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Irene González Hernando – Iconografía de la Trinidad en la Edad Media

ICONOGRAFÍA DE LA TRINIDAD EN LA EDAD MEDIA

ISBN - 84-9822-445-4

Irene González Hernando


iglezhdo@yahoo.es

THESAURUS: Iconografía cristiana; Iconografía medieval; Trinidad.

OTROS ARTÍCULOS RELACIONADOS CON EL TEMA EN LICEUS: La iconografía


de Dios Padre en el arte bizantino.

RESUMEN O ESQUEMA DEL ARTÍCULO: En este artículo se analizan las principales


tipologías iconográficas trinitarias medievales, haciendo una distinción entre las
orientales y las occidentales. En Bizancio existe una reticencia hacia la representación
de la divinidad que hunde sus raíces en el Antiguo Testamento, por ello se desarrolla
una imagen indirecta de la Trinidad: la Hospitalidad de Abraham. En Occidente, si bien
durante los primeros siglos del Cristianismo se opta por representaciones de tipo
geométrico y conceptual, poco a poco se van hallando vías para la representación
explícita y antropomorfa de la Trinidad. Entre los siglos IX y XV se introducen temas
de nueva creación en Occidente: las Trinidades horizontales, el Trono de Gracia, la
Paternitas, la Compassio Patris, la Trinidad tricéfala/trifacial, la Cuaternidad; son
algunas de las más significativas.

1. La Trinidad: el dogma y su expresión plástica en el mundo medieval

1. 1. Desarrollo del dogma trinitario: conflictos y debates

La representación plástica del dogma de la Trinidad es por definición


conflictiva. Siendo la religión cristiana esencialmente monoteísta, el dogma de la
Trinidad, que reconoce la existencia de un “dios en tres personas”, puede parecer una
concesión al politeísmo.
La doctrina de la Trinidad afirma que Dios es la divina unidad de tres hipóstasis
(personas): Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Padre es visto como creador de todas
las cosas. El Hijo (Cristo) se identifica con el Verbo, y constituye la segunda persona

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de la Trinidad. El Espíritu Santo se considera el Pneuma (aliento o soplo) que emana


del Padre y del Hijo, y suele asociarse a la ciencia, la inteligencia, la sabiduría.
Las referencias a la Trinidad en el Antiguo Testamento son francamente
tenues. Algunos pasajes se han interpretado en sentido trinitario, como los tres
varones del encinar de Mambré (Génesis 18, 1-22) o los tres hebreos del horno
(Daniel 3, 1-100). Sin embargo las alusiones son escasas en relación a las del Nuevo
Testamento. En éste, las referencias trinitarias son mucho más explícitas: primero con
ocasión del bautismo, en Mateo 3, 16-17:
“Bautizado Jesús, salió luego del agua; y he aquí que se abrieron los cielos, y
vio al Espíritu de Dios descender como paloma y venir sobre él, mientras una
voz del cielo decía: “Este es mi hijo amado, en quien tengo mis complacencias”
Y más adelante, también en relación al bautismo, esta vez en Mateo 28, 19:
“Id pues; enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y
del Hijo, y del Espíritu Santo”.
La elaboración del dogma de la Trinidad es relativamente temprana, surge ya
entre los primeros cristianos. Ya desde el año 80 d.C. el bautismo se hace en nombre
del Padre, Hijo y Espíritu Santo, lo que contribuye a la difusión de la doctrina. Poco a
poco la fórmula ternaria va penetrando en el pensamiento cristiano. Tertuliano (s. II-III)
emplea por primera vez el término Trinitas y afirma la unidad de la sustancia de Padre,
Hijo y Espíritu Santo. Orígenes (s. III) establece una jerarquía entre las tres personas
de la Trinidad, situando primero al Padre, luego al Hijo y por último al Espíritu Santo.
La creencia en “Dios uno y trino” se fija en el I Concilio de Nicea del 325.
Sin embargo, aunque el dogma se establece temprano, hasta bien avanzada
la Edad Media hay múltiples polémicas en torno a la Trinidad, ya que ésta parece
contraria al monoteísmo. Por ello, los teólogos cristianos (Tertuliano, Gregorio
Nacianceno, San Basilio, San Hilario, San Agustín, Ireneo) escriben múltiples tratados
sobre esta cuestión, los conocidos De Trinitate, que se convierten casi en un género
literario.
Además, se celebran distintos concilios en los que se matizan, explican y
definen aspectos de la Trinidad: el I concilio de Nicea del 325, el I de Constantinopla
del 381, los sínodos VI (año 638) y XI (año 675) de Toledo, el IV concilio de Letrán de
1215, el II de Lyon de 1274 y el de Florencia-Ferrara de 1439-1444. Para avivar aún
más las disputas, el “Credo de Nicea-Constantinopla” (una fusión de los Credos de los
concilios de Nicea y de Constantinopla, del 325 y 381 respectivamente) estableció la
cuestión del filioque, es decir que el Espíritu Santo procedía del Padre y del Hijo; una
de las afirmaciones más polémicas que enfrentó a las iglesia de Oriente y Occidente.
Así pues, dados los continuos debates, la fiesta oficial de la Trinidad no será

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proclamada hasta 1334 por el papa Juan XXII de Avignon, celebrándose ocho días
después de Pentecostés.

