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curso

DERECHO CONSTITUCIONAL PERUANO Y DD.HH

TEMA 1. LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL PERÚ

 Introducción al tema
Estimados alumnos en este tema denominado Derecho Constitucional, conoceremos las nociones importes del Derecho
constitucional, su evolución histórica e interesantes definiciones acerca del tema.
Al respecto debo manifestar que en esta semana analizaremos los conceptos básicos de constitución así como el proceso
histórico de las constituciones en el Perú. Por otro lado debemos tener en cuenta que la constitución es la norma fundante
de todo ordenamiento jurídico, siendo considerada por algunos autores como aquel cuerpo normativo establecido de una
sola vez. Esto es como aquella norma que tiene como príncipe creador al pueblo o poder constituyente originario.
 Aprendizajes esperados
Conozcamos ahora las capacidades y actitudes a desarrollar en este primer tema:
Capacidades

Explica y argumenta la importancia de la Constitución.


Actitudes

Valora a la Constitución como la norma suprema que dirige la vida del Estado.

Mapa conceptual referido al tema


Observa detenidamente el siguiente esquema, en el encontrarás de un “vistazo” de manera sintetizada los principales
concepto de la temática que abordaremos. ¿Qué conceptos o categorías te llaman la atención?
1.1 Proceso Histórico de las Constituciones en el Perú:
Es importante iniciar realizando un breve recorrido de la evolución Constitucional que ha tenido el Perú a la
largo de su historia.
Iniciaremos diciendo que en el Perú hemos tenido un total de 12 Constituciones, 8 en el siglo XIX (1823,
1836, 1828, 1834, 1839, 1856,1860 y 1867) y 4 en el siglo XX (1920, 1933, 1979 y 1993).
La primera Constitución fue la de 1823, que fue producto del proceso de independencia del Perú suscitada
en el 28 de Julio de 1821, promulgada por José Bernardo Tagle.
La Constitución de 1826, fue promulgada por Simón Bolívar, y tiene la particularidad de que se consideraba
un nacional a los Libertadores de la República, esto con la finalidad de que Bolívar pueda detentar el poder.
La Constitución de 1828, se destaca por la existencia de tribunales especiales para el comercio y la minería.
La Constitución de 1834, resalta la existencia de un consejo supremo de guerra.
La Constitución de 1839, existen tribunales para comercio, minería, aguas, diezmos y comisos.
La Constitución de 1856 y 1860, fue promulgada por Ramón Castilla, en su primer y segundo periodo
respectivamente.
La Constitución de 1867, tuvo una breve vigencia, pues luego se volvió a la vigencia de la Constitución de
1860.
En el siglo XX, la Constitución de 1920, regula educación obligatoria y establece que la mayoría de edad se
adquiere a los 21 años.
La Constitución de 1933, establece por primera vez el derecho al voto de la mujer solo para las elecciones
municipales.
La Constitución de 1979, establece la estabilidad absoluta del trabajador.
La Constitución de 1993, es la que estudiaremos detalladamente en este curso.
Habiendo realizado un breve recorrido, del proceso histórico de las Constituciones del Perú, a continuación
daremos unos breves conceptos sobre la definición de Constitución, tanto como norma jurídica como norma
política. Definiciones dadas primordialmente por nuestro Tribunal Constitucional, a lo largo de las sentencias
que ha emitido.

