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Coronel:

http://www.ecoronel.cl/atlas-ambiental-de-coronel/medio-humano/patrimonio-
historicocultural/historia-de-coronel/siglo-xvi/

Hasta mediados del siglo XVI, y como todo territorio al sur del río Bio Bio, el sitio que actualmente
conocemos como Coronel se encontraba poblado por comunidades pertenecientes a la etnia
mapuche.

Hasta ese entonces, momento en que se produce el primer contacto con las hordas de la
monarquía española provenientes del viejo mundo, la evolución cultural de los pueblos originarios
de este lugar había alcanzado ser el de una sociedad tribal neolítica (Berdichewsky
1971, Villalobos 1995, Mostny 1996), quienes poseían una organización patrilineal, con un patrón
de asentamiento disperso y cierto grado de movilidad (Aldunate 1989). Sus modos de vida fueron
diversificados, sustentado en la recolección, caza, pesca, agricultura incipiente y crianza de la
Llama (Lama lama). Estas dos últimas actividades, aunque ampliamente difundidas, fueron
principalmente de autoconsumo (Villalobos 1983, Bengoa 1991, Chonchol 1994). No habían
desarrollado ningún tipo de economía mercantil ni acumulación de bienes, por cuanto la riqueza
natural del lugar permitía la subsistencia de todos.

Los cronistas españoles registraron a su llegada a esta zona a más de 500.000 indígenas, los que
se ubicaban a partir del sur del río Itata (Stehberg 1980). Se cree que al menos más de la mitad de
la población mapuche viviera en este lugar, debido al verdadero paraíso que constituían estas
tierras, rescatada por la descripción que hacen los españoles de este lugar. Además, la densidad
de tribus estaba equitativamente repartida en las faldas occidental y oriental de la Cordillera de
Nahuelbuta.

Los terrenos ofrecían grandes extensiones para la crianza de animales, y abundante agua para la
subsistencia humana. Grandes bosques del tipo templado lluvioso existieron en esta zona, previo a
la usurpación hispana.

Los españoles denominaron “Arauco” a todo el territorio costero al sur del río Maule, y a sus
pobladores, los mapuches, “araucanos”, que viene de una palabra inca que significa “enemigos”.
Esta región fue la primera en ser reconocida y explorada por los militares de la corona española,
debido a su alta densidad de población que podrían someter para sus faenas de lavado de oro.

Es así como Coronel aparece en la historia de Chile como un paso obligado de los contingentes
españoles que atravesaban el Río Bio Bío desde la ciudad de Concepción (actual comuna
de Penco) -capital militar del Reino de Chile- en dirección al Fuerte de Arauco. Coronel fue así
parte de una zona fronteriza entre el Reino de Chile, bajo la soberanía del Imperio español, y el
territorio mapuche.

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historicocultural/historia-de-coronel/la-guerra-1550-1850/

A partir de la llegada de los invasores españoles a esta zona, a mitad del siglo XVI, en 1546, se
desató el gran enfrentamiento bélico denominado “Guerra de Arauco”, conflicto que duraría más o
menos 400 años.

En un principio, cuando las tropas españolas comandadas por Pedro de Valdivia llegan por primera
vez a las tierras cincundantes al Río Bio Bio, y luego de haber derrotado y sometido a grandes
imperios como los de Mexico y Perú, no se esperaron encontrar un pueblo tan guerrido que les
pudiese hacer frente.
Coronel, ex Tribu de Pailahuenu

Para esos años, el actual territorio de Coronel fue parte de la zona de guerra llamada Butanmapu
de la costa, el cual estaba compuesto de seis aillaregues distribuidos por la costa, desde la ribera
sur del Río Bio Bío hasta la ribera norte del Río Toltén. La zona desde el Bío Bío hasta la actual
comuna de Arauco (lugar que en la actualidad comprende a las comunas de San Pedro de la Paz,
Coronel, Lota y Santa Juana), correspondía al Aillaregue de Marihueñu, el más extenso de todos,
donde convivían alrededor de doce tribus o levos, ocupando cada una un valle o explanada.

