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En años anteriores la falta de pertinencia en los contenidos que ofrece la escuela, es uno de los factores

que obliga a la revisión de los planes y programas de estudio para la educación, así como para las
escuelas formadoras de docentes. La falta de relevancia en los aprendizajes que ofrece la escuela
explica la baja calidad de la educación, ya que no existe relación entre los aprendizajes y el entorno
habitual del alumno. Ahora bien, si contemplamos el tipo de individuo al que la escuela aspiraba, y
observamos tanto los contenidos como los métodos aplicados, se podrá dar cuenta de que hemos
transitado por el camino equivocado; y no es precisamente que hayamos perdido el rumbo, sino que
apenas alcanzamos a vislumbrarlo en la lejanía. ¿Por qué? Pues porque simplemente en nuestro país
existe una diversificación enorme de culturas, razas y lenguas, siendo hasta ahora cuando se reconoce
que debemos promover una educación cada vez más "local", una educación capaz de aprender de su
entorno y adaptarse a los cambios y transformaciones que el siglo XXI demanda.

Varios estudios detectaron que los fines que la escuela básica persigue no son congruentes con los
resultados obtenidos; problemática que sitúa su origen principal no solo en la calidad académica del
maestro, sino por sobre todo, en la práctica pedagógica, en las formas de interacción con el alumno; es
decir, en el ejercicio de la docencia. Se definieron las características del individuo que la escuela aspira
formar; sin embargo, los caminos elegidos, las estrategias adoptadas, las técnicas utilizadas y en suma,
los métodos aplicados, distan mucho de alcanzar los objetivos planteados. Hemos emprendido la
marcha en una dirección, cuando en realidad la meta está ubicada en el sentido opuesto.

Durante mucho tiempo, los procesos de enseñanza-aprendizaje se han llevado a cabo por imitación y
repetición de los modelos de enseñanza recibidos por las generaciones anteriores de docentes. En la
actualidad, y dados los profundos cambios sociales que emergen es necesario dar un giro en estos
modelos de tal forma que den respuesta a las necesidades y demandas sociales.

Dado que los métodos utilizados por los docentes de todas las especialidades son similares, las
prácticas educativas son semejantes en el aula y en el patio escolar, por lo que es válido el comentario
que refiere al hablar del sistema educativo en México: la escuela mexicana no produce ni reproduce
VALORES que enaltezcan el trabajo, la diligencia, la responsabilidad; aunque estos atributos aparezcan
como objetivos en algunos programas no se pueden enseñar por la vía del currículum formal, sino por
medio de las relaciones escolares y de predicar con el ejemplo.

Desafortunadamente, tanto el plan de estudios como la práctica docente dominante, respondían a una
concepción disciplinar muy arraigada, una visión y un saber fragmentado por objetivos, donde a cada
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ciencia se le asigna los conocimientos que se considera de su pertenencia. Y en consecuencia, en la
práctica cada profesor se circunscribe a un conjunto de conocimientos bien delimitados que se trabajan
sin conexión con los trabajados en asignaturas afines del mismo grado ni con las antecedentes o
posteriores de otros grados.

El problema es tal que en algunas disciplinas existe una total desconexión entre las asignaturas que la
componen, ya sean de diferentes grados o incluso las del mismo grado. Es decir, la fragmentación del
conocimiento se da entre las asignaturas de la misma disciplina, entre las disciplinas de la misma área y
entre las diferentes áreas que conforman el plan de estudios, tanto de manera vertical en los tres grados,
como de manera horizontal en cada grado.

De tal forma, el maestro deberá comprender que su rol dentro de la estructura escolar ha cambiado,
puesto que las nuevas corrientes sitúan hoy día al alumno en el centro mismo de la atención del
proceso, transformando radicalmente el papel del docente. De ahora en adelante el profesor tenderá a
modificar su función de transmisor de conocimientos en: facilitador, orientador y guía del aprendizaje y
acompañante del alumno a través de todo el proceso

Con ello termina la etapa jerárquica en donde prevalecía la figura docente por encima de la del alumno;
es ahora, en esta época de innumerables innovaciones, cuando el profesor deberá comprender que
solamente transformando sus prácticas educativas logrará obtener el perfil de individuo que nuestra
sociedad reclama.

