Es una exposición que sigue la que se llevó a cabo en París para celebrar a
Diderot y toma a Bellori como personaje paradigmático de la naciente crítica
artística en el siglo XVII, siglo en el que la Roma de los papas era capital
artística de Europa. Se buscó dar visibilidad a una teoría estética,
construyendo un recorrido a través de la pintura moderna y la escultura
antigua.
Giovanni Pietro Bellori fue un escritor y crítico de arte italiano que nació y
murió en Roma. Vivió entre 1613 y 1696. Conocido también como Giovan
Pietro Bellori fue uno de los biógrafos más importantes de los artistas del
Barroco italiano en el siglo XVII. Resulta el equivalente en época barroca del
Giorgio Vasari renacentista.
Sobrino predilecto del anticuario, coleccionista y escritor Francesco
Angeloni, propietario en Roma de una casa-museo en la que creció, Bellori
pudo conocer a las grandes personalidades del mundo intelectual y artístico
romano en el Seicientos: Domenichino, Nicolas Poussin, Andrea Sacchi y
eruditos y escritores como Vincenzo Giustiniani y Giovanni Battista Agucchi.
Bellori estudió pintura La Accademia Nazionale di San Luca, pero decidió
dedicarse mejor a la crítica que no a la pintura.
En 1664 Bellori enunció, justamente en La Academia, un célebre discurso
en el que desarrollaba su idea de lo bello. La belleza, afirma Bellori, debe
descubrirse en la naturaleza para llegar a la afirmación de los cánones clásicos
y alejarse del mal del siglo: el manierismo.
La conferencia de Bellori habría de transformarse, hacia 1672 en el
prólogo de su Le vite de' pittori, scultori et architetti moderni, obra que recoge
las biografías de los más famosos artistas del siglo XVII, algunos de los cuales,
de hecho, sólo son conocidos hoy gracias a él (entre otros Caravaggio quien,
paradójicamente era para Bellori paradigma de lo equivocado en el arte).
El punto de partida de la belleza ideal para Bellori es el arte de Rafael y
la filosofía de Platón. Las teorías filosóficas del griego son reelaboradas por
Bellori bajo un nuevo aspecto: para los platónicos el arte era imitación del
sublime mundo de las ideas (in jerto ya en la mente del artista antes de la
ejecución de La Obra), para, sin embargo, Bellori dichas ideas se
complementan con la inspiración que proviene de la contemplación de La
Naturaleza.
Según Bellori, Las Ideas no son preexistentes a la mente humana sino
que son inspiradas en la contemplación de la naturaleza.
Entre los artistas que más apreció Bellori están Guido Reino, Nicolas
Poussin, Sacchi y su pupilo Maratta y sobre todo de Annibale Carracci. Para
Bellori, Annibale Carracci es paradigma que vale la pena contraponer al arte
del Caravaggio.
Bellori critica a Caravaggio en particular por copiar “mecánicamente” las
realidades sin mediación del entendimiento. Esta idea a la que Michelangelo
Merissi se aferraba vehementemente, que un artista debe sobre todo saber
contemplar Il Vero, resulta un sinsentido para Bellori quien afirma que las
ideas nacen sí, en la contemplación de La Naturaleza (Il Vero) pero se
reelaboran a través de una inspiración platónica (que provee también la misma
Naturaleza).
En tanto crítico de arte y en particular por sus descripciones poéticas de
la obra de arte (la descritpio belloriana) buscaba hacer coincidir el arte de la
literatura con el arte de la pintura. Giorgio Vasari y Leon Battista Alberti eran
sus escritores más apreciados y tanto como Vasari y Alberti, Bellori estaba
convencido de que el disegno, el dibujo, es el elemento fundamental de todo
arte visual.
Bellori destaca también el papel de la inspiración, de la decisión y la
prudencia con la que un artista puede experimentar con técnicas nuevas
siempre y cuando dicha experimentación sirviese para sustentar el canon de la
belleza en sí misma; belleza que se alcanza sólo a través de una serie de
etapas en las que el artista inspirado por Naturaleza encuentra el camino
propio que lo conduce a la Idea en sí de la obra final.
