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Sepúlveda, Juan Ginés, Apología de Juan Ginés de Sepúlveda contra fray

Bartolomé de Las Casas, traducción, introducción y notas de A.


Losada, Madrid, Editora Nacional, 1975.
Las Casas, Fray Bartolomé de, Brevísima historia de la destrucción de las
Indias, edición y notas de Trinidad Barrera, España, Alianza Editorial,
2014, 199 pp.

Martínez Ocampo Victor Alonso Guadalupe

De entre los asuntos a tratar posteriores a la Conquista, una de las cosas que
Sepúlveda y Las Casas discutirán será la justificación jurídico-teológica del proceso
de conquista. Esto se entrelaza con la naturaleza del indio y América como una
dádiva a la Corona española, por lo que trataré de mantenerlo en el terreno de la
justificación.

El que más va a abordar la justificación va a ser Sepúlveda aludiendo


constantemente a la filosofía peripatética. Y es que la manera en que maneja el
discurso Sepúlveda, orilla a que la única alternativa al proceso de Conquista hubiera
sido permitir las “injusticias” y herejías llevadas a cabo dentro del territorio
americano.

Las razones justificadoras que Sepúlveda va a usar es la barbarie de los indios y


las herejías cometidas por éstos. Para esto va a apoyarse en la ley natural y la ley
divina: la dualidad del dominador y dominado. Y es que, de principio, para
Sepúlveda, las reglas de guerra justa no son aplicables porque no considera a los
indios americanos como personas sino como salvajes, por lo que los principios de
guerra justa no aplican para ellos. Esto va a estar basado fundamentalmente en la
Política de Aristóteles: la superioridad de los civilizados, de los perfectos, de los
virtuosos.

Sin embargo, Las Casas va a tratar de debatir esto anteponiendo las múltiples
virtudes de los indios (excepto la religiosa) frente a los conquistadores, a quienes él
otorga el papel de bárbaros. Sin embargo, Sepúlveda reconoce esto: el Rey no tiene
autoridad absoluta sobre a quiénes mandan y a quiénes no, ni su comportamiento.
¿Se pudo haber llevado a cabo el proceso de Conquista de una mejor manera?, por
supuesto, desafortunadamente, no podemos hacer nada sobre lo ocurrido, ya que
la labor no es tanto reconocer que se llevaron a cabo vejaciones y maltratos, sino el
justificar a escala macro el porqué de este proceso, no los métodos empleados. Las
Casas no va a ser el único que cuestione la condición de salvaje del indio como
para justificar su conquista y su dominación, Joseph de Acosta en su Historia natural
y moral va a hablar igualmente del problema que representa despreciar a los indios
y denigrarlos1. Mas no debemos de perder de vista algo: Sepúlveda urge en
convertir a los indígenas, con el fin de salvar su alma, además de justificar el
proceder de España ante el mundo; Las Casas y Acosta apelan al proceso de
conversión no punitivo, pacífico, manteniendo sus estructuras sociales.

Al final de las cosas, creo es importante que valoremos las posturas de Sepúlveda
y Las Casas más allá de tomar partido por un lado o por otro: si bien Las Casas
abogó de manera férrea y constante por el trato justo hacia los indios, hay que
reconocer que Sepúlveda sabe que no todos los indios son igual de virtuosos,
incluso es de poner en duda qué tan idealizados los tenía Bartolomé, además de
que Sepúlveda escribe un discurso “oficial”, si gustan llamarlo así, por lo que la
naturaleza de lo escrito será de ese corte.

¿Fue la Conquista un proceso justo?, es debatible, más aún puesto en perspectiva


de otros procesos de conquista en América, pero no debemos de perder de vista el
hecho de que no es simplemente el saber que existen unos bárbaros o unos
virtuosos en alguna masa de tierra y se pretende subyugar a dichos habitantes, sino
que el desconocimiento total de la existencia de dichas personas para los europeos
los lleva a tomar decisiones cuestionables, radicales en algunos casos. Puede que
la Arcadia que Las Casas soñase en realidad fuera una tierra de riñas político-
militares, donde la única paz posible era a través de la guerra constante y la
sumisión de otros pueblos frente a la presión de los mexicas; puede que los
bárbaros de Sepúlveda en realidad fueran parte de un área cultural llena de
conocimientos, visiones cosmológicas, personas y costumbres radicalmente distinta
a lo que se conocía en Europa.

1
Joseph de Acosta, “Historia natural y moral de las Indias”, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, 2008, p. 204-205
Al final del día, debemos recordar que asumir esa otredad: “nosotros” los indígenas
conquistados, “nosotros” los herederos de la tradición mesoamericana; y “ellos”, los
otros, los conquistadores, los españoles, los europeos, los saqueadores y
violadores de nuestras tierras, en nada ayuda a la conciliación de ambas herencias,
mucho menos a la asimilación de nuestra cultura mestiza. Somos tan hispanos
como mesoamericanos, no somos los conquistadores o los conquistados, sino el
producto de eso, una esencia diferente.

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