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VIRGINIA APGAR

Virginia nació en Westfield, New Jersey, el 7 de junio de 1909, era la más joven
de tres hermanos siendo su padre Charles E. Apgar, el ejecutivo de un seguro,
y su madre Helen May Apgar. Eran una familia muy musical y Virginia aprendió
a tocar el violín siendo una niña, lo que continúo a lo largo de su vida.

Mostró un temprano interés en la ciencia y la medicina, se dice que pudo haber


estado inspirada por su padre quien fue un inventor aficionado y astrónomo. En
los años de la escuela secundaria, ya ella había decidido emprender una carrera
médica.

Se graduó de la Escuela secundaria de Westfield en 1925 y entro en la


Universidad de Holyoke el mismo año, allí se especializa en la zoología y se
apoyó económicamente con varios trabajos de media jornada.

Ella jugó en siete equipos de deportes, hizo informes para el periódico de la


universidad, actuó en las producciones dramáticas, y toco el violín en la orquesta,
incluso con todas estas actividades mantuvo un trabajo académico excepcional;
en su ˙último año, su profesor de zoología y consejero refiriéndose a ella dijo:
“raramente uno encuentra a un estudiante sumergido en su asunto tan
completamente y con un conocimiento tan amplio de Él."

Fue una excelente estudiante en las ciencias y según sus propios amigos nunca
aprendió a cocinar

En 1929 empezó su entrenamiento médico en la Universidad de Médicos y


Cirujanos, de Columbia siendo una de las nueve mujeres que iniciaron los
estudios ese año de una clase de noventa estudiantes.

Ella completó sus estudios en 1933 y empezó una pasantía quirúrgica en el


Hospital presbiteriano por dos años y a pesar de su actuación prometedora en la
cirugía, después de su primer año, Allen Whipple quien fue su guía, le aconsejó,
teniendo en cuenta las perspectivas económicas de una mujer cirujano, que ella
siguiera la anestesiología a la que cambio después de su segundo año de
pasantía.
Virginia aceptó este consejo y realiza la especialidad durante un año con el
programa para enfermera-anestesista de los presbiterianos, programa de la
residencia en la Universidad de Wisconsin y Esmeril Rovenstine en el Hospital
de Bellevue de Nueva York.

En 1938 ella volvió al Hospital presbiteriano como Jefa de la División de


Anestesia dentro del Departamento de Cirugía. Ella fue la primera mujer en dirigir
una división en este centro.

En esta institución impartió la docencia a estudiantes y médicos que rotaron en


el Servicio de Anestesia y desarrolló sus primeras investigaciones.

En 1949, la División de Anestesiología se convirtió en un Departamento por el


esfuerzo de ella quien creyó que sería nombrada como jefa de este, pero se la
concedieron a su colega masculino, Emanuel Papper. No obstante, Apgar estaba
designada como profesora de anestesiología siendo la primera mujer que
sostuvo esa línea allí.

Liberada de los deberes administrativos, ella continúa enseñando y consagró


más tiempo para investigar en el campo de la anestesia obstétrica.

Ella estaba especialmente interesada en los efectos de la anestesia materna en


el recién nacido y como continuar disminuyendo las tasas de mortalidad
neonatal, la cual había disminuido en general desde 1900, pero los indicadores
para el neonato todavía eran altos.

Ya en 1952 Apgar había desarrollado un sistema para evaluar el estado de salud


de los recién nacidos, basado en la frecuencia del corazón, respiración,
movimiento, irritabilidad, y el color un minuto después del nacimiento.

Durante los próximos años, ella trabajo con L. Stanley James, Duncan Holaday,
y otros para relacionar los "Conteos de Apgar" con los efectos del parto y las
prácticas de la anestesia materna.
Su trabajo se relacionó con la química sanguínea del neonato lo cual mantuvo el
apoyo fisiológico del valor de su evaluación, esta se volvió una práctica de rutina
al nacimiento y actualmente se realiza a todos los niños nacidos en los hospitales
del mundo.

A finales de la década del 50, Apgar había asistido a cerca de 17,000


nacimientos. Con el objetivo de refinar su sistema, ella había encontrado muchos
casos de malformaciones congénitas y ella empezó a poner en correlación Éstos
entre sí con los valores de su evaluación.