Bellori fue encargado anticuario de las colecciones del Papa Clemente X y
en 1671 fue nombrado Secretario General de la Accademia di San Lucca. Fue
también bibliotecario y anticuario de la reina Cristina de Suecia y murió en
Roma en el año de 1690.
— Borghese
— Ludovisi (más tarde al Prado)
— Giustiniani
— Montalto (al Louvre)
— Aldobrandini.
Se toca el tema de las excavaciones de Roma; de Castor y Pólux a Rómulo y
Remo, de la Roma mítica a la Roma imperial a la Roma papal. La importancia
de los museos del Vaticano con obras como la de Lacoonte, el Apolo del
Belvedere, la estatua de Hermes Andros-Farnese que representa a Antino, el
amante del emperador Adriano, la estatua de Melagro, el suplicio de Dirce, el
hermafrodita que duerme, etcétera.
La importancia de las estampas en la reproducción de imágenes. Cómo
se dieron a conocer estas obras en Europa a través de grabadores como Valleri
o las ediciones de Rossi antes de 1694. El crítico como guía de los grandes
coleccionistas privados y de pronto también como creador de las primeras
guías turísticas: Bellori Admiranda, de Bartolli, por ejemplo, publicado en Roma
en 1693. Los trabajos de Blomaert quien ilustró la Vida de los pintores de
Vasari en 1647 o Charles Errard quien ilustró Las vidas de Bellori en su edición
de 1672.
Es importante destacar en Bellori una incipiente política cultural de la
cual habla Tomasso Montanari. La idea platónica de la belleza y el inicio de un
pensamiento que habría de conducir más adelante al romanticismo, la
irrupción de la naturaleza como fuente paradigmática del trascendental Bello.
Rafael como ápice de la belleza para Bellori junto con la Galería del Palacio
Farnese.
De Rafael es particularmente importante el Éxtasis de Santa Cecilia
aunque aparecen también en este recorrido por el imaginario Belloriano,
Tiziano con Baco y Ariana, La Madonna de san Girolamo de Correggio y la
muerte de Ananías producido por la bodega de Pieter van Aelst de Bruselas
sobre un cartón de Rafael.
De Federico Barocci:
— Madonna del gato
— Estudio para Cristo portato nel sudario (es claro que se trata de un niño,
tal vez el mismo que utilizó para La Magdalena, al que después le
agregaría barba).
— La última cena (cartón para el fresco de la catedral de Urbino)
— Fuga de Eneas
De Domenico Fontana:
— Acueducto Felice
De Carlo Maderno.
De los Carracci:
— Las limosnas de San Rocco
— Paisaje con fuga en Egipto
De Guido Reni:
— Aurora
— Madonna del cucito
— Retrato de Elena
— El esclavo negro
De Poussin:
— La peste de Asdod
— El reposo en la fuga de Egipto (en San Petersburgo)
De Maratti:
—Apolo y Dafne
Zuccari
Rubens
Domenichino
Guido Reni
— Atlante e Hipómenes
— San Miguel Arcángel
— María Magdalena con turbante.
Giovanni Lanfranco
Alessandro Algardi
— Escultura (busto) de Leilo Frangipane
— Busto de Benedetto Pamphilj
François du Quesnoy
Poussin
— El imperio de Flora
— David victorioso
— El baustiso de Cristo
Andrea Sacchi
— Retrato alegórico del cantante Marco Antonio Pasqualini
— Dedalo e Icaro
— Alegoría de la Divina Sabiduría
Seguidores de Caravaggio:
— Carlo Saraceni
— Bartolomeo Manfredi
— Gerrit von Honthorst
— Valentin de Bologne
— José de Ribera (sobre todo el San Mateo y el Ángel)
platónica o escatológica.
La Roma de la época, en tanto centro espiritual y político de Europa se
divide entre el poder francés y el poder español. La batalla de Lepanto no está
lejos en el tiempo y Venecia y España dan paso a la creación de grandes telas,
se deja atrás el complejo proceso de la pintura y el dorado sobre madera para
dar lugar a los contrastes pictóricos y emotivos de la pintura al óleo.
La Roma filofrancesa se ve representada en Bellori muy particularmente
con la obra de François du Quesnoy y su Mercurio de bronce.
