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Universidad de Costa Rica

Posgrado en Historia
Prof. Víctor Hugo Acuña
Curso corto (abril-mayo 2017):
Pensar las historias globales desde Centroamérica: Problemas, posibilidades y límites
Estudiante: Juan Gómez Solano
Carné: A62476
I Semestre 2018

Resumen

En el marco de pensar las historias globales desde Centroamérica y enfatizando en un análisis comparativo entre
espacios geográficos, se propone de manera explorativa abordar los casos de las ciudades de Granada en Nicaragua
y Cartago en Costa Rica; en particular con relación al juego de ideologías políticas entre el conservadurismo y el
liberalismo. Para ello, se analiza el periodo temporal entre 1871 y 1894, haciendo hincapié en las relaciones Iglesia
Católica-Estado que en el contexto por un lado de la llamada “República Conservadora de Nicaragua”, la llegada al
poder del liberal José Santos Zelaya, y por otro lado del ascenso de los gobiernos liberales en Costa Rica, marcaron
un clima de tensiones entre políticos y eclesiásticos por la irrupción de reformas liberales que tuvieron
consecuencias sobre grupos religiosos como los jesuitas miembros de la Compañía de Jesús y los habitantes de
pueblos nicaragüenses y costarricenses como Granada y Cartago.

Palabras clave: conservadurismo, liberalismo, Centroamérica, reformas liberales, jesuitas, Cartago, Granada,
Historia comparada

Introducción

En el proceso de construcción de los Estados nacionales en Centroamérica el periodo que


comprende el ocaso del siglo XIX a partir de 1870, significó a excepción de Nicaragua hasta el
año de 1893, en el ascenso de los grupos liberales al poder. Este escenario propició
transformaciones económicas, culturales y políticas que buscaron por un lado, consolidar los
nacientes estados centroamericanos a través de su reforzamiento militar y control estatal que con
la inserción definitiva al mercado mundial por medio del modelo agroexportador, les permitiera
alcanzar el anhelado progreso.

Desde el inicio del periodo de vida independiente dentro de los nuevos estados
centroamericanos, predominó un clima de inestabilidad política caracterizado por cruentas luchas
entre grupos localistas que a pesar de tener un interés por buscar el bien común de sus estados,
dicha meta se vio dificultada por la convivencia de posturas ideológicas conservadoras y
liberales que las clases dominantes fueron externando respecto a la paulatina conformación de
los Estados-Nación y que llevó inclusive a recurrentes conflictos bélicos tanto de índole nacional
como transnacional como es el caso de la guerra contra los filibusteros en Nicaragua.

Así, en el marco de la convivencia entre posiciones ideológicas entre el conservadurismo y el


liberalismo para el periodo 1871-1894 en Centroamérica, este ensayo busca entablar un ejercicio
de historia comparada e interconectada entre las ciudades de Granada y Cartago haciendo
hincapié en las relaciones Iglesia Católica-Estado y los conflictos político-ideológicos y
culturales que se desenvolvieron en ambos países. Lo anterior considerando la puesta en marcha
de reformas o medidas liberales que delimitaron el ámbito de acción de autoridades eclesiásticas
y órdenes religiosas como los jesuitas hasta su expulsión del territorio centroamericano. Esta
coyuntura en específico, tuvo para los casos de Cartago y Granada siendo ciudades
caracterizadas una arraigada tradición católica, una reacción importante que merece ser analizada
y es objeto de estudio en el presente texto.

1. El juego de ideologías políticas: Entre lo conservador y liberal

Al hablar del término ideología política dicho constructo teórico remite a la noción de ideas y el
conjunto de valores, creencias, opiniones y actitudes que tienden a ser compartidas por un grupo
de individuos, los cuales construyen su propia interpretación de ver el mundo, comprenderlo,
explicarlo y actuar sobre él1.