De acuerdo a la toponimia actual, y basados en un lejano término indígena, la costa e interior de la


bahía de Coronel correspondería a la Tribu de Pailahuenu. Con el correr de los años, los
españoles lograron levantar en esta zona tres fuertes: el de San Pedro, Colcura y Santa Juana,
con el fin de someter al pueblo mapuche.

En el contexto de la Guerra de Arauco, se desataron varias batallas en esta zona. Una de ellas fue
la Batalla de Marihueñu (24 de febrero de 1554) comandada por Lautaro, ocurrida al sur del Río
Chivilingo, siendo una de las mayores victorias militares de los mapuches. No obstante, la Batalla
de Lagunillas (actual sector Escuadrón de la comuna de Coronel) fue quizás una de las más
memorables y difundidas, debido a la mutilación de los brazos sufrida por el gran héroe Galvarino a
manos de los españoles, momento que quedó inmortalizado en la pluma del Alonso de Ercilla en
su poema épico “La Araucana“.

La irrupción de españoles en la zona comienza a producir el mestizaje, primeramente, dada la


escasez de mujeres españolas. Durante la Guerra de Arauco, algunos soldados violan mujeres
mapuches tomadas prisioneras, y otros se casan con ellas. Fue así como en esta zona se produce
el mayor porcentaje de mestizaje comparado con otras zonas del país (el CENSO de 2002 registró
que más del 11% de la población comunal corresponde a población de origen mapuche).

Si bien a la llegada de los españoles el actual territorio de Coronel se encontraba poblado, dicha
ocupación no correspondía a una figura aldeana ni menos al de un pequeño poblado, dado que
éstos no fueron los modos de vida adoptados por estas comunidades. No obstante, tiempo más
tarde de iniciada la guerra, muchos de los caciques de temperamento pacífico se ubicaron en la
región limítrofe comprendida entre el Río Bio-Bio por el Norte y la Plaza Fuerte Colcura por el Sur
(actual territorio de Coronel), luego de que gran parte de los nativos se replegaran al Sur del Fuerte
de Colcura y del Río Carampangue, por cuanto podemos señalar que éstos fueron los primeros
pobladores estables de Coronel.

Hacia el siglo XVIII, y luego de los últimos enfrentamientos entre españoles y mapuches, comienza
un lento período de convivencia pacífica en la frontera sur entre las tropas españolas y los
mapuches, cambiando la relación bélica por otra de tipo comercial, sin dejar de existir los conflictos
por la tenencia de tierras. En ese contexto, el actual sitio de Coronel, conformado en su mayoría
por mapuches, fue una zona más bien de tránsito entre el territorio de dominio español y el
Wallmapu (territorio mapuche).

El periodo de Independencia (económica) de Chile

Durante las primeras décadas del siglo XIX, luego de ocurrida la independencia económica de
Chile de la Monarquía española, impulsada principalmente por el Imperio británico, se produjo
inestabilidad social, económica y política en la nueva república. La ambición de poder y la codicia
de los oligarcas republicanos y capitalistas ingleses provocó un clima de tensión entre los
movimientos aspirantes al gobierno, el cual se extendería por varias décadas. Pese a ello, el nuevo
país comienza a tomar forma, definiéndose así las primeras delimitaciones político-administrativas
del territorio nacional por parte del Estado.
Hasta 1810 se mantuvo la división de origen español, en donde sólo existían dos grandes
provincias o intendencias, Santiago y Concepción. La primera se extendía desde Copiapó a Talca,
mientras que la más austral desde Linares hasta Osorno. Años más tarde, sucesivas
Constituciones (1823, 1826, 1833) establecerían nuevas delimitaciones territoriales, siendo la
Constitución del año 1833 la que se mantendría vigente por casi un siglo. De ese modo, el país se
dividió en Gobiernos Departamentales, apareciendo en este entonces el Departamento de Lautaro,
sitio en el cual estaría emplazado Coronel.

