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I.

INTRODUCCIÓN

Justificación
Objetivo del Trabajo

II. DESARROLLO DEL TEMA

A. Marco Teórico.

1. Conceptos relacionados con la Ética de la Vida y de la Muerte.

1.1 Calidad de vida

1.2 La muerte y su relación con la vida.

1.3 Encarnizamiento Terapéutico.

1.4 Los enfermos en fase crítica terminal.

2. La eutanasia y los principios de Ética Biomédica.

2.1 Clasificación de la Eutanasia.

2.2 Principios éticos.

2.3 El Equipo de Salud y el enfermo en fase crítica terminal.

2.4 Consideraciones en relación a las voluntades anticipadas.

3. Aspectos legales en torno a la eutanasia.

3.1 Perspectiva mundial.

3.1.1 Ley Española

3.1.2 Ley Holandesa.

3.2 Revisión y consideraciones en torno a la eutanasia en México.

3.2.1 La Constitución Mexicana

1
3.2.2 La Ley General de Salud

3.2.3Legislación Penal y Procesal en el Estado de Tabasco, México.

B. Nuevos enfoques del autor en relación a la Eutanasia


ante el enfermo en fase crítica terminal en México.

1. Perspectiva Médica.

2. Perspectiva Ética.

3. Perspectiva Legal.

III. CONSIDERACIONES FINALES.

A. Propuestas y sugerencias.

IV. BIBLIOGRAFÍA.

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I. INTRODUCCIÓN

A. Marco Teórico.

1. Conceptos relacionados con la Ética de la Vida y de la Muerte.

1.1 Calidad de vida

Hoy se habla de calidad de vida cuando se trata de señalar de manera


objetiva los aspectos relevantes de una vida humana buena con objeto de
evaluarla.

Para hablar de calidad de vida es conveniente conceptuar a la salud, y a


la vida entre otros; en relación a la salud, encontramos muchos conceptos
entre ellos el de OMS, en donde propone que “La salud consiste en un
estado de completo bienestar físico, psíquico y social, y no sólo ausencia de
enfermedades”; en la actualidad son muchos los conceptos existentes y en
base al concepto seleccionado se desarrollan teorías, modelos, planes de
atención al ser humano; la salud es por lo tanto hoy un concepto en
constante evolución y que describe un dinámico y progresivo proceso de
adaptación a las cambiantes demandas de la vida y al cambiante sentido
que se le otorga, así encontramos conceptos tales como el de Smith en
Bioética de Pastor, que habla de cuatro modelos de salud que son:

El modelo clínico que sugiere la ausencia de signos y síntomas de


enfermedad; el adaptativo que es la capacidad de interactuar con el medio
ambiente social y físico; el de desempeño de roles que es la capacidad de
cumplir con el trabajo y desempeñar el rol que le corresponde; y el
endemonístico que señala que es la capacidad de la persona de hacer lo que
el quiere hacer y convertirse en lo que el desee.

También otra definición de salud que se escucha interesante es la que


Diego Gracia propone en el libro “La Eutanasia y el de arte de morir”, en
donde él señala que “es preciso definir la salud en términos de capacidad de
posesión y apropiación por parte del hombre de su propio cuerpo, cuanto
mayor sea la capacidad de posesión y apropiación del cuerpo, mayor salud
tendrá, de más salud se gozará y cuanto menor sea tal capacidad, es decir
cuanto más desposeído se sienta uno de su propio cuerpo, cuanto más
expropiado lo note, mayor será su enfermedad.
Como vemos y observamos con los conceptos anteriores la salud, no se
puede desligar de la enfermedad, ya que podemos decir que esto es un
proceso continuo entre una y otra.

En relación a la vida encontramos también variados conceptos de


acuerdo a culturas disimbolas y a posturas diferentes de la ciencia, la
religión y la filosofía, así vemos que existen discusiones entorno a cuando se

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inicia la vida humana; J. Fletcher (1972) (Bioética de Margarita Boladeras),
expresa el conjunto de características de la existencia personal, con la
denominación de indicadores de la condición humana, introduciendo los
aspectos siguientes:
Conciencia de sí, dominio de sí, sentido de futuro, sentido de pasado,
capacidad de relacionarse, preocuparse por otros de comunicarse y tener
curiosidad; éstas referencias abarcan el sentido de vida humana.

Se destacan dos elementos en éstas perspectivas; que la vida es un


proceso y que éste tiene una temporalidad, por lo que es el ser humano
quién debe asumir y armonizar los aspectos anteriormente mencionados.

Otro concepto que es utilizado es de la vida es sagrada, según Fromer “El


concepto de que la vida sagrada se relaciona con la creencia en la presencia
divina”. Es decir la vida es un don concedido por Dios, por lo que es un deber
preservarla.

Kant propuso que los seres humanos deberíamos ser tratados como fines
en sí mismo y no simplemente como medios. En éste caso utilizó la palabra
respeto en sentido casi técnico, significa que cualquier persona como tal
tiene un valor intrínseco, o un valor que no tiene que ver con sus logros y
que cuando otras personas tratan con ellas, no deben igualarla o
despreciarla.

Lo que sí podemos observar es que tanto las personas religiosas o no


religiosas, están de acuerdo en que el ser humano se diferencia de otras
formas de vida por su capacidad de raciocinio. McCormick (1974) (Bioética
de Margarita Boladeras), define que la vida personal consiste, en la
posibilidad de establecer relaciones humanas en un sentido amplio, sin dar
prioridad a lo intelectual y contemplando la importancia de lo afectivo.

Dentro de éste marco algunos autores al hablar de calidad de vida,


mencionan que la vida humana es más que la vida biológica y que cuando
no puede accederse a ella, se pierde la propia esencia.
Calidad de vida hoy es empleada en el medio de cuidados para la salud
actual. El personal de salud habla de “mejorar la calidad de vida del
paciente” o “preservar su calida de vida” en la búsqueda de esa calidad, se
establecen en ocasiones límites entre personas y en donde intereses
económicos y sanitarios ocasiones se anteponen a la propia persona.

Actualmente la calidad de vida ha sido invocada en los campos más


diversos y en la medicina ha sido utilizado como criterio para la toma de
decisiones en las siguientes situaciones.

1. Denegación o retirada de tratamiento que mantiene las funciones vitales.


2. Distribución de recursos sanitarios escasos.

3. Terminación y acortamiento de la vida, incluyendo la interrupción del


embarazo y la eutanasia.
4. Limitación de la reproducción humana.

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5. Intervención en la genética y la Biología Humana.
6. Programas políticos sanitarios. (En historia, teoría y método de la
medicina de Sánchez González).

Siendo el concepto de calidad de vida útil para evaluar el estado de salud


de los pacientes y al mismo tiempo determinar un plan de atención a seguir
con el mismo. Se han establecido instrumentos de medidas, entre los que se
encuentra: test de movilidad, de habilidad manual, de reflejos funcionales,
capacidades cognoscitivas, etc.

En E.E.U.U. y en otros países se usan algunos índices de referencia como


(QLI) índice de calidad de vida, (SIP) de cualidad de vida o “perfil de impacto
de enfermedad”, (HSI) índice de estado de salud.
No obstante los adelantos y que éstos índices son de gran utilidad para la
institución de salud y para el personal de salud es importante destacar que
detrás de cada paciente, que se le aplique cual o tal instrumento de
evaluación se encuentran una historia individual y personal, la que sería
irresponsable no conocer.

1.2 La muerte y su relación con la vida.

La muerte constituye un momento personal y único, y que forma parte de


la vida misma. No podemos comprender porque algunos querrían morir en
vez de existir permanentemente sedados o incapacitados, porque otros
querrían luchar a pesar de horribles sufrimientos o incluso cuando están
inconscientes y no pueden saborear la lucha; porque muy pocas personas
piensan que carece de importancia para ellos, morir o vivir después de haber
caído en un estado permanente de inconciencia.

