Wells
“Debemos desarrollar nuestras propias capacidades individuales para aprender y para seguir aprendiendo
sin dejar que nos derrumben las vicisitudes del cambio”. Michael Fullan
El camino hacia el cambio educativo, debemos entenderlo como un camino que comienza con un cambio
en nosotros mismos. Siguiendo a Michael Fullan, el cambio se produce en el docente en relación a la
cultura del centro educativo, pero debe ser éste el que se decida a desafiar. El docente tiene el poder de
empujar y motivar al resto, es el elemento fundamental que toma la iniciativa, y de este modo, entre
todos, analizar la propia cultura que tienen, cuál es la que quiere conseguir y cómo llegar a ella.
Todo cambio real implica pérdida, ansiedad y lucha, y desconocerlos, hace que ignoremos aspectos
importantes del cambio y a malinterpretar a otros. Solo en caso contrario, podremos ver las cosas más
claras, y la situación de las respuestas que es difícil ya que son claramente ambivalentes.
Sin embargo, situar el límite de actuación, no es complicado, está en manos de las instituciones, dotando
de visibilidad a los docentes para accionar cambios y que no desemboquen en ese conocido malestar
docente. Al parecer, no es la actitud de esconderse detrás de críticas que solamente contribuyen a ese
malestar lo que va generar una transformación, sino activarse y plantearse qué puedo yo hacer en mi aula
y qué puedo yo hacer junto con mis compañeros y compañeras, aprovechando esa autonomía y
utilizándola con astucia.
Hay que considerar que el cambio educativo conlleva dos aspectos básicos: qué cambios implementar
(teorías de la educación) y cómo implementarlos (teorías del cambio), los cuales interactúan y se dan
forma el uno al otro, y que se deben tener en cuenta a la hora de planificar y analizar intentos de reformas
específicos. Pero, si los docentes son figuras clave en los procesos de cambio, no puede decirse menos de
los directivos (como disuasores o facilitadores), los alumnos (como verdaderos protagonistas), los
administradores (como promotores en muchos casos de los nuevos procesos), y las familias o la
comunidad educativa en su conjunto (afectados directamente por los cambios educativos y por su
repercusión social).
Hemos de enfrentar pues los procesos de cambio sin miedos, con ilusión y pensando que toda la vida es
un cambio dirigido hacia el crecimiento y la mejora.