1. 2. Dificultades en torno a la representación de la Trinidad

La representación de la Trinidad es conflictiva, como toda representación de la


divinidad. Los primeros cristianos recogen las prohibiciones del Antiguo Testamento en
torno a las representaciones de la divinidad (Éxodo 20, 4; Deuteronomio 4, 15; 27, 14).
Sin embargo, en Occidente esta prohibición pronto va relajándose y a lo largo de la
Edad Media empiezan a surgir distintos modos de figurar a la divinidad, primero de
modo indirecto, simbólico u abstracto, y con el paso del tiempo desarrollando
iconografías antropomorfas. En Oriente en cambio se mantienen estas reticencias
respecto a la representación plástica, y sólo se admite el episodio de la Hospitalidad
de Mambré como manifestación indirecta de la Trinidad.
En Occidente, las tres personas de la Trinidad fueron 'retratadas' por separado
y en conjunto. Respecto a las representaciones individuales, se incluye sólo una breve
síntesis de éstas, ya que verdaderamente no son imágenes trinitarias. A Dios Padre se
lo figuró en la Edad Media primero a través de la Dextera Domine (Dextera Dei) o
mano derecha de Dios (generalmente envuelta en rayos y saliendo de una nube),
símbolo de su poder. Más adelante como el “Anciano de los Días”, anciano
entronizado de largos cabellos y barba blanca, iconografía inspirada en la visión del
profeta Daniel 7, 9:
“Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un anciano de
muchos días, cuyas vestiduras eran blancas como la nieve, y los cabellos de su
cabeza como lana blanca. Su trono llameaba como llamas de fuego y las
ruedas eran de fuego ardiente”.
Finalmente, en los siglos XIV y XV como “papa o emperador celeste”, con la tiara
papal o la corona imperial y con la esfera.
A Cristo se lo representó bajo una gran variedad de iconografías.
Simbólicamente mediante la cruz y el cordero, símbolos de su sacrificio. Bajo
apariencia antropomorfa como Cristo siríaco, Cristo juez, Cristo varón de dolores y
Cristo apocalíptico; entre otras.
En cuanto al Espíritu Santo, se lo representó raramente en forma de hombre
(generalmente con un libro, símbolo de la inteligencia, uno de sus atributos), algunas
veces a través del fuego (en las escenas de Pentecostés), y casi siempre bajo
apariencia de paloma. El Espíritu Santo es la única persona de la Trinidad cuya
iconografía zoomorfa es más frecuente que la antropomorfa.

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Respecto a la representación en conjunto de la Trinidad, es la que se abordará


con más detenimiento a lo largo del artículo. Pero antes de pasar al análisis de las
distintas tipologías conviene recordar que, en este terreno, hay dos dificultades con las
que se encuentra el artista. Primero la invisibilidad de Dios que lo hace irrepresentable;
Dios es inefable e invisible, lo que complica toda expresión plástica. Segundo la
paradoja de la “unidad en la trinidad”; se hace muy complejo evocar al tiempo la
unidad y la triplicidad. Todo ello lleva los artistas a emplear las sugerencias de la
Biblia, la liturgia y las exégesis teológicas para crear las distintas imágenes; sin perder
de vista el dogma en sí.
El momento de máxima popularidad de la Trinidad se produce entre los siglos
XII y XV, como se refleja en las dedicaciones de iglesias, conventos, capillas y altares
privados, la iconografía funeraria, los Libros de Horas, las fórmulas testamentarias, los
libros de juramentos, las visiones místicas, la fundación de órdenes religiosas (como la
de los Trinitarios, creada en 1198 y dedicada a la redención de los cautivos), etc.
Precisamente entre los siglos XII y XV se desarrolla el periodo de mayor riqueza
iconográfica, en lo que se refiere a las imágenes de la Trinidad 'en conjunto'.

2. Cronología de las representaciones de la Trinidad en el arte medieval

En Occidente se pueden distinguir tres grandes periodos en la representación


de la Trinidad:
• Primer periodo: s. IV- fines s. VIII: manifestaciones indirectas de la Trinidad.
Los múltiples debates en torno a la Trinidad hacen que las representaciones sean
poco frecuentes, indirectas, 'abstractas', geométricas; como por ej. la Hetimasia, el
crismón trinitario, el triángulo, etc. Se ensayan distintas iconografías, pero sin que
se llegue a fijar un tipo determinado.
• Segundo periodo: s. IX- s. XII: periodo de investigación y de creación de los
principales tipos iconográficos.
Surgen por un lado los pasajes bíblicos de sentido trinitario, como la Hospitalidad
de Abraham y el Bautismo de Cristo. Aparecen por otro lado los principales tipos
trinitarios en Occidente, todos ellos antropomorfos: el Trono de Gracia, las
Trinidades horizontales (Trinidad del Salterio y Trinidad triándrica) y la Paternidad.
Las imágenes antropomorfas de la Trinidad desplazan a las geométricas-
abstractas. La precaución o reticencia frente a la representación de la divinidad (y
más aún frente a la representación humana de la divinidad) que tenían los
primeros cristianos, va desapareciendo.

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• Tercer periodo: s. XII - s. XV: periodo de expansión y de difusión de los tipos


iconográficos aparecidos en el siglo XII.
Las tipologías aparecidas en el periodo anterior se difunden y adoptan variantes.
Se generan nuevos tipos iconográficos, como la Trinidad tricéfala/trifacial (conocida
a partir del siglo XIII y de mucha difusión en el Renacimiento), la Compassio Patris
(o Trinidad sufriente) y la Coronación de la Virgen por la Trinidad (éstas dos
últimas a partir de los s. XIV y XV). Además se 'trinitarizan' ciertos episodios de la
vida de Cristo, como la Anunciación. Se retoman las iconografías trinitarias de tipo
geométrico, como por ej. los tres círculos entrelazados. En la Europa del Norte
surgen las primeras visiones de la Trinidad (las de Rupert von Deutz y Christina of
Markyate), y se difunde la misa votiva y la fiesta de la Trinidad.
En Bizancio la imagen trinitaria por excelencia fue la Hospitalidad de Abraham,
episodio bíblico de connotaciones trinitarias. La Guía de la Pintura bizantina (Dionisio
de Furna, 1728-1733) considera que el método adecuado para representar a la
Trinidad es a través de tres personas independientes: Cristo debe ser representado
bajo forma humana porque así se apareció a los hombres, Dios Padre como un
hombre anciano pues así se apareció a Daniel, y el Espíritu Santo como una paloma,
porque así se mostró durante el bautismo de Cristo en aguas del Jordán.

3. Un episodio bíblico de interpretación trinitaria: la Hospitalidad de Abraham.


Desarrollo en Bizancio

En Bizancio la Trinidad se representó de modo indirecto, a través de un pasaje


del Antiguo Testamento que se interpretó en clave trinitaria: la Hospitalidad de
Abraham (o Aparición en el encinar de Mambré, o Filoxenia según la denominación
bizantina). Este episodio se narra en Génesis 18, 1-22.
Estando Abraham a la puerta de su tienda vio tres varones (la manifestación
de Yavé) y les salió al encuentro, brindándoles su hospitalidad. Les ofreció lavarles los
pies, descansar bajo un árbol y tomar un bocado de pan. Abraham pidió a Sara que
cociese tres panes en el horno. Luego buscó un ternero para prepararlo y también
leche. Ofreció todo ello a los varones y se quedó bajo el árbol mientras comían. Los
varones le anunciaron que él y Sara tendrían un hijo. Sara que estaba dentro de la
tienda, se echó a reír a causa de este anuncio pues ambos eran ancianos. Yavé
reprendió a Sara por esta risa, pues nada es imposible para Dios. Los tres varones
partieron después a Sodoma y Gomorra, ciudades que iban a destruir por los grandes
pecados cometidos.