El final del siglo XX presencia la concreción de dos tendencias mundiales que, tanto en los aspectos
económicos como en los políticos, han logrado manifestarse en la mayoría de las naciones del mundo.
Los procesos de internacionalización de la economía y de democratización de los regímenes políticos y
de las sociedades ha alterado de manera sustancial no sólo el desempeño de cada uno de los países en el
ámbito mundial, sino también la función de los estados nacionales frente a su población, e incluso, el
papel de la población frente al mismo Estado. La ola mundial de recuperación y fortalecimiento de
elementos como la sociedad civil muestra la importancia que en este nuevo contexto tienen los
individuos como parte de una red social. Los efectos de estas transformaciones mundiales no se han
hecho esperar. Se comenzó el tránsito, al menos en los marcos formales institucionales, de unas
relaciones sociales, económicas y políticas anquilosadas hacia unas relaciones más dinámicas, donde el
papel del ciudadano es preponderante. A diferencia del prototipo de ciudadano que necesitaba el país al
de el nuevo ciudadano que debe ser una persona capacitada para ejercer sus funciones productivas de la
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manera más eficiente y competitiva posible; debe poseer la competencia suficiente para participar en
los procesos políticos democráticos no sólo en el nivel nacional, sino también en los niveles locales y
cotidianos; y debe tener y compartir valores como la tolerancia, el respeto y reconocimiento de las
diferencias, el pluralismo y la paz. Construir un país acorde con las tendencias mundiales actuales
requiere formar ciudadanos competentes para ejercer sus funciones adecuadamente. La pregunta que
surge es, ¿cómo va a lograrse con ayuda de la educación ese ciudadano?, y aún más ¿la injerencia que
tiene el docente al formar a éste?

El sistema educativo se ha privilegiado como una de las herramientas más poderosas de la organización
social para cumplir la función de la formación de los ciudadanos. La reforma educativa, marca el
nuevo rumbo que debe tomar el sistema educativo para sustentar los procesos de cambio que se están
llevando a cabo. Los puntos claves de esta reforma giran en torno a aspectos como la calidad de la
educación, la institución educativa en los procesos de descentralización del servicio educativo, el
aprendizaje por encima de la enseñanza y la importancia de "potenciar" las capacidades del educando
por medio de una formación integral en los aspectos "físico, psíquico, intelectual, moral, espiritual,
social, afectivo, ético, cívico y demás valores humanos". Los lineamientos formales para la reforma
educativa están determinados y son claros en cuanto a los objetivos que se pretende lograr. Sin
embargo, todavía no son claras las acciones concretas que deben emprenderse para alcanzar estos fines.

Los elementos culturales, políticos, económicos y sociales definen las características del entorno del
sistema educativo. Estas características se manifiestan en las direcciones que toma la política educativa
del gobierno y en la manera como se llevan a la práctica, a través de su influencia en las instituciones
educativas. Allí se presentan una serie de concreciones de esas líneas sociales, las cuales se expresan
en el diseño de un currículo que no sólo abarca la organización de los contenidos de la enseñanza, sino
las posiciones ideológicas de la institución sobre lo que son las áreas académicas, su enseñanza y
aprendizaje, el perfil del profesor y del estudiante. Este currículo se desarrolla en la relación didáctica
que se entabla entre el profesor y el estudiante en la construcción del conocimiento cuando se
manifiestan los objetivos a lograr, los principios de evaluación, la metodología de enseñanza y la
organización del contenido.

El problema de la calidad de la formación de los estudiantes-ciudadanos depende del tipo de influencia


de cada uno de los elementos de los niveles social e institucional en el diseño de un currículo que pueda
ser desarrollado por el profesor, a través de una práctica docente de calidad. Y lograr que el sistema

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produzca diferentes resultados de calidad depende de la potencia con que el sistema pueda generar y
multiplicar dichos resultados a partir de iniciativas innovadoras.