La forma de morir ha cambiado mucho en las últimas décadas, originado


por los avances en la medicina y en la tecnología. Antes se moría más joven,
en la actualidad se sobrevive más tarde y por lo regular las causas de la
muerte son enfermedades crónicas y progresivas.

El proceso de morir se ha hecho más largo precisamente por la


tecnología y es el médico quién interviene en el proceso, interpretando y
dictando normas sobre lo que debe hacerse, pudiendo llegar a veces al
encarnizamiento terapéutico.

Un porcentaje alto de personas mueren hoy en los hospitales, por lo que


podemos decir que es una muerte tecnificada, ya que por lo general está
inconsciente y rodeado de tubos, aparatos y con la asistencia del personal de
salud y alejado de familiares.

Desde los años setenta se aprecia el interés por conocer y el proceso de


morir, en estas investigaciones se describen las fases evolutivas que
atraviesa el moribundo.

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Existen dos modelos, el americano y el europeo. En el modelo
norteamericano se generalizó la práctica de decir la verdad a los enfermos
terminales, en donde se describen las fases siguientes.

Negación y aislamiento. Lo primero que piensa el paciente, después de


recibir la mala noticia, es que no puede ser cierta. Y busca otros médicos o
recurre a curanderos.
Ira. Cuando al paciente le resulta imposible seguir negando la evidencia,
reacciona con sentimientos de rabia, queja, envidia de los sanos y
resentimiento.
Pacto. En este período el paciente cambia de táctica. Intenta pactar,
generalmente con Dios, para conseguir una mejoría o un aplazamiento.
Es conveniente que el médico las conozca porque pueden estar relacionadas
con sentimientos de culpa que seria bueno aliviar.
Depresión. A medida que progresan los síntomas predomina en el
enfermo una sensación de pérdida, que produce dolor y depresión. Existe
una depresión reactiva, por la pérdida de las cosas del pasado. Otra
depresión que tiene su causa en las pérdidas que se avecinan.
Aceptación. Cuando el paciente ha tenido suficiente tiempo y ha sido
ayudado a pasar por las etapas descritas, llega a contemplar su fin con una
relativa tranquilidad, sin desasosiego ni enfadado. La aceptación final no es
un mero abandono desesperanzado. Tiene algo de recapitaluación de toda
una vida y de eliminación de lo superfluo. Y puede ir acompañada de
serenidad y dignidad.

Otros investigadores han manifestado algunos desacuerdos con el modelo


anterior. Schneidman, por ejemplo, ha insistido en las peculiaridades que
manifiesta cada enfermo según su propia personalidad y “filosofía” de la
vida.

El modelo europeo explica que en los países europeos, especialmente en los


mediterráneos, no se solía, hasta hace poco, suministrar ese tipo de
información.
Sporken, en su libro Ayudando a morir, describe el proceso del morir en
pacientes que no han sido informados y abarca las siguientes fases:

_ Ignorancia: Comienza la llamada “conspiración del silencio” entre todos


los que rodean al enfermo.
- Inseguridad: Mezcla la esperanza con un miedo intenso. El paciente
quiere salir de la incertidumbre y hace preguntas con el deseo de que le
aseguren que la enfermedad no es grave.
-Negación implícita: El paciente percibe, más o menos conscientemente,
la situación real.
- Comunicación de la verdad: Sporken opina que no siempre hay que
comunicar la verdad. Lo que significa que haya que ocultarla
sistemáticamente.
En todo caso, la información, según Sporken, debe realizarse en fases algo
tardías y ha de cuidarse el momento y la forma.
- Fases posteriores a la información

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Revisando el punto de vista de Víctor Méndez Baiges en “Sobre morir”
encontramos que hablar de un derecho a morir con dignidad es hablar de un
derecho reconocido legalmente a los individuos para que puedan tomar por
si mismo algunas de las decisiones relativas a ciertos asuntos que atañen a
su propia muerte. Que el objetivo de ese derecho es en consecuencia evitar
que la participación de la persona en su propia muerte sea la de un objeto
pasivo en manos de la familia y de la técnica, logrando por el contrario que
su participación sea respetada en cuanto a sus intereses y valores durante el
proceso de morir.

Existe hoy un amplio acuerdo en admitir el llamado “morir con dignidad”


pero aparecen discrepancias cuando se señalan de manera más concreta el
contenido que la frase encierra, no obstante Víctor Méndez Baiges señala
una lista de facultades que puedan agruparse, en donde las primeras son las
que han encontrado reconocimiento legal y doctrinal, y las últimas mayor
oposición y son:

a) No ser declarado muerto más que después del cese de las funciones
cardiorrespiratorias.
b) Derecho a morir con toda serenidad y con dignidad humana, de forma
que no se trate al titular de este derecho cuando haya iniciado el
proceso de morir como a un mero objeto en manos de la técnica y que
se respete su libertad de conciencia y se le proporcione si así lo desea
asistencia espiritual.
c) Derecho a rechazar el encarnizamiento terapéutico, o derecho a
rechazar los medios extraordinarios, desproporcionados o peligrosos de
curación, lo que incluye el derecho a rechazar los tratamientos que no
hagan más que prolongar precariamente la agonía del paciente.
d) Derecho a rechazar cualquier tratamiento médico, aun ene el caso de
que ese rechazo conduzca a la muerte. Se entiende incluida aquí la
posibilidad de exigir la interrupción de un tratamiento ya iniciado. Se
discute si la alimentación y la hidratación artificial han de considerarse
tratamientos, aunque la opinión mayoritaria es que sí.
e) Derecho a manifestar voluntades anticipadas sobre el proceso de morir
con carácter vinculante para terceros, o derecho a establece por
adelantado instrucciones respecto a los tratamientos médicos que el
individuo está dispuesto a admitir y a rechazar en su proceso de morir.
Este derecho a establecer las llamadas voluntades anticipadas.
f) Derecho a obtener un tratamiento paliativo del dolor durante el
proceso de morir, a fin de evitar el sufrimiento, aun cuando ello pueda
causar dependencia de ciertos fármacos o adelantar el momento de la
muerte.
g) Derecho a determinar el momento de la propia muerte, o derecho a
disponer de la propia vida. Este derecho incluye al llamado “derecho al
auxilio médico al suicidio” o derecho a que el personal sanitario ayude
con sus conocimientos o sus medios a que se realice la voluntad de
alguien que ha decidido poner fin a su vida.

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La muerte de manera tradicional ha sido entendida como la ausencia o la
perdida de algún principio animador del cuerpo.

En el siglo XIX la invención del estetoscopio hizo posible comprobar la


ausencia de respiración y de latido cardiaco, lo que el antiguo criterio
cardiorespiratorio continuó para declarar la muerte en fechas recientes.

En los años sesenta, se inicia la técnica de reanimación por masajes para


aquellos que habían tenido paros respiratorios y que habían cumplido el
antiguo criterio de muerte, lo anterior hizo necesario buscar nuevas maneras
de definición de la muerte.
Los primeros transplantes de los años cincuenta y setenta, crearon la
necesidad de saber a quien y en que momento podían extraerse los órganos
y fue hasta finales de los setenta, cuando un comité médico en Harvard
definió la muerte cerebral con arreglo en cuatro criterios.