El Departamento de Lautaro delimitaba por el norte con el Departamento de Concepción y con el


Río Bio Bio de por medio, extendiéndose hasta más o menos las localidades de Nacimiento y
Arauco. Uno de sus distritos era el de Coronel, el que abarcaba en sentido norte-sur toda la franja
costera, desde la desembocadura del Río Bio Bio hasta Colcura, y de oriente a poniente desde la
costa hasta las faldas occidentales de la Cordillera de Nahuelbuta. Si bien para esos años el
Departamento de Lautaro registraba una población de tan solo 5.000 habitantes, sus pocos
ocupantes -que desempeñaban una actividad de ganadería y agricultura de subsistencia- se
establecían en torno a las fortificaciones de Colcura y Santa Juana, no así en el distrito de Coronel,
que era ocupada por unos pocos mapuches y españoles fugitivos. John Mackay, en su libro
“Recuerdos y Apuntes. 1820 a 1890″, describe a Coronel como “… la soledad más completa, ni un
rancho se encontraba en sus playas, pero en las lomas vecinas se veía una que otra habitación
donde vivían los primeros moradores que por ahí se establecieron en pequeños lotes de terrenos
comprados a los indios primitivos que aún poblaban esos contornos en reducido número”.

En medio del Distrito de Coronel se ubicaba la “Hacienda de Coronel”, antiguo territorio


perteneciente al pueblo mapuche usurpado por el Estado chino. En año 1822 fue vendido al
General e Intendente de Concepción, Juan de Dios Rivera, con el compromiso de lograr un
poblamiento más efectivo del lugar y para el aprovechamiento de los buenos pastos para el
ganado, cosa que nunca ocurrió tras quedar en abandono. Años más tarde, los herederos del
Intendente dividirían la hacienda dando origen a los fundos de Panguelemu, Calabozo y Manco.

Cabe señalar que si bien el nuevo país era reconocido por el Estado chileno hasta Osorno, desde
el Río Bio Bío hacia el sur el territorio era de dominio mapuche. Así se zanjó la disputa por las
tierras entre chilenos y mapuches en el Parlamento de Tapihue de 1825, estableciendo que “la
línea divisoria es el Río Biobío” y que “el Gobierno mantendrá en orden y fortificadas las plazas
existentes, o arruinadas al otro lado de este río, como también a sus pobladores en los terrenos
adyacentes del modo que antes lo estaban“. También se señaló que el Gobierno quedaba con la
obligación de la más pronta redificación de las ciudades de Los Ángeles, Nacimiento, San Carlos, y
Santa Bárbara para la seguridad y tráfico continuo, del mismo modo que se estableció castigo
como infractor de ley a quienes pasaran la línea divisoria.

La zona de frontera -entre ella el Departamento de Lautaro y el distrito de Coronel- era un territorio
perteneciente mayoritariamente al pueblo mapuche. No obstante estos acuerdos lograron
mantener un cierto nivel de paz por sólo un breve periodo de tiempo, ya que al cabo de algunos
años el Estado chileno, empujados por la élite de aquellos años, tomaría posesión efectiva del
territorio mapuche.

Tal como se señaló al comienzo, la independencia de Chile atrajo el interés de sociedades


capitalistas inglesas, con el objetivo de invertir en Chile en la explotación de recursos naturales
como plata, cobre y salitre, entre otros, iniciándose así la radicación de grupos foráneos en
diferentes ciudades de la reciente nación, siendo una de ellas la ciudad de Concepción, situación
que años más tarde tendría influencias directas en lo que sería el nacimiento de la ciudad de
Coronel.

En 1835 se produce un terremoto que destruiría por completo la ciudad de Concepción. También
destruyó el antiguo fuerte de Colcura, centro administrativo del Departamento de Lautaro. Por ese
motivo, la capital del Departamento fue trasladada a la localidad de Santa Juana. Para esos años,
Coronel seguía siendo “la soledad más completa”, situación que algunos años más tarde daría un
radical giro con el descubrimiento y explotación del principal combustible en ese entonces: el
carbón del piedra.

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historicocultural/historia-de-coronel/los-inicios-de-la-actividad-carbonifera/

Los mapuches y colonos españoles sabían de la existencia de carbón en la frontera sur desde
hacía siglos. No obstante, el mineral no era requerido debido a la abundancia de leña, la que se
utilizaba como principal combustible energético.

