Anda di halaman 1dari 116

Marcelo Richter

Junio 2011
El Principio de Buena Fe
incorporado al contrato de trabajo.
Expediente 2928-2008, sentencia de doce de febrero de dos mil nueve.

En el Juzgado Quinto de Trabajo y Previsión Social de la


Primera Zona Económica, María Marcela Gurdian Ojeda de
Recinos promovió juicio ordinario laboral de reinstalación en
su contra, argumentando haber sido despedida en período
de lactancia.

Contestó la demanda en sentido negativo e interpuso las


excepciones perentorias de: “Prescripción” y “Existencia de
Abandono de Labores”.
Expediente 2928-2008, sentencia de doce de febrero de dos mil nueve.

El juez de la causa al proferir sentencia, declaró con lugar


las excepciones relacionadas, así como la oposición que hizo
valer y, por ende, desestimó la pretensión de la actora.
La trabajadora apeló esa decisión y la Sala Tercera de la
Corte de Apelaciones de Trabajo y Previsión Social,
mediante la resolución que constituye el acto reclamado,
revocó lo dispuesto en primera instancia, en consecuencia,
acogió la pretensión de la actora -reinstalación- e hizo las
demás declaraciones que en Derecho correspondían.
Agravios

La autoridad impugnada no consideró que la trabajadora


incurrió en abandono de sus labores, circunstancia que
quedó probada con el informe de alta al patrono y con la
confesión judicial de aquélla, en la que la propia actora
manifestó que no se había presentado a sus actividades en
la fecha en que debió reincorporarse a las mismas; por el
contrario, la Sala impugnada le dio valor probatorio
únicamente a lo manifestado por la actora, es decir, a lo
expresado por ésta en el sentido de que, al incorporarse a
su trabajo, no se le permitió entrar y que se le había
indicado que esperara a que la llamaran, situación que
permite establecer que la Sala mencionada basó su fallo en
argumentos que no fueron probados en juicio, violando así
su derecho de defensa y el principio jurídico del debido
proceso, puesto que se la condenó como demandada sin
que la trabajadora haya aportado medios probatorios para
el efecto.
Agravios

Es por ello que la autoridad impugnada violó el principio de


la carga de la prueba contenido en el artículo 126 del
Código Procesal Civil y Mercantil, según el cual las partes
tienen la obligación de demostrar sus proposiciones de
hecho y el que pretende algo deberá probar los hechos
constitutivos de su pretensión, siendo evidente que la
actuación de la autoridad relacionada se parcializó en
beneficio de la demandante, ya que la carga referida en el
proceso laboral se invierte de manera excepcional, sólo
cuando el patrono se encuentra obligado a probar la causal
de despido del trabajador, sin que sea válido el argumento
de la tutelaridad del Derecho del Trabajo a favor de la
actora, debido a que aquélla es una profesional
universitaria auxiliada por dos abogados, de ahí que existe
teóricamente paridad de condiciones entre las partes, por
lo que a partir de esa situación debe impartirse justicia de
manera imparcial, característica que es inherente a
cualquier juicio, pues al condenarla como entidad patronal
sin prueba alguna, esa circunstancia vulnera su derecho de
igualdad.
Agravios

En conclusión, la trabajadora debió probar la afirmación de


haberse presentado a laborar y que se le impidió el ingreso
al centro de trabajo, que ya había sustituto para el puesto
que desempeñaba, que el patrono le prometió el pago de
su salario sin que trabajara, y que esa promesa fue la que
le impidió presentarse a trabajar por ocho meses; sin
embargo, esos extremos no quedaron acreditados en la
secuela del proceso, por lo que la autoridad impugnada, al
resolver de la manera como lo hizo, no impartió justicia de
conformidad con la ley, debido a que se le está ordenando
reinstalar a la trabajadora, no obstante que no se configuró
un despido, sino lo que existió fue un abandono de labores
por parte de aquélla, tal como quedó demostrado en el
juicio que subyace a la presente acción constitucional.
La mayoría de la doctrina y algunas legislaciones consagran
la buena fe contractual como uno de los principios generales
del Derecho del Trabajo. Comprende a ambas partes del
contrato y según aquélla, a partir del momento mismo de la
celebración están obligadas a cumplir con una manifestación
inicial de la buena fe que es el denominado deber de
veracidad e implica que cada parte, al inicio del contrato
laboral, debe expresar sin engaños y con honestidad las
modalidades y alcances del contrato, las posibilidades de su
cumplimiento y también, todas aquellas circunstancias que
eventualmente podrían impedir o alterar las condiciones
pactadas o el fin perseguido por dicho contrato de trabajo.
También al extinguirse un contrato debe primar la buena fe,
porque en esa circunstancia, están en juego varios valores
que pertenecen a las partes, entre ellos, la dignidad del
trabajador.
Si el patrono, mediante una conducta que puede ser
considerada como abuso del Derecho, invoca una causa
válida de rescisión cuando aquélla no se ha configurado de
manera definitiva, viola la obligación de actuar de buena fe,
no ajusta su conducta a lo que es propio de un buen
empleador e incumple el deber contractual de preservar la
dignidad y personalidad del trabajador.
“La buena fe es un valor esencial de las relaciones humanas,
nacida del Derecho Romano, donde se hablaba del buen
padre de familia (pater familiae), y luego fue receptado por
el Derecho Comercial como lo que es propio del ‘buen
hombre de negocios’. En el Derecho del Trabajo, la buena fe
es la conducta que debe esperarse del buen trabajador y del
buen empleador, que opera como un deber común de la
relación y a la vez como un principio rector bajo cuya óptica
deben apreciarse las conductas. La buena fe hace la
exaltación de valores, como lealtad, probidad, respeto por la
dignidad de las personas, razonabilidad, comunicación y
diálogo, interacción positiva entre las partes coordinadas a
cumplir con el fin común, etc. Este principio que parece
tener un contenido teórico es de importante aplicación
práctica. Veamos ejemplos. Si un trabajador falta sin avisar
al trabajo, la buena fe aconseja al empleador intimarlo a que
informe su situación o a que reanude tareas, por un plazo
razonable, antes de tomar una medida inconsulta”. (Julián A.
de Diego, “Manual de Derecho Laboral para Empresas”,
Segunda Edición, Editorial Errepar, año 2005, Buenos Aires,
República Argentina.)
El abandono del trabajo como acto de incumplimiento del
trabajador sólo se configurará previa constitución en mora,
mediante intimación hecha en forma fehaciente a que se
reintegre al trabajo. No se puede despedir a un trabajador
por abandono del trabajo si antes no se hizo la intimación
mencionada. Incluso el propio artículo 77 del Código de
Trabajo acoge esa línea de pensamiento al indicar en la parte
conducente de la literal f) que “la justificación de la
inasistencia se debe hacer al momento de reanudarse las
labores, si no se hubiere hecho antes”. “Como requisito
primordial se requiere la previa constitución en mora. Se
deberá intimar al trabajador su reintegro al trabajo dentro
del plazo que se fije a tal efecto. De no cumplir el
dependiente con su reincorporación, se considerará -salvo
prueba en contrario- que hizo abandono del trabajo.
(Santiago J. Rubinstein, “Diccionario de Derecho del Trabajo
y de la Seguridad Social”, Editorial Depalma, año 1983,
Buenos Aires, República Argentina.)
Las definiciones trascritas, exigen la interpelación como
requisito para la constitución en mora, es decir la existencia
de un reclamo dirigido al deudor, en este caso el trabajador
que supuestamente ha abandonado sus tareas, en el que
constase claramente el objeto de la obligación y la exigencia
categórica de que vuelva a cumplir con las obligaciones que
surgen del contrato de trabajo. Por ello, es menester señalar
que no basta con que el acreedor -patrono-, manifieste su
intención de obtener la prestación de trabajo, sino que es
necesario que su reclamo esté dirigido a la persona que debe
cumplir la obligación -trabajador al que se le imputa el
abandono de trabajo-, y que ésta se entere del reclamo, o la
ley presuma que debe considerarse que lo conoce. En
resumen para que la interpelación produzca el efecto de
constituir en mora debe estar dirigida al sujeto obligado a
cumplir, de manera que éste conozca el reclamo, o deba
considerarse legalmente que lo conoce.
Al efectuar el análisis de los antecedentes del caso, se
constata que en el acto reclamado la autoridad impugnada
revocó lo dispuesto por el juez de primera instancia y, por
ende, consideró que era procedente la reinstalación de la
trabajadora -quien se encontraba en período de lactancia-,
con el argumento de que el patrono no había probado el
supuesto abandono de labores por parte de aquélla, no
obstante que tenía la carga de acreditar ese extremo dentro
del juicio. Esta Corte no advierte que tal decisión provoque
agravio alguno en los derechos de la entidad amparista, pues
la autoridad impugnada tomó su decisión con base en el
examen de las actuaciones obrantes en autos, que le
permitieron determinar que en el caso que subyace al
amparo no existió un abandono de labores por parte de la
trabajadora -tal como lo afirmó la entidad patronal-,
conclusión a la que arribó la Sala reclamada porque la
postulante no pudo probar el retiro injustificado de la
empleada de su trabajo.
Para robustecer la tesis sustentada por la Sala reclamada,
cabe destacar que no constan en los antecedentes, alguna
comunicación remitida a la trabajadora como forma de
interpelación para constituirla en mora, en la que se le
solicitara información respecto de los motivos de su ausencia
o se la intimara a que se reincorporara a sus actividades, lo
que hubiere permitido a la entidad empleadora reclamar
judicialmente contra aquélla y así poder justificar el despido
por abandono de labores; sin embargo, de la secuela del
proceso la autoridad impugnada no pudo determinar esa
circunstancia.
Es por ello que la entidad patronal pretendió perpetrar una
simulación en materia de despido para encubrir la
terminación del contrato en forma injustificada que había
producido, vulnerando así el principio de buena fe que debe
regir en todas las etapas del contrato de trabajo, incluso al
momento de su rescisión, debido a que no ajustó su
conducta a lo que es propio de un buen empleador y,
además, vulneró el deber contractual de preservar la
dignidad y personalidad, en este caso, de la trabajadora en
estado de lactancia. En conclusión, la Sala reclamada
determinó que no existió abandono de labores por parte de
la trabajadora, por lo que no es factible que la postulante
pretenda trasladar al plano constitucional la discusión de ese
tema, puesto que el mismo ya fue debatido ante las
autoridades competentes en el ámbito jurisdiccional y, sobre
el cual ya obtuvo pronunciamiento en esa vía, por lo que el
hecho de que lo decidido por la autoridad impugnada no sea
coincidente con sus pretensiones, no implica que se hayan
vulnerado sus derechos constitucionales.
Preservación del Derecho a la
Salud.
Acciones de amparo contra el
Instituto Guatemalteco
de Seguridad Social.
Expediente 1803-2008; sentencia de treinta y uno de julio de dos mil ocho.

