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- En Buenos Aires, a los diecisiete

días del mes de mayo de 2018, a


la hora 9 y 58:

Sra. Presidenta (Polledo).- Damos inicio a la reunión


abocada al tratamiento de la despenalización de la
interrupción voluntaria del embarazo, agradeciendo la
presencia de los oradores y de los señores diputados
presentes.
En primer término, comento que para realizar este
tipo de jornadas no necesitamos quórum y muchos diputados
están viendo la reunión a través de los medios digitales.
Asimismo, pedimos que no hagan comentarios acerca de los
señores diputados.
Esta es una reunión conjunta de las comisiones de
Legislación General -presidida por el señor diputado
Lipovetzky-, de Legislación Penal –presidida por la señora
diputada Gabriela Burgos-, de Familia, Mujer, Niñez y
Adolescencia -presidida por la señora diputada Alejandra
Martínez-, y de Acción Social y Salud Pública –presidida
por mí, Carmen Polledo-.
Los oradores tendrán siete minutos para exponer.
Al minuto sexto les avisaremos para que redondeen sus
discursos. Pedimos que se vayan acercando al atril en
orden.
Entonces, comenzamos la jornada de este debate
histórico llevado a cabo con gran respeto a todas las
voces, del que todos nos sentimos muy honrados de
participar.
Tiene la palabra el doctor Samuel Seiref,
profesor titular de Tocoginecología. Pido que si son
enunciados con un título o cargo incorrecto, por favor, lo
hagan saber al subir al atril para que conste en la versión
taquigráfica.

Sr. Seiref.- Muchas gracias por permitirme exponer y


compartir mis opiniones.
La problemática del aborto ha sido presentada
como una situación dicotómica: a favor o en contra. Pero
sin duda, a esta altura del debate muchos médicos sabemos
que no es así. Como diría un colega médico forense:
depende.
Creo que ningún ser humano puede desatender la
terrible situación de una mujer que lleva en su vientre un
embarazo no deseado. Ni hablar si ello es el resultado de
una violación.
Entonces surgen los planteos, muchas veces con
desconocimiento, otras con ciertas tendencias, otras con
tinte fundamentalista, con una visión en el mejor de los
casos muy estrecha.
La ciencia ha definido que la vida comienza en el
momento de la concepción. Para algunos, en el caso de
embriones logrados por fertilización asistida, al no estar
implantados en el seno materno no tendrían capacidad de
desarrollarse y por lo tanto, ello sería discutible. Pero
ese, es otro tema de debate, aunque no caben dudas que esos
embriones tienen ya la individualidad genética que los
diferencia de otros humanos y también de los animales.
La cuestión que se plantea en estos días se
refiere a quiénes están embarazadas y no quieren seguir con
su embarazo. Y aquí comienzan los planteos: el respeto a
los derechos de la madre por decidir sobre su cuerpo; el
hecho probable de que una mujer decidida a no seguir con su
embarazo hará lo que esté a su alcance para interrumpirlo y
en muchos casos con el supuesto riesgo de vida; los
pudientes acceden a la interrupción del embarazo mientras
los pobres al carecer de medios económicos se exponen a
situaciones de riesgo; y en los países donde el aborto es
libre, las muertes maternas por esta causa no existen.
Teniendo en cuenta lo antedicho, quienes
enarbolan la defensa del aborto, bregan por su legalización
o por su acceso libre y gratuito.
Surgen entonces numerosas preguntas, algunas con
posibles respuestas: ¿de qué hablamos cuando decimos aborto
o algunos eufemismos como interrupción del embarazo? Desde
el descubrimiento de la ecografía y su aplicación en
obstetricia, se ha demostrado que a las dos semanas de
atraso mensual, seis semanas de gestación, se puede ver el
embrión y oírse los latidos. Además, la morfología humana
puede caracterizarse tan temprano como a las diez o doce
semanas. Este tiene una individualidad genética propia que
lo caracteriza y legalmente sería una persona por nacer.
¿Su destrucción no sería un asesinato?
Cuando una pareja consulta al médico para el
control prenatal pregunta por su bebé. Además, a los
médicos se nos enseña que se trata de dos pacientes: la
madre y su hijo. Cuando se trata de la interrupción del
embarazo, ¿este pasa a ser solo un pedazo de carne?
En el caso de alguien diestro que solicitara que
le corten la mano izquierda porque no la usa, a nadie se le
ocurriría que esto fuera correcto, aunque se trata de
decidir sobre de su propio cuerpo. ¿Por qué tendríamos que
aceptar que una mujer, con el pretexto de que se trata de
su propio cuerpo, pueda decidir sobre la vida del ser que
lleva en él?
En un país donde no se acepta de ninguna forma la
obediencia debida, como fue muy bien aclarado el accionar
de la última dictadura, ¿cómo puede sentirse un médico, que
estudia para curar y defender la vida, si se le cuestiona o
no se le permite la objeción de conciencia que es un
derecho constitucional, y es obligado a destruirla? ¿Tiene
sentido entonces el juramento hipocrático?
En una sociedad que está en contra de la pena de
muerte, ¿cómo se entiende entonces que acepte el aborto?
Esta misma sociedad que defiende los derechos de los
animales e incluso se opone a cualquier tipo de
sufrimiento, ¿cómo es posible que acepte terminar con una
vida humana argumentando que todavía no es persona?
Cuando se trata de una violación, el violador
suele estar en su casa mientras que el feto debe ser
destruido, por no decir asesinado. En ese caso, ¿por qué no
eliminar al violador y/o a todos aquellos que de alguna u
otra manera son cómplices de su accionar?
Si se sabe que un pilar fundamental para no
llegar a estas situaciones terribles es la educación sexual
y el acceso a los métodos anticonceptivos, ¿por qué no se
pone la misma energía y seriedad para que todos y cada uno
de los habitantes de nuestro país se eduquen y accedan?
El artículo 86 del Código Penal es muy claro,
aunque llamativamente para muchos su último párrafo es
omitido tendenciosamente: “el aborto no es punible si se ha
hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o la
salud de la madre. Y si este peligro no ser evitado por
otros medios".
En el caso de aquellas mujeres que se embarazan y
piensan, creen o sienten que no pueden llevarlo adelante
por sus condiciones, como ser pobreza, necesidad de
trabajar, imposibilidad de alimentar y/o cuidar a los
demás, ¿no sería más lógico que el Estado le diera apoyo de
todo tipo antes de terminar con la vida de su bebé?
El misoprostol, es una droga ampliamente usada
para inducir abortos, solo existe en la Argentina como
monodroga en comprimidos vaginales de muy baja dosificación
y como cobertura para protección gástrica de un
antiinflamatorio.
De acuerdo a la ANMAT, tiene indicación
específica para inducción de trabajo de parto y ciertas
restricciones para el acceso al producto, enfatizando que
la venta debe realizarse exclusivamente a instituciones
hospitalarias que cuenten con servicio de obstetricia, que
deben llenar formularios especiales para su compra.
¿Por qué se usa y se recomienda tan libremente
fuera de toda normalización farmacológica, utilizando la
cobertura del comprimido del antiflamatorio? En medicina
está muy claro que no hay ningún procedimiento inocuo, por
más simple que parezca. Nadie puede afirmar libremente que
una medicación o un procedimiento quirúrgico para abortar
no tiene riesgos.
¿No es engañoso o tendencioso hablar de aborto
seguro, soslayando -la mayoría de las veces- la necesidad
de un estricto control, el acompañamiento y apoyo que
debiera recibir esa mujer por parte del equipo de salud?
Vivimos en un país que se precia de tener excelentes leyes.
Considero que nuestros códigos Penal y Civil son de
avanzada. Nuestro problema es que no cumplimos las leyes o
bien que su interpretación depende de numerosos factores.
Sin ninguna duda, debemos debatir. Celebro que
nuestra sociedad lo haga, pero debemos hacerlo todos, sin
que ningún colectivo, grupo, religión, partido político,
etcétera, se arrogue la representación de nadie. Para ello
debemos informarnos de fuentes seguras despojadas de
tendencias fundamentalistas, no pseudocientíficas.
No podemos apoyarnos solo en opiniones y
pensamientos que no estén basados en la ciencia o -peor
aún- que se trate de manipulación y uso tendencioso y
parcial de los conocimientos. Para la mayoría de los
médicos no queda ninguna duda de que es necesario terminar
con el embarazo en situaciones muy claras en las que de no
hacerlo corre riesgo de morir la madre, como en ciertos
tumores o ante una placenta previa que sangra profusamente.
Posiblemente, muchos también apoyen la interrupción en el
caso de malformaciones fetales, en las que se ha demostrado
que son incompatibles con la vida.
El nudo de la cuestión son aquellos embarazos no
deseados o no buscados. A esta altura del debate es muy
evidente que la discusión está muy lejos de pasar por el
conocimiento o por la ciencia, aunque algunos en forma
espuria pretenden encontrar su respaldo en ella.
Hoy estamos ante una discusión ética, moral,
filosófica y política. Así como con la pena de muerte, el
pueblo argentino -a través de ustedes, sus representantes-
deberá decidir si es necesario terminar con la vida de una
persona con el supuesto fin de mejorar la salud o la vida
de otra o de la sociedad toda.
Un millar de muertes es una estadística, pero una
muerte es una tragedia. Frente al número de muertes por
accidentes y asesinatos que enfrenta nuestro país, 33
muertes anuales por complicaciones de abortos parecen
exiguas.
Sin ninguna duda, el énfasis de vuestro accionar
y las posibles soluciones deben estar en garantizarle a
todos y cada uno de los habitantes de nuestro país
condiciones dignas de vida para que no lleguen a
enfrentarse con este problema. (Aplausos.)

Sra. Presidenta (Polledo).- Tiene la palabra Laura Klein,


filósofa, poeta y ensayista.

Sra. Klein.- Yo aborté, y no puedo sostener que al abortar


fui una mujer libre. Una mujer que aborta está entre la
espada y la pared, ni quiere tener un hijo ni quiere
abortar. Le está vedado batirse en retirada, quisiera no
haberse embarazado, quisiera perderlo espontáneamente. Como
en muchas otras situaciones de la vida, decide hacer algo
que no quiere.
¿Cuántas de las mujeres aquí presentes se vieron
en el trance de decidir si abortar o no? ¿Cuántos de los
varones aquí presentes acompañaron a una mujer a abortar o
la empujaron a hacerlo o le pidieron que no lo hiciera? Lo
hicimos todos fuera de ley. ¿Tenemos que ir presas?
Todos sentimos que aborto no es homicidio; todos
podemos conseguir el teléfono de un abortero, pero ¿quién
podría conseguir el de un asesino que mata por encargue?
Los invito a que ante un grupo de amigos hagan
esta pregunta: ¿conocen a alguna persona que haya matado a
alguien? Más tarde, en otro contexto, hágale a la misma
gente esta otra pregunta: ¿conocen a alguien que haya
abortado? Verán que todos conocen -aunque sea por
referencia- a una mujer que abortó, pero muy pocos y
probablemente nadie, conozcan a un asesino.
Aborto y homicidio tampoco son lo mismo para
nuestros códigos. El Código Penal establece penas de 1 a 4
años para el aborto y de 8 a 25 para el homicidio. Por eso,
resulta asombroso que quienes luchan contra la legalización
del aborto, basados en la idea de que aborto es homicidio,
no dirijan todo su esfuerzo a cambiar el Código Penal.
Ningún Código Penal equipara aborto y homicidio, porque
ningún Código Civil equipara a la persona por nacer con la
persona nacida.
Si bien el artículo 19 dice que la existencia de
la persona comienza con la concepción, inmediatamente el
artículo 21, establece que si el concebido no nace con
vida, se considera que la persona nunca existió.
Quienes luchan contra la legalización del aborto,
basándose en que la persona humana tiene plenos derechos
desde el momento de la concepción, no dicen palabra sobre
esta situación. ¿Por qué no exigen una reforma del Código
Penal para incluir el aborto dentro de la carátula de
homicidio? ¿Por qué ponen la energía en condenar a las
mujeres, en vez de exigir una severa reforma del código
Civil?
Parece mentira que el debate acerca de cuándo
comienza la vida humana transcurra sin que se ponga en
evidencia esta distancia entre los argumentos presentados y
la letra de nuestras leyes. Lo que se va a dirimir aquí no
es cómo se definen y cuándo comienza la vida humana, sino
si una mujer embarazada puede o no decidir tener un hijo
sin que esto la convierta en una criminal.
Para demostrar que el aborto sea legal o ilegal
se nos hace creer que primero hay que demostrar si abortar
es o no un homicidio, que a su vez depende de la pregunta
de si el embrión es o no una persona, pregunta que se
reduce a cuándo comienza la persona, y esto va a depender
del signo distintivo que se elija para definirla.
Se le pide a la ciencia que dictamine pero con el
mismo rigor científico se puede demostrar tanto que el
embrión es una persona –basta con recurrir al ADN- como que
no lo es –basta decir, por ejemplo, que pueda vivir fuera
del útero. Entonces, si todas las posturas son igualmente
demostrables, ninguna demuestra nada.
Pensemos que si fuera solo por las
características del embrión, el descarte de un embrión de
probeta debería ser considerado un aborto. No es un aborto
ni ningún tipo de delito. ¿Por qué? Porque recién es
considerado persona por nacer cuando se implanta en el
útero.
Parece que lo que nos hace humanos no es nuestra
carga genética sino nacer de un cuerpo de mujer, ser, haber
sido su cuerpo. Esto es lo que se llama embarazo. Antes de
ser individuos, somos hijos. No hay aborto sin embarazo,
pero aunque suene increíble, en el debate del aborto, casi
no se habla de embarazo. Se habla de un conflicto entre dos
individuos: una mujer y un embrión, que tienen intereses
enfrentados y contradictorios entre sí. La mujer embarazada
no es equivalente a una mujer más óvulo fecundado, no es
una suma ni un compuesto divisible.
Como si fuesen generosos o como si fuese justo
escuchamos hablar de dos vidas. Sin embargo, no somos
individuos sueltos que caemos en el cuerpo de una mujer
para pasar 9 meses. El vientre no es un lugar. El embrión
no es un inquilino que vive en el cuerpo de una mujer y
tampoco es una parte de su cuerpo como un riñón o una
muela.
El embarazo es una experiencia intransferible
que, por ahora, sólo tenemos las mujeres. Como solo las
mujeres tenemos la capacidad, el don o la condena de dar la
vida, somos sólo las mujeres las que tenemos también la
capacidad de no darla. Eso es precisamente lo que significa
abortar: privar de nacer; a pesar de que abortar esté
prohibido. Por ende, aunque no hubiera ninguna mujer que
muera por aborto clandestino, el aborto tiene que ser
legalizado.
El conflicto que aquí se trata no es el de los
derechos de dos individuos, sino si una mujer puede decidir
abortar sin que esto la condene a la clandestinidad, con
las secuelas que trae aparejado y la convierta en una paria
del sistema de salud.
Los diputados y los senadores van a decidir sobre
este tema y es lo único sobre lo que tienen potestad. Los
legisladores no van a decidir si las mujeres van a abortar
o no -no depende de ustedes-, o si son homicidas al hacerlo
-para eso está el Código Penal-, o cuándo comienza la vida
humana con derechos o cómo se la define, o si el embrión es
o no una persona -para eso está el Código Civil- o si es
justo o injusto que solo las mujeres nos quedemos
embarazadas -para esto habrá que recurrir a Dios o a la
naturaleza.
Lo único -y es enorme- sobre lo que pueden y van
a decidir los legisladores, es si una mujer embarazada que
no fue violada y cuya salud no está en peligro, puede
abortar sin que esto la convierta en una criminal. Al tomar
esta decisión van a estar solos como una mujer que decide
abortar. (Aplausos.)

Sra. Presidenta (Polledo).- Tiene la palabra el señor Juan


Ignacio Ruiz, médico especialista en clínica médica y en
salud pública.

Sr. Ruiz.- Señora presidenta: muchas gracias por darme la


oportunidad de participar de este debate. Soy médico
egresado de la Universidad de Buenos Aires y especialista
en clínica médica y en salud pública y comunitaria, por lo
que veo pacientes en su mayoría internados. También hago
investigación en epidemiología clínica y sanitaria.
Todas las intervenciones que se realizan en el
área de salud, ya sean individuales o poblacionales, tienen
un impacto que puede ser o no beneficioso sobre las
personas o comunidades. Es fundamental, por lo tanto,
evaluar el impacto en forma rigurosa que los programas,
políticas o leyes podrían tener sobre las personas y la
población.
En 2016 se lanzó un programa en la provincia de
Buenos Aires de seguimiento de bebés prematuros en el
domicilio. Antes de lanzar el programa se convocó a un
equipo de metodólogos para realizar una revisión
sistemática de la literatura científica para ver cuál sería
el impacto de este trabajo sobre las familias y los bebes
prematuros. Participé como metodólogo de esa revisión
sistemática.
Revisamos más de 2000 artículos internacionales,
seleccionamos los que correspondían, analizamos los
resultados y calificamos la calidad de esta evidencia. Los
resultados fueron contundentes: las visitas domiciliarias a
familias que habían tenido un bebé prematuro en condiciones
de vulnerabilidad mejoraban el desarrollo motor, el
desarrollo cognitivo, el entorno familiar y posiblemente
disminuía la mortalidad infantil.
Además revisamos los posibles efectos adversos de
esta intervención y del programa. Este programa se puede
considerar revolucionario e innovador ya que fue riguroso y
de alta calidad y estaba dirigido a las personas más
vulnerables porque eran los que tenían más necesidades.
Este modelo de trabajo denominado de salud pública basado
en evidencia, está destinado a mejorar la salud de la
población más necesitada. Es un modelo que se puede aplicar
a cualquier otra política, programa o ley que se quiera
implementar para mejorar la calidad de salud de la
población.
Es llamativo observar que no se ha utilizado una
metodología rigurosa y confiable para emitir las
recomendaciones y los argumentos en favor de la
despenalización del aborto, sino que se han basado en
opiniones de expertos, recomendaciones de organizaciones
internacionales e información que presenta un alto riesgo
de sesgo.
Un gran número de los defensores de la
despenalización del aborto, argumentan que esta
intervención podría tener un impacto beneficioso sobre la
salud pública ya que disminuiría la mortalidad materna. En
necesario, por lo tanto, valorar las pruebas que sustentan
la relación entre despenalización del aborto y disminución
de la mortalidad materna para evaluar si efectivamente esta
intervención tendrá el impacto deseado. Además deben
evaluarse los eventos adversos que podrían producirse en la
sociedad y en las madres.
Los argumentos utilizados por las personas que
consideran que la despenalización del aborto disminuye la
razón de mortalidad materna se basan en una interpretación
errada de la información publicada. Utilizan las cifras de
mortalidad materna anual de los países y evalúan si hubo un
cambio luego de la introducción de las leyes no
prohibitivas. De este modo establecen como verdadero un
efecto que en realidad está fundamentado en una
interpretación inadecuada.
En realidad, la mortalidad materna ha disminuido
en todo el mundo desarrollado y no desarrollado durante el
siglo XX luego de la introducción de los antibióticos, las
estrategias de control de las embarazadas y la atención del
parto por profesionales entrenados. Otros factores que han
contribuido con la disminución de la mortalidad materna son
la mejora de las condiciones socioeconómicas y el nivel
educativo de las personas. Se trata de intervenciones que
han abordado los determinantes sociales de la salud.
Existen múltiples ejemplos que demuestran que la
despenalización del aborto no significa menor mortalidad
materna. Ya se han expuesto muchos argumentos en este
debate por lo que solo voy a repetir algunos de ellos. Hay
dos países de Europa que cuentan con leyes restrictivas:
Irlanda y Polonia.
Si analizamos la tendencia histórica de estos
países desde 1990 hasta 2015 de acuerdo a los datos
publicados por el Banco Mundial, veremos que Polonia tenía
una razón de mortalidad materna de 17 cada 100.000 nacidos
vivos, mostrando un descenso sostenido desde el 1991 hasta
ser uno de los países del mundo con menor razón de
mortalidad materna, siendo ésta de 3 cada 100.000 nacidos
vivos en 2015. Irlanda redujo la mortalidad de 11 a 8 cada
100.000 nacidos vivos entre 1990 y 2015. Éstos son los dos
únicos países de Europa que tienen leyes restrictivas.
Otro país desarrollado de Europa, España, impulsó
la ley de despenalización del aborto que comenzó a regir a
partir de 2010. España no ha mostrado una reducción de la
mortalidad materna porque no varió entre 1990 y 2015,
mientras que en Estados Unidos por el contrario, ha
aumentado en los últimos años.
En los países latinoamericanos se ha observado
una disminución significativa de la mortalidad materna en
todos los países. El único país del cono Sur que sancionó
una ley de despenalización del aborto es Uruguay en 2012
que refleja un descenso sostenido de la mortalidad materna,
ya que de pasó de 31 a 17 casos cada 100.000 nacidos vivos
entre 2002 y 2011, sin objetivarse una disminución
significativa de la existencia de la ley en 2012.
Por otro lado, Brasil y Chile, a pesar de tener
leyes muy restrictivas, han mostrado una caída profunda en
la mortalidad materna. En Brasil, la razón de mortalidad
materna era de 104 cada 100.000 nacidos vivos en 1990 y
pasó a 44 en 2016.
Por lo tanto, no se puede establecer que la
despenalización del aborto vaya a tener un impacto
favorable sobre la salud de las mujeres. Esta intervención
podría tener consecuencias negativas que no han sido
evaluados adecuadamente sobre la sociedad y las mujeres. No
es aceptable utilizar una intervención con la excusa de que
en países desarrollados ya se ha implementado.
La pobre situación socio-económica no resuelta y
la falta de acceso a la atención de salud de calidad, no la
prohibición del aborto, son los factores que determinan los
altos niveles de mortalidad materna en nuestro país.
La despenalización del aborto no es una
intervención creativa, ni innovadora ni revolucionaria. Es
una intervención posiblemente irresponsable que facilitará
la muerte de la vida por nacer.
Todos debemos desarrollar e implementar programas
y políticas que aborden los determinantes sociales de la
salud cuidando y respetando a los seres humanos más
vulnerables desde el momento de la concepción hasta su
muerte natural. (Aplausos.)

