TEMAS MODERADOR
En lo económico, el país viene creciendo a tasas históricas dentro de un contexto marcado por
una demanda interna impulsada por la inversión y por un crecimiento de los sectores
económicos tradicionales. La sostenibilidad de este crecimiento es puesta en duda por diversos
sectores y es crucial tomar las decisiones pertinentes para que el país mantenga su ritmo de
crecimiento y la riqueza permee a toda la sociedad.
En materia de seguridad es innegable el progreso de Colombia en los últimos años que puede
verificarse con la reducción de homicidios, secuestros, atentados a la infraestructura, entre
muchas otras variables. Sin embargo todavía persisten algunos elementos estructurales que
fomentan la violencia y es necesario trazar el camino hacia la consolidación de una paz
sostenible, duradera, que verdaderamente rompa con el círculo vicioso de los últimos 60 años.
En el terreno político, Colombia es una democracia estable que enfrenta el reto de profundizar
sus espacios de participación y contar con los mecanismos adecuados para blindar la
institucionalidad de la influencia negativa de actores ilegales, a la vez que abra espacios para la
diversidad política e ideológica.
Es posible que existan diversas aproximaciones de solución a las disyuntivas que enfrenta
Colombia y en ese orden de ideas es fundamental iniciar y mantener un diálogo profundo y
articulado entre diferentes actores de la sociedad, con el objetivo de construir los consensos
necesarios para que el país logre sus metas de prosperidad colectiva de mediano y largo plazo.
Con este propósito, el Instituto de Ciencia Política, el Consejo Privado de Competitividad -CPC,
la Asociación Nacional de Instituciones Financieras - ANIF y el Banco Interamericano de
Desarrollo - BID Colombia nos unimos para crear un espacio donde líderes de diversas
disciplinas y corrientes ideológicas pudieran dialogar de manera amplia sobre los temas de
mayor relevancia para Colombia y arrojar un mapa de consensos y disensos sobre los cuales el
país construya su visión de futuro.
A diferencia de otros eventos, en este caso todos los asistentes participaron con su voz y sus
ideas. Cada persona escogió el tema de su interés y participó en las respectivas discusiones,
cada una de ellas lideradas por un experto en el tema. La discusión se provocó alrededor de
algunas preguntas y sobre ella se compartieron las diversas ideas.
Las conclusiones que se presentan en esta separata fueron construidas con la participación de
todos los asistentes y el propósito de circularlas de manera masiva es facilitar que todos los
colombianos tengan acceso a estas ideas y de esta manera podamos seguir construyendo los
consensos que Colombia necesita de cara a superar sus retos y consolidar la prosperidad
colectiva. Los invitamos entonces a familiarizarse con el contenido de estas discusiones y a
hacerlas suyas.
Las ideas contenidas en la presente documento han sido el fruto de una profunda discusión
alrededor de 10 mesas de trabajo sobre temáticas específicas. No necesariamente corresponden
al pensamiento de las cuatro entidades que convocaron el evento.
Mesa No. 1:
COMPETITIVIDAD PARA SEGUIR CRECIENDO AL 7% ANUAL
Moderador: HERNANDO JOSE GOMEZ
Señaló que los retos de la sociedad colombiana para garantizar una ruta sostenible de
crecimiento son mayores que nunca. El entorno internacional está desacelerado, ya no estamos
montados en la cresta de la ola y no estamos impulsados por el viento de cola. Es hora de
mostrar nuestro verdadero músculo para mantener nuestro ritmo de crecimiento en
condiciones menos favorables. La seguridad, el funcionamiento de la justicia y la estabilidad
macroeconómica son condiciones necesarias pero no suficientes para mantener tasas de
crecimiento elevadas en el largo plazo. Es indispensable trabajar además en lo institucional, lo
regulatorio y lo microeconómico. Es decir, hace falta trabajar en la estrategia de competitividad
nacional.
Por tal motivo, se les explicó a los participantes en la mesa, conformada por 18 líderes
nacionales en distintos campos, entre los que se encontraban exministros, presidentes de
empresas, dirigentes gremiales, directores de instituciones privadas de diversa naturaleza,
representantes del sector académico, entre otros, que respondieran por escrito dos preguntas
que implicaban un ejercicio de priorización y una discusión posterior sobre el resultado de los
mismos, como se indica a continuación.
Primera pregunta
Si el país tiene 100 entre recursos públicos y privados adicionales para invertir en la provisión de
bienes públicos en los próximos tres años, como los distribuiría usted para tener el máximo
impacto en la competitividad del país:
Distritos de riego 20
Emprendimiento 5
Fondos de inversión 20
Educación básica y secundaria 15
De acuerdo con los resultados, es claro que el tema de infraestructura de transporte (que
incluiría el de vial ubicada en el primer lugar y el de puertos y aeropuertos en el cuarto) es
considerado por los asistentes como el prioritario seguido por los temas de Ciencia, Tecnología
e Innovación, los dos relacionados con el área de educación (superior, técnica y tecnología) y el
relativo a conectividad y banda ancha.
Sin embargo, es evidente del cuadro que en las mencionadas áreas existió una gran varianza
entre los asistentes, por el puntaje máximo y mínimo encontrado. El moderador propició una
discusión en el grupo para entender las razones de dicha varianza, entre las razones que los
asistentes señalaron (aquellos que calificaron con bajo puntaje las áreas que el grupo consideró
prioritarias en promedio), se encuentran, en el caso de los temas de infraestructura, que el
problema no se trata tanto de adicionar recursos sino de que la regulación permita canalizar
adecuadamente recursos privados hacia la provisión de estos bienes públicos, por ejemplo con
una mejor estructuración de las concesiones.
Segunda pregunta
En el área regulatoria de 0 a 10 cuales son las que necesitan reforma más inmediata
Garantías de acreedores 7
Creer en el mercado 10
El tema de las tasas y bases impositivas fue señalado como el área prioritaria que requiere
reforma seguido muy de cerca por el costo y efectividad en el cumplimiento de contratos,
asunto relacionado con la eficiencia de la administración de justicia. El tema tributario también
ocupó el tercer lugar ya no desde la perspectiva sustancial (de la estructura tributaria) sino de
los procedimientos relacionados con el cumplimiento de las obligaciones tributarias. El cuarto
lugar fue para el tema de las contribuciones a la nómina, por su efecto en la generación de
empleo y en el crecimiento de la informalidad. En el quinto lugar, estuvo el tema de la
necesidad de agilizar aún más los trámites de comercio exterior.
Como lo muestra el cuadro y se reflejó en la discusión, temas como el costo y agilidad para
crear y cerrar empresas, desarrollo del mercado de capitales, la regulación laboral, cambiaria y
de promoción de la competencia, también fueron calificadas con niveles de prioridad
importantes por el grupo de trabajo.
Tercera pregunta
¿Cuáles pueden ser acciones de corto y mediano plazo de los sectores no públicos (privado,
trabajador, academia, ONGs, etc.) que impulsen la competitividad del país?
La tercera pregunta planteada fue pregunta abierta, lo que se refleja en la amplia variedad de
opiniones expresadas por los participantes en la mesa. Dentro de los temas recurrentes
señalados por el grupo se destacan la necesidad de que los sectores no gubernamentales
(privado, laboral, academia, ONGs,) lideren la creación de una visión compartida de país, como
elemento fundamental para mantener un rumbo más allá de los gobiernos.
Así mismo, se señaló la importancia de que todas las organizaciones no públicas compartan
información y den ejemplo de transparencia, enfatizando que el compartir información facilita
la creación de clúster lo que potencia antes que debilitar ventajas competitivas. Igualmente,
hubo intervenciones en el sentido de pedir que los gremios disminuyan la búsqueda de rentas y
en cambio logren una voz más unificada y fortalecida con intereses comunes del aparato
productivo nacional.
Otro de los temas recurrentes del debate fue la importancia de fomentar el espíritu
emprendedor desde el sector privado y la academia. Se indicó que al final, son los empresarios
los que van a permitir que se de la transformación productiva que el país está buscando,
lógicamente acompañado de un ambiente de negocios adecuado, que es la función
gubernamental.
En ese aspecto, un debate importante se planteó alrededor del tema sectorial, con algunos
integrantes señalando la relevancia de profundizar en sectores industriales y de servicios
mientras otros enfatizaban la importancia de desarrollar sectores tradicionales relacionados
con productos primarios y con nuestra biodiversidad. Sin embargo, hubo consenso en el grupo
acerca de que más que una discusión acerca de cuáles sectores, lo importante era entender que
de lo que se trata es de aumentar el valor agregado y nivel de sofisticación de nuestros
productos.
Preguntas:
1. Desde la perspectiva de la competitividad ¿Cuáles son los mercados hacia los cuales debe
apuntar el país en el futuro inmediato? ¿qué papel deben jugar los países de América
Latina en este contexto?
La discusión sobre la política comercial que debe seguir Colombia en un mundo globalizado está
afectada, indudablemente, por la coyuntura que vive el país respecto a sus principales socios
comerciales y por la coyuntura económica mundial, caracterizada por los altos precios de los
commodities. Es en este contexto, en el que se desarrolló el conversatorio sobre el tema. Pero,
antes de exponer las principales conclusiones, hay que destacar un hecho de fondo que se
trasluce en las mismas conclusiones: el comercio mundial es hoy en día un asunto estratégico
para los empresarios colombianos. Este hecho es el que permite que el enfoque dado en la
discusión apunte a establecer el rumbo del comercio exterior en el inmediato futuro y no a un
simple listado de peticiones al gobierno.
