. - BRONISLAW MALINOWSKY
.. y
.JULIO CE LA FUENTE
2
C. l. E. S. A. S.
El lector se obliga a devolver ..
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este libro antes del vencimiento
del préstamo. l¡
- 7 1.11..1. 2004 1
1 3 O_L i. Z004
ESCUEL 15,OCT. 2004 :STORIA
18 UIC. 2004
. 1 u NOV. 2004
2 6 hlJv. 2004
1 6 JUL. 2011
Moneda o, D. F.
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JULIO '.BA DE
.t'!.N.fl. L-nAN
r.
Consejeros:
Dr. PABLO MARTINEZ DEL RIO
-,rof. JOSE LUIS LORENZO
,f. ROBERTO WEITLANER
i JAVIER ROMERO
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TULIO DE LA FUENTE
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'dencia d~berán ser dirigidos a
'BROPOLOGICA 1
México, D. F. f
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1
ACTA ANT-HROPO.LOGl·CA
Epoca 2 Vol. I No. 2
B,onislaw Malinowsky
Profesor de Antropología en 1a Universidad
de Londres; Profesor huésped del Museo
Bishop en la Universidad de Yaie
1
lulio de la Fuente.
Del Instituto Nacional de Antropología
e Historia de México. ,•
Grabados: Traducción:
F ~ o Marn Antonio Pérez Ellas.
Antonid Q,-dáñez Estopier.
Benito lgksias Silta.
- 4..
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- 5 -.
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Malinowsl'"Y tiene expresiones categórkas sobre sus ob-
jetivos de antropología s_ocial: "es esencial el. interés eri pre-
decir, en planear y en transformar las intenciones en refor-
mas·. La antropología moderna se halla equipada para. esta
clase de trabajo ... " Con sátisfacción anotamos que el autor
reconoce que esté tipo de labor antropológica fue iniciado
por la Revolución Mexicana, diciéndose un: continuador del
enfoque y de los métodos inaugurados por Garoio, en Teo-
tíhuacán y que han sido seguidos y perfeccionados par dis-
tintas dependencias:gubernamentales de México, particul,ar-
mente pór el Instituto. Nacional Indigenista, dirigido por el
Dr.. Alfonso Caso.
Es inexplicable que el calor de la convicción haya lle-
vado a Malinowsky a afirmaciones que deben considerarse
productos de la polémica del momento,. sin que constituyan
elementos permanentes de .su doctrina. Por esa razón deben
tomarse con reservas las criticas que se le han. enderezado..
acusándolo de que menosprecia la historia y . desatiende
las relaciones de las culturas entre s.í. Ya alguien ha.
hecho notar,• que en rigor el trabajo de campo y la elabora-
ción científica de Malinowsky, no son ejemplos de. ant:ihisto-
ricismo, pues está pendiente de la influencia de las supervi•
vendas y de l_as tradiciones, a pesar de lo que . en algunas
ocasiones hubiere dicho. El estudio que ahora publica~
mos contiene manifestaciones del propio Malinowsky, qué
precisan sus puntos de vista sobre el problema deda
historia y que pueden estimarse una respuesta: a algunas
críticas apasionadas que se le habían dirigido: "Co1,1 el oh-
jeto de _eliminar -más que prov9Car- mal .entendidos, _de-
seamos dejar establecido, muy claramente, qué nuestro ene
foque funcional combina el interés. histórico· con la orienta.:
¡;i6n práctica y científica. El método funcional de ningµn
modo se opone a cualquier enfoque histórico legítimo. In-
tenta. ampliar y prófundizar el. punto de vista .histórico., eri
vez
. de.
.
ignorarlo ... " .V.~os
. ' . que este trabajo, índependien-
• R.obert H. Lo'Wie. Idem,
"f\4111 P• OU P:J·t\lLl'l'l'A'l'l'UJ·l\3,IJI HI I 1 1 1 lM f'I 'ti 11• t•.-·tr- na I'• 1w u•••·~
-·· 8..:.:..
tarlo; por lo tual no se incluyen unos apéndices que fonha'-
ban parte de la ·investigación. ·
EL CóMITE :EOITORIAL
: . :'
..
• 1.
-12-
,Q¼ d
centaron la rapidez de nuestro trabajo. Se capacitó muy
pronto para asimilar algunos de los principios teórkos de
la antropología social y de la teoría de la cultura, en lo que
su pasada colaboración con el Dr. Caso demostró haberle
sido muy beneficiosa:.
Mi esposa aportó al trabajo el dibujo de algunos planos
v llevó al detalle un diario durante una de las fases má! in-
t.eresantes de nuestro trabajo de campo: la fiesta de la Vir-
gen de la Asunción ·y la .mayordomía presidida por nuestro
mejor informante, don Manuel Andrés Jarquín, en el pue-
blo de Abasolo. Algunas de sus observaciones independien-
tes sobre el mercado se hallan incorporadas .en el texto, en
especial las que se refieren al trueque en los pueblos de At-
zompa y Ocotlán.
Naturalmente, yo soy responsable por la dirección ge-
nera.! del trabajo, así como por las disEfesiones teóricas y
las interpretaciones. Desearía aclarar aquí, no obstante, ,que
la mayor parte de los problemas· generales fue discutida por
nuestro grupo en conjunto, y los que debían resolverse con
nuevas observaciones fueron formulados en comúri con-·tni
esposa y el Sr. De la Fuente durante el curso de nuestr,os
trabajos. En este punto, también desearía reconocer la pron-
ta y efectiva cogespo~dencia que siempre reci?í. ~el Sr._ De
la Fuente. En el texto se hallan claramente md1cadós los
resultados que se deben especial o exclusivamente a alguno
solo de nosotros. El informe completo, tal como fue dictado
por mí en presencia del Sr. De la Fuente, ha sido cuidado-
samente leído y revisado por él, y han sido incorporadas en
el te.--cto sus valiosas correcciones.
Me agradaría decir, por último, que en ningún otro tra-
hajo de campo -sea en la Nueva Guinea, en Melanesia, en
el Africa bantú, o entre las tribus de Norteamérica- he
encontrado la técnica etnográfica adtual más placentera,
fácil y más fructuosa que entre los zapotecas del Valle de
Oaxaca. Cierta cantidad de informantes, que yo tuve la bue-
..... ti -
na fortuna personal de descubrir, contribuyeron 111ásaLbuen
éxito qlle todos los métodos y trucos del trabajo·de, campo a
la •antigua. · A este respecto desearía mencionar aquí, en
•cspéciál, 1 a'ii:luestro mejor informante,. don .Manuel Andrés
]arquín; también a Don Antonio Sumano, de San Juan Chi-
lateca; a don Raymundo Crespo, de Coyotepec; y a don To-
más '1\.fa.'rtín, deZaachila. La..información obtenida dealgu·
nos•: de nuestros amigos de la ciudad de Oaxáca, 'más o. me-
nos directa ·y científicamente interesádos en Ja vida· indíge-
na, fue de .gran valor orientador. Además del consejo. inte-
lectual recibido dé den Martín· Bazán, ya mencionado, de-'
searía expresar mi gratihtd .·al Prof. Enrique Unda, a dón
JoséZorriHa, al Sr. Fritz Holmy al Sr. Solana y Gutiérrez,
jóveii y ~tudioso historiador español cuyoéconocimiento del
pasado nos fué de gran valor. En fin, pero no en menor gra-
do, d,eseo anotarJa ayuda que nqs prestó, a mi esposa y a
mí, el padre Edward Rickard, por medio de quien pudimos
acercarnos a ,los sacerdotes .católicos de la región ·y ganar-
nos la confianza,, en más de una comunidad, de aquellos in
,dígenas, .que con frecuencia ven· con recelo a los e'xtraños
que tr.atan de recabar informaciones.
B. MALINOWSKI,
Instituto ·de Reláciones Humanas. ,
Universidad elle. :Yale, New Haven, Cqnn, ma,yo de 1941 .. ·
~.14~..
l .. EL PROBLEMA ACTUAL DEL TRABAJO DE
CAMPO EN MEXICO. .
-16-··
Gamio, Redfield y Villa Rojas, en cuanto a considerar los
problemas específicos, teóricos y prácticos, de México.1
El interés genuino y activo en el bienestar indígena es
una tradición histórica de la política mexicana. Para ayu-
dar y guiar a la· parte indígena de la población mexicana,
es necesario conocerla, comprender sus estructuras sociales
e ideas, sus técnicas económicas, y también es bueno estar
en contacto y simpatizar con sus puntos de vista. Todo pla-
neamiento y dirección, especialmente en asuntos que afectan
a la humanidad, debe basarse en el conocimiento. No se tra-
zarían caminos o puentes, ni se construirían fábricas. sin el
estudio preliminar de la situación realizado por científicos e
ingenieros competentes. No se organizan medidas prácti-
cas de medicina preventiva o curativa, o de higiene, sin un
diagnóstico científico, sin trabajo de laboratorio y sin la
traducción de los requisitos prácticos en las normas cientí-
ficas que puedan ser aplicadas.
Lo mismo ocurre en nuestro objeto de estudio. El tra-
. bajo de campo antropológico y sociológico debe estar abier-
ta y definitivamente inspirado por el reconocimiento de que
la ciencia auténtica tiene que someterse a la prueba del áci~
do; esto es, al criterio de aplicabilidad y valor práctico. No
p9rque los hechos sean vitales y constituyan problema~ prác-
ticos, son menos importantes teórica o científicamente. Por
el contrario, la magnitud de un problema, en términos de stt
real y práctico arraigo, en términos de la profundidad con
que afecta a grandes masas de seres humanos, es el índice
1 También nos hallamos en deuda con otros predecesores nuestros en· el
campo. El libro de Elsie Clews Parsons sobre Mit/11. es un almacén de infor•
mación e invaluable al sugerir problemas :ocales e ilustrar sobre. muchas de
las costumbres, ideas e instituciones que prevalecen entre los :ropoteca. Es in•
variablemente un testimonio fiel en asuntos de detalle, aunque en método y pers•
pectiva se halla casi diametralmente opuesto a nuestro punto de vista. Las con•
tribuciones de Osear Schmieder en Thc Settlements of the Mi.re aml Zapotec In•
dians of the SttJie of Oaxaca, y sobre todo, el pequeño libro escrito en <$tilo
popular -pero que contiene algunos sólidos principios científicos sobre método-
por los señores Steininger y Van de Velr!e, títul,.rlo T/,,-e,, Do/lar., ~ Ycar, fue
ron provechosamente utilizados en nuestro trabajo, La obra de W, C. Bennett
y R. Zingg sobre Las Tarahumara, y el trabajo de campo más antiguo de K.
Lumholtz, también pueden ser mencionados en la lista de precedentes im-
portantes.
-·11--
fd-t,t J.¡ m t., id b Uh¡.¡ J'! i,i i 1.1 Z.lU l,i,14i+iH.&H,ilJ, ti: itMlf!
de su interés para el estudioso del hombre.. Este fue el prin-
cipio guiador de nuestra investigad~. Nos . parece, pues,
aconsejable publicar aunque sólo sea ún relato preliminar
del trabajo efectuado hasta ahora. Esto permitirá demos-
trar, una vez más, el cará.cter y la factibilidad del enfoque
y quizá también estimular a algunos de nuestros colegas pa-
ra que discutan problemas afines y los incluyan en sus .tra-
bajos de campo. · .
Con el objeto de eliminar -más que provocar- mal-
entendidos, deseamos dejar establecido, muy claramente, que
nuestro enfoque funcional combina el interés histórico con
la orientación práctica y científica. El método funcional de
ningún modo se opone a cualquier enfoque histórico legí-
timo. Intenta ampliar y profundizar el punto de vista his-
tórico en vez de ig11orarlo. Sobre todo, se propone hacer la
crónica de los acontecimientos contemporáneos de la histo-
ria mexicana. Considera que los sucesos cotidianos en la
vida de los humildes y semieducados indígenas son tan im-
portantes para el historiador como los eventos mundiales
en gran escala en los que la República en su conjunto parti-
cipa. Supone que la crónica de hoy se convertirá en el do-
cumento histórico importante de mañana. Por consiguiente,
se dirige a efectuar investigación histórica en el campo esen-
cialmente científico, en el sentido en que la economía y la
sociología, la jurisprudencia y. el. estudio del gobierno pue-
den ser científicos. ·
Para ofrecer una modesta, aunque clara definición del
término, consideramos que cabe en esta categoría cualquier
investigación basada primordialmente en la experiencia y
en la observación y controlada por principios generales. Es-
tamos interesados en comprob¡¡.r sobre los hechos de nues-
1ra observación algunos principios generales de la economía,
la sociología y· 1a ciencia política, tanto como de la psicolo-
gía. No hemos descuidado la historia en cuanto a testimo~
nios escritos, evidencias arqueológicas, análisis de relatos,
leyendas y recuerdos de los ancianos. Sin embargo, estamos
. plenamente convencidos de que la historia acontece ante
-18-
r
l
j
'
1
¡ nuestros ojos y d¡ que la historia de hoy no debe ser sacri-
1
ficada conscientemente .a la reconstrucción de acontecimien-
i tos pasados sobre la base de fuentes incompletas y por me-
' dio de hipótesis vagas algunas veces. El estudio del presen-
te con el objeto de obtener la más completa visión del pasa-
do, así como guías para el futuro, es nuestra definición del
método histórico correcto. Así, declaramos que no existe di-
ferencia en cuanto al respeto por la historia, como no la hay
entre' el enfoque funcional y cualquier otro interés legítimo.
Al organizar nuestro trabajo de campo, planeado so-
bre la base de un período de visitas consecutivas .a la región,
buscamos un objeto de estudio para comenzar. Deseamos ha-
llar uno cuyos hechos fueran accesibles, públicos, no políti-
cos, no esotéricos, pero significativos para ·el estudio tanto
de los modos tradicionales de la vida ·como de los problemas
conectados con el cambio cultural v eI desarrollo de la cultu-
ra indígena y mestiza. N aturalménte, se escogió el sistema
de mercados eh el Valle de Oa:xaca.
Los mercados de México son felices cotos de cacería
para el turista interesado en la variada y pintoresca mezco~
lanza de gente, objetos y costumbres. Son igualmente inte-
resantes para el antropólogo. Constituyen el· principal me-
canismo económico de distribución; revelan la forma en que
la gente dispone de sus productos y adquiere artículos para
su consumo ; compendia, en suma, la organización económi~
ca de cada distrito y localidad. Desde cada hogar, desde ca-
da poblado y área tribal se concurre al· 1ugar del mercado
en el día de plaza. Miembros de muchos grttpos so,•ales
llevan productos agrícolas, las artesanías de sus talleres, el
producto de una fábrica, una yunta de bueyes, un asno o un
caballo. Se puede estudiar allí la ·gente, los objetos materia-
les y también los valores y las costumbres exhibidos con'lo
en un efímero, dramático, museo del día. Las prácticas y
creencias religiosas pueden ser estudiadas en el templo ad-
yacente que es visitado ocasionalmente en un día de merca-
do. Antiguas costumbres y modos tradicionales se revelan
algunas veées en ciertos artículos prehispánicos como ér me-
·....;.. 19 -
tate, o viejos tipos de cerámica y de vestidos. Usos que no
pertenecen a un sistema económico y desarrollado, moneta-
rio, como el trueque, pueden ser observados; pero, en oca-
siones, el mercado puede ser invadido por las más recientes
importaciones del extranjero. En las inscripciones educatí,-
vas y en las actividades de los servicos de sanidad, el mer-
cado llega a ser el locus y el exponente del progreso. Se pue,-
de estudiar allí algunas de las más antiguas rutas comercia-
les que datan desde los días prehispánicos o comprar perió-
dicos y mercancías que han llegado por ferrocarril desde la
ciudad de México.
En el mercado puede uno conocer a todos los artesanos
del distrito, se da uno cuenta de las industrias locales o fo-
ráneas que alimentan el distrito, y sobre todo, uno puede co-
nocer a la gente de los poblados circunvecinos o de las tri-
bus lejanas que llegaron primordialmente como jefes de fa-
milia y productores agrícolas. El conocer a tales personas
en el mercado conduce directamente a los hogares, a las mu-
nicipalidades, y también al estudio de la agricultura, de la
ganadería y de la tecnología de los talleres y de las fábricas.
En el me:cado mismo se estudia de primera mano el prin-
cipal mecanismo de distribución; pero se aprende mucho so-
bre otras formas de intercambio y transacciones colatera-
les. Por último, .el mercado es el lu«ar donde grandes grupos
de consumidores compran prácticamente todos los satisfac-
tores de sus necesidades económicas, y la mayoría de lo1'
consumidores del distrito. adquieren por lo menos parte de
sus abastecimientos. Al comenzar por el mercado, uno es
llevado inevitablemente a los problemas.. del consumo do-
méstico y municipal. En resumen, es un lugar donde es· mu-
cho más fácil tomar el pulso económico de la región, y des-
de el cual pueden seguirse las corrientes de sangre de la vi-
da económica que entran y salen. Habiendo así escogido la
región de Oaxaca -arqueológicamente famosa por las re-
cientes investigaciones del Dr. Alfonso Caso--, intentamos
complementar su trabajo, de modo etnográfico, al comenzar
J,Or el sistema de mercados_ en el Valle de Oaxaca.
-20-
1 2 3 4 6 6
LUNlllS
~
MARTlilS TOTOLAPA ATZOMPA
(mero trueque l
.
VIERNES
~Q OCOTLAN
SABADO
DOMINGO.
OAXACA
En la. maílana (
;
¡¡¡,
TLACOLULA HUIXTEPEC CACAOTEPEC
con&eeuencla del SAN ANTONINO TLACOCHA.-
mercado anterior SAN PEIDRO HUAYA
en Oaxaca.. APOSTOL
OCOTLAN
EJUTLA
ETLA
SAN ANTONINO
2. EL VALLE Y SUS MERCADOS
- 21 -
gunas de sus partes son más fértiles, especialmente las que
están mejor abastecidas de agua o saturadas de ella por na-
turaleza.
Cultural e históricamente, el V aile ha sido, así, centro
de control político, de comunicaciones y rutas comerciales,
. y asiento de antiguas culturas prehispánicas. Los descubri-
mientos recientes del Dr. Caso, así como trabajos arqueoló-
gicos anteriores, han expuesto los remanentes de viejas ci-
vilizaciones, sobre todo la zapoteca y la mixteca. En ver-
dad, toda el área se halla salpicada de montkulos y túmulos
·que atestiguan las actividades .anquitectónicas de los habi-
tantes prehispánicos. En cuanto a la etnografía, se tienen
que considerar por lo .menos 3 grnpos principales, puesto
que se encuentran representativos de ellos en más de un
mercado: los zapotecas, los mixtecas •:y los míxes. Respecto
a Ia población nueva, en especial la urbana, se hallan los
mestizos; esto es, los verdaderos mexicanos, quienes casi
de modo invariable blasonán de sangre india tanto como de
española; los inmígrantes espafioles, en la primera o segun-
da gerieración, que desempeñan 1,m importante papel eco-
nómico en la zona; y muy pocos extranjeros, como sirios,
'griegos e italianos, y uno o dos álemanes y franceses, dedi-
cados principalmente. a los negocios en gran escala. La mayo-
ría de los empresarios norteamericanos e ingleses se reti-
raron durante los años de la Revolución y de las reformas
económicas que la siguieron.
Históricamente, no es necesário ir más allá del hecho,
bien comprobado, de que el Valle era el centro de las unida-
des políticas integradas por los zapotecas, quienes se halla•
ban en guerra con los señoríos· mixtecas, de modo q11e la
supemacía pasaba en ocasiones de unos a otros. Las capi-
tales más importantep fu:eron, quizá, Teotitlán del Valle y
Zaachila, las cuales se hallan reducidas hoy a poblaciones
de segunda o de tercera categoría. Todavía son muy popu-
losas, con industrias y comercio propios. Mitla, situada ha-
cia el sureste de la cuenca, fue el centro del culto mortuorio
y religiosode .la región, hecho éste todavía atestiguado por
irrtponentes ruinas de templos y tumbas que se encuentran
en el lugar. En la épóca de la Conquista, por las rutas de los
aztecas invasores, los españoles ocuparon Qaxaca en 1522.
La ciudad se transformó en capital de la provincia y en obis-
pado, y pronto ·adquirió alguna importancia comercial. Des-
pués de la ~ndependencia, llegó a ser la capital de uh ·Esta-
do, y durante· corto período, fué unidad política soberana.
El encanto de la: campiña, la fertilidad del' suelo y; la· situa-
ción predominante de la zona son confirmados por el hecho
de que Hernán Cortés, el conquistador de México, escogió
el título de marqués del Valle de Oa.c"l'.aca y recibió grandes
'latifundios' en esa región. ·
Los indígenas zapotecas tienen bien merecida fama por
su talento comercial y avaricia económica. Son capaces de
defender lo suyo contra lbs mestizos; en cualquier parte de
1a República, al parecer, los zapotecas educados prosperan
en el comercio. También se obsérva que donde pocos iapo-
técas se juntan para una fiesta, o 11na corrida de toros pue-
blerina; o aun para un gran funeral o una ceremonia matri-
monial, surge un pequeño mercado. Algunos amigos indí-
genas relatarían con mucho contento -y con apasionado
·interés inconfundible- como obtuvieron uná ganancia ne-
ta de unos $5.00 ó $6.00, al vender una pequeña cantidad
de juguetes y cacharros de barro que llevaron- por· tren a
Puebla y México. Si se desea acuñar un neologismo en· la
jerigonza combinada del psicoanálisis y de la publicidad, se
podría hablar de la "líbido comercialista" de los zapotecas.
Pero no se quedan mny atrás de ellos sus otros compañeros
en los mercados del Valle. Los mixtecas de la sierra nor-
occident~i son tan' buenos vendedores de sus artesaníás co-
mo productores de cerámica, sombreros de palma y otros
artículos. Estas afirmaciones no tienen la intención de de-
mostrar que los pobladorés de la zona estudiada son los úni-
cos buenos mercaderes en la República. Sin embargo,. debe-
rían realizarse en otras zonas observaciones similares, ple-
-23-
nanrente doc11menta<las y traducidas en hechos evítferites,.
para que pudiera hacerse una· comparación valedera.
Los merc~dos del Valle ofrecen claro testimoflio de las
habilidades comerciales de los habitantes. En el .presente,
tales mercados muestran todavía gran vitalidad, lo cua:'i
también se comprueba por los archivos de 1.a iona: qu~ aún
se conservan. Excepto la ciudad de. Oaxaca, mu.ch.os de'los
poblados tan sólo son conchas vacías forn;i,;¡;das pqr grandes
edificios de piedra, espacios abiertós. y .ámplias calles qué
lle llenan y animan en el día de mercado .. Entonces, en este
día, el pueblo acoge una población temporal 4 ó S veces má.s
grande que la normal; llega a ser el escenafió de abigarrada,
efervescente y extensa actuación de .cambias y _comercio.
Todos los medios .de comunicación se i:ntensifican en ese
día. Los trenes locales que funcionan, somnolientos y va-
cíos, 2 ó 3 veces por semana en el día de roercado, .corren
llenos de gente y de mercancías hasta desbordarse. Los ser,-
vicios de camiones, multiplicados por 4 .ó.,5 en número. de
unidades, llevan hasta el centro .del mercado á gente .de los
poblados vecinos y de otros más lejanos,' incluso. de la capi-
tal del Estado. Los caminos y yeredas se llenan de personas
oue se dirigen al mercado a pie, en buri;os. y caballos .o 'en
carretas de bueyes. Los pa.tios y los pórticqs de los mesones
se pueblan de multitudes y de asnos, caballos y mercaderías.
Al parecer, algunas plazas han declinado un poco; otras
han desaparecido; pero surgen nuevos i:nercados. Sitios co-
mo Zaachíla y Ocotlán muestran evidenté incremento en
sus actividades.
En día de mercado, en medio del abig.:i.rrado movimien-
to de la.plaza, el observador recibe una fuerte ím_presión de
gran vitalidad e intensidad concentradas. El mercado no es
ruidoso ni estridente. Los procedimientos. son ordenados y
la gente tra,.,quila. Al contrario de lo que ocurre en otras
zonas de la República, los mercados de Oaxaca no se llenan
de gritos, no se cantan pregones, ni han aparecido en ellos
todavía los magnavoces u otros mecanismos contemporá-
neos para hacer ruido. Sólo algunos vendedores de medicinas
de patente y voceadores de periódicos locales o de México,
D. F., gritan aquí y allá, ocasionalmente, y más o menos sin
escándalo. Un amigo nuestro que había trabajado antes en
los Estados de V eracruz, Jalisco y Guerrero, se quejaba de
ello. "Las plazas de aquí están muertas --decía-. No pue-
do vender mi mercancía. Me gusta gritar y llamar a la gente
a mi puesto".
El ritmo del mercado es lento e intenso, premeditado y
ordenado. Los clientes caminan buscando los artículos que
necesitan; se detienen, examinan el puesto, y si les atrae;
comienzan a negociar. Una ley no escrita impide que otros
vendedores se entremetan y empiecen a hacer ofertas de
competencia o a distraer al comprador. Sólo cuando el trato .
termina o llega a un impasse pueden _hacerse otras ofertas o
exhibirse nuevas mercancías ante el comprador. En ocasio-
nes, el vendedor llama en voz baja: "¡Marchante! Mire;
venga aquí. ¡ Yo tengo lo que necesita I" En general, tan s6-
lo se sienta y espera. ·
El escenario típico de una parte '1.el mercado consiste
de 2 filas de puestos -una de cada lado del camino--, gru-
pos de pie cerca de ellos y una corriente de gente que se
mueve entre los puestos en ambas direcciones, a ratos hecha
nudos e incapaz de proseguir. En medio de todo ello, los
suaves, humildes y bondadosos modales de los indígenas
evitan los empujones, las reyertas y cualquier clase de dis- ·
turbios.