Sra. Presidenta (Polledo).- Tiene la palabra Beatriz Janín,


psicóloga y presidenta del Forum Infancia.
Sra. Janín: Señores legisladores: vengo en representación
del Colectivo Federal de Trabajadores de la Salud Mental a
favor de la ley de interrupción voluntaria del embarazo de
la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito.
Hace cuarenta y siete años que trabajo como
psicoanalista. He escuchado a muchas mujeres que tenían que
decidir un aborto o que habían abortado y también niños que
se quedaron huérfanos por un aborto clandestino.
He dedicado mi vida profesional a la defensa de
la salud mental de niños y adolescentes, cuestión por la
cual fui convocada otras veces a este recinto.
En algunas intervenciones se ha hablado de trauma
y de duelo, desconociendo los desarrollos científicos sobre
el tema. Un trauma por definición es aquello que supera la
capacidad de elaboración, algo que no puede ser digerido
psíquicamente.
Hay sucesos que pueden ser traumáticos para una
persona y no para otra. El parto puede ser un episodio
traumático que desemboca en psicosis o en depresión
puerperal y por eso no lo vamos a prohibir.
Para elaborar las situaciones traumáticas, es
necesario hablar mucho del tema y socializar el dolor. Un
embarazo y un parto rechazados pueden implicar un trauma
importante, mucho más que un aborto elegido.
Lo terrible del aborto en la actualidad es la
idea de que se está realizando algo tan prohibido que
sobrevendrá como castigo la muerte o la infertilidad. Es la
clandestinidad lo que torna traumático el aborto para
muchas mujeres, el silencio y el ocultamiento
consiguiente.
Se ha confundido la pérdida de un embarazo
deseado con un aborto elegido. Se ha equiparado embrión con
hijo.
Un embrión puede ser un hijo cuando se lo ha
soñado, acunado internamente, imaginado y entonces no es
ese óvulo y ese espermatozoide los que están en juego, sino
el modo en que son significados por esa mujer. Si la mujer
aborta involuntariamente afrontará un duelo difícil. Pero
si la mujer queda embarazada a pesar suyo y el embarazo es
vivido como una condena, su interrupción puede implicar un
enorme alivio, en tanto se puede proseguir con otros
proyectos.
Además, cuando el embarazo no es deseado, el
hecho de que dure muchos meses lo transforma en una
situación insoportable que se sostiene en el tiempo y de la
que es imposible escapar, siendo una de las características
que transforma un suceso en traumático. La otra
característica es que algo ocurra sorpresivamente, sin que
se tengan los recursos psíquicos para afrontarlo. Tenemos
que pensar en las niñas y en las adolescentes a las que se
viene forzando a tener un hijo y que están lejísimos de
poder soportar el embarazo mismo, lo que las lleva a un
riesgo psíquico muy alto.
Es central entender que cada mujer es
diferente. Argumentar que todas las mujeres que abortan
sufren un trauma irreparable es suponer que no somos
personas diversas, con historias complejas y en las que los
sucesos resuenan de diferentes modos, sino máquinas
reproductoras que funcionamos -o deberíamos funcionar-
todas igual. Es un tipo de lógica absolutamente
autoritaria, en la que se desconoce al otro como semejante
diferente y su subjetividad.
Muchas veces la decisión de abortar es un paso
posibilitador para ser madre en otro momento de la vida. O
sea, esta supuesta defensa de la vida no solo atenta contra
los derechos y la vida de las mujeres sino contra la
maternidad, entendida como elección.
Se realizan abortos, digan lo que digan las
leyes. El problema son las condiciones de clandestinidad y
penalización en que se hacen.
He atendido pacientes adolescentes que pudieron
explicitar frente a sus familias su decisión de interrumpir
un embarazo que coartaba sus proyectos.
Cuando la familia acompañó a la adolescente y
tuvo los recursos económicos para que el aborto se
realizara en condiciones de seguridad y rodeada de afecto,
sin nadie que la culpabilizara, no observé más secuelas
traumáticas que las que puede producir cualquier
intervención médica. Esas mujeres pudieron con años ser
madres y criar hijos cuando lo desearon.
En los casos de otras adolescentes y adultas que
tuvieron que afrontar la situación guardando el secreto y
en situaciones de riesgo, allí pude observar los efectos
del trauma, marcado por el arrasamiento psíquico que
implica la encrucijada entre arriesgar la vida sometiéndose
a una práctica que no tiene las condiciones sanitarias
aseguradas, cometiendo un acto por el que podrían ser
penalizadas, o aceptar la maternidad como condena, cuando
no se sienten preparadas para hacerlo. Son generalmente las
mujeres pobres las que, aún con apoyo familiar, no pueden
acceder a abortos en condiciones dignas y son las que
mueren.
He visto también mujeres que no pudieron abortar
a pesar de haberlo intentado, porque los médicos se negaron
y esto las llevó a someterse a situaciones que no deseaban,
lo que representa una terrible violencia.
El sufrimiento psíquico de esas mujeres marcó su
vida, la de ese hijo y la de sus nietos. O sea, la de todos
sus descendientes.
Si estamos preocupados por los niños, ¿quién
piensa en los que quedan huérfanos de madre por un aborto
clandestino? Hace muy poco tiempo cinco niños quedaron
huérfanos.
En tanto la causa de estas muertes se mantiene
como secreto, son traumas que se transmiten y dejan
secuelas a las generaciones siguientes, llenando de
mentiras y falsos relatos la historia familiar. No es la
penalización del aborto lo que va a disminuir la cantidad
de abortos, sino la implementación efectiva de la educación
sexual integral y el acceso igualitario a los métodos
anticonceptivos. Sería una crueldad seguir criminalizando
el aborto, legislando sin escuchar el grito de esas 500.000
mujeres que interrumpen, como pueden, su embarazo cada año,
avatar en el que muchas mueren.
Señores legisladores: si deciden que el aborto
sea legal, seguro y gratuito, van a estar defendiendo la
vida y la salud mental de las mujeres y de sus hijos
actuales y futuros. Es en defensa de la vida, de las
mujeres y de la infancia que nos pronunciamos a favor de la
ley. (Aplausos.)

Sra. Presidenta (Polledo).- Tiene la palabra la señora


Pulini, psicóloga social y preventora de abuso sexual
infantil. Asimismo, desarrolla un programa de
acompañamiento y contención de adolescentes embarazadas en
Villa Udaondo, Ituzaingó.

Sra. Pulini.- Agradezco la oportunidad de estar presente.


Es un privilegio compartir esta sala con todos
por el peso que tiene en nuestra historia como argentinos
el debate sobre los más débiles y vulnerables.
En esta ponencia quiero referirme al
acompañamiento del embarazo no deseado en adolescentes.
Actualmente trabajo en el Centro de Desarrollo Familiar
Sembrando Vida, en el hospital Brandsen y en la salita de
salud Otharan, en Ituzaingó, zona oeste del Gran Buenos
Aires.
A todos nos interesa que no mueran niñas
adolescentes en abortos clandestinos y que no sufran por un
embarazo no deseado. Coincidimos en esta causa. Pero no
coincidimos es en ver el aborto como una solución.
En la Argentina, uno de cada seis nacimientos
corresponde a una mamá adolescente. Esta realidad impacta
la escolaridad de estas madres niñas donde seis de cada
deja de estudiar. Este dato surge del Fondo de Población
Naciones Unidas. Asimismo, la alta tasa de embarazo
adolescente es una gran deuda que tenemos con nuestros
jóvenes, pero el abortó jamás será la solución.
Aunque existe la ley 26.150 de educación sexual
integral aprobada en 2006, la gran mayoría de los embarazos
ocurren porque los chicos desconocen cómo funciona su
propio cuerpo o por haber escuchado mitos sobre la
sexualidad y formas de cuidarse.
El debut sexual generalmente ocurre en la
adolescencia y cuatro de cada diez madres niñas quedaron
embarazadas durante su primera relación sexual.
Somos conscientes de esta realidad. El punto es
retrasar la maternidad para evitar los altos índices de
mortalidad materna y del niño por nacer.
Quisiera enfocarme en el hecho de que tenemos
adolescentes que físicamente pueden gestar y dar a luz,
pero no pueden legisladas como mujeres adultas que presumen
madurez para decidir un aborto tal como lo indica el
proyecto en tratamiento. Físicamente tienen una vida sexual
activa pero no la madurez para enfrentar las consecuencias
de esos actos. Aquí es donde la participación de nosotros,
los adultos, es fundamental para que ellas no vivan siendo
víctimas de sus propios impulsos.
Necesitan adultos comprometidos en amor que
garanticen la protección de los derechos de estos menores
vulnerables, tanto la madre como el niño por nacer.
Necesitamos educar para construir un pensamiento de
responsabilidad y compromiso, afianzar los lazos y no
generar una independencia destructiva; salir del
adultocentrismo y comprometernos con la formación de
ciudadanos saludables y responsables.
Como psicóloga y madre de adolescentes, puedo
confirmar que el aborto no es el camino para subsanar el
embarazo no deseado. Si se aprueba este proyecto de ley,
aumentarán los problemas, se abrirá un nuevo paradigma con
un sinnúmero de consecuencias personales, familiares y
sociales.
¿Por qué dejar la responsabilidad a este sector
de la población, que todavía no es capaz de entender las
consecuencias de sus decisiones? Para algunos pensar en el
aborto sería el camino más fácil, pero para mí es el más
destructivo. Para no acentuar el estado de orfandad y
abandono de esta generación, necesitamos tomar nuestro
lugar de adultos y ser modelos para ellos. El aborto lejos
de solucionar algo lo agrava todo.
El embarazo adolescente es un síntoma, la
enfermedad es la falta de educación y el abuso sexual
dentro del seno familiar. Proponiendo el aborto como
solución, estamos dando un mensaje devastador. Es probable
que esta niña adolescente vuelva a abortar una y otra vez,
naturalizando esta práctica como método anticonceptivo,
afectando su dignidad como mujer y su futura maternidad.
¿Qué le estoy diciendo a este futuro padre? Le
estamos diciendo que no importa cómo viva su sexualidad,
que las consecuencias las paga la mujer, quitándole el peso
de la responsabilidad. Yo me pregunto: ¿esto no es
fortalecer la cultura patriarcal machista, que tanto
queremos desarraigar?
Criemos y eduquemos a nuestros jóvenes, varones y
mujeres, con sentido de compromiso ante la reproducción
sexual.
Señoras y señores: debemos ponernos en los
zapatos de una adolescente que quiere abortar: qué piensa,
qué siente, por qué llegó a esa circunstancia. Les puedo
asegurar que esta chica que busca abortar, seguramente está
sola y rodeada de temores, incertidumbre y dolor. Luego de
abortar, volverá al mismo contexto vulnerable, siendo más
débil que antes.
Veamos el problema de raíz, generemos políticas
de cuidado, de protección y de prevención, abracemos a
nuestros adolescentes, mujeres y varones, que son madres y
padres. Por eso, proponemos proyectos de solución y ayuda
integral, valorando la vida del concebido por nacer y de la
madre. Queda claro el pedido de auxilio de nuestros
adolescentes.
Señores legisladores: el mayor capital que
tenemos como Estado es el capital humano. Las embarazadas y
los niños por nacer son el mayor tesoro de una Nación. Los
pasos que demos hoy serán huellas para las generaciones que
vendrán, llevémoslos por caminos de vida y no de muerte.
Cuidemos las dos vidas.
Mi vida es el reflejo de que esto es posible. Mi
mamá quedó embarazada siendo muy adolescente en situación
de mucha vulnerabilidad, más el abandono de quien es mi
padre biológico.
En medio de estas circunstancias, quedamos las
dos internadas en una clínica clandestina de aborto.
Teníamos fecha y hora de mi muerte, y tal vez, para la de
mi mamá; pero gracias a la intervención de un adulto, de
una mujer que abrazó a mí mamá, que la refugió, que les dio
herramientas necesarias para decirle: “Vos podés salir
adelante”, es que hoy yo estoy acá. Soy madre y soy una
ciudadana comprometida con el país y con los adolescentes
que están transitando esta situación.
Por último, quería contarles que el 25 de marzo,
dos millones de argentinos salimos a la calle, 222 ciudades
a lo largo y a lo ancho de nuestro país. Salimos diciendo:
“Cuidemos las dos vidas”. Hay muchas personas que quieren
comprometerse con esta causa. Este domingo, a las 3 de la
tarde habrá otra marcha.
¡Por favor, señores legisladores, cuando tenga la
oportunidad de dar su voto, tengan en cuenta a la cantidad
de argentinos que pedimos “cuidemos las dos vidas”!
(Aplausos.)

Sra. Presidenta (Polledo).- Tiene la palabra Solange Verón,


abogada de Tierra del Fuego, integrante de la organización
feminista La Hoguera.

Sra. Verón.- Queremos agradecer la oportunidad de


expresarnos en este recinto. La Hoguera es una organización
feminista de Ushuaia que entre otras cosas, acompaña
interrupciones legales de embarazos y a mujeres
criminalizadas por abortos en el territorio. Somos parte de
la campaña nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito,
y de Socorristas en Red.
Les venimos a hablar de Ramona y de Natalia, dos
de algunas de las mujeres criminalizadas que acompañamos.
Ramona era víctima de violencia de género, quedó embarazada
y quiso abortar. Nada iba a frenar su voluntad, aunque ella
no sabía que esa interrupción estaba contemplada por la
ley.
Fue al hospital de Ushuaia, hace 2 años, en donde
ocho de los diez médicos del servicio de ginecología son
objetores de conciencia. Allí no obtuvo información ni
soluciones. Durante dos semanas buscó incansablemente
acceder a la interrupción y dedujo que sin dinero no había
aborto, como nos dijo un año después cuando la conocimos a
raíz de la citación a indagatoria que recibió en la causa
penal iniciada por el hurto de una caja de Oxaprost en una
farmacia de Ushuaia. Cabe aclarar que Ramona no era
responsable del hurto.
Recién al momento de articular su acompañamiento
en una causa donde se criminalizó su emergencia obstétrica,
pudo saber que estaba amparada legalmente para abortar.
Ramona sabía lo que era la maternidad, fue madre a los 16
años, pero esta vez no podía asumirla, no quería estar
atada a un violento toda la vida ni tampoco quería ser
forzada a ser madre.
A pesar de la ILE, vigente desde 1921, a pesar de
que Tierra del Fuego es una de las primeras provincias que
adhirió el Protocolo Nacional de Atención de Abortos no
Punibles, a Ramona la criminalizaron. Para garantizar el
castigo, la jueza ordenó un embargo por 100.000 pesos. La
persecución penal fue desproporcionada y con intenciones
aleccionadoras, tras la pesquisa de aquella mujer que había
abortado.
La fuerza de seguridad dividió la ciudad en tres
zonas, rastreando una caja y un blister de oxaprost.
Realizaron cuatro allanamientos, se tomaron más de diez
testimonios en policía, se inspeccionaron las cámaras de
seguridad de las farmacias de la ciudad, si hicieron
requisas e inspecciones de casi diez celulares.
Ramona nos contó que no fue al hospital para
atender su hemorragia porque leyó en las noticias que
habían encontrado un feto en una alcantarilla. Tuvo miedo
de que la vinculen con ese hallazgo, como si conociera a
Belén de Tucumán. Se aguantó un día más los dolores, al día
siguiente fue al hospital y allí la atendió un médico
objetor de conciencia, que solo le dio una medicación para
no perder el embarazo y la mandó a su casa. Finalmente, al
tercer día de dolores y malestar, otro médico ordenó una
intervención por AMEU.
Al igual que Ramona, Natalia también había
querido abortar, a raíz de un embarazo producto de una
relación tormentosa de años con un hombre que la violentó
sexualmente. Atravesó la Cordillera, viajó 220 kilómetros
para terminar en un departamento de Ushuaia, donde le
hicieron un aborto con una sonda, por 3.500 pesos, en 2010.
Volvió a Río Grande y, a causa de una infección, tuvo que
ir al hospital. Le explicó al médico que no podía quedar
internada porque tenía que volver a su casa a cuidar a sus
tres hijas. Por ese motivo, aceptó que le hicieran el
legrado con anestesia local, en vez de total. Hasta el día
de hoy, recuerda los dolores.
Nadie habló con ella de la ILE, del aborto no
punible, sobre las maternidades forzadas, sobre las
violaciones existentes en la pareja, invisibilizadas por
años.
Tiempo después recibió una citación a indagatoria
y, como no tenía dinero, fue a la Defensoría Pública donde
tampoco encontró contención ni información. Si bien
apelaron su procesamiento, no se articuló la defensa como
un aborto no punible; recién con la citación para la
elevación a juicio oral, cuatro años después, sintió miedo
de caer presa y comenzó a buscar otras ayudas.
Durante todo ese tiempo el registro de
antecedentes penales le impedía entrar a la fábrica, una de
las mayores fuentes de trabajo en Río Grande.
La causa estuvo plagada de ilegalidades:
información persecutoria a todos los centro de salud
indagando si le habían realizado maniobras abortivas y
testimonio de médicos que la habían atendido en el hospital
de Río Grande. Toda la prueba era violatoria del secreto
médico profesional.
Ni Ramona ni Natalia pudieron acceder a
información oportuna acerca de la ILE; las dos decidieron
abortar por distintos motivos, pero tuvieron que hacerlo en
forma clandestina y fueron criminalizadas. Gracias al
acompañamiento feminista de La Hoguera y de las
organizaciones locales y nacionales que se hicieron eco de
los casos finalmente todas fueron absueltas.
El Estado es responsable de garantizar ese
derecho, pero no sólo no cumplió con esa función sino que
las castigó con causas penales y persecución policial.
Esos relatos nos incluyen en la realidad
nacional, donde los vacíos del Estado los cubrimos las
mujeres y organizaciones feministas.
¿Cómo es posible que no se haga cumplir un
derecho que existe hace casi cien años? El derecho se torna
abstracto si no se cumple a tiempo.
Ramona y Natalia son algunas de las experiencias
de mujeres donde las violaciones a sus derechos
fundamentales a la vida, a la salud, a la libertad y a la
información en decisiones sobre nuestras maternidades se
vulneran desde Ushuaia hasta la Quiaca.
En nuestra provincia en particular, los derechos
reproductivos de las mujeres se encuentran en constante
retroceso. Tan es así que la pastilla del día después, así
llamada, fue prohibida durante cuatro años. Mientras se
iniciaba este debate histórico, se aprobó sobre tablas un
proyecto de ley que instaura el 25 de marzo como día de los
derechos del niño por nacer.
Señores diputados, señoras diputadas: necesitamos
seguridad jurídica y despenalizar y legalizar el aborto
bajo premisas de respeto a los derechos de todos.
Nosotras desde La Hoguera -como tantas otras
organizaciones feministas- nos acompañamos, resistimos, nos
defendemos, estamos en las casas, en las calles, en los
hospitales, en los tribunales y en las aulas. Pero eso no
alcanza. Es indispensable que reviertan el sistema actual y
que el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo se
haga ley, que reconozca nuestras capacidades y que
reconozca el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y
sexualidad como mujeres y personas gestantes.
Reafirmamos las palabras de Dora Barrancos en el
sentido del derecho al disfrute sexual separándolo
absolutamente de la reproducción. Sin esa paridad no habrá
democracia posible. No esperemos cien años más, nuestras
historias y nuestros cuerpos ya hablaron. (Aplausos.)