Posterior a la Independencia de Chile, el arribo de capitalistas británicos a Chile generó un proceso


de desarrollo comercial e industrialización sin precedentes, el que comenzaría a partir de las
primeras décadas del siglo XIX.

Las primeras prospecciones carboníferas en la frontera sur fueron realizadas por el ciudadano
norteamericano Williams Wheelwrigthy, dueño de la empresa inglesa de vapores Pacific Steam
Navegation Company, siendo éste el primer impulsor de la minería del carbón en Chile.

Los primeros mantos explotados se ubicaron en la ciudad de Talcahuano, en el sector El Morro.


Los trabajos de extracción comenzaron en el año 1841, con una producción que sobrepasó las
4.000 toneladas. Sin embargo, las faenas de este recinto tuvieron innumerables dificultades; a lo
precario del material para realizar las labores, se unía la inexperiencia de los improvisados
mineros. Una nota del propio Wheelwright al directorio de la empresa en Londres manifestaba:
“…Los trabajos de minería tuvieron una característica muy dificultosa, ya que demandaba gran
esfuerzo físico y mental para hacerlos resultar eficientes y capaces de proveer carbón para los
vapores.”

Entre los años 1842 y 1845, la mina del Portón produjo una cantidad cercana a las 54.000. No
obstante, los problemas se hicieron insostenibles con el transcurso del tiempo, las continuas
inundaciones obligaron al abandono de la mina en el año de 1847.

En la misma época de Wheelwright, hace su aparición el médico de origen escocés, John Mackay,
avecindado en Concepción desde principios de 1840. Este distinguido caballero participó
denodadamente en la búsqueda de mantos carboníferos, dejándose llevar por los síntomas de
aquella fiebre que el mismo denominaría “carbono”.

Las prospecciones llevadas a cabo por Mackay, le permitieron descubrir carbón a orillas del río
Andalién, en el sitio conocido con el nombre de Tierras Coloradas en 1844. Un año más tarde, el
doctor Mackay llegaría a Coronel, en su incansable búsqueda de mineral fósil. No satisfizo del todo
el lugar, pues, lo halló demasiado retirado de la civilización y con una bahía desabrigada.

A mediados de la década del ´40, ya se empieza a acentuar el interés por efectuar trabajos de
explotación de yacimientos de carbón. En Coronel, José Ignacio Palma realizaba labores en
pirquenes de su propiedad sitos en el sector de Corcovado, el año 1844. En el mismo período, en
Lota, Juan José Arteaga y José Antonio Alemparte, emprendían labores en terrenos adquiridos en
el año 1837 al cacique de Colcura, Alejo Carbullanca.

Esta época de raigambre minera, fue el preámbulo al nacimiento de la ciudad de Coronel, que
como pocas no tuvo una fundación de facto; Más bien, su gestación es el producto de la
explotación de los grandes yacimientos de carbón ubicados en el sector de Puchoco y el posterior
poblamiento de los lugares aledaños a los recintos mineros. Lo que apunta a un hecho espontáneo
y natural, sin ningún atisbo de planificación. Este hecho debe ser mirado como el último eslabón de
una larga cadena de acontecimientos, que se empieza a gestar por el año de 1843, en la bahía de
Talcahuano.

Es en aquella fecha, que el empresario Thomas Smith radicado en Concepción, y propietario de un


molino de harina en Lirquén, emprendió ciertas labores en una mina situada en las cercanías del
citado lugar. Durante un año, más o menos, logra extraer entre 10 a 12 toneladas; siendo el
segundo establecimiento creado en el país.

Los trabajos de Smith no fructificaron ni se consolidaron, más fueron el acicate fundamental para
que el empresario nortino, Joaquín Edwards, instalase una fundición de cobre en Lirquén, la que
empezó a funcionar en 1845.

Transcurridos dos años, llegó proveniente de La Serena, Jorge Rojas Miranda, quién se hizo cargo
de la administración del establecimiento de Lirquén. Por entonces, este joven emprendedor que
frisaba los 23 años de edad, había sido trasladado por orden expresa del mismo Edwards desde la
fundición de Dieguito.