1. Ausencia de respuesta a los estímulos.


2. Ausencia de movimientos y de respiración espontánea.
3. Ausencia de reflejos excepto los meramente espinales.
4. EEG plano

En 1981 una comisión presidencial en E.E.U.U. publicó y dio directrices


para determinar la muerte en donde se consideraba muerto al individuo que
se encontraba en cualquiera de estas dos situaciones:

1. Cese irreversible de las funciones circulatorias y respiratorias.


2. Cese irreversible de todas las funciones del cerebro completo.

En la actualidad el concepto de muerte cerebral total ha llegado a ser


equivalente al de la muerte de la persona.
La definición de la muerte es un interrogante filosófico, religioso, social,
legal y médico; pero parece lógico pensar que el organismo muere cuando la
totalidad del cerebro muere.

1.3 Encarnizamiento Terapéutico.

Juan Masia en “Cuestiones éticas más allá y más acá de la muerte” dice:
“el preservar la vida biológica es como base para una vida humana. Hay tres
bienes a distinguir: prolongar la vida, disminuir el sufrimiento y conservar la
libertad. Si prolongamos inconsideradamente, aumentado el sufrimiento y
disminuyendo la libertad vamos contra la vida humana y el cuidado no es
bueno. Pero lo mismo ocurre si acentuamos exageradamente la libertad. El
equilibrio de las tres pide algo más que mera ayuda técnica y clínica:
cuidado humano.

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Creo importante haber iniciado con éste cuestionamiento por parte del
autor antes mencionado, porque es de humanos usar la tecnología hoy en
día de manera proporcionada.

Se define el encarnizamiento terapéutico como la prolongación de la vida


biológica mediante procedimientos extraordinarios y desproporcionados,
también llamada distanasia palabra de origen griego que significa “muerte
difícil o angustiosa”.
En ética se utiliza la palabra distanasia para indicar la prolongación del
proceso de morir por medio de tratamientos que no tienen más sentido que
prolongar la vida biológica del paciente.

Nadie duda hoy que la obstinación terapéutica constituya un error médico


y ético muy difícil de justificar. Que el hecho de aplicar de manera deliberada
tratamientos inútiles, en un paciente terminal y en particular cuando provoca
dolor y aislamiento quebranta la dignidad del moribundo.

La publicación científica de la OPS, de 1999 sobre el cuidado del enfermo


terminal, refiere sobre procedimientos inútiles y señala que los médicos
deben practicar una medicina responsable dentro de un mundo finito donde
no puede hacerse todo y donde mal gastar recursos significa que personas
inocentes morirán aunque se dispongan de intervenciones eficaces.
Inutilidad no equivale a ineficacia probada. Es un término
contextualmente inespecífico, lo que es inútil en un contexto puede nos ser
en otras circunstancias. Un tratamiento inútil no es beneficioso para un
paciente y se llega a ésta conclusión teniendo en cuenta la situación del
paciente, es decir la gravedad de la enfermedad, la esperanza de la vida, la
calidad de vida del paciente, sus intereses y proyectos. Si además de no
brindar beneficios, el tratamiento inútil es dañino para el paciente, existe
una razón aun más poderosa para no utilizarlo.

En la Declaración sobre la Eutanasia de la Congregación para la Doctrina


de la fe, condena el encarnizamiento terapéutico de la siguiente forma “es
muy importante hoy día proteger, en el momento de la muerte, la dignidad
de la persona humana y la concepción cristiana de la vida contra un
tecnicismo que corre el riesgo de hacerse abusivo”.
También acepta “el derecho a morir, con toda serenidad con dignidad
humana y cristiana”. La Declaración supera la terminología de medios
ordinarios/extraordinarios y utiliza nuevos términos, la de medios
proporcionados/desproporcionados. Para evaluar el carácter proporcionado o
no de un medio terapéutico habrá que tener en cuenta el tipo de terapia, el
grado de dificultad y riesgo que comporta, los gastos necesarios y las
posibilidades de aplicación considerando las condiciones del enfermo y sus
fuerzas físicas y morales.

Frances Abel Fabre señala en su libro Bioética, medidas eficaces para


prevenir conductas distanásicas al atender a pacientes terminales.
- Respetar el derecho de los pacientes o de sus representantes de aceptar o
rehusar un tratamiento. Puede ayudar la protección jurídica de instrucciones

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previsoras anticipadas, sea en la figura del mandatario, sea el testamento
vital (o ambas).
- Información y comunicación correcta con el paciente y, cuando esto no sea
posible, con quienes pueden representar los mejores intereses del paciente.
- Mejorar la docencia en las facultades de Medicina del tratamiento correcto
del dolor, insistiendo en el deber y responsabilidad de controlarlo
correctamente.
- Facilitar el acceso a clínicas del dolor siempre que sea preciso.
- Aplicación de cuidados paliativos a pacientes terminales, lo cual representa
no sólo controlar el dolor, sino acompañar profesionalmente al paciente en
su sufrimiento, crear un clima familiar, respetar su derecho a la libertad de
conciencia y a mantener un diálogo confiado con los miembros del equipo de
salud, la familia, los amigos.

1.4 Los enfermos en fase crítica terminal.

La enfermedad terminal se define como aquella en la que el enfermo


presenta una enfermedad avanzada progresiva e incurable, sin posibilidades
de respuesta al tratamiento especifico, con presencia de síntomas múltiples,
intensos multifactoriales y cambiantes, con gran impacto emocional en el
enfermo, la familia, el equipo de salud y gran necesidad de atención.

Desde que el hombre ha luchado con la enfermedad, la atención al


enfermo terminal ha sido una preocupación constante del servidor de la
salud.
Hoy en día le cuesta a muchos médicos y personal de salud dominados
por una cultura fisiopatológico, comprender que la enfermedad terminal no
consiste solo en trastorno moleculares o celulares que ya no tienen arreglo,
sino también en un problema humano, en el que el respeto a la dignidad del
paciente impone el deber de cuidar de la dignidad de su morir.

En una enfermedad terminal debemos estar concientes de que una


pequeña posibilidad de mejoría debe ser contrapesada con la aparición de
efectos secundarios y mayor sufrimiento en caso de utilizar los avances
técnicos de la medicina.

La decisión de evitar el uso de tratamientos innecesarios en éste tipo


de enfermos no significa abandono o que no pueda hacerse algo más, puede
significar todo lo contrario, si el equipo multidisciplinario se dedica a aliviar
los síntomas al enfermo y a su vez colaborar de manera eficiente en ésta
última fase de su vida.

Una de los manifestaciones que presento por lo regular el enfermo


terminal es el dolor, la lucha contra el dolor es tan vieja como la historia de
la humanidad. Al hablar del dolor, hay que recordar que no solo se debe
enfocar el problema al dolor físico, pues la enfermedad no solo afecta al
cuerpo sino a toda la persona. El dolor físico puede ser agudo o crónico y son
muy diferentes entre si, el primero aparece brusco e intensamente y de

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duración limitada, y el dolor crónico da la enfermedad terminal es una
situación permanente en evolución. Difícil es predecir en que momentos
desaparece, normalmente empeora en vez de mejorar y ocupa la atención
permanente del enfermo y de quienes lo rodean.

En los últimos años que han comenzado a desarrollar, una serie de


técnicas para el tratamiento del dolor físico y ya en algunas instituciones se
cuentan con unidades especializadas en el tratamiento del dolor. Ha surgido
también la “Medicina Paliativa” definida por la OMS como “el cuidado activo
y total de los pacientes cuya enfermedad no es susceptible de tratamiento
curativo, siendo fundamental el control del dolor de los demás síntomas y de
los problemas psicológicos, sociales y espirituales. El objetivo del cuidado
paliativo es el logro de la mejor calidad de vida para los pacientes y la
familia”.