La señora Lilian Irene Pinto Guerra, padece cáncer de mama,


tipo Her-dos neu positivo +++ y es afiliada del Instituto
Guatemalteco de Seguridad Social, institución que le ha dado
tratamiento médico, y le practicó mastectomía parcial derecha
y otro tipo de estudios médicos. La paciente mencionada
acudió al Centro Oncológico, lugar en el que se le prescribió
medicina y tratamiento para erradicar el cáncer de mama “her
- dos neu positivo +++”, enfermedad que es catastrófica,
progresiva y terminal y se expande a todo el cuerpo,
produciendo dolores intensos y desmejorando cada día el
estado físico, a tal extremo que ha bajado de peso
notoriamente. El Centro referido, le prescribe el medicamento
denominado Herceptín, que, según sus especialistas es un
remedio efectivo contra este tipo de cáncer y puede mejorar
las oportunidades de supervivencia.
Agravios

La falta de suministro por parte del Instituto Guatemalteco de


Seguridad Social de la referida medicina ha obligado a
interponer el presente amparo, ya que sin tratamiento médico
adecuado, los daños son irreversibles, llegando al extremo de
que existe la posibilidad de que se cause la muerte de la
paciente, quien ha experimentado un estado de decaimiento
total y de preocupación por ser madre de dos hijos menores
de edad, los que quedarían en la orfandad, situación que se
agrava porque es una persona de escasos recursos.
Con la negativa del Instituto Guatemalteco de Seguridad
Social de suministrar el medicamento denominado Herceptín
a la persona a favor de quien se pide amparo, constituye una
amenaza cierta y determinada de muerte.
Esta Corte, al hacer el análisis del caso concreto, estima que el
fin supremo del Estado es la realización del bien común y, entre
otros institutos para alcanzarlo, presta la seguridad social a los
ciudadanos, la cual, por mandato legal, le corresponde al
Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, y se encuentra
instituida como una función pública, nacional, unitaria y
obligatoria.
Revisadas las actuaciones conducentes, se establece: a) que la
autoridad impugnada no ha dejado de brindar la atención
médica pretendida en este amparo a la paciente Lilian Irene
Pinto Guerra, a raíz del amparo provisional decretado; y b) que
existe un informe de carácter general, suscrito por el Doctor
Miguel Zetina Toace, el que, si bien refiere la conveniencia de
que se suministre el medicamento Herceptín, pretendido por el
accionante, no puede ser reconocido como prueba contundente
por esta Corte, dado la especialidad científica necesaria para
establecer tal extremo, por lo que se concluye que debe
hacerse un estudio individual, para que se establezca la
idoneidad del tratamiento a seguir a la paciente, a favor de
quien se promovió este amparo.
El Instituto Guatemalteco de Seguridad Social debe hacer una
evaluación médica completa a la paciente, con el objeto de
seguir preservando su vida y el nivel adecuado de salud, a fin
de proporcionarle los medicamentos apropiados, según el caso;
esto implica, necesariamente, mantener una asistencia
médica adecuada (consulta y hospitalización, según sea
necesario), tratamiento médico apropiado (incluyendo
medicinas que de las evaluaciones resulten más convenientes)
y los demás servicios médicos tendientes a preservar la salud y
la vida de dicha persona, con la celeridad que este caso
amerite y según las circunstancias propias de la paciente, por
lo que la autoridad impugnada debe practicar a la paciente a
favor de quien se promovió este amparo, los exámenes
médicos correspondientes que conlleven una evaluación
individual de aquélla, con el objeto de establecer el
medicamento adecuado que se le deba suministrar, para
preservar su vida y mantener los niveles de salud óptimos
(criterio sostenido por esta Corte en la sentencia de siete de agosto de dos mil
siete, expediente novecientos diecinueve - dos mil siete [919-2007])
Nulidad de la celebración de
contratos a plazo fijo cuando
la naturaleza de la tarea obliga
a que el contrato de trabajo
sea por tiempo indeterminado.
Expediente 1545-2007, sentencia de dieciséis de octubre de dos mil siete.

En el Juzgado Segundo de Trabajo y Previsión Social de la


Primera Zona Económica, promovió juicio ordinario laboral
contra el Estado de Guatemala. En sentencia de siete de junio
de dos mil cuatro el juez de la causa declaró con lugar las
excepciones interpuestas por la parte demandada y, por ende,
sin lugar la demanda. Contra el fallo anterior interpuso
recurso de apelación y la Sala Segunda de la Corte de
Apelaciones de Trabajo y Previsión Social, al conocerlo,
mediante sentencia de veintiséis de agosto de dos mil cuatro
-acto reclamado- lo declaró sin lugar y, en consecuencia,
confirmó lo resuelto por el Juzgado de primera instancia.
Agravios

La autoridad impugnada no calificó como nulos ipso jure los


veintidós contratos firmados por las partes, es decir que su
derecho a que tales contratos no sean tomados como base
para calificar como de naturaleza civil su relación con el
Estado fue violado e impidió percibir sus prestaciones laborales
derivadas de casi nueve años de haber puesto a disposición de
su patrono su fuerza de trabajo;
En su caso se dieron los requisitos para calificar la relación
entre las partes como de índole laboral porque se configuraron
todos los elementos constitutivos de un contrato de esas
características, situación que produjo la violación al derecho de
que aquélla sea calificada como de naturaleza laboral con el
pago consecuente de las prestaciones que reclama;
Agravios