1.2 Definición de Constitución:


“La Constitución es, pues, norma jurídica y, como tal, vincula. De ahí que, con acierto, pueda hacerse
referencia a ella aludiendo al “Derecho de la Constitución”, esto es, al conjunto de valores, derechos y
principios que, por pertenecer a ella, limitan y delimitan jurídicamente los actos de los poderes públicos.
Bajo tal perspectiva, la supremacía normativa de la Constitución de 1993 se encuentra recogida en sus dos
vertientes: tanto aquella objetiva, conforme a la cual la Constitución preside el ordenamiento jurídico
(artículo 51º), como aquella subjetiva, en cuyo mérito ningún acto de los poderes públicos (artículo 45º) o
de la colectividad en general (artículo 38º) puede vulnerarla válidamente”[1].
“La Constitución es la expresión jurídica de un hecho político democrático, pues es la postulación jurídica de
la voluntad del Poder Constituyente, como un totus social en el que subyace la igualdad”[2].
Por otro lado, el Tribunal Constitucional ha penetrado en su escapelo jurisprudencial encarando la doble
naturaleza de lo que hoy es una Constitución no solo como norma política y que constituye el viejo concepto
político de Constitución; sino también el reconocimiento de que ella es norma jurídica fundamental y
fundamentadora de un sistema jurídico. Veamos:
La Constitución es una norma jurídico-política sui generis. El origen de dicha peculiaridad, desde luego, no
sólo dimana de su posición en el ordenamiento jurídico, sino también del significado que tiene, y de la
función que está llamada a cumplir. Es común señalar que una de las formas cómo se expresa esa
singularidad tiene que ver con la doble naturaleza. Así, por un lado, en la medida que crea al Estado, organiza
a los poderes públicos, les atribuye sus competencias y permite la afirmación de un proyecto sociopolítico,
que es encarnación de los valores comunitarios, la Constitución es, prima facie, una norma política. Ella, en
efecto, es la expresión de todo lo que la nación peruana fue, es y aspira a alcanzar como grupo colectivo.
Pero, de otro lado, también la Constitución es una norma jurídica. En efecto, si expresa la autorepresentación
cultural de un pueblo, y refleja sus aspiraciones como nación, una vez formado el Estado Constitucional de
Derecho, ella pasa a ocupar una posición análoga a la que ocupaba su creador. En buena cuenta, en el Estado
Constitucional de Derecho, el status de Poder Constituyente, es decir la representación del pueblo
políticamente soberano, lo asumirá la Constitución, que de esta forma pasará a convertirse en la norma
jurídicamente suprema.
La Constitución, así, termina convirtiéndose en el fundamento de validez de todo el ordenamiento instituido
por ella. De manera que una vez que entra en vigencia, cualquier producción normativa de los poderes
públicos e, inclusive, los actos y comportamientos de los particulares, deben guardarle lealtad y fidelidad.
Ciertamente, no se trata sólo de una adhesión y apoyo que pueda ser medido o evaluado en el plano de la
moral o la ética, sino también de una exigencia de coherencia y conformidad de la que es posible extraer
consecuencias jurídicas. La infidelidad constitucional, en efecto, acarrea la posibilidad de declarar la invalidez
de toda norma o acto, cualquiera sea su origen, según los alcances que el mismo ordenamiento
constitucional haya previsto”[3].
A) La constitución como norma fundamentadora del sistema jurídico y del sistema
político.
El TC, auto percibiéndose como un intérprete funcional de la Constitución, ha enfatizado el doble carácter
de norma fundamental y fundamentadora que ostenta la constitución, tanto en su proyecto sobre el sistema
jurídico como en su ligazón esencial con el sistema político. Veamos:
“El Tribunal Constitucional, dada su condición de supremo interprete de la norma Fundamentadora, sustenta
la validez funcional de su actuación justamente en la naturaleza de la constitución, desde el punto de vista
estructural y funcional, la constitución es la norma que fundamenta el sistema jurídico político democrático.
(En tal sentido se proclama) la dualidad jurídico – político de la Norma Suprema. Por lo tanto, la constitución
no solamente es una norma de rasgo eminentemente jurídico, sino que el fortalecimiento del régimen
democrático ira condicionando su validez y eficacia”.[4]
B) La Constitución como emotio
En esta línea se podrá descubrir también que el Tribunal Constitucional no solo ha entendido, como diría
don Manuel García Pelayo, que la Constitución es de naturaleza racional; sino también que ella supone una
vivencia de un sentimiento constitucional emotivo. Es decir:
"La Constitución no solo es ratio, sino también emotio. Esto quiere decir que, si bien las Constituciones
democráticas han presupuesto personas racionales y dispuestas a hacer armonizar sus legítimos
Intereses con los de los demás, no podemos negar esa dimensión emocional o "irracional" que es también
inherente a su naturaleza. Es precisamente en atención a esta dimensión emocional que la Constitución
reconoce las diversas manifestaciones culturales que realizan las personas ya sea individualmente o como
miembros de una comunidad más amplia y diversa culturalmente.
En efecto, la Constitución (artículo 1), al reconocer que la defensa de la persona humana y el respeto de su
dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado, capta al ser humano no sólo como ser 'racional',
sino también aprehende la conditio humana desde el lado emocional o 'irracional'. Lo cual se refleja
claramente cuando se invoca a Dios o se evoca el sacrificio de las generaciones anteriores en el Preámbulo
de nuestra Constitución; o cuando se refiere a los símbolos patrios (artículo 49) -sobre los cuales se ha
pronunciado este Tribunal en sentencia sobre el Exp. N.° 0044-2004-AA/TC. Fundamento 36-, a la bandera
(artículo 49, segundo párrafo), o al idioma (artículo 2, inciso 2; 2, inciso 19; 48)".[5]

