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Disposiciones para responder a la vocación

1. Iluminación Bíblica
Del Evangelio según San Lucas 1, 26-38
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada
Nazaret,a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre
de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas
a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del
Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob
por los siglos y su reino no tendrá fin.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto
que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder
del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado
Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es
ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.»
Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel
dejándola se fue.

2. Reflexión

a) Estar atentos a la invitación que Dios nos hace:

La vocación suele presentarse al principio como una serie de pequeñas inquietudes,


de conmociones interiores. Quieres hacer algo grande en tu vida. Sientes que Dios
espera algo más de ti. Te preocupa el dolor de los hombres. Te gusta la vida que ahora
llevas, pero sientes que falta algo. Son signos que se parecen al oleaje de un mar
interior, que anuncia una profunda y decisiva sacudida espiritual. Como susurros
lejanos de una llamada definitiva, que llegará a su hora.

En un encuentro con jóvenes en Roma en el año 2006, Benedicto XVI respondió a una
pregunta sobre la vocación que le hacía un universitario de veinte años y relató
brevemente los inicios de la suya: «La vocación al sacerdocio creció casi
naturalmente junto conmigo y sin grandes acontecimientos de conversión. Además,
en este camino me ayudaron dos cosas: ya desde mi adolescencia, con la ayuda de
mis padres y del párroco, descubrí la belleza de la liturgia y siempre la he amado,
porque sentía que en ella se nos presenta la belleza divina y se abre ante nosotros el
cielo. El segundo elemento fue el descubrimiento de la belleza del conocer, el conocer
a Dios, la Sagrada Escritura, gracias a la cual es posible introducirse en la gran
aventura del diálogo con Dios que es la teología. Así, fue una alegría entrar en este
trabajo milenario de la teología, en esta celebración de la liturgia, en la que Dios está
con nosotros y hace fiesta juntamente con nosotros.»

Es importante estar atentos a los gestos del Señor en nuestro camino. Él nos habla a
través de acontecimientos, a través de personas, a través de encuentros; y es preciso
estar atentos a todo esto. Luego, es preciso entrar realmente en amistad con Jesús, en
una relación personal con él. No debemos limitarnos a saber quién es Jesús a través
de los demás o de los libros, sino que debemos vivir una relación cada vez más
profunda de amistad personal con Él, en la que podemos comenzar a descubrir lo
que nos pide.

Luego, debo prestar atención a lo que soy, a mis posibilidades: por una parte,
valentía; y, por otra, humildad, confianza y apertura, también con la ayuda de los
amigos, de la autoridad de la Iglesia y también de los sacerdotes, de las familias.
¿Qué quiere el Señor de mí? Ciertamente, eso sigue siendo siempre una gran
aventura, pero solo podemos realizarnos en la vida si tenemos la valentía de afrontar
la aventura, la confianza en que el Señor no me dejará solo, en que el Señor me
acompañará, me ayudará.»

b) Capacidad de escucha:

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