Al principio, el etnógr'-l.fv se pierde con facilidad y el
trabajo de campo en un mercado de ningún modo resulta
fácil. La dificultad estriba en el caos general del cuadro,
combinado con la apabullante simplicidad de cada transac-
ción concreta. Los árboles de ese caos impiden ver el bos-
que. La trivialidad y el objetivo inmediato de cada acto per-
1 sonal interrumpen cualquier desarrollo pleno de los proble-
¡ mas y en cierto modo paraliza la observación.
-25-
1
···••-<-••·····--· ...... "]
·'-• 'l6-
se presencie más de una ·transacción. Cuando se produce,
uno anota el precio -que es. registrado oficialmente por un
inspector municipal- y el trabajo ha terminado. En el roer-.
cado de maíz -que invariablemente es el más animado-
se vende medida tras· medida. Uno distingue entre las muy
pequeñas cantidades exhibidas por algunos vendedores y el
puesto grande obviamente manejado por un reg,atón (re-
vendedor). Y aquí termina el relato.
La tarea parecerla sencilla. Uno debe revisar sus no-
tas; efectuar un inventario muy completo de los varios ne-
gocios; ofrecer una impresión vívida del aspecto, del movi-
miento y aun del olor del mercado; mostrar la mescolanza
de mercancías y de tipos, el ir y venir de la gente, e ilustrar
todo ello con algunas fotografías.' ·
Sin embargo, una vez que los datos así anotados han
,:ido revisados cuidadosamente, uno ve que apenas se está
en el principio de la tarea. Comienzan a surgir algunos pro-
. blemas verdaderos. Primero, tal vez se plantea la cuestión
de cómo domar y enjaezar la complejidad de detalles, de
impresiones iniciales y los datos en bruto de las primeras
observaciones. Para hacerlos manejables, significativos, y
sobre todo, para relacionarlos unos con otros, es necesario
transformar el cuadro caótico en un documento utilizable.
Se aplica aquí el viejo principio de "documentación por me-
dio de pruebas concretas" en forma de plaoos, diagramas y
computaciones numéricas":•
• Un muy buen ejemplo de tan excelente observación de un mercado,
aunque "a primera vista'", se encuentra· en el libro de la Dra. E. C. Parsons
sobre Mitla, donde también hay interesantes datos acerca de las jornadas co-
merciales en la región, los cuales hemos utilizado y reconocemos aquí con gra-
titud. Sin embargo, la Dra. Parsons, quien al parecer está convencida de que la
tarea de un investigador de campo consiste en "colectar hechos", no ha tratado
de relacionar funcionalmente sus observaciones -ni aun de seguir las líneas de
importancia económica y sociológica- con todas las implicaciones en ellas con-
tenidas.
• Véase Bronislaw Ma!inowski, Arganauts oj t!w Westem Pacific, 1922,
especialmente el Cap. I, seciones 5 y 8, donde fueron formulados por vez pri-
mera los princit)ios del método seguido en este estudio. El método de la docu•
mentaci6n concreta ha sido desarrollado con mayor amplitud en Coral Gardens
and their Magics -1935, 2 Vol.-, del mismo autor, e ilustrado con muchos
planos, mapas, diagramas, cuadros de pruebas y computaciones cuantitativas.
···-~. -27-
Después de que la complejidad caótica del mercado ha
sido reducida así, a documentos manejables, se puede co-
menzar la tarea teórica de asimilar la evidencia.. Los
hechos tienen que ser relacionados, esquematizadas las im-
plicaciones, y el etnógrafo debe ver a dónde y qué tan lejos
lo Uevan sus datos del mercado para atishár tras las esce-
nas de lo que allí sucede. Los detalles de los ejemplos apun-
tados, a primera vista simples y sin consecuencias, adquie-
ren significado y conducen a nuevos problemas; Tómese a
la vendedora de queso. Vende sus trozos a 5 centavos. Para
calcular su ganancia no _basta con lo que ella dice. Es nece-
sario investigar dónde compra su queso y cuánto paga. Sur-
ge una pregunta más: ¿ por qué ella es tan útil en el mer-
cado? ¿ Hay verdadera necesidad de revendedor? ¿ Por qué
el productor no se presenta personalmente? Otra vez resul-
ta un poco difícil comprender cómo una mujer, aunque an-
dana y modesta, puede vivir con los 75 centavos o $ 1.00
que percibe durante el único día de mercado en la semana.
Así, uno es llevado a investigar sobre su posición social y
algún otro ingreso que pudiera tener, aparte .de sus ganan-
cias en el mercado. En este último caso, como en muchos
otros, dicho sea de paso, se hallan muchas personas que en
realidad viven éon sus familiares y de ese modo son sosteni-
1las, las cuales añaden algo más para su subsistencia con vi-
sitas ocasionales al mercado. ·
Si se observa más cuidadosamente a la clientela de esa
vendedora, los campesinos e indígenas más pobres, con sólo
sumar las ganancias de éstos en un día de mercado se descu-
bre que también ellos son casos marginales y que viven en
el umbral de la mera existencia. Para comprender su papel
en el mercado, también se tiene que investigar qué es lo que
ellos producen, por qué asisten al mercado -algunas veces
desde grandes distancias- y qué nivel de vida tienen en sus
hogares. Los mercaderes profesionales menos pobres tam-
bién presentan problemas que surgen del análisis de lo que
en verdad han estado realizando en sus negocios. Asimismo,
-28-
ellos tienen que subsistir con el par de pesos ganados duran-
te un día. Encontramos algunos de ellos que recorrían toda
la región y asistían prácticamente a todos los mercados. Es-
to arroja alguna luz sobte la naturaleza del asunto. Sin em-
bargo, es necesario escudriñar en la contabilidad de su co-
mercio tanto como en sus presupuestos personales relativos
a sus niveles de vida. De este modo, mientras más se pro-
fundiza en los datos' iniciales, más directamente conducen
a problemas de naturaleza económica o social, de utilidades
~, niveles de vida, a detalladas investigaciones sobre costos
de transportes, clases de víveres y consumo.
Otra observación que el etnógrafo pronto advierte con-
siste en que el mercado rebasa sus más estrictos y estrechos
límites. Después de terminar sus tratos de mercadeo, los ín-
dtgenas van a las cercanas tiendas de víveres o de textiles.
o bien se sientan en grupos bajo algún pórtico y comen al
aire libre los alimentos que en parte trajeron consigo y en
parte compraron en el mismo mercado. Algunos entran en la
iglesia, rezan, ruegan, se frotan el rostro, el cuello y la ca-
beza con los ramos de flores del altar, benditos ya por su
contacto con la divinidad
Esto trae a discusión dos líneas colaterales de investiga-
ción teórica. En primer ténnino, se advierte que el mercado
es primordialmente un mecanismo económico. Surge así el
problema de hasta qué punto la mayoría de los participantes
asisten a él sólo o en gran medida por motivos económicos.
Esto llevó a dos rutas de estudio:
i i 1,
complejo contribuye al mantenimiento de un individuo o de
un grupo, ese acto tiene su lado económico.
2) El. desbordamiento del mercado hacia otras institu-
ciones 'colindantes fuerza al etnógrafo a buscar el contexto
de sus observaciones y a relacionarlas con todos los factores
que influyen, en primer lugar, sobre los tratos comerciales.
El estudio de las facilidades y costos de transporte, la inves-
tigación de la organización y funciones de los mesones; del
papel subsidiarip -e importante al mismo tiempo- de las
tiendas; todo esto .son materias sin cuvo estudio resulta in-
completa la descripción de un mercado. Incidentalmente,
para este trabajo hemos trazado planos y tomado fotogra--
.fías de tales factores y actividades colaterales.
Al relacionar dos establecimientos comerciales con el
mercado, se plantea el problema de por qué en éste último se
efectúa la mayoría de los tratos comerciales. Las observa-
ciones minuciosas sobre la conducta de los indígenas en una
tienda, comparada con la que guardan en el mercado, per-
mitieron anotar interesantes conclusiones. Aún mejores da-
tüs aportaron las pláticas directas con algunos participantes
en el mercado tomados al azar, pero sobre todo con varios
de nuestros mejores informantes. Como sanos "investiga-
dores de la conducta", en sentido etnográfico, nos percata-
mos de que el habla es también un sistema de conducta, y de
que cuando ésta se relaciona con acciones colaterales bien
comprobadas por investigadores posteriores, puede llevar a
conclusiones que un "investigador de la conducta" dogmáti-
co puede perder. Obtuvimos mayor luz sobre muchos pro-
blemas de la previsión y conducta indígenas una vez que,
después de gran cantidad de. experiencias directas, se discu-
tieron las conclusiones del estudio con algunos hombres y
mujeres, quienes -aunque campesinos zapotecas y personas
de humilde posición en la vida- podían ofrecer claros, con-
fiables e inteligentes comentarios sobre sus propias activi-
dades y las de· otros. Nuestro amigo Manuel, de Abasolo,
nos relató -con frecuencia en detalle y con sano sentido del
-ao-
humor- algunos de sus propios negocios, incluso triquiñue-
las y pequeños fraudes; había actuado como agente de un
acaparador de maíz en gran escala; ha asistido a la mayoría
de los mercados, perdido dinero con frecuencia, y del mismo
modo, ha sido capaz de conducir con buen éxito tratos difí-
ciles. El y varias otras personas -cuya confianza y, casi
puede decirse, amistad,, ganamos- aportaron hechos tan
ilustrativos como dignos de confianza, puesto que fueron de-
bidamente comprobados.
En esta forma, la masa inicial de impresiones, de datos
discordantes y declaraciones, poco a poco fué clasificada, do-
cumentada y traducida a problemas de economía, control
social, ideología indigena, y de gustos, preferencias y valo-
res de los habitantes del Valle y de las sierras circundantes.
Por grados, fuimos capaces de establecer diferenciaciones
entre grupos sociales de productores, consumidores y comer-
ciantes. Logramos clasificar mercancías respecto á fa pro-
ducción primaria, a los fabricántes indígenas, a la:s artesa-
nías tradicionales y a las importaciones. Llegó a ser posfüle
concentrar más plenamente la atención en artículos tales
como el maíz --que determina el nivel de precios en el mer-
cado- y otros importantes bienes de consumo como vege-
tales, carne, pan y utensilios de barro. Los datos concretos
pueden encontrarse en las secciones que siguen.
En el fondo aparecía el problema relativo a la función
integral del mercado. En un principio, muchas apreciacio-
nes fáciles y superficiales se nos ocurrían o nos eran suge-
. ridas por algunos de nuestros informantes más "intelectua-
les" de la clase educada. "El mercado es una supervivencia.''
"El mercado gusta a los indígenas." "Es más barato com-
prar en día de mercado.'' Los hechos demostraron la inefi-
cacia de algunas de tales respuestas y los razonamientos
descubrieron la vacuidad de otras. Pronto se evidenció que
los indígenas o campesinos nunca iban al mercado a diver-
tirse o por motivos semejantes. Van. al mercado a concluir
negocios. Al comparar la conducta de un pueblerino común
-:u-
en una tienda y en el mercado, por medio del estudio en de-
talle y de la interpretación de los indígenas, pronto se halló
que en el mercado goza de facilidades altamente estimadas
que colocan las transacciones a la altura de los hábitos tradi-
cionales, no sólo en cuanto al acto inmediato, sino también
respecto a su papel como productor, comprador o consumidor.
Poco a poco se llegó a la conclusión ~uyos datos básicos
se ofrecen en las páginas sigmentes-· de que el mercado es
· indispensable como mecanismo combinado. para la adquisi-
ción conveniente de poder de compra y como un extenso em-
porio que reune gran variedad de artículos, con la facilidad
de ~scogerlos, para cubrir las ne~sidades de los indígenas.
La función del mercado se halla estrechamente relacionada
con la miserable e..x:istencia de los indígenas más pobres; y
también con el exiguo presupuesto a corto plazo de la mayo-
ría de los habitantes de la región, lo mismo citadinos que
pueblerinos o indios montañeses. La .corriente regular de
.limitado ingreso de mercancías de los productores y el corto
alcance de la demanda de los consumidores se combinan para
hacer del mercado, en el Valle, un mecanismo bien ajustado
para satisfacer la mayoría de las necesidades económicas de
los participantes. En cuanto se refiere a otras funciones re•
lacionadas, también se encontró que el mercado es el instru-
mento principal para establecer niveles de precios en la;;
subsistencias, sobre todo en el maíz, pero asimismo en el ga-
nado, los vegetales y la carne. El mercado todavía es el me-
jor medio para que el comprador en gran escala adquiera
las mercancias que desee acaparar, y obtengan así, él y sus
muchos agentes y los intermediarios independientes, la ma-
yor parte rle sus ingresos.
-32-
3. LOS MERCADOS DEL VALLE EN SU
INTERDEPENDENCIA ECONOMICA
Y CULTURAL
- 34 -
dir que los límites exactos del sistema todavía no han sido
establecidos plenamente hasta, este momento de la investiga-
ción. Sería necesario, de modo· especifico, realizar más in-
vestigaciones hacia el norte de Etla y hacia el sur de Ejutla,
con el objeto de definir, en realidad, dónde comienza a des-
vanecerse en la insignificancia la influencia de la capital del
Estado y de sus. zonas adyac·entes.
La ciudad de Oaxaca, centro del sistema, abastece a
sus. propios habitantes -poco más de 30 000--, por esto no
sólo se tiene allí el gran mercado semanario del sábado, si-
no mercados cotidianos en los principales establecimientos y
en tres más adicionales. De estos mercados dependen también,
en forma primordial, los poblados vecinos. En cuanto a las
regiones del interior, Oaxaca es importante para todas las
adyacentes. En la ciudad se encuentran indígenas de la Sie-
rra de Juárez, hacia el Norte; de las montañas del Mixe;
de las extensas áreas etnográficas de las Mixtecas; y de las
montañas occidentales donde hay pocos poblados de zapote-
cas, pero habitadas por una mayoría de mh..-tecas. Oaxaca es
también liga principal de cónexiones con el mundo exterior
por medio del ferrocarril, del telégrafo, de los teléfonos y
aún de lineas de aviación. Allí convergen las antiguas rutas
históricas y prehistóricas que conducen al Istmo de Tehuan-
tepec, a Puebla vía Huajuapan y a los distritos de Pochutla
y Juquila en el Sur y el Oeste. Así, Oaxaca controla de mu-
chos modos toda la región; es decir, en cuanto al interés es~
pecífíco de este estudio, todo el sistema de mercados con sus
zonas de influencia, aledaños y sus más distantes fuentes de
abastecimiento. Sin embargo, no monopoliza el sistema.
Ocotlán tiene primacía en el control de su vecindad inmedia-
ta que es importante por su producción de maíz, vegetales y·
ganado, y también a través de las empresas comerciales de
algunos de sus poblados, desde los cuales se efectúan muchos
de los largos viajes de comercio.
Asimismo, Ocotlán es el puente hada los distritos del
Sur y liga los otros mercados del sistema directamente con
-35-
m,
Ejutla; y a través de éste, con Miahuatlán y la región de
Pochutla. En la zona de Ocotlán, el ganado no sólo es traí-
d0 del Sur y del Sureste, sino que puede ser engordado me-
jor en ella. En conjunto, goza la reputación de ser el merca-
1
do más barato de maíz, ganado y muchos productos vege-
¡
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tales..
r
!¡
donde son llevados al mercado muchos productos de la Sie-
rra de Juárez.
11 Etla tiene una fértil, pero limitada vecindad, en la cual
se cosecha maíz y trigo en gran medida. Es famosa por su
i! pan y sn industria quesera. Integran su zona exterior de
í
influencia partes del norte de la Sierra <le Juárez y la vasta
1
región de los mixtecos, quienes asisten a ese .mercado con
tanta frecuencia como al de Oaxaca. La relación exacta en-
tre Etla y la parte norte del Valle -·sobre todo con los mer-
rBdos de Huitzo y Telixtlahuaea- constituye uno de los
problemas que deben ,ser resueltos en nuestro próximo tra-
ba jo de campo.
Los dos mercados vecinos de Zaachila y Zimatlán se
encuentran en un fértil distrito, con drenaje natural, famo-
so por su caña de azúcar, sus frijoles, muchos vegetales y
flores, además de que se halla bien abastecido de nueces que
crecen en las laderas bajas de las montañas cercanas. Los
indígenas que asisten a estos mercados desde las tierras al-
tas, pertenecen a un pequeño grupo de poblados zapotecas
-uno de los cuales ha sido descrito por Steininger y Van de
Velde en la obra ya citada- y también muchos son mix-
tecos.
-36-
J
j
,,•l'
De paso, la terminología aquí adoptada, en la cual se
níencionan con frecttencia las palabras "aldeano", "campe:.-
sino" e "indígena" o "indio", no pretende referirse a dife-
renciación racial o cultural alguna. El término "aldeano" es
usado en oposición a ':citadino' y abarca, así, a todo habi-
tante de un distrito rural. El término. ''indígena" o ."indio''.
puede ser aplicado a cierta cantidad de pueblos del Valle
donde se habla la lengua vernácula y existen algunas carac-
terísticas culturales del grupo zapoteca. Con el propósito de
contar con algunos sinónimos, se hicieron las siguientes dis-
tinciones que se refieren al carácter ocupacional de los ha-
.bi tantes: "aldeano" significa habitante de cualquier comu~
nidad rural; "campesino", el nativo del Valle dedicado a los
menesteres agrícolas típicos o a la artesanía tradicional de
su comunidad; "indígena" o "indio.,es elmiembro de lasco-
munidades más ddinidamente tribales, un t¡mto menos .avan-
zadas y económicamente más atrasadas, .de las sierras ad-
yacentes.
-37-
imágenes han tenido que pagar mh por ei mismo. Er, con·
junto, la despiadada guerra aérea de los nazis, y contra los
nazis, ha beneficiado a los nativos de Ejutla y sus distrit0s.
Ofrecida así una breve caracterización de cada centro,
distrito y zona exterior de influencia; y una vez mostrado
cómo las diferencias conducen .a la interdependencia, y a
través de ésta, a la unidad en sentido territorial, se puede
pasar a examinar el elemento tiempo. Los días de mercado
en la región siguen una rutina semanaria, y aunque dos de
ellos se sobreponen -según puede observarse en la tabla
adjunta-, éstos se encuentran a alguna distancia uno de
otro. Este ciclo de rotación semanaria establece -se insis-
te- una interdependencia definida. Los precios que se apli-
can cierto día en un centro de mercado importante, pueden
influir -e influyen- sobre los que aparecen en los siguien-
tes días de mercado, sobre todo los precios del maíz, de las
verduras y de las frutas. Por esta razón, más de un merca-
der o agente comercial hace un negocio lucrativo al visitar
varios de los mercados semanarios. Desde luego, los miérco-
les tienen que escoger entre Etla y Zirnatlán, y los jueves
rntre Zaachila y Ejutla. Pocos también realizan un ciclo
completo, sino sólo de miércoles a domingo, debido --como
puede verse-, a que los lunes y los martes no hay merca-
dos de alguna importancia en la región. Un aldeano de cual-
quier vecindad tiene la oportunidad, tma vez por semana
-de hecho más de una vez, puesto que generalmente vive
entre dos pueblos con mercado-,-, de proveerse de dinero al
vender y de mercancías al comprar. De nuevo, es fácil de
advertir aquí cómo el ciclo semanario integra el sistema. Se-
gún se verá en ciertas mercancías, el especulador interme-
diario o comprador en gran escala sigue el movimiento de
los precios aun en los mercados más pequeños, en realidad
para prepararse a intervenir en los principales, y calcula
sus negocios sobre esa base.
Si se observa la tabla, se advierte la distribución de
varios centros estudiados, según el día de la semana, y las
diíerentes categorías de mercados definidas según el tama--
íio de éstos, el volumen de las transacciones y su importan-
cia relati:va dentro del sistema. Oaxaca es, sin duda, el mer--
cado principal. Ocotlán y Tlacolula son los dos mercados
regionales más importantes. La distinción entre éstos y los
cuatro enlistados en la categoría 3 se comprueba también
por el hecho de que el último de ellos se sobrepone. En la
categoría 4 se observa que el día domingo hay uimportan-
tes" mercados menores-, no sólo en algunos lugares que ca-
recen de mercado en. otros días; sino en pueblos que lo tie-
nen y cuentan, además, con un día especial de. mercado. En
la ciudad de Oaxaca, los domingos rx>r la mañana, se tiene
una viva resaca como consecuencia de la actividad del día
anterior, que es el principal día de mercado. Cierta cantidad
de pueblerinos, sobre todo los que llegaron de las más remo-
tas regioµ.es, pasan la noche en la ciudad, van a la iglesia
en la mañana, después hacen sus compras y marchan hacia
sus hogares. También en domingo, muchos habitante_s de
Oaxaca prefieren hacer sus compras --que son mayores
que entre semana- y no en el día sábado,
No se ha m~ncionado aquí un fenómeno que se observa en
varíos pueblos; y que consiste en dos o tres puestos donde ge-
neralmente se vende pan, frutas y dulces, los cuales se colo-
can por la mañana frente a la iglesia, en el sitio principal
del pueblo. El mercado de Atzompa, que se caracteriza por
i!us transacionesc de trueque, ha· sido enlistado en. una ca-
tegoría especial. Si se observa el curso de los acontecimien-
tos en cualquier pueblo de mercado, desde la tarde.anterior
hasta la mañana siguiente al día de mercado, se advertiría
una secuencia típica. Por ejemplo, en la tarde de los jueves,
en Ocotlán, comienza• a producirse un influjo gradual de
gente. En cuanto a mercancías, se observa que son traídos
primero los artículos necesarios al mantenimiento de las per-
sonas y de sus bestias de carga: grandes carretas cargadas
de forraje,. de alimentos para ser cocinados o vendidos cru-
dos y de frutas para consumo inmediato. También hay un
-39-
infl~jo de .personas que llegan desde grandes distancias,
desde las montañas y las regiones exteriores hacia el sur
del Valle, quienes con frecuencia arriban muy temprano por
haber recorrido las distancias más aprisa de. lo que calcula-
ron, o porque desean descansar después de tan lar:ga jorna-
da. Otro tipo de viajante tempranero es el intermediario
--reg(1t6n- de Oaxaca, que tiene prisa por comprar de los
nroductores, rápido y barato, para revender en el mismo mer-
cado o llevarse las mercancías a otra parte. Algunos mer-
caderes que. almacenan sus existencias.. durante la semana y
sólo las exhiben los viernes, llegan en la tarde del día ante-
rior con el objeto de hallar un buen sitio. En la noche del
jueves, algunas de las hospederías se encuentran parcial-
. mente llenas, activos los puestos de comida en el mercado y
algunos vendedores de fn1tas que extienden sus mercan-
cías. El mismo cuadro se obtendría en cualesquiera otros
mercados, tales como Tlacolula, Etla o Zaachila,
En Oaxaca se tiene un tipo similar de fenómeno, sólo
que en escala más grande. A la ciudad llegan muchos pro-
ductores, durante la tarde o la noche del viernes, con el de-
seo expreso de vender rápidamente sús productos a los in-
ténnediarios para regresar de inmediato a sus lugares, qui-
zá después de hacei;- algunas compras en la mañana siguien-
te. En Oaxaca también es muy grande el contingente de in-
tennediarios, grandes compradores y exportadores. Estas
personas recorren los hoteles y hospederías con el objeto de
comprar toda la existencia de hojas de palma en bruto, gran-
des cantidades de maíz, legumbres, huevos o carbón, y aca-
parar las mercancías para manejarlas en gran escala.
En ocasiones, los indígenas también llevan pequeñas
cantidades de ·oro que tienen que ser vendidas en secreto, lo
cual se hace en un apartado mesón los viernes por la tarde
o por la noche.
El mercado principal que se efectúa al día siguiente, sea
en Oaxaca o en cualquiera otra parte, también sigue una ruti-
--40-
na. definida. Lo.s p~estos .de mercancías duraderas como te-
·1as, vestidos, ·réboi:o~, artícttlos de cuero y cáñamo, abren un
poco más tarde· que los demás y permanecen activos hasta
que el mercá4o decae gradualmente por la tarde o la noche.
El ri.tmo diario del meréado afecta, en primer lugar, las
n:íeicalidas. perecédetas; los céreales, -sobre todo el maíz--,
las legumbres! las flores, las frutas, y desde luego, los ali-
mentos cocinados p:1ra consumo inmediato. El mercado del
ganado, donde se venden caballos, burros, cerdos y aves, co•
mfonza temprano y se disuelve pronto, poco después de me-
dio día. ·
' ,·
.-. 43~
maíz, de octubre, y cuando las influénciás cultural~s 'más ·
i~ortantes, en especfal las .·religiosas, intensifican el mer- l
cadm El día de Todos Santos, la Navidad y el Año Nuevo, l
la Semana Santa y las Pascuas, son estimulantes del níer.:: ,¡
cado. Algunas de. las meioi;-es jestividaqes. ~n 1'lacolula, en
1a mism;l ciudad de Oa:xaci y en :Etla se ce1ebrán dentro de
este período, Todas ellas son ocasiones para: comer y S9bre~
alimentarse, para vestir nueva indurneritaria y pahi d1stri-
huir regalos en.tre los amigo~ yjugu~te~: a lbs niñot Más
concretame11te, en ~aval,· Año ,Nueyo ,Y. Pascuas, . tállto
como_ en ~l Día de Muertos y en Todos Santós> muchas rrler-
cancías tienen .que ser compra,das para las cel,ebradones.