En el campo específico del comercio exterior, una de las políticas esenciales que deben impulsar
el gobierno y el sector privado es el de la inteligencia de mercados. La coyuntura actual muestra
la importancia de conocer bien los mercados, no tanto para anticipar lo que podría pasar con
nuestros socios comerciales, sino para tener la capacidad de redireccionar rápidamente el
comercio que en un momento dado se ve afectado por las políticas o situación económica de
los socios. Así como se habla de producción flexible y de mercado laboral flexible, también
debemos entender el comercio nacional e internacional como flexible, capaz de ajustarse a los
cambios. Los empresarios colombianos tienen que acostumbrarse a la idea de que en su oficina
o sobre su escritorio tendrán que mantener un atlas mundial con marcas diferenciadas para
proveedores y clientes actuales y potenciales, y deberán mantenerlo bien actualizado.
La coyuntura reciente ha mostrado que un elemento esencial que debe estar presente siempre
en la inteligencia de mercados es el de las tendencias de la demanda mundial. Es indudable que,
en el largo plazo, los bienes de alto contenido tecnológico marcarán las tendencias del comercio
mundial. Sin embargo, el sostenido crecimiento de China, de India y de otros países de reciente
industrialización ha abierto un importante potencial de mercado alrededor de las materias
primas provenientes de la minería y de la agricultura. Colombia tiene que ver en el alto precio
de estos bienes una oportunidad para desarrollar grandes proyectos en materia agrícola y
minera. El reto para estos proyectos es el de la productividad que permita controlar la inflación
en el país y ganar mercados en el mundo. En estos proyectos no se pueden mantener las viejas
políticas proteccionistas o las rigideces en materia productiva y laboral. Si queremos
aprovechar la coyuntura, tenemos que ajustar nuestras políticas económicas para obtener el
máximo beneficio económico y social.
Conociendo la demanda y los mercados mundiales, Colombia debe mantener y acelerar su
dinámica de acuerdos comerciales, con un claro criterio, que todo acuerdo reporte beneficios
para los productores nacionales. Ya pasaron las épocas de acuerdos más políticos que
económicos. El marco institucional que se negocia en estos acuerdos de integración es
fundamental y así lo evidencian las cifras recientes de comercio exterior. Pero, este contexto
general no es suficiente, también es necesario administrar los acuerdos.
Todo este nuevo entorno comercial no significa que el país deba renunciar a sus socios actuales,
como Estados Unidos, Venezuela o Ecuador, o a aquellos que ofrecen buenas perspectivas de
crecimiento, como Brasil, México, Centroamérica, Perú, Canadá, entre otros. Por lo contrario, al
analizar la política comercial con nuestros principales socios encontramos una situación frágil:
con Estados Unidos el tratado aún está proceso; en el caso de Venezuela, este país se retiró de
la CAN y con la Unión Europea se tienen algunas preferencias arancelarias unilaterales. De ahí la
importancia de acelerar los acuerdos y negociaciones que se tienen con estos países.
Respecto a los países de la región, el gobierno debe mantener una prudente actitud frente a
nuestros vecinos y diseñar, en estrecha relación con el sector productivo, una estrategia de
acuerdos comerciales con ellos que facilite el ingreso a mercados de interés para los
empresarios colombianos. En el caso venezolano, además, de la prudencia en el manejo de las
relaciones, sería conveniente evaluar la verdadera dependencia de las dos economías entre sí.
En otras palabras, conocer el margen de maniobra de Venezuela frente a las exportaciones
colombianas y viceversa, de Colombia frente a las importaciones de Venezuela.
Respecto a nuestras relaciones con los países de la región, un hecho que está sobre el tapete es
la continuidad o no de la CAN, en particular, ante la eventualidad de un retiro de Perú.
Colombia debe revisar bien el papel que viene cumpliendo la CAN y definir sus líneas de acción
en la misma. En opinión de los empresarios participantes en la mesa, es claro que ante un
eventual retiro de Perú, Colombia debe retirarse y encontrar otros mecanismos para mantener
las relaciones con los países miembros.
La política comercial del país debe respetar la normatividad y las prácticas internacionales en
esta materia. Pero no debe ir más allá e imponerse limitaciones que pueden servir al desarrollo
de las exportaciones. Los instrumentos de política comercial que no entren en contradicción
con aquellas normas y prácticas deben utilizarse para apoyar procesos de penetración en los
mercados mundiales, pero siempre con metas específicas y siempre transitorias. Estos
instrumentos no deben servir para defender la actividad productiva ineficiente sino para
estimular y apoyar a aquellas actividades que promueven el desarrollo y el crecimiento del país.
No debe olvidarse que la política comercial en un mundo globalizado y competitivo como el
actual, no está al margen de las restantes políticas de competitividad. Un adecuado entorno
para la producción y comercialización es fundamental para insertarnos en la economía mundial.
Uno de los factores más visibles y negativos del entorno productivo nacional es la
infraestructura. En muchas ocasiones, los costos de transporte internacional son más bajos que
los nacionales. En materia de infraestructura, el país cuenta con recursos, con ingeniería, con
claras prioridades en sus proyectos pero con muy baja capacidad de gestión y ejecución de los
proyectos, especialmente en el sector público.
Cuando se habla de política comercial, normalmente se piensa, con razón, en facilitar las
exportaciones. Sin embargo, no debe olvidarse que la apertura es de doble vía e incluye,
entonces, a las importaciones. La gran mayoría de las empresas colombianas tienen
importantes eslabones de su cadena en el exterior. Con el tiempo estas relaciones podrán
cambiar, pero, de acuerdo con las tendencias modernas, las cadenas productivas tienden a
integrarse cada vez más a nivel internacional. La vieja política proteccionista no sirve para los
tiempos modernos. Los países hoy deben proteger aquellas empresas o sectores nacientes o
dinámicos que se ven en peligro por sus debilidades iníciales o por prácticas desleales o
demasiado agresivas de otros países. En Colombia no ha existido una política de importaciones
pensada en función de la competitividad. Esta carencia debe ser superada.
Por último, se discutió en la mesa el tratamiento que reciben en el país los inversionistas
colombianos que quieren invertir en el exterior. En muchas instituciones públicas se les
considera sospechosos o, incluso, enemigos del país. Al igual que los bienes y servicios, la
inversión extranjera también se mueve en las dos direcciones: hacia Colombia y desde
Colombia. La normatividad colombiana y la cultura institucional deben ser revisadas para que
nuestros inversionistas tengan todas las facilidades para colocar sus recursos en el exterior.
Esto genera ingresos al país por la vía de la repatriación de utilidades y, además, favorece el
necesario aprendizaje de la industria nacional respecto a las prácticas productivas y de negocios
en el mundo.
Por este camino pueden ingresar a nuestro país los conocimientos empresariales, científicos y
tecnológicos para transformar nuestras empresas. Nuestros inversionistas en el exterior
contribuyen a generar una positiva imagen de los empresarios colombianos y el sector público
debe contribuir a fortalecer esa imagen.
Mesa No: 3
INFRAESTRUCTURA: EL REZAGO HISTÓRICO Y EL CUARTO DE HORA
Moderador: JUAN MARTÍN CAICEDO FERRER
Preguntas:
1. ¿Hay consenso o claridad nacional sobre las causas que originaron nuestro regazo
en infraestructura de trasporte? ¿Cuáles son las de mayor preponderancia?
2. ¿Cuales serían, por ende las recetas necesarias para avanzar en una especia de “plan
de choque que nos permita recuperar el terreno perdido en este campo?
Es necesario que los voceros de la gestión pública y los políticos se abstengan de identificar la
firma de contratos y las renegociaciones como un logro de gestión en materia de
infraestructura. Los logros deben estar asociados principalmente a la conclusión de los
proyectos y su ejecución acertada.
Hoy en día está revaluada la tesis a la que adhirió constitucionalmente Colombia y es que lo
único que genera equidad es el gasto social, entendido éste como el que está asociado a los
sectores de educación y salud. Ejemplos como el de Brasil pueden ser útiles para la superación
de este paradigma.
El presupuesto nacional se tiene que destinar en un 80% a inversión social, lo que lleva a que
siempre que hay alguna necesidad de austeridad fiscal el único sector en el que puede haber un
recorte es en infraestructura, porque el resto del gasto está protegido constitucionalmente.
En el tema de la tributación y los combustibles pueden existir algunos recursos para el
financiamiento de la infraestructura. El aumento de los precios de los combustibles tiene un
efecto de aumento en el recaudo que debería destinarse a la financiación de infraestructura. Es
necesario tener en cuenta que la decisión de prórroga en el desmonte de los subsidios a los
combustibles le vale al estado 4 billones de pesos que podrían servir para la financiación de
infraestructura.