En 1958, ella se enrola en la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins, pensando


desarrollar más habilidades en las estadísticas para su trabajo en Columbia. Sin
embargo, ella se había vuelto extremadamente interesada en los defectos
congénitos y cómo ellos podrían prevenirse, o por lo menos mejorarlos. Es
cuando la National Foundation-March of Dimes (NF) le pidió que encabezara su
nueva División de Malformaciones Congénitas y aceptó. Ella asumió sus nuevos
deberes en junio del 59.

Apgar trajo su energía legendaria y sus habilidades personales al nuevo trabajo.


Ella viajó miles de millas todos los años para hablar a los variados públicos sobre
la importancia de descubrir de manera temprana los defectos congénitos y la
necesidad de más investigaciones en esta área. Ella demostró ser una excelente
embajadora para la Fundación y el ingreso anual de esa organización se duplica
durante su estancia allí. Ella también sirvió a la Fundación Nacional como
Directora de Investigación Médica Básica (1967- 1968) y Vicepresidente para los
Asuntos Médicos (1971-1974).

En el año 1972 presenta el libro, Is My Baby All Right, escrito con Joan Beck.
Apgar también era una magnífica disertante (1965-1971) y fue nombrada como
profesor clínico (1971-1974) de pediatría en la Universidad Cornell, Escuela de
Medicina donde enseñó la Teratología. En 1973, ella era la disertante designada
en las Conferencias de genética médica en la Escuela de Salud Pública Johns
Hopkins.

Aunque su trabajo la mantuvo muy ocupada, Virginia encontró tiempo para seguir
muchos intereses externos. Ella viajó con su violín, tocando dondequiera que se
presentaban los cuartetos de la cámara de aficionados de los que ella era parte.
Alrededor de los cincuenta años un amigo la entusiasmo a fabricar instrumentos
y ellos dos juntos hicieron dos violines, una viola, y un violonchelo.

Ella era una jardinera entusiasta y disfrutó pescar, jugar al golf, y coleccionar
estampas.

También fue siempre una mujer intrépida y empezó a tomar lecciones de vuelo
para aprender a pilotar aviones cuando cumplía sus cincuenta años, declarando
ella misma, que su meta era volar algún día bajo el Puente de Nueva York.
Virginia publicó alrededor de sesenta artículos científicos y numerosos ensayos
breves para los periódicos y revistas durante su carrera, además de su libro. Ella
recibió muchos premios, incluyendo los doctorados honorarios de la Universidad
de Pennsylvania Médica de la Mujer (1964) y la Universidad de Holyoke (1965),
el Elizabeth Blackwell Award de la Asociación de las Mujeres Médicas
Americanas (1966), el Premio de Servicio Distinguido de la Sociedad Americana
de Anestesiólogos (1966), la Medalla del Oro de los Alumnos por el Logro
Distinguido de la Universidad de Médicos y Cirujanos de la Universidad de
Columbia (1973), y el Ralph W. Premio de la Sociedad americana de
Anestesiólogos (1973). En 1973 ella fue elegida también Mujer del Año en la
Ciencia.

A lo largo de su carrera, mantuvo, con su optimismo característico la liberación


de la mujer, aunque siendo del sexo femenino no habían impuesto limitaciones
significantes en su carrera médica.

Virginia evitó las organizaciones de mujeres, pero se dice que expresó en


ocasiones su frustración, de manera privada, con las desigualdades del género
(sobre todo en la materia de sueldos)

Virginia Apgar nunca se retiró, y permaneció activa hasta poco antes de su


muerte, aunque los años finales estuvo afectada por una enfermedad progresiva
del hígado. Ella falleció el 7 de agosto de 1974, en el Centro Médico de Columbia
dónde había entrenado y trabajado durante gran parte de su vida. Sus amigos,
colegas, y los antiguos estudiantes la recordaron tanto por su vivacidad, el
sentido del humor, su inteligencia afilada y competencia profesional. Ella se
honró con una estampilla americana conmemorativa en 1994 y se instaló en el
Vestíbulo de las Mujeres Nacionales de la Fama en 1995.

Bibliografía:
http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/pediatria/virginia_apgar.pdf
TEST DE APGAR DEL RECIÉN NACIDO

Cuando un bebé nace los profesionales sanitarios le hacen varias valoraciones


para saber que todo está bien y que no requiere de una atención especial por
algún problema durante el embarazo o el parto. Una de las herramientas que
utilizan para hacer un diagnóstico rápido de posibles problemas es la escala o
test de Apgar.