En el caso particular del conservadurismo siguiendo los planteamientos de Karl Manheim 2, para
que se hable de conductas y un pensamiento conservador tienen que darse una serie de factores
que configuran un ambiente donde se desenvuelve una sociedad dinámica que en un tiempo y
espacio determinado, presenta una diferenciación específica en clases o grupos sociales
enfrentados entre sí. Dicha diferenciación se marca por las líneas de pensamiento de los grupos
enfrentados en cuanto a su cosmovisión de mundo que tiende a presentar diferencias claras de
criterio con relación a los objetivos trazados respecto a cómo se visualizan las cosas y se

1 José Eduardo Moreno “Pensar la ideología y las identidades políticas. Aproximaciones teóricas y usos prácticos”,
en: Estudios políticos, num.35 (mayo-agosto, 2005): 39-59. Disponible en
www.revistas.unam.mx/index.php/rep/article/download/49368/44408. Consultado el 16 de Junio, 2018.
2 Poner texto
solucionan problemas. En el caso de un tradicionalismo conservador, este responde a grupos
sociales que se oponen de manera reaccionaria y consciente a las formas de pensamiento
progresista.

En concordancia con el párrafo anterior, por un lado, los planteamientos de Manheim permiten
inicialmente comprender la dinámica de la conformación de los grupos liberales y conservadores
en Centroamérica. Para el caso de Nicaragua, los recurrentes enfrentamientos entre los liberales
de la ciudad de León y los conservadores de la localidad de Granada para tomar control del
territorio nicaragüense, tienden a ampliarse de manera transnacional al involucrar a las fuerzas
filibusteras de William Walker a partir de 1855. La invitación a Walker hecha por los grupos
liberales nicaragüenses si bien tuvo un interés de poner fin a las luchas con las facciones
conservadoras también significó un anhelo de alcanzar el progreso de la nación -según la lógica
de las autoridades nicaragüenses- a través de una “americanización” de su territorio. Tanto así
que una vez tomada Granada por las fuerzas armadas de Walker, por un cierto tiempo se
desarrolló en el marco de la cotidianeidad relaciones e intercambios culturales entre filibusteros
y granadinos3. Ahora bien, como se verá más adelante después de la caída de Walker y la
instauración de la llamada “República Conservadora” aun cuando propició cierta estabilidad
política entre liberales y conservadores, no obstante, las diferencias entre grupos hegemónicos
nicaragüenses se mantenían presentes.

Para el caso de Costa Rica siguiendo a Iván Molina, la división política definida entre liberales y
conservadores no se consolidó como se evidencia en Nicaragua. Lo anterior debido a que a partir
de 1840 se produjo paulatinamente una brecha cultural por un lado entre grupos de políticos,
intelectuales, empresarios cafetaleros y profesionales cada vez más secularizados e identificados
con la ideología del progreso, frente por otro lado a grupos de artesanos, pequeños y medianos
productores agrícolas y trabajadores urbanos y rurales cuyas visiones de mundo permanecían
dominadas por identidades de base local y religiosa4.

3 Michel Gobat “Reflexiones sobre el encuentro nicaragüense con el régimen filibustero de William Walker, 1855-
1856” en: Revista Historia N° 20 y 21, Año 2006.

4 TEXTO resistencia educativa MOLINA….


No obstante podría plantearse en el marco de la Costa Rica liberal que con el inicio del gobierno
de Tomás Guardia en 1870, debido a que se implementó una política de alianza con algunos
intelectuales liberales5 (tal como sucede con el caso de Lorenzo Montúfar y su discurso militante
en apoyo hacia los liberales y su denuncia virulenta a políticos conservadores y grupos religiosos
y sus planteamientos discursivos6), el contacto con dichos individuos y sus ideas, posiblemente
contribuyó en las interpretaciones que tanto del liberalismo como del conservadurismo como
posturas políticas se fueron configurando para finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

Inclusive podría agregarse también hipotéticamente que con la redefinición de lo catalogado


como “liberal” y “conservador” en el marco de un discurso antagónico y su reproducción en la
sociedad costarricense, para el caso de la ciudad de Cartago a raíz de su papel como antigua
capital en el “viejo, oscuro y conservador pasado colonial”, así, se le asignara a la localidad
cartaginesa una configuración conservadora por parte de liberales y figuras eclesiásticas por la
arraigada tradición católica de sus habitantes en torno a cultos religiosos como el de la Virgen de
los Ángeles y órdenes religiosas que se asentaron en Cartago como es el caso de los jesuitas.