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La Biblia es ciertamente ambigua cuando habla de los “tres varones” que


visitan a Abraham. A lo largo del pasaje, unas veces se alude a “tres varones” y otras
a Yavé, mezclando singular y plural al referirse a éstos. Tal ambigüedad dio lugar a
variedad de interpretaciones. Los primeros comentaristas cristianos, como Ireneo (s. II)
y Orígenes (s. III), realizaron una interpretación cristológica y sostuvieron que los tres
varones de Mambré habían sido el “Verbo escoltado por dos ángeles”. Sin embargo,
desde finales del siglo IV y principios del siglo V y a lo largo de la Edad Media, se
impuso la interpretación trinitaria de autores como San Ambrosio y San Agustín. San
Agustín, comentando el pasaje, dijo que Abraham “vio tres pero adoró uno solo” (“tres
vidit, unum adoravit”), o lo que es lo mismo, que adoró un solo Dios en tres personas.
En Bizancio, para mostrar el sentido trinitario de esta escena, se adopta la
siguiente iconografía. Desaparecen Sara y Abraham y se representan sólo los tres
varones (o tres ángeles), generalmente idénticos e isocéfalos, al menos hasta el siglo
XIV. A partir del siglo XIV se introduce una pequeña diferenciación entre los varones y
el del centro, que simboliza a Dios Padre, está sobreelevado respecto a los otros dos.

Aunque existen numerosos ejemplos


de esta iconografía en Bizancio entre los
siglos V y XV, la obra que se coloca como
paradigma de esta tipología es el icono de A.
Rublev (1425), actualmente en la Galería
Tretiakov de Moscú, pero que
originariamente formaba parte de un
iconostasio (fig.1). La influencia de Rublev
fue tal que en 1551 fue declarado por el
Concilio de Stoglavij el ideal absoluto del arte
religioso (Alpatov 1927: 150-187).
A nivel compositivo, destaca la
simetría y la distribución circular de los
Fig. 1 - La Hospitalidad de Abraham. Autor A.
ángeles. Respecto a los detalles Rublev. Galería Tretiakov (Moscú).1425
iconográficos, si bien a primera vista los tres
varones son idénticos como marca la tradición bizantina, Grimaldi (1995: 130-132)
recoge la interpretación de Nicolai Greschny según el cual cada persona de la Trinidad
es reconocible por los colores que viste, identificando al ángel del centro con el Padre,
al de la derecha del espectador con el Hijo y al de la izquierda con el Espíritu Santo.
Por otra parte la escena tiene, además de sentido trinitario, connotaciones
eucarísticas, ya que lo que aparece sobre la mesa y que ha ofrecido Abraham es una

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copa de vino (prefigura de la sangre de Cristo que permite la Redención). Además la


mesa no es mesa sino más bien altar eucarístico, reforzando esta interpretación.

4. Representaciones no antropomorfas de la Trinidad

Bajo este epígrafe se agrupan una serie de imágenes fuertemente


conceptuales o simbólicas, de tipo geométrico, zoomorfo, e incluso “caligráfico”, que
fueron especialmente frecuentes en los primeros siglos del cristianismo (hasta los s.
VIII-IX), periodo en que la Trinidad fue objeto de intensos debates y en que existía una
cierta reticencia hacia la representación antropomorfa y se prefería una alusión más
indirecta. En estos primeros siglos, la cristiandad está influida por la ley mosaica que
prohíbe la representación de Dios: “No te harás esculturas ni imagen alguna de lo que
hay en lo alto de los cielos, ni de lo que hay abajo sobre la tierra, ni de lo que hay en
las aguas debajo de la tierra” (Éxodo 20, 4).

Fig. 2 - Trinidad geométrica- Fig. 3 - Trinidad geométrica-circular. Fig. 4 - Trinidad geométrica-tres


triangular. Manuscrito de la Manuscrito de la Bibliothèque ruedas. Puerta de la iglesia de
Bibliothèque Communale de Communale de Chartres- nº 1355. Vomécourt-sur-Madon de
Chartres- nº 1355. Fines s. XIII Fines s. XIII Vosges. s. X

Entre los símbolos geométricos a los que se ha adjudicado un sentido trinitario, se


hallan fundamentalmente el triángulo y el círculo, y sus distintas combinaciones:
• Entre los triángulos, aparece el triángulo equilátero inscrito en un círculo, y el
triángulo con discos en el centro y en cada uno de los extremos en los que se lee
respectivamente Deus, Pater, Filius y Spiritus Sanctus (fig. 2).
• Entre los círculos, distintas variantes: los tres círculos concéntricos; los tres
círculos entrecruzados que tal vez respondan a la visión de las ruedas de Ezequiel
(Ez. 1, 16: “las ruedas parecían de turquesa, eran todas iguales, y cada una
dispuesta como si hubiese una rueda dentro de otra rueda”) y que pueden
completarse con las palabras Unitas (situada en la intersección de los círculos) y

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Trinitas (dividida en tres sílabas y situada cada sílaba en uno de los círculos) (fig.
3); y las tres ruedas (ej. puerta de la iglesia de Vomécourt-sur-Madon de Vosges,
s. X, ruedas que tienen en el interior el ave fénix y motivos florales (fig.4).

Entre los símbolos 'caligráficos',


formados a partir de letras del alfabeto, se
deben situar los crismones trinitarios. El
crismón es en principio símbolo de Cristo,
constituido por la letras griegas X y P
(primeras letras de la palabra Xριστος) y
Fig. 5 - Crismón Trinitario. Tímpano- Catedral de
generalmente también por la А y ω (Alfa y
Jaca. Ultimo tercio s.X
la Omega, primera y última letra del
alfabeto griego que significan que Dios es el principio y fin de todas las cosas). En
ocasiones este crismón adquiere una simbología trinitaria, como ocurre en la catedral
de Jaca (fig.5), o en el baptisterio de Albenga (Italia, s. V) en que el crismón está
inscrito en tres círculos concéntricos y el Alfa y la Omega aparecen triplicados (fig. 6).

