Los ciudadanos y los políticos de los principales países que lucharon en la PGM,
excepto Italia y Japón, creían firmemente que estaban comprometidos en una lucha
defensiva. La estrategia del imperio AH en 1914 consistía en defenderse de los Serbios
para salvar a su monarquía en un momento de crisis dinástica. Alemania se había
empezado a expandir y Rusia empezó a cerrarse para evitar el avance de estos en su
territorio. Según Parker, muchas de las potencias albergaron ambiciosos designios, una
vez que la guerra comenzó. Los Estados Unidos entraron también para defender algo: el
derecho internacional y la moralidad pública. Entre las grandes potencias, sólo Italia y
Japón hicieron la guerra alentadas por ambiciones territoriales, y ambas se lanzaron a la
misma sin ser en absoluto responsables de su estallido. Los pueblos y los estadistas
estaban convencidos que el culpable de la guerra era otro. Desde los Aliados, al finalizar
la guerra estaban convencidos de que Alemania era culpable de todo. El poderío
industrial alemán y su valor militar permitieron la prolongación de la guerra; para
Francia, Inglaterra y América, Alemania había sido el principal y más formidable
enemigo y se concluyó que la contribución de AH al estallido de la guerra había sido
tan escasa como su participación a lo largo de la misma, según la apreciación de todas
las potencias vencedoras excepto de Italia.
Una segunda solución era defendida por Lloyd George, el primer ministro
británico, que era por encima de todo un político, un hombre dispuesto al compromiso,
de principios flexibles, y dotado de una considerable mano izquierda.
Consecuentemente, su acción política no estuvo dominada por principios abstractos de
moralidad. Esto tuvo una importante consecuencia: le convirtió a efectos prácticos en un
hombre menos hostil a Alemania que el presidente Wilson.
El tratado con Alemania, el tratado de Versalles, fue la obra personal de
Clemenceau, Lloyd George y Wilson. Sus decisiones finales fueron tomadas en
discusiones mantenidas entre ellos, sobre todo en el Consejo de los Cuatro siendo el
cuarto miembro el italiano Orlando, quien solo participó mínimamente en la redacción
del tratado con Alemania. La obra del Consejo de los Cuatro estuvo basada en estudios
preliminares realizados por comisiones nombradas por los cuatro gobiernos una vez
oídas las representaciones de las naciones directamente afectadas.
Las principales cuestiones que el tratado de Versalles intentaba resolver eran las
reparaciones, las fronteras de Alemania, el desarme alemán y la suerte de las colonias
alemanas. Por medio del tratado se obligaba a Alemania a aceptar que debía pagar
mucho más de lo que con toda probabilidad podía, quedando para más tarde el cálculo
de la cifra exacta. Únicamente se garantizaba a Alemania un futuro mínimamente
soportable posponiendo la declaración definitiva sobre la cantidad que ésta debía pagar
hasta que la opinión pública se enfriase.