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¿Por qué triunfó la escuela? de Pablo Pineau.

Síntesis analítica
Pablo Pineau, en ¿Por qué triunfó la escuela? aporta el pensar la escuela no
como un fenómeno natural y evolutivo, sino histórico y contradictorio, como una
de las tantas, y no la única opción posible. Parte de la consideración general de
la escuela como metáfora del progreso, como una de las mayores construcciones
de la modernidad, asegurando que “Todos los hechos sociales fueron explicados
como sus triunfos o fracasos”.
El autor señala primeramente que el pasaje del siglo XIX al XX está marcado por
la expansión de la escuela como forma educativa hegemónica en todo el globo,
presentándose las siguientes características:
 Legislación de educación básica, obligatoria, notable explosión matricular.
 Condición de no escolarizado, estigma degradante.
 Escuela, metáfora del progreso, una de las mayores construcciones de la
modernidad.
 Todos los hechos sociales fueron explicados como sus triunfos o fracasos.

Pineau también cuestiona los análisis explicativos del fenómeno “escuela”, desde
aquellos que la consideran la escuela como un resultado lógico del desarrollo
educativo evolutivo y lineal de la humanidad, hasta los que han buscado
problematizarla. Los cuestionamientos son los siguientes:
 Muchas de las interpretaciones sobre el proceso de escolarización lo funden con
otros procesos sociales y culturales como la socialización, la educación en
sentido amplio, la alfabetización y la institucionalización educativa. Para
Pineau, están en sintonía pero no en homología con la historia de la
escolarización. Si bien todos están muy imbricados, cada uno de ellos goza de sus
especificidades.
 La mayoría de estas lecturas ubican el sentido escolar fuera de la
escolarización, en una aplicación de la lógica esencia/apariencia o
texto/contexto. Así, la significación del texto escolar está dada por el contexto
en que se inscribe. Son los fenómenos extraescolares los que explican la escuela,
que se vuelve “producto” de estas causas externas. Para Pineau, históricamente
es demostrable que si bien estos contextos cambiaron, el texto escolar resistió.
La eficacia escolar parece residir entonces en su interior y no en su exterior, ya
que este último se modificó fuertemente durante su reinado educativo sin lograr
destronar a la escuela
En síntesis, para el autor, a los educadores modernos les es muy difícil ver la
escuela como un ente no fundido en el paisaje educativo, lo que probablemente
sea la mejor prueba de su construcción social como producto de la modernidad.
Cien años más tarde, se vuelven a hacer, con fines de análisis, las mismas
preguntas que enfrentaron los constructores de los sistemas, entonces, su
condición de naturalidades también una construcción históricamente
determinada que debe ser desarmada y desarticulada.

A partir de sus críticas, Pineau ensaya otros abordajes que permitan comprender
ese plus de significación que encierra el triunfo de la escuela y que escapa a la
enumeración de sus finalidades. Su hipótesis es que “la consolidación de la
escuela como forma educativa hegemónica se debe a que ésta fue capaz de
hacerse cargo de la definición moderna de educación”. Para ello, sirviéndose de
una imagen borgeana como guía, describe el camello y luego analiza cuál es la
condición de arabidad que no nos permite ver el camello escolar. Así, el autor
busca despegar la escuela del paisaje educativo moderno a partir de analizar sus
particularidades e identificar una serie de elementos que provocan rupturas en
el devenir histórico- educativo, para luego reubicarlo en el paisaje y sostener
que la escolarización es el punto cumbre de condensación de la educación como
fenómeno típico de la modernidad:

1. ¿Qué es una escuela? despegándola del paisaje educativo moderno mediante el


análisis de sus particularidades y la identificación una serie de elementos que
provocan rupturas en el devenir histórico-educativo, es decir, que se fueron
ensamblando para generar la escuela, dando lugar a una amalgama no exenta de
contradicciones que reordenó el campo pedagógico e impuso nuevas reglas de
juego, a saber:
a. Homología entre la escolarización y otros procesos educativos
b. Matriz eclesiástica
c. Regulación artificial
d. Uso específico del espacio y el tiempo
e. Pertenencia a un sistema mayor
f. Fenómeno colectivo
g. Constitución del campo pedagógico y su reducción a lo escolar
h. Formación de un cuerpo de especialistas dotados de tecnologías específicas
i. El docente como ejemplo de conducta
j. Especial definición de la infancia
k. Establecimiento de una relación inmodificablemente asimétrica entre docente y
alumno
l. Generación de dispositivos específicos de disciplinamiento
m. Currículo y prácticas universales y uniformes
n. Ordenamiento de los contenidos
o. Descontextualización del contenido académico y creación del contenido escolar
p. Creación de sistemas de acreditación sanción y evaluación escolar
q. Generación de una oferta y demanda impresa específica.

2. La escolarización como empresa moderna. Pineau, desde un recorrido que


abarca desde la Edad Media hasta nuestros días reubica aquí este fenómeno en el
paisaje, sosteniendo su hipótesis de que “la constitución de la escuela no es un
fenómeno que resulta de la evolución lógica y natural de la educación, sino de
una serie de rupturas y acomodaciones en su devenir. Pero, a su vez, la escuela
puede considerarse el punto cúlmine de la educación entendida como empresa
moderna, en tanto proceso sobre el que se apoya su naturalización”.

En efecto, hasta el Siglo XVII, el proceso fue lento, luego acelerado y finalmente
decantado. En la Edad Media ocurre la maceración lenta de alguno de estos
componentes. En el Siglo XVI, inicio de la modernidad, el proceso se acelera. En
el Siglo XVII, decantan muchos de sus elementos

En el ilustrado Siglo XVIII, se comenzó a teorizar sobre las cuestiones educativas,


avanzándose en la construcción de la escuela como forma educativa moderna por
excelencia. Desde Kant y otros pensadores, se comprendió a la educación como el
fenómeno esencialmente humano piedra de toque del cambio social y de los
procesos de superación o progreso individual y colectivo y reafirmó a la infancia
como el período etario educativo por antonomasia.
Kant, en Pedagogía, retoma el pensamiento pedagógico de los siglos XV al XVII y
lo entronca con la Ilustración, lo que le permitió desplegar las premisas
educativas modernas. Kant constituye a la educación en un fenómeno humano,
externo a la realidad dada y a la divinidad. La clasificación interna de lo
educativo –cuidados, disciplina e instrucción- que da lugar a las tres
interpelaciones a su sujeto –niño pequeño, educando y estudiante- establece los
límites entre un interior y un exterior. La educación es la piedra de toque del
desarrollo del ser humano. El hombre es capaz de conocer prescindiendo de todo
criterio de autoridad y de otredad, a partir de desarrollar la razón, y este
fenómeno es el proceso educativo.
Los cuidados son propios de todas las especies animales. Por el contrario, la
relación entre disciplina e instrucción -ambos procesos esencialmente humanos-
soldada por Kant se mantiene en las concepciones modernas sobre educación. La
relación instrucción/disciplina, como binomio de relación negativo/positivo,
represión/producción, establece las fronteras precisas de lo educativo. El
hombre educado es un hombre cultivado/disciplinado. Es posible comprender
este fenómeno dentro de lo que Foucault llamó la gubernamentabilidad, en
tanto forma de disciplina y gobierno no ya dirigida a un territorio, o a la familia,
sino a la población. La construcción del poder moderno, que actúa por
producción y no por represión, que genera y no cercena sujetos, implicó la
construcción de esta estrategia por la que el poder actúa a la vez sobre todos y
cada uno de los sujetos. En este marco, Kant reforzó una de las operaciones
centrales de la educación moderna: la constitución de la infancia como sujeto
educativo por excelencia.