Fig. 6 - Crismón Trinitario. Mosaico-Baptisterio de Albenga Fig. 7 - Hetimasia. Baptisterio de los


(Italia). s. V Arrianos en Rávena. s. V

Entre los símbolos 'compuestos' que contienen elementos zoomorfos, se halla:


• la Hetimasia: trono vacío; con el libro, el cordero o la cruz; la paloma y la mano
saliendo del cielo (fig. 7).

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• la reunión de la mano (símbolo de la acción creadora de Dios Padre), la cruz


(símbolo del sacrificio del Hijo) y la paloma (símbolo del Espíritu Santo), ej.
Sacramentario de Autun, carolingio.

5. Representaciones antropomorfas de la Trinidad

Aunque existe una destacable diversidad de iconografías antropomorfas, con


variantes, excepciones y combinaciones múltiples; se puede hablar de seis grandes
grupos de imágenes trinitarias: las Trinidades horizontales, el Trono de Gracia, la
Paternidad, la Compassio Patris, la Trinidad tricéfala/trifacial y la Cuaternidad. De
estos seis grupos tres de ellos, el Trono de Gracia, la Paternidad y la Compassio
Patris, expresan la Corredención de la Trinidad y presentan una disposición vertical
común.
Hay, efectivamente, una serie de imágenes que no se ajusta a ninguna de
estas grandes tipologías, como la Quinitas de Winchester o la Trinidad de dos
medallones, pero éstas son representaciones que por su atipicidad son prácticamente
únicas (no crean escuela), y por ello han de ser estudiadas por separado. Se abordan
en un sub-epígrafe final.

5. 1. Trinidad horizontal

Bajo este epígrafe se agrupan


aquellas imágenes en que aparecen
las tres personas de la Trinidad
(Padre, Hijo y Espíritu Santo)
dispuestas horizontalmente y
yuxtapuestas (fig. 8). La disposición
horizontal es anterior a la vertical. Sin
embargo, es una iconografía que
Fig. 8 - Trinidad horizontal. Manuscrito “Hortum admite muchas variantes en cuanto
deliciarum”. s. XII
a:
- la apariencia: pueden presentar apariencia antropomorfa Padre, Hijo y Espíritu
Santo; o ser antropomorfos sólo Padre e Hijo, teniendo forma de paloma el Espíritu
Santo.
- la postura: las hipóstasis pueden estar de pie o entronizadas.
- el aspecto: las tres personas pueden ser absolutamente idénticas; o estar
diferenciadas mediante los atributos (el Padre con globo terráqueo y/o corona

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papal o imperial y/o triángulo, el Hijo con la cruz y/o la corona de espinas y el
Espíritu Santo con el Libro de la Sabiduría), la edad (el Padre anciano con blanca
barba, Cristo de mediana edad y el Espíritu Santo joven imberbe) o los rasgos
fisonómicos (Cristo con llagas en pies y manos, y el Espíritu Santo dotado de alas).
- la disposición: la más habitual es la que sitúa a Dios Padre en el centro, su Hijo a
su derecha y el Espíritu Santo a su izquierda, siguiendo el libro de los Salmos.
Pero existen otras disposiciones; en ocasiones el Hijo aparece a la izquierda del
Padre porque se ha tenido en cuenta el punto de vista del espectador.
Las fuentes iconográficas de este tema remiten al arte imperial romano y
bizantino que representó en las monedas dos o tres emperadores sentados uno al
lado del otro y coronados por la Victoria (Réau 1956: 22)
En general, lo que pretende expresar este grupo iconográfico es la igualdad
absoluta (la identidad perfecta) de las tres personas divinas (Grimaldi 1995:36). Esta
idea es manifestada por el mismo Jesús en la Biblia, en Juan 14, 9: “Jesús le dijo:
Felipe, ¿tanto tiempo ha que estoy con vosotros y no me habéis conocido? El que me
ha visto a mí ha visto al Padre[…]”. Este texto defiende la identificación entre Padre e
Hijo. San Hilario de Poitiers y San Agustín, a través de sus escritos, insistieron
también en la igualdad de las tres personas de la Trinidad. Por tanto, las fuentes
literarias de las Trinidades horizontales son el Nuevo Testamento y los escritos de San
Hilario y San Agustín.
En cualquier caso, todos estos
temas de yuxtaposición de las tres
personas divinas, serán acusados de
favorecer la herejía del Triteismo (herejía
que sostiene la existencia de tres dioses) y
serán por ello condenados en el Concilio
de Trento y muy raros a partir del siglo
XVI.
Existen dos variantes de gran
interés, cada una de ellas con nombre
propio: la Trinidad del Salterio y los Tres
varones idénticos.
Fig. 9 - Trinidad del Salterio. Sacramentaire de
Saint-Martin de Tours (B.m, ms. 0193, f. 059, 193).
5. 1. 1. Trinidad del Salterio 1150-1200

Iconografía en la que aparecen Padre e Hijo con rasgos antropomorfos


(idénticos o diferenciados entre sí), sentados en un trono común (o en dos tronos

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distintos), y acompañados del Espíritu Santo en forma de paloma, que se sitúa entre
los dos, y en ocasiones extiende las alas conectando los rostros de ambos, para
expresar de este modo el Filioque (es decir, que el Espíritu procede tanto del Padre
como del Hijo) (fig. 9).
Boespflug (1994: 181-240) se ha ocupado en profundidad de esta variante. El
nombre que recibe esta iconografía, la “Trinidad del Salterio”, se debe a que
generalmente decoraba la cabeza o comienzo del Salmo 110 (109 de la Vulgata),
especialmente a partir del siglo XIII. Es por tanto, un tipo iconográfico que se halla con
frecuencia en la miniatura francesa, anglosajona y alemana, y en menor medida en la
española.
Sus fuentes literarias bíblicas podrían localizarse en los salmos, aunque con
matices. En el Salmo 110(109),1 [“Salmo de David. Oráculo de Yavé a mi Señor:
“Siéntate a mi diestra en tanto que pongo a tus enemigos por escabel de tus pies”],
Yavé (el Padre) invita al Mesías (el Hijo) a ocupar el lugar a su derecha; pero ninguna
referencia se hace al Espíritu Santo. Por tanto, la presencia del Espíritu Santo procede
de las fuentes dogmáticas (profesiones de fe, manuales de catequesis, tratados sobre
la Trinidad) y devocionales (doxologías, letanías, misa y fiesta de la Trinidad).