Aunque suscribió contratos cero veintinueve, las actividades


fueron permanentes y continuadas subsistiendo entre aquéllos
las causas que le dieron origen, por lo que su contrato fue por
por tiempo indefinido; y
Los contratos firmados por las partes debieron ser valorados
con base en los principios que informan el Derecho Laboral y
no en la forma fría del derecho común, lo cual estima
constituyó una violación al debido proceso y a los demás
derechos denunciados.
Es principio general asentado por esta Corte, que en materia
de amparo, las sentencias no deben revocar el fondo de los
fallos judiciales que motivaran el mismo, sin embargo,
cuando éste afecta los derechos garantizados por la
Constitución Política de la República y esta violación es
denunciada, este Tribunal está obligado a analizar
debidamente cada uno de los hechos que se someten a su
examen, y si de ello se concluye que se ha tergiversado una
norma constitucional, debe restituirse en el pleno goce de
sus derechos a la parte afectada, pues el objeto principal del
amparo es proteger a las personas contra las amenazas de
violaciones a los derechos que la Norma Fundamental, los
tratados internacionales y las leyes garantizan o para
restaurar el imperio de los mismos cuando la violación
hubiere ocurrido. Es por lo descrito que la acción de amparo
se ha instituido como garante del acceso a la tutela judicial,
para que los afectados puedan ejercer la defensa de sus
derechos, cuya inviolabilidad es reconocida por la norma
constitucional o encomendada a otra norma que la desarrolle
en forma superadora, como ocurre en el derecho laboral, en
el que se otorga más relevancia a la norma que resulte más
garantista de los derechos del trabajador.
Los principios generales del Derecho del Trabajo son pautas
superiores emanadas de la conciencia social sobre la
organización jurídica que en materia laboral tiene una
sociedad. Fundamentan el ordenamiento jurídico y orientan al
juez o al intérprete de la norma. Son las reglas inmutables e
ideas esenciales que forman las bases sobre las cuales se
sustenta todo el ordenamiento jurídico laboral. Su finalidad es
proteger la dignidad del trabajador y proyectar su eficacia,
tanto al iniciarse el vínculo laboral, como durante su desarrollo
y al momento de su extinción. Sirven también como una
especie de filtro para la aplicación de normas ajenas al
derecho del trabajo. (Julio Armando Grisolía, “Derecho del
Trabajo y de la Seguridad Social”, Decimoprimera Edición
ampliada y actualizada, Lexis Nexis, 2005, Buenos Aires,
Argentina.)
Entre los principios del Derecho del Trabajo, en el
ordenamiento jurídico guatemalteco se encuentra el de
realidad o primacía de la realidad como se conoce en otros
países, el que se encuentra reconocido en el inciso d), cuarto
considerando del Código de Trabajo. El principio aludido es de
amplia aplicación en el seno de la disciplina laboral y es uno
de los medios técnicos frecuentemente utilizados por los
jueces de Trabajo al momento de atacar actos fraudulentos o
simulados. Se entiende en tal sentido, que el contrato de
trabajo es un contrato realidad, fundado en hechos objetivos
apreciables, y que en caso de discordancia entre los hechos y
lo documentado -de buena o mala fe por las partes-, debe
darse preferencia a los hechos que fijan la base fáctica para la
aplicación del Derecho.
El contrato de trabajo es un “contrato realidad”, que prescinde
de las formas para hacer prevalecer lo que efectivamente
sucede o sucedió. Por lo tanto, a diferencia de lo que ocurre
en el derecho civil, que le da especial relevancia a lo pactado
por las partes (a quienes entiende libres para disponer de sus
derechos), en el derecho del trabajo, en caso de discordancia
entre lo que ocurre en la práctica y lo que surge de
documentos suscritos por las partes o acuerdos celebrados
entre ellos (lo que se pactó o documentó), se debe dar
preferencia a los hechos.
En aplicación de este principio, el juez debe desentrañar las
verdaderas características de la relación que unió a las partes,
por sobre los aspectos formales de la misma, porque más allá
del nomen juris que las partes utilicen en sus negocios
jurídicos y por encima del ropaje instrumental al que ellas
recurran, es tarea propia e indeclinable del intérprete judicial
calificar el vínculo según sus características propias y
establecer sus notas relevantes en función de las normas de
cuya aplicación se trata.
El artículo 19 del Código de Trabajo establece: “Para que el
contrato individual de trabajo exista y se perfeccione, basta con
que se inicie la relación de trabajo, que es el hecho mismo de
la prestación de los servicios o de la ejecución de la obra…”. Se
puede agregar que la presunción referida opera aunque la
modalidad contractual elegida por las partes haya sido una
figura contractual no laboral, porque para determinar la
naturaleza y existencia del vínculo laboral, más que a los
aspectos formales, habrá que atenerse a la verdadera situación
creada por los hechos, en tanto la apariencia legal no prevalece
sobre la realidad.
En concordancia con las conclusiones anteriores, se debe traer
a colación lo establecido en los artículos 106 de la Constitución
Política de la República y 12 del Código de Trabajo, que
determinan “…serán nulas ipso jure y no obligarán a los
trabajadores, aunque se expresen en un contrato colectivo o
individual de trabajo, en un convenio o en otro documento, las
estipulaciones que impliquen renuncia, disminución,
tergiversación o limitación de los derechos reconocidos a favor
de los trabajadores en la Constitución, en la ley, en los tratados
internacionales ratificados por Guatemala, en los reglamentos u
otras disposiciones relativas al trabajo”. Si las circunstancias
enumeradas en las normas citadas se produjeran, nos
encontraríamos ante un acto de simulación, porque con el
accionar denunciado se pretende eludir la verdadera naturaleza
dependiente de la relación bajo el ropaje de figuras
extralaborales (locación de servicios, prestación de servicios
técnicos o como en el caso que nos ocupa, prestación de
servicios profesionales), todo ello en detrimento de los
derechos del trabajador, a quien se le niegan los beneficios que
la legislación laboral establece en su favor.
También se podría denunciar la existencia de fraude a las
normas laborales, porque se actúa en esta forma cuando,
ajustando el comportamiento a las disposiciones legales, se
busca evadir el fin previsto por ellas; en el caso de análisis, el
fraude se configura por medio de la firma de contratos de
servicios profesionales que pretendían soslayar la relación
laboral. En consecuencia, lo actuado es nulo y la relación
entablada entre las partes debe regirse por las normas
imperativas pertinentes -las del derecho del trabajo.
Del análisis de los antecedentes se observa que la amparista
fue contratada por el Presidente Ejecutivo del Banco Nacional
de la Vivienda para cumplir funciones como Jefe en el
Departamento de Vivienda de la institución mencionada,
función que no podría ejercitarse con eficiencia mediante la
ejecución de un contrato de servicios profesionales por el tipo
de atribuciones asignadas. Además, se advierte que la cláusula
octava del primer contrato celebrado entre la amparista y el
Banco Nacional de la Vivienda, tiene el siguiente contenido: “En
virtud de que los Servicios Contratados, son de carácter
Profesional, la relación determinada por el presente contrato es
de carácter civil, no sujeto al Código de Trabajo, al Reglamento
interior de Personal del BANVI, ni al Pacto Colectivo de
Condiciones de Trabajo.
En tal virtud ANA ELIZABETH ALIVAT BARILLAS no tiene
derecho a goce de vacaciones, aguinaldo, horas extras,
bonificaciones, indemnizaciones y otras prestaciones laborales,
ni de previsión social, ya que el acto contractual no crea
relación laboral entre las partes, por cuanto la retribución
acordada por los Servicios no tiene calidad de sueldo o salarios
sino de honorarios, ni tiene calidad de servidor público”; lo que
demuestra claramente que la amparista al firmar el contrato
que se analiza hizo una renuncia expresa a derechos que
conforman el orden público laboral y que tienen la categoría de
irrenunciables.
En el caso de análisis, Ana Elizabeth Alivat Barillas se
desempeñó como Jefe del Departamento de Vivienda de la
entidad denominada Banco Nacional de la Vivienda. La función
que desempeñaba la amparista estaba vinculada con la
esencia y el desarrollo de la entidad mencionada, por lo que la
naturaleza de la prestación y las instrucciones que recibía la
obligaba a que la relación fuera de tracto sucesivo,
característica esencial en un contrato de trabajo; en
consecuencia, cuando el Banco Nacional de la Vivienda celebró
con la trabajadora veintidós contratos de servicios profesionales
y a plazo fijo, lo hizo con la intención de eludir la legislación
laboral e interrumpir la continuidad en la prestación, con lo cual
actúo con fraude a la ley; y la sanción para esa actuación ilegal
es la nulidad de lo actuado y, por ello, deben sustituirse los
actos simulados o fraudulentos por las normas desplazadas,
que para el caso concreto son las que están contenidas en el
Código de Trabajo.
Otra situación que demuestra que el vínculo existente entre la
amparista y el Banco Nacional de la Vivienda era de índole
laboral es la cláusula décima del contrato suscrito entre la
amparista y el Banco referido. La cláusula mencionada, en su
parte conducente establece: “Los otorgantes se obligan a
resolver cualquier diferencia que surja, derivada de la
interpretación, aplicación o ejecución del presente contrato, en
primer término, por la vía directa y conciliatoria (…)”.La vía
directa es un instituto jurídico que forma parte del Derecho
Colectivo del Trabajo, al igual que el arreglo directo; en ambos,
patronos y trabajadores, antes de iniciar un conflicto de
carácter económico social, tienen la obligación de discutir sus
diferencias y arribar a acuerdos. Como consecuencia del
agotamiento, tanto de la vía directa como del arreglo directo,
se evita la confrontación judicial entre los trabajadores y el
empleador, es decir, se sortea la posibilidad de que quienes se
encuentran vinculados por un contrato de trabajo acudan a la
vía jurisdiccional para resolver sus conflictos, por lo que no
tendría ningún objeto que los institutos mencionados le sean
aplicados a una persona que esté vinculada a la entidad por un
contrato de servicios profesionales, salvo que dicho contrato se
haya celebrado para disimular una verdadera relación laboral.
Confirma la existencia de un contrato de trabajo, lo establecido
en el anexo del contrato celebrado entre la accionante y el
Banco Nacional de la Vivienda. En el anexo aludido se indica lo
siguiente: “Horario de labores: 08:00 a 16:00 horas. Horario de
almuerzo: 12:30 a 13:15 (dependiendo de la cantidad de
público). Marcar tarjeta para entrada y salida de labores”. Se
puede advertir que se estableció una jornada de trabajo, que
casualmente coincide con la jornada legal que contienen las
normas laborales de dependencia continuada y dirección
inmediata. Además, se estableció una de las formas con las
que habitualmente los empleadores controlan en forma
personal a sus trabajadores -marcar tarjeta de entrada y salida-
, que se trata de una arista del derecho del empleador a
organizar su centro de trabajo para salvaguardar el patrimonio
de la empresa, verificar el cumplimiento de las tareas
asignadas al personal, comprobar los estados de enfermedad
aducidos y fiscalizar el cumplimiento de las distintas
obligaciones legales y contractuales de los dependientes
circunstancias que sólo pueden producirse cuando se trata de
relación de índole laboral.
En conclusión, la amparista, luego de celebrar el contrato con
el Banco Nacional de la Vivienda, puso a disposición de su
patrono en forma personal, su fuerza de trabajo; el patrono por
medio de sus funcionarios le indicó cuáles eran sus funciones
y el lugar en que debía cumplirlas -sede del Banco Nacional de
la Vivienda-, y también establecieron una jornada, lo que
demuestra que el empleador organizó y aprovechó la fuerza de
trabajo puesta a su disposición. Con fundamento en lo anterior
se puede concluir que las cláusulas contenidas en el contrato
celebrado constituyen una disminución de los derechos
reconocidos a los trabajadores guatemaltecos y, por ello, es
nula ipso jure, lo que convierte al contrato celebrado entre El
Banco Nacional de la Vivienda y Ana Elizabeth Alivat Barillas en
un contrato de trabajo porque opera la circunstancia de que las
cláusulas nulas son reemplazadas por las normas imperativas
del Derecho del Trabajo.
De ahí que, conforme las constancias procesales, de la
declaración de nulidad de la cláusula que contiene renuncia a
los derechos garantizados por el orden público laboral y que
tienen la categoría de irrenunciables y de la aplicación del
principio de la primacía de la realidad puede afirmarse que a la
amparista la unía un contrato de trabajo con el Banco Nacional
de la Vivienda, por lo que al instar la jurisdicción laboral para
reclamar sus derechos, lo hizo con fundamento en la existencia
de un contrato de trabajo que se celebró en la fecha
denunciada por la trabajadora. En el caso que nos ocupa, la
amparista sí tenía la categoría de trabajadora, porque la
relación descrita reunía las características propias de un
contrato de trabajo: dirección -ejercida por las autoridades del
Banco Nacional de la Vivienda-, subordinación y dependencia -
respecto de las mismas autoridades.
Renuncia del Trabajador.
Prueba. Fraude en materia de
despido.
Expediente 3573-2007; sentencia de veintidós de enero de dos mil ocho.

