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La fábula de las abejas

6 ABR 1997

Una joya acaba de ser publicada; se trata de La fabula de las


abejas, un texto del médico holandés Bernard Mandeville (1670-
1733) cuyo contenido ha influido durante varios siglos en la
historia de las doctrinas económicas. En traducción del
inolvidable José Ferrater Mora, el libro (Fondo de Cultura
Económica) llega ahora a España. La fábula es el antecedente
más científico de la teoría del laissez-faire de Adam Smith, y su
filosofía influyó en personajes como Rousseau, Montesquieu e
incluso en Marx. La obra -que se subtitula
paradigmáticamenteLos vicios privados hacen la prosperidad
pública- plasma una ética repulsiva que defiende el lujo" la
envidia y el orgullo, y que justifica el egoísmo. Muchos liberales
consideran a Mandeville el san Juan Bautista de su ideología.Las
tesis económicas de Mandeville, qué años después dieron lugar
al capitalismo, son, entre otras, las siguientes: los asuntos
comerciales son, más afortunados, cuanto menos regulados
están por el Gobierno; las cosas tienden a encontrar por sí
mismas el equilibrio que mejor les conviene; el egoísmo sin
trabas de cada individuo intervendrá en la sociedad de manera
tan recíproca que ésta se ajustará por sí misma y redundará en
beneficio de la comunidad. En cambio, una intervención del
Estado tendería a trastocar la delicada armonía de la sociedad.

Leía este libro de gran originalidad, de extraordinaria belleza y


de tan inquietantes recetas ("la paradoja es un paracaídas del
pensamiento", escribió Bergamín) cuando se conoció la enésima
crisis financiera de Japón: tres de las filiales del Nippon Credit
Bank, uno de los principales bancos japoneses de crédito a largo
plazo, se declararon en quiebra, con unas deudas que suman
dos billones de yenes (2,28 billones de pesetas), al tiempo que
el banco cerró sus sedes en el extranjero para superar un pasivo
que en 1996 alcanzó un total de 1,4 billones de pesetas.

A pesar de la profunda recesión que ha padecido desde el inicio


de los años noventa; Japón es el país más rico, del mundo (una
renta per cápita de 28.000 dólares, el doble que España),
después de Suiza. La crisis del milagro capitalista japonés se ha
debido, fundamentalmente, a las siguientes causas: la fuerte
revalorización del yen frente al dólar; la multiplicación de
fenómenos de corrupción; el desplome bursátil tras unos años
de burbuja y el hundimiento del sector inmobiliario hinchado con
precios artificialmente altos, lo que significó, grandes pérdidas
para las sociedades de crédito hipotecario. Estas sociedades,
creadas en los años setenta por los grandes bancos como
entidades especializadas en créditos a particulares para la
compra de viviendas, sufrieron el impacto de la caída de los
precios del suelo. Por último, el caos en el sector financiero, en
el que a pesar de que los más poderosos bancos del mundo son
de matriz japonesa, 17 de los 21 más importantes en
el ranking interior nipón están en números rojos.

¿Cómo se han superado tradicionalmente estas crisis bancarias


multimillonarias (y las de los principales países del mundo)?: no
a través de la mano invisible, sino con dinero público de los
contribuyentes que cubren las deudas de las entidades. ¿Cómo
se ha expandido tanto la industria japonesa, una de las más
agresivas en sus exportaciones?: con la ayuda del todopoderoso
Ministerio de Comercio Internacional e Industria (MITI).
egoísmo económico