Sra. Presidenta (Polledo).- Tiene la palabra Matías


Pedernera Allende, abogado, profesor de Derecho
Constitucional y Filosofía del Derecho en la Universidad
Nacional de Córdoba.

Sr. Pedernera Allende.- Señor presidente: voy a presentar


algunos argumentos para una decisión legislativa correcta
en relación a los proyectos en debate.
El criterio de corrección tendrá que ver con
razones públicas compartidas, determinadas por la
Constitución Nacional y los principios de Estado de derecho
y de democracia que son mi especialidad de trabajo.
Primero, hay normas que se aprueban por
unanimidad y esto se da por un fuerte interés en el tema.
Según los promotores del aborto la cuestión central en
debate tiene que ver con un problema público referido a la
vida y a la salud de las mujeres. Sin embargo, el tema está
muy lejos de tener una respuesta unánime. ¿Por qué alguien
podría oponerse al supuesto ejercicio del derecho a la vida
y a la salud de las mujeres? Lo que no se dice es que la
decisión afecta el derecho de otros. Esto mina la
unanimidad en la cuestión. Hay dos variables a tener en
cuenta y no una sola.
Segundo, debe distinguirse adecuadamente entre
despenalización y legalización. Despenalizar significa que
para la sociedad ese bien jurídico, la vida humana por
nacer al que se le quita protección, ya no importa ni
interesa. Legalizar significa no solamente que el bien
jurídico no interesa, sino que el Estado coopera para
erradicarlo: presta recursos y da herramientas legales.
Tercero, el legislador argentino no tiene total
libertad para decidir en este tema, se haya vinculado por
normas constitucionales que protegen la vida desde la
concepción y también la vida de la mujer. El lugar
institucional del legislador es como el de un coautor de
una novela en cadena, debe saber de qué trata la historia
previamente escrita por otros coautores y no puede
transformar una comedia en una novela de terror.
Hay algunos hitos importantes en la historia
institucional de la República Argentina relativos a la
protección de las dos vidas: la libertad de vientres de la
Asamblea del año 1813, la reforma constitucional de 1994
que incluye una protección intensa del derecho a la vida,
el Código Civil y Comercial de la Nación y, por ejemplo, la
política pública de la asignación universal por embarazo.
Los límites legales dados por los derechos en
cuestión establecen una franja dentro de las cual los
cursos de acción serán correctos y fuera de ella serán
incorrectos. No hacer nada por la vida de la mujer es un
curso de acción incorrecto. Tomar una decisión que
posibilite eliminar la vida por nacer es un curso de acción
incorrecto. El camino está en legislar por la vida de la
mujer sin incluir el aborto. Los principios comprometidos
en el caso son mandatos de optimización, los dos principios
deben optimizarse a todo lo que se pueda. Tomar una
decisión en contra de esto vuelve al legislador en
irrespetuoso del estado de derecho.
Cuarto, el artículo 28 de la Constitución
Nacional, consagra el llamado “principio de razonabilidad”,
excluye de ese modo los llamados “daños constitucionalmente
autorizados” de los que aquí se habló. Los derechos no se
pueden aniquilar.
Quinto, el argumento que señala que no hay
consenso acerca del comienzo de la vida humana debe ser
rechazado. La razón para hacerlo es lo que él teórico de
derecho, Joseph Raz, ha llamado “razón excluyente para la
acción”. Esto quiere decir que el derecho excluye o
desplaza aquellas razones que no tengan un respaldo
autoritativo. Por ejemplo: podríamos discutir acerca de
cuál es la velocidad máxima en una avenida. Algunos más
cautos dirán que es de 30 km por hora, los amantes del
peligro dirán que el límite lo da el acelerador. Sin
embargo, no tiene sentido discutir esto porque la ley
Nacional de tránsito la fija en 60 km por hora y la
discusión queda zanjada por más que no haya acuerdo.
Del mismo modo, la Convención Americana de
Derechos Humanos en su artículo 4°, la Declaración
Interpretativa da la Convención de los Derechos del Niño y
el Código Civil contienen razones autoritativas que
desplazan el desacuerdo.
Sexto, existe un paralelismo entre legalizar el
aborto y legalizar la pena capital. En un caso estaría
comprendida la salud pública, en el otro, la seguridad
pública. Miles de mujeres y hombres mueren a causa de la
inseguridad en la Argentina. En razón de esto, quienes
promueven la campaña por el aborto deberían sumarse a esta
demanda. Nos dirán que no se discute si el condenado tiene
derecho a la vida, si no si vamos a dejar que sigan
muriendo mujeres y hombres a causa de la inseguridad. Sin
embargo, la pena de muerte no es un curso de acción posible
para solucionar el problema de la seguridad pública. Los
artículos 4° y 6 ° de la Convención Americana y del Pacto
de Derechos Civiles lo excluyan. La pena de muerte y el
aborto son dos cursos de acción inconstitucionales. La
diferencia entre ambos está en el grado de desarrollo de
las personas a eliminar y su inocencia.
Hace unos días se dio a conocer un
pronunciamiento contra el punitivismo que firmaron
diputados y diputadas de esta casa. En el segundo punto
afirma: “La protección del derecho a la vida debe ser la
prioridad del Estado”. ¿Van a borrar con el codo lo que
firmaron con la mano?
Séptimo, los teóricos de la democracia, Ferrajoli
y Bovero, han identificado las precondiciones para que
exista democracia. Por ejemplo, precondiciones de libertad
-la vida, la libertad personal o la libertad de expresión-
o precondiciones sociales como la educación. Desde el
momento en que los proyectos en debate buscan eliminar una
de esas precondiciones quedan invalidados. El derecho a la
vida forma parte de la esfera de lo indecidible, del coto
vedado. Una ley que legalice el aborto se consideraría
viciada por antidemocrática.
Octavo, existe una analogía entre legalización
del aborto y corrupción. En ambos casos, se trata del uso
de recursos públicos para intereses “faccionales”. En el
caso del corrupto, para uso personal o de su entorno. En el
caso del aborto, para satisfacer los intereses de grupos
que basan su accionar en creencias ideológicas personales
hasta el punto de desconocer derechos ajenos.
En 2010 en una salidera bancaria, un grupo de
personas disparó contra una mujer embarazada llamada
Carolina Píparo. Su bebé por nacer, Isidro, murió a causa
del ataque. La pregunta es si ustedes están dispuestos a
financiar con dinero público a un grupo como el que mató a
Isidro.
Cambien armas de fuego por misoprostol o un
fórceps, y se llega al mismo resultado: un niño muerto y
una madre destruida.
Noveno, como ciudadanos, y de cara a las
elecciones de 2019, deberíamos sospechar de aquellos
diputados y diputadas que voten a favor del aborto.
Deberíamos hacerlo no por la mera discrepancia, sino porque
el perfil de esos legisladores señala que carecen de
respeto por el estado de derecho, que no les importan los
límites constitucionales, que no tienen problema en
pulverizar una de las precondiciones de la democracia y que
están dispuestos a usar dinero público para imponer
creencias personales.
Cierro parafraseando un eslogan famoso que dice:
“La misma concepción, los mismos derechos. Derecho a nacer
y a vivir para todos y todas”.

Sra. Presidenta (Polledo).- Tiene la palabra el señor Iñaki


Regueiro, abogado con un máster en Derecho Especializado en
Discapacidad.
Sr. Regueiro.- Es un honor para mí participar de esta
reunión en el marco de un debate histórico, consecuencia de
la lucha sostenida del movimiento de mujeres y la lucha por
los derechos sexuales y reproductivos.
La postura que vengo a expresar parte de la
despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo
y del derecho al acceso al aborto como práctica de salud
pública, en la convicción de que la autonomía de decisión
sobre el propio cuerpo gestante es un derecho humano
inalienable. Por ende, la criminalización, la
clandestinidad y la muerte por abortos inseguros no pueden
ser más una política de Estado.
En particular, me referiré a dos propuestas de
modificación en materia de discapacidad.
Como hablamos de interrupción voluntaria, creo
que es clave garantizar la voluntariedad de la práctica en
todos los casos, incluyendo el consentimiento informado
personal por parte de las personas con discapacidad
intelectual y psicosocial y usuarias de los servicios de
salud mental.
En aplicación del artículo 12 de la Convención
sobre las Personas con Discapacidad y el artículo 43 del
Código Civil y Comercial de la Nación, se debe garantizar
la provisión de apoyos sanitarios libremente escogidos, sin
que eso demore el acceso a la práctica ni implique
judicialización.
Asimismo, sería ilegal que la decisión sobre la
interrupción del embarazo recayera en terceras personas
cuyo cuerpo no está involucrado, incluso si se tratase de
curadores o familiares. Si bien la campaña por el derecho
al aborto libre, seguro y gratuito ya ha modificado en su
proyecto este punto mejorándolo, aún se puede trabajar a
fin de armonizar el texto definitivo a las normas vigentes
y erradicar definitivamente el viejo paradigma de
sustitución de la voluntad.
Es de destacar que en 2014 el litigio estratégico
de organizaciones de mujeres y personas con discapacidad en
la Ciudad de Buenos Aires obtuvo un precedente judicial que
garantiza apoyos sanitarios administrativos en materia de
aborto no punible. Desde entonces esta figura fue
progresivamente receptada en publicaciones especializadas.
El segundo punto es el referido a las denominadas
"malformaciones fetales" graves o severas. Dicha indicación
ha sido vista como problemática por parte de organizaciones
de personas con discapacidad y de personas “intersex” en
tanto singulariza condiciones vinculadas a dichas temáticas
en el marco de un plazo diferencial. Asimismo, redunda en
una selectividad que tiene un impacto desproporcionado
sobre dichos colectivos.
En Naciones Unidas, las primeras expresiones
sobre aborto selectivo fueron con motivo de sexo. Entre
ellas tenemos la del Comité sobre los Derechos del Niño
realizada en 2005, en la observación general 7, y luego la
del Comité para la Eliminación de la Discriminación Contra
la Mujer realizada en China en 2006 y en India en 2007.
En relación con discapacidad, el Comité sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU ha
solicitado a España, Hungría, Austria y Reino Unido que
modifiquen sus normas referidas a malformaciones por
considerarlas estigmatizantes o discriminatorias en
relación con las personas con discapacidad. No obstante, en
2006 el Comité de la CEDAW le pidió a la Argentina que
contemplara específicamente en su legislación los casos de
riesgo de graves malformaciones de fetos.
Entonces, tenemos distintos órganos de los
tratados de la ONU pidiendo cuestiones aparentemente
divergentes. Cabe preguntarnos: ¿hay una real
contradicción? Mi postura es que no.
El desafío es dictar una norma que no contenga
regulaciones para el ejercicio del aborto de manear
diferenciada por motivos de discapacidad pero que tampoco
limite la autonomía reproductiva, incluso ante la hipótesis
de un diagnóstico prenatal. Esto es posible en la que
medida en que el Estado no exija que la persona gestante
explicite los motivos por los cuales interrumpe su
embarazo. Dicha decisión pertenece al fuero íntimo de la
persona y debe estar ajena a injerencias estatales. El año
pasado el Comité de los Derechos de las Personas con
Discapacidad en relación con Reino Unido señaló: "Los
derechos de la mujer a la autonomía sexual y reproductiva
deben respetarse sin legalizar el aborto selectivo por
motivos de deficiencia fetal."
No obstante, las indicaciones o causales se
vinculan con plazos gestacionales superiores a la semana
catorce, tal y como se encuentra en algunos de los
proyectos de ley en análisis.
Como solución, podría contemplarse la extensión
de dichos plazos sin mencionar causales. Si no fuera
posible, otra opción es encuadrar esos supuestos
explícitamente bajo la causal de salud integral, a fin de
evitar la afectación a dicho derecho que implica un
embarazo forzado. Me refiero a cuando no hay voluntad
propia.
No obstante, los términos escogidos deben ser
otros, a fin de no plasmar en la legislación nacional
categorías que atribuyan un desvalor a una cierta condición
humana.
La experiencia indica que los derechos de las
personas con discapacidad han sido instrumentalizados con
finos espurios por parte de grupos contrarios al
reconocimiento del derecho al aborto. A fin de tener una
ley sólida del siglo XXI que compatibilice armónicamente
las perspectivas de género y discapacidad y que no sea
cuestionada durante el debate o judicialmente, es necesario
considerar debidamente estos aspectos.
La cuestión del aborto selectivo, ya sea por
discapacidad, sexo, intersex u otro motivo actual o futuro,
no se salda con cárcel o muerte por aborto inseguro.
Adrienne Asch, bioeticista con discapacidad,
pionera en este debate, aclaraba que su oposición al aborto
selectivo era moral, no legal, estando ella a favor del
derecho al aborto.
Cada persona gestante tiene el derecho de
realizar su propio análisis y decidir. Dicho resultado
puede no ser compartido por todas las personas, pero es
deber de todos y todas garantizar el derecho a ejercerlo.
Por otro lado, a fin de que dicha decisión no se
base en prejuicios o estereotipos sobre qué vidas valen la
pena ser vividas y cuáles no, debe garantizarse el acceso a
distintas fuentes de información, que refleje las riquezas
y aportes que la diversidad brinda a nuestra sociedad.
En paralelo, este Congreso y el Estado todo está
llamado a hacer efectivas hoy las políticas públicas que
brinden los apoyos reconocidos legalmente que garanticen la
autonomía y la igualdad para todas las personas con
discapacidad, lo cual es hoy una deuda significativa. Esa
también es una manera efectiva de vencer los estereotipos
sociales y culturales.
Por último, quiero destacar los aportes que
realizan a este debate las organizaciones de personas con
discapacidad y personas intersex, las cuales pueden y deben
ser consultadas.
Tengo confianza en que dentro de poco el Congreso
sancionará una ley de interrupción voluntaria del embarazo
que garantice sin restricciones el derecho a decidir, con
terminología a nuestra rica y pionera tradición en materia
de género, discapacidad y derechos humanos. (Aplausos.)

Sra. Presidenta (Polledo).- Tiene la palabra la doctora


Sara Benajamino Critto, abogada, con una maestría en
Derecho y Economía en la UBA.

Sra. Critto.- Agradezco la invitación.


Sé que podría estar computada entre las muertes
maternas registradas en la Argentina si no hubiese tenido
información sobre la necesidad de acudir al hospital dentro
de las doce horas de la rotura de bolsa. No querían
internarme e insistí. Tenía una infección agresiva en el
útero y el médico me dijo que si esperaba unas horas más
sin cesárea y antibióticos, no hubiésemos sobrevivido con
mi bebé.
En otros países quedó demostrado que las leyes de
aborto tienen un efecto nulo sobre la mortalidad materna,
como bien explicó en esta sala el doctor Koch. En cambio,
la mortalidad materna sí está relacionada con la prevención
y mayor educación a las mujeres, además de la accesibilidad
a un servicio médico obstétrico calificado tanto para el
parto como para el embarazo, el puerperio y emergencias
obstétricas.
En la Argentina solo el 44 por ciento de las
maternidades públicas cumple con todas las condiciones
obstétricas y neonatales esenciales.
¿Por qué en nuestro país las mujeres en situación
vulnerable no tienen acceso a un servicio médico en
condiciones para el parto?
Como señalaron recientemente, países como la
Argentina, Chile y Uruguay, disminuyeron la mortalidad
materna sin leyes de aborto. En cambio, en la India, que
tiene legalizado el aborto hace más de 45 años, tiene más
muertes maternas que cualquier otro país. En 2013, registró
50.000 muertes maternas y tiene la tasa de mortalidad
materna más alta del mundo: de 190 muertes maternas cada
100.000 nacidos vivos, que representa el 17 por ciento del
total de las muertes maternas en todo el mundo.
En cambio, países que tienen el aborto
penalizado, como Polonia, que ya dijeron cómo disminuyó su
mortalidad materna desde que se penalizó, tiene las tasas
de mortalidad materna más bajas del mundo.
En este tema en el que están en juego vidas
humanas, es necesario acudir a estadísticas confiables lo
más aproximada a la realidad, con fuentes válidas y no
refutadas como la de 500.000 abortos.