Algunos aspectos institucionales del corto plazo se relacionan con la integración de un comité
interinstitucional de coordinación de concesiones para fortalecer la selección de proyectos. Es
necesaria la generalización del Project finance en infraestructura y la generación de un Plan
Nacional de infraestructura y logística para el comercio exterior.
Los distintos sectores de la economía deben insistir permanentemente en que una visión de
largo plazo para la construcción de la infraestructura para la competitividad, debe integrar la
percepción de estos sectores productivos, para asegurar que la priorización de los proyectos
esté asociada a su impacto económico.
En el sector eléctrico la institucionalidad es susceptible de mejorías pero los aciertos han sido
mucho mayores que en materia de infraestructura de transporte. La positiva experiencia
institucional en materia de hidrocarburos debe servir de referente para la evolución del sector
transporte y la contratación de los proyectos de infraestructura.
Preguntas:
1. Teniendo en cuenta las presiones de gasto de carácter estructural ¿Cuáles deben ser
los grandes lineamientos de la política tributaria a nivel de?
o IVA (nivel tasa gral, No de tasas cobertura)
o Tasa de Improrenta (tasa gral, exenciones, zonas francas).
La mayoría del grupo consideró que la actual estructura tributaria violaba los principios básicos
de la tributación. Por lo tanto, recomendó que se debería reorientar la política tributaria.
En primer lugar, la tributación no estaba siendo contracíclica, pues el gobierno (2002-2008)
había desperdiciado una oportunidad única para generar mayores ahorros y reducciones de la
deuda pública. Sólo en el año 2007, el Gobierno Central había logrado un superávit primario de
un 1% del PIB (frente al 2% requerido) y la deuda bruta total todavía bordeaba un 50% del PIB
(a pesar del superávit primario cercano al 3% del PIB en los últimos años).
La recomendación del grupo apunta en la dirección de lograr mayores ahorros del sector
público para poder apoyar la difícil coyuntura inflacionaria y moderación de la apreciación
cambiaria. A ese respecto, el grupo notó con preocupación que se estuviera reactivando el uso
del “impuesto inflacionario” durante 2007-2008, práctica que el país había logrado controlar
durante 1999-2006. En particular, se recomendó continuar con la sana práctica de evitar
adiciones presupuestales de los últimos años y retomar la creación de fondos de estabilización
petrolero-minero.
El grupo hizo un llamado al gobierno para que adopte mecanismos de reducción del gasto y
elevación del recaudo (con menores tasas nominales a cambio de eliminación de las numerosas
exenciones) a fin de de asegurar equilibrio fiscal (esto es, cero déficit) en un plazo no superior a
los 3-5 años. Esto implica estar en capacidad de ajustar las cuentas fiscales en cerca de un 3%-
4% del PIB. Se anotó que los entes territoriales deben contribuir a lograr esta meta superando
su “pereza fiscal” y ganando eficiencia en su gasto.
Simplificación tributaria
Dado que la canasta básica de productos ya está cubierta en un 66% por el IVA, políticas
tendientes a ampliar dicha cobertura sólo reportarían ganancias muy marginales. Se
recomienda, a cambio, pensar en adoptar una tasa de 0% para algunos bienes de consumo
masivo.
El grupo recomendó establecer una tarifa única de 15% para las empresas, pero sin ningún tipo
de exención tributaria, pues éstas distorsionan seriamente la asignación de los recursos.
También se discutió, pero sin lograr consenso, el regreso al esquema de “doble tributación”, tal
como hoy se aplica en Chile.
El grupo anotó, por ejemplo, que la exención del 40% por reinversión de utilidades
simplemente está provocando que los dineros queden “atrapados” donde hoy se encuentran y,
adicionalmente, está generando una grave distorsión en la relación capital/trabajo, frenando
este último. El grupo consideró que se deberían “marchitar” dichas exenciones.
En tercer lugar, el grupo recomendó a las entidades de control hacer cumplir la ley del Marco
Fiscal de Mediano Plazo con respecto a la cuantificación del costo de las exenciones y sus
beneficios. Estas entidades deberían calcular y publicar las tarifas efectivas que están pagando
las empresas, por tamaños de empresas, y cuantificar el “sacrificio tributario”. Ese ejercicio de
información pública es indispensable para crear conciencia sobre los costos de las exenciones.
Así mismo, el grupo recomendó fortalecer la institucionalidad fiscal, en cabeza del Confis.
En el tema del empleo, el grupo recomendó eliminar los impuestos a la nómina, pues éstos son
parcialmente culpables de mantener un desempleo estructural del 10%-12% y de estar
agravando la informalidad laboral. A este respecto, el grupo recomendó trasladar el
financiamiento del ICBF y del Sena al Presupuesto Nacional. Adicionalmente, el grupo
recomendó abolir la práctica de los impuestos de destinación específica, independientemente
de que se matriculen como destinados a “gasto social”.
El grupo recomendó eliminar las recientemente creadas zonas francas, por cuanto éstas violan
el principio de equidad tributaria, discriminando en contra de las Pymes y concentrando
artificialmente las inversiones por cuenta de incentivos tributarios. Dado que sus condiciones
de acceso son tan laxas, pronto se verá un gran drenaje tributario y una notoria incapacidad de
fiscalización. Si en realidad fueran tan buenas para el país, pues lo mejor hubiera sido declarar a
toda Colombia una “gran zona franca”.
La mesa concluyó que los contratos de estabilidad jurídica podrían tener alguna validez teórica.
Sin embargo, su actual práctica es perversa, pues éstos carecen de principios generales y se
fundamentaban en exenciones particulares. Esto último los blinda totalmente hacia el futuro
respecto a las necesidades de mayores recaudos tributarios que en realidad requiere el país.
Por lo tanto, el grupo recomienda no firmar más contratos de estabilidad jurídica y aclarar que
los vigentes no pueden aplicarse en forma combinada con las zonas francas y otras exenciones,
lo cual daría pie a gravámenes de tan sólo 9% en imporrenta. Tal como hoy operan estos
contratos, sólo quedaría la vía de incrementos en el IVA para cerrar la actual brecha fiscal.
El grupo no alcanzó mayor consenso sobre el futuro del impuesto al patrimonio: unos
consideraron que frenaba las inversiones productivas e intensivas en activos fijos y otros
pensaban que éste complementaba la progresividad tributaria requerida y asignaba un costo de
oportunidad a dicha riqueza.
Tampoco hubo consenso sobre la eliminación del 4x1.000, aunque todos consideraron que
cualquier valor arriba del 2x1.000 afectaba negativamente la formalidad financiera del país.
En el corto plazo y hasta tanto no se altere la estructura de IVA-renta, el grupo consideró que
era difícil eliminar totalmente estos tipos de tributos, aunque claramente riñen con las mejores
prácticas tributarias.
Mensaje final
RENTA
• Recaudo: 2003: 5.1% del PIB; 2007: 6.7% del PIB
• Tasa nominal firmas: 2006: 38%; 2008: 33%
• Contribución: Empresas: 96%; Personas: 4%
• Tasa nominal personas: 19%, 28% y 33%; Tasa media: 24%
• Tasas Efectivas:
2006 2008
Sin Impuesto al Patrimonio
A. Con reinversión de Utilidades 31.6 25.1
B. Sin reinversión de Utilidades 38.5 33.0
C. Zonas Francas Especiales 38.5 15.0
Con Impuesto al Patrimonio
E. Con reinversión de Utilidades 34.6 37.1
F. Sin reinversión de Utilidades 41.5 45.0
G. Zonas Francas Especiales 41.5 27.0
Mesa No. 5:
CLIMA DE LOS NEGOCIOS Y RESPONSABILIDAD SOCIAL: LA HORA DE LAS ALIANZAS
PÚBLICO – PRIVADAS
Moderador: RODRIGO PAROT
El modelo de desarrollo adoptado en los últimos años en la mayor parte de América Latina,
incluyendo Colombia, reconoce un papel fundamental a la participación del sector privado en la
economía. En los primeros años de implementación de este modelo, se puso mucho énfasis en la
inversión privada en el área económica, especialmente a través de la apertura de los mercados a la
competencia internacional y las privatizaciones de empresas públicas. Posteriormente, el modelo ha
evolucionado hacia una participación del sector privado a través de instrumentos más diversos,
enfatizando la importancia de un adecuado clima de negocios y abarcando una variedad de formas de
concesiones y de provisión de servicios públicos tradicionalmente en manos del sector público.
Han surgido en este contexto, no sólo en el mundo en desarrollo sino también en el mundo
desarrollado, modelos de Alianzas Público-Privadas (APPs) que intentan distribuir riesgos y
aprovechar las ventajas que ofrece cada sector, con el fin de suplir fallas de mercado o fallas del
sector público y entregar de manera más eficiente servicios tradicionalmente suministrados por el
sector público, generando un mejor clima de negocios y mayor competitividad. Esto incluye la
implantación de un marco institucional y regulatorio adecuado para la interacción de ambos sectores.
Preguntas:
1. ¿Cuál es el papel del sector público y del sector privado en la generación de un clima de
negocios propicio para la inversión en Colombia?
2. ¿Cuál es el papel de las Alianzas Público-Privadas en suplir fallas de mercado o del gobierno
para promover un adecuado clima de negocios en Colombia y cuáles han sido las experiencias
tanto a nivel nacional como internacional?