2. El periodo liberal y los jesuitas en Centroamérica

Con el inicio de la década de 1870 y el ascenso de los grupos liberales al poder en


Centroamérica, se inician fuertes transformaciones que entre otros aspectos conllevó al destierro
de grupos u órdenes religiosas que eran consideradas ideológicamente opuestas al pensamiento
liberal. Así, con la llegada al poder en Guatemala del militar y centroamericanista Justo Rufino
Barrios, significó la expulsión de este país de la orden regular de los jesuitas pertenecientes a la
organización de la Compañía de Jesús en el año de 1871. Debido al escenario de los liberales en
el poder en los países centroamericanos a excepción de Nicaragua que estaba bajo el control del
gobierno conservador de Vicente Cuadra, el 15 de setiembre de 1871 arriban al Puerto de Corinto

5 Ver David Díaz “Construcción de un Estado moderno: Política, Estado e identidad nacional en Costa Rica, 1821-
1914” en: Serie Cuadernos de Historia de las Instituciones de Costa Rica, n°18, Cátedra de Historia de las
Instituciones de Costa Rica, San José, Costa Rica, Editorial del Universidad de Costa Rica, pp.1-86, 2005.
6 Ver Víctor Hugo Acuña “La historiografía liberal centroamericana: la obra de Lorenzo Montúfar (1823-1898)”, en:
Revista Historia y Sociedad, n°12, pp. 29-59, Noviembre 2006. Disponible en
https://revistas.unal.edu.co/index.php/hisysoc/article/view/20429/21459.
el grupo de padres jesuitas expulsados de Guatemala, e inicia un periodo de 10 años
caracterizado por desarrollar un clima de desconfianza y latente rivalidad entre grupos liberales
nicaragüenses presentes en el Congreso, en sectores de la prensa y las presiones ejercidas por
políticos de los vecinos países centroamericanos hasta propiciar el exilio definitivo de los
religiosos de Nicaragua7.

Ahora bien, el desarrollo de esta coyuntura histórica tiende a ampliarse en el tiempo y el espacio,
proporcionando en cierta medida, un carácter interconectado, transnacional y de experiencia
comparada entre algunos países de la región como es objeto de este ensayo entre Nicaragua y
Costa Rica.

2.1 El ingreso y la movilización de los jesuitas

Con la llegada de los padres jesuitas a territorio nicaragüense el 15 de Setiembre de 1871 y su


movilización inicial y recibimiento en la ciudad de Léon –cuna del liberalismo en Nicaragua- , se
propicia la conformación de un escenario mediado por la polémica y la ambigüedad en torno por
un lado, al estatus legal de los jesuitas como grupo religioso con carácter de asilado político, de
su posibilidad o imposibilidad de establecer residencia como orden religiosa y también por otro
lado, de poder ejercer no solo en materia ministerial-evangelizadora, sino también de
involucrarse en la enseñanza pública. Al respecto la ley del 8 de Enero de 1830 en torno a la
prohibición del establecimiento de órdenes religiosas y posteriormente el Concordato establecido
en 1862 entre la República de Nicaragua y la Santa Sede que abría la posibilidad de los obispos
de establecer nuevamente dichos grupos eclesiásticos siempre y cuando contara con el
beneplácito del congreso nicaragüense, conllevó a generar en el marco de las relaciones Iglesia-
Estado, un ir y venir de tensiones e insatisfacciones entre ambas instituciones.