- Ocupa la Presidencia,
diputada María Gabriela Burgos,
presidenta de la Comisión de
Legislación Penal.

Sra. Critto.- Esta despenalización del aborto acarrea la


legalización en el contexto de nuestro país. Tenemos uno de
los niveles más altos de impunidad de la región y del
mundo, según afirmó el ministro de Justicia, Germán
Garavano, que la relación entre los delitos cometidos en
general y las personas efectivamente condenadas es menor al
1 por ciento. Por existir tanta impunidad, ¿se debería
derogar el Código Penal? Análogamente, no se podría afirmar
que como existe violencia física en Argentina sería mejor
despenalizarla. No podría ser un argumento válido que en la
práctica se hace igual y para evitar que se sientan
estigmatizadas y/o juzgados los que ejercen violencia sobre
las mujeres. Por el contrario, hay que empoderar a las
mujeres para que denuncien con consecuencias eficaces.
Tampoco corresponde despenalizar la violencia
contra las personas por nacer, sino que el Estado debe
empoderar y contener integralmente a las mujeres
embarazadas en situación vulnerable.
¿Es mejor que el Estado no intervenga o que
promueva que nos quietemos la vida humana unos a otros por
cualquier razón psíquica y/o social? Las mujeres no tenemos
derecho a quitar la vida del ser humano que vive dentro
nuestro; pues análogamente, se podría afirmar que como
vivimos dentro de un país, el Estado tendría derecho a
quitarnos la vida por esta dependencia y necesidad de
protección.
Si el derecho de la vida del inocente no merece
protección penal, ningún otro la merece, pues todos los
demás bienes jurídicos son inferiores a él. Es el principal
derecho de un bien jurídico tan valioso que si se daña de
forma irreparable, no puede ejercer ningún otro derecho
porque todos dependen de él.
El Estado debe sancionar y no promover que una
persona lesione o ejerza violencia dañando a otro inocente.
El aborto inducido o muerte provocada de una persona por
nacer implica el ejercicio de violencia sobre la misma y la
daña irreparablemente. Además, trae consecuencias. Como
sabemos, si estamos embarazadas, no podemos sacarnos una
radiografía por las consecuencias que trae.
Los progenitores no tenemos derecho a ejercer
violencia, a abusar o quitar la vida que engendramos, ni
antes ni después del nacimiento, como la afirma la
Convención de los Derechos del Niño.
Todos y todas tenemos derecho a la vida por igual
y con estos proyectos de ley no se pretende resolver un
conflicto entre dos derechos a la vida, solo se pretende
vulnerar uno de esos derechos: el de la vida de los niños
no nacidos que no se reduce a una cuestión de salud.
Estos proyectos de ley legalizarían una violación
a la Constitución Nacional, que en su artículo 75, inciso
22), afirma: “La Convención sobre los Derechos del Niño, en
las condiciones de su vigencia, tienen jerarquía
constitucional, no derogan artículo alguno de la primera
parte de esta Constitución y deben entenderse
complementarios de los derechos y garantías por ella
reconocidos. Solo podrán ser denunciados, en su caso, por
el Poder Ejecutivo nacional, previa aprobación de las dos
terceras partes de la totalidad de los miembros de cada
Cámara.”
La Convención de los Derechos del Niño, en las
condiciones de su vigencia, es decir, en los términos en
que se encuentra en vigor en nuestro país, a través de su
ratificación por la ley 23.849, obliga a nuestro Estado a
una mayor protección legal de los niños desde la
concepción.
Además, el aborto legal contradice el reciente
Código Civil y Comercial en su artículo 19, que define el
comienzo de la vida de la persona humana desde la
concepción, no define el comienzo de la vida de larvas, que
no son mamíferos.
¿Otorgará seguridad jurídica un ordenamiento
contradictorio e incoherente, que por un lado, define y
protege la existencia de la persona por nacer desde la
concepción, y por otro lado, permite y promueve que se
corte y termine la misma?
Ningún otro país de la región ha legalizado un
derecho al aborto libre hasta la semana 14 de gestación y
menos aún durante los 9 meses de embarazo por cualquier
riesgo a la salud psíquica o social de la mujer, solo
Uruguay lo autoriza hasta la semana 12 de gestación, con
ciertos requisitos.
Señoras y señores: no nos dejemos llevar por
intereses económicos o ideologías de poder que promueven la
violencia contra las personas no nacidas, quitándoles la
vida a cambio de dinero.
¿Es racional o es abusivo que el Estado no tutele
ni respete la vida de todos los seres humanos? Entre todas
y todos podemos cuidar la vida de todas y todos.
(Aplausos.)

Sra. Presidenta (Burgos).- Tiene la palabra la doctora


Alicia Cristina Barrionuevo, abogada, magister en
Asesoramiento Jurídico de Empresas, de la Universidad
Austral.

Sra. Barrionuevo.- En primer lugar, quiero manifestar que


me siento muy contenta y estoy muy agradecida por poder
participar de un debate democrático y federal. No obstante,
hay algunas observaciones que me gustaría realizar en tanto
que he notado -a lo largo de las distintas alocuciones-
falta de tolerancia, empatía y pocos argumentos lógicos,
serios, con consistencia jurídica que realmente pueda
brindarle herramientas a los legisladores a la hora en que
esto tenga que votarse, y lo puedan hacer correctamente.
Es decir, acá estamos para debatir cuestiones de
derecho y no de emociones. Por más que suene crudo, creo
que esta es la manera que nos permitirá brindar
instrumentos a los legisladores para que puedan llegar a
una solución.
De manera tal que voy a abordar este tema desde
una perspectiva constitucional, técnico-jurídico. Voy a
realizar un aporte basado en un trabajo impecable realizado
por la doctora Aida Kemelmajer, mendocina, miembro de la
Suprema Corte de Justicia de la provincia de Mendoza, y sin
duda una de las juristas más brillantes de Iberoamérica,
que se puso al hombro la reforma del Código Civil y
Comercial de la Nación.
Se trata de una sentencia dictada por el Tribunal
Supremo de Brasil que decidió que penalizar la interrupción
del embarazo, consentida por la mujer en los primeros tres
meses de gestación, viola los derechos fundamentales
consagrados en la Constitución de Brasil -así lo señaló
Barroso en su trabajo, que como dije, toma la doctora
Kemelmajer- y en las Convenciones Internacionales de
Derechos Humanos. Sin dudas, se puede aplicar a lo que
ocurre en nuestro país.
La decisión de tener hijos, cuándo tenerlo, todo
lo que tiene que ver con la planificación familiar es algo
de la esfera íntima y personal de cada ser humano. Pero en
esto, si bien los poderes públicos están obligados a no
interferir, deben fijar sus condiciones para que estas
decisiones se puedan adoptar de manera libre y responsable,
poniendo al alcance de quienes lo necesiten, servicios de
atención sanitaria, asesoramiento e información.
Hablar de la interrupción del embarazo es
considerar, en primer lugar, que no existen derechos
absolutos. Basta con la guerra de los absolutos si queremos
resolver este tema con equidad, con justicia y con
igualdad. Esto implica que cuando tenemos un conflicto
entre dos bienes jurídicamente tutelados, tiene que ser
resuelto por el principio de la convencionalidad, de la
progresividad, a fin de decidir por uno u otro.
Es decir, en esta sentencia, el juez Barroso, así
como lo hizo en los años 70, en un leading case, muy
renombrado “RAL/WAIT”, el juez para darle proporcionalidad
y resolver el conflicto, no se puso de parte ni de la madre
ni del feto.
Ahora bien, ¿cuáles son las razones por las que
la sentencia brasileña estima que la penalización de la
interrupción voluntaria del embarazo, en los primeros meses
de gestación es contraria a los derechos fundamentales de
la mujer?
El párrafo 20 del voto del doctor Barroso dice:
“Basado en la teoría de la práctica se observa que en el
mundo democrático desarrollado domina la idea de que la
criminalización de la interrupción voluntaria de la
gestación, ataca gravemente diversos derechos fundamentales
de las mujeres con consecuencias sobre la dignidad humana”.
De ahí en más, el fallo avanza sobre los derechos y
garantías que estima vulnerados y se introduce claramente
en la cuestión de género. Continúa diciendo: “Así Lutero
decía en el Siglo XVII: „Aún cuando ellas se cansen y se
gasten por los embarazos y dando a luz, no importa.
Déjenlas que continúen dando a luz hasta que mueran, que
para eso están‟”. Hay que reconocer que en el Siglo XXI
nadie lo dice con esa crudeza, pero algunos siguen pensando
en el cuerpo de la mujer como un mero instrumento de
reproducción humana. Acá, merced a distintas alocuciones de
las que hemos sido testigos, pudimos ver de alguna manera,
tal vez un poco más suave y con algunos eufemismos, que
lamentablemente siguen pensando de esa forma.
Prohibir a una mujer la interrupción de un
embarazo no deseado implica colocarla en la posición de
medio para llevar adelante la gestación y refuerza el
estereotipo de la mujer como encargada natural de la
reproducción e incapaz de tomar decisiones absolutas y
autónomas sobre su salud.
En efecto, si ponemos esto en términos jurídicos,
el artículo 19 del Código Civil y Comercial de la Nación
debe interpretarse a la luz del artículo 4° de la
Convención Interamericana de Derechos Humanos, que dice que
la vida debe protegerse desde la concepción. No hay que
tener miedo a eso, primero porque nuestros Código Civil
está constitucionalizado y, segundo, porque en el caso
Murillo contra Costa Rica se impuso la idea de que la
concepción biológica se protege desde la concepción, pero
esa protección es gradual. Esto lo viene sosteniendo
también el tribunal español desde 1985; gradualidad en cada
etapa el embarazo significa que a medida que el feto va
creciendo, van aumentando los derechos del feto y van
disminuyendo los de la mujer. Esto se debe a que el feto va
teniendo viabilidad extrauterina.
Todos tienen derecho a expresarse acá, a defender
sus dogmas, valores y convicciones, lo que no debe
permitirse desde lo público es criminalizar la posición del
otro. En temas moralmente controvertidos el Estado no debe
inclinarse por una u otra posición, sino que debe respetar
y proteger a ambos.
El Estado debe establecer políticas públicas
inclusivas para las mujeres que decidan estar de uno u otro
lado. Esto implica respetar los principios de igualdad y
justicia social sentados en nuestro derecho, motivos por
los que juró velar cada uno de los legisladores.
Luego el juez brasileño insiste en que toda
sentencia debe responder al principio de la
proporcionalidad que tiene por fin asegurar la
razonabilidad sustantiva de los actos estatales, su
equilibrio o justamente en una palabra su justicia.
Como conclusión podemos decir que así como no
podemos obligar a una mujer a implantarse un embrión,
tampoco podemos obligarla a llevar adelante en su cuerpo un
embrión que no desea, este es un derecho inalienable.
(Aplausos.)

Sra. Presidenta (Burgos).- Tiene la palabra el doctor


Alejandro Barceló, presidente del Comité de Ética Clínica
del Hospital de la Madre y el Niño de La Rioja.

Sr. Barceló.- Señor presidente: muchas gracias por la


invitación. Es un gusto y un orgullo estar aquí presente
para discutir entre todos el proyecto de ley sobre
despenalización del aborto.
Plantearé algunos interrogantes que me surgen
luego de leer el proyecto de legalización del aborto en
Argentina respecto al actuar médico.
En primer lugar, quisiera conocer cómo se
desarrolla la relación médico-paciente en un caso de
petición de aborto: ¿existiría indicación médica en el
aborto ante esa petición? ¿Cuál sería esa indicación? ¿Si
no la hubiera, puede un médico tomar una decisión sin una
indicación concreta? Además, ¿esta petición debería ser
analizada en sus límites? ¿Todo pedido de una adolescente o
de un adulto mayor debe ser cumplido? ¿Hay algún tipo de
límite en lo que atañe al pedido realizado? ¿Cuál sería ese
límite? ¿Algunos podrían considerar que el médico es
pasible de ser coaccionado por actuar?
Por otra parte, al responder favorablemente a la
petición del paciente, ¿el médico podría hacer caso omiso
de los códigos de ética profesional, declaración de
Ginebra, código de la Asociación Médica Argentina, CONRA,
en todo lo referente a la materia? ¿El no haber un límite
de tiempo dentro del embarazo para realizarse un aborto, no
podría traer complicaciones de tipo físico y psicológico a
la mujer embarazada?
Dado que distintos profesionales de la salud
señalaron que el aborto produce un estrés postraumático,
¿podría considerarse que el médico no estaría teniendo en
cuenta el principio de no maleficencia?
Básicamente lo que uno se pregunta es si queremos
evitar los abortos o queremos que se hagan simplemente
evitando solucionar los problemas de fondo que tienen las
mujeres. Las políticas de salud a aplicar en uno u otro
caso serán totalmente diferentes.
En resumen, lo correcto o incorrecto en medicina
a lo largo de la historia siempre estuvo determinado por el
saber experto del médico. El presente proyecto establece un
nuevo paradigma para la relación médico-paciente: ahora el
saber médico sobre este tema estará determinado por lo que
la persona que haga la consulta decida.
El médico pasa de actor activo a ser sujeto
pasivo, esperando a recibir órdenes aun cuando las mismas
fueran contra la salud de las personas involucradas. El
médico deberá acatarlo en pos de evitar un mal mayor.
Aristóteles, en este sentido, mencionaba sabiamente que es
mejor padecer una injusticia que cometer la misma.
Un tema relevante se refiere también a cómo se
van a financiar estos servicios en un país con grandes
falencias en distribución de recursos en salud. El ministro
de Salud, doctor Rubinstein, señalaba recientemente que
existe una diferencia de seis veces en el gasto en salud
pública per cápita entre provincias ricas y provincias
pobres. Estas diferencias se reflejan en enormes
desigualdades por región. Sin ir más lejos, la mortalidad
infantil varía entre 2 y 3 veces entre distintas provincias
y la mortalidad materna ocho veces.
Distintos disertantes coincidieron en que el
aborto es una situación no deseada, expresando que nadie
está en favor del aborto y que nadie querría hacerse un
aborto si existieran otras opciones.
Deberíamos ver si no existe ninguna otra opción
al aborto, si es algo imposible de evitar, lo cual se sabe
empíricamente que no es así. En segundo lugar tendríamos
que analizar si como sociedad y como profesionales de la
salud no hemos fracasado en hacer ver y comprender esto a
la comunidad.
En el mismo sentido podemos preguntarnos si
hacerlo accesible en todo el sistema de salud no permitirá
visualizar la importancia de la acción misma, naturalizando
la acción como lo testimonian las estadísticas de distintos
países en el mundo como el Reino Unido, Francia o España.
Desde mi punto de vista la legalización del
aborto sin prácticamente restricción alguna cambia el
paradigma actual de la medicina en la sociedad.
Hoy en día, en Argentina, salvo en contadas
excepciones, todos los seres humanos tienen derecho a
nacer. De aprobarse este proyecto eso cambiaría
radicalmente ya que ningún ser humano tendría derecho a
nacer hasta que tuviera la aceptación de la mujer o madre.
Para continuar su desarrollo hasta el nacimiento, el niño
tendría que pasar por un filtro o peaje en el cual le dirán
si puede continuar con su vida o si su vida llegó hasta
ahí. Sólo los que pasen ese filtro podrían nacer.
Esta visión colisiona con toda norma de igualdad
y justicia social creando una nueva división, quizás la más
grande de la historia, entre seres humanos ya nacidos con
plenos derecho y seres humanos aún no ha nacidos con
derechos sujetos a la decisión de un tercero. Nadie, por lo
tanto, tendría derecho a nacer por sí mismo y en sí mismo.
En otros momentos en la historia hubo distintas
características que hicieron que un ser humano tuviera
distinta valía frente a otros como la raza, el color de la
piel o el género. Hoy en día el ser no deseado pasaría a
ser el nuevo elemento moderno de discriminación.
¿Eso no sería un acto de exclusión social o de
restricción de derechos y violatorio de derechos ya
adquiridos?
Las que hasta hoy son consideradas personas, los
seres humanos, en los primeros momentos de su vida pasarán
a ser llamadas material biológico. ¿Esta puede considerarse
una ley progresista, moderna, del Siglo XXI, de ampliación
de derechos y defensora de todos los derechos de los seres
humanos? Consideramos rotundamente que no.
El ser humano deja así de ser sujeto para pasar a
ser objeto y deja de ser un fin en sí mismo para pasar a
ser un medio a disposición de terceros.
Finalmente, tal como lo demuestra la
epidemiología, si Argentina quiere alcanzar la meta del
milenio en lo que concierne a mortalidad materna, deberá
incrementar la cobertura de atención prenatal, la atención
obstétrica de urgencia y la atención profesional del parto.
Estos puntos son los que hacen que los países desarrollados
tengan menor mortalidad materna que los países en vía
desarrollo y no el cambio de ley en el sentido que se
quiere implementar.
La despenalización del aborto no disminuye la
mortalidad materna. Eso está totalmente demostrado en otras
ponencias.
Concluyendo, frente a los intereses de ciertos
sectores políticos, empresariales, organismos contrarios a
nuestro sentir e idiosincrasia que llevan su capitalismo
extremo a límites que afrentan la misma dignidad de cada
uno de los seres humanos en sus primeros momentos de vida,
considero necesario volver a nuestras raíces e identidad
latinoamericana, respetuosa del ser humano en su
integralidad, independientemente del momento de su vida y
sus características. No podemos permitir una vez más que
haya permiso para matar en la Argentina, menos aún en un
estado democrático de derecho. Todos juntos debemos decir
que defendemos todas las vidas, que vale tanto la del
hombre como la de la mujer, que vale tanto la vida de quien
nació como la de quien va a nacer, si nuestros
legisladores, con toda la responsabilidad que esto implica,
lo permitieran. (Aplausos.)

Sra. Presidenta (Burgos).- Tiene la palabra la señora Jenny


Durán, licenciada en Comunicación Social y Magister en
Comunicación Política. También integra el movimiento
Católicas por el Derecho a Decidir y la alianza de la
Campaña Nacional por el Derecho al Aborto.

