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Esta historia que ahora les vamos a relatar, me la contó un niño

muy especial. ¿qué por qué era especial? Porque este niño tiene
una memoria muy, pero muy buena. Él se acuerda de todo, pero de
todo. Los olores de la comida, los sabores, el color de los
jugos, las miradas de su mamá y de los juegos que le gustan a
sus amigos.
A ver, déjenme ver, es que tenía que revisar que no hubiera
muchos adultos alrededor para contar la historia. Es que la
historia que me contó, solo la saben los niños y mi amigo se
molestaría mucho si otros adultos la escuchan. Me dijo sí que un
amigo, de un amigo suyo se lo contó a la tía Javiera y a la
Carolina, así que ellas pueden escucharlo porque ya conocen lo
que les voy a contar.
Mi amigo, que para proteger su identidad de niño-humano, le
vamos a decir: Galván, me contó algo, que no se imaginan ustedes
qué es. ¿Quieren saber lo que me contó?… Me contó que los niños,
antes de venir a este planeta viven en otro planeta!!!! De
verdad que cuando me dijo esto no lo pude creer. Me describió su
planeta: Era algo así como un gran, pero gran planeta como un
parque, con juegos y camas saltarinas por todos lados, donde
todos los niños jugaban y comían lo que querían y los vegetales
tenían gusto a “ositos de goma” y no había niños que dormían en
la calle, porque todos tenían sus casas y camas muy, muy grande
con espantacucos gigantes para que nadie tuviera pesadillas. Y
más genial era que no existía el dinero; los niños cambiaban sus
juguetes y sus vegetales para poder tener otras cosas.
Me contó una historia: un día iba caminando así:
Galván: (silba y canta) la, la, la, la.
(y encontró a su amigo Francisco)
Francisco: Galván, ¿quieres comerte un brócoli conmigo?
Galván: mmm, que delicioso.
(las marionetas se juntan y devoran el supuesto brócoli)
Galván: ¿no tendrás otro?
Francisco: Nop,
Galván: ah.., ¡¡¡qué pena!!!
(Y siguieron caminando)
Francisco: Oye, Galván, ¿te parece si jugamos a la pinta?
Galván: ¡Ya!, ¡tú la traes!
(Las marionetas se pasean por el espacio, vuelve el narrador y
las marionetas siguen jugando a la pinta, siempre mientras la
historia está siendo narrada, las marionetas tienen que hacer
algo parecido)
Como me contaba mi amigo, así son los días en ese planeta de los
niños. Se la pasan jugando y visitando a sus amigos, y a la
noche ven películas, todas las que quieren y el único canal de
televisión que existe es el Nat Geo Kids.
Pero cada tanto pasa algo: una voz los llama por su nombre y
tienen que presentarse a un lugar y esto no me lo van a creer,
tienen que llegar hasta un lugar donde los espera una nave
espacial!!!!.
(mientras el narrador cuenta esto, aparece la nave espacial en
escena)
Y un día me cuenta Galván que lo llamaron a él, mientras jugaba
con Francisco. “—¡Galván!”
Galván: ¿Qué pasa Javier?
Javier: Pues que es tu turno de ir a ese planeta donde viven los
humanos, la tierra.
Galván: Pero es que no quiero ir, no parece tan divertido ese
lugar.
Javier: Sí, es muy divertido, tienen playas y parques como acá,
hay perros y gatos; pero además hay un par de personas que
necesitan tu ayuda para ser felices…
Galván: y, ¿cómo se llaman esas personas?
Javier: No sé cómo se llaman, eso tendrás que averiguarlo tú.
Pasa que ellos están muy solos y tristes, hacen una cosa que se
llama trabajar y después se van a dormir solitos, necesitan a un
niño par que los caliente en invierno y le explique cómo ser
felices.
Galván: pero, ¿cómo se llaman?
Javier: No lo sé y no importa, Galván, hasta que sepas sus
nombres tú los llamarás “Mamá y Papá”
Galván: Ya, de acuerdo “papá y mamá”, “papá y mamá” listo, eso
no se me va a olvidar. Javier, espera ¿pero qué pasa si me
aburro o no me entienden?
Javier: No te preocupes, Galván. Ellos harán lo mejor que puedan
para entenderte. Pero tienes que recordar que ellos no hablarán
nuestro idioma, porque si bien fueron chicos, hace mucho tiempo
que están en la tierra y puede que lo hayan olvidado.
(mientras se mueve la nave espacial en el escenario, vuelve el
relator)
Y así, mientras Galván viajó nueve meses por el espacio hasta
nuestro planeta, Mamá y Papá lo esperaron ansiosos y le contaron
a todos sus amigos que iba a llegar un nuevo integrante.
De repente: Pah!!!
En el jardín trasero de la casa de mamá y papá se estrelló una
nave, y adivinen quién era?
¡Sí!, era ¡¡¡Galván!!! pero era una güagüita chiquitita, un
bebé. Y mamá y papá lo tomaron en sus brazos y Galván en su
idioma les decía:
Galván: ¡¡¡Tengo hambre!!!
Pero papá y mamá, sólo escuchaban algo parecido a un llanto,
algo así como ¡güa, güa, güa!
Papá, preocupado le dijo a mamá
Papá: ¿le duele la güatita?
Mamá: No..
Papá: ¿se habrá hecho popó?
Mamá: No, tampoco
Y mientras Galván pensaba: ohhh, este señor no sabe nada, vengo
viajando hace nueve meses… es obvio que tengo hambre…
Mamá: Pero papá, es claro, este niño lo que tiene es hambre.
démosle una leche en la mamadera
Galván: (lo dice el relator sin mover la marioneta) Uf… menos
mal Mamá sí me entiende, porque si fuera por papá…
Y así, cada día Galván fue creciendo fuerte y sano junto a Papá
y Mamá en la tierra…
Y ustedes se preguntarán qué pasó con Francisco, el amigo de
Galván, ¿quieren saberlo? Pues bien, les cuento:
(aquí se tiene que representar el juego en el parque y la
llegada de la marioneta que era Francisco al principio)
Un día en un parque al que Galván fue con su mamá, estaba
jugando Galván tranquilo, pero un poco aburrido ya y de repente
apareció un niño desde atrás y le dijo:
(se pone voz de la marioneta)
Francisco: “¿Quieres jugar a la Pinta?”
Galván lo miró a los ojos y dio cuenta que era su amigo
¡Francisco! y se puso muy contento, lo abrazó y se fueron a
jugar juntos

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