En las discusiones actuales sobre la situación y el papel de los docentes se destacan dos principios
fundamentales: el primero de ellos consiste en sostener que, hoy más que nunca, las reformas
educativas deben llegar a la escuela y a la sala de clase y que, en consecuencia, el docente es el actor
clave del proceso de transformación educacional; el segundo principio, se refiere a la necesidad de
diseñar políticas integrales para los docentes, que superen los enfoques parciales basados en la idea que
es posible cambiar la situación modificando un solo aspecto del problema. En este sentido, hablar de
profesionalización y capacitación docente implica, de alguna manera, referirse al contexto en el cual se
inscriben estas dimensiones de una política integral.

Así el papel del docente, que hasta hace poco tiempo se reducía, en la mayoría de los casos, a impartir
clases, debió ser sustituido por la concepción que el docente es un creador y autor de situaciones de
aprendizaje y que por lo tanto su tarea integra la innovación y la investigación. Estas situaciones de
aprendizaje deben prestar atención a niños, adolescentes y jóvenes con historias, trayectorias,
situaciones, capacidades y expectativas muy distintas, lo que demanda a cada momento situaciones
nuevas, únicas, irrepetibles.

La preparación docente atenderá no solo a la transmisión de los campos específicos del conocimiento
(la instrucción), sino también a los temas transversales (la formación de la personalidad): educación
para la democracia y la convivencia pacífica, orientación educacional, vocacional y laboral, educación
para la salud, educación para la igualdad de oportunidades, cuestiones éticas y educación en los
valores, educación sexual y para una procreación responsable, educación del consumidor, educación
vial, educación ambiental, temas de género.

Los maestros de todos los niveles, se han visto y se ven requeridos de emularse a sí mismos en esta
carrera entre los esquemas generacionales y los avances científicos. Los educadores que cruzaron el
puente siglo XX al siglo XXI han sido y son protagonistas de un difícil rol de crecimiento obligado, de
exigencia permanente, de un compromiso con su tiempo y con sus estudiantes; son pioneros de un
esfuerzo experimental inédito. La naturaleza misma de la actividad docente lleva a los maestros a
ensayar siempre una dinámica dispuesta a cambiar para crecer, para perfeccionarse, para actualizarse.
Ante la perspectiva que ofrecen los cursos en línea, la educación a distancia, el software y la

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multimedia en general, la incorporación de los mapas curriculares a esos ámbitos tecnológicos requiere
de preparación, de investigación, de esfuerzos profesionales y extraprofesionales notables.

Ante un mercado laboral competitivo y exigente, es necesario aprender a manejar un amplio margen de
incertidumbre y cambio, seleccionar información actualizada para realizar opciones de estudio y
búsquedas laborales, acceder a sofisticadas tecnologías, interrelacionar múltiples datos, transversalizar
los conocimientos. Es indispensable además aprender a enfrentar los problemas del trabajo y del
desempleo, y aprender a pensar creativamente más allá de la escuela, en el afrontamiento de los
conflictos que plantea la vida.

En el momento actual no podemos seguir considerando a los docentes como almacenes del saber y por
lo tanto dispensadores omnipotentes del conocimiento. La cantidad de información que existe sobre
cualquier tema es de tal envergadura que es imposible pensar que puedan existir personas que
pretendan saber todo de todo. Afortunadamente están los medios electrónicos para ayudar con este
volumen de información.

En la sociedad de la información el modelo de profesor cuya actividad se basa en la clase magistral es


obsoleto. Las redes telemáticas pueden llegar a sustituir al profesor si éste se concibe como un mero
transmisor de información, ya que en las redes tienen gran capacidad para almacenar información y
desde ellas se puede adaptar dicha información a las necesidades particulares de cada alumno. El
profesor no puede ni debe competir con otras fuentes informativas, sino erigirse en elemento
aglutinador y analizador de las mismas. En el momento que vivimos no basta con saber el contenido de
la materia para enseñar bien. El profesor debe ser un conocedor de su materia, pero además ha de
aprender a ser un experto gestor de información sobre la misma, un buen administrador de los medios a
su alcance, y desde esta orientación, dinamizar el aprendizaje de sus alumnos. Una ayuda eficaz para la
gestión de la información que aceleradamente se genera en la sociedad de la información y la
comunicación con las nuevas tecnologías.