Laboró para la Compañía Farmacéutica Eli Lilly de


Centroamérica, Sociedad Anónima. La entidad mencionada
precedentemente la despidió sin causa y en forma
injustificada. En el Juzgado Cuarto de Trabajo y Previsión
Social de la Primera Zona Económica, promovió juicio
ordinario laboral en contra de la entidad referida, con el
objeto de que se le paguen las prestaciones laborales a las
que tenía derecho, por haber sido despedido en forma
injustificada. En el juicio referido, se dictó sentencia en la
que se declaró sin lugar parcialmente la demanda, en
consecuencia se absolvió a la demandada del pago de
indemnización, daños y perjuicios y costas procesales,
ventajas económicas, bonificación por finalización de la
relación laboral y gastos de atención al cliente y de
movilización; con lugar parcialmente la demanda y se
condenó a la entidad demandada al pago de vacaciones,
aguinaldo y Bonificación Anual para Trabajadores del Sector
Público y Privado; con lugar las excepciones perentorias de
haberse terminado la relación laboral por abandono de
labores de parte de la actora, y haber abandonado la actora
el trabajo por haber iniciado la relación laboral con otra
empleadora; y sin lugar la excepción de prescripción en el
derecho que quiere hacer valer la parte patronal para
invocar la causal de abandono de labores, opuesta por la
demandante. Apeló la decisión del Juzgado mencionado
precedentemente; y la Sala Primera de la Corte de
Apelaciones de Trabajo y Previsión Social, al resolver,
confirmó la sentencia que conocía en grado mediante la
resolución que constituye el acto reclamado.
Agravios

Estima la postulante que se vulneran sus derechos, debido


a que la autoridad impugnada al dictar la resolución que
constituye el acto reclamado, no consideró que no se le
había notificado la causa de despido invocada por el
patrono para que aquélla surtiera efectos, en consecuencia,
se tergiversó el texto de la norma aplicable al caso
concreto y de esa forma se disminuyeron los derechos que
tiene como trabajador.
Del análisis de las constancias procesales, esta Corte logró
establecer que:

a) el diecisiete de febrero de dos mil cinco, el Representante


Legal de la Compañía Farmacéutica Eli Lilly de
Centroamérica, Sociedad Anónima, Ricardo Benítez Bathen,
le remitió a la Directora de Recursos Humanos de la entidad
mencionada una comunicación electrónica en la que
manifestó: “(…) Como le indicara hoy por la tarde, Sandra
Campo me informó que tiene una oferta de trabajo en
Novartis con mejores prestaciones laborales, razón por la
cual dejará nuestra compañía. (…) Sobre su renuncia, ella
insiste en que la presentará efectiva hasta el día 6 de marzo
y que debiéramos (sic) aprovechar estos días para que ella
haga la mejor transferencia del cargo, le indiqué que no es
posible conforme la política, pero insiste en ello. (…)” (folio
58 del expediente mil seiscientos cuarenta y tres - dos mil
cinco);
b) el día veintidós de febrero de dos mil cinco, la Directora de
Recursos Humanos de la entidad Compañía Farmacéutica Eli
Lilly de Centroamérica, Sociedad Anónima, Nohemi Cabrera
Mancio, le remitió a la amparista un correo electrónico en el
que expresó: “(…) me contó Ricardo de tu renuncia… con
gusto te podemos hacer los cálculos hasta que tengamos tu
renuncia con la fecha de tu salida, pues no tengo nada oficial
(…)” (folio 119 del expediente mil seiscientos cuarenta y tres -
dos mil cinco);

c) el día veinticinco de febrero de dos mil cinco, la amparista


compareció a la Inspección General de Trabajo para denunciar
su despido, el que según sus alegaciones se produjo el
diecisiete de febrero de dos mil cinco (folio 7 del expediente
mil seiscientos cuarenta y tres - dos mil cinco);
d) el veintiocho de febrero de dos mil cinco, la amparista le
envió una comunicación electrónica a la Directora de Recursos
Humanos aludida, en la que manifestó: “Ricardo me solicitó
que devolviera a la mayor brevedad posible la i-pac, material
promocional y vehículo. Sin embargo la semana pasada que
llegué a su casa a devolverle todo, no quiso recibírmelo y hoy
en la oficina giró órdenes de que no se me recibiera ni firmara
nada de recibido (…)” (folio 118 del expediente mil seiscientos
cuarenta y tres - dos mil cinco);
e) en el mismo día referido en la literal anterior, la Directora
de Recursos Humanos de la demandada en el juicio ordinario
laboral, le respondió a la amparista en los siguientes
términos: “Tal y como conversamos el viernes 25 de febrero
por la tarde, junto con tu renuncia le puedes devolver el
material y el equipo a la Licda. Carmen de Lara (…). De igual
forma ella es la encargada de hacerte los cálculos de la
liquidación a partir de la fecha de renuncia que hayas
establecido” (folio 117 del expediente mil seiscientos cuarenta
y tres - dos mil cinco);
f) el cuatro de marzo de dos mil cinco, la entidad referida
presenta denuncia ante el Ministerio Público en la que expresa
que la amparista se encuentra laborando para una compañía de
la competencia y no ha devuelto el material y distintos
elementos que su antigua empleadora puso a su disposición
para desarrollar sus tareas;