Aún prevalece .la costumbre de cánibiar de;vestidos y hasta
de instrumentos de cocina en el díá dé Año Nuevo.
,¡,' ' ' ,. - '
·
Existe, quizás, una mercancía especifira.-que . afecta el
mercado con mayor intensidad que todas las demás,.-y-· lo ha-
ce estacionalmente: esta mercancía es el ,maíz. Se discutir,í.
con brevedad, en relación con. el ,ciclo,agrícola, la influencia
del maíz en el nivel general de vida y .en el nivel 'd.e precios
del mercado.
4. UNA VISITA AL LUGAR"bEL
MERCADO
--45-
fm:Ullflllf'IH1tmWJ,fil11íi1Ei:il1:Eli1U,,lltli,i,ii,IZZLIIIHblDl::C
patrióticas y religosas. Los cantantes esperan recibir dona-
tivos libres o venden sus canciones impresas en papel del-
gado corriente.
· Al caminar más allá del grupo, por la calle del Norte.
se ve un puesto de frutas que en su mayoría resultan ser pi-
ñas que. vende un hombre de Ejutla. Desr,ués se pasa frente
a una exhibición de rópa en la que pantalones y sacos están ·
colocados en atados sobre una estera, directamente en el
pavimento;.y más adelante uno se acerca a una fila de unos
20 a 40 puestos de vendedores de vegetales. Todos ellos han
llegado del mismo pueblo, Tlacochahuaya, que es el centro
de una región agrícola excepcionalmente fértil y bien re-
gaéla. Ese· pueblo se éspecializa en la: horticultura, ·de ..modo
que, en aquel punto del ·mercado, siempre .puede v·erse g.entr
coü vegetales frescos, jitomates :o chile, espinacas o coliflo-
res,·· según ·sea la estación, También puede· encontrarse· siem~ .
. pre, ·en cada mercado, media docena o más .de mujeres de
'Plai:oC:hahuaya que venden especias. La cocina mexicana es
niiíy'C:ondimentada; además del tradicional ;chile y.de la,pi-
1riienta, se. hallan el comino; •el romero; el :pe:reji) y: unas 20
más, de las· cuales anotamos los nombres .en: ,españ01 ·y, en
zaíl()teca., aunque todavía :no . sus descripciones . botánicas.
Ta1es éspecias So1r cuidadosamente secadasen;Tlacochahua-
ya :y véndidas en pequeñas .cantidades directamente a los
consumidores> · ·
. Aléa;~in:;i.r a lo .l:¡.rgo de la caile, tánto: el turista como
e;l antr,Ópólogose verf~n 'atraídos quizá por i,iila amplia por.:
tada abi,erta a.· traves,. _de una puerta sólida 'y -'grande hacia
l1ll patio iipporientl'! rodeado por 2 hileras pe arcadas: colo-;
niales. Es la Casa Fuerte, qúe en una época' fue imptésio~
nante edifico .colonial, ahora convertido en el principlif 1ne•
són de On:aca ,y en uno' de lbs .atractivos importantes de la
ciudad. ·Generalmente, el vestíbulo está:lleno-de gente que
va rviene, ·conduciendo caballos o burros; además, ·allí hay
3 ó 4 vendedores de agua; de pulque y de dulces. También
en la puerta, sentada 'en "cómoda silla, la dueña· del lugar
-46-
cobra los alquileres : por cada burro, 5 centavos; la misma
cantidad se paga por pasar una noche sobre una estera o
petate bajo las arcadas; el precio es mayor por la renta de
un cuarto. Al entrar en el patio, éste sé ve lleno de anima-
les de carga, entre los que predominan los burros. En el
fondo, algunos peluqueros se hallan ocupados, al aire. libre,
bajo las arcadas. Una de las esquinas del patio ha sido acon-
diciona.da para servir como almacén para las mercancías.
Desde el segundo piso del edificio se obtiene mejor visión
del conjunto y es posible observar tanto el patio como las ar-
cadas que lo circundan. Unos 60 a :aoo. animales de pie pue:-
den ser alojados durante el dla en el patio, mientras·la gen-
te se tiende, se sienta o camina bajo las arcadas. Los cuartos
de arriba son usados para alojamiento; la mayórla d~ elfos
carece de armaduras. de cama, .puesto que·. fa ~ e ,c;lll$1);1~:
sobre colchones en el piso. Cerca de la entrada;'dOS'•cí·trea; ·.
personas venden forraje, generalmente alfalfa, a. aós·o-~:. ·•
manojos por cinco centavos. ' ' . . ' i·
Al abandonar el mesón y camiaar haci~ el Oe's,: '
de verse el frente norte del. nuevo mereado con:· ti.e:·ndlu·
abiertas. Una mirada basta para descubrir c¡ue s e : ~
marquetas de piloncillo sobre mesas puestá& en la. calle.: C9n-
forme se avanza se ve hielo, vegetales y de nuev:o piloncillo
expuestos en la calle. Atrás, en las tiendas abiertas .del. edi- ·
ficio del mercado, 14 carnicerías abastecen a la ciudad. El
turista o el etnógrafo que desee ac1m1ular de todo Jo que ocu-
rre y retener impreisones, debe entrar en el edificio por la
puerta central del norte. Después de pasar algunas mesas
donde se venden panes, chiles y aguas frescas, se da en una
galería donde por vez primera· se observan puestos perma-
nentes. Aquí, comerciantes profesionales venden ropa he-
cha, telas, bolsas, velices, y también una· prenda importante
de la mujer mexicana: el rebozo.
Al avanzar directamente hacia el ·espacio central abier-
to,· se dejan a la derecha puestos de _ferreteros, botelle:ros Y
vendedores de chil:e; más allá de éstos hay dos galerías llenas
-47-
•
11w•IIMl• llt!illlt\lYlt1 1111tllll 1JIIIIIJlliJlllll'JIUIIJlllJIJIHl'll1ll11JlH~!
- 48 -
tavo•ha:sta lOcentavos ~ fa cantidad y la calidad. Esta
calle, como muchas otrás, está flanqueada por tiendas d~
abarrotes y cantinas que en esta región comercian princi~
palmenté con mezca:1 · ( alcohol .destilado del maguey) ; en un
cómputo detallado se contaron poco· más de 200 vendedores
de frutas, mieces y vegetltles en una sola mañana. Si esto
se compara con la cantidad de verduleros de Tlacochahuaya,
o con las 14 carnicerías permanentes, o con unos 25 puestos
fijos que hay dentro del mercado, aquella cifra ofrece una
idea de Ia pequeñez y pobreza de esa clase de coinerciantes.
En día de.mercado se encontrará que la calle correspondien-
te del Oeste se llepa.casi completamente de objetos de cerá- ·
mica procedentes• de dos de los tres centros principales de
producciqn: Oaxaca, Atzompa y Coyotepec.
El turista que anhela hallar un escenario antiguo y de;..
talles pintorescos en el mercado, no se demoraría quizas en
el feo edificio nuevo con sus viguetas de hierro y pilares, su
techo delgado y sus'. muros de concreto, sino que cruzaría la
calle para ~ntrar 'en el mercado más pequeño de San Juan
de Dios. Este anida defrás de la viéja iglesia del mismo nom-
bre; consiste de un amplio espacio abierto rodeado por 4 ga-
lerías también abiertas con paredes pintadas de atractivo
color rosado.· Parte del espacio abierto está ocupado por 6
pequeñas chozas· permanentes que· pueden ser cerradas por
la noche, en las ·que mercaderes profesionales venden ob.ie-
tos de cerámica: Tambiéri en ese espado, bajo los pilares,
hay dos· mercados principales~ uno dedicado a productos de
tures y carrizos, tales como esteras, canastillas tejidas y ca-
nastas más pesadas y grandes: También en este lugar, en el
lado oriental, comienza el mércado del maíz, aunque su loca-
lidad principal está en la calle, al sur del recinto. Esta calle
también sirve como lugar de verita de la caña de azúcar ( co-
mo fruta) 9-urante su tempol'.ada; más al Oeste se llena de
grandes montones de forrajes y de las carretas de bueyes
que los han 'traído.
Quizá la impresión más fuerte que recibe el visitante
'
'.
....;49_
del mércado en esta. parte, es el largo córredor que conduce
aJ. recinto que·está tras la iglesia de San Juan de Dios. El
elemento de lo pintoresco se asocia éon frecuencia a cierta
falta .de.limpieza, tanto corno a olores.intensos. El corredor,
a ambos lados, contiene puestos de carne, fondas y brase-
ros en los que puede asars.e inmediatamente el "bisté" que
se, conápra por 5 ó 10 centavos. DenfrQ del espacio sombrío,
pesado, del largo corredor abovedado se concentran el humo,
los, olores picantes, la_s r:noscas y las exhalacione~. hum,anas,
todo lo cual -cubre la atmósfera rembrancitesc:a del }ugar.
·'. · · El .rélato del mercarlo áúrt no termina, a pesar de que
sóÍo ¡¡e trata de impresiones superficiales ·y de aspectos to-
mados en general. El guía competente que qi.tísiera mostrar
lo vivo, activo e importante de un día de mercado, conduci-
ría po.rJa calk donde se vende el maíz, por entre los monto-
nes ae forraje y la acumulación de carretas de bueyes, des-
manteladas, y una vez más, por una gran puerta pacía un
.espaci0:.abierto que es el mercado de burros. y puercos. Las
pruebas a que se somete a los animales serían por sí solas
materia de estudio, lo mismo que los procesos de trato, rega-
teo y venta final. En la puerta de entrada a. este lugar se
sienta, ante una. mesa, un· funcionario que registra las ven-
tas, y desde luego, cgbra: derechos. No es el único cobrador
de impuestos que hay allí, según puede decirlo, no .sin dis-
gusto, . cualquier indígena en casi toda la conversación, y
aún. los.-mestizos · que manejan negocios más regulares se
refieren a ello con oportunos comentarios ,polític,os, El ga-
nado_. mayor -se vende en -otro patio situado una manzana
más aLnorte. Allí los procedimientos son menos dramático~:
se ve a un grupo tje bueyes qu~ rumiaIJ. y a un grupq de per-
sonas que c~minan y observan. El inevitable "registrador"
. también se sienta ante la puerta de entrada.
sJ lía 'ofr~cido hasta aquí itrl pario:ralna general en el
que se indican los varios factores que preseµta e1 estudio de
un .lugar de mercado, aunque tan sólo séa en burdo inven-
tario. Sin embargo, el guía competente o el informante que
. -. 50-
conduce al turista inteiigente o que instruye al etnógrafo en·
el comienzo de su trabajo de campo, no se detendría en ese.
punto. Señalaría que en esta esquina sudorienta! del merca~
do se hallan las oficinas administrativas donde reside el de-
legado del· administrador de mercádos. El principal negocio:
que allí se realiza consiste en problemas de impuestos. Algo
tiene que pagarse por cada sitio en el mercado, por- rada
transacción efectuada en las hospederías, por todas las .tner•
candas qúe se introduéen en la dudad. La mayor parte de
las. dificultades y disputas que ocurren en el mercado• gii:.an ..
en tomo de esa cuestión. De otro modo, el mantenitriiento·
del orden se establecería por la gente misma de acuerdo'ceóli,
las reglas de la costumbre y la tradición. En verdad, guran-,
te el mes de_nuestro trabajo de campo en conjunto, y ta.fu..
bi_én durante 'el período más largo en que uno .de nosotros
-el Prof. Julio de la Fuente- permaneció en 1.a Fegión•y
sus partes adyacentes, apenas se observó alguna grave-di_spuJ
ta. No sólo la ley y la costumbre, sino aun los modales d'él
meréado, son notablemente bien ordenados. ·
Si se buscasen todos los lugares, actividades· e intere-.
ses que afectan la conducta de quienes llegan a participar en
el mercado, tendrían que 'visitarse y observarse varios fac-
tores más: Ante todo,. se hallaría que mucha gente asiste
a. las iglesias temprano en las mañanas y sólo ocasionalmen-
te llega durante el día a rezar, a adorar a los santos, a res-
tregarse con las flores del altar donadoras de salud. Desde
este punto de vista, el lugar más importante es el templo de
la santa patrona de Oaxaca, la Virgen de la Soledad. En
él, muy de mañana, los habitantes de Oaxaca -pero sobre
todo los indígenas de las sierras vecinas-- depositan ofren-
da'- en dinero y velas a la santa para tener buen éxito en
los negocios. Cuando hay alguna fiesta local ,en alguna üe
las iglesias, es obvio. que la asistencia a ella es mayor en díá
de mercado; pero existe una clase normal de devoción reli-
giosa ligada a la ventura de un mercado. ·
Aparte de los cantantes, ya citados, dii dos o tres adivi-
-· Sl-'-'"
nos de la suerte que profetizan por medio de canarios, pueden
·contar$e como. activi.dades diversas .-,·-o.. por lo menos no
·ecopóinicas-.. las de los vendedores de .medicinas de paten-
te~ue pertenecen a una categoría int~.rmedia entre econó-
mit'il y medicinal. En .est,; punto. deben :mencionarse. los ti-
·•· /: j:!!;l~¡.~S..antiguos y tra<lici9nales de mercancías que se ven:-
I O::'"S .,aen ·en e! mercado; las hierbas medicinales, En el mercado
t ·:. o.e.ü~ca hay unos 6 u 8.establecimientos de tales hierbas
· <fi$,tribuídos en varios sitios. Cuando .ocurre alguna fiesta en
fos·,suburbios, durante varios días hay romería, bailes y
:qtraif recreaciones al :aire libre patrocinadas por·•· 11iños y
adultes; . . . .
--52-
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-55-
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• Uno de nosotrós, el. Próf. Juüo de la. t:'uenlé, esfüv'ó t!i lá ·féglótt tltirlll1•
le las "ctividades y mercados de Todos Santos y Día de Muertos, y en la cele-
bración de la santa patrona. Ninguno de nosotros •ha observado las festividades
t;¡ue ocurren entre el final de diciembre y tnediados de julio.
5. BREVE INVESTIGACIÓN DEL DISTRITO
. Y MUNICIPIOS CIRCUNDANTES
-GO-
Uan pro1uctos de henequffi, cal viya y ltnas cuantas perso-
.
uas, que vendeiq. lo¡; pre~ol<;imbianos metates. · , . ,.. ,
'
-61-
sudócddental, se construyó hace poco un grupo de cuatro ga-
lerías que rodean un patio, ,con una tienda en cada esquina.
La.· galería del .Sur está ocupada exclusivamente por carni-
éería:, .. Hileras de mesas se hallan colocadas a lo largo, los
vendedores en el in.terior detrás de ellas; y los compradores
transitan en medio.• La galería del Norte se destina a la
ven~ de chales y rebozos.. La oriental se especializa en tex-
tiles, y la occidental, un tanto vacía, contiene algunos uten-
silios de cocina· y algunas veces ~e venden allí aves de co-
rral. Lafuente del patio ~e encuentra rodeada de flores, ver-
duras -entre las que predominan las ceóollas de San An-
tonino--, puestos de refrescos, y hacia el lado norte, algu-
11os de. pan. · ·
La parte del mercado que es quizá la más importante
-,según se verá-, la· que corresponde al maíz, se centra en
1a calle que queda. en el lado occidental de las nuevas gale-:
rías. Allí, situados :en dos filas frente a frente, separados
por el arroyó, se hallan, en una, los intennediarios., y en otra,
los productores. Los primeros disponen de algunos almace:-
nes cercanos en los que guardan el maíz por las noches. Otra
calle muy amplia en el lado sur del nuevo mercado se Hena
de .vendedores de maíz y de frijol .en ocasiones de mucho
movímie.nto; tiene unos 10 ó 12 puestos de comerciantes en
.artículos de hierro, artesanía que está muy desarrollada en
Ocot]án. La cálle que flanquea el nuevo mei;cado por· el No:r:..
te tiene dos'hileras de puestos: hacia el Oeste son de huevos;
en el centro, de refrescos, y en el Este pertenecen a un gru-
J)O regular de ve~dedores de especi;is de Tlacochahuaya.
Una caminata por las vecindades del mercado mostra-
ría grandes montones de forreje en las calles que rodean el
Palacio Municipal y la iglesia; muchas hospederías, más
sencillas y burdas que las de la capital del Estado, pero igual-
mente concurridas ; las inevitables cantinas, activas sobre
todo ya avanzada la tarde y por la noche; y desde luego, la
otra parte del mercado. El ganado se vende en un espacio
abierto, al aire libre, que se halla a cinco minutos de caminata
-62-
desde el centro. Además de las reses, otras clases de anima-
~e~ son ofrecidos y comprados en la calle. La iglesia podrá
estar vacía durante el día; pero en las mañanas al parecer
se produce un influjo de creyentes hacia ella. El Palacio
Municipal, que está frente al mercado, permanece en activi-
dad todo el día. El presidente atiende allí las quejas y vigila
Ja·s transacciones fiscales del recaudador de impuestos. Lós
inspectores sanitarios excursionan para examinar los ten-
clidos de mercancías, y en ocasiones tal vez para vactmar a
algunos indígenas, puesto que éstos son más fáciles de abor-
dar y de convencer cuando están en el mercado que en· sus
hogares. Las oficinas judiciales se mantienen abiertas- para
parejas que desean casarse o para gente que desea registrar
nacimientos o muertes. ·
Una investigación más detenida de Ocótlán re.Jelaría
que ·es un poblado completamente urbano. Pocas perl?oná:s
conocen una que otra palabra del lenguaje indígena, y aun
menos se dedican al trabajo agrícola. Es una comunidad
ésencialmente latinizada, integrada por algunos funciona-
rios públicos y gran cantidad de tenderás, art.esanós• 'y_: co-
merciantes intermediarios. Sin embargo, si se Cot).tinúa iirios
cientos de metros por el camino que se µtiende .hacia el
Oeste· desde el mercado nuevo, -se entraría en el suburbío
inmediatamente adjunto, o según el sistema admini,strátivá,
en el poblado y municipalidad independiente de San Anto-
nino. ~unque de posición inferior a la de Ocotlán, es mu-
cho más fuerte .en productividad y en agricultura, tanto có-
mo en importancia comercial. Aun sobrepasa a Ocotlán en
cantidad de.Ji.abitantes: la de ésta se calcula en 1 500 y la
·de San Antonino en 2 000.'$
., < v•"( .' 1 ' "
--63-
•'IM\I W FIWlfNJ:Jtl\:lJ'l11,
-65-
gran fuente central se extienden las flores, las frutas y les
vegetales; al suroeste, cestería y esteras de palma. En algún
lugar fuera del mercado, en la porción sudoriental, se halla
un amplio sitio para las carretas de bueyes; cerca ~., allí se
venden forrajes. ·
. . <:orno en otros lugares del mercado, si se camina por el
pueblosuno advierte las hospederías y cantinas, las tiendas
y .él.merca.do de ganado y animales,. Abastecen .a Tlacolula
lOf; ,;¡ipblados vecinos, algunos de los cuales pueden alardear
de tener buenos suelos y de producir buena cantidad de maíz
y :verduras. Sin embargQ, la.mayor parte del. Valle depende
de:)as lluvias, y con frecuencia el precio del maíz e11 Tlaco-
lula es más alto que en Ocotlán y aun en Oaxaca, Según se
sabe, Tlacolula es el mercado principal para varios grupos
indígenas del Norte, los habitantes de la Sierra de Juárez,
y sobre todo para los mixes. Algunos de ellos tienen que pa-
sar por M;itla donde quizás lleven al cabo algunas transac~
ciones preliminares; pero esperan a llegar a Tlacolula para
efectuar sus principales negocios de compra-venta.•
. Existen algunos mercados que dependen de un merca-
do mayor como el de Tlacolula. Por ejemplo, a mucha dis-
tancia de este último,· aunque conectado en parte por muy
buena carretera permanente .,....:.una de las partes malogra-
das de la proyectada Carretera Panamericana- se halla el
pueblo. de Totolapa, donde .el mercado es en verdad tan só-
lo una resaca del comercio .dominical en Tlacolula. Los mer-
caderes de ese pueblo van en camión a 'flacolula todos los
sábados; venden aIH sus productos locales --en. su mayoría
plátanos y naranjas, y además inciens0:-, compran mercan-
cías y regresan en lunes; Según parece, los martes es día es-
pecial de mercado en Totolapa; pero el rest0 de la semana
también es abastecido por esas compras semanarias. Mu-
chos otros mercados tienen. esa función sustirutiva y subsi-
diaria; varias de las pequeñas tiendas locales no sólo renue-
• 'Véase E. C. Parsons, Milla, op. ·cit.
van .,sus provisiones· con los comerciantes mayoristas, sino
t;µnbién en los mercados más·grandes.
El mercado de Tlacochahuaya es otro de los que depen-
den o son subsidiarios del de Tlacolula. Muy temprano en
la mañana del domingo -día de mercado en Tlacolula- el
mercado de Tlacochahuaya se encuentra todavía vacío bajo
su enorme cubierta a las sombras del amanecer. Algunos ha-
bitantes de la localidad se dirigen hacia los grandes edifi~
cios coloniales de la iglesia y del presbiterio que dominan el
mercado desde una extensa terraza. Otros van por ·agua al
pozo principal. Por la calle mayor, algunos grupos pasan de
largo, camino de Tlacolula. Hacia ·las 5.30 de la mañana,
una o dos. personas se detienen bajo la cubierta del merca-
do, abren sus canastos con pan, e inmediatamente, como
atraídas por arte demagia, las mujeres ~:la localidad pu-
lulan hacia ellas y entonces comienza una animada venta.
En general, el pan suele proceder de Santo Domingo deFVa-
ile (Día:i Ordaz). En ocasiones, todas las existencias se ago-
tan alli y las mujeres se ahorran dos o tres horas de-camina.-
ta hasta Tlacolula. Los vendedores que llegan tarde no pue~
den vender su pan y ti en.en que proseguir. su camino.· Ade-
más de pan, suele venderse carne, dulces y frutas. El mer-
cado es pequeño, efímero y en cierto. módQ dependiente del
de Tlacolula. Las personas que regresan de este último, por
las tardes, algunas veces se detienen bajo la cubierta e in-
tentan vender en Tlacochahuaya algunas mercancias que
han comprado para revenderlas, o que no han podido nego-
ciar en Tlacolula.
Sólo es posible, aquí, describir· muy . rápidamente las
principales. características de algunos de los demás merca-
dos. El de Etla, dominado por una grande iglesia amariHa,
se halla en pendiente y rodeado por nuevas galerías, en las
que también se tiene una distribución determinada. En con-
junto, puede establecerse que la ropa hecha, los textiles, som-
breros, baratijas, caña de azúcar, carne y otras mercancías
muy deteriorables por las lluvias, se encuentran primordial-
-67--
mente bajo.techo. Los-vegetales, las frutas, el maíz, la-cerá-
mica, •los forrajes y otros artículos semejantes -permanecen
,iJ_aireJibre o bajo una_cubierta que se improvisa lo mejor
posible. Etla es .un poblado inuy pequeño que alberga, por
lo común, no más de mil habitantes. En ·el día de merca-
do, el influjo de gente consiste, en su mayor proporción, de
personas que llegan desde Oaxaca, desde la sierra situada al
Norte y naturalmente, desde los pueblos circunvecinos. Es-
te mercado es tanibién_ el más cercano a la región de los
mixtecos.
-7rO-
y una gran iglesia que domina el lugar deL mercado. Tam-
bién éste tiene dos partes, dividido por una galería donde las
fondas funcionan 'desde la mañana hasta la noche, y donde
se vende carne. La parte cercana al templo, muy abigarrada
y concurrida, está llena de ropas hechas, textiles, rebozos y
verduras; estas últimas ocupan muy grande espacio. La
otra parte del mercado, más amplia, completamente abierta
v situada hacia el Norte, se halla dominada por una o dos
casas viejas, ya caracteristicas del lugar; es el mercado de
cerámica, maiz, frijol, forrajes y animales. En un extremo,
pueden verse las exhibiciones distintivas de sombreros mexi-
canos de lana o paja. Ejutla es famoso por sus curtidurías;
además, es uno de los puntos por donde entran en la región
los productos tropicales del Sur, como piñas, cocos y plá-
tanos.
Se recordará que aparte de los mercados semanarios
comunes, en cada uno de los lugares mencionados se produce
may<:n- despliegue de mercancías e intensificado comercio
durante los días festivos religiosos de general observancia.
Así, en Todos Santos, la Navidad y la Semana Santa, los
mercados alcanzan su máxima animación. Algunas festivi-
dades cívicas nacionales también influyen de modo impor-
. tante. El Día de la Independencia -16 de septiembre-, y
otra celebración, no menos importante, ligada al recuerdo de
Benito Juárez, en un cerro cercano a la Ciudad de Oaxaca.
Este breve examen también habrá revelado que, mien-
tras el mercado de la ciudad de Oax:aca es de importancia
regional, y en cierto modo, nacional y aún internacional, los
de Ocotlán, Tlacolula, Etla, Ejutla, Zaachila y Zimatlán
pueden ser considerados secundarios. En la misma forma,
algunos mercados pueden clasificarse como dependientes o
contingentes; tales son, por ejemplo, los ya indicados de
Totolnpa y Tlacochahuaya a los que se agregarían otros seis
o más vistos y registrados, pero no estudiados por completo.
· El mercado diario de San Antonino es de tipo algo diferente;
allí sus habitantes se aprovisionan de artículos alimenticios;
~7t-
pero no aparecen otras clases de mercan das, exceptó, ·quizás,
algunas piezas de cerámica que en verdad ·se encuentran en
l'íf:mayoria de losmercados pequeños y delas tiendas locales,
F.•i' mercado de Atzompa, con la supervivencia ·de su sistema
de trtleque, es un caso aparte; no fué posible hallar otro igual
en la región; y ni siquiera el Prof. Julio de la Fuente, quien
ha·. estudiado la Sierra de Juárez durante un año o más,
pui:lo observar algún fenómeno similar.