Para el sistema capitalista el egoísmo es el instinto fundamental de la


economía. Adam Smith aseveró que debemos agradecer el egoísmo de los hombres
que les lleva a producir lo que nosotros necesitamos, en el marco de la división social
del trabajo. Desde este punto de vista, el afán de lucro, defendido por la escuela
clásica como el motor del adelanto económico, no es más que una manifestación del
egoísmo individual. Lo mismo puede decirse de la competencia. O de la acumulación.
O del ahorro. O del espíritu de empresa. O de las fuerzas del mercado. La economía es
el escenario de las acciones egoístas del hombre.
Las características fundamentales del sistema capitalista son la propiedad
privada de los instrumentos de producción, la libertad económica en todas sus formas y
direcciones, la inhibición del Estado frente al quehacer económico de la sociedad, el
afán de lucro individual como la motivación de la actividad productiva, la explotación de
la mano de obra de los trabajadores asalariados, la conquista de mercados dentro y
fuera de las fronteras nacionales y el sometimiento de la economía, en su conjunto, a
las leyes del mercado.
El capitalismo sostiene que las leyes del mercado, que son “leyes naturales”
porque no las formula el Estado sino que nacen de la propia dinámica social (la oferta y
la demanda, la libre competencia, el apetito de lucro, la iniciativa privada, la libertad de
emprender, la <acumulación para ampliar la producción de bienes), no deben sufrir
interferencias del poder político. Tales interferencias dañarían su funcionamiento y
desquiciarían el sistema. Debe dejárselas operar libremente porque ellas tienen la
capacidad de regular automáticamente la marcha de la economía y de encontrar los
convenientes equilibrios.
El capitalismo es un sistema económico que se funda en
la acumulaciónprivada de los rendimientos de la actividad económica. Esa acumulación
forma el capital. La acumulación es la razón de ser del sistema y el egoísmo es la
razón de ser de la acumulación.
La teoría económica ha ofrecido diversas explicaciones sobre el fenómeno de
la acumulación en función de los puntos de vista ideológicos. El egoísmo económico
está íntimamente ligado a la acumulación. Los economistas clásicos Adam Smith
(1725-1790) y David Ricardo (1772-1823), a fines del siglo XVIII y principios del XIX, en
el marco del incipiente capitalismo en que les tocó vivir, explicaron la acumulación
como el resultado de la tendencia al ahorro de las clases ricas que posibilita el
aumento de la producción en el futuro. Distinguieron, al efecto, la renta bruta, de la que
dedujeron todos los gastos necesarios para el mantenimiento de la producción —o sea
el desgaste del capital fijo, la reposición de materias primas y otros egresos de
operación—, de la renta neta, a la que consideraron como el excedente de recursos
utilizables en el ahorro, la ampliación de la producción o el consumo. Los economistas
clásicos y sus seguidores consideraron que el incremento de los >salarios disminuía
las posibilidades de acumulación y por tanto frenaba el progreso productivo.
El >marxismo hizo una dura crítica al sistema de acumulación capitalista. A
partir de su concepto del valor, formuló la teoría de la plusvalía para explicar el origen
de los beneficios o ganancias de los dueños del capital. El trabajador, en el sistema
capitalista, se ve obligado a vender su >fuerza de trabajo y, a cambio de ella, recibe
una determinada remuneración. Durante su jornada de labor crea un cúmulo de riqueza
que entrega al dueño del instrumento de producción, pero como lo que recibe por
salario es menor a lo que genera con su fuerza de trabajo, el empresario se beneficia
con la diferencia. Esta es laplusvalía, o sea el trabajo no pagado, que es, según el
marxismo, la fuente de laacumulación del capitalista.
Por cierto que David Ricardo habló de ella antes —aunque sin emplear este
nombre— cuando formuló sus teorías económicas en beneficio de la nueva clase
dirigente dentro del orden creado por la revolución industrial y explicó que el éxito de la
industria dependía de que el valor generado por el trabajador fuera sustancialmente
mayor que el salario que recibía. Entonces habría una mayor acumulación de capital y,
por tanto, más altos niveles de producción.
Esta plusvalía —que el empresario siempre trata de optimarla, sea
disminuyendo el salario, sea aumentando la jornada suplementaria— se reparte entre
el dueño del instrumento productor de los bienes, el comerciante que los pone en
circulación, el proveedor de la materia prima, el banquero que presta el dinero para las
operaciones industriales y mercantiles, el dueño de la tierra y otros capitalistas que
participan en el proceso.
La plusvalía, así distribuida, concurre a engrosar el capital de sus receptores.
Los capitalistas transforman la plusvalía que perciben en capital. Este es el proceso al
que los marxistas llaman acumulación de capital, cuyas leyes señalan que a mayor
plusvalía hay mayor acumulación de capital y, recíprocamente, a mayor acumulación,
mayor plusvalía. Este es el “círculo virtuoso” de la concentración de la riqueza en cada
vez menor número de manos.
De este modo Marx, partiendo de los conceptos de los economistas clásicos,
formuló la ley de la acumulación capitalista, cuyo planteamiento central es que el modo
de producción caracterizado por la propiedad privada de los instrumentos generadores
de la riqueza acentuará progresivamente la diferencia económica entre los dueños del
capital, cada vez en menor número, y la creciente masa de proletarios empobrecidos,
hasta que fatalmente se producirá la explosión revolucionaria que llevará al poder a la
clase obrera.
Este hecho, para los teóricos marxistas, era simplemente inevitable en los
países altamente industrializados puesto que la lucha de clases librada entre una
minoría de capitalistas opulentos y la inmensa mayoría de proletarios desafortunados
no podría terminar sino en el triunfo definitivo de estos últimos. Tal es la lógica de la
acumulación capitalista. A empresarios cada vez más opulentos, situados en el un polo
de la organización social, corresponden más obreros asalariados, cada vez más
pobres, en el otro.
Sin embargo, por razones que no es del caso analizar aquí, las previsiones
marxistas no se han cumplido en toda su magnitud y la evolución del capitalismo ha
tomado un camino en algunas materias diferente.
Tanto el capitalismo como el marxismo llegan a la misma conclusión: la
acumulación es la consecuencia del egoísmo económico. Pero discrepan en el juicio de
valor que emiten sobre ella: para el uno es buena y para el otro es repudiable.

am Smith: interés propio, egoísmo, e interpretaciones sesgadas


Algunas citas que me parecieron muy interesantes sobre el pensamiento de Adam Smith. Están
tomadas de “La riqueza de las ideas. Una historia del pensamiento económico” de Alessandro
Roncaglia. Disculpad los más puristas por no usar el manual de Rothbard :D

-Su contribución consistió en señalar la complementariedad entre la persecución de los intereses


propios y la atribución de un papel central a als reglas morales para el sano funcionamiento de la
vida en común en la sociedad.