C) La Constitución como norma jurídica


Una adecuada comprensión sobre la Constitución en tanto que norma jurídica, supone, entre otras cosas,
asumir necesariamente que ella no es sólo una fuente del Derecho, sino también y, esencialmente, la fuente
de fuentes de nuestro ordenamiento jurídico; lo cual significa que esta norma se presenta como una fuente
formal y una fuente material. Por otro lado, al interior de su entramado normativo, la Ley Fundamental
contiene, además de normas propiamente regulativas, normas constitutivas que confieren poderes
normativos a los distintos poderes públicos, de cuya debida observancia depende la validez de las
disposiciones finalmente emitidas. De ahí que cobre especial relevancia la revisión de algunos conceptos
básicos relacionados al carácter de norma jurídica que ostenta la Constitución en nuestro sistema de fuentes,
poniendo especial énfasis en los principios que rigen su estructura jerárquica, así como su sistematicidad y
coherencia. Veamos, esta vez, el largo excurso argumentativo del Tribunal Constitucional sobre esta materia.
"El tránsito del Estado Legal de Derecho al Estado Constitucional de Derecho supuso; entre otras cosas,
abandonar la tesis según la cual la Constitución no era más que una mera norma política, esto es, una norma
carente de contenido jurídico vinculante y compuesta únicamente por una serie de disposiciones
orientadoras de la labor de los poderes públicos, para consolidar la doctrina conforme a la cual la
Constitución es también una Norma Jurídica, es decir, una norma con contenido dispositivo capaz de vincular
a todo poder (público o privado) y a la sociedad en su conjunto.
Es decir, significó superar la concepción de una pretendida soberanía parlamentaria, que consideraba a la
ley como la máxima norma jurídica del ordenamiento, para dar paso -de la mano del principio político do
soberanía popular- al principio jurídico de supremacía constitucional, conforme al cual, una vez expresada
la voluntad del Poder Constituyente con la creación de la Constitución del Estado, en el orden formal y
sustantivo presidido por ella no existen soberanos, poderes absolutos o autarquías. Todo poder devino
entonces en un poder constituido por la Constitución y, por consiguiente, limitado e informado, siempre y
en todos los casos, por su contenido jurídico-normativo.
La Constitución es, pues, norma jurídica y, como tal, vincula. De ahí que, con acierto, pueda hacerse
referencia a ella aludiendo al "Derecho de la Constitución", esto es, al conjunto de valores, derechos y prin-
cipios que, por pertenecer a ella, limitan y delimitan jurídicamente los actos de los poderes públicos".[6]
En otro fallo vinculado a un proceso de inconstitucionalidad, el Tribunal Constitucional asume la postura de
la Constitución como norma, y amplía la forma como debe concebirse la Norma Normarum. Veamos:
"La Constitución es la norma de normas que disciplina los procesos de producción del resto de las normas y,
por tanto, la producción misma del orden normativo estatal.
El reconocimiento de la Constitución como norma jurídica vinculante y directamente aplicable constituye la
premisa básica para que se erija como fuente de Derecho y como fuente de fuentes. Si bien este Colegiado
le ha reconocido la Constitución el carácter de norma política, también ha tenido oportunidad de enfatizar
en varias oportunidades su carácter normativo y vinculante. Así, en el caso Alberto Borea Odría y más de
5000 ciudadanos, Exp. N° 0014-2003-AI/TC, afirmó que:
(...) la Constitución es una norma jurídica. En efecto, sí expresa la autor representación cultural de un pueblo,
y refleja sus aspiraciones como nación, una vez formado el Estado Constitucional de Derecho, ella pasa a
ocupar una posición análoga a la que ocupaba su creador. En buena cuenta, en el Estado Constitucional de
Derecho, el status de Poder Constituyente, es decir la representación del pueblo políticamente soberano, lo
asumirá la Constitución, que de esta forma pasará a convertirse en la norma jurídicamente suprema.[7]

[1]STC 5854-2005-PA, FJ 5 y 6.
[2]STC 00030-2005-PI, FJ 19 in fine.
[3]STC 0014-2003-AI. FJ 2.
[4] STC 0050-2004-AI/TC, f, J 11
[5] . STC Exp. N° 0042-2004-Pl/TC, f. j. 2 in fine.
[6] STC Exp. N° 05854-2005-PA/TC, ff. jj. 3-6
[7] STC Exp. N' 00047-2004-AI/TC. f. j. 9.

Lecturas recomendadas
Para saber más
Ponemos a tu disposición y te invitamos a revisar interesantes documentos que te ayudarán a reforzar y ampliar los temas
que hemos estudiado.

 Documento 1:
Exp. N.° 0014-2003-AI/TC
Exp. N.° 0050-2004-AI/TC
Dirección: www.tc.gob.pe
Breve descripción: En las sentencias antes indicadas el Tribunal Constitucional realiza una definición del
concepto de Constitución, su valor jurídico, su condición de fuente del Derecho, norma primera y fundante del
ordenamiento jurídico.
Conclusiones
Podemos concluir esta primera semana afirmando que la Constitución es la norma fundante de todo ordenamiento
jurídico, por tanto todas las leyes deben estar acorde con sus preceptos y principios. Así mismo la Constitución es
considerada como norma jurídica y política

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