6. PROBLEMAS Y METODOS EN EL ANALISIS
DE LAS. TRANSACCIONÉS DEL MERCADO
-'U-
.
· una tienda complicada, o quizá de alquilar un departamento
en la estructura permanente del mercado. El intermediario
en artículos de barro puede desplegar sus mercancías sobre
petates o mantas en el suelo; pero sus existencias en venta
serán volurriinosas y variadas, y puede permitirse pagar más
por el espacio que ocupa. Por otra parte, ]os indíg.enas se
arriontonan y venden sus artículos en bolsas o canastas, o los
colocán sobre algún peta té deterioradó; cada uno otupa un
espacio muy pequeño y dispone de pocas cantidades y muy
limitada variedad de artículos. De este modo, la fijeza en
el aspecto del mercado, el tipo de puestos, la clase de tran-
sacciones y los antecedentes económicós ·. de ellas, todo se
halla íntimamente rélaciónado .
. Tales conclusiones se derivan de los planos trazados en
cada visita a algún mercado, especialmente por el Prof. Juc
lío. de. la Fuente. Al calcular los diversos planos, y al coinc
pararlos entre sí y con las observaciones efectuadas sobre
el terreno, fué posible formular algunos problemas y estable-
cer la clase de observación directa que podría resolverlos.
Eraclaro que las categorías de, transacciones tenían que ser
definidas, primero y prim9rdialmente/ en términos · de sti
función económica; pero también esto debía ser relacionado
con la clase social, otros tipos de producción• y la catego;ría
de los consumidores pé3.ra .quienes. ciertas mercancías en par-
ticular les son más útiles. A este respecto, .pronto se encórí-
tr6 que era imposible observar, discutir o analizar los modos
de ser sin incluir el contexto de los negocios colaterales; es
decir, las tiendas circundantes, el papel que desempeñan los
c.omerciantes al por mayor, quienes venden y. también com-
. pran en el mercad() con el propósito de acaparar o monopo-
lizai:Jos productos. Así, lo que sucede dentro de los límites
del mercado tiene que relacionarse con los mecanismos que
funcionan. tras bambalinas.
Ante todo, quizás, uno o dos toques concretos de cómo
se descubrierón ciertos principios y cómo algtma que otra
ocurrencia condujo a persegtür puntos teóricos; En cierta
ocasión hallamos a upa'.,nru_jer con gran cantidad de hue-
vos clasificados se~su tj.inaño y calidad en canastas. ,A.l:
solo intento de averim,µtr lQs precios, o de comprar, se des-
cubrió que no era vendedora,. sino compradora. En reali-·
dad, era ayudada e.instigada, en el nego<;io por el funciona-
rio de la municipalidad encargad0 de recaudar impuestos.
Este señor, :--'di.cho sea 4,e paso---n0s fué muy útil para obte-
ner algunos de los conocimiimtos más completos.acerca de las
principales importaciones de la localidad, los precios corrien-
tes, la. producción industrial y aún de los salarios pagados
en los. más peq1.1eños talleres del lugar. No obstante, se
descabrió que aa"<iliaba a uno de los más grandes ácapara-:'
dores en la compra de huevos y tal vez ta_lilbíén de algunos
otros productos. Esta observa<;ión, repetida durante .las in-
vestigaciones efectuadas en Oaxáca y en otras part~s,, .per-
mite asegurar que algún per.sonaje rico y poderoso ha for-
mado una extensa organización para; acaparar. productos.
sobre todo maíz y huevos, y que dentro del sistema su. auto-
ridad: sobre. los récaudadores de impuestos le es en extremo
útif Es obvio que éstos: :de quienes depende la cantidad que
se paga por un sitio .para vender, nueden "aco11sejarn al
vendedor que. reserve parte de susmerqancías- para. el agente,
comprador ;al seryicio de los acaparadores. ·
0
r.,
L
de fa República, las confeccionan en sus .hogares y venden
los, vestidos a los intermediarios -quienes los ofrecen en el
mercado. En verdad; una investigácí6n más detallada en
ltis::Jiogares de los productores revelaría un sistema aún más
-complicado: La esposa de uno de_ nuestros amigos, dueña
de una'hospedería, el primo de uno de miésttos mejores in-
fonnantei y varias otras personas á quienes hemos obser-
vado; sehacen·'pequeña· competencia· en· sastrería y confec-
ción ·de ·vestidos. Tienen bastante capital, conocimientos de
dón9-e comprar y c6mo organizar, y desde luego, capacidad
técnica y habilidad para movilizar una. ó qos docenas de tra-
bajadores más pobres. Dan 'los materiales y los adornos a
alguna 'mujer que realiza el trabajo y lo cobra por docena
rle piezas hechas, lo cua1le permite obtener de 50 cts. a$ 1.00
por -dfa.
-- 76 -
vivir en competencia con los compradores directos más pu,
dientes.· '
'.!
.•'.ii.•
Uno de los tipos de transacción conecta.do ~on la im.•
portación y también con la exportación, que ocurre tras. el
J
.,
escenario del mercado, es la ventá de juguetes. Fue posible
estudiar el caSQ de uno de los vendedores permaµentes de
l
:i
":i
juguetes, el Sr. Jesús Soto. En su puesto exhibe abundan- '.¡
·.~
te variedad de esos artículps para niños: ti<>viv0$ en minia- ,;j
tura,· cuerdas, trompetas, guitarras dimiqµtas, .y,por; supues,- '~
io, µuíñecos y figurillas. También vende alg»nos .gbj etos ·de
uso •doméstíco: mQliniHos para batir chpcqlate o atole, .cu.,.
1
ch aras y cuch;rrones de rni}dera y artículos de lámin.a. Parte
de esas mercancías es adquirida de los próductores. locales,
los hojalateros·y los alfareros que, fabriqi,µ juguetería. I¡:I
Sr. Soto también mantiene relaciones pei-m¡mentes con .los
fabricantes de juguetes del Estado de :M,:ichoacán -de donde
él ·procede- y .de México, Puebla y Gµani;tjµato, · E11 ocasio--
ues negocia al mayoreo, •Tanto él como SJl muj~r .t~enen un
puesto de venta: el de. ella es permane~te. ,en el ,wercado de
Oaxaca,. mientras él viajá a los-mercados :f.<':gulares y a los
lngares donde se celebra alguna fiesta, Cuando el Sr. Sr;>tQ
se encuentra en uno de su5: viajes, d.uerm~ l:¡ajo la. mism<1.
tienda .para vigilar su· mercancía; gasta qurzá .-50 -cts-; al. dbi
en álimentos; en las buenas rachas, gana en promedio$ 5.00
diarios, y en las menos afortunadas sale. casj a mano .
. Se sabe yaJo que ocurre en el merca<:lo t<l1;pecto a los
productos de cerámica, parte'tle un sistema mm:ho más gran-
de en el que se deben estudiar las ~tensas ~por:tacíones de
la región, así como relacionar el cqmercio con las técnicas
de . producción, el mecanismo de h,t distribución, y la cali-
dad de las. mercancías .. Esta, última no puede se:r .. definida
con una simple serie de adjetivos, ni por mer:as inferencias
teq1ológicas; tiene que estudiarse desde el punto de. vrsta del
consumidor; cada clase y cada utensilio debe observarse su-
jeto a la acción del fu ego Y' en su resistencia a rprnperse, y
también en. relación con el }Üvel el.e, rida y el poder. ,de. com-
pra. d.e los consµmidores, y• con el uso espe¡:í~ico de. cada. ar-
tículo. Dominan en todos los mercados tres principales fue.ns
t~s ~e' abastcdri1Iento,: 1) la cerámica de Atzompa; 2) l;:i
creciente prbducci6ride Oaxaca, y 3) la antigua artesanía
tradicional de Coyotepec que a últimas fechas ha comenza-
do a éam:biá.r y a adoptar nuevos usos y diseños. En e:::te
1·elato preliminar no se tratará sobre las respectivas tecno-
logías de esos centros de producdón.'
•· En.cuanto a l<::is aspectos.económicos p.e la ~rqducción,
esa industria es totalmente doméstica en lo~~.pueblos de
Atzompa y Coyotepec; éstos se abastecen de arcilla en terre-
nos vecuiqs de propiedad comunal; sólo se paga el transpor-
te de esa materia prima y una cuota nominaLde 10 cts. 1 .más
o menos, por cada 200 Kg. La mano de obra es familiar; el
hombre, la mujer y los hijos. Las inversiones en eféctivo
para materiales y pago de trabajo asalariado sólo se produ-
cen algunas veces cuando. es necesario moler hasta grado
fino la arci~a burda. y comprar ciertas sustancias_ suímicas .
que se usan en el vidriado.. lJn productor que qmsrera evi-
t~rse)os\neqi;eños ga1,tos monetarios, necesitaría más éi. me•
nos $ 50.00 de capital para adquirir uno o dos asnos, contr¡:i.-
tar un ayudante de planta e invertir de modo regular en
cierta ¿antidad dtfmaterfales. Respecto de Atzompa; la or-
ganrfadóri entera de lá producción, de las exportaciones y
de los gastos incidentales, constitúye ún•problema que com-
pr-en~mos y podemos definir a grandes. rasgos; pero que
no ha sido e¡;tudiado.,todayía a plena satj¡,facciQn,
En Oaxaca, la'producción es" enciertó-sen.tidó más com-
pleja, y en otros más uniforme y f'ácil dé seguir. E'lcisten
allí algunos· próducfores en gran escala ·dueños de un ésta-
bledmiento: una casa grande con patios y corredores donde
se' reáHzá el trabajo, se ahnacená lá mercancía, se ·exhibe, y
en ócásiol\es se vende. Controlan 12· ó más<trabajadores
regulares y están capaeita'dos'-tanto para organizar la expor-
tación. de ·sus mercandás a ótrás partes éle la República comer
para distribúí,rlas en las tiendas y mercados de la r~ón.
7S~,han publicado lllto o dos breves informes sobre ese tema, .El Dr. R,ubln
de la Borbolla ha "estudiado los procésos de la alrueria. de Coyotépec. '
- '19:.:.;.
Tambiénhay otros productores más peqµeños que,se es¡,ecia,
l)~an·enuna o dos variedades de la cei~mica}ocal. Fué po.:.
~ibÍi ~~tu.diat 'el caso de una mujer pobre cuyo tr<1,bajo con~
sistia.en moldear, hornear y pintar peqúeños ,muñecos que
le dejáb;m ttll .ingreso .neto de 50. ó 60 .cts. al. -día. Sin. em-
bargo, podía mantenerse 1;:ori sus seis o siet~, hijos gracias á
que se encargaba de cuidar una de las hortalizas de la loca-
lidad donde se le daba casa -incluso su taller-· y, recibía
$'5.@(}al,mes., · · · • · · · ·. , ·• ·
mercanc1as.
'' En Coy.otepec, la .técnica es mucho más antigua, la a.t-
cilla es de propiedad comunal y la producción. se realiza 'ex,
clusivamente con mano de obra doméstica. ·
· Respecto a. la. calidad y usó específico ·de los objetos,
los de Oaxaca abarcan riiuy extensa variedad en la que hay
artículos completamente. modernos. para ser exportados a
los Estados Unidos y abastecer otros mercados de la Repú-
blka, así como a las familias oa..'Caqueñas ricas y un tanto
sofisticadas; el grueso de la producción de jarros, cazuelas;
floreros y otros artículos más o roen.os burdos es adquirido
por los campesinos e indígenas de la. región. Las mercan-
cías de Atrompa, son las principales surtidoras de las coci-
nas, en la medida en .que son las mejores en cacerolas, ca-
zuelas, ollas y cántaros. Coyotepec se mantiene principal-
mente de la producción de cántaros, grandes ollas usadas
para álmacenar y transportar água y otros líquidos, tam~
'i~;-
~
ij,
.
~l"
!.!'/··
-83-
7. LOS ANTECEDENTES ECONOMICOS DEL:·,
,MERCADO
-88-
se utilizan. La artesanía de los hojalateros se ha desarro-
llado en alto grado, puesto que los receptáculos y Jos uten•·
silíos de hojalata comienzan a desplazar a los de barro que
antes se usaban de modo casi exclusivo. Los cueros prepa-
rados en las curtidurías locales se transforman en los tradi-
cionales huaraches, en zapatos, correas y arneses. Las sillas
de montar. se importan en su mayor parte de otros distritos.
Los carpinteros y ebanistas, junto con los carretonetos, abas-
tecen de carretas de bueyes, puertas, mesas y sillas, ventanas
y otros útensilios de madera. Las bateas y lás largas azadas
de madera son especialidades industriales de algunos pobla-
dos y pueden verse en los inercádos.
-· 89 ......
pularios, veladoras, ofrendas votivas de lámina o de plata,
rosarios y pequeñas imágenes y textos impresos. Estos ar-
tículos se producen en parte en Oaxaca y. en otros poblados
del Valle, y en parte se importan desde Puebla y la ciudad
de México, Siempre hay en cada mercado algunos puestos
que expenden tales productos; pero se multiplican en forma
increíhlé durante los mercados de días festivos. En una oca-
sión, en ,San Miguel Minas pudieron contarse seis de esos
puestos dentro de la iglesia, unos 20 en· el atrio y de 60 a 80
en el ex.terior. Durante los mercados festivos de Oaxaca y
Tlatolula, ·en· la celebración de Todos Santos, en la del san-
to patrono de la capital del Estado y en las dé ,otros pobla-
dos más pequeños, el Prof. Julio de la Fuente estimó que la
cantidad de tales puestos pasaba de 50 en cada una de esas
festividades.
La producción de carbón vegetal y de leña -·ésta en
forma de pedazos de ocotes muy resinoi,os- es una de las
industrias vitales de los .indígenas pobres que viven en las
regiones montañosas. Los campesinos de unos pocos pobla-
dos del Valle tienen en propiedad comunal algunos montes
donde también explotan esos productos. En. cákulo burdo st::
estima que .se producen 9 cargas durante ~inco o' seis días, lo.
cual significa 18 sacos de carbón que son ve:ndídós éon: uiia
utilidad neta de 50 a 75 centavos por carga; es decir, $4.50
por cinco días, ó 90 centavos por día. De esto es :preciso dedu-
cir ciertos gastos y considerar que las cargas son general-
mente producidas pot·más de una persona. Los datos que se
tienen sobre la producción de leña y ocótes son muy incom-
pletos.
L~ destilación de meical es una industria regional in1-
¡,ortante que se diviqe en :varias categorías. En la mayoría
de los poplados .hay uno o dos, y a veces más, destilerías ile-
gales 'llamadas palenqiiés de contrabando. En estos casos la
industria es familiar; nunca muy'provechósa y siempre sujeta
a redadas policíacas, Hace uno o dos años, uno de·Ios pobla-
dos fue severamente "castigado"; también fueron muertas
-90-
varias personas durante una redad:i. dirigida contra un cen,-
tro especializado en producir mezcal. Existen algunas desti-
lerías legales en pequeña escala, sobre todo en la región de
Tlacolula y Ocotlán. Además, unas 15 ó más empresas mez ..
caleras emplean cada .una alrededor de media. docena de
trabajadores. •
Esto tondúcé a hacer una distinción que siempre es fác f
-95-
tentaciones, es económk¡¡ en esencia; El comerciante viaje-
iO, el a.gente, el publicista -.todos ellos puntas de lanza de
la difusión- no·se hallan· tanint.eresados en elevar el nivel
(le vida indígena .como en obtenér de los indígenas dinero en
efecti¡vo.
· :En consecuencia, el deber del étnólogó consiste en de-
tennináf' eí contexto exaéto de las necesidades tradicionales.
Traducido esto en los tér;.minqs concretos que. se refieren al
V a.lle de Oaxaca, se hallar.ía que existen sistemas tradicio-
n_ale$. <fe habitación, .de vestir, de há~itos dietéticos. y .de exi-
gencias intelectuales.y espirjtuales, 'todo lo cual produce un
sistema de ·demandas d~inidas. Se ha tratado de precisar
tal sistema mediante.el estudio de los· hogares .típicos en un
poblado rural, en una com.nníqad ur.bana y .!;!1:1 una región
de las motañas.. E,sto último fue posible gracias al trabajo
del .Prof.. Julio de,la Fuente en la Sierra de Juárez y en la
región mixe. La obra:de Steininger y Van de.Yelde fue su-
gestiva y muy útil para efeytuar,~,,c;lase de estudio. Aquí
~¿ citarán sólo· algunos petalles. Sin embargo, el punto má.s
imp9rtante en que el. -etnplogo debe insistir se ,refiere a que
el ,nivel ;de vida de una ,e9munidad indígena o campesina es
con~zyador .
por
.. .
dos razones:
t
-9i--
tendrán; gran demanda de cohetes con los cuales veneran a
Dios, glorifican su cortitmidad y satisfacen' su: sentido de lü
dramático• y,sobrenatural. Reemplazar los cohetes o la cnór··
me serie de objeto's:milagrosos 1o relígiosbs ;que se han men°
donado,·con tanta' :lirétuencia, significaría lá transformación
completa dd universo espiritual de los indígenas.
' ' ~- -·.: ¡ j ~
ílfll·lii,iil, l- J lili,PFI =, •
compra.. Esto ha ·sido. reconocido por los ,reformadores· ievo~
lucionaríos mexicanos, quienes tuvieron en mente con toda
claridad el principio de que debla darse más tierras a los in-
dígenas. En algunos casos, fa,reforriia ha sido afortunada.
En otros má:s no fue factib~ puestoxqu'Ci como en las regio~
nes montañosas:de, Qaoc.aca; no,existían 1atifundíos ni pro 0
-9?--
comerciales. Se efectuaron una o dos investigaciones deta~
Hadas sobré los presupuestos y niveles de vida de casos re-
presentativos dentro de este grupo. Se trata de personas cuc
yos ingresos varían entre dos mil a cinco mil pesos.
' . La población urbana pobre de Oaxaca y de las otras
poblaciones quizás se mantengan con ingresos de quinientos
a dos mil pesos. Son los pequeños artesanos, los empleados
y quienes, aun ct.i.andoviven. en las poblaciones; obtienen la
mayor parte de sus recursos mediante. el cultivo de horta-
lizas o de pequefias parcelas de tierra.. Sin· embal'.gO, difie-
i'e.n qe los c;:~peshios en su modo de vida, en sus exigencias
· y en,su manera de vestii-. Tal vez sus vestidos se hallen de-
teriorados ó ajados; pero constituyen la librea de la civili-
zaciótioccidental.. Su alimentación se parece mucho a la de
los campesinos. En sus renglones de presupuesto pueden en-
confrarse gastos de cinematógrafo, algún periódico de cuan-
do en vez y la ctiota de miembro de alguna sociedad .local.
Estos renglones no podrían hallarse en ·1os presupuestos de
los_ campesinos o de los indígenas de la sierra,
Al mencionar el. quinto. grupo, el de los campesinos, es
interesante anotar que en muchos poblados pequeños .existe
,clara distinción entre los occidentalizados, aunque inµigen-
tes pobladores, y el resto de los campesinos; sin embargo,
ambos sectores conviven lado a lado. En .correspondencia con
la distinción hallada por Robert Redfield .entre los correctos
y los. tontos,. se encontr6 una expresión corriente que define
a h1.s personas "civilizadas" como gentes de razón, y 9tra
que se refiere a los indígenas auténticos como los naturales.
También se indica aquí, de paso, que en Oaxaca se usa la
palábra yopes para caracterizar a todos los indígenas. La lí-
nea div-isória se halla clara y palpablemente marcada. El
grupo indígena habla el zapoteca-mbcteco como lenguaje ma-
terno. Los miembros de la gente de razón utilizan de modo
exclusivo o predominante el español o "castellano". El pri-
zones, calza huaraches y se dedica primordialmente a. la
rñer grupo viste camisón blanco o coloreado y amplios cal-
-9.8-
agricultura. Ya se ha mencionado el caso de la gente urba-
nizada de Ocotlán que se distingue de la población indígena
de San Antonino. Sin embargo, en este último lugar pocas,
personas quizá· podrían ser calificadas como "razonables".
En tales sitios que son semipueblos y semiciudades como
Zaachila y Zimatlán, las diferencias se manifiestan en fron-
teras entre barrios, suburbios, donde pueden encontrarse.
grupos o manzanas de casas de piedra o ladríllos en una par-
te y típicas habitaciones campesinas en la otra, cada una den-
tro de un solar. ·
Este quinto grupo, sin embargo vive predominantemente ·
en los muchos poblados esparcidos en todo el Valle. Existe
derta uniformidad en las viviendas y muebles, en Ios instru-
mentos domésticos y en las formas de vestir. Su dieta con-
siste de café, chocolate o atole por las mañanas; tortillas y
un platillo de carne al medio día, y son característicos los
frijoles negros con tortillas a manera de cucharas o en ta-
cos. Puede .comerse carne dos veces o más a la semana. se-
~n la riqueza del campesino. Entre los campesinos pobres
la dieta resulta mucho más sencilla, los vestidos más dete-
riorados y remendados y el moblaje más sim_ele. A grosso
rriodo, la gente de los poblados del Valle vive a razón de
25 centavos a $ 2,00 al día por persona. Esta última cifra,
se refiere a los individuos más ricos. Se sabe de algunos cu-·
va fortuna se valúa en alrededor de $ 50,000.00, y existe por
lo menos un famoso campesino zapoteca auténtico con re-
putación de millonario. Se le ha dado el sobrenombre de
Chindino y se dice que vive de acuerdo con el nivel de vida
del indígena medio.
Según se sabe, muchas de las comúnidades campesinas
hablan el lenguaje indígena en forma exclusiva o predomi-
nante. Todavía existen comunidades en las que no es posible
conversar en español con la mayoría de los hombres y ape-
nas con alguna que otra mujer. Al lado de tales poblados
hay otros, genuinamente campesinos, cuyos habitantes no
conocen otra lengua que el "castellano"~ Entre ambas da-
-99-
ses-! de cemunidades se ·observan margi.das diferencias en
costumbres, .perspe\:tivas·y aun en hábitos dietéticos y equi:...
pos domésticos; Como ya se ha dicho, los campesinos visten
todos igual; tienen ciertas costumbres y maneras. caracte~
rísticas. Si se come en compañía de un •grupo de campesinos
se observa que· mientras .Jos hombres se sientan en las pe-·
queñas sillas que allí se.usan, o.en bancos, las mujeres inva;-
riablemente se sientan enel piso. La carne y las pesadas sal-
sas y sopas se sir:ven en .escudillas .. La tortilla es enrrollad~
en forma de.taco o usada como combinación .de trinche. y,
cuchara. ~l .resto se hace c:on dedos y dientes. ·Los. buenos
mQ(iaJes durante la comida incluyen repetidos· eructos en se-
ñal de. satisfacción. Algunos campesinos duermen en catres
prími tivos ; sin e~bargo, la mayotía lo hace tan sólo sobre
petates tendidos en el suelo. El. aliño diario sigue una rutina
característica de naturaleza más o menos rudimentaria. En
Iá3:,ctualidad, el usci del jabón es general y los olotes fun-
cionan á. manera de esponjas. El aparato sanitario por lo
común consiste en un hoyo excavado en medio del solar, o
bien es sólo un e~pácio ~onveniénte del terreno reservado
para ello sin de~asiados miramientos en cuanto. a intimidad.
Según se sabe, .esta gente ,también es desdeñada. por
otros grupo$ a ca.usa .de su ocupación económica, que es el
trabajo agrícola. La mayoría de los campesinos son profun-
damente -religfosos, en el. s.entido tradidonal mexicano. La
atención que dedican al altar doméstico, aunque formal, es
observada ,escrupulosamente. Las festividades de santos, so-
bre todo .Ja del. santo patrono del. pueblo, tienen que cele-
brarse y exigen grandes gastos en dinero y energías.
· El intenso sentido de la independencia municipal es una
caracterí$tk:a sociológica im¡:,ortat1te de este grupo. Cada co-,
munidad se considera a. si misma. como soberana y lo mani-
fiesta de muchos modos. Aunque las reyertas entre subur-
bios, en los poblados más grandes, como Zaachila, son muy
frecuentes y sangrientas, si lleg-a a haber alguna interven-
ción o ·interforencia f'pránea, todos los miembros de .la co-
-100-
munidad se unem par,a forn1ar un solp frente hostil. Hace
poco tiempo se cometió un asesinato en. los aledaños. de la
ciudad de Oaxaca durante pugnas políticas entre dos seccio-
nes del poblado, de Xoxo; pero la· parte agraviada· se opuso
con gran eneJ?gfa· a.:que,el asunto fuese puesto en .manos de,
]a: policía. Consideran la institución tradicional de. la ven-:
detta como 1nás: eficiente;• apropiada y honorable... En una;
comunidad.en la}que B. Malinowski pasó unos JO días, eL
pueblo de San i Sebastián Abasolo, se sabía. c~n fre.cuencia:
<le casos en que .algunas chicanas e inmoralidades judicialeSí
y aun felonías y erímenes eran perfectamente conocidos por
los habitantes; discutidos y, atribuído.s por la opinión públi"'
ca, y en cada, castda' parte >agraviada era la que preparaba:
el· adecuado castigo;· En· ningún caso, ,cnalqttiera. que fuese,.
los habítantes prensan en presentar los asuntos ante. un juz-
gado o, una: dependencia administrativa.
. i ::,
-101-
y movilizar aqudlá opinión· pública local en la tttaJ.<1rfa de
las zonas .indígenas.
