claro detonante de empezar a perderlo. Y quisimos luchar contra la vida con camisa nueva y la sonrisa del que se deja la paga en algo de droga.
Aquel día hacía bochorno,
despiste ocasional de sueños que apabullan al cumplirse; nos dio por creer que se vivía al instante, supuesto harto improbable una vez estés al día siguiente sola, calmada y leyendo estos versos.
Que somos pasado y futuro
pudo existir el día en que enviamos un SMS solicitando fortuna y nunca nos la ofrecían. Es lo que tiene no pagar.
Han pasado los años y hemos dejado de ser
divertidos y sólo somos abruptos, como le pasa al poema a estas alturas. Echo de menos creer en nosotros como familia que, resulta, al final sólo es la que te toca.
Y ahora sueño con un futuro
en que os llamo, quedamos de nuevo, presentamos la camisa antes de ponérnosla, enviamos mensajes de la fortuna y siempre nos responden (porque tenemos el dinero que antes añorábamos) y volvemos a cerrar los bares que antes parecía, no podían abrir sin mí. Sin embargo no termino de llamar. Digo: "estarán liados", "lo mismo hoy tampoco pueden quedar", "que llamen ellos si de verdad sienten lo que siento yo".
Y la verdad, una vez más,
es que me aterra quedar una vez más, porque sé que me voy a avergonzar cuando empiece a sentir que los tres tenemos ganas de marcharnos casi, casi, antes de empezar.