El establecimiento de Lirquén se hallaba en una difícil situación y ad portas de la quiebra. Rojas,


una vez enterado del sistema para fundir, y el combustible empleado, procuró corregir las
deficiencias, logrando el mejoramiento de la actividad. Su incesante preocupación por dar con un
combustible de mayor eficacia y más económico, lo llevaron a realizar extracciones en minas
ubicadas en Cerro Verde cerca de Penco, y posteriormente, trabajó vetas encontradas en el sector
de las vegas en Talcahuano.

En el año 1849, cuando todo sucedía sin mayor apremio, se presentó un leñador que surtía el
establecimiento, cuyo nombre era Juan Esteban Valenzuela; ofreciéndole una veta de carbón, por
él conocida, a cambio de 6 onzas de oro ($105 de la época). El convenio fue aceptado por Rojas.
Tal decisión lo conduciría a

“… una ensenada rodeadas de colinas montañosas i de áridas playas en las que el mar se
estrellaba contra los Flancos de los mantos de carbón.”.

Francisco de Paula Mora era el propietario de esas tierras, que eran los terrenos de Puchoco,
quien las había comprado al cacique Ambrosio Regumilla y a su mujer Santos Neculpí –dueña de
éstas– en la suma de $158, el 20 de Agosto de 1825.

Una vez inspeccionado los mantos, extrajo una muestra con el objeto de comprobar el poder
calórico del mineral. Pronto se dio cuenta de la calidad y potencia de éste, en comparación al de
Talcahuano y Cerro Verde, decidiendo abastecer la fundición con el carbón de Puchoco.

El 30 de Agosto, se procedió a firmar en Coronel un contrato de arrendamiento entre los señores


Jorge Rojas Miranda y Francisco Paula Mora, en el cuál este último cede las minas que se
encuentran en su propiedad por un plazo de nueve años, obligándose a Rojas a pagar un canon de
$250. El artículo tercero del contrato establece que:

“Se obliga a Mora a facilitar los terrenos que están al sur, en la orilla del mar, para que hagan
casas los trabajadores, mayordomos, Etc.”.

Esta cláusula, en su legalidad, es la propiciadora del posterior poblamiento de Coronel, puesto que,
se incentiva con ella el asentamiento y distribución de los terrenos aledaños a la costa.

Las relaciones contractuales de Rojas y Mora, culminaron en 1852, con la suscripción en


Concepción de un nuevo convenio, fechado el 17 de Junio, en el que se estipula la cesión de las
tierras de Puchoco a Rojas por la suma de $400 anuales, cifra que sería fijada al día siguiente en
$500.

Las labores de extracción comenzaron en el fundo Los Manzanos, que en menos de un año
contaba con un número de quince minas en total actividad, las que se constituyeron en el impulso
inicial de la real industria del carbón en Chile y de la ciudad de Coronel, puesto que, se logró
implementar una actividad de mayor alcance y definición, como también, a un fenómeno de
inmigración hacia la costa y el avance de la frontera con la correspondiente integración territorial, y
permitiendo el establecimiento de una población flotante, que se proyectará a tierras más lejanas.

El 4 de Mayo de 1850, solicita la apertura de la caleta de Coronel, para poder dar salida a la
producción de sus minas, la cual fue aceptada mediante decreto supremo, que permitió a
embarcaciones mayores nacionales a transportar carbón desde Coronel al puerto habilitado de
Lirquén.

No conforme con lo obtenido; el 24 de Julio, Rojas eleva una nueva petición argumentando lo
siguiente:

Señor Intendente: “Jorge Rojas dueño de las minas situadas en Coronel,ante Ud. con el mayor
respeto espone: que sin embargo de haber recibido con estimación posible la gracia que el spmo.
gobierno me concedió a nombre de D. Joaquín Edwards… aún con esto no se ha llenado el objeto
de mi pretención porque habiendo empleado en el establecimiento de minas un capital de el
desarrollo de una industria que pone en ejercicio un crecido número de brazos… siendo las minas
abundantes y que prometen larga duración, me he propuesto hacer estraer carbón aún para el
extranjero, porque a mas de satisfacer las exigencias del país, pueden sobrar cantidades
considerables por la abundancia.”