Existe, además, un sexto grupo de consumidores :--pro-
ductores que siempre se les encuentra en-el ,.mercado y que
de muchos modos .constituye uno de los factores mál! im-
portantes de la vitalidad del mismo. Es el grupo íntegrad(;I
por los indígenas que viven en las montañas circu.ndantes.
El Prof, Julio de la Fuente ya había trabajado. antes, qu-
rante un año, en la región de Yalalag y visitado la zona
de· 1os mixes. Sobre esta última· también fue posible .obtener
iniórmación de segunda mano aportada,por tino de nue.stros
más educados informantes, el ·Prof. Unda, quien durant~
muchos años ha trabajado ffl los distintos distritos. Es ne-.
cesario distinguir. aquí varios subgrupos. Algunos tod.avía
apenas han sido afectados por los recientes .cambios habidGs
en el país, por la educación o por el progreso. En cierto mo-
do, también han. permanecido al· margen de la inflµencia la-
tinizante del período colonial.
Se comenzará aquí por el grupo que es quizás él más ¡jo::
bre, él menos latinizado y el menos organizado económica-
mente: el de jos indígenas ele la sierra sudoccidental.n ·
Aunque el nivel de vida de esa región es en genéral 'muy ·
bajo, allí se consumen y se necesitan.ciertos articules cuya
principal fu ente de abastecimiento son los mercados del .V a-
lle. Sus habitantes gustan del café, del chocolate, del azú-
car. En la ·región no crece suficiente maíz para:el delgado
;;.tole y las tortillas y necesitan comprar por lo menos lo do-
ble de fo que producen. En ocasiones, también gustan de te-
ner pan de trigo para consumirlo durante algunas 9-e .sus
celebraciones festivas. Además, tienen que adquirir impor-
tante variedad de verduras frescas y frutas cítricas, las cua-
· • El libro de Steininger y Van de Velde, :,a. menciomido ·con frecuencia,
ofrece un cuadro interesante de los individuos más· pobres f!llizás -de este grupo.
Nuestr¡¡s observaciones sobre la vida .econ6mica de estos indígenas .-a f!llÍene~
hemos visto tan sólo en los mercados- muestran satisfactoria concordancia con
los datos recogidos' con mueho may<Or · detalle l)()l' aquellos autores.
- .. j,Q2-
les, estas úlitmas, les aportan vitaminas necesarias ,en su
dieta. Su vestimenta, pobre como es, ajada y remendada,
tiene que ser comprada con dinero, excepto algunas piezas
de atuendo femenino y masculino heehas eon lana en la mis-
ma región. La mayoría de sus utensilios doméstieos, los ar-
tículos de .barro, los de cuero, los sombreros y los utensilios
de hiel'ro que pueden necesitar, deben procurárselos en los
n~érca<;los o en las tiendas.
. Si l9s mercados del Valle desaparecieran, los indígenas
de los distritos adyacentes tendrían que caminar mucho ma-
vores ,distartcias 'hacia otros centros comerciales o padecer
~n algunas de sus comodidades esenciales; en verdad, esta-
rían al borde del hambre. Sería útil discutir en este punto la
forma,en que tales indígenas pueden obtener algún poder de
·eompra como consumidores de .artículos indispensables. La
región que habitan les permite recolectar, y en algunos ca-
sos, producir artículos. que son muy necesarios en él Valle.
Leña, ocotes y carbón; la lana ,de sus ovejas, y sobre todo,
·quizá, frutas tales como manzanas, duraznos, peras y tam-
bién amoles, raíces que crecen silvestres en las montañas y
qne··se utilizan a manera de jabón. Los indigenas llevan esos
articulos ,a los mercados -para cambiarlos ......principalmente
eon el ·sistema de trueque- por otras mercancías que ne-
eesitan..,,
Más adelante se tratará de los detalles del trueque>Al-
. gunas de suir·ti:ansacciones tienen que ser realizadas por di-
ner0; puesto que el café, el azúcar, el maíz y la.cerámica, asi
como los,vest1dos y los artículos de cuero, deben ser compra-
dos con ,moneda y al contado; Fácil es advertir que para es-
t~ clase de participantes-el mercado constituye un medio elás-
tico de adquirir poder de compra inmediato por medio del
trueque • y de ventas en dinem. Tanto el mercado como las
tiendas locales son también un emporio, vasto y variado, des-
·de el punto de vista deLnivel de vida de los indígenas, en el
'·'1uai toda la serie de sus necesidades puede ser satisfecha
con prontitud. ·
-··· 103-
. Los mixteéas desempeñan en 'el mercado un papel algo
diferente. La inforfüación recabada sobre¡este tema es menos
•cómpleta, puesto que ninguno de los investigadores visitó
esa· parte del país, no óbstartte que· Ia situadón por estudiar
és mucho más eompleja. Látégión en su •ltonjunto no es ri-
' ca. de cierto; algunos de sus distritos tienen que comprar
·una·cantidad adicional de[ cereal indispensable, el maíz. Las
artesanías nativas, tales como la alfarería y varios prod:1c-
.tos textiles, artículos de fibras duras y cestería, son a<l,1ui-
1 .en.
ridos él Valle Sin etnpargo,·1a r,1rgión .de los míxtecas .es
a
muy vasta_; .al~na¡¡ . de sus zonas norteñas .son bastecid,as
principalmente .por_. el gran centno
.. . ' . indu.striai de Puebla.
Lá influencia de los mixtecas eri los mercados de üa-
xaca se debe a muchas importaciones de productos de su
:régióri,; producto~ de palma, sobre todo sombrer0s, esteras
ü petates y pequeñas canastas tejidas, ciertas clases de chi-
les, manteles, lana eri bruto, trigo· y hierbas medicinales, toc-
tl1) ello permite a los mixtecas adquirir el necesario poder de
i
, ..m.Jjra para realiza·r sus adquisiciones. Muchos indigen~s
"de esta región ·se han: establecido enla ciudad de Oaxaca y
e.ti otras poblaciones, donde,actúan . como agentes, en espe-
dál para la venta de sombreros de palma, pero también co-
t;io "corredores" más o menos importantes de trigo y de ma-
1
~ tt>rias primas y como exportadores de los ya mencionados
.productos oa..'Caqueños.
Se tien-e aquí un cuadro ert cierto modo diferente. Pue-
de decirse· que el Valle y la Mixteca son dos productores: eco-
nómicos irtterdependientes que cambian bienes y servicios y
se. complementan rnutuam:énte. Tal vei la mayor cÓllÍplica-
tión surge del hecho de que ciertas ntercandas fabricadas
en Puebla y en México, así como algunas materias primas,
llegan a la Míxteca a través del Valle; :perd también concu-
rren en éste por" las antiguas rutas comerciales que atravie-
san la Mixtecti. La parté norté de esta región, dicho sea de
paso, de ningún modo puede· considerarse pobre; el suelo es
fértil; se producen allí grandes cantidades de maityde trigo,
-104-
y está bien provista de ganado mayor y de otros animales,
Sin .embargo, todo ello tan .sólo es información .prelimir)ar
que ofrece algunos puntos de orientación, obtenida de con-
tactos con· los agentes e intermediarios establecidos . en la
ciudad de Oaxaca y sus alrededores, y con algunos de los
amigos -sobre todo el Prof. Unda- qué· conocen de· pri-:
mera mano aquella parte de la Mixteca. ·
En cuanto a• la región de los mixes, se obtuvo allí un
cuadro muy semejante al de los habitantes pobres. de. las
montañas occidentales. Esto se refiere,. ante todo, a los mi0
xes que habitan el distrito adyacente al valle oriental de Mi~
tla y Tlacolula; son ellos los principales participantes· en los
m~rcados del Valle; tienen que completar su proqucción de
maíz con grandes cantidades que a~quiereil.en cada una de
sus visitas a los mercados.. Por Jo común compran también
carne, abarrotes, pan y verduras. Casi nunca abandonan ·el
mercado sin llev,,1rse algún licor, :fuerte en el estómago y en
sus bolsas de viaje. No O'bstante que existen dos o.tres centros
inixes productores de cerámica, .esos indígenas adquieren
grandes cantidades de buena alfarería, sobre ~odo la produc
dda en Atzompa.Y Coyotepec. ·· · · · ··
Con el objeto de comprar tales mercancías, los mixes
llevan consigo, primordialmehte, las clases de frutas qúe me•
jor se producen en las tierras altas, duraznos ·en su mayo-
ría. También·venden papas ·Y chiles que crecen, en las zonas
más templadas; pero estos productos · son: comercializadós
por los mixes más prósperos en el mercadó de Tlacolula que
es su principal centro de abastécimento, Además; por tero.:
]!Oradas, venden ciertas clases de frijol y el· pi:ttle, nombre
que se .da a la semilla del mamey. ·. En ocasio.nes llevan á.l
mercado. el. café. que recolectan. en sus distritos vecinos de
clin;ia más templa~o. Algunas de las ga;nandil$ de este pue-
hlo mixe,. pobre, pero mur. trabajador? provienen de, seryi,-
cios. que .prestan ~mo acarreadores ·ae é,,1r~s pesaqas,a
cambio de unos 50 centavos por día, de 1os cuales tienen que
deducir. sus gastos de . alimentación. Se ···-,-
)
observan;aquí
..
.•
. l~s
"'. """
-105-
mismas .fúér~s y los mismos. n¡e~anisrnos efectivos halla-
dos en la participación ,de los· indígenas occidentales en los
mercados del Valle. De éstos. dependen también los mixes
para· adquirir sus subsistencias y sus pequeños lujos, tales
como carne, abarrotes y licores fuertes. Pueden.ofrecer·cier-
tas Semillas qué son de rápida venta, puesto que no se pro--
ducen en Tlacolula y sus alrededores. Durante el mismo día,
en una serie de transacciones -·las más de trueque- obtie-
nen .fos artículos que necesitan, más un excedente en dine 0
.v
j '
fo. . . artículo.s ello~ que son lfovados desde. fuera de la re-
gión y que no es posi~le encontrar en los mercados .
•\ : '; ' < •' '1 . ; ' • . ',. .• '
-
IIll:ll1liLllHILEillíill-Ll'&lii-ii-l,i-Ll1Ll,Cl,Z p
modo invariable, la transacción se efectúa entrelazada con
una prolongada conversación de regateos, de elogios de pro-
paganda y observaciones reprobatorias. En ocasiones, el
observador seguiría al cliente en sus compras con el objeto
de computar .el alcance de sus intereses y de sus necesidades
como consumidor. Esta fué una de las más complejas y di-
ficultosas tareas ; fué realizada por B. Malinowski durante
una excursión al mercado en compañía de un buen amigo
vecú:io de uno de los pueblos cercanos. De él se obtuvo un
detallado y preciso relato de la forma· en que el comprador
aprecia la calidad y la cantidad y se decide a escoger. El
problema general que justifica tal observación consiste en
obtener una clara idea de la esencia del regateo en el mer-
cado, En otras palabras se observa eri todo ello el funciona-
miento. concreto, específico, del rejuego entre oferta y· de~
manda según ocurre en las transacciones típicas de un
mercado regional mexicano.
Fue posible alcanzar algunos principios generales inte-
resantes.y. firmemente establecidos. El precio justo y correc-
to de cada. mercancía es conocido tanto por el compr~dor
c;omo por el vendedor. En cuanto al regateo, se observaron
varias importantes diferencias y distinciones conceptuales es-
tablecidas. En ciertas mercancías -principalmente y ante
•todo en el maíz- el rejuego de la oferta y la demanda y la
actuación real del regateo son una realidad económica. Esto
es: la gente no regatea sobre el maíz por 26 5 cts. tan sólo
por el placer del intercambio verbal o por éualquiera otra
razón psicológica, sino porque _aún en el curso de un día de
mercado el precio del maíz se eleva y desciende; verdad es
que la oscilación ocurre dentro de estrechos límites, pero de
un modo definida.mente determinado por las necesidades
de los consumidores y los requerimientos financieros· de los
productores. . El mecanismo efectivo del cambio de precios
consiste en el hecho integral de los indefinidamente muchos
y pequeños actos de regateo que en realidad ocurren.
Por el contrario, se halló que existen artículos que son
.-.. 114-.
vendidos, prácticamente, a precios fijos. El comprador se
acerca, el vendedor menciona el precio, la transacción se rea-
liza o no. El regateo no se presenta. Es obvio que el. precio
de tales artículos se fija desde temprano en el día de mer-
cado. Entre ellos se puede mencionar el chile, el queso, los
artkulos de cuero y quizás algunas frutas como los plátanos,
las peras y las piñas. La mayor:parte de las demás mercan-
cías se ,venden más· o menos dentro del nivel entre la oferta
y la contraoferfa, el regateo y la discusión, a un,precio que,
sin eirtbargo, no es muy afectado por la cantidad pedida por
el vendedor, ni la ofrecida por el· comprador. · Los márgenes
rriás amplios tal vez se encuentren en los precios de las cobi-
jas de fabricación cr3:sera local, de los rebozos y también de
. .
los huaraches y artículos
. textiles.
.
Al orientar la observación hacia el regateo se tuvo .en
mente el prol;ilema: de la determinación de los ·precios; Lá
conclusión general ·es que éstos se determinan por factores
económicos reales én' el mercado; por la oferta y la demanda
en mercancías tales cotno el maíz, el ganado, las verduras,
las frutas y otras. más. En muchas, el costo de producción
señala un precio mínimo de venta, el cual puede incluir cos-
tos de transporte, jmpuestos y utHidades: Sin duda', existen
grandes variantes eb.ti"e gente como los complicados fabri-
cantes de sarapes de Teotitlán y los alfareros de Atzompa,
por una parte, y los indígenas que producen carbón,, cuerdas
o leña, Sin embargo, aun aquí no es imposible calcular los
motivos económicos de cada grupo. Se efectuaron varios in-
tentos de cálculo cuyos resultados se encuentran en .las dés-
c:ripciones siguientes; los datos muestran que, no obstante.lo
cercano al nivel de subsistencia en que viva un indígena, éste
no realizaría algún comercio con pérdidas y lo cambiaría por
alguna·ocupación más provechosa.
Se tienen ya algunos datos sobre uno de los problemas
importantes)¡ue todavía requieren una elaboración más com-
pleta: es el estudio de los cálculos q11e se hacen tantó los
compradores como los vendedores. Conocimos a ciertos in-
-· lt5,-
l llflilíl ,1au •1•1•HHHHH!IIHílllllll lílilllfli!!f!!íllll:tl!II IIJIJlUI.,
,-116-
mexicano contribuyente, como tocio ser humano que paga
impuestq, siente aue. está siendo· robado--, v elfo ofrece al
nativo amplia 'seguridad de que 'no trata coñ uri agenté del
Gobier:10, de los que con frecuencia desconfía, y aún más si
son, gringos.
Este procedimiento permite obtener una cantidad de in~
formación verídica, que estamos seguros es el doble o triple
de la que se obtendría con un procedimiento sencillo que sim-
plemente podría· levantar sospechas. Como .se verá,, el hom,.
bre procedió más o menos empíricamente. Sabía que al final
de cada jornada se habría llevado equis pesos y que con, eso
bien· podría vivir.¡ Sín •etnbargo, ignoraba •verdaderamente
que otros productos eran . definitivamente más lucrativos
para él, comprándolos en el mercado y revendiéndolos en sn ·
pueblo.
Los indígenas de los distritos e.xteriores, cuando menos ·
. aquellos que hemos caracterizado por su desconocimiento del
español y su extremada. pobreza, pertenecen a la .clase de
gente que.no cali::ula, que no piensa en lo~ números y que es
fáci\mente engañada y explotada. Debido a. que la: mayoría
rte las escuelas de sus pueblos son ¡:edentes, tampoco saben
manejar cifras, por lo que sus transacciones en el mercado
se basan sobre dertos hábitos tradii:ionales, bieri estableci-
dos. :N"o obstante, pudimos encontrar que su conducta no
queda fuera de un marco económico accesibre al observador,
aun tomando .su ingenuidj,d, como, un factor económico.. En
otras palabras considerándolos. dentro del mercado, como un
grupo y no como indiv,iditos separados, ·aportan, cambian y
se llevan los produé~os basándose en· ciertos principios de
equivalenda, que. el etnólogo puede y debe observar y hasta
formular numéricamente .. · Los ejemplos que siguen consti-
tuyen .algunas. ,m:uesttas de cómo se hizo ese cálculo y ense-
ñarán los principios generales sobre los que nos proponemos
continuar nuestro trabajo. ·
Dentro de esto, no hay duda de que el pr:oblema µe la
-117-
, . ' "
-118-
se aprecian cualitativamente y cómo se determina su valor,
de acuerdo con ciertas normas. Exponiendo brevemente
nuestros resultados, díremos que e.l uso de pesas y medidas
es muy limitado. El empleo de las medidas del sistema mé-
. trioo oficial y la precisión P?-rá definir el peso o la capaci-
dad, se circunscriben á unas· cuantas carnicerías de Oaxaca
y a transacciones de maíz relativamente raras.
Algunas cosas se pesan y miden de una manera que
hace que en realidad no teng·an equivalente numérico. He-
mos visto a un vendedor de incienso, pesar sus productos con
una balanza completamente fuera de norma, hecha de made-
ra, hilos y pedazos de calabaza y poniendo dos o tres piedras
en un platillo y pedazos resinosos en el otro. La sal de cerca
de Tlacolula, a vecés se cristaliza dentro de pequeños enva-
ses de madera, donde asume forma sólida definida; pero di-
fícil de medí11. Estas maneras de tasar y medir llegan a ser
todavía 111€nos definidas, cuando se trata de camarones ¡¡ecos
que se venden en pequeños. platos; de saltamontes fritos, re-
parti<los en recipientes o de alverjones, vendídos en medídas
de plato, arhiti:arias. La. carne, que en la mayor parte de los
casos se vendé salada y no como prodm;to fresco, se div~de,
de manera complicada, en l~rgas tiras, que a su vez se sub-
díviden en piezas más pequeñas, cuya largura y grosor son
conocidos tánto por el comprador como por el vendedor. Es-
tas piezas se .venden en algunos lugares, principalmente en
Oc9tlán, ~n fprma de g'!'andes bultos, de los cuales después
se ·extraen muchas· tiras. En ·Tlacolufa la carne· permanece
extendida en largas tiras que después se subdívidén arran-
cándose las piezas según la cantidad .que el cliente desee.
0
-J-21-
moneda, los billetes de cinco o diez pesos y desde luego los
de· mayor de1:1otninación, tienen tina circulación muy limi-
tada, lo que se debe a que una gran parte del público no
acepta el papel moneda, porque aparentemente éste no circu-
la en 'lós alrededores, tomándose con' desconfianza y mane-
jáp.dose con dificultad, hasta en,los pueblos del Valle. Cuan-
do nuestro amigo Manuel; en compañía dé Julio de la Fuente
fué:.a comprar algo de ganado .en el. gran mercado de Tlaco-
lnla;' el 1 O de octubre, tuvo que llevarse $ 250.00 de plata en
efectivoJporque ~no pudo conseguir billetes de banco en su
pÍ.teblo, ni en la región vecina.
,¡ ~ /
-12.'J-
dioso del mercado tiene que acostumbrarse a toda una serie
de expresiones que se· refieren a monedas que no se acuñan:
ahora; pero que se usan por una tradición familiar. Tres·
centavos son una cuartilla y 12 y medio ún real; por lo que
veinticinco centavos vienen a ser dos reales. Se llama toda-
vía "medio" a dos cuartiHas.
Otra' expresión· usada a menudo· es "vito" qué significa
4 reales, o sea SO centavos. El diminutivo pata. centa-v;o es
también "vito". Hubo un tiempo en que esta moneda se cor-
taba por la mitad y de esta manera sétenía'rina moneda más
en el mercado. ·
Obviamente, otro de los problemas que teníamos que
observar y resolver, era. el de la manera ea que se cambia-
ba en el mercado, 'una mercancía que tenia su yalor propio
declarado,. por su equivalente. En otr¡is palabras,. era nece-
sario definir, con la mayor precisión y detalle posibles, lo~
tipos de transacciones. Encontramos dos. categorías prinéi~
pales; el trueque que todavía ex.iste como cambío directo de
satisfactores por satisfacfores, o, muy rara vez, por servi-.
cios. Aunque menos fr:ecuente que ,la venta en la que se ui:i-.
liza moneda, el trueque todavía es ~uy importante, encon~
trándose determi11ado por las necesidades económicas. La
mnyor parte de los indígenas muy pobres siguen Jfovando a
cabo sus transacciones, por medio del trueque que. predomi-
na, como. sabemós, en el pequeño mercado de Atzompa. .; , ·
El otro tipo de transacción, es la compra de satisfa:c-
tores por dinero.
Vimos muy pocos casos de crédito; eL que registramos
se refiere a la venta de ropa en el mercado de Oaxaca. Como
regla general, la gente a la que el vendedor conoce personal-
mente, puede obtener artículos a: crédito, permanentemente'
o cuando menos en. una ocasión durante la semana,. pagando
sus abonos semanariamente. No señalamos aquí los casos de
crédito dados por tenderos, puesto que s.ólo nos interesa el
mercado. Sabemos que el crédito se concede sóloooasíonal..
---123-
mente y tenemos una.. o do~ obseryadones concretas. de Etl:1
y de Tlacolula; sin embarga, .nuestro .material sobre· este pun-
to ~s incQmpleto. En la mayor parte de los casos, el precio
se va ab0nando y la mere.ancla se entrega hasta después de
que el ¡Jago quedó cubierto totalmente. 1 ª ·
- . 1:24-
bablemente habían sido mal educados. por. algunos turjsta~
estúpidos ..
. PasandQ ahora atipos más definidos de, truecii:ie, 'vea~
mos el lado sureste del mercado de Ocotlán, donde ,se sien-
tan tradicionalmente los indígenas más pobres, de 'varias re-
giones,, exhibiendo sus vasijas para realizar su ·precario
negocio.· Entre ellos citaremos 0a un: grupo, venido: de uno
de los pueblós del Este, ·San• Miguel Minas, que trae leña.
Este artículo que se recoge libremente por los miembros de
fas comunidades, tiene el valor de lá 'labor, más el precio del
transporte, en cargas qtie usualmente se hacen en burros y
<1ue e:itimanfos aproximadamente en un peso po1' persona.
. Un. vendedor de ~ste' artíctil6 se sienta y pone su leña
en wontones que valet,i de tres a cinco centavos.·. A poco,
vemos ·que la· gente, se le acerca,. llévando chile, manzanas,
duraznos, ¡saltamontes .preparados y otros artículos seme-
jantes: Primerarrient!'i se hace una inspección cuidadosá de
ambos lados. El mercader .ainbularite de fruta o vegetales
toma la iniciativa. Generalmente se ofrece para su inspec-
ción un puñado ,de los artículos que van .a cambiarse. En-
toncés se discute su equivalencia. La: transacción se realiza
entregándose la frutay recogiéndose la leña.
Cua.ndo la,, madera 1'-º ha sido vendida despt.té~ de al-
gún tiempo, es. el indígena quien toma la iniciativa. El o
ella se levan,tan 4eja~do quizás a alguien a cargo de losque ha
quedado y ilevando solamente unos cuantos bultos, sé diri-
gen a los puestos de carne. Aquí, ya avarizáda la mañana,
se ven grandes montones de leña y quizás otros artículos,
que se han acumulado en 1a calle, bajo el ojo vigilante de la
mujer .. del carnicero.. Son los artículos. que ésta ha cam-
bi;:1.do por péda.zos de carrie. En éstas transacciones la inicia-
tiva 'provieñe del cambiador. de leña, quien ofrece un bulto
siendo pagado con el equivalente adecua.do, . en carne. El
indígena recorre el mercado ofreciendo su leña por algún
ot:r,o artículo.. que .,necesitará:.
, •"··, , . . ..
,_.
cebollas,
·-' saI, caña u. otros
' '
vege-
-125-
1 .
· ...
~·!~~
''~,1
·,
-116-
tivps . .Por otra parte, los tres centavos de. sal o de polvo de
camarón, serán vendidos a cinco céntavos en el propio ptte-
blo del indígena .. Este obtiene menor ganancia de la que
había calculado, pen;~. de cualquier manera hay. provecho.
• Aún más importante e interesante resulta el hecho, bien
deterrnínado, ·de que la mayor parte de la• madera es cam-
biada a· interinediarios (regatones). La mujer que ha·traí-
do leña desde un- pueblo 'Cercano, se sienta a unos euantos
pasos de un grupo de indígenas que han traído manzanas o
duraznos, nueces o. chile .y sin embargo, el trueque no se
efectúa entre éstos productores primarios. Invariable e in-
evitablemente intetviene el intermediário que lucra cambian-
do algunos aitículós; primero por mariza.nas, duraznos o nue-
ces y despúés, éstos últimos, por madera. Por misterioso que
~1 lo par~ca; puede encontrarse la t!Xplicadón indagando má:s
ampliamente. · La gente que trae nueces de las montañas no
la.s .cambiará poi' madera. que tiene en abundancia en sus
propios bosques. Necesita las frutas que el intermediario
puede darle. Así; no hay posibilidad de trueque entre los
dos grupos que trayendo artículos diferentes, no ptteden eri-
cónfrar una medida común para la transac.ción. Para los
productores de. fri'tta, la madera no tiene poder :de compra
f ta.inpocú para fa. mayor parte de los productores de vege-
tales. De a.,hí que elihtermediario sea indispensable. El vive,
pobremente, de ·su habilidad para negociar con las otras dos
partes· de la transacción tripartita.