Sra. Durán.- Casi 100 años nos separan de la legislación


sobre el aborto de 1921, cuando se sancionaron los
artículos 85 y 86 del Código Penal, planteándose su
regulación bajo causales que desde el fallo
F.A.L. llamamos ILE -interrupción legal del embarazo-.
El Congreso de la Nación está debatiendo la
ampliación de derechos a partir de una plataforma jurídica
para mujeres y demás personas con capacidad de gestar. De
este modo está dando respuesta a un reclamo del movimiento
de mujeres, que en la Argentina ha dado muestras de
inusitadas características que es necesario exponerlas para
comprender su dimensión política y el inexorable cambio al
que hoy estamos asistiendo.
El movimiento de mujeres es el reclamo por el “Ni
una menos”, es la lucha por la paridad. El movimiento de
mujeres es la construcción de una nueva identidad con un
proyecto que motoriza cambios en nuestras estructuras y
apunta a transformar aquellas que reproducen la
desigualdad. Ei movimiento de mujeres es la expresión
independiente, plural y diversa de los encuentros
nacionales de mujeres, donde nos reconocemos como un
movimiento político y único en el mundo.
Cada día nos reafirmamos en la lucha contra la
subordinación de las mujeres y las disidencias sexuales,
contra el control de nuestros cuerpos; por la
desencarnación de las estructuras materiales y
significantes que disuelven nuestra humanidad y niegan
nuestras identidades.
Desde el feminismo hemos logrado construir
alianzas con un amplio abanico de organizaciones para
impulsar la ampliación de derechos.
La campaña nacional por el derecho al aborto
legal, seguro y gratuito, vigente desde hace 13 años, se
convirtió en una actora política desde una articulación
federal, transversal y horizontal en la toma de
decisiones. No cabe duda de que el aborto legal es la
principal demanda de este movimiento. Por eso, esta Cámara
debe expedirse en consonancia con los derechos consagrados
y exigidos por los diversos organismos internacionales.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos en la
reciente audiencia del 9 de mayo exigió al Estado argentino
rever las leyes que penalicen los derechos de las mujeres,
encarnando estándares internacionales que velen por la
libertad reproductiva.
Ahora proyectaremos el vídeo de las personas que
estuvieron en la audiencia reclamando por la
despenalización y legalización del aborto en la Argentina.
No siendo posible hacerlo ahora por motivos técnicos,
continúo mi exposición.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en
la reciente audiencia del 9 de mayo, exigió al Estado
argentino: rever las leyes que penalicen los derechos de
las mujeres, encarnando estándares internacionales que
velen por la libertad reproductiva.
Estos 13 años de trabajo de la campaña nos han
mostrado un cambio inexorable en la opinión pública.
Desde la espiral del silencio, este mecanismo por
el cual determinadas opiniones se mantienen calladas y
atomizadas ante la idea de que existe un clima de opinión
dominante que las amonestaría, hasta los miles de
“pañuelazos” protagonizados por estudiantes, escritoras,
periodistas, trabajadoras en distintas materias, como
metáfora de libertad y demanda por más derechos que se
traducen en el Me Too -yo también-; en el “hermana, yo sí
te creo”; en el "lo cuento yo porque ella no está para
contarlo”. Expresiones que estallan en nuestra historia
republicana como un déficit de un Estado que no puede
advertir aún que la hipocresía es la que debe ser juzgada y
no el cuerpo y los deseos de las mujeres.
La opinión pública, a través de las encuestas,
muestra que un 70 por ciento de la población argentina está
a favor de la legalización del aborto. Distintas
expresiones de fe se han manifestado representadas por
metodistas, católicas, judías y musulmanas.
Soy parte de una organización de personas
católicas que no pertenece a la jerarquía porque allí no
hay lugar para las mujeres, pertenecemos a la Iglesia del
pueblo y es en el contacto con otras mujeres que
reflexionando entre todas, fuimos asumiendo el derecho al
aborto como una causa justa. Trabajamos en diferentes
territorios y escuchamos a católicas, evangélicas, no
creyentes; todas pasan por la experiencia de la
clandestinidad y eso sí puede conformar un trauma y no el
derecho a decidir en base a la propia conciencia.
También representantes de la academia y la
ciencia brindan su apoyo. Las 55 universidades nacionales,
a través del Consejo Interuniversitario Nacional, se han
manifestado a favor del aborto legal.
Actores que nunca fueron pasivos, pero que
permanecían bajo el influjo de la espiral del silencio. La
espiral de silencio se ha roto. El Movimiento de Mujeres ha
roto el silencio, a partir de una participación activa que
no se puede negar. Porque ahora que estamos juntas, ahora
que sí nos ven, no atender las demandas de los movimientos
sociales, nos condena a una democracia de baja intensidad.
Esto se ha hecho visible y nuestras hijas e hijos
lo saben, sus hijas e hijos lo saben, señoras y señores
diputados. Hacer oídos sordos a esta actora social es negar
el futuro y un porvenir con una mejor calidad de vida para
todas y todos.
El aborto clandestino interpela un estado de las
cosas y en nuestra lucha por aborto legal hemos construido
consensos que amplían la participación y nuestra
democracia. La gobernabilidad se traduce en acciones
políticas que equilibran positivamente un malestar social.
La aprobación del proyecto de interrupción voluntaria del
embarazo legitimará y aportará mayor calidad a nuestro
sistema democrático. Quienes se oponen hablan de perpetuar
la clandestinidad bajo oscurantismos pasados, cuestionan
estadísticas oficiales del Ministerio de Salud, desde
organizaciones para estatales que además nos pretenden
tutelar.
Nosotras impulsamos una política pública que
garantice el derecho a la salud sexual y reproductiva.
Todas y todos sabemos que este proyecto será ley.
Hace más de 200 años, cuando nos separábamos de
la corona y la cruz, se abría un camino de independencia y
un Cabildo abierto sentó las bases para liberar a un pueblo
y terminar con la subordinación. Este proceso fue
estableciendo derechos ciudadanos que nos permitieron mirar
el futuro y el porvenir desde mayores libertades.
Hoy la consolidación de un Estado moderno
requiere escuchar nuestras demandas que traspasaron las
fronteras de este Congreso, que resuenan en las mujeres de
la región a través de la Campaña 28 de septiembre por la
legalización del Aborto en América latina y el Caribe
coordinada desde Argentina. Nuestras demandas recorren todo
el mundo.
Hay que recordar que el avance social se produce
a partir de conquistas que se imprimen hoy en leyes
establecidas. No permitiremos que falacias argumentativas
distraigan este proceso.
Por eso nuestro compromiso es educación sexual
para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal
para no morir. Cada época sueña su porvenir. No daremos ni
un paso atrás. Queremos ser soberanas de nuestro futuro.
(Aplausos.)

Sra. Presidenta (Burgos).- Teniendo en cuenta que hubo un


inconveniente en el momento de proyectar el video, la
Presidencia cederá un minuto para proceder a su proyección
ahora.
- Se proyecta el video.

Sra. Presidenta (Burgos).- El material quedará en poder de


la Secretaría de la comisión. Si algún legislador desea
revisarlo, podrá solicitarlo.
Tiene la palabra la señora Ángeles Márquez
Ricchieri, médica pediatra.

Sra. Márquez Ricchieri.- Señora presidenta: quiero


agradecer la oportunidad de estar aquí presente para hacer
uso de la palabra frente a quienes son los encargados de
sancionar las leyes que deben velar por el bien de todos
los argentinos.
Para comenzar estos breves minutos de exposición,
quería compartir con ustedes una pequeña filmación que
muestra un ser humano de 12 semanas de gestación mientras
se realiza una ecografía obstétrica. Agradeceré que por
favor puedan proyectarla.

- Se proyecta un video en la
pantalla de la sala.

Sra. Márquez Ricchieri.- En la imagen puede verse al bebé


en tres cuartos de perfil. Se observa el latido del corazón
y también podemos escucharlo. Puede notarse también cómo el
bebé apoya sus piernas en el útero de la madre y lleva su
mano a la boca; su otra mano va hacia arriba.*
Luego de ver estas imágenes, sinceramente
pregunto: ¿quién es capaz de afirmar que esto no es un ser
humano vivo? ¿Cómo es posible que se intente negar aquello
que es tan evidente?
Esta realidad no solo es manifiesta para nuestros
sentidos sino que es reafirmada por muchísima evidencia,
desde la biología molecular, la genética, la embriología y
los múltiples avances de la medicina. La vida humana
comienza en el momento mismo de la fecundación, es decir, a
partir de la unión de un espermatozoide y un óvulo. Muchos
insisten en que estamos en presencia de una “bolsa de
células”. Pero después de ver las imágenes, eso de “bolsa”
se cae de por sí.
Ahora bien, si nos quedamos con la parte de las
células, es importante recalcar que quienes están a favor
del aborto solo están mostrando un lado de la moneda; lo
que les falta agregar es que ellos mismos y todos los aquí
presentes también somos un conjunto de células. Desde una
mirada basada únicamente en la materia, el ser humano no es
más que un organismo pluricelular. Así que es cierto que el
niño por nacer es un conjunto de células, pero también lo
son su madre, su padre, el médico y el resto de la
humanidad, por lo que de ninguna manera esto lo hace menos
humano.
Así, una vez más vuelvo a afirmar que estamos en
presencia de un ser humano vivo distinto de su madre, y
cabría plantear el caso hipotético en el que unos pocos -o
muchos, la cantidad no hace aquí diferencia-, no estuvieran
convencidos de aquello que ven sus propios ojos y que la
medicina sostiene.
Ante este escenario, humildemente pregunto y los
invito a reflexionar conmigo: ¿la vida humana no es algo
tan, pero tan valioso, que la mera posibilidad de que
exista una vida dentro del seno materno obliga a cuidarla?
Para decirlo de otra manera un poco más gráfica: si
tuviéramos dudas, por más remotas que sean, de que hay un
ser humano dentro de una habitación, ¿sería responsable que
permitiéramos que allí se tire una bomba? Por favor, seamos
coherentes.
Ahora me gustaría detenerme un poco en algunos
puntos que me parecen de vital importancia en lo que
concierne al proyecto de ley que cuenta con el mayor número
de firmas.
El primer artículo de este proyecto expresa que
toda mujer tiene derecho a decidir voluntariamente la
terminación de su embarazo durante las primeras 14 semanas.
Un punto importante que hace a la voluntariedad de la
decisión es conocer aquello por lo que se está optando. ¿A
las mujeres realmente se les explica lo que están
eligiendo, o en vez de esto se les dice que tienen una
"bolsa de células" como intento de quitarle valor a lo que
llevan dentro? ¿Por qué motivo es necesario esconder la
realidad objetiva, impedirles ver las pantallas de las
ecografías y decirles que eso a lo que están poniendo fin
no es una vida humana?
Este artículo establece que cualquier mujer puede
terminar con la vida de un ser humano por el motivo que
sea; permite abortar un ser humano por motivos tan
terribles y crueles, como por ejemplo la discapacidad. Así,
luego de un diagnóstico prenatal y conociéndose que ese
nuevo individuo padece alguna condición, esa mujer decide
"deshacerse" de él. Pero no decide terminar con la vida de
su hijo por su situación de pareja, ni por su situación
económica ni por su deseo de maternidad, sino por el simple
hecho de que ese niño no es "normal". ¿No es acaso ilógico
que el mundo moderno, que tanto habla de humanismo,
igualdad, derechos humanos y derechos de las personas con
discapacidad acepte como bueno que a un individuo se le
niegue la existencia por el solo hecho de tener una
condición definida?
Continuando con lo que establece el proyecto de
ley, en el artículo 3º se establece que más allá del plazo
establecido en el artículo previamente citado, toda mujer
puede poner fin a su embarazo si estuviera en riesgo su
salud física, psíquica o social.
Estas palabras, que pueden sonar difíciles, no
están diciendo otra cosa que será posible para una mujer
eliminar al ser humano en gestación, inclusive hasta el día
anterior a su nacimiento, si hubiera alguna dificultad que
pudiera ser interpretada como riesgosa. En este sentido, se
me ocurren algunos ejemplos de justificaciones que podrían
ser utilizadas, como una pelea de la pareja o un imprevisto
económico.
Otro punto que me gustaría poner sobre la mesa es
el factor deseo sobre el valor de esta nueva vida humana.
No hay dudas de que muchas veces los embarazos
acontecen en condiciones inesperadas o incluso adversas, y
que la mujer puede no sentirse preparada o no desear asumir
esa maternidad. Sin embargo, de ninguna manera ninguno de
estos supuestos puede imponerse sobre el derecho que tiene
un individuo a la vida. El no ser deseado no hace menos
humano a un individuo, aunque sí lo hace más vulnerable.
Para concluir, quisiera pedir a los señores
diputados que tengan a bien proteger las dos vidas: la del
niño por nacer y la de su madre. Es inadmisible que
pensemos que la mejor solución que podemos ofrecer a
nuestras mujeres es la muerte de sus propios hijos. El
aborto nunca es la solución. (Aplausos.)

Sra. Presidenta (Burgos).- Tiene la palabra la señora


Marisa Fournier, directora de la Diplomatura de Género,
Política y Participación en la Universidad Nacional de
General Sarmiento.

Sra. Fournier.- Quienes usamos este pañuelo verde estamos a


favor de la vida.
Buenos días a todas y a todos. Gracias por abrir
este espacio de debate y por permitirme participar en él.
Soy, además, investigadora y docente de la licenciatura en
el área de política social de la Universidad Nacional de
General Sarmiento.
Las palabras que siguen fueron pensadas junto a
Conurbanas, una organización colectiva que me guía desde
hace diez amorosos años, desde su creación.
La falla en el uso de métodos anticonceptivos; el
olvido; el desconocimiento del propio cuerpo; la
insuficiencia estatal en la provisión de anticonceptivos;
la negación masculina al uso de preservativos o a la
realización de vasectomías; la imposibilidad de asumir la
responsabilidad económica, afectiva, habitacional o
sanitaria -entre muchas otras-, que implica criar una
persona, y el no deseo de una maternidad para la cual no
estamos disponibles, son algunas de las razones que nos
llevan a la interrupción de gestaciones no oportunas.
Además, se han escuchado aquí otros motivos: la
violencia conyugal, la violación intra y extrafamiliar -tan
silenciada-, y el aborto impuesto por varones que sostienen
relaciones extramatrimoniales -o no-, o con los cuales
existe una relación laboral desigual y jerárquica.
También están las familias que obligan a sus
hijas a abortar embarazos producto de relaciones que no se
ajustan a las expectativas morales, matrimoniales,
económicas o de apellido de quien formó parte de esa
gestación.
Junto con ello, identificamos formas más sutiles
de violencia, como la negación de las parejas masculinas a
que las mujeres usemos dispositivos intrauterinos para
evitar embarazos no deseados, métodos que no dependen de la
memoria ni del deseo puntual que puede generarse en una
relación sexual ocasional o sostenida. El embarazo es algo
que nos sucede a mujeres y personas gestantes. Es una
cuestión particularísima y muy personal. Es un hecho.
Una vez producida la gestación, se impone una
decisión: seguir o no con ese embarazo en curso. No se
trata entonces de una determinación libre. Repetiremos
hasta el cansancio y hasta que se escuche: no nos
embarazamos para abortar.
El posicionamiento ante esta situación de hecho
es para nosotras crucial.
Tanto la continuidad de un embarazo como su
interrupción, están íntimamente ligadas al cuidado, la vida
y la responsabilidad.
Hay un punto de acuerdo entre todos los
presentes: queremos menos abortos.
Está comprobado que en países que aplican
políticas integrales de salud sexual, donde el aborto es
legal, bajan las tasas de aborto y de morbimortalidad de
personas gestantes, la llamada morbimortalidad materna.
Entendemos que no debe negarse la evidencia
empírica ni mentirse sobre ella. Me refiero sobre todo a
las implicancias benéficas de la legalización y a las
mortíferas de la clandestinidad del aborto en el país y en
el mundo.
Sostener la ilegalidad del aborto y su
clandestinidad no se ajusta a lo que estamos pidiendo,
expresado con total contundencia en los cientos de miles de
pañuelos verdes que se agitan en escuelas, encuentros,
calles y casas de distintos territorios, como así también
por personas de distintos credos, clases sociales,
orientaciones sexuales y políticas.
Con total franqueza y sinceridad decimos: “Yo
aborté”. De este modo nos corremos de la condena al
ostracismo, la maternidad forzada y la culpabilidad
injusta. No queremos mentir.
Cuando no toman en cuenta nuestra experiencia y
nuestra voluntad, nos niegan la condición de ciudadanas
plenas y nos excluyen de un contrato sexual y social que
está tallado por la clase social, la etnia, el lugar de
residencia y el género. Esto se ve mucho más en sociedades
como las nuestras donde el 90 por ciento de la
responsabilidad de la crianza recae en los brazos, las
espaldas, las emociones y el tiempo de las mujeres madres.
También se nota en sociedades donde todavía estamos
luchando para que maternidad y sexualidad plenas no se
presenten como binomios excluyentes. La maternidad es una
opción y un deseo posible.
El desarrollo de una sexualidad plena requiere
que nos despojemos de la imposición de la maternidad
obligatoria o de la entrega forzada de niñas y niños en
adopción. Se trata de nosotras y sabemos lo que nos pasa.
Señoras y señores diputados: somos cuerpo, razón,
sentimiento y acción.
Cuando decimos que queremos seguir un embarazo,
lo hacemos. Cuando decimos que no queremos seguirlo,
significa que queremos interrumpir esa gestación, y también
lo hacemos. No garantizar esa interrupción en condiciones
seguras y gratuitas, nos arroja al negocio de la
clandestinidad y al riesgo de nuestras vidas.
Al finalizar esta jornada habrán abortado en
nuestro país alrededor de mil mujeres. Una gran mayoría lo
habrá hecho en la clandestinidad ya que son muy pocas las
instituciones del sistema de salud que garantizan el acceso
al aborto seguro aplicando la normativa vigente y
rigiéndose por las orientaciones del fallo “F.A.L.”
Desde Conurbanas armamos un cuestionario en el
que preguntamos a diferentes grupos poblacionales cuántas
personas del entorno cercano habían pasado voluntariamente
alguna vez por una situación de aborto. El número no baja
de dos y llega hasta cincuenta, pasando por el
indescifrable de “muchas” o “varias”. Este resultado nos
lleva a pensar que quienes estamos en esta sala sin duda
conocemos personas de nuestro entorno cercano que abortaron
o estuvimos directamente involucradas o involucrados en una
situación de aborto.
También nos embarcamos en la tarea de recopilar
relatos de abortos realizados en la clandestinidad. En dos
días recibimos treinta y ocho relatos escritos. No orales;
escritos. Son verdaderos documentos que debieran tomarse en
consideración para legalizar y despenalizar el aborto.
Todas las escribientes sostienen sobre la base de su
experiencia de aborto clandestino que el aborto debe ser
legalizado; son relatos que expresan lo que viven las miles
mujeres por día que experimentan el miedo de que en el
aborto se les vaya la vida.
Estalló el silencio. Legalizar el aborto no
obliga a abortar; solo lo saca de la clandestinidad, del
negocio que supone para algunos, y de la tortura que
implica para nosotras.
Diputadas y diputados: queremos que nos escuchen,
que legislen en función de las necesidades y experiencias
que quienes vinimos aquí estamos compartiendo con ustedes.
Queremos que generen dispositivos institucionales que
pongan en primer plano la responsabilidad de los sistemas
educativo y de salud en la implementación de normativas y
políticas que garanticen derechos socialmente conquistados.
Queremos que se implemente la educación sexual
integral con perspectiva de género en todo el sistema
educativo.
Queremos que saquen el aborto de la
clandestinidad y que definitivamente lo legalicen y
despenalicen. Sostenemos que eso es fundamental para la
vida y para la democracia. Es condición indispensable que
se dispongan a escuchar lo que nos pasa, para así legislar
de un modo justo y responsable. Muchas gracias. (Aplausos.)

Sra. Presidenta (Burgos).- Tiene la palabra Jorge Marcelo


Barrionuevo, licenciado en Moral, especialista en Bioética,
director del Centro de Bioética de Tucumán, sacerdote
católico.