Los primeros cargamentos los envió gratuitamente a los puertos de Coquimbo, con la finalidad que
se experimentara en los hornos de fundición. Esta estratégica medida sirvió para abrir el mercado
nacional al producto, vendiendo la producción de 1851. Hasta el 1852 fue el único productor del
país.

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historicocultural/historia-de-coronel/origen-de-la-ciudad-1850-1900/

Coronel nace como ciudad a mediados del siglo XIX en el sector de Punta Puchoco, momento y
lugar en donde se instaló el primer complejo industrial minero en territorio mapuche, al sur del Río
Bio Bio.

Este lugar se constituyó en el punto de atracción de capitales y mano de obra. Las primeras
inversiones provinieron de las empresas molineras de Tomé, que intentaba solventar la crisis
producida por la disminución de las exportaciones trigueras a California.

En los primeros años de la década de 1850, el área citada fue adquiriendo una estructuración más
definida, la parcelación del terreno se fue dando con suma rapidez, estableciéndose los lindes de
cada recinto. El primero se denominó Puchoco-Rojas, luego vendrían, Puchoco-Délano y Puchoco-
Schwager, etc. A esto se agrega el aumento constante de pique y minas entre 1852 y 1853. A ésta
altura, se constata doce propietarios repartidos por toda la villa.

En los años siguientes, el ímpetu por constituir nuevas sociedades se acrecienta. Comienzan a
llegar gran cantidad de extranjeros, entre ellos daneses, noruegos, alemanes, vasco español,
vasco francés, y mayoritariamente ingleses, que manifestaron una activa participación en las
empresas. Entre estos destacan Thomas Smith, Nesbit y Henderson Smith, siendo este último
poseedor de tres minas situadas en punta de Puchoco, adquiridas mediante transacciones a
pequeños propietarios. Una de éstas la vendió a Ramón Fuentes, otra fue arrendada a la sociedad
Southerland y Pearson; y la restante, también en arriendo, a la Shapter y Cordero. Luego de un
tiempo, los últimos pusieron término al contrato con Smith, quien traspasa la mina a la firma inglesa
de Williamson y Duncan, los que finalmente la ceden a la sociedad Federico Schwager e hijos. Con
toda esta serie de transacciones, la propiedad minera en la zona de Coronel, era muy dinámica.

El año 1855, John Mackay, vende su establecimiento denominado El Cuatro a Luis Cousiño, quién
actuó en representación de su padre, en la suma de $35.000, quedando como administrador de
esta hasta 1863.

La importancia que van teniendo las minas de Coronel, se traduce principalmente, en la magnitud
de las inversiones puestas en marcha. Rápidamente, con el paso del tiempo, el capital se traducirá
en las primeras casas y centro de abastecimientos que dará forma a una nueva ciudad.

Es importante destacar la temprana participación de la familia Cousiño, quiénes ya vislumbran, un


importante centro industrial, el primero de Chile. Sin embargo, sus futuras inversiones fueron
centradas en el cercano sector de la futura ciudad de Lota, donde forjarían una de las más
autenticas ciudades mineras-carboníferas de nuestro país y del continente.

Las más importantes de éstas eran la Jorge Rojas, que poseía labores en Puchoco, fundo Chollín y
Cerro Obligado; Ramón Rojas, con el establecimiento de Playa Negra, y Luis Cousiño, quién
implementó un recinto en el sector de Buen Retiro, iniciando su explotación en el año 1869, bajo la
razón social de Compañía explotadora de Lota y Coronel. A todos ellos se une el magnate norteño
José Tomás Urmeneta, que trabajó los mantos situados en el Cerro Corcovado, los cuales se
conocían con el nombre de “Robles – Corcovados”.

En el año 1869, se empezó a gestar una sociedad entre los hermanos Guillermo y Pablo Gibson
Délano, con Federico Schwager hijo. Estos negociaron el arrendamiento de los terrenos de
Puchoco y Boca Maule, cuya propietaria era Manuela Carvallo, viuda de Mora, por lo cual debieron
pagar un canon anual de $2.000 y 1.000 respectivamente.