En el entendido que el rol del sector público es la maximización del bienestar colectivo y el motor de
la intervención del sector empresarial es la maximización del interés particular en función de su
rentabilidad en el mercado, ambos tienen responsabilidades compartidas en el desarrollo económico
y social del País que eleve la calidad de vida de los colombianos.
Mientras que la responsabilidad final por la “entrega” efectiva de los servicios públicos frente al
ciudadano corresponde en forma indelegable al sector público, a éste le corresponde identificar y
corregir eventuales fallas de mercado, promoviendo la participación sector privado cuando ello
resulte en mayor eficiencia.
Para ello, el sector público tiene responsabilidad principal en la generación de políticas y la definición
del marco institucional y regulatorio, para generar un adecuado clima de negocios; mientras que, por
su parte, el sector privado es el actor principal en procurar mayores niveles de productividad y
competitividad, pudiendo asumir, en general en mejores condiciones, roles de gestión, administración
y provisión de los servicios.
Si bien la Mesa acordó en desmitificar la existencia de “ckeck lists” de factores que inciden en el clima
de negocios, hay algunas condiciones que indefectiblemente deben verificarse para incentivar la
inversión; entre ellos se citan la existencia de estabilidad jurídica, estabilidad y confianza en el manejo
macroeconómico, credibilidad en las instituciones, la asignación de derechos de propiedad “creíbles”,
independencia de los reguladores, normas de adquisiciones transparentes y de calidad de prestación
claras, etc. El Estado debe propender a lograr este ambiente de negocios, en un marco de
coordinación entre ambos sectores más que de división de roles.
En este marco, es necesario encontrar mejores maneras de movilizar la inversión, tanto pública como
privada, siendo un medio adecuado para ello la estructuración de asociaciones publico-privadas
(APPs) adaptadas a las condiciones y requerimientos específicos de cada región, cada tipo de proyecto
y cada sector productivo.
Finalmente, para llegar a los consensos, se acordó, en referencia al sector privado, que deben
hacerse esfuerzos para el involucramiento de otros estamentos amplios de la sociedad civil, no
exclusivamente el sector empresarial, sino también la academia, los gremios, los sindicatos, las
organizaciones no-gubernamentales (ONGs) y otras organizaciones que reflejen intereses colectivos
del sector por sobre los particulares. Esto es de utilidad para involucrar a los grupos de interés
relevantes no sólo en las decisiones de política sino que en la efectiva implementación de las mismas.
-Se reconoció que no existen formas únicas o universales de relacionamiento público-privado para los
proyectos de desarrollo; por el contrario, existe una variedad de instrumentos, cuya adopción
dependerá del tipo de actividad, el sector económico y sus externalidades, los riesgos e
incertidumbres asociados a los proyectos, etc.
La Mesa coincidió en la necesidad de estructurar asociaciones entre los sectores público y privado con
el fin de entregar servicios tradicionalmente suministrados por el sector público, de manera más
eficaz y eficiente, en donde se distribuyan los riesgos y costos entre las partes en forma óptima, de
manera de aprovechar las ventajas específicas de cada sector. La base de APPs viables es la asignación
y distribución óptima de los riesgos entre las partes que mejor los saben manejar. Se resaltó que los
actores públicos y privados deben participar en un diálogo efectivo sobre la modalidad del proyecto y
la mitigación de los riesgos.
Se destacó que debe evitarse la tentación de utilizar APPs con el sólo objeto de tener inversiones por
fuera del balance fiscal. El principal reto en término de decisiones políticas está relacionado con la
selección de las modalidades de asociación y los arreglos contractuales apropiados, en donde se
equilibren costos y beneficios y se promueva la mitigación de los riesgos mediante la aplicación de
instrumentos adecuados. Debe tenerse en cuenta adicionalmente la adecuada contabilización de los
pasivos contingentes de los proyectos.
Dado que la presencia o ausencia de condiciones locales favorables para la inversión es una condición
fundamental que determina la voluntad de los inversionistas privados para participar en proyectos
con el sector público, la modalidad de asociación que se promueva debe tener en cuenta los aspectos
específicos de las diversas regiones del país. Se deben atender en forma particular las especificidades
regionales, en términos técnicos y de recursos. También se coincidió en que no debe caerse en la
mitificación de la antinomia entre inversión nacional o extranjera; si se estructuran proyectos que
atienden apropiadamente las condiciones locales y se respetan reglas de transparencia y equidad, los
capitales privados acudirán indistintamente de su origen en función de lo atractivo del proyecto. Se
anotó la importancia de atraer inversión extranjera directa, además, para lograr otros objetivos como
son la transferencia de tecnología, capacitación sofisticada del capital humano, desarrollo de
proveedores para mejorar la productividad, promoción de la innovación, entre otros.
Finalmente, se hizo referencia a que la constitución por parte del Estado de empresas de tipo privado
para ofrecer servicios públicos pudiera llegar a ser una modalidad de participación viable en algunos
sectores. No obstante, se coincidió en que no siempre es conveniente la participación del Estado para
promover el desarrollo: el caso típico es el de las PyMEs, donde puede no ser necesario que se
promueva el financiamiento de la producción tradicional, pero en cambio ser importante en el
desarrollo de actividades innovadoras, en donde la incertidumbre frente a la rentabilidad constituya
riesgos elevados. Esto hace que la labor de identificar con exactitud dónde se encuentran las “fallas”
tanto del mercado como del sector público adquiera especial relevancia, a fin de definir
adecuadamente los esquemas más eficientes de participación e intervención de las APPs.
La participación del sector privado es vital para las necesidades de inversión en infraestructura en el
país. En ese sentido se destacó la necesidad de fortalecer una visión integral de la infraestructura de
servicios, orientada a lograr la transformación productiva y la mejora de la competitividad, no
limitada al sector vial, integrando otros modos de transporte y el desarrollo de la infraestructura
logística.
Preguntas:
En esta mesa participaron representantes del sector público, la academia, medios de comunicación,
centros de pensamiento y organizaciones no gubernamentales, todos interesados en profundizar el
análisis sobre los desafíos que enfrenta hoy el país en materia de institucionalidad y democracia. La
discusión giró en torno a tres grandes preguntas, donde cada uno de los participantes hizo
importantes aportes que enriquecieron el debate. Más que construir consensos sobre cada uno de los
cuestionamientos, la mesa de trabajo logró identificar unas problemáticas generales y de esta manera
plantear algunas causas de estos fenómenos y temas a tener en cuenta si se quiere avanzar en
términos políticos e institucionales en Colombia.
La discusión se inició intentando determinar si existe hoy en Colombia una crisis de institucionalidad,
una falta de gobernabilidad o una deslegitimación de las instituciones y los partidos políticos. Aunque
la respuesta de los participantes en su mayoría apuntó a afirmar que el país más que enfrentar una
crisis institucional, atraviesa una deslegitimación de sus instituciones, los argumentos desarrollados
por cada uno de ellos tuvieron perspectivas distintas.
Para algunos de los asistentes más que una ilegitimidad de las instituciones, la coyuntura política
actual evidencia una deslegitimación de una institución: el Congreso de la República, y más
específicamente de algunos de sus miembros que se han visto envueltos en fenómenos como el de la
“parapolítica”. En relación con la causa de este fenómeno, se mencionó el hecho de que el problema
se aborde como una “caja cerrada” donde se analiza sólo aquello que tiene que ver con las
instituciones, el gobierno y los partidos políticos, dejando de lado elementos fundamentales como lo
son la representación dentro del sistema democrático colombiano, pues los ciudadanos no saben
quiénes son sus representantes y esto resulta ser un problema de fondo en la medida que más allá del
voto, es a través de la representación que la sociedad civil se incorpora al sistema político.
Otro de los argumentos que se desarrolló, hizo referencia a que existe crisis institucional cuando se
habla de instituciones informales, las cuales rara vez son analizadas debido a la dificultad de
establecer parámetros de medición dada su intangibilidad. Sin embargo, en términos de instituciones
formales, se han presentado algunos avances que permitirían hablar más que de una crisis
institucional, de una crisis política resultado de un Estado más fuerte, pues hace 20 años procesos de
depuración del Congreso no hubiesen sido posibles, luego esto demuestra una madurez y fortaleza
institucional, en especial de la justicia colombiana. Sin embargo, no puede desconocerse que aún se
presentan debilidades en aspectos fundamentales como la precaria y casi nula articulación del
gobierno nacional con los niveles territoriales de gobierno y la incomprensión de la importancia de la
relación entre sistemas electorales y la organización interna de los partidos políticos para su
fortalecimiento, entre otras. Esto ha llevado a que se presente en el país un dilema entre
representación y gobernabilidad, en el que se ha atribuido la gobernabilidad a los individuos y no a las
instituciones.
También se comentó que es necesario superar la tesis de la democracia bloqueada o asediada, que
dio origen a mecanismos como la política de seguridad democrática, y buscar nuevas respuestas que
se acoplen a nuevas realidades, las cuales, como lo demuestran algunas encuestas, evidencian, por un
lado, una alta favorabilidad del presidente, producto de la confianza y del desempeño en la economía
en los últimos años, y por el otro, un problema de credibilidad institucional que va más allá de la
amenaza de grupos armados. A esto se le suma una desconfianza en las elecciones, pues si bien el
sistema democrático en Colombia presenta avances en términos de gobiernos civiles y elecciones
frecuentes, la ciudadanía aún no cree que las elecciones sean libres y transparentes.