El burgués Siglo XIX fue un “laboratorio de pruebas” de la escuela,


reprocesándose el pensamiento educativo moderno principalmente a partir del
despliegue de tres discursos: liberalismo, positivismo, el aula tradicional:

a) Liberalismo: el fin de la educación liberal es la formación del ciudadano, en un


doble juego de obligaciones y derechos. Estas consideraciones dieron origen a:
i) Aportes del liberalismo en el nivel educativo: el Estado docente y la
obligatoriedad escolar
ii) Comprensión de la educación como un cursus honorem que permitía la “carrera
abierta al talento” a partir de su función monopólica de dotación de capital
cultural institucionalizado. El sistema educativo se convirtió en una vía
inestimable de ascenso social y de legitimación de las desigualdades, en una
tensión constante entre la igualdad de oportunidades y la meritocracia que
ordenan sus prácticas.
iii) Marcó el camino de construcción de las naciones y el sentimiento de
adscripción a ellas. La naccionalidad debía ordenar la totalidad de las prácticas
escolares

b) Positivismo:
i) Comprensión de la escuela como la institución evolutivamente superior de
difusión de la cultura válida como instancia de disciplinamiento social. as´,
Europa constuía una justificación cultural y educativa del imperialismo
ii) La cientificidad como el único criterio de validación pedagógica. Este
cientificismo adoptó distintas formas y produjo diversos impactos
(1) Realización de una serie de reducciones para la comprensión del hecho
educativo. Todo problema educativo era en última instancia un problema de un
sujeto que aprende, y las posibilidades de aprender de ese sujetos estaban
determinadas por sus genes, su anatomía o su grado de evolución (mielinización,
consumo de fósforo). De esta forma se podía establecer desde el comienzo
quiénes triunfarían en el terreno educativo y quiénes no tenían esperanzas. Esta
reduccón interpelaba a los sujetos sociales excluidos como productos de
enfermedades sociales o como expresiones de deiciencias provenientes de la raza
de origen.
(2) Abonó la dimensión prescriptiva de la didáctica ediante lo que Tedesco ha
denominado “detallismo metodológico”
(3) Pelea por el establecimiento de un currículo científico, cuyos triunfos fueron
escasos y variados. La idea de la experimentación e investigación propugnadas
como estrategias pedagóficas se conviertieron en una repetición mecánica por
parte de los aulumnos de los pasos científicos para llegar a los fines y los
resultados predeterinados, sin la posibilidad de variación ni de construcción de
nuevos saberes.

c) Aula tradicional: ordenó las prácticas cotidianas, a partir del triunfo final y
avasallante del método simultáneo, gradual o frontal. La organización del
espacio, el tiempo y el control de los cuerpos siguió el método de organización
propuesto por éste último. Docente en lugar privilegiado, aprendizaje fundido en
la enseñanza. A su vez, se privilegiaron los procesos intelectuales de todo tipo
con sede en cuerpos indóciles a ser controlados, reticulados y moldeados. Se
buscaba formar la mente de los alumnos en su máxima expansión, y para ello era
necesario inmovilizar sus cuerpos.

A estos se le fueron sumando contemporánea o posteriormente otros: higienismo,


nacionalismos, normalismo, asistencialismo, pragmatismo, materialismo,
sensualismo, etc.

La escuela triunfa y se expande por todo el globo, al mismo tiempo


descabezándose la pedagogía tradicional al cambiarle los fines transcendentales
o metafísicos comenianos, kantianos o herbartianos, y ubicando allí el
liberalismo, el nacionalismo y/o el cientificismo.El logro de los procesos de
aprendizaje escolar quedó conformado centralmente por el siguiente triángulo:
a. Alumno pasivo y vacío, reductible a lo biológico, y asocial. Se debe controlar su
cuerpo y formar su mente
b. Docente fundido en el método, reducido a ser un robot enseñante
c. Saberes científicos acabados y nacionalizadores.