Ahora bien, la permanencia de la llamada “República Conservadora” siguiendo a Arturo Cruz8,


que se caracterizó por mantener una cierta estabilidad política entre las oligarquías de León y
Granada y de una entremezcla de intereses de ambos partidos, dicha condición, resume el éxito
de este periodo debido a que logró mantener un mínimo de confianza entre los políticos y así
7 Franco Ceruti “Los jesuitas en Nicaragua en el siglo XIX”, San José: Editorial Libro Libre, pp. 664, 1984.
8 Arturo Cruz “La República Conservadora de Nicaragua”…
resguardar el orden constitucional. A partir de este equilibrio es interesante cómo desde el
gobierno de Pedro Joaquín Chamorro y el de Joaquín Zavala, se dieron desde el partido
conservador importantes obras en materia pública, comunicaciones (ferrocarril) y educación
manteniendo una estricta disciplina fiscal.

En concordancia con el párrafo anterior, si bien la “República Conservadora” permitió establecer


condiciones para que los jesuitas se expandieron a lo largo de los pueblos de Nicaragua por
solicitud de sus habitantes, hasta el punto de ser solicitados y de enviar una representación de
jesuitas a Costa Rica a través de comunicaciones entre el padre León Tornero y el presidente
Tomás Guardia, siempre se mantuvo una constante crítica de sectores y prensa liberal como el
periódico “El Porvenir Nicaraguense” del italiano Fabio Carnevalini, figura opositora
determinante frente a los jesuitas así como también de políticos provenientes del conjunto de los
países centroamericanos.

Uno de esos políticos que tuvo una importante injerencia como opositor a los jesuitas fue el
liberal guatemalteco Lorenzo Montúfar, quien a inicios de la década de 1870 como parte de los
funcionarios del gobierno costarricense durante la dictadura de Tomás Guardia, sostuvo en varias
ocasiones fuertes discusiones con el jesuita Tornero, en particular con las publicaciones del
Opúsculo sobre los jesuitas (1872)9 y las posteriores contestaciones de Tornero en 187610 que
tendieron a marcar las divergencias de pensamiento en temas como la política en las relaciones
Iglesia-Estado y en el tema educativo. De esta forma, Montúfar fiel a su posición militante y
virulenta frente a los llamados “serviles” (conservadores) y grupos religiosos, busca externar un
quietismo de la educación impartida por los jesuitas y de la supuesta amenaza de sus ideas para
con el “orden y progreso” de las naciones; en particular de Costa Rica que hasta el año de 1872
no había permitido el ingreso de esta orden religiosa, pero que para el año 1876 en el cual ocurre
el ingreso de los padres España, Cáceres y Castañeda a suelo costarricense, Tornero desde la
ciudad de León, refuta todas las acusaciones de Montúfar.

9 Lorenzo Montufar “Los Jesuitas: Opúsculo Segundo”, Imprenta Nacional, pp. 1-38, 1874. Disponible en … Ver
también Roberto Marín “El primer intento de entrada de los jesuitas a Costa Rica (1872) y el inicio de la
controversia entre el Dr. Lorenzo Montúfar y el P. León Tornero, S.I”, Serie Cuadernos de Historia de la Cultura, N°
25, Editorial de la Universidad de Costa Rica, pp. 176, 2011.
10 León Tornero “Los jesuitas impugnados por el señor Doctor Lorenzo Montúfar y defendidos por el R.P. León
Tornero de la C. de J.”, Riobamba, Imprenta del Colegio, pp., 480, 1876. Disponible en…
A partir de este contexto y en consideración de las interconexiones entre figuras políticas y
religiosas, es tiempo de adentrarse en las relaciones Iglesia-Estado y los vínculos entre el papel
ejercido por los jesuitas para los casos de Cartago y Granada.