La Compañía Minera de Puchoco fue puesta en marcha a través de una escritura pública fechada
el 21 de Julio del citado año, correspondiendo a Guillermo Délano y Federico Schwager su
administración. En la misma se estipula, la venta de todo el carbón extraído a la casa de comercio
de José Gay de Valparaíso por un periodo de tres años.

Con el objeto de consolidar la empresa, los hermanos Délano compran la mina de Ramón Fuentes
(18 de Octubre), las que trabajan bajo protección financiera de Agustín Edwards.

La compañía quedó conformada por dos enclaves bien definidos, el de Boca Maule, a cargo de
Federico Schwager y el de punta Puchoco, dirigido por G. Délano. Es este último establecimiento
el que alcanzó un mayor desarrollo estructural y productivo. Abordó con buenos resultados otras
áreas económicas como la fabricación de ladrillos refractarios, baldosas, cañerías, botellas, etc.
todo conectado por un ferrocarril al muelle de Coronel.

La Compañía de Puchoco, permaneció en funcionamiento hasta 1869, año que marca la


separación de ambos socios y la transformación de los complejos industriales de Puchoco –
Délano y Puchoco – Schwager, en explotaciones autónomas.

Hacia el año 1872, Coronel tenía una población de 1.500 personas, de los cuales 800 eran
operarios de las minas de carbón y de las fábricas de ladrillo y cristalería.
En el año 1881, la mina del señor Délano paralizó, a consecuencias de una grave inundación
ocurrida el 19 de Septiembre de ese mismo año. Délano quedó en la ruina después de ser cerrada
su cuenta con los Edwards. El más beneficiado con este aciago suceso fue Schwager, pues, pudo
afianzar su empresa al grado de hacer efectiva la compra de la mina inundada, en 1892, a los
descendientes de Guillermo Délano (sucesión Délano). Esto, conjuntamente a los establecimientos
de Boca Maule y Huerta, constituyeron la Compañía Carbonífera y de Fundición Schwager, que fue
autorizada por decreto supremo fechado el 27 de Mayo de 1892

http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-734.html

Trabajadores y empresarios en la industria del carbón


Lota y Coronel (1854-1995)

En el golfo de Arauco emergieron, a mediados del siglo XIX, las ciudades mineras de Lota y
Coronel como consecuencia del requerimiento de mano de obra para la extracción de carbón. Allí
se establecieron empresarios tales como Matías Cousiño, y Federico Schwager, entre otros...