Con respecto al Siglo XX, donde ya el reinado y la notable expansión global de la


escuela es innegable, en las primeras décadas el énfasis estuvo puesto en la
generación de una validación académica y teórica del modelo, y
fundamentalmente, nos queda la definición durkheimiana de la educación como
proceso social que, a pesar de haber sido revisada y cuestionada, para
Pineau no ha sido superada, ya que su matriz sigue en pie. En
efecto, Durkheim, en su Educación y Sociología, definió a la “educación”
realizando varias operaciones:
1. Despega la educación de cualquier definición trascendental y la limita a la
espera de lo social. de fenómeno esencialmente humano en Kant, la educación se
vuelve un fenómeno esencialmente social.
2. Determina muy fuertemente el lugar del educador y del educando. Continuando
los planteos de Kant, la educación es un proceso de completud del infante como
sujeto inacabado, al que Durkheim sumó su comprensión como sujeto social.
3. Refuerza la dupla represión/liberación mediante la inscripción social de la
educación.
4. Ya fuera de la definición, Durkehim naturaliza a la escuela al volverla heredera
de la evolución pedagógica previa, negando su historicidad.
5. La pone bajo el control estatal. Las ecuaciones son educación=escuela y
sociedad=estado, de forma tal que la enunciación fundante, “la educación es un
proceso social”, se desplaza a “la escuela debe ser estatal”.

Luego, la historia siguió nuevos derroteros, como el debate entre la escuela


nueva y la tradicional, la psicologización de la pedagogía, nuevas formas de
organización y administración, la globalización de la información, la masificación
del sistema, la constitución de nuevos agentes educativos, y la aparición
de nuevas formas de procesamiento de la información, entre muchos otros
fenómenos que condicionaron su devenir.

A modo de breve cierre, digamos que Pineau aporta el pensar la escuela no como
un fenómeno natural y evolutivo, sino histórico y contradictorio, como una de las
tantas, y no la única opción posible. De tal modo, el autor deconstruye el
concepto “escuela” desde lo histórico-social, invitándonos a tratar de separar la
escuela del paisaje exterior que la rodea, la modernidad, poniendo a rodar lo
naturalde la escuela, que no es algo dado, sino una construcción a desarmar. Y
luego de esta deconstrucción, nos invita a confiar en la escuela como
una alternativa posible.

Pablo Pineau ¿Por qué triunfo la escuela?


Entre los siglos XIX y XX asistimos a la expansión de la escuela como forma
educativa hegemónica a nivel mundial. La educación comenzó a ser obligatoria,
llevando al boom en las matriculaciones.
En los análisis para explicar este fenómeno, se ha propuesto que la escuela es el
resultado del desarrollo evolutivo, o en algunos casos se ha buscado problematizar la
cuestión. Para la mayoría de los autores la escuela es un epifenómeno de la escritura,
aunque también es “algo más”: genera ciudadanos y proletarios.
Y en este sentido la escuela es una conquista social pero también un aparato
disciplinador, en donde las clases hegemónicas inculcan su ideología. Pero cabe
aclarar que el triunfo de la escuela está en la socialización de los conocimientos, la
alfabetización y la institucionalización educativa.
La mayoría de las lecturas sobre esta problemática ubica en el sentido de lo
escolar fuera de la escuela. Por lo tanto serían fenómenos extra escolares
(capitalismo, imperialismo, occidente, meritocracia, etc) lo que explicaría el por qué de
la escuela. ¿Pero cómo se explica que si bien estos contextos cambiaron el texto
escolar resistió?
El problema es que a los educadores modernos, les resulta difícil ver ala escuela
como un ente no fundido en el pasaje educativo, lo que demuestra que su
construcción social es producto de la modernidad.
El plus de significación tiene que ver con la consolidación de la escuela como
forma educativa hegemónica que fue capaz de hacerse cargo de la definición moderna
de la educación.