La disposición de la gran mayoría de los profesores de educación en todos los niveles hacia el ejercicio
de las nuevas tecnologías es, sin duda, cada vez mayor. Se ha ido comprendiendo, a lo largo de los
últimos años y a la luz de los impresionantes avances, la importancia de adoptar estos medios como
herramienta de crecimiento, de trabajo profesional. Además, se han ido aprovechando intensamente las
desproporcionadas ventajas que ofrecen estos medios, lo que incide en forma decisiva en la eficacia y
fertilidad de los procesos de enseñanza- aprendizaje. El panorama de la educación actual, enriquecido
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y sustentado por las nuevas tecnologías, ha ido ampliando considerablemente sin lugar a dudas, aquella
imagen del salón de clases, de la asistencia presencial de los jóvenes y la labor, noble y entregada, del
maestro frente al grupo. Ahora, los sistemas no escolarizados, las universidades virtuales, los cursos en
línea, están abriendo brechas cada vez más profundas en el escenario educativo y sin embargo, existen
viejas estructuras organizativas que no pueden contener y respaldar en la medida de lo necesario, estos
nuevos senderos. Se presentan así, contradicciones serias que configuran barreras al desarrollo y la
utilización real y extendida de las nuevas tecnologías.

Desde esta perspectiva se desprende un cambio importante en el papel del docente, que pasará de ser
expositor a guía del conocimiento y, en última instancia, ejercerá como administrador de medios,
entendiendo que estos medios de comunicación constituyen un aporte muy significativo al cambio o
innovación de la educación al generar nuevas posibilidades de expresión y participación. Ellos han
contribuido a la recreación de las relaciones entre educadores y alumnos, poniendo en crisis al maestro
informador, para dar cabida al educador-animador, al comunicador, al coordinador, al facilitador del
aprendizaje, dejando de ser el alumno el receptáculo pasivo de la información para convertirse en el
agente-actor del proceso de expresión y comunicación.

En particular esto es importante para aquellas comunidades e individuos que no han tenido y no tienen
oportunidades de insertarse, escuelas que no tienen enciclopedias o libros, aulas seguras o saludables,
donde hay pobreza, marginación y alienación, que son constantes dentro y fuera del aula y de la
escuela, donde no hay acceso a tecnología. En muchos casos, ni siquiera hay electricidad y por lo tanto
no hay posibilidades, por ejemplo, de conectarse a la Web, quedando afuera de una cantidad de
posibilidades, de excursiones, y de descubrimientos que pueden ser utilizados también como nuevas
formas para la enseñanza. Estas personas tienden a perpetuar su propia miseria en la cual siempre
ocuparán los estratos más bajos en el sistema productivo. Sin acceso a una educación decente, no sólo
no tienen la posibilidad de obtener una educación que les sirva como valor de uso y de cambio, sino
que difícilmente han podido evidenciar cómo vivir en democracia y los frutos que una vida
democrática puede proveer.

Por lo tanto es imprescindible que el docente posea el entendimiento, el conocimiento, la visión, los
hábitos de pensamiento y acción, la disposición de indagar, cuestionar y problematizar, la inclinación a
tomar riesgos y a experimentar y evaluar consecuencias, las habilidades para crear espacios y prácticas
que sean cuidadosas, dedicadas, respetables y respetuosas, confiables, estimulantes, preocupadas, y que

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contribuyan a desarrollar comunidades de aprendizaje donde se avancen la democracia, la equidad, la
diversidad y la justicia social.

Un buen docente demanda la creación de condiciones que aseguren una participación amplia, constante
y prolongada. Las condiciones y decisiones cotidianas sobre qué enseñar, cómo enseñar y a quién
enseñar qué, son inherentemente éticas, morales y políticas porque estas decisiones abren o cierran
oportunidades para crecer y para aprender. Las condiciones tienen que incorporar un alto nivel de
seguridad para que los participantes sientan comodidad. Esto incluye respeto, escuchar, intercambio,
posibilidad de que todos enuncien sus perspectivas eliminando lo más posible las diferencias que
surgen por razones de edad, de género, de nivel educativo, de cultura, de etnia, de habilidad, etc.