g) el siete de marzo de dos mil cinco, la Directora de Recursos


Humanos de la demandada remitió una comunicación
electrónica en la que expresó: “(…) Por este medio les notifico
oficialmente que Sandra Campo (R Ventas Guatemala) ya no
labora más para la compañía y su último día fue el 28 de
Febrero 2005. (…)” (folio 120 del expediente mil seiscientos
cuarenta y tres - dos mil cinco);
h) el ocho de marzo de dos mil cinco, el Representante Legal
de la demandada en el proceso laboral, denunció ante el
Ministerio de Trabajo y Previsión Social que la amparista dejó
de asistir a sus labores sin aviso previo ni causa justificada,
desde el día uno de marzo del año dos mil cinco, por lo que
con fundamento en lo que establece el artículo 77, inciso f), del
Código de Trabajo, procedería a cancelar el contrato de trabajo
que la vinculaba con aquélla, sin responsabilidad de su parte
(folio 59 del expediente mil seiscientos cuarenta y tres - dos mil
cinco).
Esta Corte considera que es improbable, como se pretendió
demostrar inicialmente, que la trabajadora haya renunciado a
sus labores, incluso en forma verbal; o que haya abandonado
las mismas como se resolvió en la jurisdicción ordinaria. Es
conteste la doctrina y también la jurisprudencia, al considerar
que una renuncia verbal es inadmisible y carece de todo valor
jurídico, porque el acto de renuncia implica la abdicación del
status laboral y, en principio, la imposibilidad de efectuar
reclamo alguno por la ruptura del vínculo; y además, porque de
esa forma se pretende evitar actos de fraude a la ley o que la
renuncia encubra un despido directo.
Además, no consta en los antecedentes de la presente acción,
un documento escrito que haya exteriorizado la voluntad de la
trabajadora de extinguir en forma unilateral el vínculo
contractual que tenía con la entidad demandada. La
circunstancia mencionada, se sustenta en las propias
manifestaciones de la compañía que en su escrito de
contestación de demanda indicó: “Tomando en cuenta que la
demandante, no presentó su renuncia por escrito, sino
continuó laborando para mi representada teniendo en su poder
el material de apoyo y equipo que utilizaba para la realización
de su trabajo (…)” (folio 43 del expediente mil seiscientos
cuarenta y tres - dos mil cinco).
También se advierte la circunstancia referida, en la
comunicación que remitiera el Representante Legal de la
demandada a la Directora de Recursos Humanos el diecisiete
de febrero de dos mil cinco, en la que se indicó que no se le
permitiría a la trabajadora presentar su renuncia con fecha seis
de marzo porque no lo admitían las políticas de la empresa.
Incluso se puede inferir, que el patrono estaba ejecutando
acciones -no recibir el material y el vehículo de la compañía y la
posterior denuncia penal en contra de la misma- con la
intención de obtener previamente la renuncia de la trabajadora,
y ello se verifica en las comunicaciones de veintiocho de
febrero de dos mil cinco, en la que la trabajadora denuncia esa
circunstancia a la Directora de Recursos Humanos de la
compañía, y en la respuesta que aquélla le remite a la
amparista en la que le manifestó que “junto con tu renuncia le
puedes devolver el material y el equipo a la Licda. Carmen de
Lara”.
Por las circunstancias descritas, es evidente que la relación de
trabajo se había extinguido con anterioridad a la fecha en la
que la entidad patronal denunció que la amparista había
abandonado sus labores; y esta aseveración se sustenta en la
comunicación de diecisiete de febrero de dos mil cinco en la
que el Representante Legal de la demandada en el juicio
ordinario laboral expresó que la amparista iba a dejar la
compañía; en la comunicación de veintidós de febrero de dos
mil cinco en la que la Directora de Recursos Humanos de la
compañía le manifestó a la accionante que el Representante
Legal le había comunicado su supuesta renuncia; en la
intención que tuvo la trabajadora de devolver los instrumentos
y materiales de trabajo; y además, con el texto de la
comunicación que la Directora de Recursos Humanos de la
entidad demandada le remitió a todos los integrantes de la
compañía en la que manifestó que la amparista no laboraba
más para la firma y que su último día de trabajo fue el 28 de
febrero de dos mil cinco.
Es por ello, que el patrón pretendió perpetrar un fraude en
materia de despido para encubrir la terminación del contrato en
forma injustificada que había producido; en primer lugar
cuando pretendió obtener una renuncia de la trabajadora; y
posteriormente, al denunciar el abandono de tareas desde el
uno de marzo del año dos mil cinco, circunstancia que no podía
acontecer porque según la comunicación de la Directora de
Recursos Humanos de la demandada, el último día de trabajo
de la empleada en la compañía fue el veintiocho de febrero de
dos mil cinco.
Por lo considerado, cuando la autoridad impugnada en su
decisión manifestó que la trabajadora fue la que cesó la
relación laboral por abandono de tareas y que por esa
circunstancia no tenía derecho a reclamar indemnización,
daños y perjuicios y costas procesales, violó los derechos
enunciados por la amparista en la presente acción.
Despido de una mujer
embarazada
Expediente 1466-2008
A) La Corte de Constitucionalidad se ha pronunciado
respecto a la especial protección, que consagra la
Constitución, la normativa internacional que ha sido
ratificada por el Estado y las normas internas respecto
de la mujer en estado de embarazo; es así como en la
sentencia que se analizó, se ha concluido que la mujer
embarazada tiene un derecho reconocido a una
"estabilidad laboral reforzada".

B) Además, el Tribunal Constitucional ha indicado, que el


despido de la mujer por razón de su estado de gestación
es nulo e ineficaz y, por lo tanto, procede el reintegro o
la reincorporación a su lugar de trabajo, además del
pago de los sueldos dejados de percibir y las
indemnizaciones a las que haya lugar (daños y
perjuicios, tal como lo contempla el Código de Trabajo).
Expedientes 1466-2008

C) También ha destacado la Corte, que la mujer


embarazada tiene el derecho fundamental a no ser
discriminada en el campo laboral por razón de su estado
de gravidez, lo que apareja, necesariamente, el derecho
a no ser despedida por causa del embarazo, es decir, a
una estabilidad laboral o lo que se ha denominado en
algunas legislaciones como "fuero de maternidad".

D) Dos aspectos fundamentales son: La dimensión


temporal que reconoce la Corte de Constitucionalidad
para el goce de la protección legal (la mujer embarazada
podrá dar aviso de su estado hasta el momento del
despido); y el reconocimiento de que la protección opera
por el estado en el que se encuentra la mujer
(embarazo), y no por haber dado el aviso
correspondiente o por presentar el certificado médico
que acredite el embarazo.
Durante el trámite de un conflicto
colectivo de carácter económico
social, en el período de
conciliación no se pueden
interponer recursos, ni se
admitirán recusaciones,
excepciones dilatorias o
incidentes de ninguna clase.
Artículo 383 del Código de Trabajo: “(…) Fuera de lo
establecido en el párrafo anterior durante el período de
conciliación no habrá recurso alguno contra las
resoluciones del tribunal, ni se admitirán recusaciones,
excepciones dilatorias o incidentes de ninguna clase”.
Expediente N° 3021-2007. Apelación de Sentencia de Amparo.
CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD: Guatemala, dieciséis de enero de dos mil ocho.

