juvenil*
7 de enero de 2013 a la(s) 12:05
Por qué, para qué, cómo y dónde participan los jóvenes es un tema más complejo de lo
parece. A partir de una investigación realizada por la organización social La Flecha, se
exponen 10 propuestas para empezar a pensar en profundidad este fenómeno social.
En los últimos años, la relación entre la juventud y la participación política ha ocupado
gran parte del discurso mediático, tanto del oficialismo como de la oposición, y también se
ha hecho presente en conversaciones cotidianas y en el sentido común de la sociedad en
general. Poco a poco, la figura del joven ha ido tomando relevancia y se tiene cada vez más
en cuenta en el ámbito político, entendiéndola como un elemento de peso con el potencial
de legitimar una fuerza política.
En medio de todo esto, nos encontramos con al menos dos estereotipos. Por un lado, con
el estereotipo del joven fuertemente comprometido, militante aguerrido que dedica su vida
a luchar por sus ideales. En el extremo opuesto, está aquella imagen del joven al que no le
interesa para nada la política, que no tiene proyectos ni metas y que no se preocupa por la
realidad social. Evidentemente, alrededor de la figura de los jóvenes y la participación se
han construido varios discursos lineales, pero el tema es más complejo.
Para romper con esas construcciones totalizantes, es necesario ampliar la mirada y
complejizar el tema. Para eso, la organización social La Flecha hizo un trabajo de
investigación cualitativa en el cual entrevistó a jóvenes de entre 18 y 25 años, que realizan
actividades socio-comunitarias en Capital Federal en agrupaciones político-partidarias,
asociaciones civiles y organizaciones vinculadas a grupos religiosos.
Los siguientes puntos se desprenden de este trabajo.
1- La participación siempre es política, pero no siempre es partidaria. Es fundamental
entender a la participación política en sentido amplio. Además de las distintas juventudes
agrupadas en partidos políticos (Justicialista, Pro, Radicalismo, Partido Obrero, MST, entre
otros), hay otros grupos de jóvenes que participan en el ámbito público y en el campo
social desde asociaciones civiles, fundaciones, grupos religiosos o agrupaciones no
formales. Los jóvenes no siempre son militantes de un partido, pero sí militantes de
causas, creencias, expectativas, deseos de una sociedad más igualitaria e inclusiva. Hay
muchos jóvenes que se comprometen con la democracia y buscan un mejor país, pero
desde distintas instituciones.
2- A participar se aprende. La etapa de socialización primaria es fundamental para
incentivar la participación. La familia y la escuela son vitales en la formación de un joven
participativo. Muchos entrevistados han manifestado que en su infancia y adolescencia
tuvieron referentes adultos que los inspiraron y sirvieron como ejemplo para participar.
3- El joven situado. Siguiendo esta línea de entender al joven en contexto, hay que
entender al joven no como un individuo aislado, de quien depende la decisión de participar
en el espacio público o no, sino como un sujeto inserto en una sociedad con
características particulares en un contexto determinado. Hay factores en la experiencia
personal de cada uno que pueden estimular o desalentar el interés participativo, entre
ellos:
1. El grupo de pertenencia y los amigos: las relaciones interpersonales son muy
relevantes a la hora de elegir participar o no. La mayoría de los jóvenes empiezan a
participar de un espacio por una invitación concreta de amigos cercanos.
2. Coyuntura: el contexto político, social y económico también influye en la actitud de
los jóvenes frente a la participación. Hay momentos históricos concretos que son
más propicios y propensos al involucramiento ciudadano en los cuales se abren
espacios de participación. En cambio, hay otros momentos en los cuales se
disuaden esas prácticas participativas o no hay un clima social que impulse a los
jóvenes a participar.