2.2 Entre la política, la religión y la educación: La incursión de los padres jesuitas en


Granada y Cartago

Con la llegada de los jesuitas en 1871 y su movilización a largo del territorio nicaragüense,
resulta interesante que en un principio los jesuitas tuviesen un caluroso recibimiento en la
ciudad de León –cuna del liberalismo en Nicaragua- y por el contrario, una fría y distante
bienvenida en Granada –bastión conservador nicaragüense por excelencia11-. Tanto así que
Ceruti, externa la poca participación de los granadinos en las conferencias y actividades
religiosas impartidas por los curas, y quienes participaban lo hacían “abrigando mil dudas y
preocupaciones”12 generadas por la propaganda difundida por el periódico liberal. Esta
situación cambió rápidamente debido al carisma que los misioneros jesuitas enviados a
Granada supieron utilizar para producir un acrecentado fervor de los granadinos.

Ahora bien, debido al interés de diversos grupos de padres de familia por recibir la enseñanza
educativa por parte de los sacerdotes jesuitas, es de destacar como durante los gobiernos de
Vicente Cuadra y Pedro Chamorro se facilitó el ingreso dichos sacerdotes, en particular para
el caso de Granada del cura Pedro Sáenz Llaria quien desde su llegada a Nicaragua el 23 de
diciembre de 1873, poco tiempo después fue nombrado director del colegio de Granada hasta
el 19 de Enero de 1878, día en que falleció.

Este sacerdote tuvo su trascendencia en la ciudad de Granada, esto debido a que si bien
durante la mayor parte de su residencia en Granada gozó del apoyo de los vecinos de la
localidad, no obstante, para el año de 1878 y con el antecedente de publicaciones del
periódico “El Porvenir” donde se externaba que en Granada acontecían “progresos
espantosos” por influencia de los jesuitas, se comenzó a difundir que el padre Sáenz Llaria en
11 Franco Ceruti “Los jesuitas en Nicaragua en el siglo XIX”, San José: Editorial Libro Libre, pp. 664, 1984.
12 Ídem, pp. 76.
sus sermones empezó a proyectar la imagen de un supuesto sacerdote liberal, lo cual enfrió
por la recurrencia de dichas afirmaciones las relaciones entre Sáenz y el grueso de los
jesuitas, los cuales a regañadientes debieron reconocerlo como liberal y reprobar sus ideas13.
Este hecho se constituyó en un antecedente que tendrá su cuota en el proceso que lleva a la
expulsión de los jesuitas de Nicaragua, pero antes de considerar el destierro de los religiosos
de Centroamérica y considerando también el caso de Costa Rica, es necesario referirse al
paso inicial de los jesuitas en la ciudad de Cartago y en específico en el manejo del Colegio
San Luis Gonzaga y la incidencia de esta orden religiosa en la cotidianidad educativa
cartaginesa.

Después del antecedente de las disputas entre Lorenzo Montúfar y León Tornero, resulta
interesante como antes de la llegada de los jesuitas a Costa Rica por solicitud del presidente
Guardia para ejercer en el manejo y la enseñanza secundaria en el Colegio San Luis Gonzaga
de Cartago, se suscitó en el año de 1874 un intento transnacional por expulsar a los jesuitas
de Centroamérica a partir del envío por parte del presidente Barrios del sacerdote Martín
Mérida al buscar canjear con gobierno costarricense, un tratado que propiciara la expulsión
de la Compañía de Jesús a cambio de brindarle a Costa Rica un soporte militar para definir
en forma definitiva las disputas limítrofes que existían con Nicaragua en ese entonces. Sin
embargo, el presidente Guardia optó por ignorar dicha propuesta al no estar de acuerdo con
interferir en asuntos internos de los nicaragüenses con la Compañía de Jesús14.