-En el desarrollo de la escuela clásica de la misma economía política, este supuesto -que
corresponde al principio smithiano de la ‘simpatía’ [poniendo las reglas morales en el centro]-
quedó sumergido por la creciente influencia del utilitarismo.

-La distinción entre interés privado e interés público se convierte en oposición, en conflicto
irreconciliable, solo si el interés privado se interpreta de modo restrictivo, como egoísmo más que
como interés personal, implicando el último la atención a los propios intereses, moderada por el
reconocimiento (o, mejor, ‘simpatía’) de los intereses de los demás.

-Smith propone la línea de una mayor confianza en la capacidad de autogobierno de los


individuos [me viene a la cabeza el trabajo de los Ostrom]… Sin embargo, la libre persecución
del interés personal tropieza con dos límites: uno externo al individuo (la administración de
justicia…), y otro interno, la “simpatía” por los demás seres humanos. El recurso simultáneo a los
dos elementos muestra cómo Smith tiene una visión positiva, aunque no idealizada, del hombre.
Algunas de estas reflexiones tienen mucha relación con el post y la discusión posterior en En favor
del capitalismo y contra la tesis de Ayn Rand: la codicia no es buena.
Cuestiones terminológicas: egoísmo, interés propio, legítimo interés, ambición, codicia, amor
propio… Es interesante hacer una búsqueda en La riqueza de las naciones de Smith, y ver cómo
usa self-interest y self-love. Fíjense cómo usa el término selfish en esta cita:
in those of the former kind, liberality, frankness and good fellowship naturally make a part of that
common character: in the latter, narrowness, meanness, and a selfish disposition, averse to
all social pleasure and enjoyment.
Recomiendo este video de un foro sobre el pensamiento de Smith, en la Francisco Marroquín, con
contertulios de lujo como Enrique Ghersi, Gabriel Calzada, o Rodríguez Braun. Este último recalca
que Smith no habló de selfishness, sino de self-love. Las diferencias entre ambos creo que son
obvias y sobran comentarios.
En el video también se habla del intento de Smith de llegar a un sistema teórico coherente del
funcionamiento de la sociedad. Fue un filósofo moral, y escribió sobre los sentimientos morales
que acompañan a los hombres en sociedad, sobre los principios económicos de la división del
trabajo, la acumulación del capital, etc. como requisitos de la riqueza de las naciones, dio sus
lecciones de jurisprudencia…

Sí, es el autor de la teoría del valor trabajo, de la distinción entre trabajo productivo e
improductivo, y todas esas cosas que JHdS dice en cuanto tiene ocasión, para hacernos ver lo
desastroso que fue Smith para el futuro devenir de la disciplina económica (sus bromas sobre
Smith y el infierno no tienen desperdicio). En contraposición al malo y calvinista de Smith, están
los santos varones católicos de la Escuela de Salamanca, defensores del laissez-faire e impulsores
de la teoría económica con mayúsculas que luego seguirían los austriacos.
Permítaseme esta licencia en el tono sarcástico, especialmente cuando no he leído ni una
millonésima parte de todo lo que han leído los que sostienen esta tesis sobre pensamiento
económico (no digamos sobre otros temas). Pero a veces percibo cierto simplismo, parcialidad
y sesgo en estos temas, además de un intento de ‘precursorismo’ bastante acentuado. Asuntos
que creo para los que no hace falta ser un experto para percibir. Me da la impresión (no sé si
equivocada) de que Rothbard tenía cruzados a los protestantes, lo mismo que le pasaría a JHdS, y
eso influye en parte del sesgo en favor de unos y en contra de otros. Parecería como si la Iglesia
católica con todas sus “hazañas” históricas pudieran dar ejemplo y servir de modelo de referencia.

Suele usarse la influencia calvinista en la crítica de Smith, por ejemplo en su teoría objetiva del
valor. Pero, ¿no fueron sus maestros defensores de una teoría no objetiva, viviendo en el mismo
contexto presbiteriano?

No voy a discutir si la influencia neta de Smith fue buena o mala, básicamente porque no soy apto
para ello. Pero los detractores máximos podrían introducir algunos matices en sus opiniones, y
admitir alguna cosa buena en Smith (si lo hacen, imagino que dirán que eso ya estaba en autores
anteriores y que por tanto no aportó absolutamente nada bueno), que como en casi todos los
autores, existen, y en este intuyo que más que en la media.

Este comentario simplemente está pensado para poner encima de la mesa algunos puntos
sesgados que percibo. De nuevo la auto-crítica, y la cautela… Como nota: no soy un crítico de las
ideas de los escolásticos (y mucho menos de quienes a base de estudio y dedicación les han traído
a la escena del pensamiento económico), ni un incondicional de Smith, ni alguien que le considera
el padre fundador de la economía ni del liberalismo, a pesar de que antes pensaba que esto era
así. Precisamente Rothbard y JHdS me quitaron esta idea; aunque no son los únicos que critican
esa idea ingenua.

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