Sr. Barrionuevo.- Buenos días. Vengo de Tucumán, lugar


donde se declaró la independencia de la Nación, la
provincia más chica del país pero la más densamente
poblada; una tierra histórica y de identidad nacional pero
al mismo tiempo un lugar de memoria de los hechos
fundamentales de la historia de nuestra patria. Por ello,
en el corazón de los tucumanos siempre resuena la
independencia y su espíritu.
En estos minutos solo quisiera compartir mi
experiencia de cura, pero fundamentalmente como tucumano
que recorrió diversas realidades de las provincias, como
así también las diversas experiencias de nuestra Nación.
Pude trabajar en sectores de gran diversidad sociocultural,
lo que me permitió percibir la sensibilidad profunda de los
variados sectores de la vida social, y en todos encontré el
valor y el respeto por la vida. Los pobres y el pueblo
quieren y respetan la vida.
Investigando el genoma humano, en los archivos de
la UNESCO pude ver en modo especial cómo resonaba una tesis
sustancial y cuasiuniversal de que todo ser humano tiene el
mismo patrimonio genético y que no existen patrones
diferenciales que marquen diferencias de clase o de
cualidades entre ellos; no existen seres humanos de primera
y de segunda calidad. Eso se mostraba en el eco de todas
las comisiones universales en el sentido de que cuando se
hablaba del genoma, se hablaba de un humano que tenía
genoma, que era irrepetible, único e insustituible, y que
esa dignidad devenía desde el mismo momento de la
concepción y fecundación.
Esta verdad genética de valor científico debe ser
tutelada por el derecho. Si partimos de los principios
jurídicos que afirman la vida desde la fecundación -como lo
señalan la Constitución Nacional y sus pactos
internacionales, como así también la Constitución de mi
provincia y la actual reforma al Código Civil-, la vida
debe ser protegida jurídicamente en su identidad, partiendo
del mismo hecho que reconocerla desde el momento de la
concepción le da derecho a poder existir. Por ello, las
Constituciones provinciales que reconocen en sus prólogos o
en sus artículos el valor intangible de la vida humana se
deben preparar para resguardar la vida humana en las
provincias.
Frente a un proyecto nacional, las provincias
deben estar preparadas para proteger la vida en cada una de
ellas. Para nosotros -los del interior- es triste observar
a lo largo de la historia cómo Buenos Aires decide qué debe
hacer o qué no debe hacer un argentino en el interior
profundo. ¿Es necesario el aborto en la Argentina? Se dice
que algo es necesario cuando mira al desarrollo del bien de
la persona o del bien común. ¿Colabora y es necesario el
aborto en la Argentina? ¿Es necesario discutir el aborto
como ley en un país sumido en una crisis de incertidumbre
económica y social como la que estamos viviendo en estos
días? ¿Es necesario plantear este tema cuando el 30 por
ciento del país es pobre, con pobreza injusta e
irreversible en sus grados de inclusión real? ¿Es necesario
tratar este tema o este argumento para distraer de modo
crucial la realidad de la grieta y de la crisis social, que
son imposibles de ocultar? Poner en juego la vida del
inocente no evita la crisis que afecta a la Argentina, y al
mismo tiempo colocarlo como tema argumentativo y
distractivo lo hace más injusto.
Nos encontramos frente a una verdadera falacia
existencial como es la de constituir en derecho lo que
sabemos es la cesación misma de la condición de la vida del
más débil. Lo paradojal es que hoy casi nadie desconoce que
hay especie humana, que hay patrimonio genético de valor
científico, que se inicia en el momento de la fecundación y
sin embargo -sabiéndolo y siendo reconocido
científicamente-, se lo pretende negar a la hora de
reconocer sus derechos jurídicos y propios.
Quiero volver a la pregunta inicial: ¿hoy la
Argentina necesita el aborto? Estimados diputados: no lo
necesita. No nos hará más grandes como Nación la libertad
de quitar la vida a otros argentinos. Nuestra Nación se
encuentra en momentos difíciles y cruciales, y así como la
Argentina no se salva solo con dinero que le viene de
afuera, menos crecerá con la supresión de la vida de niños
o con la pérdida de madres que quieren dar a luz.
Quiero dirigirme, para finalizar, a los diputados
del interior del país, y de modo especial a los diputados
de mi provincia: Pablo, Alicia, José, Facundo, Teresita,
Gladys, José, Marcelo y Beatriz. Queridos diputados del
interior: ustedes viven entre nosotros y saben la
experiencia de la vida en nuestras tierras. Somos cercanos
y vivimos la vida, con sus luces y sus sombras, pero
siempre luchamos para sacarla adelante. No tengan miedo de
Buenos Aires; no hay que temerle a los gritos de la gran
ciudad. No se dejen confundir por las presiones mediáticas
de argumentos preformados por la opinión pública.
Estimados diputados del interior del país:
ustedes saben que históricamente siempre el interior ha
sufrido la discriminación del puerto; el interior sigue
siendo olvidado en todas y cada una de sus necesidades
fundamentales. El interior no necesita aborto; necesita
trabajo, pan y caminos en pleno campo para que las madres
puedan salir a parir a sus hijos en lugar de esperar
durante horas una ambulancia que nunca llega. Necesita
salud digna y una justa distribución de los recursos de la
Nación. De modo especial, necesita vida.
Queridos diputados: el interior necesita vida, no
muerte. Necesita ayuda para vivir mejor, y no muerte para
dejar de existir. ¿Es necesario el aborto en la Argentina?
Es necesario que nos pongamos el país al hombro y que lo
saquemos de este momento difícil que nos toca vivir.
Gracias. (Aplausos.)

Sra. Presidenta (Burgos).- Tiene la palabra Blas Radi,


profesor de Filosofía e investigador de la Facultad de
Filosofía y Letras de la UBA.

Sr. Radi.- Buenos días. Es un honor para mí ser parte de


este proceso. Estoy a favor de la legalización del aborto y
creo que en lo que va del debate parlamentario muchos
discursos ya ofrecieron sólidos argumentos en respaldo de
esta postura. Por eso, no voy a ofrecer más argumentos en
favor del proyecto sino que haré una contribución para que
la ley de aborto que finalmente se apruebe esté a la altura
de los estándares éticos y jurídicos de nuestro país y del
derecho internacional.
Entonces, en manifiesta adhesión a las
iniciativas por la integridad corporal y el derecho a
decidir, voy a aportar a la discusión presentando al debate
algunas observaciones constructivas y también unas
recomendaciones.
Creo que si consideramos estos puntos no solo
vamos a tener una norma que legalice el aborto, sino que
además vamos a tener una ley justa, porque se trata de
hacer política, claro, pero no cualquier política.
Voy a comenzar por las observaciones
constructivas. Voy a enunciarlas en primer lugar, y a
continuación las voy a desarrollar.
Primera observación: reducir al sujeto de
derechos sexuales en cuanto al mero aspecto reproductivo de
las mujeres no solo es éticamente incorrecto, sino que es
contrario a la ley.
Segunda observación: no involucrar en el proceso
legislativo a todos los grupos que serán afectados por las
leyes resultantes es una práctica contraria a los
principios del Estado democrático.
Con respecto a la primera observación, voy a
contarles algo. Hace seis años tuve la oportunidad de
participar -también en calidad de experto- del proceso
legislativo que condujo a la ley de identidad de género.
Más allá de lo anecdótico de esta mención, voy a detenerme
en algunos aspectos significativos de esta ley, porque
enriquecen el debate ético y político sobre el aborto.
La ley de identidad de género fue pionera en su
tipo; es una referencia ineludible a nivel mundial en
materia de género y de derechos humanos, y constituye un
modelo para iniciativas legislativas de otros Estados.
Pensemos que todavía hoy hay países, movimientos
sociales y organismos internacionales de derechos humanos
que para tratar este y otros temas -como violencia de
género, por ejemplo-, demandan una noción de género más
amplia, una noción lo suficientemente sofisticada como para
alcanzar a todas las personas que están comprometidas con
los fenómenos que se nombran, y no solamente a una porción
restringida.
Argentina ya cuenta con esta norma. La ley de
identidad de género reconoce que esa identidad es una
vivencia interna y que es independiente del sexo asignado
al nacer, de las características físicas y de aquello que
consigne el documento de identidad.
Esa ley también reconoce que cada persona -y
nadie más que ella- tiene autoridad epistémica para definir
su propio género, consagra el derecho al reconocimiento de
la identidad de género y establece que ese derecho no está
atado a ningún requisito quirúrgico ni hormonal.
Mucho más puede decirse sobre esta ley, pero creo
que con esto es suficiente para marcar un punto: nuestro
país reconoce que en el transcurso de sus vidas algunas
personas van a identificarse con el género asignado y otras
no, y que ambas experiencias son posibles.
Ahora quisiera traducir esto en términos que
dialoguen más directamente con mi participación hoy acá. En
este sentido, nuestro país reconoce la existencia de
hombres y de otras personas no conformes con el sexo
femenino asignado al nacer, que tienen capacidad de gestar.
Lo reconoce y lo pone en valor: no es una mera constatación
fáctica, es un reconocimiento jurídico.
Así, en los últimos años fuimos testigos de
experiencias de paternidad trans, o sea, de hombres trans
que dieron a luz a sus hijas e hijos. También fuimos
testigos de experiencias de abortos trans, de hombres trans
que interrumpieron voluntariamente el embarazo que
cursaban.
De lo que no fuimos testigos es de un registro
sistemático de estas experiencias, del desarrollo de una
educación sexual que no esté articulada sobre la dogmática
del género y del sexo, y del desarrollo de políticas de
salud sexual y no reproductiva, capaces de brindar atención
a las necesidades de toda la población. Por el contrario,
después de la sanción de la ley de identidad de género
todos los estudios e investigaciones continuaron
construyendo las experiencias de maternidad y de aborto
como si fueran privativas de las mujeres.
La educación sexual, por su parte, mantuvo el
paradigma que supone y que se adoctrina en los términos de
la diferencia sexual, es decir, sobre la creencia de que
los sexos y los géneros son dos, y de que hay una relación
de necesidad biológica entre ambos.
Tanto las políticas públicas como la agenda de
los movimientos sociales sostuvieron a la mujer como sujeto
único de derechos sexuales y no reproductivos. Es evidente
que el término “mujer” no coincide punto por punto con el
de persona con capacidad de gestar. Hay mujeres que no
tienen capacidad de gestar, y también hay muchas personas
que no son mujeres y que sí la tienen; los hombres trans,
por ejemplo.
No podemos simplemente hacer de cuenta que estas
personas no existen, que son menos importantes o que no
merecen decir ni una palabra; no podemos hacerlo en nombre
de los derechos humanos. Sin embargo, se nos ha vuelto
costumbre.
En este escenario paradójico, aunque tanto el
derecho a la identidad de género como los derechos sexuales
y no reproductivos son derechos humanos, los hombres trans
se ven obligados a elegir entre ellos. En la práctica, de
esta manera, el derecho a la identidad de género funciona
como un obstáculo para el ejercicio de otros derechos. Uno
de ellos -otro más- es el derecho a la participación
política, eje de la segunda observación constructiva que he
mencionado.
El Estado democrático no solo impone la adopción
de decisiones tomadas de acuerdo con la voluntad de la
mayoría, sino también la defensa de los intereses de las
minorías a través del reconocimiento de sus derechos
fundamentales, comenzando por el derecho a participar de la
vida cívica.
Esto es algo fundamental, máxime cuando se trata
de discutir iniciativas legislativas que comprometen
directamente sus condiciones de existencia. Aunque la
participación política es un derecho humano protegido por
tratados internacionales que nuestro país suscribe, este es
uno de los mayores desafíos que enfrentan los hombres
trans. Para garantizar esta participación, no alcanza con
adoptar estrategias de lenguaje inclusivo. El uso de
términos neutrales como “personas con capacidad de gestar”,
no es equivalente a la participación efectiva de hombres
trans y de todas las personas no conformes con el sexo
femenino asignado al nacer.
Estas cuestiones son valiosas y muy necesarias,
pero no son suficientes. La participación efectiva de todos
los grupos cuyas condiciones de existencia serán afectadas
por la legislación en materia de aborto, se garantiza
haciendo que estos grupos formen parte del diseño,
negociación, implementación y monitoreo de estas
iniciativas. En este sentido, el aporte experto de estas
comunidades a la discusión, producto también de su amplia
trayectoria en el trabajo sobre autonomía y sobre
integridad corporal, será sin dudas enriquecedor.
Entonces, mis recomendaciones son las siguientes.
En primer lugar, respetar el marco legal en materia de
identidad de género, algo que no se reduce a hacer una
referencia extraordinaria a la ley de identidad de género.
En segundo término, que tanto el texto de la norma como el
proceso de su desarrollo y posterior implementación hagan
parte activa a hombres trans y a otras personas no
conformes con el sexo femenino asignado al nacer.
En conclusión, como decía, si se tienen en cuenta
estas recomendaciones no solamente vamos a lograr que se
legalice el aborto, sino que la ley que se sancione será
más inclusiva. (Aplausos.)

Sra. Presidenta (Burgos).- Tiene la palabra la señora Ana


Valoy, licenciada en Ciencias Políticas; cofundadora de la
Fundación EPASI, Equipo de Prevención de Abuso Sexual
Infantil; postulante para la Defensoría Nacional de Niños,
Niñas y Adolescentes; psicóloga social y pastora cristiana
evangélica.
Sra. Valoy.- Buenos días. He recorrido 1.200 kilómetros de
distancia hasta aquí para hablar sobre la relación entre el
abuso sexual y el aborto, que es el tema de mi
especialidad.
En noviembre de 2017 esta Cámara sancionó un
proyecto que declara de acción pública -y no de acción
privada- los delitos de abuso sexual cuando se trate de
menores de 18 años, de manera que un fiscal puede entonces
investigar de oficio, lo cual me parece una iniciativa
genial.
Sin embargo, encuentro una contradicción entre
dicha iniciativa y los proyectos que buscan despenalizar el
aborto, porque no concuerdan con el espíritu de lo
manifestado por esta misma Cámara recientemente. Por el
contrario, los proyectos en tratamiento consideran al
aborto como una acción privada de una persona. Ello, sin
explicitar lo que la misma administración pública y los
establecimientos de salud deberían realizar ante el relato
de una persona que exprese que su embarazo es consecuencia
de abusos sexuales. Esto está claramente establecido en el
artículo 277 del Código Penal, que dice que no denunciar un
delito conocido, y además hacer desaparecer las pruebas,
constituye delito de encubrimiento.
Practicar un aborto a una persona que está
testificando que es víctima de abusos sexuales, hacer
desaparecer la prueba al asesinar al bebé y desechar el
cuerpo, no efectuar la denuncia, ocultar la situación a los
padres de la persona afectada y encubrir al abusador, son
gravísimos hechos a los cuales empujan estos proyectos.
Si no se denuncia, no hay persecución del delito.
Si no se sanciona, no hay inhibición para cometerlo, se
perpetúa el abuso y es muy probable que vuelva a haber
nuevos embarazos. Mientras tanto, el violador sigue suelto,
abusando.
¿Qué hacer, por ejemplo, si quien acompaña a la
víctima es su propio ofensor? ¿Cómo se puede presuponer la
madurez de una niña que está siendo abusada desde hace
años, bajo amenaza, con terror a los ataques y a las
posibles consecuencias, que vive bajo la manipulación del
abusador, intimidada por su presencia, sin descartar que
incluso él podría ser quien está a su lado acompañándola o
esperándola afuera de la institución? Digo esto porque ese
adulto de confianza encaja en las figuras requeridas, por
ejemplo, en el artículo 8º del proyecto de ley que se
propone desde la campaña en favor del aborto.
Debe tenerse en cuenta que en el 90 por ciento de
los casos el que perpetra el abuso sexual es un familiar o
alguien muy allegado a la víctima. Entonces, al año
siguiente puede llegar la hermanita de esa víctima
embarazada, o la misma víctima otra vez, alegando el
"consentimiento informado" y pidiendo directamente el
procedimiento.
¿No se considera el estado emocional en que se
encuentra esa niña víctima de abuso sexual, el estrés
postraumático que sufre, la relación de poder y dependencia
con el abusador, el Síndrome de Estocolmo -que es esa
relación de amor-odio-, las amenazas y miedos que operan?
No se ofrece ayuda, acompañamiento ni contención a las
víctimas de abusos sexuales. Solo se les ofrece el aborto.
Si hay un interés real en esta problemática, ya
que ha sido mencionado tanto entre los argumentos para
despenalizar el aborto, debería mínimamente establecerse la
obligatoriedad de la denuncia y persecución de ese
violador. Todos conocemos el fallo “F.A.L.”, pero yo
siempre me pregunto dónde está el violador de esa niña.
¿Está suelto? ¿Ha sido condenado? Nadie sabe. Nadie habla
de él.
Señores diputados: abortar niños que son
concebidos en un abuso no va a solucionar el problema de
los abusos sexuales ni de las violaciones. Para nada. No
queremos niñas y mujeres embarazadas por abusos. Desde la
sociedad civil, por ejemplo, desde el sector que yo
represento, hacemos lo que podemos, pero ustedes que son
los gobernantes y los legisladores, ustedes tienen la
responsabilidad, como Estado, de hacer algo para evitar
esos abusos sexuales, y tienen que generar programas para
prevenir los abusos, enseñar a las familias cómo cuidar a
los niños de los pedófilos. Necesitamos tener mínimamente
datos oficiales para hablar de estas estadísticas de los
abusos sexuales y enseñar, por ejemplo, la prevención del
abuso sexual infantil; debemos proteger a las víctimas de
futuros abusos, generar un sistema de identificación de los
ofensores sexuales, debemos llevar un registro para, por
ejemplo, poder cotejar los ADN, para la búsqueda de otras
víctimas y para la investigación por reincidencia. Algún
proyecto serio que dé respuesta a este problema.
El dinero y el poder lo tienen ustedes, no
nosotros. Les pregunto con todo respeto, ¿qué están
haciendo por el tema del abuso sexual en la Argentina? Los
violadores andan libres, las denuncias casi nunca llegan a
juicio, las pocas penas que hay son condescendientes, las
redes de pedofilia funcionan amparadas por quienes deciden
invisibilizarlas, al igual que quienes lucran con la
prostitución infantil y ni hablar de las mafias de trata,
porque ahí seguramente se hacen abortos también. Claro que
nadie quiere que las esclavas sexuales tengan hijos y les
conviene borrar las pruebas.
Diputadas y diputados: nosotros no los hemos
elegido para ser nuestros representantes para matar gente,
sino para crear propuestas superadoras ante estas
problemáticas.
Nos hablan de deudas de la democracia. Por favor,
deudas de la democracia son la cantidad de personas
desaparecidas en la Argentina, como, por ejemplo, en
Tucumán, Daiana Garnica, que lleva un año desaparecida, una
jovencita de 17 años a la que se la tragó la tierra.
Pareciera que en la Argentina para las chicas que
desaparecen no hay dinero ni sistema que las encuentre, que
explique dónde están y, en este caso puntual, se sospecha
que también ha sido de víctima de trata, como muchísimas
miles de personas más que están desaparecidas y que todavía
están siendo buscadas y nadie sabe dónde están.
¿Quieren saldar la deuda de la democracia?
Devuelvan con vida a los hijos a sus padres y madres que
están reclamando en todo el país y no pidan leyes para
matar, porque víctimas sin entierro ya hay muchas.
Maldito garantismo argentino que cobija a
violadores y abusadores, y para ellos sí tienen todo tipo
de privilegios. Para ellos invocan el principio de
inocencia, los dejan libres y en el mejor de los casos,
después de tenerlos un par de años los sueltan porque son
los que tienen buena conducta dentro del penal.
Si no tienen respuestas reales para evitar los
abusos sexuales en la Argentina, ¿saben qué? Con todo
respeto, renuncien, porque no puede ser que estas sean las
únicas respuestas que estén dando para con el abuso sexual
infantil, un tremendo problema en la Argentina, porque
aprobando estos proyectos…

Sra. Presidenta (Burgos).- Doctora: tiene un minuto.