2. La eutanasia y los principios de Ética Biomédica.

2.1 Clasificación de la Eutanasia.

El problema de la Eutanasia se presento en la actualidad, como un


problema mayor de lo que en otras épocas se vivió sobre todo por las
diferentes posturas de tipo teológicas, biológicas, éticas, etc.

De acuerdo al programa de Ética de la Vida y de la Muerte se nos


presento la clasificación tradicional de la eutanasia es la forma siguiente.

Eutanasia: “buena muerte, muerte sin sufrimiento.

Eutanasia voluntaria: Procedimiento conducente a la muerte sin dolor de


una persona según su propia decisión y resolución.
Eutanasia involuntaria: Actuación que produce la muerte sin dolor de un
paciente que no la ha decidido, ya sea por su estado de inconsciencia, o
porque, aunque esté capacitado, otras personas toman la decisión por él.

Eutanasia activa, positiva o directa: Llevar a cabo alguna acción


(habitualmente administración de fármacos) para provocar la muerte de un
paciente que sufre).

Eutanasia pasiva, negativa o indirecta: La muerte se produce por la no


aplicación de medios excepcionales para el mantenimiento de la vida o como
efecto secundario no deseado de un tratamiento.

Distanasia: Aplazamiento del momento de la muerte tanto como sea


posible. En la medida en que esto se entienda como la prolongación artificial
de la vida biológica por procedimientos extraordinarios desproporcionados
supone el encarnizamiento terapéutico. Por ello también se habla de

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“adistanasia” o “antidistanasia” como el proceso por el que se deja morir de
manera natural y tranquila al enfermo terminal.

Nos señalan algunos autores que el uso abusivo de la eutanasia por


ejemplo en Alemania para la eliminación masiva de sujetos indeseados, ha
hecho que se piense en la eutanasia como sinónimo de crimen.

Margarita Boladeras en el libro Bioética nos dice que “La reflexión ética
sobre el sentido propio y restringido de eutanasia ha de tener en cuenta:

- El individuo como posible sujeto que decide sobre la eutanasia para sí


mismo (eutanasia voluntaria).
- El médico que puede atenderle como paciente.
- Personas que pueden colaborar o implicarse de alguna manera en la
práctica de la eutanasia.
- Instituciones del Estado responsables de la vida de los ciudadanos (se
encuentran involucrados en ello todos los poderes: ejecutivo,
legislativo y judicial).

Víctor Méndez Baiges expresa en su libro “Sobre morir”, que como


resultado de una clasificación variada del termino Eutanasia ha faltado
claridad en su definición lo que ha traído como consecuencia difícil la
comprensión unitaria del problema.

Que son dos los resultados utilizados en la clasificación: la amplitud en


el campo de la discusión y una disminución del acuerdo en torno al objeto.
Opina que la definición y la clasificación de la eutanasia ha originado que el
debate en torno a la misma no logre nunca aclarar el hecho de si en él,
además de sobre la muerte se está discutiendo acerca de la salud y de la
medicina, acerca del bien de las personas y de la sociedad, acerca de la
libertad y la autonomía de los individuos, o bien acerca de todo ello
mezclado a la vez. Propone que debe olvidarse el termino y abordar los
problemas que la muerte plantee; destaca en el proceso de morir dos
grupos de problemas: el primero se refiere a lo que debe hacerse cuando el
enfermo, expresa su voluntad de morir, vinculado con lo que es la eutanasia
voluntaria y el suicidio asistido y el segundo grupo es sobre lo que debe
hacerse en los estados avanzado de la enfermedad, vinculándose con la
eutanasia activa, pasiva o entre eutanasia, distanasia y ortotanasia.

Frances Abel Fabre con quien el autor anteriormente mencionado no


está de acuerdo; explica que para facilitar el dialogo interdisciplinario cree
conveniente suprimir toda adjetivación al sustantivo eutanasia y significa el
concepto que en los manuales de ética se da la eutanasia activa, también
delimita el término homicidio como: conducta que por acción u omisión
causa la muerte de una persona con una enfermedad irreversiblemente fatal,
con el fin de eliminar su sufrimiento.

Especifica que el problema de fondo en la discusión es que si la


dignidad es o no un atributo intrínseco del ser humano y hace referencia a

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parte del preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
“La libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen como base el
reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e
inalienables de todos los miembros de la familia humana”, y que será su
posición de acuerdo a la lectura del preámbulo anterior.

En Bioética de Pastor García se encuentran aspectos interesantes


como el de por qué el profesional de la salud llega a realizar actos
eutanásicos y señalan que estos motivos pueden ser:

- Por compasión hacia la persona


- Por falta de medios para paliar síntomas agobiantes para el enfermo
que le llevan a pedir que “le quiten la vida”.
- Por agotamiento físico y tensión del propio profesional, como resultado
de mantenerse en el tiempo una situación de inadecuación entre
cargas de trabajo y recursos humanos.
- Por insuficiente formación profesional especifica y humana que les
lleve a una actuación incorrecta ante un enfermo en situación límite o
en situación terminal de enfermedad, que necesita fundamentalmente
paliar sus síntomas y acompañamiento en sus últimos momentos.

La eutanasia, en cualquier caso, es una derrota de quien la teoriza, la


decide y la practica. Gesto de compasión, se convierte en acto de
autocompasión y de fuga, individual y social, de una situación probada como
insostenible.

2.2 Principios éticos.

Según Beauchamp y Childress son los principios en ética “guías generales


que dejan lugar al juicio particular en casos específicos y que ayudan
explícitamente en el desarrollo de reglas y líneas de acción más detalladas;
que forman parte de la vida moral, que nos hace responsable de cómo
aplicamos nuestros juicios sobre casos concretos”. De esta manera y en base
a la lectura de varios autores se menciona algunos principios que puedan
apoyarnos en la discusión sobre el tema de la eutanasia.

a) Principio de respeto a la autonomía

Ser autónomo no es lo mismo que ser respetado como agente autónomo; lo que
implica como mínimo asumir su derecho, a tener opiniones propias, a elegir y a realizar
acciones basadas tanto en sus valores como en sus creencias personales. Este
respeto debe ser activo y no simplemente una actitud.

Kant considera que el respeto a la autonomía de la persona, se deriva de que la


persona tiene un valor incondicional y la capacidad de determinar su propio destino; no
respetar la autonomía del individuo significa tratarlo como un simple medio.

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John Stuart Mil, prefiere llamar a la autonomía, individualidad y cree que se debe
permitir que todo ciudadano, se desarrolle en función de sus convicciones personales,
siempre que estos no interfieran con la libertad del resto pero si un sujeto tiene ideas
falsas o mal equilibradas, tenemos la obligación de intentar persuadirla.

Estas dos filosofías aun siendo diferentes constituyen un apoyo para el principio de
respeto a la autonomía.

Para que éste principio sirva como guía práctica para la conducta tiene que ser
especificado en función del contexto, y si la especificación es apropiada señalará
cuales son las excepciones válidas. Este proceso de especificación dará lugar a
derechos y obligaciones de libertad, intimidad, confidencialidad, sinceridad y
consentimiento.

En lo que hasta hoy se conoce en la literatura, no existe unanimidad sobre el


alcance de estos derechos, pero todo el mundo parece estar de acuerdo que en
ocasiones estos derechos se ven limitados por los derechos de otros.

El respeto a la autonomía, por tanto solo tiene prima facie y puede ser supeditado
por otras consideraciones morales.

En la actualidad, muchas de la s decisiones que se toman en el ámbito de la


asistencia sanitaria dependen mas del mantenimiento de la capacidad para ser
autónomo y de las condiciones para la vida sea significativa que del respeto a la
autonomía.

Debemos pensar que el principio de respeto a la autonomía establece el derecho a


controlar el propio destino pero que esto no significa que sea la única fuente de
obligaciones y derechos morales.