5.1. 2. Tres varones idénticos (o Trinidad triándrica)


Variante en la que aparecen tres varones idénticos de la misma edad, con
actitud y expresión análoga, portando atributos similares (globo crucífero, corona y
cetro), e incluso a veces cubriéndose con el mismo manto (fig. 10 y 11). Esta
tipología es la que los autores franceses (Boespflug 1994 y Le Goff 2003) llaman
Trinité triandrique (Trinidad triándrica). Es un tema que se da entre los siglos XIII y XV.

Fig. 10 - Trinité triandrique. Lectionnaire de la Fig. 11 - Trinité triandrique. Livre d’heures Croy-
Sainte-Chapelle de Bourges (Paris). 1404 –1416) Arenberg - f. 195 v. Finales s. XV

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Según Réau (1956: 23) la inspiración literaria procede de un verso del Símbolo
Quicumque que dice: Talis Pater, talis Filius, talis Spiritus Sanctus. El Quicumque es
un “credo” compuesto hacia el año 500 que consta de una primera parte trinitaria
ampliamente desarrollada y otra segunda dedicada a la Encarnación de Cristo.

5. 2. Trinidad “Trono de Gracia” (o Trinidad Vertical)

La iconografía de la Trinidad Trono de Gracia esta compuesta por la imagen de


Dios Padre, entronizado y representado como un anciano barbado que sostiene con
ambas manos la cruz en que ha sido crucificado su Hijo. A ello se agrega la paloma
del Espíritu Santo que suele colocarse entre la barba del Padre y la cabeza del Hijo,
conectando de este modo las tres personas de la Trinidad. Generalmente la paloma
desciende -en forma de hálito o “soplo divino”- desde la barbilla del Padre hasta la
cabeza del Hijo (fig. 12); más raramente la paloma asciende desde el Hijo hasta el
Padre (fig. 13); y sólo en contadas ocasiones la paloma aparece en otras posiciones
(por ej. sobrevolando y coronando al Padre y al Hijo, o apoyada en el travesaño de la
cruz sin poner en contacto al Padre y al Hijo, o sobre el hombro de Cristo, o encima
del Libro de la Sabiduría que sostiene el Padre en la mano izquierda).

Fig. 12 - Trinidad Trono de Gracia. Iglesia de St. Fig. 13 - Trinidad Trono de Gracia. Miniatura
Denis de Neunkirsch (Sarreguemines). s. XVI francesa. s. XII

Esta disposición 'en altura' de Padre, Hijo y Espíritu Santo beneficia la fusión-
unión de las tres personas (frente a la yuxtaposición de las Trinidades Horizontales); y

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ha facilitado que dicha iconografía se conozca también como “Trinidad Vertical” (fig.
14).
El otro nombre que recibe este tipología, el de
“Trono de Gracia”, puede considerarse una aportación
de los estudiosos de los s. XIX-XX. El primero en usar
esta denominación -con el sentido que le damos hoy en
día- fue el alemán Kraus (1897: 390) a finales del siglo
XIX. Después, a lo largo del s. XX fue popularizándose
esta expresión.
Es decir, el término Trono de Gracia se conocía
desde antiguo pero no se aplicó a la Trinidad hasta el
siglo XIX. Es un vocablo de origen bíblico (thronum
gratiae), que figura en la versión latina de las Epístolas
de San Pablo a los Hebreos 4, 16; y que se emplea ahí
para referirse a Cristo como juez que se sienta en el
trono del tribunal. En la Edad Media la expresión
“Trono de Gracia” sirvió para designar bien la cátedra
del predicador, bien el sacramento de la penitencia, Fig. 14 - Trinidad Trono de Gracia.
Escultura de Genlis. Principios s.
bien a la Virgen. Posteriormente, en 1534 Lutero
XV
tradujo el término al alemán (Gnadenstuhl) y lo
relacionó con la sangre (el sacrificio) de Cristo derramada por el perdón de los
pecados.
Es una iconografía en que el Padre muestra a los hombres el sacrificio
realizado por su Hijo, que permitirá la Redención del género humano. Según Grimaldi-
Hierholtz (1995: 66), el Padre no se emociona ante el sufrimiento de su Hijo, no parece
compartir la pasión o dolor de Cristo, no hay por tanto una Compassio Patris. El Padre
permanece imperturbable y majestuoso. En este sentido la Trinidad Trono de Gracia
es parangonable a la Virgen en Majestad en la que María se limita a presentar al Niño
pero sin demostrar ningún tipo de sentimiento humano.
Este tipo trinitario hace hincapié en los temas de la Redención y Encarnación.
Dios Padre, en cooperación con el Espíritu Santo, hace que Cristo se encarne en
María y redima a los hombres, a través de su sacrificio en la cruz. Tal vez estos
Tronos de Gracia pretendían suscitar en los creyentes una meditación sobre la acción
salvadora de la oración y la penitencia (Grimaldi-Hierholtz 1995).
Son diversas las fuentes que se han señalado para esta iconografía. Entre las
fuentes literarias, G. Pamplona (1970) destaca varias procedentes de la Biblia. En
primer lugar, la Epístola de San Pablo a los Hebreos 4, 16:

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“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, a fin de recibir


misericordia y hallar gracia para el oportuno auxilio”
que emplea el término Trono de Gracia pero para referirse únicamente a Cristo, no a la
Trinidad al completo. En segundo lugar el Evangelio de San Lucas 23, 46:
“Jesús, dando una gran voz, dijo: Padre, en tus manos entrego mi espíritu, y
diciendo esto, expiró”
que parece contener las palabras claves que se traducirán plásticamente en la
Trinidad Trono de Gracia. Sin embargo la conexión entre las palabras del Evangelio de
san Lucas 23, 46 y la representación plástica de la Trinidad resulta bastante tenue.
Basta con observar que San Lucas nombra al Padre y al Hijo, pero en ningún caso al
Espíritu Santo.
Finalmente el Apocalipsis, que en distintas ocasiones hace alusión al trono de
Dios:
• “Al que venciere le haré sentarse conmigo en mi trono, así como yo también
vencí y me senté con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3, 21)
• “Vi a la derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y
por fuera, sellado con siete sellos” (Apocalipsis 5, 1)
• “porque el Cordero, que está en medio del trono, los apacentará y los guiará a
las fuentes de aguas de vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos”
(Apocalipsis 7, 17)
Sin embargo, Pamplona (1970) reconoce que estos versículos apocalípticos, de
interpretación amplia, no describen con exactitud la iconografía de la Trinidad Trono
de Gracia.
Boespflug (1994), por su parte, ha apuntado un par de fuentes bíblicas más,
subyacentes en dicha iconografía. Primero el evangelio de Juan 3, 14-15:
“A la manera que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que
sea levantado el Hijo del hombre, para que todo el que creyere en El tenga la
vida eterna”
Y después la Epístola de San Pablo a los Romanos 3, 24-25:
“[…] Cristo Jesús, a quien ha puesto Dios como sacrificio de propiciación,
mediante la fe en su sangre, para manifestación de su justicia, por la tolerancia
de los pecados pasados”
Los fragmentos mencionados evocarían la figura de Dios Padre levantando o
exponiendo a su Hijo, sacrificado por la redención de los pecados de la humanidad.
Entre las fuentes literarias-iconográficas Ligtenberg (1932) nombró la Anáfora
de la Misa que comienza con el Te igitur. Para Ligtenberg el Te igitur es la expresión
literaria de la aceptación plena por parte del Padre del sacrificio de Cristo en la Santa