Este escenario es importante de considerarlo dado que posteriormente después de un viaje


realizado por Tomás Guardia a Panamá se entablaron negociaciones con los Padres de la
Compañía de Jesús. Inclusive tanto Guardia como el ministro de Gobernación estaban
interesados por llevar a Cartago a los jesuitas que además contaba con el beneplácito de los
vecinos de Cartago. Con ello, para 1875 llegaron los primeros jesuitas, en específico el
sacerdote España, Cáceres, Castañeda y Koning y se firmó en la sesión del 29 de diciembre
de 1875, un convenio celebrado por la Municipalidad y los Padres Jesuitas y las firmas de 95
vecinos de Cartago para que el Colegio San Luis Gonzaga fuese administrado por la

13 Ídem, pp. 188-190.


14 Ídem, pp. 133-134.
Compañía de Jesús iniciando labores en 1876 después de la administración efectuada por los
hermanos Fernández Ferraz15.

Así con el respaldo del general Tomás Guardia, los jesuitas tomaron control de la enseñanza
del Colegio entre 1876 y hasta el 18 de Julio de 1884 día de su expulsión del país junto con el
obispo Bernardo Augusto Thiel teniendo el apoyo de los cartagineses, no obstante, con la
promulgación de las reformas liberales, los recrudecimientos en las relaciones Iglesia-Estado
y el destierro de los religiosos, se generaron en Cartago y el resto del país manifestaciones de
protesta ante dichas acciones impulsadas por prensa y sectores liberales que para el caso de
Costa Rica se extenderán con las luchas desarrolladas por la prensa católica liderada por el
Partido Unión Católica. En el caso de Nicaragua, si bien el destierro de los jesuitas acontece
en 1881, las luchas entre liberales y conservadores tenderán a recrudecerse poco a poco,
primero con la revolución liberal de 1893 llevada a cabo por José Santos Zelaya y
posteriormente con las luchas llevarán al derrocamiento de Zelaya en 1909 con la injerencia
de los Estados Unidos en la política nicaragüense. Con este panorama se desarrolla en el
siguiente apartado, las repercusiones del destierro de los jesuitas para las ciudades de
Granada y Cartago.

2.3 La expulsión de los padres jesuitas: Repercusiones y reacciones conservadoras en


Granada y Cartago

Al analizar detenidamente el contexto general reinante al comenzar la década de 1880 tanto


en Nicaragua como en Costa Rica, es interesante cómo los hasta entonces partidarios
defensores del establecimiento de las órdenes jesuitas en ambos países empezaron a
desarrollar un considerable desgaste; en específico en el caso nicaragüense con el gobierno
del conservador con tendencias progresistas general Zavala (representante de la “República
Conservadora”) y para Costa Rica con los deterioros de salud del general Tomás Guardia.

15 Jesús Mata Gamboa “Historias de Cartago y los Dos Colegios”, Cartago: Editorial Tecnológica de Costa Rica,
pp. 132-147, 2009.
Siguiendo los planteamientos de autores como Arturo Cruz16 y Franco Ceruti17, el presidente
Joaquín Zavala formaba parte de ala progresista del partido conservador y con la expulsión
de los jesuitas dictada el 2 de Julio de 1881, se generaron fuertes divisiones en el partido por
las acciones de Zavala y las críticas realizadas por el bloque más tradicional y defensores de
la Compañía de Jesús apodados “los Iglesieros”. Además, el gobierno de Zavala se había
caracterizado por impulsar el desarrollo material y educativo de Nicaragua, con lo cual tenía
la simpatía de los grupos liberales. De hecho, el destierro de los jesuitas tuvo como
antecedentes fundamentales por un lado, la inauguración del Instituto Nacional de Occidente
en la ciudad de León que como parte de los intentos de Zavala por laicizar la educación
(hasta ese momento administrada por la Compañía de Jesús), generó fuertes críticas de parte
del clero nicaragüense debido al discurso con tintes progresistas expresado por el director de
Instituto Josef Leonard. Por otro lado, en el pueblo de Matagalpa cerca de Granada los
indígenas protagonizaron una revuelta donde según conversaciones entre el presidente Zavala
y Pedro Chamorro, el levantamiento se debió tanto por los trabajos forzados en telégrafos y
caminos pero principalmente por el reemplazo de “un cura muy querido” y que para Zavala
debido a la competencia entre el clero secular y el regular (jesuitas), detrás de los disturbios
el presidente “veía la mano de los jesuitas”18.

