Sigmund Freud
(Obras completas)
I
Querido doctor:
¿Qué vientos infortunados lo han impulsado a usted, justamente a usted, hacia las
costas de Norteamérica? Bien podía haber previsto con cuánta amabilidad los analistas
profanos son recibidos allí por esos colegas nuestros para quienes el psicoanálisis no es
sino una sierva de la psiquiatría. ¿Acaso no podía haberse quedado un tiempo más en
Holanda?
Cada vez que me pongo a pensar en usted no sé qué domina en mí, si la simpatía o
la preocupación.
Con mis más cordiales deseos, que usted seguramente necesitará mucho en este
trance, lo saluda su
Freud.
II
III
Estoy dispuesto a ayudarle en cuanto me llegue la noticia de que puedo disponer
de la omnipotencia de Dios. Entre tanto, usted deberá seguir trabajando contra viento y
marea.
Cordialmente suyo,
Freud.