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DR.

MIGUEL ANGEL CASELLA


LA PROBLEMÁTICA DE LAS
ADICCIONES

Históricamente no parece haber sido esencial la sustancia ni su


definición, menos aún su capacidad o no de alterar de algún modo al
hombre, lo fundamental es el discurso construido en torno a la
prohibición. Se habla de la droga en singular y no de las drogas, como si
hubiese interés en igualar sustancias disímiles, que lo único que tienen
en común es no ser autorizadas. Es creado un mundo de
antagonismos: lo legal o lo ilegal, drogas prohibidas o permitidas,
consumidores o traficantes, víctimas o victimarios, enfermos o
delincuentes, según convenga a los interesados en el control social y
ocultamiento de gravísimos problemas de la población, como la desigual
distribución de la riqueza, la mortalidad infantil, el analfabetismo, la
desocupación, la corrupción y la exclusión.

El penalista español Carlos Gonzáles Zorrilla, en su obra “Droga y


cuestión criminal”, menciona tres clases de estereotipos que surgen de
los siguientes modelos de discurso:

 El discurso médico ve al drogadicto como enfermo y a la droga


como un virus, epidemia o plaga, creando el estereotipo del
dependiente.
 El discurso cultural, transmitido a través de los medios, necesita
al consumidor como figura que se opone al consenso,
nombrándolo drogadicto.
 El discurso moral califica al drogadicto de “vicioso” y a “la
droga” de “flagelo”, “placer prohibido”, etc.
 El discurso jurídico concibe a todas las sustancias como
peligrosas, sin establecer las peculiaridades de cada una.
Legitima la diferencia entre el ”bien” y el “mal”, califica a una
conducta de mala y perversa cuando está relacionada con la droga
ilegal, pero si ésta es legal, la conducta deja de ser clasificada así.
Este discurso da origen al estereotipo delincuente.

“Por donde el discurso de la droga pasa, la droga queda. Porque el


mismo contribuye a construir realidades sociales, porque la palabra
es un operador de transformación: transformador del mundo, de los
otros y de sí mismo (...) Construyamos un discurso bien hecho: el
mundo obedecerá”.
Fabbri, 1998

“al crear pánico el resultado es que los jóvenes ya no nos toman en


serio, cuando los organismos oficiales pretenden afirmar que todas
las drogas son igual de peligrosas, los jóvenes prefieren experimentar
por sí mismos con las consecuencias que conocemos”
L. Grinspoon.

Otro estereotipo es el que surge al equiparar el consumo de


drogas con la adicción. El vínculo adictivo que un sujeto establece con
algo es sólo uno de los posibles y para nada el más frecuente. Según
diversos estudios, únicamente entre el 8 y el 10% de quienes consumen
pueden ser considerados adictos, porcentajes con valor universal y
válidos para todas las sustancias.
Tampoco se ajusta a la realidad la frecuente asociación entre la
droga y la delincuencia. No todos los adictos son delincuentes, aunque
hay muchos que se drogan para delinquir.
Quienes priorizan perseguir adictos, como delincuentes, en lugar
de la prevención comunitaria, para evitar suicidios, prohibirían la venta
de sogas.
Desde hace años el consumo de drogas se viene incrementando y
convirtiéndose en un tema de interés y preocupación. A pesar de
costosísimas campañas de prevención, ha aumentado la ingesta de
alcohol y el uso de estupefacientes y psicotrópicos.
El abuso de estas sustancias no es una problemática –como suele
difundirse- exclusiva de los jóvenes: los adultos las consumen desde
hace siglos, adquiriendo en cada época y lugar un significado diferente
desde lo religioso, cultural y social, lo que conlleva la modificación de la
jurisprudencia respectiva.
En el Medioevo y el Renacimiento la ingesta de bebidas
alcohólicas alcanzaba niveles altísimos, en los monasterios se
componían cantos religiosos exaltando el vino, mientras Mahoma lo
prohibió con penas muy severas.