En tiempos de esfuerzos masivos de reforma educativa, a niveles locales, nacionales y globales, desde
propuestas tecnológicas o tecnocráticas a propuestas basadas en influencias de mercados, es imperativo
entender cómo es que organizaciones, sistemas y juegos de poder, operan para reproducir o resistir,
para negociar o adaptar cambios significativos en el aula.

El hecho que en la educación un mismo grupo de alumnos tenga distintos profesores, produjo un
acostumbramiento al trabajo de cada profesor, de tipo individual, siendo que hoy en día cada vez más
se debe entender la tarea docente como una tarea grupal y colectiva. La iniciativa actual brinda una
posibilidad al intercambio entre los docentes y permite una discusión y construcción colectiva de
preguntas comunes y de posibles respuestas. El docente permitirá alimentar el intercambio, enriquecer
el trabajo de grupos de docentes con el trabajo de otros docentes, crecer cada uno y crecer todos juntos,
y no detener nunca esa necesidad de crecer, de buscar, encontrar y volver a buscar, pues sólo así
estaremos preparados para guiar y contribuir al crecimiento de nuestros alumnos, únicos destinatarios
de todos estos esfuerzos.

En todas las escuelas se intenta permanentemente que funcionen las academias como colectivos
disciplinares, lamentablemente en general su funcionamiento se reduce a reuniones ocasionales donde
se llegan a acuerdos sobre la calendarización del semestre, responsables para exámenes y cursos,
problemas de carga académica y en menor medida sobre avances programáticos y experiencias
didácticas. Consideramos que una estrategia para caminar hacia lo disciplinar, sería incluir en las
agendas de las academias la discusión sobre una real integración del trabajo que se realiza en las
distintas asignaturas y como interrelacionarse con las otras disciplinas del área y también con otras
áreas, en el tratamiento de distintos temas y problemáticas de actualidad.
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Otra estrategia hacia el trabajo interdisciplinar es la de consolidar ejes transversales que impregnen
todo el currículum y se trabajen en todas las disciplinas como complemento a su tratamiento particular
en alguna de ellas. Ejes como el uso correcto de nuestro idioma, la práctica de la investigación, la
problemática ambiental, deben abordarse de manera conjunta y coordinada por las distintas disciplinas
y áreas del conocimiento. Es decir, son necesarios los foros de discusión y cursos de formación de los
profesores para combatir la práctica docente en la cual el profesor se especializa y se encierra en una
temática, asignatura o disciplina y no va más allá de estos límites parcelarios,

Para lograr lo anterior es de gran importancia que los conocimientos adquiridos en una disciplina
particular se inserten en un contexto más general en el cual alcanzan un real significado y se visualicen
como parte de una realidad más completa e integral con la que nos enfrentamos en la vida cotidiana
dentro y fuera de la escuela. Es decir, exige una concepción de integralidad y complejidad, un enfoque
sistémico en el que se interrelacionen todos los componentes del currículum. Y a un enfoque sistémico,
que debe proporcionarnos una visión relacional y compleja de la realidad, corresponde coherentemente
una aproximación interdisciplinaria en el campo de la metodología. Es decir, que tenemos que
acostumbrarnos a analizar los problemas con quienes aprenden no sólo como cuestiones propias de una
disciplina, sino incorporando diferentes enfoques complementarios (ético, económico, político,
ecológico, histórico, etc.) que permitan dar cuenta de la complejidad de tales temas

La interdisciplinariedad se impone así como una exigencia que parte de la propia naturaleza compleja
de la realidad, de modo que nuestro trabajo en la escuela tendrá mayor sentido y resultará más rico en
matices en la medida en que podamos realizarlo en el ámbito de equipos interdisciplinarios. Esto
tomando en cuenta que la interdisciplina no es la negación de la disciplinariedad sino un grado superior
de construcción del conocimiento, que para configurarse supone necesariamente apelar a las disciplinas
individuales previamente constituidas.

Es también una enseñanza fuertemente interesada por las actitudes y los valores y por los cambios en
los comportamientos sociales. Se trata también de acentuar la concepción de la enseñanza como
proceso, lo que lleva a cambiar, entre otros, el concepto de la evaluación, que de calificación pasa a
verdadera evaluación, y de sólo sumativa pasa a formativa y procedural, convirtiéndose en un elemento
inseparable del resto del proceso educativo y no en su culminación o sanción.

