenes, existe
una tendencia a concentrarse en la acción, secundarizando las descripciones
y los lazos entre las diversas situaciones, siendo este rasgo, que podemos
calificar de “episódico”, una característica de la oralidad primaria que se
percibe en los tiempos presentes propios de la oralidad secundaria.
Como se señaló anteriormente, en la oralidad primaria hay una tenden-
cia a iniciar los relatos o la información que ha de transmitirse comenzando
con los sucesos importantes, procurando iniciar la transmisión del relato
mencionando las acciones primordiales. Ello debido a que en la tradición
oral no es posible desarrollar una trama lineal consecutiva invariable, de
esta manera (al igual que la descripción es secundaria con respecto a la
información principal), se concede importancia a la información principal
(conformada, como se señaló anteriormente, por los hechos, relatos, pro-
cesos, máximas, instrucciones o conocimiento que ha de ser conservado
y transmitido), secundarizándose los lazos existentes entre esas acciones
primordiales, así como es secundario también el orden cronológico de
esos paquetes de información primordial.
Esta estrategia está presente en múltiples fenómenos presentes en la orali-
dad secundaria, como son gran parte de los filmes y series televisivas, así como
los videojuegos y los cómics, los cuales en sus estructuras secundarizan los
lazos entre las acciones, concentrándose en estas e iniciando la “narración” o
“relato” con acciones importantes y dinámicas, quedando en segundo término
los restantes elementos (como antecedentes, consecuencias, contexto, etc.).
Conclusión. ¿Conclusión?, ya fue formulada líneas arriba. Como ejerci-
cio, la conclusión de este texto fue expresada cerca del principio del mis-
mo, evidenciando la tensión existente entre nuestros productos —lineales,
consecutivos, secuenciales— y nuestro pensamiento, que aun cuando está
habituado a estas estructuras, no ha dejado de ser asociativo, hipertextual,
en el sentido de ser sumamente complejo y no continuar en su ejercicio,
estructuras tan rígidas y lineales. Se espera que en un texto escrito la con-
clusión se enuncie al final, no siempre es así en un discurso oral, ahí “se
nos permite” empezar con la conclusión e ir articulando las demás piezas,
¿porqué no ha de ser posible hacerlo en un texto escrito?

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Bibliografía consultada
Belting, Hans, La historia del arte después de la modernidad, Universidad Ibe-
roamericana, México, 2010.
Danto, Arthur C., Después del fin del arte, Paidós, España, 1999.
Diamond, Jared, Armas, gérmenes y acero, Editorial Científico Técnica, Cuba,
2005.
Jenkins, Henry, Convergence Culture. La cultura de la convergencia de los medios
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Manovich, Lev, “La vanguardia como software” (“Artnodes”, Universitat
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de as Software”). En: http://www.uoc.edu/artnodes/esp/art/mano-
vich1002/manovich1002.html
McLuhan, Marshall, Comprender los medios de comunicación. Las extensiones
del ser humano, Paidós, 1996.
Mukarovsky, Jan, “Función, norma y valor estéticos como hechos sociales”,
en Jandová, Jarmila y Emil Volek, eds., Signo, función y valor. Estética y
semiótica del arte de Jan Mukarovsky, Universidad Nacional de Colombia,
Universidad de los Andes, Plaza & Janés Editores, Colombia, 2000.
Ong, Walter J., Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra, Fondo de Cultura
Económica, México, 1987.
Tryon, Chuck, Reinventing Cinema Movies in the Age of Media Convergence,
Rutgers University Press, EUA y RU, 2009.

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