¿Qué es la escuela?

Piezas que se fueron ensamblando para generar la escuela:


1. Homología entre la escolarización y los procesos educativos. La escuela
de formó mediante operaciones de negociación y oposición con otras formas
educativas presentes.
2. Matriz eclesiástica. La escuela hereda del monasterio su condición de
espacio educativo total. Lo que sucede en las aulas son experiencias
educativas a las que son sometidos los alumnos sin posibilidad de escape.
3. Regulación artificial. Se reelabora el dispositivo de encierre institucional
heredado del monasterio.
4. Uso específico del espacio y del tiempo. Se diferencia claramente entre
los espacios de trabajo y de juego, el docente y los alumnos, definiéndose
ciertos momentos. De modo que se dosifica el tiempo, señalando ritmos y
alternancias.
5. Pertenencia a un sistema mayor. Cada escuela es un nudo en la red del
sistema educativo, en donde las regulaciones de la escuela provienen de
afuera (aunque en parte también desde dentro de la institución).
6. Fenómeno colectivo. Para construir el poder moderno se tuvo que
construir saberes que permitieran coaccionar sobre el colectivo, pero sin anular
del todo la actuación sobre cada uno de los individuos en particular.
7. Constitución del campo pedagógico y su redacción a lo escolar. El
“cómo enseñar” se vuelve objeto de una nueva disciplina, la pedagogía. Entre
los siglos XVIII y XIX, lo pedagógico se redujo exclusivamente a lo escolar.
8. Formación de un cuerpo de especialistas dotados de las tecnologías
específicas. Este es el rol de los docentes, a los cuales se les otorgó el
monopolio de saberes específicos, permitiéndoles diferenciarse de otras figuras
sociales. Estos fueron moldeados en instituciones específicas fundadas dentro
del propio sistema educativo.
9. El docente como ejemplo de conducta. El docente debe ser ejemplo,
perdiendo su vida privada, quedando expuesta a sanciones laborales. Se
presentan también condiciones de trabajo precarias por lo cual se dio una
vocación forzada que condujo a la feminización de la profesión.
10. Especial definición de la infancia. En la modernidad la infancia comienza
a ser caracterizada desde posturas negativas: diferenciándola de la adultez por
su incompletitud.
11. Establecimiento de una relación inmodificablemente asimétrica entre
docentes y alumnos. El docente tiene el conocimiento, el alumno no lo posee
por lo cual en el proceso pedagógico jamás será visto como igual, será menor
siempre respecto del otro miembro de la díada.
12. Generación de dispositivos específicos de disciplinamiento.
Construcción de dispositivos de producción de “cuerpos dóciles”. La escuela
obligatoria como un mecanismo de control social.
13. Currículo y prácticas universales y uniformantes. Esta uniformidad se
basó en la constitución de un conjunto de saberes considerados indisolubles,
neutros y previos a cualquier aprendizaje: los saberes elementales (la lectura,
la escritura y el cálculo) y religión y/o ciudadanía.
14. Ordenamiento de los contenidos. La escuela recorta, selecciona y
ordena lo que considera que debe impartir a sus alumnos por medio de un
proceso de elaboración y concreción del currículo.
15. Descontextualización del contenido académico y creación del contenido
escolar. La escuela genera el currículo descontextualizando los saberes de su
universo de producción y aplicación. El saber escolar debe ser gradual, debe
poder adaptarse al alumno, ordenarse en unidades, etc. Esto está íntimamente
vinculado al funcionamiento disciplinal.
16. Creación de sistemas de acreditación, sanción y evaluación escolar. Se
establece un nuevo tipo de capital cultural, el institucionalizado. Se acredita el
conocimiento por medio de un diploma o título que le permite al egresado el
funcionamiento en el mercado laboral. Es así como el capital cultural
institucionalizado es monopolizado por el sistema educativo, convirtiéndolo en
un tamiz de clasificación social. Consecuentemente el examen se convierte en
una práctica continua e ineludible.
17. Generación de una oferta y demanda impresa específica. Los libros de
texto se constituyeron como un género menor, de poco reconocimiento social y
simbólico, que responde a las reglas propias de la escuela.