El test de Apgar es una primera valoración que se le hace al bebé al nacer y que
tiene como objetivo detectar posibles problemas de manera rápida y poco
molesta para el bebé. Rápida, porque si hay algún problema hay que actuar
cuanto antes y poco molesta, porque si todo es normal no hace falta hacer sentir
mal al bebé en un momento de valoración.

Se llama así, de Apgar, porque fue creado por Virgina Apgar, una médica
estadounidense especializada en pediatría y anestesia, que en 1953 desarrolló
dicho método y lo publicó con el fin de poder evaluar rápidamente el estado de
los recién nacidos. Gracias a ella, gracias a su test, muchos bebés han salvado
la vida al poder detectarse de manera prematura cualquier problema que, de no
verse, podría ser fatal unos minutos u horas después del parto.

El test de Apgar se hace en dos ocasiones, para ver la evolución del bebé: al
minuto de nacer y, después, a los cinco minutos. Es una escala con la que se
mira el ritmo cardíaco, la respiración, el tono muscular, los reflejos y el color del
bebé.

El test se divide en 5 secciones o preguntas que puntúan del 0 al 2. Una vez


realizado se suman los puntos, que en la mayoría de las ocasiones es de 8 a 10
puntos en el primer minuto de vida. En caso de que, en ese momento, al minuto,
el Apgar sea de 5 a 7, es posible que se deba a problemas de aporte de oxígeno
durante el parto y entonces los profesionales le aplicarán una fuente cercana de
oxígeno y probablemente lo sequen con una toalla de manera relativamente
vigorosa con el fin de motivar al bebé a respirar más fuerte. Con ambas
intervenciones la puntuación debería ser de 8 a 10 a los 5 minutos.

Algunos bebés, los menos, obtienen puntuaciones menores de 5 (tienen más


probabilidad de quedarse en esta puntuación los bebés prematuros o los nacidos
por cesárea de urgencia), que responden a problemas durante el parto o a
problemas respiratorios o cardíacos. En este caso la intervención de los
profesionales debe ser mayor, empezando por mascarilla de oxígeno y, en caso
de que no sea suficiente, introduciendo un tubo para hacerle respirar desde el
exterior y administrando los primeros fármacos para mejorar su ritmo cardíaco.
Si esto no es suficiente se traslada al bebé a la unidad de cuidados intensivos
para seguir con las intervenciones necesarias.

1. Ritmo cardíaco: se mira con el fonendo.

Si no hay ritmo cardíaco se puntúa 0.


Si es menor a 100 pulsaciones por minuto puntúa 1.
Si es mayor a 100 pulsaciones por minuto puntúa 2.
2. Respiración:

Si el bebé no está respirando se puntúa 0.


Si tiene una respiración lenta, irregular, se puntúa 1.
Si la respiración es correcta, buena, o está llorando, se puntúa 2.

3. Tono muscular:

Si el bebé está flácido, como sin tono muscular, la puntuación es 0.


Si hay algo de tono y, por ejemplo, flexiona un poco las extremidades, se puntúa
1.
Si el bebé se mueve activamente se puntúa 2.

4. Reflejos: es la respuesta a algún estímulo externo relativamente molesto


(tocarle la planta de los pies, aspirar un poco la nariz,...).

Si no hay respuesta se puntúa 0.


Si el bebé hace muecas o gesticula se puntúa 1.
Si hay gesticulaciones y llanto, o tose o estornuda (en caso de utilizar una perilla
o catéter para aspirar por la nariz) se puntúa 2.

5. Color de la piel:

Si el bebé está azulado o pálido se puntúa 0.


Si el cuerpo está rosado pero las manos y los pies están notoriamente azulados
la puntuación es 1.
Si todo el bebé está sonrosado la puntuación es 2.

Una vez realizado el test, como ya hemos explicado, se suman los puntos y en
función de la puntuación se decide qué hacer. La mayoría de bebés tienen una
puntuación máxima de 9 al minuto de nacer, porque todos tienen aún las manitas
y pies muy azulados. A los 5 minutos están más sonrosados y entonces, en
condiciones normales, puntúan 10. Incluso muchos bebés que puntúan por
debajo de 7, con un poco de estimulación, tienen una puntuación correcta a los
5 minutos. De no ser así, se inician las intervenciones.

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