Anda di halaman 1dari 6

Universidad de Chile

Magister en Psicología Clínica de Adultos mención Psicoanálisis

Ps. María Alexandra Costales Núñez

La dinámica de transferencia en el proceso analítico

El concepto de transferencia fue mencionado originalmente por Freud a partir de sus


investigaciones clínicas e incluso de la relación que sostenía con diferentes pacientes y sus
allegados. Se sabe que Freud no fue sujeto a un análisis propiamente dicho, sino que
menciona haberse aplicado un autoanálisis a fin de desarrollar su teoría y posteriormente
aplicarla con otros de sus colegas y pacientes. A raíz de esto, Freud logra describir una inusual
interacción que surge a partir del tratamiento con sus pacientes, una especie de “amor falso”
que es descargado sobre el terapeuta, denominada transferencia.

Freud menciona a la transferencia por primera vez en los Estudios sobre la histeria
(1895) al hacer referencia a un nuevo obstáculo que ha podido encontrar en sus
investigaciones del método catártico, siendo este el vínculo del enfermo con el médico que
ha sido de algún modo perturbado. Más adelante, busca exponer el método psicoanalítico y
en su trabajo con Dora (1905) define a las transferencias como: “reediciones, recreaciones
de las mociones y fantasías que a medida que el análisis avanza no pueden menos que
despertarse y hacerse concientes, lo característico es la sustitución de una persona anterior
por la persona del médico” (Freud, pg. 101, 1905)

La finalidad del trabajo analítico es: “mover al paciente para que vuelva a cancelar
las represiones (…) de su desarrollo temprano y las sustituya por unas reacciones como las
que corresponderían a un estado de madurez psíquica” (Freud, pg. 259, 1937). Por esta
razón es muy importante la relación que se produzca en el análisis entre el paciente y el
analista. Es así entonces que sería relevante responder a la incógnita: ¿de qué forma es
importante que el analista maneje e interprete la transferencia que se produce en el análisis?
Observando además cuáles son las circunstancias exteriores que darán apertura a una
repetición de estos afectos adquiridos en la infancia.

Para entender la elaboración teórica y el recorrido que Freud realiza con respecto de
la transferencia, es necesario partir de la idea de que: “todo ser humano, por efecto conjugado
de sus disposiciones innatas y de los influjos que recibe en su infancia, adquiere una
especificidad determinada para el ejercicio de su vida amorosa, o sea, para las condiciones
de amor que establecerá y las pulsiones que satisfará, así como para las metas que habrá de
fijarse” (Freud, pg. 97, 1912) Por lo que se aspira a que cumpla su papel fundamental en la
cura.

A partir de las experiencias de la infancia del sujeto, este logra desarrollar clisés o
formas repetitivas de interactuar con el otro, lo cual involucrará eventualmente un
estancamiento si no son resueltas las dificultades presentadas en el desarrollo del paciente en
su momento. “Es entonces del todo normal e inteligible que la investidura libidinal
aprontada en la expectativa de alguien que está parcialmente insatisfecho se vuelva hacia el
médico (...) insertará al médico en una de las series psíquicas que el paciente ha formado
hasta ese momento.” (Freud, 1912) En este punto es crucial y decisiva la instauración o la
influencia de la imago paterna, materna y parental en la vida del sujeto.

El analista es capaz de lograr que el paciente devele su propia verdad a partir de su


discurso; a través de la técnica y de la dinámica de transferencia, el sujeto se adueña de este
saber que lo conduce a hallar alivio y a acercarse a una “cura”, siendo el analista un mero
guía o acompañante de ello.

Ahora bien, este saber del paciente no es un saber dado por el analista –como se ha
dicho anteriormente- sino que es un saber que está en el sujeto de forma inconciente. A través
del trabajo analítico, será el paciente el que llegue a este comprender de su angustia. El
terapeuta acompañará al paciente, devolviendo interpretaciones y venciendo resistencias en
el análisis, y a través de la palabra irá guiando al paciente a encontrar su saber. En esta
dialéctica el paciente evocará afectos y actitudes frente al analista y viceversa –lo que se
señala como relación transferencial-.

La palabra es entonces la herramienta principal durante el trabajo analítico, pues es


de suma importancia dar valor a lo que se puede decir de esta transferencia. A partir de la
premisa fundamental del psicoanálisis que es el pedir al paciente que diga todo lo que se le
ocurra; llegará un momento en que el paciente empiece a recordar. Este recordar no es de una
mera experiencia, sino de algo cargado de significancia para el paciente que estaba muy lejos
de la conciencia, reprimido, que le producirá el surgimiento de afectos intensos, ese darse
cuenta, esto es llegar al conocimiento. Ese <<conocer es recordar>> del que habla Platón
cuando explica la reminiscencia. Esto le permite al paciente dar sentido y alivio a su
sufrimiento, ha combatido las resistencias interiores que le impedían el saber. Con esto el
paciente encontrará nuevos sentidos y podrá terminar con esa compulsión repetitiva del
síntoma, “el analizado no recuerda, en general, nada de lo olvidado y reprimido, sino que
lo actúa” (Freud, pg. 151-152, 1914).

Es aquí cuando entran en juego las resistencias del paciente ante una cura, lo que
brinda al concepto de transferencia un carácter dual: es vital para la cura, pero la impide de
igual forma a modo de resistencia. Es por esto que es necesaria la experiencia del terapeuta
a modo de saber dirigir esta relación de transferencia para poder sobrepasar las resistencias,
y darles una significación que sirva de apoyo para la cura.