Ahora bien, el decreto de expulsión propició tumultos y protestos en diferentes ciudades de


Nicaragua como Masaya, León, San Juan del Norte y Granada. En el caso particular de ésta
última, fiel a su postura conservadora, vecinos de la localidad intentaron brindar refugio a los
jesuitas en Granada pero tal iniciativa fracasó y se expulsó a la Compañía de Jesús de tierras
nicaragüenses.

Respecto al destierro de los jesuitas en Costa Rica y las afectaciones de este hecho para con
la ciudad de Cartago, es necesario considerar el contexto creciente de tensiones entre la
Iglesia y el Estado costarricense que después de la muerte del Tomás Guardia y con la
ejecución de las reformas liberales, generó una polarización del país.

16 Arturo Cruz “La República Conservadora de Nicaragua”…


17 Franco Ceruti “Los jesuitas en Nicaragua en el siglo XIX”, San José: Editorial Libro Libre, pp. 664, 1984.
18 Ver texto de Arturo Cruz y también el artículo de Flavio Rivera Montealegre “La expulsión de los jesuitas en
Nicaragua el 2 de Junio de 1881, en Revista de temas nicaragüenses, …
Con la implementación de los ideales liberales del “orden y progreso”, el materialismo y
proyecto de Estado-Nación que buscó entre otros limitar la injerencia de la Iglesia Católica
sobre el comportamiento de las poblaciones y en especial en materia educativa, significó la
necesidad de los eclesiásticos por contraatacar el discurso liberal. Con ello, figuras religiosas
como el obispo Bernardo Augusto Thiel lanzó una lucha ideológica frente al materialismo, la
indiferencia religiosa y el liberalismo en documentos oficiales como las Cartas Pastorales y
en prensa católica. Así, en su quinta carta pastoral, después de expresar una definición sobre
el liberalismo que como sistema político busca “destruir todo lo establecido para
implementar en su lugar un caos de reglamentos nuevos”, Thiel ataca vigorosamente la
injerencia del Estado en los asuntos religiosos en su intento de reformarla y según su
interpretación generar un ídolo de nuevo cuño traducido por el “Dios Estado”, un Estado con
características atribuidas a Dios que busca absorber a los individuos siendo “el Dios de su
tiempo, delante del cual todos tienen que doblar la rodilla” y tiene entre otros el poder para
sancionar el matrimonio y controlar la educación, una educación “que como nueva moda
debe ser laica” pues la religión pone trabas en el desarrollo y progreso intelectual de los
niños19.

A partir de este panorama de conflictos entre las relaciones Iglesia-Estado, en las distintas
ciudades de país se fue difundiendo un clima tensiones políticas y de carácter ideológico. En
relación con lo anterior, con el auge de la prensa escrita y la proliferación de periódicos
regionales, para Cartago en el marco de la cotidianeidad se abrió el espacio para la
reproducción de publicaciones que reflejaban dicho contexto. Esto se logra apreciar en la
nota titulada “Una mujer liberal” publicada en el periódico “El Irazú” del 20 de Enero de
1884 a partir de la conversación del editor del diario y una mujer de nombre Da Matea
Lengüitas:

“Pues Señor –y va de cuento- me dijo Da Matea: “ya que Ud. Es tan bueno que tiene gusto
de departir conmigo, sepa que ya no aguanto esta vecindad, y que voy a trasladarme,
aunque no sea más que por unos meses; pues estoy literalmente podrida [se entiende bajo el