Evidentemente la idea Belloriana de la belleza privilegia la
“intelectualidad” de la línea por sobre el “sentimentalismo” del color. El
disegno, el dibujo es para él, la base sobre la que se funda toda gran obra.
Y los dibujantes que no pueden abrirse paso en el mundo de la gran
pintura sobre tela, fabrican vedutas, vistas. Es el gran momento de grabadores
como Giovan Angelo Canini, Maratti, Giulio Romano, excelentes dibujantes
que, por alguna razón, se quedaron en ello, en ser dibujantes.
Bellori documenta figurativamente el tránsito de lo antiguo a lo moderno.
No hay para él autor más iluminado que Rafael, idea que parecen seguir
artistas como Rembrandt.
Los coleccionistas no son sólo los miembros de la aristocracia vaticana,
de la nobleza romana y de la naciente burguesía europea, artistas como Anton
Van Dyck producen sus propias colecciones. Van Dyck coincide con Bellori en la
admiración por la belleza de acuerdo con la pintura de Rafael. El San Lucas
pintando a La Virgen, obra atribuida a Rafael (con violentas intervenciones de
restauración) es arquetipo de la idea de belleza platónica de Bellori.
Wittkower
volumen I trata del barroco temprano, esto es, de 1600 a 25. Wittkower nació
finales del XVI. Relaciona el concilio de Trento con su repercución en las artes
(1563) sobre todo en lo que tiene que ver con las recomendaciones estéticas
de la Contrarreforma.
Francia.
con Paulo V quien en sólo cinco años transformó la ciudad, hizo plazas como
Santa María del popolo, Santa María mayor y levanto obeliscos, fuentes y
Guido Reni y del Cavalier D'Arpino, Bazancio diseña Villa Borghese, Frascati el
comprado el san Mateo rechazado por los franceses en san Luis. Recibió
Otro patrón importante hacia inicios del XVII fue Francisco del Monte.
Baglione afirma que los hermanos Astrubal y Ciriaco Mattei cayeron también
Anniballe Carracci.
(San Carlo in Catenari) y San Carlo ai quatro fontane. Evolucionan los géneros
Fue sin embargo el italiano Salvatore Rosa quien estableció el tipo de paisaje
canasto de frutas, aunque era admirador mucho más asiduo del arte de Paul
las artes romanas. A su vez Bril cambió de estilo cuando en contacto con
Sin duda Caravaggio es junto con Anniballe Carracci, la figura más importante
diversas formas. Finalmente consiguió trabajar para diversos pintores entre los
cuando entró a vivir en lo que hoy es el Senado Italiano con el Cardenal del
Monte. Fue el cardenal de origen español Francisco del Monte quien lo ayudó a
conseguir la comisión para la capella Contarini en San Luigi dei Francesi muy
ahogado en trabajo).
san Juan y san Francisco, la sagrada familia con san francisco, la prédica de
Annibale Carraci: los frescos del palacio Farnese en el edificio diseñado por
padre Orazio como la hija Artemisa) son algunos de los más notables, mientras
Magno y en los de Santa Cecilia en San Luis de los Franceses, ambos del
elementos.
Giustiniani.
de San Gregorio Magno y los de Santa Cecilia en San Luis de los franceses.
Los boloñeses como grupo influyen particularmente a Guido Reni con su triunfo
Más allá de Roma la pintura florece en Bolonia con nombres como Spada y
Ansaldo y Fasela.
Madrid.
Letrán del Cavaliere D’Arpino (Madonna con San Pedro y San Pablo).
Boulogne.
flauta, etcétera.
Ariadna sea el centro del fresco. Cristo aparece a san Pedro en la Vía
incrustada en el paisaje.
con la luz que llevará también al Greco y a todo el juego con la luz
Bibliografía
Bertelli, Carlo; Briganti, Giuliano y Giuliano, Antonio; coordinadores. Storia
dell’Arte Italiana. Milano, Electa, 1986, Vol. 3.
Borea, Evangelina y Gaspari, Carlo; curadores. L'idea del bello: viaggio per
Roma nel Seicento con Giovan Pietro Bellori. Ministero per i Beni e le Attività
Culturali. Roma, De Luca, 2000.