Respetar la autonomía, obliga a los profesionales a informar, a buscar y asegurar la


comprensión y la voluntariedad, y a fomentar la forma de decisiones adecuada.

Para respetar la autonomía del paciente estos deben estar preparados, para dejar
de sentirse dependiente y conseguir todo el control posible o deseado de la situación.

Tanto los aspectos positivos como negativos de este principio indican que para
respetar hay que fomentar y velar por los intereses de las personas.

b) Principio de beneficencia.

En esencia el principio de beneficencia consiste, en hacer el bien a través de la


historia; las virtudes y obligaciones de un profesional de salud, han sido interpretadas
como compromisos de beneficencia.

Que el respeto a la autonomía de los pacientes deba tener prioridad o no sobre la


beneficencia profesional se ha convertido en un problema central en la Ética

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Biomédica, por un fracaso en la distinción ente un principio de beneficencia que
compite con un principio de respeto a la autonomía.

Edmund Pellegrino y David Thomas, argumentan que los mejores intereses de los
pacientes están íntimamente ligados, a sus preferencias de las cuales se derivan
nuestros deberes primarios hacia ellos; inclinándose de esta manera por el principio de
autonomía sobre el de beneficencia, y por otro lado señalan: “Tanto la autonomía como
el paternalismo son remplazados por una obligación de actuar beneficentemente... En
el mundo real de la medicina clínica no hay principios morales absolutos, excepto el
mandato de actuar en el mejor interés del paciente”.

Beauchamp y Childress, argumentan que la discusión sobre que principio o modelo


debe predominar en la práctica medica no puede resolverse de una manera tan
perfeccionista con la defensa de un principio contra el otro o convirtiendo un principio
en absoluto. No existe autoridad principal ni predominante ni en el paciente ni en el
médico y, en la Ética Biomédica no existe ningún principio ni siquiera la advertencia
para actuar en el mejor interés del paciente.

La aplicación del principio se basa en el principio hipocrático “Seguiré el sistema o


régimen que según mi capacidad y criterio considere que produzcan más beneficios
para mi paciente”.

Las cuestiones fundamentales son: ¿Cuales son los mejores intereses del paciente,
en que se basa para ello? Dos de las principales restricciones o críticas en contra del
principio de beneficencia son que: a) implica una actitud paternalista, y b) que puede
entrar en conflicto en el principio de justicia. La utilización a ultranza de éste principio,
su abuso por el personal sanitario es para ciertos autores, la causa de un paternalismo
médico que se volvió contra los enfermos con el crecimiento tecnológico de las ciencias
biomédicas y la experimentación incontrolada de los científicos.

c) Principio de no maleficencia.

El principio de no maleficencia obliga a no hacer daño intencionadamente. Este


principio esta íntimamente relacionado con la máxima primum nono nocere: “En primer
lugar, no hacer daño”. Algunos filósofos incluyen la no maleficencia y la beneficencia en
un solo principio y diversos autores opinan que para no causar daño a los demás
tenemos que asumir riesgos importantes, mientras que, para beneficiar a los demás,
por lo general no tenemos que aceptar riesgos, ni siquiera moderados o insignificantes.

El concepto de no maleficencia se explica normalmente utilizando los términos daño


e injuria. Algunas de las definiciones de la palabra daño son tan amplias que incluyen
aquellos actos que obstaculizan o alteran la reputación, la propiedad, la intimidad o la
libertad. El principio de no maleficencia obliga a no infligir daño y a no someter a los
demás a tales riesgos.

En los casos de exposición a un riesgo tanto el derecho como la moral establecen el


criterio del cuidado debido como especificación del principio de no maleficencia. Este
criterio solo se cumple cuando los objetivos justifican los riesgos.

15
Los códigos profesionales y el derecho han desarrollado una serie de guías de
acción con el fin de concretar las exigencias del principio de no maleficencia en el
ámbito de la asistencia sanitaria, en especial en lo que se refiere a las decisiones sobre
tratar y no tratar.

Gran parte del debate sobre el principio de no maleficencia y los tratamientos de


soporte vital se ha centrado en la distinción entre omisión y comisión, especialmente en
la distinción entre no iniciar y retirar un tratamiento. Es comprensible que la retirada de
los tratamientos provoque sentimientos de rechazo, pero la diferenciación entre retirar y
no iniciar un tratamiento es moralmente insostenible.

Beauchamp y Childress concluyen que la diferenciación entre no iniciar y retirar es


moralmente irrelevante. Siempre que un tratamiento se puede no iniciar, también se
puede retirar. Si a esta diferenciación añadimos la tendencia a no comenzar los
tratamientos por temor a que resulten imposibles de interrumpir, se pueden plantear
situaciones peligrosas para los pacientes. Para decidir si iniciar o retirar un tratamiento
se tendría que basar en los derechos y el bienestar del enfermo y, por tanto, en la
opinión del paciente o sustituto sobre los riesgos y los beneficios del tratamiento.
En relación a la diferencia entre tratamientos ordinarios y extraordinarios es
moralmente irrelevante y debería ser remplazada por la distinción entre tratamientos
optativos y obligatorios en función de los riesgos y los beneficios que suponen para el
paciente. Beauchamp y Childress proponen una distinción entre tratamientos
obligatorios y tratamientos optativos.

Tomando en consideración las categorías siguientes: el tratamiento es obligatorio


(es incorrecto no tratar); el tratamiento es optativo, neutral (no es necesario ni esta
prohibido) y supererogatorio (excede de la obligación); y por último es obligatorio no
tratar (es incorrecto tratar).

Los pacientes competentes capaces de realizar elecciones informadas y voluntarias


deben tener más protagonismo a la hora de evaluar los beneficios y los inconvenientes
y al aceptar o rechazar un tratamiento que el resto de las partes.

La vulnerabilidad del paciente incompetente ante el daño hace que, en ocasiones,


sea necesario realizar actos basados en los principios de no maleficencia y
beneficencia.

d) Justicia.

Los términos equidad, mérito y titularidad han sido usado por varios filósofos en sus
intentos de explicar la justicia. Todas estas explicaciones interpretan la justicia como
trato igual, equitativo y apropiado a la luz de lo que se debe a las personas o es
propiedad de ellas.

Quien tiene una exigencia válida basada en la justicia tiene un derecho, y por tanto,
se le debe algo. Una injusticia implica un acto erróneo u omisión que niega a las
personas beneficios a los que tiene derecho o que falla en la distribución justa de las
cargas.

16
El término justicia distributiva se refiere a la distribución igual, equitativa y apropiada
en la sociedad. Su ámbito incluye las políticas que asignan diversos beneficios y
cargas, como la propiedad, recurso, impuestos, privilegios y las oportunidades.
Los problemas de justicia distributiva surgen bajo condiciones de escasez y
competición.

Varios principios de justicia merecen aceptarse, y cada uno requiere ser


especificado y sopesado en los contextos particulares. Uno de estos principios es
formal; los otros son materiales.

En el principio de justicia formal vemos que es común a todas las teorías de la


justicia un requisito mínimo, tradicionalmente atribuido a Aristóteles: los iguales deben
ser tratados igualmente, y los desiguales deben ser tratados desigualmente.

Un problema obvio con el principio formal es su carencia de concreción. Los


iguales deban ser tratados igualmente no provoca debate. ¿Cómo definiremos la
igualdad?, ¿Quién es igual y quién desigual?, ¿Hasta donde alcanza la igualdad? Un
problema típico es el siguiente: virtualmente, todas las explicaciones de la justicia en la
asistencia sanitaria sostiene que, al desarrollar programas y servicios diseñados para
ayudar a las personas de una cierta clase, como los pobres o las personas mayores, se
deberían hacer accesibles a todo los miembros de esa clase. Negar a alguien el acceso
a los beneficios, cuando otros en la misma clase los reciben, es injusto. Pero ¿es
también injusto negar el acceso a personas que lo necesitan igualmente y que están
fuera de la clase determinada?

