issn 0716-0798
Carlo Ginzburg
Scuola Normale Superiore / University of California, Los Angeles
* Texto leído en la Scuola Normale Superiore di Pisa el 10 de mayo de 2017, en una serie
dedicada a la divulgación científica (“Les cuento el descubrimiento que ha cambiado mi
vida”). Versiones ligeramente distintas han sido presentadas en Cosenza (Premio Sila a la
carrera, 14 de noviembre de 2016), y en la UNSAM de Buenos Aires (doctorado honoris
causa, 22 de noviembre de 2016). Traducción del italiano al español de Rafael Gaune
[n. del t. Agradezco, una vez más, a Carlo Ginzburg su gentileza al permitir esta traducción,
sus observaciones, precisiones filológicas y ser parte del dossier de Taller de Letras en torno
a su obra y aportes analíticos-metodológicos a la historiografía].
1 I benandanti. Stregoneria e culti agrari tra Cinquecento e Seicento. Torino: Einaudi,
1966. Nueva edición de 1972, con el texto “Post-scriptum 1972”. Traducción española Los
benandanti. Brujería y cultos agrarios entre los siglos XVI y XVII (Guadalajara: Editorial
Universitaria, 2005).
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2 “il
caso di Chiara Signorini, pur nei suoi aspetti irreducibilmente individuali, può assumere
un significato in qualche modo paradigmatico”.
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Era el año 1963 y decidí viajar por Italia buscando procesos inquisitoriales.
Comencé por el fondo Santo Oficio depositado en el Archivo de Estado de
Venecia. La mañana andaba al archivo y, utilizando un inventario manuscrito
que indicaba en términos vagos el contenido de los procesos, herejía, magia,
entre otros, solicitaba tres volúmenes: digamos 8, 25, 63. Retrospectivamente
hablo de ruleta veneciana. Me movía lentamente porque tenía la impresión de
haber quedado sin una hipótesis que guiaba mi investigación. Una mañana
encontré en un volumen un documento de pocas páginas: el interrogatorio,
fechado en 1591, de un ganadero de Latisana, Menichino. Alguien lo había
denunciado al inquisidor porque era un “benandante” (un término que yo
nunca había encontrado). ¿Qué significaba benandante?, había preguntado
el inquisidor. Y Menichino, después de haber tergiversado un poco, había
narrado que tres veces al año andaba “en espíritu” en el “campo de Iosafat
(…) y tenía miedo, y me parecía ir a un jardín ancho, grande, bello: y tenía
buen olor, y me parecía que fuesen muchas flores y rosas. Ahí los benan-
danti, armados de ramas de hinojo, luchaban contra las brujas y, a su jefe,
Menichino había dicho “que cuando los benandanti vencían era signo de
buena cosecha”(Ginzburg, I benandanti 84-87)3.
3 “Campo di Iosafat (…) et havevo paura, et mi parve andare in un prato largo, grande,
bello: et sentiva oglioso, cioè mandava buono odore, et mi pareva che vi fossero assai fiori
et rose (…) che quando i beneandanti vincevano era segno di buon raccolto”.
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Narraban, los benandanti, que habían nacido con una camisa (envueltos
en el líquido amniótico) y que por eso estaban obligados a salir en espíritu
tres, o más de cuatro veces al año, durante las temporadas, a combatir de
noche, armados de ramas de hinojo, contra brujas y brujos armados de sorgo.
Cuando vencían los benandanti, las cosechas eran abundantes; mientras
que cuando ganaban las brujas había escasez. Después de un momento de
estupor, los inquisidores buscaban inducir a los benandati de ser brujos, y
no enemigos de los brujos. Solo después de cincuenta años los benandanti
admitieron, entre muchas resistencias y en manera incompleta, que las
batallas nocturnas por la fertilidad eran en realidad un aquelarre diabólico.
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4 “Per il Friuli, si può affermare con sicurezza che la stregoneria diabolica si diffuse come
deformazione di un precedente culto agrario. E’ naturalmente impossibile estendere senz’altro,
per analogia, questa conclusione ad altre regioni d’Europa; tuttavia, per quanto parziale
e circoscritta, essa può costituire un’ipotesi per ulteriori ricerche. Fin d’ora, comunque, la
presenza di questo gruppo di credenze in una zona estesa e cruciale, implica, e mio parere,
un’impostazione in gran parte nuova del problema delle origini popolari della stregoneria”
5 “non è stato affrontato il problema della connessione, indubitabile, esistente tra benandanti
e sciamani”.
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Este fragmento regresó a mí, sin que me diera cuenta, cuando, en el Archivo
del estado de Venecia, me encontré con estas palabras, que el benandante
Menichino da Latisana pronunció empujado por las preguntas del inquisidor:
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Quien esté interesado en las analogías entre los éxtasis de los benandanti
y de los chamanes, protectores –unos y otros– de la comunidad por medio
de la comunicación con el mundo de los espíritus, puede leer los dos libros
que he recordado, Los benandanti e Historia nocturna, ambos traducidos
en doce idiomas (las traducciones más recientes de Los benandanti son en
7 “In stato di grande concentrazione gli sciamani [Tungusi], come altre persone, possono
entrare in comunicazione con altri sciamani e con altri individui comuni (…) talora essi
non sanno rendersi ragione del motivo per cui lasciano un luogo e vanno in un altro dove
incontrano la persona che li ha chiamati: essi vanno perché ’sentono che debbono andare’”
8 “Sono andato quei tre giorni perché altri me l’hanno detto… Il primo che mi ha detto
che si va quei tre giorni è stato Giambattista Tamburlino… Mi diceva che lui e io eravamo
beneandanti, et che bisognava che io andasse con esso lui; et io dicevo che non ci sarei
andato, et lui diceva ’Bisognarà venire quando bisognarà’; et io dicevo ’Tu non mi farai vegnì’,
et lui diceva ’Bisognarà vegnì a ogni modo, è come uno fumo, non vi si va in persona’, et
che bisognava andare a combattere per la fede, et io pur dicevo non volere andare. Et uno
anno doppo che mi hebbe ragionato m’insognai di andare nel detto campo di Iosafat… et
avevo paura, et mi parve andare in uno prato, largo, bello…”.
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Obras citadas
9 Yejian de zhan dou: 16, 17 shi ji de wu shu he nong ye chong bai (Shanghai: Shanghai
Renmin Press, 2005); Els benandanti. Bruixeria i cultes agraris als segles XVI i XVII (València:
Universitat de València, 2011). Entre los estudios recientes véase Franco Nardon, Benandanti
e inquisitori nel Friuli del Seicento, prefacio de Andrea del Col (Trieste: Università di Trieste,
1999).
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