Sra. Valoy.- Matan a nuestros hijos, matan a los hijos de


mujeres víctimas de abusos y encubren a violadores. ¿Saben
qué? Habrá más violadores sueltos, habrá vía libre para
abusar y borrar las pruebas. Ni siquiera para los
violadores en la Argentina hay pena de muerte, pero para
los hijos que estos engendran sí.
Nuestra fundación existe hace 19 años. Es
autosostenida, hemos golpeado puertas para que el Estado
alguna vez nos sostenga. Todas las veces que viajé a Buenos
Aires desde Tucumán han sido para pedir recursos. Nunca nos
los han dado. ¿Saben por qué? Las respuesta es: no hay.
“Qué lindo lo que ustedes realizan. Plata para prevenir el
abuso sexual no hay.” Pero, de repente, va a aparecer
dinero para solventar los abortos. Deberían invertir en
respuestas reales a estas problemáticas. Si verdaderamente
les interesa, den respuestas reales para que no haya abuso
sexual en la Argentina.
Termino con esto, cuando estén por votar, señores
diputados, pregúntense a quiénes van a beneficiar. Yo no sé
quiénes de ustedes han pensado votar a favor o en contra de
estos proyectos, pero yo sí sé que los pedófilos, los
proxenetas, los tratantes y los violadores seriales
estarían a favor, ellos sí seguramente darían su voto. El
aborto es un delito que tapa otros delitos. (Aplausos.)
Sra. Presidenta (Burgos).- A lo largo de estas jornadas nos
hemos manejado con respeto, sin hacer ningún tipo de
alusión a los legisladores ni a las posturas que cada uno
tiene.
Justamente, se ha abierto este diálogo, esta
posibilidad para que escuchemos los fundamentos que cada
uno de los legisladores tiene y para que la gente, la
ciudadanía en general, también tenga información al
respecto. Este Congreso está trabajando respecto de muchas
de las temáticas referidas al abuso sexual infantil, a lo
que la doctora hizo alusión; así que me parece que, más
allá de las posturas que uno tenga, creo que hay que
respetar la investidura que tiene el Congreso en este
momento. (Aplausos.)
Tiene la palabra la doctora María Teresa
Mockevich, abogada, delegada en Tucumán de la Red Federal
de Familias.

Sra. Mockevich.- Buenos días: muchas gracias por este


espacio. La verdad que hace falta. Es un tema que nunca he
pensado que tengamos que debatir, quién nace y quién no
nace. Nunca he pensado que llegue el momento de que las
personas podamos decidir “vos nacés”, “vos no nacés”, “vos
sos deseado”, “vos sos no deseado”. Es realmente
preocupante estar acá defendiendo la vida humana. Pensé que
nunca iba a llegar pero llegó. Acá estamos.
La vida es el principal derecho humano que tiene
todo ser. Sin ese derecho humano, si no podemos nacer, no
podemos ejercer ningún otro derecho.
Yo vengo de Tucumán, donde se ha declarado la
independencia y donde hace una semana la ciudad de San
Miguel de Tucumán se ha declarado ciudad Provida. Con esta
ya completamos ocho ciudades Provida en Tucumán y eso
quiere decir que se implementan políticas y diferentes
medidas para proteger a la embarazada que está en estado de
vulnerabilidad, que es la embarazada que la está pasando
difícil.
Teniendo claro que el derecho humano a la vida es
el primero y que el aborto es un claro ataque que pone en
peligro la vida de mucha gente que está por venir que no va
a venir, nuestra Constitución en Tucumán por ejemplo, en su
Preámbulo ya, según la modificación de 2004, habla de la
vida desde la concepción, y ahí quiero que lo tengamos
claro.
La Argentina ha firmado cuatro tratados
internacionales a través de los cuales se compromete a
defender la vida humana desde la concepción. Esos tratados
están en la Constitución, tienen valor constitucional.
Ellos son la Convención de los Derechos del Niño
que, por ejemplo, establece que todo niño tiene derecho
intrínseco a la vida. ¿Qué quiere decir intrínseco? Que no
se lo debe otorgar el Estado, no se lo debe declarar la
ley, ya lo tiene por el solo hecho de ser un niño. Esta
convención, por la ley 23.849, ha sido incorporada a la
Constitución Nacional y al ser incorporada a la
Constitución, la Argentina se tomó el trabajo de definir
qué era niño, para que no quede duda. Hoy niño en la
Argentina, es todo ser humano desde la concepción hasta los
18 años.
El segundo tratado internacional firmado por la
Argentina, por el cual se compromete a defender al bebé
desde la concepción, es la Declaración Americana de
Derechos y Deberes del Hombre, que firmó en el año 1948 en
Bogotá.
El Pacto de San José de Costa Rica, que lo firmó
en 1969, también establece que toda persona tiene derecho a
que se respete su vida desde la concepción.
El cuarto tratado es la Declaración Universal de
los Derechos Humanos, que también establece lo mismo, que
toda persona tiene todos los derechos y libertades
garantizados por esa declaración -que firmó la Argentina en
el año 1948 en París- sin distinción alguna y sin condición
alguna y no pone como condición el nacimiento. Todo ser
humano -nacido o no- goza de los derechos humanos
declarados por la declaración del año 1948 firmada en
París.
Ya tenemos cuatro tratados internacionales que
estarían siendo violados por los proyectos despenalizadores
del delito de aborto.
Nuestro nuevo Código Civil, vigente desde 2015,
establece claramente también que la existencia de la
persona comienza con la concepción, no dice antes o
después, a los tres meses, sino desde la concepción. Lo
dice clarito. Una médica pediatra que lo explicó
perfectamente: en la unión del óvulo con el espermatozoide
el óvulo deja de ser óvulo y el espermatozoide deja de ser
espermatozoide y pasan a ser juntos, fusionados, una
persona.
Teniendo claros los cuatro tratados
internacionales que protegen la vida humana desde la
concepción -que están en la Constitución en el artículo 75
inciso 22 desde la reforma del 94- y considerando que
nuestro país se ha obligado a respetar la vida desde la
concepción ante todos los países con los que firmó los
tratados, no entiendo cómo hoy se piensa que se puede
despenalizar el aborto, poniendo en peligro a las personas
que la Argentina se obligó a defender.
Primero, reformen la Constitución; no la
violemos. No se puede. Como está el escenario jurídico, hoy
este proyecto no se va a aprobar pues tiene que deformar
todo el derecho argentino. ¿Ustedes saben cómo es el
proceso para denunciar tratados? El Poder Ejecutivo tiene
que presentarse ante de todos los países que han firmado
tratados con la Argentina y después tiene que volver al
país y lograr la refrenda de esa denuncia -o sea, de la
decisión de retirarse de los tratados internacionales- con
los votos de las dos terceras partes de ambas Cámaras, para
acceder a la modificación de la Constitución. Una vez que
la Constitución quede desarraigada de los tratados
internacionales, las personas van a quedar desprotegidas
por el derecho argentino, ahí sí ya podremos liberar el
aborto y la pena de muerte y que se salve quien pueda. Los
más fuertes se salvarán, los más débiles morirán. Eso no es
justo. Esto no es la selva; es la Argentina.
En definitiva, quiero que tengamos claro que hoy
no es viable el proyecto de despenalización del crimen del
aborto. Un ejemplo feo y triste es cómo fue legalizado el
aborto en los Estados Unidos, como trató de hacerse aquí en
la Argentina. En los Estados Unidos se basaron sobre dos
casos: “Roe contra Wade”, en Dallas, y “Doe contra Bolton”,
en Georgia. Una mujer dijo haber sido violada y la otra
dijo que le tenía problemas de salud durante el embarazo.
Ambos juicios se iniciaron en momentos distintos de la
historia, pero, ¡oh casualidad!, en Dallas y en Georgia las
Cortes se expidieron el mismo día. El 22 de septiembre de
1973 se despenalizó el aborto en Estados Unidos y comenzó
el reguero de sangre de niños por nacer.
Una cosa fundamental: ¿quién pagó los abogados de
estas dos mujeres? Hugh Hefner, el fundador de Playboy.
¿Esto es casualidad o es una cosa metódica, un plan
eliminatorio?
Muestro la foto de esas dos mujeres, para que
puedan ver sus caras porque muchas veces se muestran los
fallos pero no sus caras. Después de sus abortos, ellas
dedicaron su vida a recoger chicos de la basura, de las
bolsas rojas de los hospitales, para darles sepultura. Se
dieron cuenta de lo que habían hecho, pero ya era tarde.
Señores diputados: hoy estamos a tiempo, todavía
no es tarde. En la Argentina se intentó hacer lo mismo con
en el fallo “F.A.L.”, pero es un fallo nulo, por ausencia
de gravamen actual puesto que hace falta que la
circunstancia de la demanda subsista al momento del fallo.
El fallo “F.A.L.” se dio un año y medio después de que
abortaron al chico. Este fallo es nulo y no podemos tomarlo
como ejemplo para modificar un Código, porque no cumple los
requisitos básicos de una sentencia.
Quiero hablar de genocidio. El Estatuto de Roma
define genocidio como todo acto perpetrado con la intención
puntual de aniquilar un grupo. En este caso, estaríamos
destinando fondos del Estado para aniquilar bebés no
nacidos, no deseados.
Muestro en el proyector una chica que tiene 14
semanas y mide 9 centímetros y medio. Ella sería eliminada
si este proyecto se lleva adelante.
A continuación les muestro un vídeo de ocho
segundos de duración. Quiero que lo pensemos. Hay un
proyecto de ley bajo el expediente 324/2018, de Protección
de los Derechos Humanos de las Mujeres Embarazada y el Niño
por Nacer, realizado por la Red Federal de Familias, que
prevé utilizar el dinero destinado a abortos a la
protección de la mujer embarazada. El Estado tiene mucho
más para ofrecer que dos pastillas. ¡Por favor! El Estado
tiene que demostrar que si le interesa el argentino que
está por nacer, tiene que proteger a su madre.

-Se proyecta un video.

Sra. Mockevich.- Quiero que les quede en su memoria esta


imagen. Ese bebé, que fue extraído de la panza de su madre,
está vivo, miren cómo se mueve. Duró doce segundos vivo,
pobrecito. No quiero esto en mi país, no en mis hospitales,
y mucho menos con mis impuestos. No al aborto; sí a la
vida. (Aplausos.)

Sra. Presidenta (Burgos).- A continuación vamos a ver un


vídeo de Christian Courtis, quien no pudo hacerse presente.

- Se proyecta un vídeo que dice:

Sr. Courtis.- Mi nombre es Christian Courtis, soy


funcionario del Alto Comisionado de Naciones Unidas para
los Derechos Humanos, profesor de la Facultad de Derecho de
la Universidad de Buenos Aires y profesor visitante
invitado de universidades de América Latina, Europa y
Estados Unidos. Uno de mis campos de trabajo académico ha
sido el de la aplicación de los tratados de derechos
humanos en el ámbito nacional, tengo dos libros escritos al
respecto. Me parece que un aporte importante al debate es
el de esclarecer la pregunta respecto de si la
despenalización del aborto afecta obligaciones
internacionales del Estado Argentino en materia de derechos
humanos.
Para esto es necesario recordar, en primer lugar,
que no solo es importante tener en consideración los textos
de los tratados de derechos humanos que la Argentina
ratificó, sino también las opiniones y recomendaciones de
los órganos de supervisión de esos tratados. La Corte
Suprema Argentina en 1995 ha dicho, a partir del caso
“Giroldi”, que la interpretación hecha por los órganos de
tratados internacionales de derechos humanos es una guía
ineludible para la correcta interpretación del sentido de
esos tratados. En este caso es importante tener en
consideración esas interpretaciones.
El segundo punto es que la Argentina
simultáneamente es parte de dos sistemas internacionales de
derechos humanos: el interamericano y el universal. En
ambos se han dicho cosas importantes para el debate. En el
sistema interamericano la disposición central gira en torno
del alcance del artículo 4.1 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, que habla de la protección de la
vida, en general, a partir el momento de la concepción.
Sobre el punto, tanto la Comisión como la Corte
Interamericana de Derecho Humanos se han expedido, y la
Comisión en particular respecto del caso “Baby Boy contra
Estados Unidos” de 1981, y en forma convergente a través
del Informe de Solución Amistosa en el caso “Paulina
Ramírez contra México” de 2007, así como la Corte, en el
caso “Artavia Murillo contra Costa Rica de 2012”.

-Se interrumpe la proyección del


video por problemas técnicos.

Sra. Presidenta (Burgos).- Aparentemente, existe un


problema técnico con el vídeo, por lo que doy la palabra al
último disertante, Manuel Ignacio Chavarría, licenciado en
Relaciones Institucionales, director de Relaciones
Interministeriales del Ministerio del Interior de la
Nación.

Sr. Chavarría.- Buenos días a todos. Mi nombre es Manuel


Chavarría. Como decía la señora presidenta de la comisión,
soy licenciado en Relaciones Institucionales. Pero no vengo
aquí solamente como profesional y tesista en asuntos
públicos, sino también como un dirigente político joven, ya
que soy funcionario a nivel nacional, y respetando la
división de poderes, vengo aquí como dirigente de
Cambiemos, la coalición del actual gobierno.
También vengo en calidad de ciudadano y como
dirigente católico, cuestión que quiero remarcar ya que
varios medios de comunicación han hablado acerca de la
Iglesia Católica y de un enmascaramiento frente al Congreso
a la hora de referirse a este tema.
Mi exposición no es de carácter médico ni
científico. Más bien quisiera decir que el prisma a través
del cual veo esta situación y este debate es netamente
político.
En primer lugar, creo que hay una pregunta que
debemos hacernos, que tiene que ver con gran parte de la
discusión que hoy estamos teniendo. Me refiero a si debemos
estar debatiendo la despenalización del aborto en la
Argentina. La respuesta es que sí debemos hacerlo, porque
el ejercicio que estamos realizando hoy es una enorme
muestra de convicciones republicanas de este gobierno.
He discutido mucho acerca de la posición de
muchos miembros de mi Iglesia en oposición a que se abra
este debate. Creo que fue correcto poner este tema en
discusión y celebro que esta Cámara trabaje sobre la
cuestión, ya que diputados nacionales haciendo escucha
activa de ciudadanos comprometidos con esta discusión es ni
más ni menos que la forma fundamental de elaborar políticas
públicas realistas y con impacto social.
Si bien -como dije- celebro ese debate, lo que
quiero exponer también es que las políticas públicas y su
formulación tienen pilares fundamentales, más aún en el
caso de un proyecto como este, que nos interpela como
sociedad. Pero creo fervientemente que la discusión ha sido
viciada por grandes mentiras instaladas desde el principio.
Todas ellas han surgido de un colectivo social que busca
por diversas razones una conquista, como lo es para ellos
la despenalización del aborto, engañando no solamente a
nuestros legisladores sino también a la opinión pública.
Estoy convencido de que perdimos el eje porque
veo que se han manifestado muchas falacias, que van desde
un número inventado de abortos realizados o de muertes por
aborto, el uso indiscriminado de fuentes sin chequear,
hasta explicaciones o testimonios supuestamente
fundamentados en la experiencia del trabajo social, lo que
nos lleva solamente a testimoniar experiencias personales.
No me animaría a refutarlas porque tampoco soy yo quien
debe juzgarlas; tampoco quiero ser redundante sobre lo que
se ha dicho hoy y en días pasados.
Lo que digo no es una acusación, sino una alerta:
los datos subjetivos de muchas de las exposiciones que se
han escuchado ya han sido explicadas con profesionalismo y
hasta refutadas por gran cantidad de médicos y
especialistas en temas sociales y psicológicos.
La avanzada de este colectivo, que según sus
palabras ha salido a dar la batalla por la despenalización
del aborto, es muy grande. Pero estoy seguro -y más aún,
estoy convencido-, de que no expresa las intenciones de la
gran mayoría de los argentinos.
Esta discusión se ha tornado centralista. En la
mayoría de los casos el cuerpo legislativo está en contacto
con la ciudadanía de sus provincias, de sus distritos, y
seguramente coincidirán conmigo -y se los digo como
ciudadano- con que en este momento este tema no está en la
agenda social de la gran mayoría de los rincones de nuestro
país.
Como he dicho, este debate es centralista y ha
desviado el eje de lo que todos juntos deberíamos trabajar
en materia de políticas públicas. Debemos volver al eje en
esta discusión, que requiere ni más ni menos que avanzar en
una legislación que se ocupe de los verdaderos temas de
salud que impactan en millones de madres argentinas. Me
refiero a cuestiones como la desnutrición y la falta de
insumos, de acompañamiento terapéutico y de tecnología
especializada en hospitales para el control de los
embarazos. También se debe contemplar la capacitación
necesaria para agentes sanitarios, y podría enumerar
cientos de realidades que se viven en hospitales del
interior de nuestro país y que desde nuestro punto de vista
están desatendidas. En mi opinión, hacia es allí donde
debemos ir.
Deberíamos aprovechar el gran interés que
despertó esta iniciativa en cientos de expositores más
calificados que yo para comenzar a pensar en proteger la
vida -las dos vidas-, y dar un acompañamiento real a las
madres argentinas.
Se ha hablado mucho estos últimos días acerca de
la justicia social. Señores: justicia social es legislar
por las madres y por los hijos; es legislar por la justicia
que deben tener las futuras generaciones de nuestro país y
no otra cosa. No podemos ser reaccionarios a los intereses
de medios de comunicación, de compañías farmacéuticas y de
miles de personas que por razones personales han salido a
dar este debate, mintiendo en muchos de los casos. El
aborto no es la solución, sino el inicio de nuevos
problemas.
El colectivo que milita para despenalizar el
aborto, mientras rompe la ciudad y falta el respeto a
millones de argentinos discriminados por nuestra religión o
concepción frente a este tema, exige la educación sexual y
la despenalización del aborto, y dice que el Estado debe
pagar por esa práctica.
Al igual que millones de argentinos -a quienes no
tengo la potestad de representar; eso es facultad de esta
Cámara-, pienso que esto no se debe exigir. Y si tuviésemos
que hacerlo, no nos queda más que pedir a los legisladores
una votación lógica en la que se respete la Constitución
Nacional y en la que se defiendan a ultranza las dos vidas:
la de la madre y la del hijo por nacer.
En los últimos años, en la política de nuestro
país se ha utilizado mucho una frase o un latiguillo. Me
refiero a eso de que “la única verdad es la realidad”, y
con esto quiero decirles lo siguiente.
Señores: mientras nosotros debatimos esto desde
las 10 de la mañana, la señora gobernadora de la provincia
de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, anunció la baja de la
tasa de mortalidad infantil y materna por primera vez en la
historia de nuestro país. Esa política pública es la que
debemos apoyar desde el Congreso, de eso estoy convencido.
La gobernadora Vidal acaba de anunciar que este
año la mortalidad materna ha disminuido del 3,4 al 2,8 por
ciento, y que la mortalidad infantil, que antes era del 9,9
por ciento, ha bajado a 9,5 por ciento. Esa es la política
pública en la que debemos trabajar en la Argentina. A eso
debemos estar comprometidos.
Es preciso apoyar desde las leyes las gestiones
de gobierno que se dediquen fundamentalmente a la
protección de la vida. Debemos promover políticas públicas
en defensa de la salud y el trabajo para que todos los
argentinos, sin importar de dónde sean, tengan una realidad
justa, especialmente a nivel social, para que puedan de esa
manera vivir en un país mejor, más federal y muchísimo más
interesante a nivel de la política pública que plantea este
Congreso.
Reitero, y esta es la realidad: mientras hoy
trabajamos sobre este proyecto, la gobernadora Vidal
anunció un hecho histórico, que es la baja en la tasa de
mortalidad infantil y materna. Hacia eso debemos ir, eso es
lo que debemos discutir.
Como ciudadano argentino pido humildemente al
Congreso que apoye este tipo de política pública.
Fundamentemos en el Parlamento los avances de gestiones de
gobiernos responsables y dedicados a la vida de la gente.
(Aplausos.)