Hoy, en Argentina, la drogadicción está definida –con un doble


discurso- por una cultura que alienta cierto uso, pero al mismo tiempo
reprime otro. Según informara la Organización Mundial de la Salud, en
el año 2025 morirán 10.000.000 de personas, por año a causa del
tabaquismo. El 70% pertenecerá a países en desarrollo.
En razón de lo expuesto la edad de inicio en el consumo se
produce cada vez más temprano. Los jóvenes encuentran un alivio
pasajero en el alcohol, que usan para modelar sus estados de animo
frente a la ansiedad, depresión, aburrimiento, inhibición o frustraciones.
Además son presionados socialmente para que tomen, sino son
diferentes y por lo tanto quedan afuera.
A su vez, los psicofármacos que también se promocionan
induciendo a la automedicación, encuentran en las mujeres su público
más proclive. Las drogas legales –sostiene la OMS- provocan 30 veces
más muertes que las prohibidas.
Freud afirma que muchos para evitar el sufrimiento toman
distancia con la realidad, ello estaría íntimamente relacionado con las
adicciones, ya que gran parte de quienes optan por las sustancias
buscan evadirse de una realidad que no pueden soportar.
Este es un fenómeno complejo en el que interactúan diversos
factores de poder como los económicos, políticos, socioculturales y
psicológicos. Hace algunos años los especialistas sostenían que nuestro
país, por no tener suficiente poder adquisitivo, era puerto de paso, hoy
es reconocido además como mercado (que incorporó a los sectores más
carenciados).
Generalmente, los prejuicios en esta materia son difundidos desde
los medios, en muchos casos manipulando datos o transmitiendo
noticias que no verifican, suelen apuntar al control de la demanda, la
prohibición de la oferta, culpabilización de la familia, creación de chivos
expiatorios y promoción de costosas campañas de inciertos resultados.
Al mencionar a los medios no nos referimos sólo a los
sensacionalistas, porque éstos terminan afectando también a los
supuestamente “serios” ya que todos conforman un sistema integrado,
donde la batalla por el espacio es ganada por las noticias más
espectaculares o que despierten mayores emociones. Suelen confundir
la prevención con el impacto de imágenes terribles en gente que jamás
consumirá, mientras resulta ineficaz en quienes consumen o pueden
llegar a hacerlo.

Asimismo –en su mayoría- difunden e imponen ideologías que lejos


de la cohesión social fomentan la xenofobia, el culto a la imagen, la
frivolización y vanalización de la realidad. Para muchos los hechos no
suceden si no lo dice la TV y viceversa. Cuenta el escritor uruguayo
Eduardo Galeano que una mujer, luego de largas sesiones de tortura,
confesó un doble asesinato detallando lugares y colores. Sus vecinos –
aunque la querían mucho- testimoniaron convencidos de su culpabilidad
porque lo habían dicho los diarios, la radio y la TV. Pero ningún vecino
mencionó que la mujer era ciega.
El tremendismo de las noticias, sus titulares exacerbantes, el
falseamiento de datos, generan en los jóvenes curiosidad, en la
población en general una concepción mítica del fenómeno, y en los
padres y educadores un miedo difuso y paralizante. En nuestra sociedad
hemos conocido miedos de múltiples índole (con la creación de
enemigos externos o internos, la represión, la inflación, la
desocupación, etc.) y la manipulación de los mismos que ha sido
funcional para alcanzar diversos objetivos, como influir en los resultados
electorales o que no se reaccione ante la pérdida de derechos
conquistados.
Tampoco las campañas que parten de la prohibición y el miedo,
han alcanzado los objetivos enunciados, las mismas son desoídas por
quienes consumen alcanzando -a veces- efectos contrarios a los
planteados. No creemos útil que el punto de partida sea por lo negativo
(pe. hacer referencia a la muerte o graves peligros), en su lugar
deberían resaltarse valores esenciales, actividades dirigidas a mejorar la
calidad de vida y la conformación de proyectos que les den sentido.
“En esta sociedad en que cada vez más se valora el acceso a
bienes económicos, el consumo tiene poderes mágicos a través de los
cuales se intenta satisfacer las más variadas necesidades reales o
simbólicas. La droga pasa a ser un objeto de consumo ideal, en tanto es
cargada de múltiples significaciones. El deseo de éxito, el rendimiento
laboral, la potencia sexual, la soledad, la frustración, el dolor,
encuentran en las drogas una aparente satisfacción” (Miguel A.
Casella ¿La droga es el tóxico?)
Asimismo, en la actualidad podríamos señalar entre otras
particularidades de la sociedad:
Crisis de valores, se da preferencia a lo frívolo y circunstancial
(cirugías bienes económicos).
Confusión de los principios éticos, que alcanza a padres y
maestros generándoles desorientación en su accionar.
Glorificación del dinero, sin importar como se lo consigue.
Exitismo, se quiere conseguir el éxito rápido, sin esfuerzos (es
pregonado por la canción que afirma no sè que quiero, pero lo quiero
ya”).
Lucha por el poder, escalar inescrupulosamente doblegando
voluntades de los más débiles.
“Sálvese quien pueda”, importa sólo quedar uno en pie, en una
indudable muestra de individualismo.
Burlarse de la ley, “si otro lo hace...” coimear, se traducen en
conductas con que los adultos transmiten la sensación de que no hay
límites.
Se emiten constantes mensajes inductores para consumir, que
dejan al descubierto la brecha entre ricos y pobres, p.e. las marcas
cobran un valor trascendental.
Competencia egoísta y desleal, por la que “todo vale” se deja de
confiar en el otro.
Cada vez hay mayor distancia económica entre los países ricos y
pobres, entre sus respectivas poblaciones y –a su vez- dentro de las
mismas.
Crece en forma ilimitada la corrupción e impunidad, transmitiendo
que quien más tiene puede delinquir más, sin temor a ser condenado
por la justicia.
El armamentismo (que posibilita la ley del más fuerte) junto a la
destrucción de la naturaleza (a causa de la negligencia o el lucro)
producen un sentimiento de impotencia que deslizado a otros campos se
traduce en depresión y apatía.
El desencanto, frente a la pérdida de ilusiones y planteo del fin de
las utopías.
Desarraigo, se valoriza lo extranjero en desmedro de lo propio, en
última instancia de la propia autoestima.
Falta de creatividad, que se apaga en los niños reemplazada por la
rutina, la repetición, por desinterés, desvalorización o temor a lo nuevo.
Se descree del esfuerzo y compromiso para alcanzar logros,
haciendo prevalecer lo may fácil e inmediato.
Carencia de proyectos que den sentido a la vida, en virtud de lo
expuesto en los ítems precedentes.
Encontramos, que la familia al estar inmersa en esta sociedad
naturalmente repite muchas de sus características, se halla
desorientada y temerosa frente a situaciones nuevas para las que no
tiene respuesta, por lo que suele paralizarse, cerrar los ojos o hacer lo
que el impulso le dicte. Son menos las ocasiones en que se detiene a
reflexionar debido a que las reglas vigentes exigen todo “YA”. Se añade
que la figura paterna ha perdido autoridad, mientras la madre salió de
su casa para desarrollar nuevos roles y con frecuencia se constituye
como único sostén. En tal contexto la familia instituye los patrones de
conducta de sus hijos, generando con frecuencia comportamientos o
tendencias adictivas.
Vemos, entonces, que las drogas no son activas en sí mismas y
que las causas del problema tienen que ver con factores socioculturales,
por tanto, los consumidores son emergentes de una situación estructural
y no se los puede considerar recortándolos de su sociedad (ampliada al
mundo por los avances de la comunicación) su familia y rasgos
personales.