Son materiales los principios que especifican las características relevantes para
aun tratamiento igual son materiales porque identifican las propiedades sustantivas
para la distribución.

Los siguientes principios han sido, cada uno, propuestos por algunos autores como
principios materiales válidos de justicia distributiva.

 A cada persona una parte igual.


 A cada persona de acuerdo con la necesidad.
 A cada persona de acuerdo con el esfuerzo.
 A cada persona de acuerdo con la contribución.
 A cada persona de acuerdo con el mérito.
 A cada persona de acuerdo con los intercambios del libre mercado.

No hay barrera obvia para aceptar más de uno de estos principios, y algunas teorías
de la justicia aceptan los seis como válidos.

e) Normas prima facie

La obligación prima facie implica que la obligación debe cumplirse salvo si entra en
conflicto con una obligación de igual o mayor magnitud. Una obligación prima facie

17
compromete a no ser que sea anulada o suspendida por obligaciones morales
diferentes.
Los actos con frecuencia tienen una serie de propiedades y consecuencias moralmente
relevantes.

El agente debe establecer lo que Ross llama el equilibrio supremo del bien sobre
el mal. La obligación real del agente ante una situación concreta viene de terminada
por la ponderación entre las distintas obligaciones prima facie que han entrado en
conflicto (beneficencia, autonomía, justicia). Para ponderar justificadamente es
necesario aportar buenas razones que apoyen al juicio.

Algunos autores señalan que existen condiciones necesarias para no


aplicar la obligación prima facie entre ellas las siguientes.

1. El tratamiento no es obligado cuando no supone ningún beneficio para el


paciente es decir cuando es inútil o carece de sentido.
2. Cuando los inconvenientes del tratamiento superan los beneficios.

f) Principio de inviolabilidad de la persona.

Señala Boladeras en Bioética que “la persona incluye características de


ser vivo e integridad corporal, y la libertad de movimiento y de
pensamiento”. Tratar de quitar algunas de ellas o menoscabarlas es una
agresión grave a la persona; lo anterior lo respalda la declaración de 1789
que habla sobre la seguridad, resistencia a la opresión y la Declaración de
1948 sobre el derecho a la vida, la persona, reconocimiento de la
personalidad, jurídica, etc.

El principio de inviolabilidad “prescribe imponer a los hombres, contra


su voluntad, sacrificios y privaciones, que no redunden en sus propios
beneficios” (Nino C.S.1989 en Ética de Boladeras).

Reconocer la dignidad de una persona consiste en respetar sus


creencias y decisiones, sin intentar cambiarlos con coacciones o
manipulaciones fraudulentas de su voluntad. El principio de dignidad de la
persona describe “que la decisión será considerada como parte del plan de
vida del individuo, y que por lo tanto se mantenga, cuanto ello sea posible
sin violar otros principios, las consecuencias de la acción voluntaria que el
individuo previó al decidir actuar e incorporó, por lo tanto a ese plan de vida”
Boladeras en Bioética.

El ser humano debe ser respetado en su integridad. El respeto implica,


no reducir el ser del otro a mero objeto, no hacer un medio del ser que es un
fin en si mismo; no tomar la parte por el todo, sustituyendo al todo, no
consentir la reducción a la mera función (Pastor en Bioética).

18
Vivir con dignidad, morir con dignidad, no significa otra cosa que
plantearse cual es el sentido de la vida y de la muerte.

2.3 El Equipo de Salud y el enfermo en fase crítica terminal.

Tomando en consideración que hoy la medicina entre otros aspectos,


busca resultados de curación y en costos por procesos, es difícil reconocer
que la enfermedad seria, incapacitante, dolorosa y en mayor grado la
enfermedad terminal pueda tener interés por parte del equipo de salud.

El conocimiento progresivo de las necesidades que experimenta el


enfermo en fase crítica terminal así como de su familia ha favorecido la
aparición de los hospices.

Fue Cicely Saunders quien propuso un cambio en los objetivos y en la


forma de tratar a los pacientes terminales. Abogó pro la creación de estas
instituciones nuevas, para atender en forma integral a los enfermos que no
pudieran ya perseguir la meta de la curación. Ella misma fundó el primer
hospice en 1967, el Saint Christopher’s Hospice, iniciado con ello un
movimiento que pronto se extendió internacionalmente. Los principios
originales del movimiento hospice fueron los siguientes:

1. Asistencia integral con objetivos no curativos: ésta abarcaría


todos los aspectos físicos, psicológicos, sociales y espirituales, después
de haber renunciado al objetivo médico de la curación
2. Participación del paciente en el tratamiento: informar y educar al
paciente para que él mismo decida que alternativas de tratamiento
prefiere y como quiere pasar sus últimos días.
3. Atención unitaria del paciente junto con su familia: atender las
necesidades del enfermo y de sus familiares, incluyendo también el
duelo posterior al fallecimiento.
4. Funcionamiento como equipo interdisciplinario: formado por
diferentes profesionales sin distinciones jerárquicas, y disponibles las
24 horas del día.
5. Control del dolor y alivio de los síntomas: uso de toda clase de
recursos, físicos y humanos, para aumentar el bienestar y la dignidad
del enfermo, aunque no tengan una finalidad propiamente curativa.
6. Atención accesible económicamente para cualquier enfermo:
está asistencia comportaría la solicitud de ayuda económica
filantrópica y el recurso a personal voluntario, poniendo de manifiesto
que los hospices no suponen un gasto sanitario añadido, sino más bien
lo contrario.

En la actualidad el movimiento hospice se ha fragmentado bastante y


ha dado origen a múltiples fórmulas asistenciales que son ciertamente
heterogéneas. Pero ha contribuido en gran medida a sensibilizar a la opinión
pública y a mejorar el ambiente moral que rodea al moribundo.

19
Otro aspecto a mencionar es este rubro la responsabilidad que el
profesional de salud debe tener en el uso de analgésico, el cual debe estar
enmarcado en algunos principios como el de tomar en serio la queja del
paciente, de que el tratamiento debe ser administrado dentro de un contexto
de cuidados globales de atención integral del enfermo, que las dosis deben
regularse individualmente, siempre de ser posible iniciar el tratamiento por
vía oral e ir por delante del dolor es decir hay que administrar antes de que
aparezca el dolor.

Estar bajo la ley del dolor provoca un sentimiento creciente de soledad


y despierta el deseo de encontrar a alguien con quien poder comunicarse y
hacerle participe del propio dolor. El dolor se convierte así en una relación
solidaria y el que asiste al enfermo debe tener resuelto de manera personal
el sentido del dolor y de la muerte. Por mucho interés que se tenga por alejar
a la muerte, esta llega.

El esfuerzo de todo el equipo multidisciplinario debe dirigirse en el


enfermo terminal a la administración de cuidados paliativos respecto a la
vida que declina y que son extremadamente frágiles y vulnerables, está
dirigido estos cuidados a potenciar al máximo la dignidad y la calidad de vida
que consistiría dentro de una perspectiva ética: control de síntomas,
satisfacer necesidades globales y procurarle una vida tolerable.

2.4 Consideraciones en relación a las voluntades anticipadas.

Variados conceptos encontramos en relación a voluntades anticipadas


así como nombres tales como directrices anticipadas, testamento vital,
directivas previas y directrices previas.

