La depresión se puede describir como el hecho de sentirse triste,
melancólico, infeliz, abatido o derrumbado. La mayoría de nosotros se siente de esta manera una que otra vez durante períodos cortos. La depresión clínica es un trastorno del estado anímico en el cual los sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración interfieren con la vida diaria durante un período de tiempo prolongado.
LA DEPRESIÓN EN LAS MUJERES
La depresión se da en la mujer con una frecuencia casi el doble de la del
hombre. Factores hormonales podrían contribuir a la tasa más alta de depresión en la mujer. En particular, los cambios del ciclo menstrual, el embarazo, el aborto, el periodo de posparto, la premenopausia y la menopausia. Muchas mujeres tienen más estrés por las responsabilidades del cuidado de niños, el mantenimiento del hogar y un empleo. Algunas mujeres tienen una mayor carga de responsabilidad por ser madres solteras o por asumir el cuidado de padres ancianos. Los investigadores han encontrado que las mujeres de alguna manera están protegidas debido a que sus hormonas, como la progesterona, surten el mismo efecto experimental que las drogas antidepresivas un estudio reciente demostró que las mujeres predispuestas a padecer del síndromepremenstrual (SPM) severo se alivian de sus síntomas físicos y anímicos (por ejemplo depresión) cuando se les suprimen sus hormonas sexuales con una medicación. Si se deja de dar dicha medicación, las hormonas se reactivan y al poco tiempo los síntomas vuelven. Por otro lado, a las mujeres sin SPM, la supresión temporal de las hormonas no les produce ningún efecto. Causas de la Depresión. La depresión a menudo es un mal de familia; esto puede deberse a los genes (hereditaria), comportamiento aprendido o ambos. Incluso si los genes hacen que usted sea más propenso a presentar depresión, un hecho estresante o infeliz en la vida generalmente desencadena el comienzo de un episodio depresivo. Muchos factores pueden causar depresión incluyendo: Alcoholismo o drogadicción Situaciones o eventos estresantes en la vida, como: o divorcio, incluyendo el divorcio de los padres o muerte de un amigo o familiar o enfermedad en la familia o maltrato o rechazo o pérdida del trabajo o aislamiento social (causa común de depresión en los ancianos) o ruptura de relaciones con el novio o la novia o perder una asignatura Afecciones y tratamientos médicos como: o baja actividad de la tiroides (hipotiroidismo) o ciertos tipos de cáncer o dolor prolongado o problemas para dormir o medicamentos esteroides Algunos Síntomas: Cambios en los sentimientos y percepciones repentinos ataques de llanto o falta de respuesta emocional (insensibilidad). Indefensión, desamparo y/o desesperanza Pérdida de placer e interés incluso en actividades que antes resultaban placenteras Pérdida de afectividad hacia la familia y amigos Sentimiento de soledad o deseo de estar solo Sentimiento de culpa (a veces exagerado) Falta de autoestima (sentir que no mereces la pena) Pérdida de deseo sexual Cambios en la conducta Distanciamiento de las personas importantes o significativas. Descuido del aspecto físico Abandono de responsabilidades sociales, laborales y/o académicas. Irritabilidad; quejas ante actividades que antes no suponían problema. Estar de malhumor la mayor parte del tiempo Indecisión, confusión, incapacidad para concentrarse y retener información. Agobiarse fácilmente (capacidad disminuida para afrontar tareas y actividades diarias) Quejas físicas Letargo, sensación continua de cansancio o fatiga Cambios en el patrón de sueño (Ej. dificultad para dormirse, calidad de descanso, dormir más horas, despertar durante la noche o temprano por la mañana) Marcado aumento o pérdida de apetito Problemas digestivos: dolores de estómago, náuseas, indigestión, diarrea, estreñimiento Dolores de cabeza persistentes y sin causa aparente ¿Qué puedo hacer? Antes que nada, no te alarmes. Intenta identificar qué cosas te están afectando y de qué manera: si es la relación con tu familia o pareja, o son cuestiones financieras, etc. Por ejemplo, tener dificultades con tus padres (o con tus compañeros de piso) puede hacer que evites estar en tu casa, o que no salgas de tu cuarto, y eso a la vez puede influir en tu rendimiento académico, o en tu relación con tus amigos. Algunas veces, conversar sobre los problemas con las personas involucradas puede generar soluciones antes de llegar a un nivel alto de estrés. También puedes intentar: Cambiar tu rutina normal tomándote un descanso para una actividad favorita o para algo nuevo (incluso aunque no tengas muchas ganas). Hacer ejercicio para eliminar tensión, mejorar la digestión, ayudar a relajarte, y hasta mejorar el sueño. Evita hacer compromisos a largo plazo, tomar decisiones o hacer cambios que te hagan sentir atrapado o limitado; es mejor posponerlos hasta que te sientas mejor para afrontarlos. Evita aquellas situaciones que te añaden tensión, y que son prescindibles (por ejemplo salir o quedar con gente que te pone nervioso/a, o comer alimentos que no te sientan bien). Vive día a día, intenta alcanzar pequeñas metas y no pretendas resolverlo todo de una vez. Si los sentimientos de depresión persisten o empeoran sería recomendable buscar ayuda de un amigo, de un familiar o de un psicólogo. Muchos estudiantes se enfrentan a episodios depresivos, y con ayuda, voluntad e ideas claras definitivamente es posible mejorar tu calidad de vida.