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Misa, y por ello puede compararse con la Trinidad Trono de Gracia, que es la
expresión plástica de esta aceptación del sacrificio. Por otro lado, ciertas miniaturas
escogieron para decorar la letra “Tau” (Τ) del Te igitur una Trinidad Trono de Gracia;
es el caso de la miniatura del Misal de la Biblioteca Nacional de Viena, de hacia 1160
(ms.755).
Entre las fuentes puramente iconográficas, Réau (1957) nombra aquellos
Bautismos de Cristo en que se manifiesta la Trinidad, como precedente de estas
Trinidades Trono de Gracia, sobre todo en lo que se refiere a la disposición de las tres
figuras en altura y a la disimilitud entre Padre, Hijo y Espíritu Santo. Boespflug (1994:
202), sin embargo, relaciona el Trono de Gracia con la Paternitas y con las imágenes
de Dios en Majestad.
Finalmente, de las fuentes litúrgicas, Boespflug (1994: 205) resalta la
ceremonia del Viernes Santo, en la que el sacerdote presenta la cruz a la adoración de
los fieles, llevando a cabo un gesto ritual enormemente similar al que hace Dios Padre
presentando al Crucificado en la Trinidad Trono de Gracia. Este rito fue adoptado en
la liturgia franca en el siglo VIII y retomado en los pontificales romanos en el siglo XII
(libros que contienen ceremonias pontificias).
En cuanto a la cronología de este tema, en general los investigadores
coinciden en afirmar que aparece por primera vez en el siglo XII. A esta cronología
responden dos ejemplos: una vidriera de Saint-Denis de 1145 y una miniatura del
evangeliario de la Biblioteca Municipal de Perpiñán (Pamplona, 1970).
Es una iconografía que se difunde rápidamente a partir del siglo XIII, y que se
lleva a cabo en una gran diversidad de manifestaciones artísticas: escultura, pintura,
miniatura, vidriera, objetos litúrgicos. Es la imagen más popular de la Trinidad entre los
siglos XIII y XVI, y por ello también la que ha sido estudiada en mayor profundidad por
los investigadores.
En el contexto español se han localizado distintos ejemplos de este tema,
escultóricos de entre los siglos XIII-XV (con especial presencia en Castilla, y sobre
todo en Navarra y País Vasco) y pictóricos de entre los siglos XIV-XV (con un
destacable desarrollo en la corona de Aragón). En cualquier caso el momento de
mayor difusión del tema en España son los siglos XIV-XV.
Si bien es cierto que con motivo de la Reforma los protestantes criticaron estas
y otras imágenes de la Trinidad, la iglesia católica con posterioridad sólo aceptó
expresamente un tipo de iconografía trinitaria: la del Trono de Gracia. Así queda
recogido en una bula del papa Benedicto XIV (1740-1758), bastante posterior a la
Contrarreforma, ya del siglo XVIII, cuya traducción aproximada puede ser:

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“Las imágenes de la Santísima Trinidad que son aprobadas y permitidas son


aquellas que representan a Dios Padre bajo aspecto de anciano, siguiendo a
Daniel (7,9): Antiquus Dierum siedit; al Hijo unigénito, Cristo, sin lugar a dudas
Dios y hombre (a un tiempo); y entre ambos el Espíritu Santo bajo aspecto de
paloma”.
El texto original en latín lo cita Réau (1957: 27).

5.3. Paternidad (o Paternitas)

Es un tipo iconográfico que consiste en representar a Dios Padre sedente


llevando a su Hijo “infante” en su seno (delante de su pecho y sobre sus rodillas), y a
la paloma del Espíritu Santo sobrevolando a ambos (fig. 15). Dios Padre ofrece a su
Hijo para que se encarne y redima a la humanidad.
Las fuentes literarias de esta tipología -
señaladas por Pamplona (1970: 66-67) y
Boespflug (1994: 197-198)- son una
combinación de textos bíblicos procedentes de
los Salmos, Isaías y el Evangelio de Juan:
Salmo 109, 3 de la Vulgata (“Ex utero ante
luciferum genui te”); Isaías 11, 1-2 (“Y brotará
un retoño del tronco de Jesé y retoñará de sus
raíces un vástago, sobre el que reposará el
espíritu de Yavé, espíritu de sabiduría y de
inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza,
espíritu de entendimiento y de temor de Yavé”);
Juan 1, 1 (“Al principio era el Verbo, y el Verbo
Fig. 15 - Paternitas. Tímpano de San estaba en Dios, y el Verbo era Dios”), Juan 1,
Nicolás de Soria. s. XI
18 (“A Dios nadie le vio jamás; Dios unigénito,
que está en el seno del Padre, ése le ha dado a conocer”) y Juan 3,16 (“Porque tanto
amó Dios al mundo, que le dio a su unigénito Hijo […]”).
Las fuentes iconográficas de este tema podrían hallarse en las imágenes de la
Virgen en Majestad, en las que María sedente, entronizada y en posición frontal lleva
al Niño sobre sus rodillas (Boespflug 1994: 197).
Algunos autores han fijado el origen de este tema en Bizancio, dado que
existen imágenes bizantinas del Anciano de los Días llevando al Emmanuel sobre sus
rodillas, pero estas representaciones carecen de la paloma del Espíritu Santo, con lo
que en sentido estricto no puede hablarse de Trinidad.