Los llamados “testamentos vitales”o “directrices previas” se definen


como una declaración a través de la cual la persona y para el caso en que se
tenga que decidir sobre un tratamiento médico que le afecte y de que no
pueda hacerlo por si mismo, expresa por adelantado el tipo de tratamiento al
que esta dispuesto a someterse y al que no, o bien designa a una persona
como su representante para tomar esa decisiones su nombre (Méndez
Baiges).

Voluntades anticipadas, documento en el que una persona indica como


quiere que sea la intervención médica, en el caso de que se produzca
determinadas circunstancias que le impidan manifestar su voluntad al
respeto (Glosario Programa Ética de la Vida y de la Muerte)

La directiva previa es un documento en el que un individuo siendo


competente, establece unas directrices para los profesionales sanitarios o
elige un sustituto para formar las decisiones sobre los tratamientos de
soporte vital en caso de incompetencia (Beauchamp y Childress en Principio
de Ética Médica).

20
El mismo, señala que se distinguen dos tipos de directivas previas: el
testamento vital que señala directrices previas en relación a que
procedimientos médicos deban iniciarse y cuales no, en determinados
situaciones ,y el poder de representación legal (permanente) que es un
documento en que una persona autoriza a otra para actuar en determinadas
circunstancias en su nombre.

Las voluntades anticipadas protegen el derecho a la autonomía y


pueden reducir la tensión a la que se encuentra sometidos los médicos y los
familiares que tomen a adoptar posturas incorrectas, pero pueden dar lugar
a problemas prácticos y morales según manifiesta Beauchamp y Childress.

3. Aspectos legales en torno a la eutanasia.

3.1 Perspectiva mundial.

3.1.1 Ley Española.

La Ley Orgánica del Código Penal de 1995; a pesar de que en ningún


momento se utilizó en el texto legal el término eutanasia, el art. 143 del
Nuevo Código Penal introduce una importante atenuante en la pena, para el
suicidio asistido, cuando existen requisitos como: petición en enfermedad
irreversible que conducirá a la muerte o sufrimiento grave, insoportable y
permanente del paciente.
Señala este artículo que la muerte de otro es castigada de tres formas:
el homicidio ordinario, el homicidio con la voluntad de la víctima y el
homicidio solicitado en situación eutanasica (en el que concurren la petición
más los sufrimientos o la enfermedad), anteriormente los tres recibían el
mismo tipo de pena.

Es importante mencionar también aquí que en España en el año 2000,


entró en vigor lo relacionado a las voluntades anticipadas; y
específicamente en Cataluña, la ley sobre los derechos de información
concerniente a la salud y a la autonomía del paciente y la documentación
clínica.

3.1.2 Ley Holandesa.

Fue Holanda el primer país que aprobó una ley en materia de eutanasia
el 10 de abril de 2001, la Ley de la Terminación de la Vida a Petición Propia
del Auxilio al Suicidio, no considerar a la eutanasia como delito siempre y
que el medico actué respetando criterios estrictos: que el enfermo este
sometido a una sufrimiento insoportable sin que exista perspectiva de
mejora alguna, que haya expresado su voluntad de morir y que el médico
solicite una segunda opinión de otro colega.

21
Después de morir el paciente, el médico debe informar de manera
obligada a comisiones regionales de comprobación que supervisan las
decisiones tomadas por el médico.
Esta ley fue aprobada por la Cámara oponiéndose a ella solamente
partidos confesionales y el cristiano demócrata.

3.2 Revisión y consideraciones en torno a la Eutanasia en México

3.2.2 La Constitución Mexicana

La Constitución Política de un estado es el conjunto de normas jurídicas


que determina y regulan los derechos del hombre y de la mujer frente al
estado, la estructura, integración y funcionamiento de este, así como de su
gobierno y de sus poderes públicos.
Regularmente se componen de dos partes: dogmática y orgánica, en la
primera se establecen las llamadas garantías del gobernado, llamadas
también garantías individuales; en nuestra Constitución se haya
comprendidas en los primeros 29 artículos; y en la parte considerada como
orgánica se establece la existencia del estado, del gobierno y de sus poderes
públicos; comprende además una declaración de derecho sociales.

Podemos contempla en el artículo 14 de nuestra Constitución, lo


referente a que nadie puede ser privado de la vida, de la libertad,
propiedades, posesiones o derechos sin antes seguirse un juicio en
tribunales establecidos previamente, observando las formalidades esenciales
del procedimiento, y el artículo 4to. Señala que toda persona tiene derecho a
la protección de la salud, y es esta ley que definirá las bases y modalidades
para el acceso a los servicios de salud y establecerá la concurrencia de la
Federación y las Entidades Federativas en materia de salubridad general,
conforme a lo que dispone la fracción 73 de la Constitución (de las facultades
del Congreso).

3.2.3 Legislación Penal y procesal en el Estado de Tabasco.

La ley en el estado y a nivel federal solo se refiere al auxilio o, a inducción al


suicidio y no aparece en ningún momento el concepto de eutanasia.
En el Código Penal del Estado de Tabasco tenemos lo siguiente:

CAPITULO IV
INDUCCIÓN Y AUXILIO AL SUICIDIO

Artículo 129. Al que induzca a otro a suicidarse, se le impondrá prisión de


cuatro a nueve años si el suicidio se consuma: Si la persona instigada es
menor de edad o es inimputable, la prisión será de seis a quince años.

22
Al que ayude al suicidio a una persona que quiere suicidarse, se le
aplicará prisión e dos a cinco años si el suicidio se consuma. Si la persona
que quiere suicidarse es menor de edad o no tiene capacidad de comprender
la relevancia de su conducta o de determinarse conforme a esa
comprensión, la prisión será de cuatro a diez años.

Si el suicidio no se consuma por causas ajenas a la voluntad del


inductor o del que presta ayuda, se aplicará a éstos la pena correspondiente
a la tentativa.

En el Código Penal Federal, aparece de la forma siguiente:

Artículo 312
El que prestare auxilio o indujere a otro para que se suicide, será
castigado con la pena de uno a cinco años de prisión; si se lo prestare hasta
el punto de ejecutar él mismo la muerte, la prisión será de cuatro a doce
años.

Artículo 313
Si el occiso o suicida fuere menor de edad o padeciere alguna de las
formas de enajenación mental, se aplicarán al homicida o instigador las
sanciones señaladas al homicidio calificado a las lesiones calificadas.

B.- Enfoque del autor en relación de la eutanasia ante el


enfermo en fase crítico terminal en México.

1.- Perspectiva Médica.


En México se ha modificado el perfil de mortalidad, anteriormente
predominaban las causas infecciosas hoy son las crónico degenerativas; en
1999 los tumores malignos ocuparon el segundo lugar en la mortalidad
general y al interior de este grupo los tumores malignos de traquea,
bronquios y pulmones en el primer lugar, en el segundo las leucemias y en
tercero los tumores malignos de mama; lo anterior lo menciono con el objeto
de ubicarnos en el contexto en donde el equipo interdisciplinario de saluda
va a desempeñar su labor profesional; además nos encontramos hoy con
enfermos en fase terminal en edad que fluctúan entre los sesenta y ochenta
años; lo anterior nos motiva a reflexionar, que el médico debe de prepararse
más con bases hacia la prevención y no a la curación como actualmente se
viene realizando; es importante que su preparación académica esté
sustentada con aspectos teóricos y prácticos, que tenga la oportunidad de
establecer grupos de trabajo interdisciplinario desde su formación, con el
objeto de que al llegar a ser un profesionista, comprenda que el trabajo
solidario y en equipo es de beneficio para el profesional pero sobre todo para
el paciente. Es indispensable que se fortalezca su formación con bases
filosóficas éticas y bioéticas que fortalezcan sus propios valores y que
establezca una intercomunicación permanente de trabajo y de estudio con
profesores que serán los guías y asesores de todo profesional de salud.