..EII: el mismo mercado obser~arnos otr.o tipo de trueque,
entre .campesinos. de dos .pueblos cercanos, .también cara.e~
terístico, Para tener un ejemplo co:iicreto, nos paramos cer-
ca de. una mujer de San Pedro Guegoreche, 11n pueblo que
dista cei;c<1,,, de µná. legua, del.• centro. La mujer vende cal
viva, ingrediente ne.ceslJ,I'ÍO para la preparación.del maíz para
las .tortillas. Un hombre de ,Santa Lucía de Ocotlán se le
acerca,. cpnu~a canasta de tortíllas. Hacen el trueque. Cua~
i:ro tortillas amarillas se cambian por cuatro "medidas de
caFviva". ·Cada medida consist~ en ':111 pedazo de madera,
·corto y grueso, estaridaHzado, con una.pequeña piéza a gui-
sa de punta. La mujer'ha traído cal viva, aproximadamente
por valor de un peso, sobre un burro y la exhibe formando
tres clases de medidas, por· valor de uno, cinco y diez centa-
vos: También ha .traído veinte o treinta quesitos. El hom-
bre nos informa que prefiere dar sus tortillas en trueque,
ya que conoce. sus propias necesidades y recibe un mayoí:
.valor que el que obtendria usando moneda,
1 .u.· Trozós resi!\~SOS rle}'t~RCO del pi¡,,o (IUe se' ·•uiliza:11 pa~a encender el C,l\r-
bón. (Nota del Comité EdÍtonál). '
Así, el trueque sigue sopre reglas de costumbre, bien cono-
cidas, con valor .estandarizado para ambos lados. • ··
. En otra escena de trueque, observada con algún detalle,
una mujer que vetúa de San Antonio de la Cal, ofrecía el
producto característico de esta localidad, cal viva, en trozos
uniformes. Esta ·se exhibe en "medidá.sn, consistentes en
piezas sólidas, por valor de uno, tres, cinco o diez centavos;
a veces· se acumulan pequeñas piezas en una canastita dán'-'
dose envueltas en uri pedazo de papel o en una hoja grande;
Por sus. mercancías puede recibir chapulines fritos medidos
en pequeños platos de barro con valor de un centavo. En
cáda transacción la mujer daba una pequeña cantidad de
más, o sea el 1'pilón", y por su parte también recibe un pes
queño excedente de chapulines u otro artículo. Vimos que
dejaba su lugar para hacer un recorrido ofreciendo su mer-
cancía y tratando de cambiarla por cacahuates, sin mucho
éxito; también por acote y fruta, igualmente sin éxito.. Nos
dijo que le erajgual cambiar o vender su mercancía, y en
realidad, más tarde compró cacahuates, con dinero: . ·
· . Estos datos los hemos expuesto siguiendo las anotacio-
nes de nuestras libretas de campo, siendo desde luego incom-
pletos. Uno de los problemas· que se derivan de este tipo de
tn1eque a baja escala es que casi no hay vendedores pobr~¡¡,
del tipo antes descrito, sean indígenas de la montaña .o ven,~
dedores en pequeño, como fa mujer de la cál, que veridá~
sps mercand:is. por d_inero y sin embargo, indudablemente
tienen éste, porque .los hemos yisto cotnprando objetos -ei:i
las tiendas o a lo~ vendedores del mercado. El objeto princi-
pal de los indígenas de .la montaña; es comprar maíz, que
aparentemente no pueden adquirir por medio del trueque.
Por lo pronto nos hemos ,planteado dos o tres hipótesis que
n.os proponemos seguir: Es posible ·que.lleven .las merca.ns
das,• obtenípas en e} mercado poJ," !lledio del trueque, a .sus
pueblos, donde podrán venderlas por dineró, con .utilidad.
Así la próxima v~z regresarían al mercado !:On algún dinero
eq. efe~tiyo, sin,,haberlo
' -
opten.ido ,en. . aquél.
- ' . - ' . '. . .· . • · .. · ·.. ~- '.:'
''
Otra po$ibílidad es la de que estos indigenas que prac-
tican el trueque vendan por dinero, no en sus propios pue-
blos, sino en ~us propiedades o. quizá en algún pequeño mer-
cado local, de su aldea. Este .problema es de aquellos que se
resueiven con más trabajo de campo. Sería necesario seguir
a· los indígenas hasta su · propia. localidad y observar sus
transru;:ciones en el otro lado. Podria calcularse su ganancia,
por la diferencia en el valor de los artículos traídos y de los
llevados, entre las dos localidades. Este tipo de pequeños
viajes de negocios se asemeja bastante a los viajes más
largos que se hacen desde cl Valle a varias regiones cercanas,
forma de comercio que hemos .estudiado con mayor lujo .de
detalles y de datos únicamente en lo que concierne a los
viajes al Istmo.
Volviendo a la mujer de la cal, no pudimos estudiar los
costos de producción de este artículo en Santa Catarina,
tarea qúe no es muy difícil pu.esto que la localidad está muy
cerca de la capital debiendo sujetarse a una investigación
más completa;
El caso de 1a mujer nos coloca ante otro tipo de pro-
blema económico y de observación para el que nuestros
datos son abundantes pero todavía no precisos ni bien asi-
milados.. Nos referimos a la cantidad de productos que trae
cualquier vendedor, sea el más pobre de los pobres o Wl in-
termediario acomodado, y al excedente que queda sin ven-
der. Las preguntas formuladas a los vendedores del mer-
cado invariablemente fueron contestadas en forma estereo-
tipada: "se venderá, después de todo" ("se vende"). Esto
es natural, pqrque a nadie que esté vendiendo sus mercancías
le gustaría hacerse tonto con ellas. Hay una actitud casi
supersticiosa en el mercado, cuando quedan grandes canti-
dades de existencia sin vender. Nuestras observaciones
directas indican que hay varias maneras de conducirse con
los sobrantes, que en un ''mal día" pueden ser importantes
. aún a las cuatro de la tarde. Cuando el vendedor es de la
localidad y tiene. casa y bodegas en eMa, empaca sus mercan-
- 130 -
cías, se las echa a la espalda o bien llama a uno de los carga-
dores del mercado y se las lleva a su casa. No pasa lo
mismo con los vendedores foráneos. El tipo de interme-
diario más rico, que tiene un .amplio y variado surtido de
cerl\'.tnica, textiles, o artículos de piel, esto es, mercancía
que no se destruye tan fácilmente, tendrá suficiente número
de receptáculos donde empacar su mercancía para. después
transportarla a la estación del ferrocarril, al camión de
pasajeros, o a la carreta de bueyes y llevársela a su domi-
cilio, lo c.ual es muy a menudo todo su capital. Las mercan-
cías que se rompen fácilmente, como los objetos de barro,
frecuentemente se almacenan en un cuarto alquilado para
ese fin. Sabemos de intermediarios que tienen esa das.e .de
almacenes en Ocotlán y en Tlacolula, por el que pagan .dos
pesos al mes, teniendo así su mercancía, lista todos los
vier:nes y domingos. Todo esto, naturalmente, entra en los
cálculos económicos y debe ser presupuestado en eualquier
cómputo de utilidad.
Los indígenas pobres que llevan fruta, leña, escobas,
legumbres o flores al mercado, tratan de realizar las exis-
tencias· no vendidas de diferentes maneras. Primero dan
vueltas en el mercado, ofreciendo sus artículos en trueque
dondequiera que encuentran mercancías útiles para ellos.
A menudo esto rio les da resultado y entonces recorren las
tiendas locales, ofreciendo sus artkulos a un precio consi-
derablemente más bajo que el que hubieran obtenido en
trueque o en ventas dentro del mercado. También puec;len
ir de puerta en puerta, a las casas particulares, intentando
verider. Como último · recurso están los intermediarios.
Estos, sin embargo, prefieren comprar en el mercado al
principio y no al final, porque los precios que ofrecerían en-
tonces, serían nominales, debido a que a esa hora ya no
tendrían oportunidad de revender. "
En lo que respecta a la naturaleza misma del trueque,
hay algunas distinciones interesantes que tratamos de esta-
blecer. En algunos casos, especialmente en el del mercado
de Atzompa, el dinero entra categóricamente como la medída
-131-
,
.
.,,
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del '(;aior. Enótras pafabras, las dos partes interesadas en
la. transacción preguhtan el precio de los artículos, lleguen
o 110 a un acuerdo y si se hace el intercambio de mercancía,
la diferencia marginal se paga en efectivo: Por lo tanto, si.
una jarrita es puesta en 18 centavos y por el otro lado se
dan tres comestibles, cada uno por el valor de cinco centac-
V()S, la diferencia de tres centavos tiene que agregarse en
dineto en efectivo'. Podríamos hablar, por consiguiente de
trueque sobre urta base monetaria en lo que corresponde a la
definición del valor, no obstante que la transacción se haya
efectuado sobre mercancías, prlnci:r,a.Imente. .
· . En otros casos, lá equivalencia tradicional eritre las dos
mercancías, parece estar·tan bien establecida, que el trueque
puede efectuarse sin referencia. a.lgúna al precio de lm,
artículos .. En este caso, hemos notado que las dos series de
attítulós intercambíables tienen una variedad limitada. •Hay
objetos de poco valor y de una gran velocidad de circulación
dentro del mercado, o sea, que son materia de un: gran
número de transacciones. El preció de las cebollas, de los
ajos; de las tortillas o de los elotes es tan definido y fijo,
qué tales cosas podrían servir como moneda. Característica
que también se debe ál hecho de que esos artículos son una
nt:cesid_ad constante y permanente dél consumo mexicano
típico;. Por el contrario, en Atzonipa, hay una gran varie-
1ad de artículos, especia:lmente de alfarería, ~uyo precio
varía de acuerdo con el tipo, el tamaño, 1a calidad y los posi-
bles defectos. Estos artículos, aunque de gran utilidad no
sdn de aquellos que los ·consumidores necesitan siempre y
en forma :recurrente.
Para él etnólogo qtie haya leído las páginas anteriores,
será el.aró. nuestro empeño en. precisar las deficiencias de
nuestros· :resultados preliminares, á la vez que afirmamos
algunos .descubrimientos interesantes. La exposición · de
nuestro método y de sus realizaciones parciales puede intere-
s'ar considerablemenfe a aquellos que se aventuren en empre-
.<'\~ semejantes, aún cuando centren su atención sobre pio-
b1ema~ diferentes. ··· ·
1: 1
"I
I'
l'
-. 134 -
maño y volu:men exacto. Si el jarro no es muy grande, se_ lo
llevan a la boca y le soplan para ver si no tiene alguna raja-
da o agujerito. Por último, muchos compradores, le aplican
hasta la lengua busc.ando. alguna· posible deficiencia,. lo que
les permite, remover cualquier cosa que cubra la superficie
del jarro y estar seguros de que no tiene defectos.' · _..
Después .comienza el regateo. CoIT\o regla, el p_recío se
recarga con _un margen de 10 centavos en los artículos que
valen hasta $0 centavos;, a los_ que tienen un valor entre 50
centavos y~ peso se les, aumentan 15 centavos y quizá en-
tre 20 y 25 c:entavos, a los más caros .. Tenemos una o dos
!i
observ;-aciones cancretas: una compradora a la que se le dijo 1
que elartícu\o valía 35 centavos, ofreció 20. Se le contestó: 1,
-135-
tienda en Oaxaea. Sabemos que un artículo que se puede
comprar por 15 centavos en Atzompa, se vende a 18 eri
Oaxaca, a 20 en Ocotlán, a 22 en Tlacohila y todavía más
lejos, en lugares corno Mitla, Matatlán o Totolapa, con re-
éargos aproximados de dos centavos. co11fonne se hace, más
grande la ·distancia que hay que recorrer. ·
-136 -
rería, que podría costar. 20 centavos, consume aproximada-
mente 10 minutos de tiempo, a partir del momento que se
toma un poco de la masa de barro y se hace una bola, hasta
que el producto está listo para cocerse. Con este ritmo, para
ganar SO pesos en una semana especíalmente buena en ven-
tas, la producción tendría que ser de 250 a 300 artículos,
haciendo concesiones por roturas y piezas defectuosas. Para
tal producción, las mujeres, que por regla general hacen esta
clase de labor, tendríamos que trabajar de 9 a 10 horas du-
rante los 5 días de trabajo que r.esultan. quitando viernes y
sábado, mientras que los hombres tendrían que estar ocupa-
dos trayendo el barro, consiguiendo la leña y· cociendo los
productos. . ·
El cálculo anterior. es provisional y tendrá que compro-
barse por medio de una observación más cuidadosa. Tam-
bién tenemos e.l problema de saber si estas gentes en alguna
ocasión producen anticipadamente guardando sus artículos •ª
la expectativa de un mercado importante. En Ios períodos
de festividades o cuando hay aumento general en el consumo
de alimentos, se· necesitan muchos artículos de cerámica. No
sabemos si los ªlfareros de Ocotlán tienen alguna organiza-
ción para distribuir sus productos a otros mercados Ror me-
dio de agencias organizadas; .
La compra y venta de la cerámica de Coyotepec, nos
pert11ite conocer las transacciones que ocurren entre los pro--
ductores directos, o en l!l peor de los casos, intermediados
inmediatos, por un lado e indígenas, principalmente, por el
otro. En una ocasión, encontramos en .Ocot¡án a dos ami-
gos de Coyotepec, que traían dos cargas, esto es, cuatro re-
des grandes, llenas de jarros macizos, que tienen mucha de-
manda entre• campesinos e indígenas. De propia voz nos
diJeronque vendedanfos jarros grandes en 25 centavos cada
uno y los pequeños a 20 ó 15. Nos ocultaron que iban a
pedir 35 centavos esperand<f venderlos a 30 6 a 25, como
último precio. Después de algún" tiempo de observar · las
transacdo11-es, encontramos que eran correctas nuestras pri-
meras deducdqnes: inicialmente ponjan el precio de, 25 cen-
- 137 -
ta.vos a los artículos que venderían a 20. Al discutir con
los compradores, murmuraban siempre frases como éstas:
"¿ eso es lo que pedimos, cuánto ofre-ces ?", "tratemos, para
eso estamos en el Ínercado". Si el comprador insistía en
ofrecer un precio más bajo por un artículo mejor, decían:
''estO no podemos bajarlo, pero tenemos otras cosas de 25
centavos", Tales artículos, se venden, por supuesto, a20 cen.'.
táVos. Me contaron que si en 2 ó 3 horas no habían vendido
toda su existencia, se deshacían de lo que les quedaba, ven-
diendo cada artículo en 5 centavos menos de su precio, a un
intermediario local, su socio de costumbre en esas transac-
ciones:··
En este caso no pudimos calcular totalmente el valor
de la' producdórt y el del transporte de las cuatro cargas,
por lo que no estamos en condiciones de decir cuánto gana-
ron durante el dfa. Incidentalmente, en esta ocasióµ, ven-
dieron toda su mercancía en el mercado. Los dos hombres
eran productores acomodados, de Coyotepec, que se dieron
el lujo de señalar U:n límite de tiempo para vender en el mer-
cado, diciendo que no esperarían hasta la tarde .con el obje-
to de ganar dos o tres ·pesos más, puesto que el tiempo era
más valioso para ellos. Supimos que iban a comprar algu-
nos artjculos del mercado, probablemente legumbres y que
las llevarían a Coyotepec; pero tampoco pudimos precisar
los detalles de esta transacción. Sin embargo, con nuestros
conocimientos de la producción de su pueblo y del costo
aproximado .del transporte a lomo de burro, esperamos re-
dondear nuestra información sin dificultad:
En el pueblo de San Marcos Tlapazola, se hace uno de
los tipos más baratos de alfarería, considerado "inferior"
por los'llativos, aunque es atractivo y parece durable. Obser-
vamos· algunas transacciones entre gente de este pueblo y
los compradores, encontrando las mismas características en
el sistema de regateo, o sea una variación de 5 a 10 centavos.
Se piden originalmente 20 centavos por un cajetito; se ofre-
cen 15 y la venta se realiza en 18. San Marcos produce dos
artículos principales, los ·"comales", grandes platos planos,
--138-
para cocer tortillas y los utensilios para cocinar o vasijas,
ollas y apa.xtlos que se usan para guisar várias salsas y es-
tofados. La variación de los precios es limitada; el cacharro
más grande se vendió efectivamente en 35 centavos y el más
barato entre 5 y 10. El precio puede ser. 2 centavos más
bajo en Tlacolula que en Ocotlán. Nunca hicimos los cálcu-
los económicos exactos acerca de esa cerámica, aún cuando
no hubiera sido difícil observar la producción del pueblo,
que jamás visitamos y compararla con la venta.
Tratándose de los comercios de cerámica más grandes
y complejos, sería más difícil aplicar el tipo de análisis eco-
nómico anteriormente sugerido, incluyendo los métodos cla-
ramente delineados, pero que sólo en algunos casos se si~
guieron hasta llegar a conclusiones. Si inspeccionáramos
los puestos de madera, comunes en Oaxaca, encontraríamos
dentro del conjunto de las mercancías, productos hechos en
la Capital, otros de Atzompa, algunos de Coyotepec y muy
pocos de los pobres artículos de barro de San. Marcos Tla-
pazola. Tal o cual intermediario.compra en cantidad, tiene
almacenes permanentes y sus ventas, aunque considerable-
mente mayores en días ele mercado; son. lucrativas porque
se -realizan día con día, de la mañana al anochecer. Los
cálculos para éstos, que proyectamos pero sólo realizamos
fragmentariamente, deben incluir el impuesto adicional ·ª
sus gastos, comprendiendo el capital invertido en la pequeña
('Structura de madera, en las existencias de mercancías y
quizá también en los riesgos de robo o averías. Es impor-
t..1.nte, sobre todo, encontrar a quién le compran y cuánto
pagan. Estando en Oaxaca, tienen la posibilidad de com-
prar a los precios más bajos de los productores de esta lo-
calidad o bien, a los más bajos aún, de las alfarerías de
Atzompa. Los intermediarios que tienen almacenes en sus
casas, pueden comprar la producción no vendida; de un al-
farero de Atzompa, en un mal día de mercado, a las. dos
terceras partes de su valor. Vimos realizarse esta clase de
operaciones al atardecer,· bastándonos la simple expresién
de la cara del productor primario para saber que había sido
-119-
forzado a málbaratar su mercancía;
Otro problema importante que nos lleva por un rnomen•
, fo fuera del mercado es la organización general .de ·la exc
portación de Atzompa y de Oaxaca. Como sabemos, estos.
dos centros surten no sólo a toda la región, sino también. a
mtichas partes de la República. Hasta donde llega nuestro
conocimiento, el productor de Atzompa emplea, como regla,
a un agente que vende por él, o bien puede vender, a un
precio relativamente bajo, a un agente .de Oa..'Caca que com-
pra en el pueblo. , También tenemos al exportador de Oaxa-
ca, que pone el producto en el'tren, generalmente en grandes
redes, dé modo que los artículos frágiles no quedan· protegi-
dos, pero se advierte que deben manejarse con cuidado. Des-
pués· vierié el importador de México o de Puebla, que otra
vez tiene agentes o intermediarios, quienes son los que sur•
ten a: los vendedores de los mercados de la capital y de otros
lugares.
· En alguno de los merc:ados, de la Ciudad de México, y
también de Puebla, hemos visto venderse artículos de Atzom-
pa, casi al doble de lo qúe cuestan en este último lugar o en
Oaxaca. Entre el productor y .el consumidor se interponen
dnco o :quizás más intermediarios. Este es nn problema q11e
no se resuelve fácilmente, pero de ninguna manera insolu-
ble, de acuerdo con los datos óbtenidos; y de gran interés
teórico y también práctico. Uno o dos profesores entusiastas,
de Atzompa, han intentado organizar a los alfareros en una
negociación cooperativa, 'para manejár directamente sus ex-
portaciones. · ·
Nos parecerá que este organismo es una bendición, sin
embargo, hasta ahora no ha tenido éxito, poi las rivalidades
locales, la: debilidad del capital· inicial y la desconfianza de
los productores, quienes sienten que serían engañados por
los funcionarios ó empléados que manejarían el negocio, si
ellos l:l.o pudieran controlarlo directamente. Nos propone-
:rnos estudiar este problema de la manera más completa y
\. sin inclinadón política o económica .. Los. elementos que de-
ben investigarse ~n esta. situación, deberán ser; naturalmen-
-· 140-
te, los obstáculos ya indicados, la ausencia de ,capital y el
prnblema . de quién. puede proporcionarlo; la habil.idad co•
mercial de las gentés de la localidad, que no debería centra~
fizarse .sóh en uno .o do.s individuos y la posibilidacl de en-
contrar funcionarios.idóneos para tal. cQoperación. .Hemos
visto en.. otros. pueblos• negocios comunales en una escala
relativamente grande, ,que manejan decenas ;de .miles. ~e pe-
sos, con el resultado de que un individuo, de habilidad sobre.-
saliente y perspicacia comercial, ha sido capaz ..de conce;atrar
todo el. control en sus manos. El resto. de la comunidad des-
confió de él, y. con justa razón; porque distrajo Ja. mayor
parte: d"eL dinero,; en su.;propio beneficio. El resultado de la
empresa había sido~• por entonces, prácticamente nulo, aun··
que la acumulación de dinero fué enorme, en términos .de
.finanzas indígenas .
...
, ~ . ' .
En est@s intentos contemporáneos para elevar las con-
diciones,económicas, las dificultades propias del indígena ei:i
este tipo de negocios; la formación dé mafias económicas,
y la incapacidad de. un grupo de indígenas para controlar a
sus directores, quizás determinarán que los proyectos de me-
_¡oras y transformación caminen lentamente; pero bajo pla-
nes definidos de una reforma total. a largo plazo.
Nuestros datós relativos a la industria del sómbrero dé
paja de los· mixtéc;ás, 'nos proporcionan razones para soste-
ner que tales reformas, económicO-"sociales, no conducen, de
manera necesaria,· al fracaso; en todos los mercados encon~
tramos dos tipos de sombreros mexicanos en venta; los he-
chos de lária, que coristítuyen una industria local del Valle
y los de paja, que,hasta ahora son importados regularmente
rle algunps distrijos .de la Mixteca, especialmente de Nativi-
tas.. La palabra ''paja" en realidad se. refiere a sqmbreros
.de hojas de. palm,;;i., ...:ultivadas en ese distrito. Cami9ando
por la plaza noreste de Tlacolula, encontramos tres o cuatro
puestos di! los citados sombreros de hojas de palma.. Una
.rúújer, .qufon des¡?µés dél:acosttimbrado regateo'j;>sicológico,
ha vendido un par de sombreros a una familia indigena, nos
-141-
informa que ella es· originaría de Nativitas. y está establecí~
da en Oaxaca, 'trabajando· como agente para su ·familiá, ·sus
amigos y otros productorés. Nós cuenta algo que ya sabe-
mos: ,hace algunos años· los mixtecas tejían los sombreros
~ólo hasta determinada etapa de su manufactura, teniendo
que rnanda'rlos a· Tehuacán, donde únos cuantos empresarios
españoles hadan el acabado final, asegurándose, con largue-
za/ la mayor ganancia. · Después de la :formadóá en gran
escala de organizaciones cooperativas;" la maquinaria nece-
saria para dar forma y acabado de los sombreros, fué ad-
quirida por los ~:qdígenas, cuyás ganancias y condiciones de
vida· han mejorado considerablemente, Antes obtenían só}o
de 20 a 25 ceritavos por sombrifro,_ mientras qtie ahora pu.e~
den obtener el doble. · " ·
Tales sombreros se venden en el Valle, variando su
precio de 75 centavos• a:$ LSO. Descontando la tercera
parte, por concepto . de . transporte y la:s ganancias .•del
intermediario; toda:vía tenemos ün ingreso real para e1 pr&--
ductor. En relación con este asunto, nuevamente nos propo-
nemos completar ·nuestra ·información con datos más preci-
sos. El problema de transformar ·una estimación aproximada
en un cálculo · más digno de coíffianza, no sería, ,diíkil en
e~ta industria, ya que eíitá organizada y probablemente suje-
ta a alguna clase de contabilidad. Serí.a un testimonio im-
portante del progreso materíallogrado. Nuestros datos acer-
ca de los sombreros de lana; son mucho más fáciles de .obte-
. ner, puesto que todo el progreso se efectúa en el V a.lle y
tenemos información fidedigna; de los productores. . ·
Más adela'n~é, eri el n1ismo lugar, entramo.~ a una parte
reservada para los vendedores de fibr:a, reatas,. redes y af;.
tkulos para enjaezar, todos ·hechos de fa fibra del aloe o
maguey.. Los vendedores son· los productores primarios de
uno ·de los pueblos del _Valle, Huila, que .vienen . en
, . . . , ! ' . , .~.,, -·
día ' ,,
el
11
.. · · Reforma llevada a cabo {!Or disposidón del Gral. Lázaro .Cárdenas, cu:in-
do era Presidente Constitµcional oe' la Rep(tblica Mexicana. (Nota dél Comité
Editoriál). · · ' · '
--1~--
de mercado, empleando cerca de cuatro. horas en recorrer
la distancia. También hay productores de. la Sierra, pr'inci-
palmente del grupo de pueblos llamados Caxonos. Hay, ade-
más, intermediarios regulares, de. la localidad o de Oaxaca.
Los productores tratan de vender sus mercancías durante la
mañana y, cuando no logran hacerlo, la venden a. los reven-
dedores, a, preoios más bajos, por la. tarde. El regateo ~
Hpsiéológicd', esto es, se hace por el placer que propordona
al comprador, et· bajar el precio, fijo y conocido por el ven- ¡¡
dedol'. .
una
Ert ocasión v1n1ós un cierto número de artículos
movítmdóse con précisión a.ritr'nética dentro del límite de 10 11
·-145-
. 1,
11
I;
la Cíud_ád de México o lugares semejantes, como Puebla o
· Guadalajara. Así hay un cambio gradual, tanto vertical
como _horizontal. Oaxaca está poblándose cada vez más con
personas procedentes de distritos lejanos menos ricas y edu-
cadas, pero emprendedoras y prometedoras, las que proba-
blemente en ·lo futuro se moverán, gradualmente, hacia arri-
ba, Se está despoblando-en lo que se refiere a muchos miem-
bros de su estrato más alto .