19 Ver Bernardo Augusto Thiel “II Carta Pastoral”, Imprenta Nacional, 1881. Archivo Histórico Arquidiocesano
Bernardo Augusto Thiel (AHABAT). Ver también Bernardo Augusto Thiel “V Carta Pastoral”, Imprenta Nacional, 2
de Febrero de 1883. Archivo Histórico Arquidiocesano Bernardo Augusto Thiel (AHABAT).
hipocondrio derecho] con estas malditas vecinas, que como me llaman la liberal y todo no es
más que porque tengo relaciones con la gente de mi agrado. Suponga Ud. Que Remigia dice
que ser liberal es lo mismo que ser hereja, masona y atea?.... Como si el Diccionario de la
Real Academia Española no definiese claramente tal palabra diciendo que son liberales:
“Los que obran con liberalidad, los espeditos y prontos para ejecutar cualquier cosa. Los
que profesan doctrinas favorables a la libertad política de los estados &&….” Yo me quedé
estupefacto al escuchar a aquella mujer…Ella continuó: “Mire Sr. D. Fulgencio, si puede
una sufrir de estas gentes: esa de en frente me hace la cruz cuando mira que la veo: esta de
la derecha me llama Victoria Huga: esotra de la izquierda dice a sus compinches que rezen
por mí, porque ya tengo un pié en los infiernos y hoy, precisamente hoy, que se me antojó ir
a misa, me he encontrado este papel, pegado en un pilar de la iglesia con un par de alfileres.

Sacó un papel manuscrito de una comodita que tiene en su sala, y lo puso en mis manos: lo
leí, lleno del más positivo asombro, y le dije: -Señora, esto es increíble: ¿Me permite Ud.
publicarlo en “El Irazú” que es un pequeño periódico que esta próximo a ver la luz
pública?... –Sí, me prespondió; pero con la precisa condición de que hará Ud. de él los
comentarios que merece.
-Está bien, le repliqué, haré cuento de mi parte para ello; pero allá en mis adentros me dije:
a otro perro con ese hueso. Ahí va el contenido de dicho papel, tal cual es, con todos sus
pelos y señales, sin que yo me haya atrevido a quitarle ni ponerle ni una coma y con la
misma ortografía de su autor ó autora. Él es un documento digno de nuestros tiempos: Dios
me guarde de comentarlo, siquiera fuese en lo más mínimo.

ECCE PAPIRUS = Rogemos al corazón de Jesus por un alma prosima a quer en las llamas
del infierno que no bibe muy largo de aquí, un parde nuestro por esa porbesita (XXX)”.
A partir de la cita textual anterior, se evidencia un caso del nivel de tensión derivado por los
conflictos Iglesia-Estado Liberal y que para el caso de Cartago, debido a su tradición católica
existe la posibilidad de que haya alcanzado un recrudecimiento mayor; también considerando
que es una publicación de comienzos de 1884, año en que acontece la promulgación de las
reformas liberales y la expulsión del obispo Thiel y los jesuitas, éstos últimos e particular
radicados en Cartago.
EXPULSION

, expulsión Thiel y jesuitas,, laicismo de educación, reforma educativa… lucha unión católica
cita Cartago informe educativo 1892… entrelazar dictadura Zelaya… con texti de Molina
educación y cerrar…

3. Consideraciones finales

Por otro lado, si bien se puede plantear ciertas hipótesis pareciera que para Centroamérica hubo
principalmente diferencias de criterios de forma y no tanto de fondo (texto Sonia Alda)… Así,
para el caso de Nicaragua respecto a la República Conservadora (texto Arturo Cruz)… detallar
con relación a este apartado… para Costa Rica, se da una particularidad respecto al manejo de la
religión y educación /Y NICARAGUA)… después en otro apartado desarrollar lo de los jesuitas
CARTAGO-GRANADA, caída de la república conservadora y ascenso de Zelaya y hacer
referencia a la caída posterior de Zelaya y por último CONCLUSIONES.

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