Fue tal su auge económico que en la segunda mitad del siglo XIX un grupo
de vecinos del pueblo y sus alrededores formaron una sociedad anónima
destinada a la creación del Banco de Rere, que emitió diversos documentos
financieros y logró la circulación de sus billetes.
Rere estuvo marcado desde sus inicios no sólo por la presencia de la espada,
sino también de la cruz y si hay algo que caracteriza al pueblo es su
religiosidad.
Dicen que pese a sus numerosos problemas de salud, jamás hubo una queja
que alterara la bondad de su trato.
Uno de los milagros que habría realizado tiene relación con el caso de un
niño indígena que había recibido una patada de un caballo en la cabeza y
que según dicen había muerto. La madre del niño le llevó el cuerpo al Padre
Mayoral, quien la tranquilizó diciéndole que confiara en San Javier -de
quien era muy devoto- y luego de elevar una plegaria le devolvió al niño con
vida.
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