. Volviendo aho:ra al mercado, visitamos una sección que
ocupa ,una .vasta área, .extendiéndose en el espacio, en el
tiempo y en el número de las transacciones. Es el mercado de
lá fruta. Una rápida inspección de los locales de los vende-
dores, en días de gran mercado, como el sábado en Oaxaca,
el viernes en Ocot.lán o el domingo en Tlacolula, descu-
briría todo un conjunto de diferentes categorías. Encon-
traríamos a los indígenas de los alrededores, en cada mer-
cado, cambiando su fruta ( operación que ya describimo_s
ton el mayor. detalle posible), 0 1 . como en el caso de los mixes,
en Tlacolula, vendiendo su fruta por dineró.. Igualmente en-
contraríamos a la categoría de los pequeños intermediarios,
en este caso .del sexo femenino, habitualmente pobres, que
compran a 'los mismos indígenas, o a otras clases de cam-
pesinos de los alrededores, alguna fruta y la revenden con
pequeñas ganancias y con gran comodidad. .
Luego vendrían los vendedores locales de fruta, quienes
en el transcurso de la semana se proveen de los productores,
que vienen especialmente a vender, con una variedad conside-
rable de artículos. Sobre este punto tenemos datos esenciales,
relacionados con los productores de Zaachila, Zirnatlán, y
San Antonino, quienes envían su· fruta a los pequeños co-
merciantes de Oaxaca o la traen los. viernes al anochecer,
efeétuándo rápidas transacciones en las casas de sus socios
o en los. mesones. 'Tenernos algunos cálculos sobre este 'tó-
pico, de acuerdo cori los cuales estimarnos que el productor
recibió cerca de las dos terceras partes del valor de su pro-
ducto en el mercado. · .
-14'6-
1
1
Finalmente, la importación de frutas tropicales consti- 1
í
tuye un tema de especial interés para un estudio etnográfico
y económico. Se importan piñas, plátanos, y en menor esca-
la, cocos. Las piñas, que no crecen en el Valle, actualmente
llegan por medio del ferrocarri'l, pero por una parte, sobre
todo en el Distrito de Pochutla, sigue entrando pór medio
de los viajes tradicionales a la Costa del Pacífico. Sobre
este. tema, al igual que sobre Iós aspectos económicos de la
importación de.plátanos, naranjas y cocos, nuestra informa-
dón es muy rudimentaria.
Daremos a conocer un interesante cáfculo sobre la com-
pra y la venta de fruta, que tuvo cierta importancia en nues-
tro ttába jo de can1po, porque probab1emente fué la primera
vez que pudimos obtener datos numéricos, dignos de con-
fianza, sobre una transacción completa. Esos cálculos nos
indicaron el procedimiento a seguir en el campo y fueron
una pn1eba de que los problemas económicos pueden no sola-
mente abordarse sino hasta resolverse. Un grupo de indí-
genas del distrito vecino de San Agustín Yatareni, que se
('Xtiende sobre los declives de la Sierra de Juárez, estaba
vendiendo membrillos en la esquina de una de· las calles con-
tiguas al mercado; pertenecían, evidentemente, a la clase más
pobre, y en nuestra breve conversación con ellos descubri-
mos que eran intermediarios semiprofesionales, cuyo nego-
cio consistía en comprar membrillos en su región, traerlos
al mercado y después de haberlos vendido con ganancia
comprar otros artículos que otra vez puedan revender con
utilidad en algún mercado de la Sierra, o pregonándolos de
casa en casa. Después de haber ganado la confianza de uno
de ellos, por medio de la treta de reembolsarle lo que había
pagado en el mercado por concepto de impuesto, investiga-
mos qué era lo que compraban con el dinero obtenido y cuál
su ganancia. Nos informaron que compraban en Oaxac.1.,
sal, carne, chorizo y alfarería. No pudieron decirnos en
cuales de esos artículos habían obtenido los mejores resul-
tados financieros. Sugerimos que un cálculo rápido pod:r!a
servir para dar una respuesta clara.
-147-
.. Aquí ~stári los resultados: 6npezando por el otro ;extre-
mo,· nos dijeron que una carga de membrilló tiene, en pro-·
médio, trescientas piezas y que el comprador tiene que pagar
¡mr ella, en su distrito, 7 ·pesos cincuenta centavos aproxi-
mádamente. Así, un membrillo le cuesta como dos centavos
y medio o un poco menos. Los gastos adicionales consisten
e.n 60 centavos por el transporte, 40 por las comidas y 30
centavos por contribuciones; · Así, el costo total de la carga
de membrillos ascendió a 8 pesos 80 centavos. ·
. Notamos durante 30 a 40 minutos de observació~, que
venden sus artículos a 5 centavos, aunque se nos informó
que cuando los mejores membrillos se han agotado, los que
quedan ,pueden venderse a 4 yhasta a 3,éentavos. A 5 cen-
vos; o 4 .centavos sería de 3 pesos 20 centavos; y a 3 cen-
tavos sería de 20 centavos. f)escontando Jo que podría ha-
berse exagerado respecto del precio pagado en el lugar de
origen sY en el costo de .transportación y en los impuestos,
podemos considerar que obtienen una ganancia. neta de 2
a 3pesos..
Sin embargo, vamos por el momento a considerar a
nuestro émpresario indígena con el total de dinero que ha
obtenido de sus transacciones y veamos sus siguientes maní~
ptilaciones : suponiendo que con una carga ha ganado l O, 11
ó 12 pesos, comprará algunos de los tres artículos que acos-
tumbra comerciar. Si fuera cecina, tendría que pagar por
ajia pieza {tira larga de carne que es la unidad normal), 4
pesos; la ctú.!.l según su propia declaración, podría revender
. por 9 'pesos en su distrito; su ganancia neta sería de 5 pesos
por cada transacción en la que desembolsaría 4 pesos. Por
lo tanto, si trae dos ,cargas al mercado y termina en un
buen cl,ía con una ganancia totál de 24 pesos, ésta, en el
viaje de. regreso, será de 6 veces 5 pesos, o séa 30 pesos.
Deduéiend9 los gastos del viaje hasta su domicilio, que pro-
bablemente ascenderían a un peso por carga, la ganancia
podríá reducirse a· 28 pesos, · ·
Un cálculo similar, sobre la longaniza, nos mostró que
-148-
.
1
1
-150.;;,_-
neralmente tienen un lugar fijo, donde extienden algunos
sarapes sobre el petate o en ocasiones sobre .úna mesa. En
algunas poblaciones, especialmente en la capital y en Tlaco-
lula, caminan por las calles en busca de compradores, de
preferencia turistas. ·
En las ventas entre vendedor e indígena, el primero
tratará de llamar la atención del segundo, extendiendo el
sarape, sacudiéndolo y enseñando sus atractivos en el diseño
y en er color. Algunos ?1rtículos se producen en varios tonos
de gris, café y negro y las tintas de anilina ya son frecuen-
tes en muchos artículos. El comprador se acerca, examina
el ta.maño, grueso,· textura, suavidad y el porcentaje de al-
godón mezclado con lana, del sarape y después que aprueba
el artículo, aborda la cuestión del precio: En un caso que
observamos, el precio que se pidió fué de 6 pesos 50 centavos.
El comprador, después de haber sido animado con las pa~
labras: "Dime, ¿cuánto consideras que vale esta clase de
sarapet', replicá ofreciendo 2 pesos cincuenta centavos. El
vend.edor dice: "Este precio es hasta aquí" y señala la línea
centrál que divide al sarape. Agrega: "ábrelo completamen-
te, para que veas que 110 lo podemos dar por 2 pesos SO cen-
tavos; ve el ancho y el' largo. Pedimos un precio muy bajo,
,zcuá.nto puedes pagar?, lo dicho, <lidio, Vamos a tratar el
precio. Quiero vender; Todos somos hijos de Dios. ¿Cuá.n-
tó ofreces de verdad?"
·. El diente so~ríe. Examina otra vez el sarape, ¡¿ toca.
le pega, aprecia su grueso, mira los tintes y U:na ve.z rri~s
ofrece: "dos pesos cincuenta centavos". El vendedor contes-
ta; •"ya viste este lado, ve .el otro y dime. que te párece.
Tienes. palabra de rey y f,O 1;,eng9. mi palabra. Tú tienes el
dinero y yo .tengo el.. sarápe. •· Estamos en el mercado para
comprar y vend~. Tú di el precio". El comprador repite:
"dos pesos cincuenta centavos/' El vendedor arguye: "No das
más. Imposible·.. Lo quieres conseguir por nada". Entonces
intenta .atraer a otros compradores y en ese momento el com-
prador sube su oferta; el vendedor baja.el precio y finalinen-
te se ponen de acuerdo en 4 pesos 50 centavos, cambiando
el artículo de manos.
Hemos citado esto como un ejemplo de 1a grantliferen-
ci.a entre.el precio de compra y el de venta, dentro del rega0
-15!-
un hmnl>ie :hiµy pobr~, sin capital o propiedades, si no fuera
únicamente un día a la semana. .
·También obtuvimos datos sobre el <::osto de producción
de las flores en el ,jardih que rodea a la .cap~tal; pero a Ma:
liriowsky no le fué posible relacionar}(Js con las condiciones
del mercado y con la utilidad. obtenida. Entre Zaachíla, San
Antonino y otros distritos hortícolas, por un lado, y la ca-
pital por el otro,· hay un tráfico comercial de flores, muy
intenso.- Nuestras observaciones nos revelaron aspectos in-
teresantes de ese· comercio, no obstante la falta de_ datos
cuantitativos. En Oaxaca hay agentes, principalmente ori-
ginarios de San Antonino, que se dedican a controlar el mer- ·
cado de las flores. . Dos intermediarios traen grandes can-
tidades de flores, desde Zaachila, las tardes y las noches de
los vietrtes, para venderlas en el .mercado. Como ya hemos
d~cJ:i:o, 1a demanda, en estejugar, se detei-mirta casi exclusi-
vámente por la necesidad dt(poner flores frescas una vez. a·
la semana, regularmente el domingo, sobre el altar domés-
tico y sobre otros altares de la iglesia local, y, cuando hay
festividades, en grandes adornos florales, en forma de guir-
n.a,ldas, cruces, corazones, y enormes canastas adornadas con
fl,9res.. • ·
Al anticuario, ál igual que al sociólogo interesado en
el cambio cultural, no se le .escaparía el ºrincipal artículo
precolombino que se· encuentra en el mercado moderno: la
piedr~ para ni.oler .o metate, que regularmente encontramos
en los -mercados. ·. .
El cambio de las estaciones está conectado con la cos-
tumbre ritual de obsequiar en los casamíentos, a \a novia,
un metate pintado .y decorado con colores brillantes, lo que
-explica que éstos abunden más, según nuestros informes, en-
tre enero y mayo, cuando n0c hay mercado.
Al comprar ese articulo, la mujer, porque moler es tra-
bajo de. mujeres, examina la superficie, aprecia el tamaño y
husca cuidadosa.mente Ios defectos que pudiere haber, en las
-154-
tres patas del metate o sobre su superficie. Para que pueda
¡.m;ij:,arse su eficiencia, el vendedor, generalmente proporcio-
na un puñado de maíz. Para ciertos usos se necesitan meta--:
tes con superficie áspera, en tanto que· para otros usos la
superficie debe estar relativamente.bien pulida. Normalmen-
te ·el regateo oscila dentro de un margen· de dos pesos. El
precio de los metates pequeños varía entre 1 peso SO centa-
vos y 2 pesos 50 centavos, los más grandes se venden entre
4 y ó pesos. Se cargan 50 centavos extras, por la pintura,
La decoración es indispensable ·en los metates nupcia~
les. E:;1 padrino de la novia, quien es, por lo regular, el do-
nador, en determinado momento de la ceremonia nupcial,
baila ritualmente con el metate sobre su espalda, agarrando
fa. mano del metate. Esto filé observado por Malinowsky,
durante una ceremonia nupcial en el pueblo de Abasol~.
Examinaremos brevemente dos artículos más, de inte-
rés antropologógico, En el mercado de Oaxaca pueden en~
contrarse los sábados 6 u 8 locales de hierbas medicinales, .y
un poco menos los otros días de mercado.· El vendedor mues--
tra su mercancía sobre una gran mesa llena de canastas que
contienen flores secas, hojas o raíces. Un escrutinio más
detallado descubriría cuernos. de venádo, pajaríllos secos y
pieles disecadas de víboras o serpientes. Los insectos secos
son un artículo de importación que se vende como afrodisía-
co, También encontramos, invariablemente, algunos produc-
t•)s marinos, erízos de mar, conchas de moluscos y pedazos
de con\!, todos traídos en los viajes tradicionales a la Costa
del Pacífico. Hay pequeños jarros de Atzompa, llenos de
una pasta resinosa y aromática, que se venden como remedio
para el reumatismo y otros. males.. ·
-Los herbolarios y farmacéuticos del mercado general~
mente venden la substancia que se les solicita directamente:
un centavo o dos de rosas secas, alguna hierba bien conocida,
la infusión que sirve como tónico para el estómago o. como
laxante, o un remedio para la fiebre o un narcótico. Sin
.el.nhargó, · el vendedor siempre está listo para dar consejos
médicos, p::tra eséüdiar las quejas y para prescribir el reme-
dio que deba; usars,e. ·
$<!gliim0s independientemente algunas series de transac-
dbnes;,;. No hay regateo; el precio de .algunos de _estos ar-
tículos ,es m4s alt9, pero. bien ;conocido por el comprador y
por el vendeclór. La concha de un erizo de mar vale 50 cen-
tavos, y; p11ed~ ser ,que se dé por un poco menos a algún buen
cliente o a un amigo; pero la diferencia no será mucha. La
substancia balsámica y resinosa que se vende en jarros de At-
7.ompa, vale de 25 a óO centavos, según su ta.maño. El cuerno
se vende en pequeños pedacitos y la piel de los reptiles en
pequeñas cantidades. Observamos transacciones cuyo prome-
dio fluctúa entre 1 y 10 centavos.
Una ·de ·las ancianas que trabó amistad con nosotros
representa la tercera generación, en su familia, que Ueva
este negocio. Incidentalmente, uno de sus sobrinos estudia
medicina en la Universidad de México. Ella afirma que no
·vende medicinas para fines mágicos o para cualquier otro
tipo de hechicería. La manera:en que investigamos esto fué
preguntándole si alguna de sus. hierbas curaban del mismo
modo que la gente lo hace cuando se frota con flores bendi-
tas, del· altar, práctica que ..es universal en ésta y en otras
partes de México. Ella supone que sus medicinas actúan
atacando directamente la enfermedad; pero necesitamos más
evidencia colateral sobre este punto.
La .parte ilegal del negocio consiste enla venta de dro-
gas que .provocan el aborto, se les atribuyen propiedades
curativas de enfermedades venéreas o actúan como afrodi-
síacos. Obtuvimos bastante información, pormenoriza.da.; so-
bre este negocio, incluyendo extensos inventarios de las mer-
cancías; pero en nuestro concepto el resumen anterior pro-
porciona una información suficiente, respecto de los puntos
salientes de este comercio.
Algunos de los artículos aqut mencionados, los produc-
- i56 -
tos mátinos; son el resultádo de viajes distantes efectuados
por la gente del valle, al Istmo, a las costas del sur;y a las
regiones de Pochutla y Jtiquila. Examinando los abundan:-
tes expendios locales, en •los que los habítantes de lar región
compran pescado salado, y camarón seco, o viendo los pues--
tecillos de ,fruta tropíeal~ encontraríamos· otros artículos im-
portados de aquella misma manera. En este lugar las tran-
sacciones se efectúan- de la manera acostumbrada. No ,se
t)San pesas. ni medidas. E:l pescado se. vende en "piezas:' con-
vencionalmente <l,efinidas, generalmente de tamaño conside-
rable y éuyo precio va de 40 centavos para arriba. Los ca-
marones se .venden en pequeñas_ i::alábazas, o se ·miden eµ
tázas o se pesan por mero cálCtilo. Todos estos productos
nos interesaron principalmente porque se rel_acionan con los
viajes antes ¡pencionados ( una costumbre comercial que in.-
dudable mente data de la época precolombina y que se conti-
nuó durante todo el período colonial y hasta la fecha).
Nuestra información sobre este tema es muy extensa,
algo caótica e interesante desde el punto de vista .de la socio.-
logia y ·de· la economía; pero completamente, vacía de datos
numéricos apropiados. No ·podemos siquiera decir cuánto se
gana realmente en cada viaje. Sospechanios que la utilidad
debe· ser sí rro importante, cuando menos suficiente,· lo que
én · la ·región de Oaxaca significaría un peso . diario por
persona; · · ·
La ·organi~ación de ·tales empresas áctualmertte está en
las manos·d~ individuos o grupos de ellos.' Se nos informó
que· antes de 1910, e'xistieron en Oaxaca una () má~ empre-
sas bien_ organizadas, sin duda_ con capital, qtie conducía_h
sistemáticamente y en gi;an escala, el tráfico a lo largo ele
las rµtas tradicionales. Ahora hay, en diferentes centros,
al~nos hombres que hacen_ su negocio viajando del valle
al istmo,,por los distintos pasos y valles, vía Totolapa y San
Bartola Yautepec. Estos también pueden se{ productorés
que lleven algo de sus propias verduras y otros artículos ;
peto que• también .compran en las aldeas vecinas, para au-
-t57-
mentar.su cargamento. Tiene socios,o-agentes en djfer;entes
centro:; del Istmo, los que les toman eLgruesojde sus cargas
í y .quienes, a ·su vez,. han acumulado otras· mercancías que· los
1 viajeros. llevarán,. al regresar, al ,valle. No examinamos ,la
organización de esas agencias en el otro extremo; pero se
l lios ha dicho que .los socios .o agentes son, a menudo, hom-
bres de1' valle que se han radicado en. el lado opuesto -otro
ejemplo de migración por causas comerciales.
1
. Los centros principales de los que parten los viajes, son:
5án Antonino, Ocotlán, Zaachila, Tlacolula, _1Yfitla y algú-
nós del distrito de Tlacolula. Los mercaderes viaieros tienen
sus bestias de carga,. comúnmente bu'rros, ya q~e hay muy
pocas mulas en la región. Un hombre lleva dos o tres burros
y como· regla se uneri en grupo, para obtener compañía y
seguridad. Los artículos que se exportan del valle son prin-
cipalmente cebollas, ajos, fruta no tropical y loza de batro
que transportan en grandes cestostejidos. El tiempo qu:e se
emplea en el viaje de ida, es de 6 a 12 días, según,,el :punto
·a donde se llegue y los negocios que s.e vayan efectuando
durante el viaje.. Sospechamos que conforme van camina,:i-
do, venden y compran en .algunos lugares. Al llegar a su
·destino, indudablemente van a• los mercados locales, donde
·pueden obtener muchos mejores precios que si vendieran .al
mayoreo, a .sus agentes. Se nos informó que muchos de los
· artículos exportados se venden al doble de su precio.; pero
110 tenemos medios de control para verificar .esta informa-
dón. Después que han vendido sus mercancías, cargan ot_ra
vez, ahora con sal, pescadq seco, camarones todayía húme-
dos, conchas marinas, cocos, tamarindos y otros productos
tropicales. Pudimos notar que en esosviaie¡;¡ los vendedores
llegan muy éerca de la frontera dé Guatemala; todavía ahora
v desde Juego antiguamente, algu_nos vjajeros iban tan lejos
como hasta el famoso Santuario de Esquípulas y probable-
mente los peregrinos llevaban algún negodo .similar.
Podemos agregar que el sistema de comercio mejor or-
ganizado es el de los comerciantes viajeros, semiprofesio-
-158-
nales, de San Antonino. Uno de nuestros infonnantes nos
dijo que hay entre 300 ó 400 gentes que van constantemente
ai Istmo; pero otras fuentes nos dicen que no pasan de una
docena. La primera cifra parece más probable, ya que Ma-
linowsky, durante una visita a Totolapa, fué informado, por
una gente completamente desinteresada -el tendero local y
maestro de escuela- que prácticamente todos los días pa-
f! saba cierto número de viajeros por su pueblo, por el que se
tiene que atravesar. necesariamente en cada viaje; agregan-
do que en ciertas temporadas podía verse un número mucho
más grande de viajeros, sobre el camino.
Observamos algunas distinciones sociológicamente inte-
r<:santes entre los mercaderes profesionales y el campesino
que viaja una o dos veces al año; entre quienes tienen agen-
tes en el Istmo y los que deben confiarse a su buena suerte
para vender c11 el mercado, o de casa en casa. Una evidente
discrepancia de nuestra información, sobre el tiempo que
dura el viaje, pue<le deberse a esta circunstancia ( en un lugar
se nos dijo que el. viaje se realiza en 10 días y en otro, que
en 30). Ya hemos mencionado que el dinero nunca se lleva
en el viaje de regreso,. pues siempre se le envía por correo,
debido a que la seguridad de los caminos está en entredicho.
No describiremos otras rutas tradicionales hacia el sur,
a través de Ejutla y Miahuatlán, al Estado de Guerrero o
al Santuario de Juquila, porque nuestra información es me-
nos completa y la que ya dimos contiene los puntos princi•
pales: mercancía que se lleva en ambos sentidos, socios y
agentes en cualquiera de los extremos; ventas parciales du-
rante el viaje y necesidad de cuidado y precauciones por
causa de los ladrones, que no amenazan la mercancía, apa-
rentemente, pero que hacen que no sea aconsejable llevarse
el dinero.
-159-
't"""""l•~-• •' : . ---,
10. MERCADO DEL lvIAIZ
-162-
que las variedades locales son preferidas porque se ajustan
a las necesidades y gustos de los consumidores de la región.
-,...165-
.. ' ·•.
·,•
traería a verid~r, aumentaría o dísminuirÍá ·de acuerdo con
el número de trabajadores a su servicio que tuviera que ali-
mentar, y dependiendo también de la cuantía de sus.reser-
vas. Sin embargo, en el maíz siempre tiene un producto de
'H~ta segura, cultivado por él mismo,. en cantidades sufí-
dentes para cubrir sus necesidade.s durante todo el año, si
se trata de un campesino 'Común y corriente. •
Habiendo tomado la·. resolución de detenernos en esa
parte del mercado, para concentrarnos en ella, observamos
.que los. productores que venden en pequeñas cantidades, de
un almud o menos, llegan temprano, a las ocho de la mañana.
o quizá antes. Profundizando nuestra investigación, encon-
tramos que mientras más ,pobre es el productor-vendedor, es
mayor el tiempo que permanece tratando de hacer ventas
directas al consunúdor. Si tiene medios de subsistencia y
aprecia su tiempo y su comodidad, estará -más o menos una
hora en la mañana., después de la cual irá con algún inter-
mediario para venderle el saldo, perdiendo aproximadamen-
te dos centavos por almud. Cualquiera que sea la manera
mediante la cual haya obtenido algunos cuantos pesos, hará,
después, un recorrido entre los puestos y tiendas, compran-
do carne, longaniza, azúcar, café y otros comestibles· y ar-
t:culos que necesitará durante la semana.
Ese tipo de transacción es 1100 de los más importantes
del mercado. Sabemos que todo un grupo de gentes llevan
de esa manera sus raquíticos presupuestos,·. de semana en
semana, durante todo el año. Para ellos el mercado es in-
dispensable para adquirir poder de compra y para el apro-
visionamiento de los productos que necesitan. Aún los pro-
ductores nn poco más rico:;;, se ven obligados a cubrir su
presupuesto semanal utilizando ese tipo de pequeñas venta,s.
A nuestro amigo, Dn. Federico Aquino, a quien se le
calcula una fortuna de $ 50,000 pesos, siendo por lo
tanto un capitalista local, lo encontramos, la primera vez,
vendiendo estoicamente su maíz, por almud, en el mercado
-166-·
de Zimatlán. Sin .embargo, al .primer aguacero levantó sus
sacos y se fué a su. casa, demostrando, así que prefería su
comodidad ,l ,la venta 4e unos cuantos almudes más, y que
no dependía. de. taJes.. v,e~tas semanales. Otro. amigo, de esa
región, cuyos ingresos fijamos posteriormente en la cifra
astronón1icade 10 y hasta 15 pesos por día, fué descubierto
pór nosotros cuando esta,pa sentado atrás de un montón de
maíz, vendiendo a los campesinos é indígenas locales, du-
nmte ttri día de mercado que coincidió con una fiesta, en
Teotitlá.n del Valle. Este tipo de productores limitan sus
ventas. en el mercado. y acumulan cantidades considerables
de maíz en fas bodegas de sus casas, especulando con el alza
o baja de ese producto, durante los meses siguientes. Nues'-
'tro mejor informante, Manuel, había almacenado aproxima-
damente dos toneladas de maíz, en espera de que el precio
subiera a 45, 50, ó quizá hasta 75 centavos, -por almud, de-
bido a las malas cosechas que se avecinaban, en 1940.
Sólo podemos indicar brevemente las transacciones, más
o menos complejas de los intermediarios y de los acapara~
dores. · Los primeros, de acuerdo con su capacidad finan-
ciera, compran directamente a los productores, pagándoles
siempre un precio considerablemente n1ás bajo y engañán-
dolos á veces. Adquieren por fanega y hasta por tonelada.