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En cualquier caso, los primeros ejemplos occidentales conocidos de esta


iconografía se hallan en las miniaturas anglosajonas del siglo XI. Posteriormente, en el
siglo XIII, esta tipología llega al ámbito hispano, contando con varios ejemplos
escultóricos, como la Paternitas que aparece en lo alto del árbol de Jesé del claustro
de Silos. Sin embargo no es una iconografía con excesiva fortuna, pronto cae en
desuso.

5. 4. Trinidad tricéfala / trifacial

Existen dos imágenes de la Trinidad estrechamente vinculadas: la Trinidad


tricéfala y la trifacial. La primera presenta un único cuerpo y tres cabezas (fig. 16) y la
segunda una sola cabeza y tres rostros adyacentes (que presentan generalmente
cuatro ojos, tres narices y tres bocas) (fig. 17). Pero ambas tienden a confundirse, y a
menudo se habla de la Trinidad tricéfala o trifacial indistintamente; así lo hacen
Petazzoni (1946: 135-155), Réau (1956: 21-22) y Pamplona (1970: 39-53), entre otros.
De hecho son muy próximas, y la elaboración simbólica que subyace en ambas es
prácticamente idéntica. Por ello aquí se ven también en conjunto, considerando que
constituyen una misma tipología iconográfica que admite dos variantes.

Fig. 16 - Trinidad tricéfala. Grabado italiano. s.XV Fig. 17 - Trinidad trifacial. Iglesia St. Quiriace de
Provins. s. XVI

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5. 4. 1. Los orígenes problemáticos de esta iconografía: entre las fuentes


paganas y las cristianas demoníacas
El origen de las imágenes tricéfalas/trifaciales de la Trinidad, es difícil de
establecer. Existen dos grandes grupos simbólicos que pudieron influir en la creación
de las Trinidades trifaciales:
- un primer grupo integrado por imágenes paganas (procedentes de religiones no
cristianas), que son anteriores a esta iconografía trinitaria.
- un segundo grupo constituido por imágenes cristianas del Diablo, que son
inmediatamente anteriores y/o coetáneas a las trinitarias.
Primer grupo: imágenes paganas
La iconografía tricéfala/ trifacial de la Trinidad tiene numerosos precedentes en
el mundo pagano. Los antecedentes remotos, más alejados en tiempo y espacio, se
hallan tanto en Oriente como en Occidente; desde el Trimurti hindú hasta el Sang-Dui
tibetano o el Dainchi japonés, pasando por Hécate y el perro Cerberos de la Grecia
clásica.
Los precedentes 'intermedios' han de
buscarse en el prerrománico europeo. Petazzoni
(1946: 135-155), que rastreó los antecedentes
existentes entre los pueblos germánicos (o
'bárbaros'), consideraba que entre éstos había
existido una religión solar común basada en el
culto a un dios policéfalo. Los eslavos contaban
con distintos dioses de varias cabezas: Triglav
(de tres), Svantevit (de cuatro), Rugievit (de
siete), etc.; divinidades de las que dan noticia
las fuentes literarias, pero de las que no se
conocen evidencias arqueológicas claras. Los
galos rendían culto al tricéfalo Lug (o Lupus), del
Fig. 18 - Vultus Trifrons. Canecillo de San
que si existen representaciones plásticas. En Martín de Artaiz (Navarra). s. XII
cualquier caso, la existencia de divinidades
multicéfalas entre los germánicos europeos probablemente influyó en la génesis de la
imagen de la Trinidad tricéfala/trifacial.
Finalmente los antecedentes más cercanos e inmediatos han de situarse en las
imágenes románicas y protogóticas de los siglos XII-XIII del Vultus Trifrons, que
aunque se hallan en un ambiente cristiano han sido consideradas una forma
puramente decorativa y carente de significado religioso (Pamplona 1970: 39),

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inspiradas en el mundo pagano previo, y con un destacable desarrollo en Francia (fig.


18).
Segundo grupo: imágenes cristianas del Diablo
Uno de los problemas de la Trinidad tricéfala/trifacial es su conexión con las
imágenes tricéfalas del demonio. La tricefalia se empleó en el mundo cristiano para
crear dos imágenes diametralmente opuestas, la de la Trinidad y la del Diablo. Esto
ha generado un debate entre los investigadores, pues no conciben como dos ideas
opuestas pudieron expresarse del mismo modo. Además las imágenes triples del
Diablo son anteriores a las de la Trinidad, lo que ha hecho pensar en la posibilidad de
que la Trinidad tricéfala estuviese inspirada en el Diablo tricéfalo, algo muy difícil de
asumir por los estudiosos del tema.
En un artículo reciente Boespflug (1998: 156-175) se ha ocupado de estas
cuestiones. En el siglo XII la tricefalia servía a menudo para referirse al diablo. Por
ello mismo las primeras representaciones plásticas tricéfalas del siglo XII y XIII son
imágenes del Diablo, y no de la Trinidad.
La primera Trinidad tricéfala que se
conoce es una miniatura del hacia 1270 (Biblia
de Cambridge, St.John’s Collage, ms. K 26, fº
9v) que ilustra la Hospitalidad de Abraham, en la
que se ve al patriarca arrodillado ante un ser de
un solo cuerpo de cuyo cuello salen tres
cabezas y que se identifica con la Trinidad en
base a una inscripción colocada en el reverso
(De Domino apparente Abrahe in figura
Trinitatis) (fig. 19).

5. 4. 2. El desarrollo de las Trinidades


tricéfalas/trifaciales
Fig. 19 - Trinidad tricéfala. Biblia de
Cambridge, St.John’s Collage, ms. K 26, fº
A finales del siglo XIII y principios del XIV
9v. Hacia 1270
aparece una nueva iconografía trinitaria
tricéfala/trifacial que -en base a lo expuesto anteriormente- puede hundir sus raíces
tanto en el mundo pagano como en la iconografía cristiana demoníaca. No existe una
respuesta única a este respecto. Lo que si es unánimemente aceptado es que la
Trinidad tricéfala/trifacial pretende plasmar gráficamente la idea abstracta de la “unidad
en la trinidad”, fundamento del dogma trinitario.