El docente no puede ser un espectador, dejar que las cosas le pasen a uno. En solidaridad, en
comunidad con participación colectiva, y con valores críticos y pragmáticos, al evaluar las
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consecuencias, al preguntarse a favor de quién y de qué estamos educando, con imaginación y
responsabilidad, un líder tiene que hacer que las cosas pasen.

Estos nuevos desafíos y demandas requieren nuevas capacidades y conocimientos por parte de los
profesores. La situación actual es dinámica y variada. Las escuelas se organizan ahora de diferente
forma, en términos tanto de las tareas como de las responsabilidades asignadas a los profesores y a la
diferenciación de roles entre profesores… El alcance de estos desafíos y demandas y el ritmo de los
cambios hacen que la situación actual sea diferente respecto de años anteriores. Los profesores deben
ser capaces de acomodarse a continuos cambios dramáticos en algunos países tanto en el contenido de
su enseñanza como en la forma de enseñar mejor.

Los nuevos modos de enseñanza-aprendizaje que la escuela tiene que adoptar en el futuro próximo,
para cumplir satisfactoriamente con los requerimientos que la sociedad actual le formula, pasan en
buena medida por reforzar la función tutorial de los profesores y por el desarrollo de dispositivos
adecuados de orientación académica, laboral e incluso personal de los estudiantes.

El alumno está pasando de ser sujeto pasivo a ser protagonista de su propio aprendizaje es decir,
comienza a valorar el trabajo realizado y el logro, la validez e interés de dicho aprendizaje y el propio
hecho de haber aprendido. Para lograr que esta actitud perdure y se asiente en los alumnos es necesario
valorar y apoyar la labor tutorial de los docentes cuyo papel es esencial en este objetivo institucional.

Si además tenemos presente que los cuatro pilares de la Educación son: aprender a saber, a ser, a hacer
y a vivir juntos, es necesario reflexionar sobre el papel del docente en este proceso de enseñanza y
aprendizaje del alumno.

A todo lo anterior hay que añadirle la necesidad de reflexionar sobre las políticas de acción tutorial que
se están llevando a cabo en contextos académicos pioneros, conocer las tendencias en cuanto a sus
concepciones y metodologías imperantes en dichos sistemas de enseñanza y el rol de la acción tutorial
en los mismos.

El análisis del rol de los docentes en este momento de profundos cambios sociales, pone de manifiesto
la enorme complejidad de los problemas y la necesidad de enfrentarlos con estrategias sistémicas de
acción y no con políticas parciales.

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Durante las últimas décadas y como estrategia frente al deterioro de las condiciones de trabajo y el
prestigio de la profesión, existió una tendencia natural a focalizar la discusión del papel de los docentes
en términos de su situación material. Este enfoque parcial ha mostrado sus limitaciones y actualmente
existe un consenso cada vez más importante en reconocer la necesidad de enfrentar el problema desde
las múltiples dimensiones que lo integran. Pero como ya se ha dicho repetidamente con respecto al
enfoque sistémico de las estrategias educativas, reconocer la necesidad de enfrentar el problema en
todas sus dimensiones no significa que sea posible ni aconsejable intentar resolver todo al mismo
tiempo. El carácter sistémico debe ser entendido como la necesidad de definir una secuencia en las
acciones, a través de la cual se ponga de manifiesto cuando y cómo las distintas dimensiones del
problema serán enfrentadas. La enorme diversidad de situaciones existentes actualmente en nuestras
sociedades indican que es imposible definir una secuencia de validez general. Las estrategias deben
adaptarse a las condiciones locales y es allí donde pueden definirse en forma adecuada.

Un profesional comprometido con la educación deberá actuar, en consecuencia, preparando a las


nuevas generaciones para convivir con los medios desde una formación que promueva la participación
y reflexión crítica en su uso e interpretación. No podemos seguir enseñando a las generaciones del
futuro con las herramientas que formaron parte de nuestro pasado. Mi derecho a no cambiar termina
justo allí donde comienza el derecho de mis alumnos al mejor profesor que llevo dentro.

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