Dado que es habitual que se designe como adicto a todo aquel que
tiene una aproximación a las drogas, resulta importante distinguir tres
categorías en relación con el consumo:
USO: se denomina así cuando no interfiere en la vida cotidiana, es
esporádica, ocasional.
ABUSO: cuando el uso de regular, presentando signos de
intoxicación y alteración del rendimiento, que afecta las diversas áreas
de la vida (laboral, familiar, de pareja, estudios, etc.) Se puede afirmar
que se trata de un exceso periódico.
ADICCION hay una dependencia psíquica y física, con trastornos
neurológicos. Es una acción manifiesta, Se sufre un deterioro en todas
las áreas y resulta imposible abstenerse. Es indispensable, continuo y
cotidiano.

Tras lo expuesto se puede deducir que casi todos tenemos


tendencias adictivas, que pueden traducirse en el trabajo en exceso, en
permanecer muchas horas frente a la pantalla de un televisor o internet,
en necesitar tener una radio encendida aunque no se la escuche, en no
poder separarse de una persona.
PREVENCIÓN

El consumo problemático de sustancias es un fenómeno instalado


en nuestra sociedad; describirlo, comprenderlo, conocerlo, resulta lo
más fácil del problema.
Cómo prevenirlo, en cambio, es el aspecto que nos enfrenta con
una tarea ardua, difícil, que exige esencialmente un compromiso de
quienes están afectados de manera directa y el esfuerzo de toda la
sociedad.
Este emprendimiento es sumamente complejo porque son muchos
los factores que sostienen el uso de sustancias.
Por otra parte, la prevención no debe dirigirse sólo a drogas
ilícitas, sino también al abuso de medicamentos, alcohol y tabaco. Tales
drogas institucionalizadas y aceptadas socialmente, requieren un mayor
esfuerzo desde lo preventivo, por los intereses creados a su alrededor y
el uso extendido y aceptado que tienen. Este es el producto de intensas
campañas publicitarias direccionadas hacia el mercado juvenil en el que
disminuyó la edad de inicio aumentando las probabilidades de adicción.