Inicialmente se debe caer en cuenta de la existencia de las mismas, el médico debe


ponerlas en descubierto, y comunicárselo al analizado pues este nunca las discierne.
“Nombrar la resistencia no puede producir su cese inmediato. Es preciso dar tiempo al
enfermo para enfrascarse en la resistencia, no consabida para él; para reelaborarla, vencerla
prosiguiendo el trabajo en desafío a ella.” (Freud, pg. 158, 1914) Esto es lo que distingue al
tratamiento analítico de cualquier tipo de influjo sugestivo, manteniendo la neutralidad que
será explicada posteriormente. “El médico pone en descubierto las resistencias desconocidas
para el enfermo; dominadas ellas, el paciente narra con toda facilidad las situaciones y los
nexos olvidados.” (Freud, pg. 149, 1914)
La función de la transferencia dentro de la cura sería de vital importancia, ya que es
capaz de guiar a esta y a su vez dependerá del trabajo del paciente y de su disposición a la
repetición y reelaboración de acontecimientos pasados. El terapeuta “se dispone a librar una
permanente lucha con el paciente a fin de retener en un ámbito psíquico todos los impulsos
que él querría guiar hacia lo motor, y si consigue tramitar mediante el trabajo del recuerdo
algo que el paciente preferiría descargar por medio de una acción, lo celebra como un triunfo
de la cura. Cuando la ligazón transferencial se ha vuelto de algún modo viable, el tratamiento
logra impedir al enfermo todas las acciones de repetición más significativas y utilizar el
designio de ellas como un material para el trabajo terapéutico.” (Freud, p .155, 1915) Esta
explicación de Freud con respecto al trabajo que implica la transferencia nos permite
esclarecer el papel significativo que tiene el analista a modo de ponerse a la disposición del
paciente y de la dificultad que implicaría el saber conducir sus afectos de manera óptima.

El desconocimiento de la naturaleza de la transferencia es observable a través de la


práctica analítica en el mundo contemporáneo: en muchos de los casos existe una ausencia
de neutralidad por parte del terapeuta, entendiendo esta como la inexistencia de un juicio
moral, la renuncia al poder de la sugestión, y la no-respuesta articulada a la demanda de amor
(Freud, 1912), pero no excluye una implicación personal, siendo otra regla fundamental en
el análisis; además de la aparición de “curas” demasiado breves, o sumamente extensas (que
podrían llegar a un estancamiento en el proceso y devenir interminables) o simplemente la
falta de resolución de la transferencia, que conlleva graves consecuencias sobre la estabilidad
psíquica del paciente. Vuelvo a recalcar que es de exigencia fundamental la profunda
preparación del sujeto que desea aplicar la teoría analítica en un mundo donde se nos
presentan soluciones inmediatas y satisfacción de deseos ilimitados. Además de haber pasado
por su propio análisis, el terapeuta debe tener muy en claro el arduo labor y el minucioso
cuidado que implica sostener de forma adecuada una dinámica de transferencia durante el
tratamiento.

Los fenómenos antes mencionados se darán bajo un vínculo transferencial y es por lo


tanto, importante el manejo que el analista haga de esta relación. Una adecuada transferencia
entre el paciente y el analista permitirá cumplir con el objetivo del análisis. Por lo contrario,
una transferencia de amor solo levantará resistencias y estancará la continuación del trabajo;
así como también lo hará una transferencia hostil hacia el analista, si estas no fueron notadas
y trabajadas dentro del proceso.

Es necesaria la suficiente confianza para poder ir rompiendo las barreras, así como
no debe haber la ilusión de una promesa de amor entre paciente y analista, sino que se debe
saber que eso concluirá y que el paciente vaya dando cuenta de que, en el transcurso del
análisis, el amor transferencial que puede sentir es un falso enlace: “Uno retiene la
transferencia de amor, pera la trata como algo no real, como una situación por la que se
atraviesa en la cura, que debe ser reorientada hacia sus orígenes inconscientes y ayudará a
llevar a la conciencia lo más escondido de la vida amorosa de la enferma, para así
gobernarlo” (Freud, pg. 169, 1915).

La meta del análisis es lograr vencer las resistencias y pesquisar las represiones que
actúan de forma inconciente en el paciente, con la finalidad de fortalecer su yo para que así
se permita enfrentar su realidad y hallar una estabilidad, sin que esto implique una
intromisión del terapeuta para moldear la vida o los actos de la persona. Para esto, se ha
nombrado reiterativamente como base fundamental a la transferencia, ya que como se pudo
explicar, esta tendrá una función dual en el transcurso del análisis, sea como un motor que le
facilite al paciente evocar recuerdos, emociones o asociaciones, o como un posible obstáculo
(transferencia negativa a modo de resistencia) que será superado dada una oportuna
interpretación y dialéctica. También es necesario respetar el momento de cada sujeto y dejar
que se cimente una trasferencia adecuada que sostenga las interpretaciones y vaivenes de lo
inconciente.
Bibliografía

 Freud, Sigmund (1895) “Estudios sobre la histeria” en Obras Completas Tomo II,
Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina.
 Freud, Sigmund (1905) “Fragmento de análisis de un caso de histeria” en Obras
Completas Tomo VII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, Argentina.
 Freud, Sigmund (1912) “Sobre la dinámica de la transferencia” en Obras Completas
Tomo XII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, Argentina.
 Freud, Sigmund. (1914) “Recordar, repetir y reelaborar (Nuevos consejos sobre la
técnica del psicoanálisis II” en Obras Completas Tomo XII, Amorrortu Editores,
Buenos Aires, Argentina.
 Freud, Sigmund (1915) “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia (Nuevos
consejos sobre la técnica del psicoanálisis III)” en Obras Completas Tomo XII,
Amorrortu Editores, Buenos Aires, Argentina.
 Freud, Sigmund (1937) “Construcciones en el análisis” en Obras Completas Tomo
XXIII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, Argentina.

Anda mungkin juga menyukai