la Empresa Municipal de Agua de la Ciudad de Guatemala


acude en amparo contra el Juez Sexto de Trabajo y Previsión
Social de la Primera Zona Económica y denuncia como lesiva
la resolución de diecisiete de agosto de dos mil siete,
mediante la que dicha autoridad rechazó un conflicto de
jurisdicción interpuesto por la accionante, en la etapa de
conciliación dentro del conflicto colectivo un mil doscientos
noventa y tres – dos mil tres, promovido por el Sindicato de
Trabajadores de la Empresa Municipal de Agua de la Ciudad
de Guatemala contra la amparista.
Al hacer el estudio correspondiente de las actuaciones, esta
Corte determina que la autoridad impugnada al emitir el acto
reclamado, lo hizo en estricto apego a lo dispuesto en el
Código de Trabajo el que señala expresamente que: “...Fuera
de lo establecido en el párrafo anterior durante el período de
conciliación no habrá recurso alguno contra las resoluciones
del tribunal, ni se admitirán recusaciones, excepciones
dilatorias o incidentes de ninguna clase”.
Como puede colegirse de la norma transcrita, el tribunal
aplicó lo dispuesto en aquélla para rechazar el conflicto de
jurisdicción promovido por la amparista.
Esta Corte ha sostenido el criterio de que, en la etapa de
conciliación de un conflicto de carácter económico social, debe
primar la armonía entre las partes y se debe evitar todo tipo
de dilaciones, principalmente las de carácter procesal, que
impidan obtener el acuerdo pretendido, asimismo ha definido
que la conciliación es un avenimiento amigable entre las
partes, que al arreglar sus diferencias ante un Tribunal
extinguen las pretensiones antagónicas y dan por terminada la
controversia, naciendo de igual forma la obligación para
aquéllas de firmar y cumplir el convenio que se redacte.
En la etapa conciliatoria, existe para las partes el deber de
negociar de buena fe, que debe manifestarse por medio de la
voluntad de aquéllas en abrir y agilizar la negociación para
llegar a un acuerdo razonable; y también, mediante la
exteriorización de esa voluntad descrita en el propio proceso
negocial, evitando bloqueos, dilaciones, la imposición de
condiciones imposibles o la búsqueda de rupturas
injustificadas. Como se advierte, en la etapa tantas veces
citada debe primar la armonía, circunstancia opuesta a la
contienda que se produce en un proceso ordinario y que
requiere que se tenga acceso a todos los medios de defensa o
de impugnación establecidos en la ley.
La actividad conciliatoria en el plano de las relaciones
colectivas de trabajo consiste en la función de un tercero
(Tribunal de Conciliación) que lleva a las partes a encontrar
una solución. Esta acción conciliatoria se origina a
requerimiento de cualquiera de las partes. Es un trámite
obligatorio, y la obligatoriedad está referida a que las partes,
en presencia de un conflicto, antes de recurrir a medidas de
acción directa deben comunicarlo a la autoridad jurisdiccional
correspondiente para que ésta formalice los trámites que se
deben agotar. El Código de Trabajo en el artículo 377 dispone
que las partes tienen la obligación de denunciar la existencia
del conflicto -“Cuando en un lugar de trabajo se produzca una
cuestión susceptible de provocar una huelga o paro, los
interesados, (…) suscribirán un pliego de peticiones”-; e
impone al trámite conciliatorio una duración de quince días,
contados a partir del momento en que el Juez de Trabajo y
Previsión Social recibió el pliego de peticiones.
El Tribunal de Conciliación realizará las deliberaciones que
considere necesarias y le propondrá a las partes una formula
conciliatoria, la que puede ser aceptada o no. Como se
concluyó precedentemente, en esta etapa del conflicto de
carácter económico social, debe primar la armonía entre las
partes y se debe evitar todo tipo de dilaciones, principalmente
las de carácter procesal, que impidan obtener el acuerdo
pretendido.
Esta Corte también sostuvo que: “(…) En efecto: tal disposición
legal se aplica en la etapa de conciliación de todo conflicto de
carácter económico social y su contenido guarda congruencia
con la naturaleza jurídica de dicha etapa de discusión, pues
ésta es eminentemente conciliatoria y en ella el tribunal
respectivo mediante la proposición de fórmulas ecuánimes de
conciliación persigue lograr un avenimiento entre las partes en
conflicto, para así resolver en armonía la controversia o
diferendos que se hubieren suscitado entre las partes en
desacuerdo; también es concordante con las oportunidades de
intervención de este tribunal (máximo dos) y con el tiempo en
que debe cumplir su cometido (máximo quince días)”.
Sentencia de veintitrés de diciembre de mil novecientos
ochenta y siete (expediente 301-87).
Por lo anteriormente considerado, la decisión que rechazó
liminarmente el conflicto de jurisdicción que promovió la
amparista, que a juicio del tribunal estaba restringido por el
artículo 383 del Código de Trabajo, es una decisión ejercida
dentro de las facultades legales interpretativas que la ley de la
materia concede a los Tribunales de Trabajo;
Inamovilidad de los miembros
del Comité Ejecutivo de un
Sindicato.
Expediente 1035-2007. Sentencia de diez de enero de dos mil ocho.

Amparo Castillo Sicajá de Pérez promovió incidente de


reinstalación en su contra (Industrias Acrílicas de Centro
América, Sociedad Anónima), en el Juzgado Tercero de
Trabajo y Previsión Social de la Primera Zona Económica,
aduciendo que al momento de despedirla se encontraban
vigentes la prevenciones decretadas dentro del conflicto
colectivo respectivo; en consecuencia, su remoción había
sido objeto de una represalia por el cargo sindical que
desempeñaba. El Juez mencionado, declaró con lugar la
acción ejercitada por la incidentante y, por ende, le ordenó
hacer efectiva la reinstalación de aquélla en el puesto
anterior que venía desempeñando y bajo las mismas
condiciones. Contra dicha resolución interpuso recurso de
apelación y la Sala Primera de la Corte de Apelaciones de
Trabajo y Previsión Social, mediante la resolución que
constituye el acto reclamado, confirmó el fallo de primer
grado.
Agravios

La resolución que por esta vía se enjuicia viola las


garantías y derechos constitucionales de su representada,
debido a que se le ordena hacer efectiva la reinstalación de
una trabajadora, no obstante que el juez de primera
instancia nunca le notificó respecto de la solicitud de
aquélla, previo a ordenar tal medida, por lo que se advierte
que su representada no fue citada, oída y vencida;
asimismo, se le vedó la oportunidad de aportar pruebas
para poder desvanecer la pretensión de la incidentante
La autoridad recurrida no tomó en consideración que cuando
destituyó a la trabajadora, ya se habían levantado las
prevenciones decretadas dentro del conflicto colectivo, por lo
que su actuación se enmarcó dentro de la ley; en
consecuencia, no era procedente la reinstalación de aquélla,
circunstancia que demostró con las pruebas que aportó
oportunamente.
El artículo 223, literal d), del Código de Trabajo preceptúa:
“Los miembros del Comité Ejecutivo gozan de inamovilidad en
el trabajo que desempeñen durante todo el tiempo que duren
sus mandatos y hasta doce meses después de haber cesado
en el desempeño de los mismos. Dichos miembros no podrán
ser despedidos durante el referido período, a menos que
incurran en causa justa de despido debidamente demostrada
por el patrono en juicio ordinario ante Tribunal de Trabajo
competente (…)”.
Al analizarse los antecedentes de la presente acción, se
advierten los siguientes extremos:

A) Amparo Castillo Sicajá de Pérez era trabajadora de la


entidad Industrias Acrílicas de Centro América, Sociedad
Anónima, y pertenecía al Comité Ejecutivo del Sindicato de
Trabajadores de Industrias Acrílicas Centro América, Sociedad
Anónima (SITIACASA).
B) Las circunstancias descritas precedentemente se constatan
en los siguientes documentos:

a) adjudicación número cuatro mil doscientos noventa y cinco -


dos mil uno (4295-2001) de fecha veintitrés de octubre de dos
mil uno, la que en su apartado SEGUNDO indica: “(…) Se de
por agotada la vía conciliatoria administrativa y seguir con el
trámite de su denuncia por despido directo y estando
emplazada la empresa y gozar de inamovilidad por ser
Secretaria General del Sindicato SITIACASA, (…)” (folio dos de
Incidente de Reinstalación setecientos treinta y seis - dos mil
uno [736-2001] del Juzgado Tercero de Trabajo y Previsión
Social de la Primera Zona Económica); y
b) copia de la inscripción número seis mil ciento cincuenta y
cinco, de fecha treinta y uno de julio de dos mil, que se realizó
en el Departamento de Registro Laboral que establece: “(…) y
al efecto de inscribir a los directivos del Sindicato de
Trabajadores de la empresa Industrias Acrílicas de Centro
América, Sociedad Anónima, por haber cumplido con los
requerimientos de ley, en la siguiente forma: COMITÉ
EJECUTIVO: Mabelia Noemí Alcántara Pérez de López (…);
Amparo Castillo Sicajá de Pérez (…); José Adolfo Pacay Godinez
(…)” (folio 90 del expediente de amparo ochocientos seis - dos
mil dos [806-2002] de la Corte Suprema de Justicia, Cámara de
Amparo y Antejuicio).
C) Fue despedida en forma verbal el diecisiete de octubre de
dos mil uno.

D) Con fundamento en las normas del Código de Trabajo inició


incidente de reinstalación en el Juzgado Tercero de Trabajo y
Previsión Social de la Primera Zona Económica, el que fue
declarado con lugar en auto de diecisiete de diciembre de dos
mil uno.

E) La decisión mencionada fue confirmada por la Sala Primera


de la Corte de Apelaciones de Trabajo y Previsión Social, en
resolución de catorce de octubre de dos mil dos, siendo esta
última la denunciada como violatoria de los derechos de la
amparista.
Esta Corte establece que la autoridad impugnada al emitir la
resolución que se denuncia como lesiva de los derechos del
postulante, actuó en observancia de lo dispuesto en el artículo
223, literal d), del Código de Trabajo, que instituyen el derecho
a la inamovilidad de la que gozan los trabajadores que integran
el Comité Ejecutivo de un sindicato durante todo el tiempo que
duren sus mandatos y hasta doce meses después de haber
cesado en el desempeño de los mismos, por lo que habiendo
actuado de conformidad con la norma mencionada, se concluye
que la actuación de la autoridad impugnada se encuentra
ajustada a derecho.
Expediente 3859-2007, sentencia de veintidós de abril de dos mil ocho.