Luego de definir la existencia de una deslegitimación de las instituciones más allá de una crisis
institucional, se debatió sobre cuáles son las salvaguardas que deben ser aplicadas para garantizar la
estabilidad institucional y el Estado de derecho. En este punto la discusión se concentró en dos
grandes temas, el primero relacionado con las libertades individuales y el terrorismo. Frente a este,
hubo una opinión generalizada de los participantes en afirmar que hoy hay una mayor conciencia de
la importancia de garantizar y respetar las libertades de los individuos, pues hace cuatro o cinco años
existía una tendencia creciente que apoyaba la restricción de libertades para garantizar mayor
seguridad.
Una de las conclusiones de la mesa fue la necesidad enfrentar la crisis de legitimidad a través del
fortalecimiento de los partidos políticos y del Congreso. Se debatieron situaciones como el creciente
desapego a los partidos políticos que ha generado, en primer lugar, por una crisis de los mecanismos
de reproducción del capital político, derivada principalmente de un cambio en la forma de hacer
política que antes de 1991 estaba mediada por el clientelismo, pero que a pesar que la Carta Política y
reformas como la del 2003 que han dado pasos importantes en la construcción de un nuevo orden
político, no permiten que los partidos cuenten hoy con la capacidad de formar liderazgos y aglutinar
intereses. En segundo lugar, ha producido una apatía de los ciudadanos en general frente a los
partidos, que se evidencia en que un 70% de la población manifiesta no pertenecer a ningún partido,
y se debe, en parte, a la imposibilidad de los partidos, no sólo de los tradicionales, de generar
elementos aglutinadores, a pesar de que existen temas de opinión pública como el aborto, el Tratado
de Libre Comercio con Estados Unidos, la extradición, que pueden ser utilizados por los partidos para
generar representación política.
Para reforzar el sistema de partidos políticos se plantearon medidas como la creación de estatutos
internos que contemplen estructuras de funcionamiento de democracia interna; cambios progresivos
en relación con el voto preferente, donde cada vez más cuenten los votos del partido; mayor
regulación y control en el otorgamiento de avales, más que a la creación de partidos, y creación de
incentivos dentro de la lógica de los partidos de manera que sus miembros sean quienes se animen a
organizarlos y fortalecerlos.
Otra de las propuestas hizo énfasis en fortalecer los mecanismos tanto de democracia representativa
como participativa, de manera que el gobierno nacional se encargue de promover y verificar el avance
de los mismos, y se cree una estructura de circuitos electorales que le permitan a la población
identificar quiénes son sus representantes y de esta manera mejorar los mecanismos de rendición de
cuentas o accountability, pues en la medida en que exista mayor y mejor control social, habrá mayor
confianza en las instituciones y sus miembros.
En cuanto a cómo combatir fenómenos como la parapolítica, los asistentes manifestaron que además
de determinar responsabilidades individuales, es necesario que se establezca una responsabilidad
política. Pues en Colombia la crisis de capital político fue reemplazada por una creciente infiltración
de criminalidad en la política, lo que hizo que exista una fuerte vinculación de la política con la
ilegalidad, y asumir una responsabilidad política es el primer paso para superar este fenómeno.
También se hizo mención al riesgo de plantear reformas constitucionales cada vez que se presentan
crisis, y sobre cuál debe ser el papel de los medios de comunicación y las encuestas no sólo en el tema
de la parapolítica sino de fortalecimiento institucional en general.
Mesa No. 7
¿CÓMO FORMALIZAR LA MOVILIDAD SOCIAL?
Moderador: ANGELINO GARZÓN
Preguntas:
1. ¿Qué iniciativas viables s deberían adelantar para disminuir la economía informal en las calles
de las ciudades colombianas, y qué incentivos y medidas deberían promoverse para las
personas y sus familias que están dedicadas a la economía del rebusque?
2. ¿Qué iniciativas, incentivos y medidas deberían adelantar tanto el Estado como las
organizaciones gremiales empresariales y sindicales, para disminuir la informalidad
empresarial y garantizar el cumplimiento de los derechos laborales y de seguridad social de
sus trabajadores?
Contexto
El principal objetivo de este mesa de discusión fue el de recomendar algunas políticas, desde del
ámbito local y nacional, que permitan formalizar, desde el punto de vista institucional, el comercio
callejero y la situación irregular de muchas empresas en Colombia.
La movilidad social es un tema que cobra importancia dado su impacto en la incidencia de la pobreza
e indigencia. En Colombia el 45.1% de la población es pobre, mientras el 12.1% se encuentra en
estado de indigencia. En la zonas rurales la situación es aún más grave, la pobreza absoluta alcanza el
62.1% de la población. Por otro lado, los avances en la distribución de ingresos son marginales. En el
2006 Colombia registró un índice Gini de 0.54, ubicándose entre los cinco países con mayor
desigualdad de América Latina. Estimaciones del Departamento Nacional de Planeación (DNP)
muestran que la participación del 20% de la población más pobre es cercana al 2.9%, mientras el 20%
de la población más rica tiene una participación superior al 60%. Esta desigualdad social, es resultado
de la informalidad laboral y empresarial que se evidencia tanto en los millones de vendedores
ambulantes (economía del rebusque como popularmente se conoce), como en la informalidad
empresarial de aquellas empresas que evaden las cotizaciones en seguridad social de sus empleados,
obligaciones tributarias con el Estado y en muchas ocasiones no cumplen con las obligaciones
laborales de ley.
En ambos casos es importante encontrar un punto de encuentro entre el Estado (local, regional y
nacional) y las diversas expresiones de representación de la Sociedad que permitan crear mecanismos
para avanzar en la reducción de dicha informalidad social. Este debe ser un objetivo prioritario de
política pública y paralelo a los programas de disminución de niveles de violencia, existencia de
prácticas de buen gobierno y mejoramiento de la calidad de vida de la población.
En el caso de las empresas no formalizadas, su evasión tributaria y parafiscal obstaculiza los objetivos
prioritarios para la consolidación del desarrollo económico del país como lo son: empresas más
productivas y competitivas; y mejores condiciones de vida para la población. Sustentada esta última
en más y mejores posibilidades de ingreso y mejor calidad en servicios sociales por parte del Estado.
De igual forma, al no cumplir con el marco regulatorio, las empresas informales contribuyen a generar
la cultura de la extra-legalidad, de competencia desleal a nivel empresarial, mientras restringen el
derecho del consumidor a tener productos de buena calidad.
El grupo estuvo de acuerdo en que superar la informalidad social es esencial para garantizar la
competitividad en un contexto globalizado como el que enfrenta hoy Colombia. Más allá de los
Tratados de Libre Comercio, se debe tener en cuenta que actualmente no sólo la economía y los
negocios se globalizaron sino que también, los derechos ciudadanos, laborales y de protección a la
seguridad social se globalizaron.
Entre los asistentes se resaltó la importancia de revisar la actual normatividad y políticas de creación
de empresas, ya que en algunos aspectos éstas pueden crear desincentivos a la formalización laboral.
En la actual legislación existen principios encontrados como en el caso de la salud, en donde los
incentivos de migrar del Régimen Subsidiado al Régimen Contributivo son escasos, lo que resulta en
una mayor evasión de parafiscales por parte de las empresas. Se consideró importante revisar la
actual legislación con el fin de identificar los puntos específicos que generan incentivos ambiguos a la
formalización.
Partiendo de este contexto se discutió los posibles mecanismos, políticamente viables, que se deben
adelantar para reducir 1) la economía informal en las calles de las ciudades colombianas, y 2) la
informalidad empresarial. Así mismo en la mesa se abordó el tema de la creación de una Comisión
especializada encargada de estudiar y proveer al gobierno recomendaciones de política viables frente
a la informalización laboral.
Sobre este tema la mesa llegó a tres conclusiones importantes: 1) se debe resaltar el papel de los
gobiernos locales y regionales en el proceso de formalización; 2) se debe buscar alianzas entre lo
público y lo privado; y 3) es necesario la creación de un pacto social entre las autoridades locales y las
personas vinculadas en a la economía informal.
El gobierno local tiene un rol central en el diseño de estrategias que permiten la formalización gradual
de los vinculados a la economía del rebusque. En primer lugar las autoridades locales deben
identificar los centros de actividad informal, la naturaleza de su negocio (comercio, servicios, etc.) y
sus perspectivas. Las autoridades locales deben prestar un acompañamiento guiado hacia el
entendimiento de los beneficios de la formalización. Por ejemplo, la formalización paga en la medida
en que permite la construcción de un patrimonio económico que puede ser reconocido legalmente y
por ende heredable. En otras palabras es tarea del estado guiar a los informales para que éstos
visualicen su negocio como un plan de vida de largo plazo con mejores perspectivas hacia el futuro.