Sra. Presidenta (Burgos).- Hemos concluido la etapa de


exposiciones, de manera que pasamos ahora a la ronda de
preguntas.
La primera de ellas ha sido formulada por la
señora diputada Brenda Austin y se dirige al señor Samuel
Seiref quien, al parecer, ya se ha retirado de la sala. De
todas maneras, voy a leerla para que quede registrada. La
pregunta dice así: “Para usted las recomendaciones de la
OMS sobre el uso de misoprostol y su seguridad no son
basadas en evidencias científicas. ¿Puede indicar cuáles
son las fuentes de su afirmación?”
La siguiente pregunta ha sido formulada por la
señora diputada Banfi y está dirigida a la señora Ángeles
Márquez Ricchieri: “Usted dice que el aborto no es la
solución. ¿Opina que despenalizar el aborto podría ser una
solución para evitar muertes de mujeres por practicarse un
aborto en forma clandestina? Si considera que no, ¿entonces
cuál cree usted que es la solución para que no mueran
mujeres?”

Sra. Márquez Ricchieri.- Perdón, ¿podría leer nuevamente la


pregunta? Le pido por favor si puede repetir la primera y
luego la segunda, ya que fue muy extensa.

Sra. Presidenta (Burgos).- “Usted dice que el aborto no es


la solución. ¿Opina que despenalizar el aborto podría ser
una solución para evitar muertes de mujeres por practicarse
un aborto en forma clandestina?”

Sra. Márquez Ricchieri.- Primero que nada vuelvo a decir


que soy pediatra, no abogada, razón por la cual no manejo
el tema de la ley. Lo único que puedo decir -al igual que
lo hice en mi exposición- es que hay vida desde la
concepción, es decir, a partir de la unión entre el óvulo y
el espermatozoide. Por ninguna circunstancia -ni siquiera
el deseo de la madre- esa vida deja de ser vida, y las
leyes tienen que proteger todas las vidas.
Personalmente no sé cómo funciona la ley, pero lo
que sí le digo es que el aborto no es una solución, porque
se está matando, se está quitando una vida.
Lo que hay que hacer es trabajar sobre esas
madres vulnerables para poder asegurarles el acceso a la
salud, a la educación y al trabajo, de manera que no tengan
que estar expuestas a situaciones de embarazos no deseados.
No sé si eso responde la pregunta.

Sra. Presidenta (Burgos).- Sí, porque eso responde la


segunda pregunta: “¿cuál cree que es la solución para que
no mueran mujeres?”

Sra. Banfi.- No respondió la primera.

Sra. Márquez Ricchieri.- Disculpe, tal vez no entendí la


pregunta. ¿Me la puede repetir?

Sra. Presidenta (Burgos).- La diputada Banfi va a aclarar


la pregunta.

Sra. Banfi.- Lo que me importa saber, porque estamos aquí


justamente evaluando la legalidad de una práctica médica
que hoy está penalizada en el Código Penal –hoy es ilegal-,
y ahí apunta mi pregunta, no como médica, no como
especialista sino quiero saber tu opinión sobre si vos
considerás que una mujer debe ir presa por realizarse un
aborto.

Sra. Márquez Ricchieri.- Vuelvo a repetir la misma


respuesta que dije antes. No soy abogada. Si me está
preguntando si puede ser una ley que permita matar a otra
persona, vuelvo a decir que no pude ser así de ninguna
manera. Lo que…

Sra. Banfi.- No responde.

Sra. Márquez Ricchieri.- Sí. Le estoy diciendo…

Sra. Presidenta (Burgos).- No dialoguemos.

Sra. Márquez Ricchieri.- Si no entendí la pregunta, me la


pueden hacer mil veces y la puedo contestar mil veces. Pido
que me la hagan de buena manera.

Sra. Presidenta (Burgos).- Respondió.

Sra. Banfi.- No.

Sra. Moreau.- Como mujer, ¿qué sentís?


Sra. Presidenta (Burgos).- Tengo una pregunta de la
diputada Banfi para el padre Barrionuevo. Si bien no está
el padre Barrionuevo, igualmente voy a leer la pregunta:
“¿Cree que una niña de 13 años embarazada producto de una
violación intrafamiliar, que se realiza un aborto según el
artículo 86 del Código Penal, debe ir presa? La otra
pregunta es si el médico que la atiende en esta práctica
debe ir preso.”
Hay una pregunta de la diputada Cecilia Moreau a
Ana Valoy: “Usted dijo recién que los beneficiarios de la
legalización del aborto serían los pedófilos, los
proxenetas, etcétera, ¿incluye entre los beneficiarios a
los curas pedófilos que están siendo expuestos y juzgados
en este momento? Y a las niñas violadas, ¿usted cree que
las protege con el aborto clandestino?”

Sra. Valoy.- Considero que serían beneficiarios todos los


abusadores sexuales, todos los que están cometiendo delitos
dentro de la ley 25.087, de delitos contra la integridad
sexual, sean curas, pastores, funcionarios públicos, tengan
o no dinero. Todos los que cometan delitos contra la
integridad sexual y que al cometer esos delitos una mujer
queda embarazada, como expliqué, si no se los denuncia
serían beneficiados. Todos.

Sra. Presidenta (Burgos).- Y queda la segunda parte de la


pregunta: “A las niñas violadas, ¿usted cree que las
protege con el aborto clandestino?”

Sra. Valoy.- Según la legislación actual, donde hay


salvedades, donde no es punible, ya está considerado que si
es producto de una violación no es punible. Según lo que
hoy está vigente no deberíamos penalizarlas, para nada.

Sra. Moreau.- Protegés el negocio de la clandestinidad.

- Varios señores diputados


hablan a la vez.

Sra. Presidenta (Burgos).- Tengo una pregunta de la


diputada Donda Pérez para la doctora María Teresa
Mockevich. “¿Qué opina que Tucumán sea la única provincia
de todo el país que no adhirió a la ley de salud sexual y
reproducción responsable, que, entre otras, garantiza la
distribución gratuita de preservativos? ¿Cree usted que el
mejor camino es la abstinencia sexual?”

Sra. Mockevich.- ¿Qué siento con la cuestión de que Tucumán


sea la única provincia que queda en el país que no ha
adherido, dentro de sus facultades no delegadas a la Nación
–sabemos que las facultades no delegadas a la Nación son
educación y salud-, a la ley de reproducción responsable?
¿Sabe qué siento, diputada? Orgullo. Muchísimo orgullo que
Tucumán sea la única provincia que sigue protegiendo la
vida humana desde la concepción, y no utiliza métodos
abortivos para eliminar niños, como la pastilla del día
después, etcétera, pero, en definitiva,…

Sra. Moreau.- ¿Preservativos?

Sra. Mockevich.- ¿Qué pasa con el preservativo?

Sra. Presidenta (Burgos).- No dialoguemos, por favor. Nos


venimos desenvolviendo de esta manera: se hacen las
preguntas y después vamos a tener el tiempo necesario y
todo lo que necesitemos para dialogar de cada una de las
circunstancias.

Sra. Moreau.- Pido la palabra.

Sra. Presidenta (Burgos).- Tiene que concluir la


expositora. Cuando concluya su respuesta.

Sra. Mockevich.- En Tucumán se ha hecho un trabajo de campo


muy profundo, porque una cosa puede ser lo que los abogados
entendemos es una ley a la que pueda no adherir Tucumán,
otra cosa es el trabajo de campo, el trabajo de acompañar a
las familias humildes, el trabajo de recorrer los lugares
en los que la gente no tiene acceso, a veces, al agua
potable, donde en invierno hacen cola desde las cuatro de
la mañana para que los atiendan en el hospital. En ese
mismo hospital se dan preservativos gratuitamente. Vivo en
Tucumán. La invito, diputada. En hospitales públicos, en
todos lados se administran -en los CAP en los CIC- toda
clase de anticonceptivos.
Se hacen mutilaciones gratuitas en los hospitales
de Tucumán, vasectomías gratuitas y ligaduras de trompas
gratuitas. Se mutila gente gratuitamente en Tucumán. ¿Qué
más quieren?

Sra. Presidenta (Burgos).- Tiene la palabra la señora


diputada Moreau.

Sra. Moreau.- Señora presidenta: muy brevemente, y no es


debate. Simplemente para poner las cosas en su lugar. Una
cosa es que un expositor venga a dar su visión, y otra cosa
que el expositor venga a desvirtuar información o a hablar
de leyes que no conoce.
La ley de educación sexual, a la que nosotros
hacemos referencia que en Tucumán no está vigente, entre
otras cosas garantiza la distribución no solo de la
pastilla del día después, sino de preservativos, de
pastillas anticonceptivas, DIU, con lo cual, el orgullo al
que se refiere también tiene que ver, nos parece, a que no
está de acuerdo con la distribución de anticonceptivos
gratuitos. Por eso Belén estuvo presa...

- Varios señores diputados


hablan a la vez.

Sra. Presidenta (Burgos).- Tengo una pregunta de la


diputada Ferreyra dirigida hacia Beatriz Janín. “¿Qué
piensa sobre obligar a una persona a continuar un embarazo
para luego darlo en adopción?”

Sra. Janin.- He trabajado mucho con personas porque soy


psicoanalista -es mi tarea-, y yo pienso que es de una
crueldad espantosa. Creo que nadie que haya tenido un hijo
en su vientre podría proponer esto.
Me parece, además, que hay una confusión
importante. Yo hablé de la diferencia entre un embrión y un
hijo. La diferencia central es que más allá de que un
embrión tenga vida, una planta también tiene vida y, sin
embargo, podemos arrancarla. No tiene nada que ver un
embrión con un hijo. Cuando uno desea un hijo, y todas las
mujeres que estuvimos embarazadas lo sabemos, empezamos a
soñarlo en realidad desde que lo concebimos, ahí se
constituye como un hijo.
Cuando una nena, una adolescente o una mujer
soporta un embarazo no deseado, lo traumático no es el
después criar ese hijo; lo traumático es el embarazo y el
parto mismo. Ahí está el lío. Me parece que es desconocer.
No somos envases, las mujeres no somos envases. Una abogada
lo planteó muy claramente, no es que tenemos un otro que se
nos metió adentro.
En realidad, un embrión es un embrión -insisto- a
menos que uno lo invista como hijo, no por el hecho de que
sea ya un individuo, sino porque para la madre lo es. Si
no, no es un hijo. Entonces, es mucho menos traumático
perder ese embarazo cuando uno no lo desea, que seguir
nueve meses de embarazo, tener ese hijo para que después
sea arrancado de esa madre. Me parece de una brutalidad
increíble, un acto de crueldad.
Eso es lo que pienso y creo –insisto- que es un
episodio altamente traumático, porque trauma se define,
como dije en la exposición, por dos elementos. Es algo que
uno no pudo terminar de elaborar, de asimilar, de digerir;
es como algo que no se digiere. Pero, además, los dos
elementos, que son dos elementos ligados a la violencia que
llevan a que algo no sea digerible, tienen que ver con que
se extiendan en el tiempo, con que uno no se pueda escapar
de la situación, y con que sea una situación que cae de
sorpresa, como caen todos los embarazos no buscados. Se
planteó muy claramente el asunto que somos las mujeres las
que nos podemos embarazar.
Sr. Presidente (Lipovetzky).- Hay una pregunta para el
señor Chavarría. “Ya que considera que el Estado no debe
financiar la IVE de las personas que lo requieren, ¿qué
opina sobre el financiamiento por parte de todos los
argentinos, creyentes y no creyentes, a una sola
institución religiosa?”

Sr. Chavarría.- Considero, como creo que todos deberíamos


saber, que si lo que se está hablando es acerca de los
aportes a la Secretaría de Culto o a la finalización de
obras que tienen que ver con instituciones religiosas, creo
que el reparto de esos fondos siempre ha sido discrecional
del Poder Ejecutivo y que no tiene para mí ninguna
connotación más clara sobre eso.
Estoy de acuerdo con que el Poder Ejecutivo en su
poder decida sobre las inversiones que realiza en los
diferentes credos y religiones en la Argentina.

Sr. Presidente (Lipovetzky).- Hay una pregunta de parte de


la diputada Schmitt-Liermann para la licenciada Beatriz
Janín. “Si dice que es traumático que una mujer que no
quiera el hijo lo dé en adopción, ¿es porque puede tener
sentimientos de afecto?”

Sra. Janin.- Seguro. Una cosa es un aborto -que además es


lo que se está planteando como proyecto de ley- en el
tiempo en el cual -insisto- eso es un embarazo y no un
hijo. Todas las que hemos tenido hijos en la panza sabemos
que alrededor del cuarto mes una empieza a sentir los
movimientos, empieza a ubicarlo de otra manera.
Entonces, me parece que acá hay una cosa que es
grave, que es hacerle pasar a alguien una situación en la
cual tiene que vivir todo un embarazo, donde pueden
aparecer afectos, afectos diferentes, afectos que pueden
hacer que, efectivamente, en algún momento empiece a sentir
que lo tuvo ya adentro y no se quiere desprender después de
nueve meses, pero también puede aparecer, como ha aparecido
y como muestran casos que han ocurrido, que ese hijo sea
algo insoportable.
Yo dije en mi exposición que he visto mujeres que
intentaron abortar y no pudieron –porque no se lo
permitieron, entre la Justicia, los médicos, etcétera- y
criaron a sus hijos. Las he visto llorar por esa situación
y esos hijos llevan ese peso, pero no solo esos hijos; como
eso es algo que se trasmite a las generaciones siguientes,
esa marca la tienen también los nietos; o sea, hay
cuestiones que me parecen clave en todo esto, que es poder
entender cómo los traumas pasan de generación en
generación, y esto es muy difícil.
En realidad, el hecho de que uno pueda elegir, de
que las mujeres podamos elegir, me parece que sería un
cambio muy importante, pensando en términos de salud
pública, porque me parece que el tema acá es de salud
pública. Ya un filósofo acá planteaba claramente que no es
una cuestión metafísica lo que estamos discutiendo; es una
cuestión sí ética, que tiene que ver con el derecho a
decidir, pero además una cuestión que tiene que ver con la
posibilidad, justamente, de mejorar la vida de las personas
y, en este mejorar la vida de las personas, me parece que
esta ley puede ser clave, no solamente para las mujeres.
También para la descendencia de las mujeres.
Yo insisto en que muchas veces un aborto elegido
permite después elegir ser madre. Esto abre puertas, no
tiene por qué cerrarlas.
En relación a lo que se planteó, acuerdo
totalmente con que los violadores entran por una puerta y
salen por otra. Esto me parece que no tiene nada que ver
con que podamos elegir no tener un hijo cuando no se lo
desea. En realidad, los violadores tienen que ser
sancionados y no porque la mujer aborte no van a ser
sancionados. No son sancionados ahora porque no son
sancionados.
Entonces, hay cuestiones de salud pública.
¿Queremos defender a los niños?

Sra. Presidenta (Burgos).- ¿Puede ir concluyendo, por


favor?

Sra. Janín.- Sí, ya termino. Defendamos a los niños que


están vivos, defendamos a los niños en todos los sentidos,
porque, en realidad, estamos en un país con graves
problemas en cuanto a la defensa de la salud de los niños,
tanto de la salud física como de lo que yo me ocupo, que es
la salud psíquica. Mejoremos eso.

Sra. Presidenta (Burgos).- La siguiente pregunta, formulada


por la diputada Cecilia Moreau, ya ha sido respondida,
porque es la misma que había formulado la diputada
Ferreyra.
Hay una pregunta para la señora Jenny Durán de
parte de la diputada Cristina Álvarez Rodríguez. “¿Qué dice
la población a través de las encuestas sobre la
legalización del aborto?”

Sra. Durán.- Hemos estado siguiendo distintas encuestas


pero para ser un poco más breve, voy a leer una, por
ejemplo, de Sinopsis, que fue hecha a fines de abril.
Sinopsis plantea el siguiente resultado: acuerda
con la legalización del aborto y que se sancione una ley
que habilite la práctica de manera legal, en toda la
población en el total del país, un 58 por ciento.
También lo que es importante destacar es
justamente el tema de las franjas etarias; están de acuerdo
en un 60,3 en la franja de 16 a 29 años; en la franja de 30
a 49 años, está de acuerdo un 53,8 por ciento.
Además es importante destacar las zonas
geográficas que, a veces, tienen influencia pero no tanto.
Mientras que en la Ciudad de Buenos Aires un 70 por ciento
está de acuerdo, en el interior de la provincia de Buenos
Aires un 63 por ciento lo está.
Por otra parte, sobre los bloques mayoritarios
que existen hoy según a quién votarían en las elecciones -o
a quién votaron en las elecciones pasadas-, justamente son
representantes que hoy están acá en el Congreso Nacional,
vemos que, por ejemplo, entre los que hoy votarían al
presidente Macri, está de acuerdo con la despenalización
del aborto un 53 por ciento; entre los que votarían a
Cristina Fernández de Kirchner, un 60 por ciento apoya el
proyecto, y entre los que votarían a Massa, un 53 por
ciento estaría a favor de dicha iniciativa.
Todas estas encuestas están publicadas. La que he
mencionado fue realizada por la consultora Sinopsis.
Además, para dar otro ejemplo, en el PJ -que muchas veces
se plantea como un partido más conservador-, un 58 por
ciento está de acuerdo con el proyecto en tratamiento.

Sra. Presidenta (Burgos).- Agradeciendo a todos por su


presencia, damos por concluida la jornada de la mañana. Nos
reencontramos a las 14 y 45 horas para escuchar a los
expositores de la tarde.

- Es la hora 13 y 6.

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