En el Juzgado de Primera Instancia de Trabajo y Previsión


Social y de Familia del departamento de Chimaltenango,
promovieron incidente de represalias contra la entidad
Internacional de Productos Congelados, Sociedad Anónima;
dentro de un conflicto colectivo económico social, promovido
contra aquella entidad, reclamando la suspensión individual
total de sus contratos de trabajo. El Juzgado referido le dio
trámite al incidente de represalias y lo resolvió sin lugar. Contra
la decisión precedente interpusieron recurso de apelación, el
que fue conocido por la Sala Segunda de la Corte de
Apelaciones de Trabajo y Previsión Social, la que mediante la
resolución que constituye el acto reclamado, confirmó el auto
que conocía en grado.
Agravios

Estiman las amparistas que con la emisión de la resolución que


constituye el acto reclamado se violan sus derechos de libertad
sindical, fuero sindical e igualdad, porque la autoridad
impugnada, al resolver, no analizó debidamente el artículo 68
del Código de Trabajo que no establece como supuesto de
suspensión individual total la falta de materia prima, pues es
lógico que ninguna empresa resolvería sus problemas de
producción, suspendiendo a dos trabajadores por tal causa;
pero es obvio que suspendiendo a la Secretaria General y a la
de Finanzas, la empleadora sí realizó un acto de clara
discriminación sindical prohibido por la ley.
El Estado de Guatemala, al aprobar y ratificar los convenios 87
y 98 de la Organización Internacional de Trabajo se
comprometió a garantizar a los trabajadores y empleadores el
ejercicio de los derechos establecidos en los referidos
convenios y a que la legislación nacional no menoscabara ni se
aplicara de manera que menoscabe las garantías establecidas
en tales instrumentos internacionales.
Las postulantes, como consta en autos, desempeñaban los
cargos de Secretaria General y Secretaria de Finanzas del
Sindicato de Trabajadores de Internacional de Productos
Congelados, Sociedad Anónima, por lo cual, de conformidad
con el inciso d), del artículo 223 del Código de Trabajo,
gozaban de inamovilidad en el trabajo que desempeñaba
durante todo el tiempo que dure su mandato y hasta doce
meses después de haber cesado en el desempeño de aquellos
cargos. Como miembros del Comité Ejecutivo del Sindicato no
podían ser despedidas durante el referido período, a menos
que incurrieran en causa justa de despido, debidamente
demostrada por el patrono en juicio ordinario ante un Tribunal
de Trabajo competente.
La inamovilidad es una garantía de estabilidad en el empleo
que el legislador otorga a los integrantes del Comité Ejecutivo
de un Sindicato para evitar la posibilidad de que sean objeto de
medidas disciplinarias o que atenten contra su vínculo laboral
por parte del empleador, en el caso que defiendan los intereses
que le son encomendados, y tiene como causa última evitar
que en razón de sus actividades sindicales el empleador adopte
medidas discriminatorias contra los trabajadores.
Los aspectos antes indicados no fueron debidamente
analizados por la autoridad impugnada, sobre todo lo
relacionado con la suspensión individual total de que aquéllas
(las postulantes) habían sido objeto, lo que conlleva una
sensible afectación de las funciones sindicales para las que
solicitan amparo fueron electas, y que constituye una clara
represalia que conculca la literal q), del artículo 102 del
Constitución Política de la República.
El Código de Trabajo contempla en el artículo 70 como “causa
de suspensión colectiva parcial” de los contratos de
trabajo, en la literal c), la falta de materia prima para llevar
adelante los trabajos, siempre que sea imputable al patrono,
según declaración de los mismos tribunales”; y en el artículo 71
como “causa de suspensión colectiva total de los contratos de
trabajo, en la literal c), la falta de materia prima para llevar
adelante los trabajos, siempre que no sea imputable al
patrono”; lo cual debe ser declarado por el Organismo
Ejecutivo, mediante Acuerdo emitido por conducto del
Ministerio de Trabajo y Previsión Social.
Ninguna de las anteriores situaciones ocurrió en el caso de las
amparistas, pues lo que sucedió fue que el Inspector de
Trabajo Arnoldo Alemán Galindo, fundamentándose
erróneamente en el artículo 68 del citado Código y arrogándose
competencia que no poseía, se constituyó en las instalaciones
de la entidad Internacional de Productos Congelados, Sociedad
Anónima y levantó acta declarando la suspensión individual
total de las trabajadoras postulantes por falta de materia
prima. Es por ello, que al haber dictado una resolución que
irrespeta los derechos y garantías fundamentales de las
postulantes, la acción constitucional que se analiza deberá ser
acogida y habiendo resuelto de manera distinta el Tribunal a
quo procede revocar el fallo venido en apelación y otorgar el
amparo solicitado.
Citación de la autoridad
nominadora en juicios
laborales contra el Estado
para garantizar el derecho de
audiencia
Expedientes Acumulados 3351, 3359 y 3549-2008,
sentencia de treinta de enero de dos mil nueve.

En el Juzgado Quinto de Trabajo y Previsión Social de la


Primera Zona Económica, los trabajadores de la institución
(Ministerio Público) promovieron conflicto colectivo de
carácter económico social contra el Estado de Guatemala,
que fue admitido para su trámite. Como una cuestión
accesoria al conflicto referido, Julio Carlo Xaman Ek
Castañeda Maza planteó un incidente de reinstalación,
aduciendo haber sido despedido sin que la autoridad
nominadora obtuviera la autorización correspondiente, el que
fue declarado con lugar. El juzgado nombró ministro ejecutor
para dar cumplimiento con la resolución que declaró con
lugar la reinstalación, para lo cual éste faccionó el acta
respectiva .
Agravios

Con la emisión de la resolución que constituye el acto


reclamado se vulnera su derecho de defensa, al no
vincularlo como parte en el conflicto colectivo instado en su
contra, y con ello no pudo ejercer acción alguna en su
defensa. Además, se contraviene el principio jurídico del
debido proceso, ya que al emitirse la resolución señalada
como acto reclamado, se le impidió negociar, presentar
alegatos, comparecer a audiencias, interponer recursos,
excepciones y demás medios de defensa, en su calidad de
entidad nominadora, dentro del conflicto colectivo en el
que no se le ha permitido su participación.
El derecho de defensa de las personas está reconocido por la
Constitución Política de la República de Guatemala, en su
artículo 12, el que, a efecto de preservar su imperio, preceptúa
que: “Nadie podrá ser condenado, ni privado de sus derechos,
sin haber sido citado, oído y vencido en proceso legal ante juez
o tribunal competente y preestablecido”. El conjunto de
garantías procesales que la observancia de tal derecho
conlleva, incluye la debida noticia y audiencia al amparista de
las acciones ejercitadas en su contra, a efecto de que pueda
acudir al proceso a plantear las defensas que estime
convenientes a sus intereses, concretándose así el
contradictorio necesario para la decisión del asunto por parte
del juez correspondiente.
En los juicios de trabajo en los que se demande al Estado de
Guatemala, si bien, corresponde a la Procuraduría General de
la Nación su representación y defensa, se requiere la
participación del ente nominador, quien será, finalmente, el
obligado a cumplir con lo decidido en el juicio, por lo que, no
puede excluírsele del acceso a las garantías de debida
audiencia y noticia que tiene, pues le corresponde desde
luego y como contrapartida de la demanda laboral, la defensa
de sus intereses mediante los mecanismos que la ley le
brinda.
Esta Corte, habiendo verificado su legitimación para promover
el presente amparo, estima que al Fiscal General de la
República y Jefe del Ministerio Público, como ente nominador y
principal obligado, se le debió notificar la resolución que le dio
trámite al conflicto colectivo de carácter económico social …
El amparista debió ser parte en el conflicto colectivo de
carácter económico social, ya que nadie puede ser privado de
sus derechos, sin haber sido citado, oído y vencido en proceso
legal ante juez o tribunal competente y preestablecido, por lo
que toda resolución debe hacerse saber a las partes en la
forma legal y sin ello no quedan obligadas ni se les puede
afectar en sus derechos. Es por ello que el incumplimiento de
esta exigencia legal produjo, como consecuencia, en el
presente caso, violación de la garantía de audiencia debida y,
por ende, del derecho de defensa y el principio jurídico del
debido proceso del Ministerio Público, los que sólo deben ser
restaurados para permitirle el acceso efectivo a la justicia.
En consecuencia, es procedente otorgar la protección
constitucional solicitada, acogiendo la petición de amparo que
se formula, con el objeto de dejar sin efecto las resoluciones
objetadas y ordenar a la autoridad impugnada dictar resolución
en la que, por las vías que la ley establece, reconduzca el
procedimiento a efecto de que el postulante tenga acceso a la
audiencia debida;
Normativa aplicable a los
conflictos individuales o colectivos
que se susciten entre las
municipalidades y sus
trabajadores
En el Juzgado de Primera Instancia de Trabajo y Previsión
Social y de Familia del departamento de Alta Verapaz, la
Coalición de Trabajadores de la Municipalidad de Chisec del
departamento de Alta Verapaz, planteó un Conflicto Colectivo
Económico Social en su contra. A Germán Gonzáles Cu se le
autorizó ausentarse de sus labores, a las que tenía que
reintegrarse el uno de julio de dos mil cuatro. Debido a que no
se reintegró a su puesto de trabajo, se consideró que había
abandonado su cargo. El trabajador inició diligencias de
reinstalación en el Juzgado de Primera Instancia de Trabajo y
Previsión Social y de Familia del departamento de Alta Verapaz,
que resolvió con lugar la solicitud de reinstalación, ordenó que
se pagaran los salarios dejados de percibir y que aquél fuera
reinstalado inmediatamente. Contra la resolución mencionada
precedentemente interpuso recurso de apelación, y la Sala
Primera de la Corte de Apelaciones de Trabajo y Previsión
Social, mediante la resolución que constituye el acto
reclamado, confirmó el fallo de primer grado.
Agravios