Así mismo, durante el proceso de formalización las autoridades locales deben garantizarle el acceso a
los servicios básicos al vinculado y a su familia. Por otro lado, la asistencia técnica y de financiación
por medio de créditos blandos permitiría que los vinculados a la economía informal sientan respaldo y
por ende busquen la formalización. Por último, el Estado debe garantizar la seguridad de los
vinculados frente a las conocidas “mafias” callejeras.
En segundo lugar la mesa opinó que las alianzas entre lo público y lo privado, es decir entre los
gobiernos locales y regionales e instituciones privadas como: las Cámaras de Comercio, agremiaciones
empresariales, instituciones académicas y religiosas, entre otras; son la base para que las políticas de
formalización gradual se constituyan en un programa de largo plazo. En la medida en que los
gobiernos locales se comprometan con instituciones independientes, éstas deberán velar por los
intereses comunes asegurando los objetivos de largo plazo. Así mismo las asociaciones con
instituciones independientes son un primer paso en la creación de cadenas productivas, en donde los
vinculados a la economía informal puedan participar y desarrollar nuevas oportunidades de negocio.
Las alianzas público-privadas son un canal a través del cual se promulga la cultura de la formalidad.
Por último la creación de pactos sociales entre las autoridades locales, las instituciones privadas y los
trabajadores informales son el principio de la formalización, Este primer paso, podría ser la creación
de horarios de trabajo determinados para los vendedores ambulantes, el cumplimiento de medidas
fitosanitarias y por último el pago de un tributo proporcional a su renta con el cual está garantizando
el acceso a los servicios básicos para él y su familia. Ejemplos como éste existen en Italia, en donde los
vendedores ambulantes se deben encargar del aseo de su sitio de trabajo y deben cumplir un horario,
con el fin de respetar el espacio público. Para no ir tan lejos, el ejemplo de los kioscos en Bogotá es el
primer paso en la formalización de este negocio.
Informalidad empresarial
De este modo la mesa consideró importante que el gobierno continúe mejorando los sistemas de
información como la Planilla Integrada de Liquidación de Aportes (PILA) y la Base de Datos Única de
Aportantes (BDUA) para continuar identificando la evasión tributaria de aquellas empresas no
formalizadas. El desarrollo de estos sistemas permite aumentar la base de aportantes lo que reduce a
su vez la necesidad de aumentar constantemente la tributación empresarial.
Por último uno de los participantes sugirió que se deben fortalecer las políticas del Ministerio de la
Protección Social a través del viceministerio de trabajo con el fin de crear un monitoreo constante
hacia las empresas a través de los inspectores laborales y de salud ya que éstos son una herramienta
primordial en la identificación de empresas no formales. En esa perspectiva, varios de los
participantes consideraron de gran importancia el programa MIDAS que se viene adelantando con
apoyo de la Agencia Interamericana de Desarrollo y del Ministerio de la Protección Social dirigido a
que las empresas colombianas cumplan con las leyes laborales y de seguridad social.
El grupo estuvo de acuerdo con la creación de una Comisión multidisciplinaria que sirva como canal a
través del cual se lleve al gobierno recomendaciones de política viables para formalizar lo informal.
Esta comisión debe estar conformada por un grupo heterogéneo en donde participe el sector
académico, el sector público, las asociaciones y gremios empresariales, las organizaciones sindicales,
las Cámaras de Comercio y representantes del gobierno nacional y regional, entre otras.
En primer lugar la Comisión deberá realizar un estudio con indicadores que permitan establecer las
condiciones actuales de informalidad entre las diferentes ciudades de Colombia. Así mismo, debe
identificar las experiencias exitosas y buenas prácticas de gobierno y privadas que sean replicables en
diferentes partes del país.
Mensaje final
Preguntas:
1. ¿Cuáles deben ser los criterios y los mecanismos más adecuados para integrar los órganos
límite de la justicia?
2. ¿El sistema actual de selección asegura autonomía e independencia a los jueces designados?
3. En últimas ¿cuáles son los factores que contribuyen positivamente a caracterizar un sistema
judicial como autónomo e imparcial? ¿Cuáles los que obran en detrimento de dicha autonomía
e imparcialidad? ¿Cuál es el balance que sobre el particular puede hacerse en este momento
de la vida nacional?
A pesar de los problemas que afectan tradicional e históricamente a la justicia colombiana como, por
ejemplo: la impunidad, el acceso efectivo a la administración de justicia, la congestión judicial, entre
otros, que naturalmente afectan a miles de colombianos y colombianas; también es cierto que
nuestra justicia pasa actualmente por un momento histórico, cardinal en la historia del país, por
cuenta de tres fenómenos que de forma indefectible marcarán el rumbo de la prosperidad nacional.
Dichos fenómenos son: en primer lugar, los procesos de justicia y paz; en segundo lugar, los procesos
judiciales contra los parlamentarios vinculados con grupos al margen de la ley —guerrilla,
autodefensas o paramilitares—; y en tercer lugar, los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y
la reparación integral, conforme a los estándares internacionales.
El resultado de dichos aspectos determinará, entre otros aspectos, la verdadera independencia
histórica de la justicia colombiana, frente a otras estructuras de poder en el esquema del Estado
Social y Democrático de derecho, bajo el paradigma de la Constitución de 1991. Ello es, marcará la
efectividad de principios tan importantes como la separación de poderes y la independencia de los
jueces de la República, al tiempo que señalará el Grado de politización de la justicia colombiana.
Para evitar que las cortes colombianas continúen degastando su imagen a nivel nacional e
internacional, por cuenta de la lucha de poderes ocasionada por la aplicación de instrumentos
jurídicos tan importantes para la sociedad colombiana como, por ejemplo: la acción de tutela contra
sentencias, es necesario que las Altas Cortes de justicia, particularmente la Corte Constitucional, la
Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado desarrollen a alto nivel y de manera consensuada,
amplios mecanismos de autoregulación, que les permitan tomar decisiones en derecho que no
supongan enfrentamientos de naturaleza política (fenómeno usualmente denominado como Choque
de trenes). A su turno, dichas políticas de autorregulación permitirán (i) disminuir actos de injerencia
de otras ramas u órganos del Estado, cuando se trata de la aplicación del derecho en temas de interés
y relevancia nacionales. (ii) generar prácticas judiciales que favorezcan la seguridad jurídica,
particularmente, en torno a temas como la tutela. Ello supone, necesariamente, no desconocer la
importancia del control constitucional en Colombia, ni desestimar el impacto de la protección de los
derechos fundamentales de la sociedad, mediante mecanismos como la acción de tutela.
Así mismo, es fundamental revisar el diseño constitucional de la justicia, al menos, en dos tópicos
fundamentales: en primer lugar, es necesario revisar y evaluar las competencias judiciales de la sala
disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, porque, de facto, ha terminado por convertirse en
el órgano de cierre de la rama judicial del poder público, sin haber sido diseñadas para tales efectos.
Y, en segundo lugar, impulsar una reforma constitucional orientada a eliminar la injerencia de la rama
judicial en la integración o nominación de otros órganos o funcionarios del Estado. Estos dos puntos
resultan fundamentales para disminuir la politización de los órganos de la rama judicial y garantizar su
independencia.
Asimismo, es necesario resolver la situación jurídica de la tropa paramilitar. Sin embargo, cualquier
solución al respecto pasa por exigir versiones libres que garanticen un mínimo de verdad y consoliden
la reconciliación nacional. Los indultos o amnistías a cambio de nada son absolutamente inaceptables
en una sociedad civilizada. Sólo de ésta manera se evitará la globalización judicial de conflicto armado
colombiano.
3. Para garantizar los derechos de las víctimas del conflicto armado en Colombia, es necesario, en
primer lugar, construir una verdadera política integral en materia de víctimas, que no efectúe
distinciones por la causa; pero que tienda a la efectiva reparación. Naturalmente, ello supone, en
segundo lugar, una contrapartida de “realidad”, en el sentido de que dichas reparaciones deberán
consultar parámetros de progresividad. No obstante, el último punto no se entiende satisfecho con
las actuales normativas que regulan la reparación administrativa.
Para tales efectos, es necesario insistir en la separación y fortalecimiento del Ministerio de Justicia y
víctimas. Dicho ministerio resulta fundamental para propiciar: (i) la creación de planes económicos y
sociales –por diez años— para las zonas y comunidades especialmente afectadas por el conflicto
armado, y (ii) implementar un registro nacional de víctimas y habeas data aditivo. Además, dicho
ministerio deberá estudiar la posibilidad de crear un tributo para recaudar fondos para la reparación
de las víctimas en Colombia.
Finalmente, se considera que, en aquellos casos en los que la justicia sea inefectiva o viciosa, el Estado
tiene el deber impostergable de reparar a las víctimas y repetir contra los responsables. Sin dicha
decisión política, cualquier esfuerzo de reparación será incompleto, y supondrá mantener en
indefensión a grandes sectores de la población colombiana.
4. Respecto a los procesos que actualmente involucran a parlamentarios, por mantener presuntos
vínculos con grupos armados al margen de la ley, se reitera:
En primer lugar, un amplio apoyo a la labor hasta ahora llevada a cabo por la Honorable Corte
suprema de Justicia. Se invita en consecuencia a toda la población civil y a todos los órganos del
Estado a rodearla moralmente y a respetar y acatar sus decisiones jurídicas. Es necesario garantizar la
separación de poderes a toda costa, pues ella es un pilar fundamental de una verdadera democracia,
donde las mayorías tienen la obligación de respetar los derechos fundamentales de las minorías.