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En el siglo XIV abunda esta iconografía en Francia, Italia y los países


balcánicos, así que el lugar de origen de este tema podría situarse en cualquiera de
estas áreas, si bien tradicionalmente se hablaba de Francia como cuna de este motivo,
en base a la abundancia de Vultus Trifrons en este país. La iconografía de la Trinidad
tricéfala/trifacial, que surge en época medieval y se hace frecuente en el siglo XIV,
triunfará después en el Renacimiento.
Sin embargo esta iconografía pronto será criticada en el ambiente eclesiástico,
al ser considerada monstruosa y herética. Expresaron su rechazo a esta imagen J.
Gerson (s. XV, canciller de la Universidad de París), San Antonino (1398-1459,
arzobispo de Florencia ), J. Molanus (s. XVI, teólogo de la Universidad de Lovaina)
quien influyó a su vez en el papa Urbano VIII que condenó la imagen en 1628, y
finalmente el papa Benedicto XIV que confirmó / renovó la condena a través de la bula
de 1745. Esto no impidió la supervivencia de esta imagen en la devoción popular, la
cual era aún muy venerada en el siglo XIX en el área de los Alpes tiroleses.

5.5. Compassio Patris (o Trinidad Sufriente)


Se trata de una imagen trinitaria,
surgida en Borgoña a principios del siglo XV
(hacia 1400), integrada por Dios Padre
sufriente que sostiene sobre sus rodillas (y a
veces agarra por las asilas) a su Hijo muerto,
crucificado, que ha sido ya desclavado de la
cruz; y por la paloma del Espíritu Santo que
sobrevuela por encima de ambos ( o sirve de
nexo de unión). Es una imagen que expresa la
compasión del Padre (el dolor compartido);
Dios Padre presenta ante los fieles a Cristo
muerto y crucificado, que mediante su sacrificio
ha redimido a la humanidad. (fig. 20)
Fig. 20 - Compassio Patris. Iglesia parroquial
Las fuentes literarias de este tema hay
Le Bec-Hellouin (Calvados). s. XV
que buscarlas en el texto piadoso del Lignum
Vitae de San Buenaventura (s. XIII), texto que expresa “la condolencia del Padre ante
la túnica (cuerpo) ensangrentada del nuevo José, que lleva en sus manos” (Pamplona
1970: 144).
Por otro lado puede establecerse un paralelismo iconográfico entre la
Compassio Patris y la Virgen de la Piedad, que se lamenta por su Hijo muerto que
yace en su regazo.

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Es una de las imágenes trinitarias que fueron toleradas en época moderna, y


sobre la que no hubo prohibición o rechazo por parte de los teólogos tridentinos.

5. 6. La Coronación de la Virgen por la Trinidad (o Cuaternidad)

La Coronación de la Virgen por la Trinidad (o Cuaternidad) es un tema que se


populariza a finales de la Edad Media (últimas décadas del s. XIV y s. XV)
especialmente en el ámbito de la pintura, fruto del auge del culto mariano y trinitario.
La iconografía suele ser la siguiente: la Virgen (en el centro de la composición)
es flanqueada por el Padre y el Hijo que se sitúan a ambos lados, mientras que la
paloma del Espíritu Santo se ubica sobre sus cabezas. La Virgen puede ser coronada
por el Hijo solo; por Padre e Hijo al mismo tiempo; o por Padre, Hijo y Espíritu Santo
que sostienen entre los tres la corona. La Virgen es coronada porque sin su humildad
y su consentimiento (o Fiat), Cristo no habría podido encarnarse para redimir a la
humanidad; es decir, la Virgen desempeña un papel fundamental en la salvación de
los hombres.
Se conoce como
Cuaternidad porque la Virgen
adopta una posición central en la
composición, integrándose
perfectamente en el grupo de la
Trinidad y constituyendo un todo
único. Es decir, la Virgen se
coloca en medio de la Trinidad,
en igualdad de condiciones que
el Padre, Hijo y Espíritu Santo; lo
Fig. 21 - Coronación de la Virgen. Enguerrand Quarton. que permite hablar de
Musée Pierre du Luxemborug, Villeneuve-lès Avignon. 1454 Cuaternidad. Uno de los
ejemplos más interesantes de este tema es la pintura de Enguerrand Quarton en
Villeneuve-lès Avignon (1453) (fig. 21).

5. 7. Imágenes atípicas: Quinitas de Winchester y Trinidad de dos medallones

Para culminar el catálogo de Trinidades antropomorfas, se incluyen dos


variantes ciertamente atípicas pero muy interesantes desde el punto de vista
iconográfico. En primer lugar, la Trinidad de dos medallones, iconografía que se da
exclusivamente en el siglo XII y de la que se conocen muy pocos ejemplos (Boespflug

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1994: 191). Consiste en colocar la Majestas Domini en el centro, con los brazos
separados y sosteniendo dos medallones, uno con la el cordero (símbolo del Hijo) y
otro con la paloma (símbolo del Espíritu Santo). Las fuentes iconográficas que se han
señalado para este tema son por un lado la figura alegórica del Año sosteniendo el Sol
y la Luna; y por otro lado la imagen del Creador creando la Luz y las Tinieblas (o el Sol
y la Luna), en sus respectivos medallones.

En segundo lugar, la Quinitas de


Winchester (Manuscrito Cotton Titus D XXVII, folio
75 v, British Library de Londres), miniatura del s.
XI (hacia 1012-1020), verdaderamente atípica y
excepcional, de la que no se conoce imagen
parangonable, por lo que se piensa que no crea
escuela (fig. 22). En ella aparecen a la derecha
del espectador Padre e Hijo sentados,
conversando con gran naturalidad y pisando al
demonio; a la izquierda la Virgen sosteniendo al
Niño y con la paloma del Espíritu Santo sobre su
corona. Todos estos personajes se sitúan dentro
de tres círculos concéntricos (el cielo). Fuera del Fig. 22 - Quinitas de Winchester.
círculo, en la parte inferior de la miniatura, Manuscrito Cotton Titus D XXVII, folio 75

aparece una figura monstruosa de fauces v, British Library de Londres. s. XI

abiertas, tal vez la “boca del Infierno”, a la que es arrojado el demonio. Flanqueando la
boca monstruosa, Arrio y Judas (ambos encadenados) según se lee en las
inscripciones.
Es una imagen excepcional porque la segunda persona (el Hijo) está
representada dos veces: conversando junto al Padre y en brazos de su Madre.
También es atípica porque introduce otros personajes: la Virgen, Judas, Arrio, el
demonio. Por todo ello es una imagen que no crea escuela.

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