DADO QUE LAS ADICCIONES SON UN SINTOMA QUE


DENUNCIA UNA PROBLEMÁTICA SOCIAL, EL OBJETIVO DE UN
PROGRAMA DE PREVENCIÓN CONSISTIRÀ EN PROMOVER LA
PARTICIPACIÓN ACTIVA DE LOS DISTINTOS NIVELES DE LA
COMUNIDAD.
El adecuado conocimiento de los factores que inciden y contribuyen al
nacimiento, desarrollo, demistificación y consecuencias del fenómeno de
las adicciones posibilitaría que sea la misma comunidad quien diseñe e
instrumente las herramientas necesarias para su propia preservación.

EN BREVE SÍNTESIS CREEMOS QUE...

Las siguientes ideas generales pueden ser incorporadas a nivel de


propósitos, objetivos y acciones en un programa de prevención:
1) En un proceso preventivo debe darse relevancia y
fortalecerse los valores trascendentales y cuestionar los
consumistas que tiene una determinada comunidad y la cultura
que la sustenta.
2) La familia, la escuela, los distintos credos, los diversos
grupos en los que un sujeto se inserta, los medios masivos de
comunicación, las autoridades, todos, son parte de las causas del
problema y al mismo tiempo de la solución. El esfuerzo
preventivo debe tener un enfoque comunitario y
cooperativo.
3) Las conductas autodestructivas -como el abuso de
drogas- desaparecerían si fueran resueltas de otro modo las
necesidades que las mismas buscan satisfacer.
4) La droga, por sí misma, no es el problema, lo son las
motivaciones, actitudes, valores, necesidades y el estilo de
vida que tienen quienes abusan de cualquier sustancia. Es
necesario incorporar la prevención como una función propia de un
proceso educativo, en el que intervienen todos los niveles de
una comunidad, juntamente con los especialistas.
¿QUE HACER?

La tarea preventiva no puede quedar a cargo exclusivamente de


expertos que tengan un vínculo esporádico y circunstancial con el grupo
o comunidad y tampoco se debe incluir la temática del abuso de drogas
y alcohol como tema específico de información.
Se tiene que estimular la participación de toda la
comunidad en la generación de programas y acciones de
promoción de la salud y el bienestar. Que la comunidad ayude, de
un modo activo, a resolver lo que ayudó a crear, fijándose objetivos
concretos, alcanzables y evaluables.
Este enfoque inespecífico de la prevención no se encuentra
centrado en una problemática particular y la transmisión de información.
Es conveniente desalentar las charlas, conferencias y cursos
discontinuos, aislados de un contexto programático, que tan
frecuentemente son solicitados por distintos organismos. Se trata de
remplazar el concepto de mero discurso preventivo, por una actividad
sistematizada basada en una evaluación directa, tendiente al
compromiso, a una toma de decisión social.
Por otra parte, para que un programa de prevención funcione debe
tener continuidad e integrar un proyecto más amplio y estructurado.
Es necesario organizar un adecuado servicio de derivación de los
usuarios de drogas y facilitar el camino de la inserción social a los que
van recuperándose. Esta instancia fundamental, en nuestros días, se ve
obstaculizada por los altos índices de desocupación y la precarización de
la mayoría de los trabajos ofertados.
PREVENCIÓN E INFORMACIÓN

Prevenir es hacerle lugar al otro por su diferencia. Pero el


modelo educativo se convierte, generalmente, en un suministro de
información acerca de las drogas ilícitas, mientras el consumo del tabaco
y el alcohol es promovido y alentado, volcando un manto de
permisividad, hasta es frecuente que agentes de prevención fumen
mientras desarrollan una temática de adicciones.
La prevención basada en dar a conocer los distintos tipos de
estupefacientes y sus efectos, los componentes químicos de las
sustancias utilizando afiches, anuncios, documentales, testimonios,
dibujos animados, etc. Paradójicamente contribuye a la difusión y
aumento del consumo.

Los jóvenes, por naturaleza temerarios, ávidos de aventuras,


curiosos, transgresores de muchos valores tradicionales y opuestos a la
hipocresía que los sostiene, sienten que no tienen nada que perder por
eso buscan experimentar la información recibida.
La transmisión de datos pura debe ser considerada ineficaz,
aunque su uso adecuado puede constituirse en un útil instrumento de
educación.
Cabe diferenciar la prevención específica, basada en informar, de
la inespecífica tendiente a mejorar el sistema sociocultural y crear un
clima de mayor seguridad y bienestar.
Transformando los objetivos en actividades se deben fortalecer y/o
crear organizaciones de niños, jóvenes y padres, fomentar el deporte, la
cultura, las artes, facilitar el acceso al área laboral. Promocionar los
valores trascendentes incorporándolos a los proyectos de vida.
Y, finalmente, sostenemos que es necesario lograr que participe la
comunidad, creando y abriendo canales de comunicación, con los cuales
mayoritariamente se incorporen de manera activa y conciente en la
formulación de alternativas y en los niveles de decisión.

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