En segundo lugar, es necesario que los procesos por la “parapolítica” y la “Farc-política” lleguen hasta
sus últimas consecuencias. Se trata de una oportunidad invaluable para depurar nuestro sistema
político y sentar las bases para que dichas relaciones no tengan lugar en el futuro.
Preguntas:
1. En el contexto mundial actual y con las tendencias mundiales futuras ¿debe Colombia para el
diseño de una política internacional dinámica y que defienda mejor sus intereses nacionales,
seguir el principio de mirar hacia el norte –Respice Pollum- o debe mirar el conjunto el
universo – réspice Omnia?
2. ¿Cómo preservar en una coyuntura interna tan compleja como la que vive Colombia, los
consensos nacionales en materia internacional para que siga siendo una autentica Política de
Estado?
3. ¿Es necesario fortalecer y readecuar los mecanismos para la ejecución de la Política Exterior, o
son eficientes los existentes?
4. ¿Qué experiencias nos deja la reciente crisis andina y como debe la Cancillería Colombiana
obrar para lograr unos consensos mínimos en las relaciones con los vecinos, que permitan
restablecer la confianza y normalizar y superar las delicadas diferencias que se han creado?
5. ¿Hay o no una profunda confrontación ideológica que hace difícil las relaciones en América
Latina y que impide un proyecto de Integración regional?
6. ¿Qué se esperaría del nuevo gobierno de los Estados Unidos en su agenda internacional con
América Latina y en especial con Colombia. Se prevén cambios significativos?
El encuentro del pasado cuatro de junio fue un espacio propicio para generar reflexiones y propuestas
en torno a la necesidad de redimensionar la política exterior para los próximos años. La mesa estuvo
coordinada por el ex canciller Guillermo Fernández de Soto, y tuvo la participación activa de expertos
en el tema internacional. En dicho panel se generaron reflexiones y propuestas orientadas a redefinir
la política exterior de acuerdo al contexto y las tendencias mundiales.
La dinámica del debate contó con un alto grado de consenso, lo que permitió una discusión dinámica
y propositiva alrededor del interés general de redefinir la Política Exterior Internacional Colombiana
−PEC− conforme al principio de “Respice Omnia” −mirar al universo, mirar el conjunto− principio que
implica tener en cuenta el contexto geopolítico mundial como instrumento permanente de análisis
que favorezca la adecuada inserción internacional de nuestro país.
Redefinir la política exterior de acuerdo a este principio requiere cuatro elementos principales.
Evaluar el contexto internacional; preservar los consensos nacionales; definir una agenda estratégica
para insertarse adecuadamente al sistema global, y rescatar el valor del multilateralismo como un
componente activo y constructivo de la PEC:
De esta forma, se considera que la PEC debe estar orientada conforme al principio de “Respice
Omnia” −mirar al universo, mirar el conjunto−, principio que a juicio de la mesa describe mejor la
política de “Autonomía interdependiente” que debería caracterizar a nuestra diplomacia y que
responde a las demandas del contexto globalizando, en tanto es capaz de dimensionar el conjunto
de actores globales y defender mejor los intereses nacionales. Orientar la política exterior en este
sentido, significa reconocer que el mundo ha cambiado, y que existen múltiples interlocutores que
deben tenerse en cuenta al definir la política exterior colombiana.
La propuesta de la mesa consiste en definir nuestra agenda futura examinando las tendencias
mundiales, y diversificando las relaciones con la comunidad internacional, teniendo en cuenta el
rol preponderante que seguirá jugando los Estados Unidos; la aparición de nuevos ejes de poder,
en Asia, región de alto crecimiento con China e India a la cabeza, y las economías de los cuatros
países más grandes del mundo en desarrollo: Brasil, Rusia, India, y China BRIC´s a los que
seguramente se unirá Sudáfrica como la mayor economía de ese continente. La Unión Europea
seguirá ampliando y consolidando su importancia política y económica, y América Latina bajo la
creación de la Unión Suramericana de Naciones UNASUR probablemente marque la aparición de
un nuevo centro de poder regional, constituido sobre la base de de una coalición estratégica entre
la Comunidad Andina, MERCOSUR y Chile; considerando además, el importante papel de Brasil
como motor regional en lo económico y lo político.
2) Preservar los consensos nacionales: las tendencias de la globalización han estrechado cada vez
más la relación entre la política internacional y la política doméstica, lo cual se traduce en la
necesidad de sustentar la PEC en principios fundamentales que representen un gran consenso
político interno. Esto permitirá que las decisiones de política exterior sean más perdurables y
defiendan más adecuadamente los intereses nacionales.
En armonía con ellos y para lograr redimensionar la política exterior se requiere de un marco
institucional eficaz, capaz de adecuar mecanismos internos que garanticen una mayor
representatividad.
3) Definir una agenda estratégica para insertarse adecuadamente al sistema internacional: la política
exterior colombiana hacía el futuro debe reconocer que el mundo ha cambiado, que existen
múltiples actores e interlocutores, y que hay incuestionables tendencias políticas, económicas y
tecnológicas a las que debe responder nuestra agenda, la cual debe obedecer a principios y
valores compartidos por el sistema internacional.
En este sentido, se propone definir una agenda que tenga en cuenta los asuntos estratégicos de
corto, mediano y largo plazo que permitan orientar la PEC, teniendo en consideración los temas
políticos, comerciales, de seguridad, tecnológicos, ambientales, de vecindad, de integración, los
aspectos marítimos y reconociendo el valor estratégico de los colombianos en el exterior. Estos
aspectos, deben no sólo estar analizados a la luz del contexto internacional sino también de
acuerdo a una visión de conjunto en donde prime el consenso y el interés nacional. Se hizo énfasis
en la importancia de fortalecer la diplomacia marítima por el valor estratégico que tiene para
Colombia, no sólo en términos comerciales, sino de seguridad regional.
La reciente crisis con Venezuela y Ecuador, reafirmó la necesidad de una cooperación efectiva y
franca en la lucha contra el terrorismo, basada en el principio de la no injerencia en los asuntos
internos de los Estados; en la necesaria transparencia de cada uno de los países, con unos
mínimos comunes aceptados por todos, basados en la Resolución 1373 del Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas, donde los gobiernos se comprometen a luchar contra el terrorismo y sus
actividades ilícitas afines como el narcotráfico.
En este orden de ideas, Colombia debe buscar aliados, especialmente en la región, para encontrar
puntos de convergencia y un esquema renovado de cooperación para afrontar problemas globales
como el fortalecimiento de la gobernabilidad democrática; la búsqueda del crecimiento
económico sostenible y la lucha contra pobreza; la seguridad energética regional y los temas
ambientales; la lucha contra el narcotráfico y buscar nuevos esquemas de seguridad regional.
La Política Exterior Colombiana y su diplomacia para los próximos años, se debe orientar teniendo
en cuenta la globalización y las tendencias mundiales como instrumento útil de inserción
internacional con fundamento en el principio de Respice Omnia −mirar al universo, mirar el
conjunto−. La mesa consideró fundamental definir una política exterior donde prime el consenso
nacional y la visión del país. Así mismo señaló que debe estar basada en políticas de Estado más
que en acciones coyunturales de gobierno.
Mesa No. 10
SOLUCION DEL CONFLICTO INTERNO ¿HASTA EL FIN DEL FIN?
Moderador: ANTANAS MOCKUS
Preguntas:
1. El conflicto se supera por victoria militar, por presión social no violenta y/o por negociación
¿En qué proporciones?
2. ¿Cuáles de los siguientes factores acelerarían más el desenlace?, ¿Cuales lo retrasarían más?
3. ¿Vemos a los actores armados ilegales como “terroristas” que hay que odiar y destruir o como
“ciudadanos en formación” frente a cuyas acciones los distintos públicos, local, nacional
internacional deben indignarse o admirarse y la justicia corregir?
El moderador dio inicio a la discusión con una pregunta muy provocadora: “El conflicto se superará
por victoria militar, por presión social no violenta y/o por negociación ¿en qué proporciones?”. Uno
de los miembros de la mesa de trabajo hizo una propuesta que puede ser un buen resumen de la
discusión “yo propongo 30% de salida militar, 40% de trabajo con la sociedad y 30% de negociación”.
Cabe anotar que quien propuso esto era la única persona con uniforme en el salón.
Debemos reconocer que no es fácil recoger puntos tan diversos como los presentados en esta mesa
de trabajo y sobre todo tratándose de un tema tan álgido como el del conflicto colombiano, no
obstante hemos hecho el ejercicio de sintetizar algunas ideas en aquellos aspectos donde existió
mayor consenso.
Es importante continuar con la presión militar. En cuanto a la lucha contra los grupos armados al
margen de la ley lo conseguido por el país en materia militar es importante, el Estado no puede
renunciar a su deber constitucional de proteger a los ciudadanos, sin embargo la mesa insistió
reiteradamente que el fortalecimiento de las fuerzas armadas debe ir de la mano del respeto por los
derechos humanos y el uso de la fuerza dentro de los marcos constitucionales. No podemos permitir
que en el país se vuelvan a configurar grupos de poder que aceptan el “todo vale” o el “acábemelos
como sea”. El uso de la fuerza dentro de los marcos constitucionales y el respeto a los derechos
fundamentales de la gente dignifican la labor de las fuerzas armadas y el estado de derecho. Y no
hacerlo afecta gravemente la democracia.