En la región costera del golfo de Arauco, emergieron, a mediados del siglo XIX, las
ciudades mineras de Lota y Coronel como consecuencia del requerimiento de mano de
obra para las labores de extracción de carbón. Allí se establecieron empresarios tales
como Matías Cousiño, Jorge Rojas, Guillermo Délano y Federico Schwager, entre otros.
A poco andar, en 1869, el agotamiento de los mantos subterráneos de Punta de Puchoco
obligó a las empresas carboníferas a profundizar las labores y extenderlas para trabajar
los mantos submarinos existentes bajo la playa y el mar. Con el paso de los años, y con la
habilitación a fines del siglo XIX del ferrocarril entre Concepción y Lebu, se incorporaron a
la producción carbonífera nuevos yacimientos ubicados al sur de Lota, como Trongol,
Curanilahue y el mismo Lebu.
La producción de carbón, orientada en un principio al abastecimiento de las naves que
cruzaban el Estrecho de Magallanes, encontró nuevos mercados al extenderse las líneas
ferroviarias por el país y aumentar significativamente la demanda interna de carbón fósil.
Hasta la primera mitad del siglo XX, la demanda de carbón se mantuvo medianamente
estable, hasta que la generalización del uso del petróleo y la energía eléctrica en los
procesos industriales y en los ferrocarriles, causó crecientes problemas de demanda a las
empresas carboníferas, los que culminarían con el cierre definitivo de las minas en 1997.
En torno a las minas de Lota y Coronel, surgieron desde mediados del siglo XIX diversas
instalaciones industriales sustentadas en el uso intensivo del carbón, como industrias de
vidrio, ladrillos refractarios, una fundición de cobre e incluso una industria de elaboración
de maderas que aprovechaba las plantaciones forestales realizadas por Luis Cousiño en
los alrededores. En este sentido, los yacimientos carboníferos generaron un
importante polo de desarrollo industrial en la región, permitiendo la acumulación de
importantes fortunas y el desarrollo de relaciones laborales de tipo capitalista.
Ubicadas en la zona fronteriza entre el valle central chileno y el territorio mapuche, las
ciudades de Lota y Coronel no tardaron en convertirse en centros de atracción
demográfica para la población campesina de la región. Si bien el carbón hizo posible la
formación de grandes fortunas, manifestada en suntuosas mansiones y parques como el
que construyó Cousiño en Lota, la precariedad de las condiciones de vida de los
trabajadores fue una constante desde el comienzo de las actividades mineras, lo que a su
vez generó una fuerte identidad colectiva entre sus habitantes. Los principales problemas
sociales eran la falta de viviendas adecuadas, la proliferación de epidemias y
enfermedades profesionales, y la escasez de establecimientos educacionales. A esto se
sumaba el trato inhumano hacia los trabajadores por parte de los mandos superiores y
medios, siempre descontentos por la arbitrariedad del sistema de pago, los riesgos en el
trabajo y la baja calidad técnica de los obreros. Las condiciones de vida de los obreros
carboníferos, crudamente retratadas por Baldomero Lillo en su libro Sub-terra, dieron
paso a un profundo malestar social. Esta situación, unida a la fuerte identidad social de
los obreros del carbón, explotó en numerosos conflictos y huelgas, contribuyendo al
desarrollo de un sindicalismo obrero de gran arraigo nacional.

1662
Fundación de un fuerte español en el actual emplazamiento de Lota
1852
Comienza la explotación de las minas de Lota y Coronel, a cargo de la Compañía Carbonífera de Lota
1859
Rebelión general de los trabajadores de Lota y Coronel
1867
Se instala en Lota una fundición de cobre para procesar el mineral extraído en las minas del norte del
país, instalación industrial que perdurará hasta 1915
1881
Se funda en Lota la fábrica de vidrios del país, que funciona durante veinte años
1885
Se inician los trabajos del gran Parque de Lota
1888
Se construye el ferrocarril a Curanilahue que permite comunicar la región carbonífera con la ciudad de
Concepción
1897
Entra en funcionamiento la primera central hidroeléctrica de Chile en Chivilingo para abastecer a los
centros industriales de Lota y Coronel
1903
Primera huelga que el siglo registra en la zona
1914
La apertura del canal de Panamá y la decadencia del tráfico marítimo por el estrecho de Magallanes
impulsan a los empresarios del carbón a buscar nuevos mercados para su comercialización al interior
del país
1920
Movilización obrera llamada la "Huelga Larga", seguida de diversas actividades de protesta mineras
durante toda esa época
1921
La Compañía de Lota y Coronel pasa a llamarse Compañía Minera e Industrial de Chile tras la
adquisición de los yacimientos de Curanilahue y del ferrocarril de Arauco
1926
Se forma el primer sindicato de trabajadores mineros de Lota y Coronel
1945
La generalización del uso del petróleo y la energía eléctrica en el país provocan el inicio a la decadencia
económica de la minería del carbón
1964
Se fusionan la Compañía Carbonífera e Industrial de Lota con la Compañía Carbonífera y de Fundición
Schwager por Decreto Supremo Nº 686
1970
El gobierno del presidente Salvador Allende estatiza las minas de carbón de Lota, Coronel y Schwager
1976
Se crea ENACAR (Empresa Nacional del Carbón), entidad estatal encargada de la administración de los
yacimientos carboníferos de la provincia de Arauco
1979
Ante las dificultades económicas se anuncia un plan de despidos masivos en la minería del carbón
1997
Se cierran total y definitivamente los yacimientos carboníferos de Lota y Coronel, tras infructuosos
intentos de reconversión industrial

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