Freud menciona a la transferencia por primera vez en los Estudios sobre la histeria
(1895) al hacer referencia a un nuevo obstáculo que ha podido encontrar en sus
investigaciones del método catártico, siendo este el vínculo del enfermo con el médico que
ha sido de algún modo perturbado. Más adelante, busca exponer el método psicoanalítico y
en su trabajo con Dora (1905) define a las transferencias como: “reediciones, recreaciones
de las mociones y fantasías que a medida que el análisis avanza no pueden menos que
despertarse y hacerse concientes, lo característico es la sustitución de una persona anterior
por la persona del médico” (Freud, pg. 101, 1905)
La finalidad del trabajo analítico es: “mover al paciente para que vuelva a cancelar
las represiones (…) de su desarrollo temprano y las sustituya por unas reacciones como las
que corresponderían a un estado de madurez psíquica” (Freud, pg. 259, 1937). Por esta
razón es muy importante la relación que se produzca en el análisis entre el paciente y el
analista. Es así entonces que sería relevante responder a la incógnita: ¿de qué forma es
importante que el analista maneje e interprete la transferencia que se produce en el análisis?
Observando además cuáles son las circunstancias exteriores que darán apertura a una
repetición de estos afectos adquiridos en la infancia.
Para entender la elaboración teórica y el recorrido que Freud realiza con respecto de
la transferencia, es necesario partir de la idea de que: “todo ser humano, por efecto conjugado
de sus disposiciones innatas y de los influjos que recibe en su infancia, adquiere una
especificidad determinada para el ejercicio de su vida amorosa, o sea, para las condiciones
de amor que establecerá y las pulsiones que satisfará, así como para las metas que habrá de
fijarse” (Freud, pg. 97, 1912) Por lo que se aspira a que cumpla su papel fundamental en la
cura.
A partir de las experiencias de la infancia del sujeto, este logra desarrollar clisés o
formas repetitivas de interactuar con el otro, lo cual involucrará eventualmente un
estancamiento si no son resueltas las dificultades presentadas en el desarrollo del paciente en
su momento. “Es entonces del todo normal e inteligible que la investidura libidinal
aprontada en la expectativa de alguien que está parcialmente insatisfecho se vuelva hacia el
médico (...) insertará al médico en una de las series psíquicas que el paciente ha formado
hasta ese momento.” (Freud, 1912) En este punto es crucial y decisiva la instauración o la
influencia de la imago paterna, materna y parental en la vida del sujeto.
Ahora bien, este saber del paciente no es un saber dado por el analista –como se ha
dicho anteriormente- sino que es un saber que está en el sujeto de forma inconciente. A través
del trabajo analítico, será el paciente el que llegue a este comprender de su angustia. El
terapeuta acompañará al paciente, devolviendo interpretaciones y venciendo resistencias en
el análisis, y a través de la palabra irá guiando al paciente a encontrar su saber. En esta
dialéctica el paciente evocará afectos y actitudes frente al analista y viceversa –lo que se
señala como relación transferencial-.
Es aquí cuando entran en juego las resistencias del paciente ante una cura, lo que
brinda al concepto de transferencia un carácter dual: es vital para la cura, pero la impide de
igual forma a modo de resistencia. Es por esto que es necesaria la experiencia del terapeuta
a modo de saber dirigir esta relación de transferencia para poder sobrepasar las resistencias,
y darles una significación que sirva de apoyo para la cura.
Es necesaria la suficiente confianza para poder ir rompiendo las barreras, así como
no debe haber la ilusión de una promesa de amor entre paciente y analista, sino que se debe
saber que eso concluirá y que el paciente vaya dando cuenta de que, en el transcurso del
análisis, el amor transferencial que puede sentir es un falso enlace: “Uno retiene la
transferencia de amor, pera la trata como algo no real, como una situación por la que se
atraviesa en la cura, que debe ser reorientada hacia sus orígenes inconscientes y ayudará a
llevar a la conciencia lo más escondido de la vida amorosa de la enferma, para así
gobernarlo” (Freud, pg. 169, 1915).
La meta del análisis es lograr vencer las resistencias y pesquisar las represiones que
actúan de forma inconciente en el paciente, con la finalidad de fortalecer su yo para que así
se permita enfrentar su realidad y hallar una estabilidad, sin que esto implique una
intromisión del terapeuta para moldear la vida o los actos de la persona. Para esto, se ha
nombrado reiterativamente como base fundamental a la transferencia, ya que como se pudo
explicar, esta tendrá una función dual en el transcurso del análisis, sea como un motor que le
facilite al paciente evocar recuerdos, emociones o asociaciones, o como un posible obstáculo
(transferencia negativa a modo de resistencia) que será superado dada una oportuna
interpretación y dialéctica. También es necesario respetar el momento de cada sujeto y dejar
que se cimente una trasferencia adecuada que sostenga las interpretaciones y vaivenes de lo
inconciente.
Bibliografía
Freud, Sigmund (1895) “Estudios sobre la histeria” en Obras Completas Tomo II,
Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina.
Freud, Sigmund (1905) “Fragmento de análisis de un caso de histeria” en Obras
Completas Tomo VII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, Argentina.
Freud, Sigmund (1912) “Sobre la dinámica de la transferencia” en Obras Completas
Tomo XII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, Argentina.
Freud, Sigmund. (1914) “Recordar, repetir y reelaborar (Nuevos consejos sobre la
técnica del psicoanálisis II” en Obras Completas Tomo XII, Amorrortu Editores,
Buenos Aires, Argentina.
Freud, Sigmund (1915) “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia (Nuevos
consejos sobre la técnica del psicoanálisis III)” en Obras Completas Tomo XII,
Amorrortu Editores, Buenos Aires, Argentina.
Freud, Sigmund (1937) “Construcciones en el análisis” en Obras Completas Tomo
XXIII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, Argentina.