En el caso particular de las FARC, si bien existe consenso en que se han logrado golpes importantes
por parte del gobierno nacional conducentes –posiblemente- a una presión hacia una salida
negociada, fue evidente al interior del grupo que no existe un consenso o una opinión generalizada
sobre el grado de arrinconamiento en el que se encuentra este ejercito irregular. Se percibe que la
sociedad civil colombiana (inclusive dentro de los sectores más “informados” de la opinión) no tiene
claro cuánto falta para considerar a las FARC derrotadas militarmente y hasta donde será necesario
presionar.
El gobierno nacional debe tener preparada una agenda de negociación (puede que ya exista). Es
importante la preparación de un escenario de negociación que haga viable y sostenible un futuro
proceso. La agenda y el equipo de trabajo dedicados a este fin no necesariamente serán públicos. Esto
se plantea teniendo en cuenta que la negociación no debe ser una negociación sustancial
(entendiendo que no se puede negociar todo), así mismo no toda negociación debe desembocar en
una constituyente. Lo cierto es que el espacio debe prepararse para la negociación en el marco de una
ruta clara de país determinando unos puntos sustanciales innegociables. Para determinar estos
aspectos innegociables puede ser útil construir una visión compartida entre diversos sectores de la
sociedad civil identificando consensos nacionales hacia una visión futura (deseada) de país. Por otra
parte, sensatamente, reconocer un posible espacio de negociación implica necesariamente reconocer
que existirán aspectos sustanciales que deben ser puestos en la mesa, de lo contrario esa negociación
no sería atractiva para ningún grupo. Por ello, teniendo en cuenta que es inevitable que algunos
puntos sustanciales de la vida de la nación colombiana sean abordados en una mesa de negociación
se hace más necesaria aún la construcción de un consenso nacional de la sociedad civil sobre los
límites de lo abordable.
Por otro lado la construcción de una visión compartida de país -donde quepan inclusive puntos
defendidos por los grupos insurgentes sobre la Colombia soñada- puede contribuir a que el producto
de la negociación no solo sea resultado del chantaje.
Finalmente se planteó que en cuanto al conflicto colombiano no debemos propender por medidas
“maximalistas” que piden arreglos profundos antes de entrar a resolver la confrontación que vivimos,
posturas como “hasta que nos se resuelva… no habrá una solución”. El conflicto puede tener salidas y
puede resolverse alcanzando puntos parciales sin necesidad de condicionarlo todo. En ese sentido
puede ser positivo ir resolviendo temas puntuales como el tema de los secuestrados en el camino a
un acuerdo o una negociación final.
Presión social
La fuerza no basta. Hay que generar presión social, por ello marchas contra los métodos violentos
como las realizadas el 4 de febrero y el 6 de marzo son importantes. El problema de la solución al
conflicto colombiano no sólo se debe ver como un problema del Estado, la movilización es importante
porque manda un mensaje a los grupos violentos y visibiliza el hecho de que vamos en el camino del
cambio cultural para no tolerar ciertos comportamientos problemáticos como la violencia o el todo
vale. Es importante que esta presión social se genere sin demonizar al otro, sin permitir que el
repudio nacional en contra de los métodos violentos se convierta en “acabémoslos como sea”.
Hay que reconocer que ya no estamos en el conflicto de 6 años atrás. Las élites colombianas se dieron
cuenta del error cometido al aliarse con las mafias creyendo que “acabando a esos como sea” se
resolvía un problema. En realidad se creaba uno mayor (la parapolitica). Romper ese matrimonio no
ha sido fácil y la sociedad colombiana no puede olvidar esa experiencia. La lucha contra el todo vale
debe ser arraigada en la sociedad colombiana.
Tal vez este sea el punto más polémico de los tratados en la mesa. Antes de morir a Tirofijo le
atormentaba el reclamo por lograr una forma de reconocimiento en el estatus de beligerancia. Sin
embargo lo que él pedía puede que no fuese lo más importante en términos de reconocimiento.
Como un elemento hacia la solución del conflicto el gobierno podría dar reconocimiento al estatus
político de la Guerrilla a pesar que se rechace tajantemente la beligerancia. Es decir reconocer el
carácter político de su lucha pero enviar un mensaje de rechazo claro a sus métodos. El gobierno no
puede dar el estatus de beligerancia a la guerrilla pues ésta concesión tiene un carácter de
“autorización” jurídica, no obstante podría dar un reconocimiento político, reconociendo en su
historia y origen la razón de su existencia. Este reconocimiento se podría dar en el marco de un
acuerdo en el que inicialmente ellos se comprometen a no atacar a civiles ni causar acciones que
afecten a la población civil. A las FARC les interesaría más el reconocimiento histórico, no tanto el
jurídico. Consideramos que reconocer al otro de alguna forma le genera responsabilidades, lo grave
es que en sentido contrario puede operar la misma lógica, esto es, en la medida en que lo desconozca
y lo caricaturice, menos obligado se va a sentir en tener una cara. Con esto decimos que para la
solución del conflicto con los grupos insurgentes puede ser beneficioso dignificarlos reconociéndolos
y permitiéndoles reconstruir su imagen ante la sociedad.
Derrotar los grupos insurgentes y acabar con la violencia no es lo mismo y pueden ser objetivos
buscados independientemente. En Colombia es fundamental lograr la reducción de la violencia y este
objetivo puede ser prioritario frente el de derrotar a determinados grupos. Así mismo nada nos
garantiza que acabando con algunos grupos al margen de la ley (sea por la vía negociada o por la vía
militar) se termina con la violencia, el ejemplo de esto se ve en el proceso de paz con los
paramilitares, donde se ha visto el surgimiento de nuevos grupos violentos en distintas zonas de
Colombia. Por esto debe tenerse en especial atención la lucha contra el narcotráfico ya que este
negocio ilegal es el que está dando combustible para que organizaciones ilegales de todo tipo se
surjan o se reciclen. Esta lucha contra el narcotráfico y contra los regímenes mafiosos que “ordenan”
y mandan en muchas zonas de Colombia no sólo debe ser atacado desde la persecución militar y
policial sino que los órdenes regionales deben producir transformaciones socioculturales de fondo
(alguien decía que debemos lograr que las personas “rechacen la parabólica que llego al pueblo y que
todos saben que es gracias al negocio del narcotráfico”) hay que transformar las regiones y fortalecer
sus instituciones para hacer sostenible la convivencia sin que se puedan regenerar poderes locales
que administran justicia y “ordenan” a las comunidades.
Acompañamiento internacional
Buscar un (o unos) tercero(s) en el acompañamiento internacional puede ayudar mucho y puede ser
útil buscar terceros donde se identifique alguna alineación de la ideas. Pero hay que tener cuidado
pues de la mano de este acompañamiento (en caso de ser un tercero no amistoso) podría también
agudizarse el conflicto. Otro punto en el tema internacional es que no sólo debemos buscar presión
social internamente sino que debemos hacer presión social entre países para lograr más cooperación
amistosa buscando que el mundo entienda (y nuestros vecinos) los problemas causados por en
conflicto y el narcotráfico en nuestro país.
Parece crucial constituir un grupo de trabajo que explore preventivamente los escenarios más
pesimistas en los cuáles otros actores geo-políticos podrían entrar a instrumentar el conflicto
colombiano para sus propias agendas, produciendo posibilidades de desmembramiento o
vietnamización del país.
CONCLUSIONES
Como puede observarse de los resultados de las diferentes mesas, en cada tema surgieron
importantes consensos así como se empezaron a decantar los puntos de diferencia. En todo caso, la
metodología planteada permitió acercar posiciones o moverse por un “ancho de vía” de posiciones
políticas y económicas más reducido, para usar la metáfora presentada en el evento por el ex
presidente Boliviano Jorge Quiroga, de esta manera evitando posiciones extremas.
Sin embargo, este sólo es el principio del camino, lograr los objetivos que nos hemos propuesto desde
el el Instituto de Ciencia Política, el Consejo Privado de Competitividad -CPC, la Asociación Nacional de
Instituciones Financieras - ANIF y la Representación en Colombia del Banco Interamericano de
Desarrollo – BID, requiere de un trabajo continuo que permita ir afinando el avance en los qué (el
diagnóstico) y nos permita profundizar en los cómos (las soluciones). Para ello, con el grupo de líderes
invitados y los que se nos vayan sumando, vamos a continuar el diálogo a través de espacios de
discusión en blogs, en universidades y en distintas regiones del país, entre otros, construyendo la
masa crítica necesaria.
Esperamos que este ejercicio que hemos iniciado se repita anualmente y sirva, con muchos otros
esfuerzos que se realizan en el país, como plataforma para generar las bases de una visión compartida
por toda la sociedad, que alimente entre otros, el próximo debate presidencial y que nos permita
mantenernos por el tiempo necesario en la ruta para alcanzar la prosperidad colectiva de nuestra
sociedad.