Los datos que obtuvimos sobre esto serían suficientes para
escribir un informe completo; pero esto nos llevaría defini-
tivamente a las transacciones colaterales de fuera del mer-
cado y a la delicada cuestión de los procedimientos que po-
nen en juego unos cuantos capitalistas en grande, para mo-
nopolizar y exportar el grano. No es fácil de explicar hasta
dónde esto afecta realmente el precio al menudeo y desea-
ríamos continuar nuestras investigaciones sobre dicho punto.
·A este respecto, tendríamos qué estudiar las manipulaciones
de los propietarios más ricos,. de molinos, principalmente lo~
de extracción española, las de los exportadores e importa-
dores de inaiz, las de varios agentes y las de la. "Comisión
Reguladora", que es un organismo semi-oficial, pero algo
-167-
il 11:111'11 tlWIJII IB,lllilllUIHlllHlllHHHIIIHIHílllUíM ~ 111 rn u m rn ,
. ' '
Hay también, variaciones regionales casi. permanentes.
Bajo eondiciones normales puede verse qtte el precio más ba,-
rato, de 43 centavos, se obtiene en Ocotlán.. Por esa. época,
en Etla y en Oaxaca el precio del mejor producto, era de .45
centavos. En Ejutla y Tlacolula era de 50 centavos y d~ ,55
-en Miahuatlán. En un año normal esta tabla lleda correcta
cualquiera que fuera el nivel de los precios. Unicamente cam-
biaría en. una temporada especialmente lluviosa,, cuando los
valles de Tlacolula y Ejutla que son excepcionalmente secos,
pudieran tener mejores cosechas al inttndarse las regiones
pantanosas. Las diferencias en el precio están deter:ntlnadas
principalmente por los que el. productor está pr~par.adg p:ua
-· 169--
aceptar, o más correctamente, tiene que aeeptar, debido ala;;
relaciones de la oferta y la· demanda. Cuando el meJor maíz
s~ .t>Psti~e a 4S centavos en la Capital, los intermediarios
sin.dificultad loóan a 43 ce¡i~avos en Oéot1an; ya qúee}'trans-
porte es fáci} y dos centavós por almud, reci;mip~san's(1~ ·
trabajos, incluyendo la transp,ortáción y quizá. alguna'.s ma--
11iobras.. Ellos cargaran el mismo artículo a 50 céntavo:s' en
Tlacolula, porqu~ .han tenido que reempacarlo, manipularlo
y transportarlo hasta ese lugar, con lo que darán a los pro-
ductores ¡o;ca1es de este dist:rito la posibilidad de, vender su
í;naíz a es'e elevado precio. ,. · · '• •··
- 170 -
sechas, en los valles más secos. En el Valle de Tlacolula se
nos mostraron, en el verano de 1940, los cultivos de inaíz
que deberían haberse cosechado en el mes de octubre siguien-
te, completamente arruinados por la sequía. Este fué uno
de los factores que influían en el movimiento de los precios.
En este aspecto sólo damos algunos datos superficiales
sobre el maíz, no obstante que hemos concedido bastante
tiempo y atención a este asunto. Tenemos que omitir algu-
nos datos interesantes que obtuvimos en un pequeño merca-
do diario de Zaachila y que se refieren a un fenómeno de
importancia local pero no exento de interés teórico. Ya tene-
mos datos importantes sobre la forma en la que los agentes
de los grandes compradores recolectan y monopolizan maíz,
que esperamos completar el verano próximo, toda vez que
tenemos algunos buenos amigos entre esta gente y conoce-
mos a algunos de sus competidores. Sin esperar a ello, de
los datos hasta ahora mencionados, podemos ver claramente
que el mercado del maíz es, en· muchos -modos, el determi-
nante del sistema entero, que presenta gran complejidad;
pero da, también, un conocimiento profundo de las necesida-
des reales de los consumidores y de los productores. Este es
un tema que proporciona un rico campo de observación al
antropólogo interesado en las aplicaciones de sus datos y en
d bienestar y progreso de los indígenas y que tiene también
interés sociológico y económico.
-171-
XI. UNA VISTA PANORAMICA DEL MERCADO
-,.173-
111,1111111111111u1¡1$il11f.u1UHH•a•HHl•HtlHHIHfllUl:tlllJJl'I
-174-"
racterísticos en elanálisis instltucional, son· el de carácter y
función. Por carácter debemos entender el sistema de. valo-
res que se derivan de la ley,· de la costumbre,. de la tradición
o de lasasociaciones sentimentales que rodean a una institt.1~
ción, en la mente de sus miembros. Así, carácter es la defic
ni,ción tradicional del mercado, .tal como lo encontramos en
la p~icologíá nativa, en los objetivos y. propósitos de los ·cae
merciantes evolucionados, así sean capitalistas explotadores
o inte:i:i:rn!diarios ordinario:;; y la acción recíproca entre la re-
forma progresista y las costumbres· conservadoras. Por otro
lado, -función es. el papel· integral que desempeña .el mercado
en nuestra cultura, Ambos conceptos tendrán que ~efinirse
completamente para presentarse con más· claridad'..·
\' ·Sin• embargo, permítasenos empezar coIL. los aspectos
más concretos y ampliamente discutidos de nuestro sistema
de mercados como una institución compuesta y compleja.
a
En lo _que se refiere la organización social tenemos. que
pensar no solamente en el aspecto administrativo que consis-
te pr-incipalmente en la vigilancia y ordenamiento, así como
en los impuestos señalados por el mímícipio, el gobierno es.
tatal y las autoridades federales. En lo q1,1e corresponde a la
vigilancia, hemos ..-vis~o que .se necesita mi.:¡y poca interven-:-
ción de las agencias. administrativas" ,Las costumbres tradi-
cionales y los usos determinan la distribución de los. home
bres, de las bestias y de los artículos comerciales. Algunos
c:onflictos menores, tales como Íos ._provocados por un ven-
dedor que se apodera del local de venta que la costumbre
reserva a otro, ocurren a ·veces.; pero generalmente se resuel-
ven más o menos amistosamente. 'Hemos visto a: vendedores
objetando que algún otro instalara su puesto enfrente de su
fila, y hasta quejarse, con el recaudador municipal de con-
tribuciones. Una o dos veces se quitó al intruso y en otros
casos el quejoso aceptaba la situación, con un encogimiento
de hornbros, prometiendo que en la siguiente semana vería
qrie el abuso no se repitiera. ·
:La principal actividad
. . oficial consiste en 1¡¡: imposición
. . .
-. 175-
fiscal, que, tomo sabemos, es algo compleja. El municipio co-
lééfa el grueso de las 'cóntribuciones; que se definen como el
pago por el lugar que ocupa el vendedor, variando según la
extensión del espacio y la cantidad de las mercancías que se
exhiben. El gobierno del Estado fija contribt1ciones sobre la
venta dé ganado Ylás autoridades federales tienen los dere-
chos de,· otorgar ·licencias, de los timbres y documentos, así
éotnó elde permitir 'la venta de licores. En este aspecto del
merca~o es considerable la· divergencia· entre la ley y la prác-
tica: Los vendedores, especialmente los· más pobres, son vic-
timas de un sinnúmero de abusos. Los recaudadores muni-
cipales podían explicar· sus dificultades. Frecuentemente un
indígena pobre que entra al pueblo; no trae ni un solo cen-
tavo, por lo que promete pagar después de que haya vendido
su mercanda. El recaudador sabe bastante bien que una. vez
que se venda la mercancia y se cobre el dinero, el indigena
puede irse sin ninguna posibilidad de controlarlo. Así, ile-
galmente, pero bajo la presión de una clara necesidad, trata
de substraer algún artículo. propiedad del nativo, como su
sarape. o su sombrero, que pueda retenerse en garantía.
Algunos indígenas. protestan, especialmente los que no
c;;tán acostumbrados a los mercados de pueblo y son incapa-
ces de entender el motivo de qué se les castigue por las malas
acciones de otros, aunque ellos sean inocentes. En el mes de
julio, di.tratite nuestra estancia, un recaudador de contribu-
~iones fué asesinado a puñaladas por un nativo de la sierra.
A veces las pasiones se exacerban por tales conflictos.
Se han desarrollado, por una parte, ciertos procedimien-
tos .arbitrarios de evasión, y de coacción, por el otro, jugando
ambas partes al escondite. Los recaudadores municipales· fre-
cuentemente se sitúan a la entrada del pueblo y tratan de
recaudar las contribuciones allí mismo. Esta costumbre, otra
vez, es.de aqnellas contr.a las .que protestan mucho los indi-
g-enas y los campesinos y no está de acuerdo,· estrictamente,
con la disp0sición legal de que únicamente deberá pagarse
contribución por el uso de un local. Sin embargo, tampoco
-176-
¡,odemos culpar al recaudador o al municipio por esto. •· Es-
peramos que del estudio más avanzado del problema y de la
consideración comprensiva de los dos puntos de vista, pue-.
dan surgir algunas sugestiones. prácticas, de nuestro trabajo.,
Una declaración precisa para que.no se permita que los'ven-
dedores entren sin que tengan dinero para pagar el local que
probablemente ocuparán y la legalización definida del siste-,
ma de recoger algunos ob;ietos o parte de la mere-anda, serían
preferibles a la costumbre actual que se rige por el acaso.''
Pasando a la organización social, tal como se presenta,
efectivamente en. un mercado semanal, tenemos que definir-
la en términos. de calidad profesional, función económica,
carácter etnográfico y relación económica del mercado como
un. todo. El lector advertirá· que constantemente hemos teni-
do que distinguir entre grupos de· consumidores, tipos de pro-'
ductores, estratificación de acuerdo con el capital· y clases
de negocios. Combinando los diferentes papel.es ·que cada
quien. desempeña en el mercado; •en· el proceso de la produc~
ción, en el trueque y en el consumo, podemos distinguir a los
indígenas regionales -en su. mayor parte de la montaña-,
a los campesinos productores del valle, a los artesanos. y pro-
ductores industriales independientes, al proletariado del pue-
blo y. al intermediario ·profesional. En este último· grtipo
hacemos varias subdivisiones, tales como la de mter.miediá-
rios en. pequeña escala y. de escasos recursos, que van desde
la extrema pobreza hasta lá posición desahogad~; lós agen-
tes nativos y los distribuidores que actúan para negociaciones
más grandes ; los tenderos de poca monta; los grandes nego-
cios, principalmente manejados por españoles y unas cuantas
empresas de tipo financiero, verdaderamente importantes.
En cuanto a los hechos materiales, tenemos el problema
de los varios aspectos que los componen. Y aquí tenemos
siempre que hacer nuestro estudio en términos de propiedad,
derecho de uso, leyes, costumbres. y prácticas reales. La:
inayor parte de los edificios y también el terreno· en el que
· . 1 $ Seria meio; eximir del pago a los indígenas mtty' pobres. {Nota del 'Co-.
niité· Editorial}. ·· . · . · .. · · .
-177-
se lleva a cabo el mercado, son propiedad de los municipios,
1; mediante el sistema de contribúciones, se alquilan para uria
ocasión, o, mensual y hasta anualmente, cuando se· trata de
puestos permanentes o mesas de carnicero.
El municipio saca sus ingresos de ahí y rinde ciertos
servicios. En .este punto, después de un estudio más com-
pleto, podríamos hacer ciertas sugestiones prácticas eri lo que
sé refiere a condiciones higiénicás y mejoramiento gradual;
ecQnómico y cultural. Los servicios sanitarios del mercado,
que se manejan desde él centro federal; presentan un proble-
ma interesante. En cada mercado hay grandes letreros que
recuerdan la limpieza y exhortan a practicarla: "La limpie-
za es el lujo del pobre". Sugieren, eri letra de molde, muy
frecuentei:nerite ilegible para el indígena, que la e11fermdad,
los mkrobios y otras calamidades pueden evitarse con el uso
deljabón y del agua. Todavía no podemos decir hasta donde
son verdaderamente eficientes esas exhortaciones generales
y .hasta qué grado constituyen una simple satisfacción moral
para l~s que las· imprimen.
Por lo que se refiere áJ análisis de las. mercancías y a
su apréciación en términos de peso y volumen y también en
lo que corresponde aJ.carácter de l_a moneda y a su circula-
ción; el lector recordará que hemos _discutido _con cierta am-
plitud el substrato material delas transacciones del mercado
y siempre con referencia a los grupos sociales o de los indi-
viduos ocupados :Y también con relación al carácter econó-
mi,co de los procedimientos en su conjunto.
Hemos intentado referirnos al punto de vista oficial, a
pesar de que no hayamos citado en el texto muchos de los
reglamentos oficiales y hemos mostrado hasta donde· éstos
;;é cumplen por medio de la .fuerza y hasta donde la cos-
tumbre está en oposición con la ley. Respecto de la ley no
ese-rita ,del mercado, hemos anotado la validez que alcanza
ert ni.uchos,puntos. y también donde fracasa. En muchas .de
nuestras descripciones, hemos dado importancia al factor de
las relaciones personales entre los agentes y a la necesidad
-178-
de mantener la. permanente benevolencia y. la habilidad del
vendedor y del comprador para entenderse en calidad y .me-
dida, que aseguran al fin un trato honesto y la adecuada
realización de sus transacciones económicas; pero también
hemos descrito el engaño y la explotación, definiendo sus
límites..
En todo esto podrá observarse que la esencia del énfo-
que institucional consiste en ·tratar los hechos sociológicos,
las técnicas de los objetos materiales y las reglas de conduce
ta, así como el comportamiento. real, relacionándolos entre
sí. Por lo tanto, un mero inventario de l.os objetos que se
venden o exhiben, sin considerar. el papel que desempeñan en
el consumo y la forma en que se producen, dará como resul-
tado, siempre, una información incompleta y en ocasiones
desprovista de todo valor.
El lector también recordará que en el curso de nuestro
trabajo de campo, empezamos con impresiones generales y
observaciones superficiales sobre la. manera en que los ar-
tículos y el dinero o los artículos y artículos, se intercam-
bian. Paso a paso inquirimos cómo se fijaba el valor en cual-
quiera de los dos lados de la transacción y esto nos condujo,
a través de un análisis del mecanismo. del abastecimiento,
demanda y regateo, a considerar al trueque como la fase
crucial del proceso d~ producción, cambio y com,umo.
Gradualmente fuimos aclarando que el mercado está
principalmente conectado con los presupuestos de corto al-
cance de los miembros ordinarios de la comunidad que habi-
ta el valle. O quizá más precisamente en el caso de la mayo-
ría de los campesinos e indígenas que forman el grueso .de
la población, encontraríamos que cada familia produce lo
bastante para sus necesidades y para vender cierta cantidad
de su producción agrícola o industrial suficiente para abas-
tecer su presupuesto semanal. Esto se refiere principalmen-
te a esos indígenas y campesinos que siembran verduras, reco-
gen. fruta,. leña .o carbó11:! o. a esos que fabrican cerámica o
-179-
viven, de: la manufactura de cuerdas tt otros productos de
fibras duras.
·. El ,pr~ductor agrícola de maíz podría vender toda su
cosec;ha al por,mayor; sin embat"go, en la transacción siem-
1ire recibiría un precio bajo, de lo cuál está completamente
compenetrado,. por lo que prefiere almacenar· su maíz, des-
granarlo semana á> semana y vender unos cuantos• álmudes
eri el principal dia de mercado de su distrito. En esta forma,
la gran mayoría de la gente lleva sus productos al mercado
cada semana, y obtiene un ingreso semanal Como produc~
tores se bénefician con él mercado, coino la mejor fuente de
su poder de compra, o como un banco siempre listo, accesi-
ble y dócil.· Como consumidores, el mercado y las pequeñas
tiendas de su alrededor, son un vasto emporio para ellos, en
d que todas las necesidades pueden satisfacerse de una ma-
nera .famtliar,. fácilmente aceptable y manejable. Así, para
la gran mayoría de habitantes, la función principal del mer-
cado tiene un doble carácter, como recurso para adquirir po-
der de compra y como abastecedor, conveniente, de mercan-
cía para los consumidores. El mercado, en su concentración
semanal de compradores y vendedores, es un emporio en
gran escala y también abastece de una cantidad relativamen~
te gran.4e de dinero .en efectivo. El mercado, tal como ·es,
substituye durante un. día a un establecimiento comerda) ex-
tenso, eon facilidades que no podrían repartirse en la .semana.
Hemos mencionado ya, en varias ocasiones cómo se rea-
liza esa .función general del mercado, especialmente en lo
que se refiere a los indios muy pobres de las regiones mon-
tañosas. Hemos mostrado cómo beneficia a los campesinos
de los pueblos vecinos y es claro que los pequeños artesanos
que irabajan durante la semana en centros como Ocotlán o
Tlacolula o en los pueblos. de Atzompa, Coyotepec o Teoti-
tlán, dependen del mercado para la venta de sus productos
y para la satisfacción de sus necesidades como consumidores.
Veamos el otro ládo del panorama: el mercado es igual~
-180-
mente indispensable para et importador y exportador."en gran
escala, para ;el español¡ para el extranjero y para uno o dos
mexicanos av~turados en negocios importantes. De la opor-
tunidad para comprar, con o sin presión económica o políti-
ca, a los precios más 'bajos; es el mejor centro de distribu-
ción dealgunas de·las mercancías importadas;.aunque esto,
como sábemos, tiene una importancia mucho más pequeña.
Sin embárgo, en vista de qüe tales organizaciones, incluyen-
do capitalrstas, empresarios y agentes de ellos, estánJntere-
sados fundamentalmente en el mercado, también contribuyen
a su vitalidad, bajo el dictado de sus intereses creados. Los
municipios, el gobierno estatal y las· autoridades federales
reciben ingresos y utilidades derivadas y, por lo que respecta
:..1 municipio, también prestigio, por. lo que se convierten en
i
{ instrumentos empeñosos del desarrollo y mantenimiento del
¡- mercado. Li>s intereses· religiosos y conservadores no son
de ninguna. manera opuestos al mercado: éste. especialmen-
te cuando se lleva a cabo en conjunción con celebraciones de
santos, o eventos sagrados, relaciona estrechamente los in-
~ereses espirituales y los materiales .
• . As1, al definir .la función íntegra del sistema de merca-
(los de Oaxaca y pasar' lista de los diferentes intereses, ra-
zones y m~tivos que eontrib11yeri a su. vitalidad, prevemos
que n11estra fórmula probablemente se aplique, ·con algunas
f
! .modifi~adones, a otrosmercados de la República.. Empero
'
$ e<; a través. de un estudio concreto y específico de la institu-
f.t éión; qu~ podemos. construir generalizaciones como esa, ba-
' sadas en he.chos observables y no en. instituciones de s_i!lón.
¡,, EL enfoque fimcionaL que hemo~ µtilizado aquí, como. en
todas partes, se apoya c:;n la existencia. de principios genera-
les, y tátribié11 exige .gue se construya sobre Ja base. de hécl:ios
detalladQ~ y, IJOr consiguiente formulados inductivamente,
con referencia a la cultura como un todo,
,• ' •• < ~ ,
-:182-
·--,,._--
!
.;
¡
¡
alguna de esas dos transacciones, nadie va al mercado. So-
bre este. punto tambi.én inquirimos en las aldeas. Sin preten-
der haber hecho un examen completo o siquiera semiestadís-
tico, podemos deci,; que ni un so)o habitante de una aldea
entraría a un mercado, sin una necesidad económica. Siem-
pre se nos,dió esta respuesta.: ''¿Por qué he. de ir, si no tengo
nad,a qt1e vender y no. necesito cqmprar algo?, prefiero per-
manecer en casa y trabajar". . . . ..
En relación con el problema del carácter del mercado,
debemos tomar ·en cuenta el que se refiere al hecho psicoló-
gico de cómo se realiza la apreciación habitual de las mer~
candas, a diferencia de lo que se hace en las tiendas. La
gran mayoría de indígenas y campesinos compran todo l<'
que pueden en el mercado áfüerto. En Oxacaca, Etla y Zaa-
chila se venden.en el mercado hasta los comestibles. En otros
'ceni:r'óscom0 Tlac-0lula, Ocotlán y Zimatlán, se tienen que
·comprar .en·· 1as •. tiendas ·contiguas ,algunos artículos, p_rinci-
palrhente cOmestibles, como azúcar, café y cacao. Los licores
se pueden comprar en la tienda;· pero los campesinos rriás
poores los adquieren directamente con los productores, lega-
les o· ilegales; Sin· embargo, hay preferencia por Icis comes-
¡
tí.bies que se expenden en elmercado o en las pequeñas tien-
das dé SÜ alrededor; .
-183-
.. }J. wv
-· 184-
Así, una definición en términos de riqueza y de valor, nos
lleva al fondo de los procesos de producción, de intercambio
y consumo. Aplicando este punto de vista nunca encontrare-•
rnos dificultad para distinguir el aspecto económico de todos
los otros. Cuando se encuentre una mesa llena de escapula-
rios, velas y ofrendas votivas, en una iglesia, claramente
estamos ante un fenómeno mixto, de naturaleza religiosa y
económica. Podemos delimitar el aspecto religioso, hasta
donde estos artículos sirven de instrumento a un tipo de con-.
sumo conectado con las creencias religiosas. Al mismo tiem-
po, la operación de comprar y de vender es una contribución
para el mantenimiento de la iglesia misma, del cura o sacris-
tán y quizá del agente que actúe para ello. El incremento
de los ingresos del cura, que le da poder de compra adicio-
nal; como consumidor, es economía. Por lo tanto, puede
darse la definición ecnómica de los procesos, señalando las
ventajas materiales que se derivan de todos los otros proce-
~os concernientes, y también, al satisfacerse las necesidades
de los consumidores o de los compradores. El aspecto reli-
gioso consiste en la distribución de objetos del culto, que sa-
tisfacen creencias y necesidades rituales.
Otro problema difícil qtte hemos venido confrontando
en nuestro trabajo, se refiere a la determinación, en térmi-
nos económicos, de las transacciones y condiciones de. vida
que permanecen, todavía, fuera de la economía mon~taria.
Por ejemplo, cuando se nos dice que algunos indígenas muy
pobres viven en las montañas, con tres dólares al año y en
nuestra investigación encontramos que esto significa que este
ingreso monetario asciende a quince pesos, nos enfrentamos
a la pregunta de si esa declaración es correcta económica-
mente. Evidentemente, esos nativos disfrutan de una gran
cantidad de "bienes libres", ya que pueden recoger su com-
bustible y fruta y cazar venados, sin ningún gasto moneta-
rio. En este punto podríamos abordar el problema, seña-
lando la correspondencia monetaria del trabajo, ya que
actualmente es difícil encontrar en México alguna región
-. 185-
donde éstén completan1ente áusentes las oportunidades para
el trabajo a'salariado.
También podríamos establecer el valor de ciertos "bie-.
nes libres", de las montañas, de acuerdo con el que tienen
en las operaciones de intercambio que se realizan en el valle,
deduciendo el costo del transporte según el trabajo y el tiem-
po empleados. El problema no es insoluble y sí importante,
porque en la mente .del antropólogo debe prevalecer, como la
estrella luminosa de su investigación, la elevación de las
condiciones de vida de los indígenn.s, campesinos, aldeanos
y artesanos. Ahora, en ,que la mayor parte de las comunida-
des están a punto de ser atraídas dentro de nuestro sistema
de economía monetaria, resulta necesario intentar. el señala-·
miento, en términos numér:icos, de la producción, del consu-
mo, del valor del trabajo y de las necesidades del consumidor.
Esto, en cierta forma, constituye el paso preliminar hacia
el planteamiento del prnblema siguiente, de cómo mejorar la
condición general de los indígenas de nuestra región, dentro
de los límites de las posibilidades locales y por un desarroHo
simultáneo en la educación, recursos de capital e higiene y
con reducción de la mortalidad infan_til.
Creemos que el tipo de investigación que llevamos a
efecto puede contribuir al establecimiento de un patrón de
füvestigación antropológica práctica y al mismo tiempo cientí-
fica, que seguiría el. ejemplo del Dr. Manuel Gamio, conti-
rmado por el Dr. Robert Redfield y por el Dr. Alfonso Villa
y seguido también por nosotros. ·
-186-
ESCUELA NACIONAL DE ANTRO POLOGIA E HISTORIA
SOCIEDAD DE ALUMNOS
MONEDA 13 MEXICO, D. F.
TLATOANI
PUBLICACION DE LA SOCIEDAD DE ALUMNOS DE LA
ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA
Director:
Luis G. León.
Consejeros:
Dr. Eusebio Dáva.los Hurtado Dr. Alfonso Caso
Dr. Pablo Martínez del Rio Profr. Wigberto Jiménez Moreno
Lic. Jorg,, Gurrla Lacraix Profr. Luis A veleyra Arroyo de Anda
Profr. Fernando Cámara B. Profr. José Luis Lorenzo
Relaciones Públicas :
Gildardo González Ramos.
Números Disponibles :
TI.A TOANI 2a. Epoca. No. 8-9
No. 10
" No. ll
TLA TOANI SUPLEMENTO No. 1: ~cronología y Periodificación de
la Historia de América Preco-
lombina"
Por: Pedro Armillas.
EN PREPARACION "TLATOANI" N• 12
PRECIOS: Por ejemplar, en el país, $ 5.00. En el extranjero, Dls. 1.00
Por suscripción a 4 números: $15.00. En el extranjero, Dls. Z.00
Toda correspondencia y valores deberán ser dirigidos a:
Luis Gómez León, Director de "TLA TOANr', Sociedad de Alumnos de la Escuela
Nacional de Antr"1)0logía e Historia, Moneda No. 13, México l, D. F.
ACTA ANTHROPOLOGICA
Pedidos a
ACTA ANTHROPOLOGICA.
Moneda 13 México, D. F.
INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA
E HISTORIA