Se viola su derecho de defensa, de igualdad y el principio


jurídico del debido proceso, debido a que la resolución que se
impugna como acto reclamado no se produjo como
consecuencia de un despido, sino por abandono de trabajo por
parte del trabajador, por lo que se debió aplicar en este caso
concreto, la normativa de la Ley de Servicio Municipal y la del
Código de Trabajo que regula esa circunstancia -abandono de
tareas.
El artículo 65 del decreto 1-87 del Congreso de la República,
Ley de Servicio Municipal, establece: “Los conflictos entre las
municipalidades y sus trabajadores, de naturaleza individual o
colectiva, serán tramitados y resueltos de conformidad con los
procedimientos establecidos en la presente ley y el Código de
Trabajo”.
La norma transcrita precedentemente es clara al indicar cuáles
son los procedimientos que se deben agotar cuando se
produzcan conflictos, individuales o colectivos, entre las
municipalidades y sus trabajadores. En el presente caso, los
trabajadores de la Municipalidad de Chisec, departamento de
Alta Verapaz, plantearon un conflicto colectivo económico social
ante la jurisdicción ordinaria; por ello, el trámite y la resolución
de aquél y todas sus incidencias, se deben dirimir de
conformidad con lo establecido en la normativa específica del
Código de Trabajo.
La Jurisprudencia y el
precedente en materia laboral
Certifica lo conducente contra patrono que no cumple orden
de reinstalación
3178-2007 (certificación de lo conducente)
Casos Relacionados: 2498-07 y 1553-07

Actos Reclamados:
a) resolución por medio de la cual la autoridad impugnada
decretó embargo definitivo sobre bienes inmuebles
propiedad de la amparista, a raíz de la negativa a dar
cumplimiento a la orden de reinstalación que había
decretado en el mismo procedimiento;
b) resolución por medio de la cual la autoridad impugnada,
resolvió desestimar un recurso de revocatoria que se hizo
valer contra el anterior acto y ordenó certificar lo conducente
para su juzgamiento en contra de quien fuere responsable
del incumplimiento de la orden de reinstalación decretada en
resolución de uno de junio de dos mil uno.

Argumento Central:
La amparista adujo que sí había dado cumplimiento a la
reinstalación, mientras que la trabajadora argumentaba lo
contrario, así como que, no se le hizo efecto el pago de
salarios caídos, por lo que pidió el embargo y que se hiciera
efectivo el apercibimiento que refiere el artículo 379 del
Código de Trabajo.
Ratio Decidendi:
La Corte constató que se probó dentro del procedimiento
que, si bien la trabajadora fue reinstalada, en acto inmediato
posterior se le volvió a despedir. A la vez, la Corte dio
preponderancia al texto del artículo 380 del Código de
Trabajo, conforme al cual la certificación de lo conducente
contra quien incumpla la orden de reinstalación que quede
firme, es procedente.

Se denegó el amparo.
Despido sin causa de trabajador del Estado. Aplicación 110
Constitucional
Exp. 1877-07 (Facultad Onsec indemnización
constitucional)
Exp. Relacionados: 3359-06 y 213-07

Acto Reclamado:
Sentencia mediante la que se declaró sin lugar la demanda
ordinaria laboral en única instancia que el amparista
promovió contra el Estado de Guatemala.
Argumento Central:
Reclamó ante la Oficina Nacional de Servicio Civil el
pago de prestaciones laborales e indemnización, por
haber laborado como Profesional II de la Secretaría de
la Presidencia, habiéndosele declarado sin lugar el pago
de indemnización bajo el argumento de que pertenecía
al servicio exento, por lo que promovió demanda
ordinaria con el mismo objetivo, la cual fue declarada
sin lugar con el argumento de que el interesado
pertenecía al servicio exento.
Ratio Decidendi:
Efectivamente la Ley de Servicio Civil resultaría inaplicable
por el hecho de que el reclamante es parte del servicio
exento; sin embargo, la Corte aclara que tal aseveración no
debe entenderse en forma absoluta, pues siendo que tal
inaplicación emana del supuesto de que existe una ley
especial aplicable, qué pasa cuando aún en esa les especial
se omitió regular alguna situación jurídica determinada?.
Concluye la Corte diciendo que el artículo 110, al regular la
procedencia de la indemnización para los empleados del
Estado que sean destituidos sin causa justificada, no hace
distinción de la clase de servicio a la que pertenezcan los
trabajadores, por lo que debe reconocerse que a todos
corresponde la indemnización por despido injustificado.
Aplicación del principio de plenitud hermética del Derecho, que
implica que no puede dejarse de resolver ninguna situación
sometida a juzgamiento.
Situación de empleados de
confianza
(derecho a reinstalación)
Exp: 236-2009 (7 de mayo de 2009)
Referencia al artículo 4 del Código de Trabajo que define
quiénes se consideran representantes del patrono:
Ejercen funciones de dirección o administración
Gerentes
Directores
Administradores
Reclutadores (Salvo mandatarios -contrato de t-)

Es el caso de un Gerente
El fallo define que es trabajador de confianza “aquél que
por su cargo y por las funciones que presta, tiene una gran
responsabilidad dentro de la estructura administrativa de la
empresa, en cuanto posee mando y jerarquía frente a los
demás empleados”
Admite que la calidad puede derivar de la regulación
expresa en el contrato, o tácita
La aceptación de que la calidad derive en forma tácita,
obedece al principio de primacía de la realidad
La Corte reconoce que el caso de los empleados de
confianza constituye una excepción a la regla de aplicación
del derecho de igualdad, y ejemplifica el trato desigual en lo
siguiente:
No están sujetos al límite de las jornadas de trabajo
(artículo 124 del Código) y
No pueden pertenecer a sindicatos (art. 212 C.T)
La razón que se encontró para justificar la prohibición de
que representantes del patrono pertenezcan al sindicato
radica, en esencia, en el hecho de que esta clase de
empleados deben defender los intereses del patrono, y
en tal condición no pueden tener injerencia en la
dirección sindical.

Por su parte, la no sujeción al horario, se justifica en el


hecho de que como directores, deben estar siempre
presentes en la labor de supervisión.
Concreción del caso:
partiendo de las premisas anteriores, la Corte llegó a
concluir que a los representantes del patrono
(empleados de confianza), no les alcanza la protección
de inamovilidad que surge de la prevenciones que se
dictan en los procesos colectivos de carácter económico
social, que obligan a los patronos a obtener autorización
judicial previamente a disponer el despido.

En consecuencia, a esta clase de trabajadores no les


corresponde el derecho a la reinstalación con base en
los artículos 379 y 380 del C.T.
La Corte concluye que “… no es necesario que se solicite
autorización judicial para despedir a un trabajador de
confianza, pues no tiene razón de ser que el órgano
jurisdiccional determine si la actuación del patrono
configura o no represalia contra una persona que, por su
alta posición jerárquica en la empresa, debía defender los
intereses del empleador y, por ende, no estaba en
condiciones de apoyar las peticiones económico-sociales
de los otros trabajadores …”

Anda mungkin juga menyukai