La escolarización como empresa moderna

En vistas de todo lo anterior, es evidente que la escuela no se constituyó como un


fenómeno de la evolución lógica y natural, sino que se dio con rupturas y
acomodamientos en el proceso.
Kant define a la educación entendiendo que el hombre sería la única criatura que
debería ser educada mediante la disciplina y la instrucción. Esto concibe al fenómeno
como externo a la realidad dada y a la divinidad. En donde educar, para Kant, sería
desarrollar la perfección inherente a la naturaleza humana. Este planteo pone a la
educación en el lugar de “piedra de toque del desarrollo del ser humano”.
Siguiendo con esto Kant también propone una relación entre la instrucción y la
disciplina. Es así como el hombre educado es un hombre “cultivado pero disciplinado”.
También reforzó una de las operaciones centrales de la educación moderna, que es la
constitución de la infancia como el sujeto de la educación. De esta manera se
construyó el pensamiento educativo moderno, y en base a tres discurso del siglo XIX:

 El liberalismo. Plantea la constitución de sujetos libres por medio de la


educación como condición para existir en el mercado, y también para la ciudadanía (y
en ele ejercicio de sus derechos). De este modo se configura la formación del
ciudadano como portador de derechos y obligaciones, en donde la educación pasa a
ser un problema del Estado.
También aporta la comprensión de que la educación permitiría el ascenso social,
generando una tensión constante entre la desigualdad de oportunidades y el mérito
para poder ascender socialmente.
 El positivismo. Aportó a la comprensión de la escuela como una institución
superior de difusión de la “cultura válida”, como instancia de disciplinamiento social
que permitiera el desarrollo y el progreso ordenado de la humanidad. El positivismo
estableció la cientificidad como el único criterio de la validación pedagógica. Y,
consecuentemente, la pedagogía fue reducida a la psicología, y esta a su vez a la
biología, lo cual conlleva a que desde el comienzo se podía saber quiénes triunfarían o
no desde el terreno educativo, y los menos afortunados serían organismos enfermos.
Esta corriente dio a la didáctica el llamado “detallismo metodológico”, un método que
lograría alcanzar los resultados pedagógicos esperados (la receta). Pero este
curriculum científico fue un fracaso, y paradójicamente dio lugar a la repetición y no a
la investigación de la ciencia.
 El aula tradicional. Esta ordenó las prácticas cotidianas. Otorgándosele al
docente un lugar privilegiado en el proceso de aprendizaje, dejando a los alumnos
inmovilizados para lograr la máxima expansión de sus mentes.

El sistema educativo se basó en tres niveles (primario, medio, universitario), y se


expandió por todo el mundo. A fines del siglo XIX el proceso de aprendizaje quedó
conformado por el triángulo: alumno (pasivo y vacío, se debe controlar su cuerpo y
formar su mente) – docente (fundido con su método) – saberes (científicos y
nacionalizadores).
La validación académica y teórica de esto fue llevada a cabo en el siglo XX por
Durkheim el cual limita la educación a la esfera de lo social (“educación es la acción
ejercida por las generaciones adultas sobre las que no están maduras para la vida
social”). También determina el lugar del educador y del educando (adultos e infantes
respectivamente), reforzando la dupla represión – liberación mediante la inscripción
social de la educación. De este modo naturaliza a la escuela volviéndola heredera de
la evolución pedagógica previa, negando su historia plagada de rupturas y sobre todo
poniéndola bajo el control estatal.

Para finalizar, la historia de la escuela triunfante del siglo XX seguiría con


problemas cuando surge el debate entre la escuela nueva y la escuela tradicional.

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