23
El personal de salud ante el enfermo en fase terminal, debe de tratar de
entender y conocer el proceso de la vida y de la muerte, que como todo
proceso es un continuo, y que la muerte ha de llegar. Que realice su mejor
esfuerzo con responsabilidad profesional y en base a normatividades de la
institución y a su formación científica y ética, que busque siempre la
comunicación con el paciente y el familiar, que respeta la autonomía del
paciente que le informe de su estado hasta donde el paciente pueda
soportar dicha información; que no coloque barreras porque el paciente en
ese estado lo que busca es ayuda y apoyo.

Es necesario no hacer uso de medios tecnológicos desproporcionados


en esta fase, ya que en ocasiones conseguimos que los efectos secundarios
sean de mayor proporción a los de la enfermedad.

Creo también que más que pensar en el concepto de eutanasia,


debemos de pensar en la tensión solidaria y de servicio profesional en la
salud, en la enfermedad y en la muerte.

2.- Perspectiva ética.


A lo largo del presente trabajo, vemos las posturas diversas que los
autores toman en relación a las decisiones que se deben tener al final de la
vida, cuando el paciente solo espera la muerte y no tiene opción a la
curación.

En primer lugar creo que debe existir una seriedad y una completa
competencia de parte del grupo interdisciplinario que da servicio a este tipo
de pacientes, es decir que exista ciencia pero también conciencia.

Es indispensable que exista un verdadero diálogo bioético entre


filósofos, médicos, juristas, enfermeras, etc, donde en primer lugar
permanezca el respeto entre ellos y posteriormente exista la capacidad de
parte de cada uno, en saber escuchar al otro, de saber que la verdad no es
absoluta, de reconocer los valores y la aportación que cada uno de ellos
puede hacer en base a su competencia profesional. Que entre mayor
interdisciplinaridad exista en el grupo los resultados serán más auténticos y
sobre todo de mayor valor.

Que el enfermo que es el protagonista principal en esta discusión, se le


debe de tratar con gran respeto, en su aspecto físico y fisiológico buscando
el alivio sintomático a su dolor y al sufrimiento y atendiendo a sus
necesidades de nutrición e higiene; y no utilizar medios inútiles y
desproporcionados en busca de una curación, que a lo lejos se contempla
imposible y que provocará en ocasiones mayores consecuencias en perjuicio
del paciente; y en un segundo lugar establecer una comunicación de ayuda
en donde se privilegie siempre la verdad; la verdad gradual y soportable de
tal manera que apoye a la situación en que se encuentra. Una comunicación
también con los familiares, de tal manera que todos conformen un apoyo
real al paciente, ya que éste debe ser tratado como un ser individual y con
su propia historia, es decir ningún enfermo es igual a otro. Es necesario

24
respeta sus creencias espirituales siempre que busquen la tranquilidad, la
paz y la fuerza espiritual en él para afrontar su situación.

Cuando el enfermo a caído en incompetencia para tomar decisiones,


serán los familiares o las personas más relacionadas con ellos, los que
tendrán que decidir de la situación, por lo que es necesario que el personal
de salud informe de manera adecuada y veraz sobre el proceso de
enfermedad y que valore en esta persona, el que tenga capacidad o
competencia para realizar juicios lógicos, que sea estable emocionalmente
pero sobre todo que utilice esos razonamientos lógicos para la búsqueda de
el bienestar del paciente, sin dejarse influenciar por otros que vayan en
contra de ese beneficio.

Considero que los testamentos vitales o directrices anticipadas deben


de establecerse con normatividad en todas las instituciones sanitario
asistencial, en la búsqueda de respetar la autonomía del paciente, pero éstos
deben de ser muy bien construidos (claros coherentes) de tal manera que no
surjan dudas en el momento de su aplicación.

3.- Perspectiva Legal.


Como hemos podido apreciar en este trabajo, México y mi estado natal
Tabasco, poco tiene en relación a ésta aspecto; mi punto de vista es que ha
sido el resultado de un escaso trabajo colegiado, que ha existido en relación
a la problemática sobre la vida y la muerte, y no porque no se aprecia la
importancia del mismo, sino que aún existe el temor y el miedo para abordar
este tema; aún cuando a nivel nacional existen grupos y asociaciones
preocupados de esta situación y en foros y en reuniones han sido analizados
y discutidos pero sin llegar a consensos y acuerdos.

El personal de salud debe conocer más sobre la legalidad de su


actuación y el jurista debe conocer más sobre aspectos biomédicos, con el
único objetivo de establecer mayor equidad en las resoluciones que se
determinen en al ejercicio profesional con el paciente en situación terminal.

En la capital mexicana y en algunos estados de la república se han


creado las Comisiones de Arbitraje Médico con el único objetivo de conciliar
la relación entre paciente y servidor de salud cuando surja alguna
problemática de salud en alguna institución sanitaria. El objetivo que
persiguen estas comisiones son positivos, más el enfoque es más médico y
legal que ético, ya que no se cuenta al menos en los estados con personal
formado en ésta disciplina. También a partir de la creación de estas
comisiones el personal de salud responde con su actuación más defensiva y
legal en relación a la atención al paciente menoscabando el aspecto de
comunicación.

Falta mucho por realizar en ésta aspecto, pero el trabajo y el esfuerzo


debe ser conjunto con la sociedad en general.

III.- Consideraciones finales.

25
A.- Propuestas y sugerencias.
Las propuestas y sugerencias que a continuación expongo, las realizo
pensando en Tabasco, estado en el cual radico y laboro como profesional de
salud y en la que podré colaborar con mayor eficacia ésta disciplinas.

1.-Establecer grupos interdisciplinarios de estudios y análisis en donde se


plantee la situación que viven las instituciones en las unidades de terapia
intensiva.
2.-Que los comités de ética e investigación que la secretaría de salud señala
en su normatividad, realicen las funciones correspondientes en busca de una
mejor atención al paciente en las instituciones sanitaria asistencial.
3.-Que exista una coordinación real y verdadera entre todas las
agrupaciones nacionales y estatales de ética con el objetivo de buscar
formas para resolver dilemas éticos.
4.-Que en todas las disciplinas incluyan en sus currículos aspectos filosóficos
y éticos con el objeto de formar un profesional crítico, lógico y ético.
5.- Que se fomente la formación de bioeticistas en las instituciones de
educación superior y que éstos a su vez establezcan foros de comunicación y
presentación de problemáticas que se viven diariamente en instituciones de
salud.
6.-Que la tecnología y la innovación educativa llegue a todas las disciplinas y
a todos los países como es el caso de la maestría en bioética de la UNED
con el propósito de que acceda a ella el personal que por cuestiones
laborales no puede hacerlo de manera escolarizada; y de esta manera se
interesen más en la problemática de la vida y de la muerte.
7.-Que las Comisiones de Arbitraje Médico conformen su personal de apoyo
de manera interdisciplinaria y que cuente con personal formado en bioética.
8.-Que las comisiones interinstitucionales de Bioética, de reciente formación
establezca lineamientos más claros en su función y que no se transformen
en instituciones burocráticas que solo sirvan para fines políticas. Esto solo se
puede lograr cuando el personal que se encuentre el ella disponga del
tiempo requerido, del conocimiento, pero sobre todo del compromiso moral y
ético que todo profesional debe tener; al mismo tiempo debe trabajar con
programas bien establecidos en donde exista control y evaluación formativa
y periódica del mismo.
9.-Realizar programas de educación permanente, en todos los niveles en las
instituciones de salud con el objetivo de dar a conocer los avances médicos,
tecnológicos, legales y éticos sobre la vida y la muerte.

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