Anda di halaman 1dari 4

Les saludo con aprecio, esperando que toda la familia se encuentre de lo mejor.

Hay una gran diferencia en la forma en que ustedes nacieron en el evangelio y la


forma en la que lo hice yo. Esto de por sí ya nos hace tener puntos de vista
distintos. Por ello espero que sea de alguna utilidad mi comentario.

Con el paso del tiempo y a medida que he ido comprendiendo un poco más del
Nuevo Testamento, me he dado cuenta de que la iglesia (y me refiero aquí a las
personas, la congregación, no al templo) se ha distanciado mucho del modelo de
vida descrito en esa parte de la Biblia. Es verdad que actualmente la iglesia a nivel
general, ha concentrado su vida alrededor de los edificios, entiéndase templos.
Considero que la iglesia al ser institucionalizada, en verdad ha frenado el
desarrollo de los cristianos en su individualidad (como es posible que esté
sucediendo en su grupo que se reúne masivamente). La liturgia (el orden del culto)
concentrada en unos pocos, puede caer en el ritualismo frio e indiferente. Es cierto
también, que el hecho de que no todos hayan sido designados para fungir como
líderes oficiales, en algunos casos, ha provocado abusos de poder. De hecho, en
estas últimas semanas he estado envuelto junto a otros de mis hermanos en el
esfuerzo de evitar que haya esta clase de abuso en mi ciudad y se tomen
decisiones arbitrarias por parte de un solo hombre, sin seguir los consejos que se
describen en la palabra de Dios. Esto lo digo a manera de ejemplo, para que vean
que no somos inmunes a los errores que se están cometiendo en el pueblo de
Dios, por tener una institucionalización en la iglesia.

Debemos reconocer que el modelo que se nos marca en el Nuevo Testamento,


corresponde a una congregación que se reúne en grupos no tan numerosos y en
casas (Romanos 16; 5. 1 Corintios 16; 9. Colosenses 4; 5,etc.). Históricamente es
cierto que los primeros templos cristianos fueron construidos a partir del siglo IV
a.C. Muchas de las formas que tienen nuestros cultos, fueron tomadas de las
prácticas seculares del mundo greco romano, aplicándoseles a los elementos de
culto cristiano (1 Corintios 14;26). Pero los elementos que forman el culto o
liturgia en nuestras reuniones, siguen siendo los mismos que marca el Nuevo
Testamento (salmo, doctrina, lengua, revelación, interpretación, etc.).

No quiero detenerme mucho en esto. Lo que quiero decir es lo siguiente: que la


iglesia, actualmente está despertando al descubrimiento de que es todo el pueblo
de Dios el que debe servir a los demás con los dones que nuestro Señor dio a
cada uno de nosotros (1 Pedro 4.10). También, que en una iglesia en donde se
acostumbra reunirse en un templo de manera masiva, se corre el riesgo (si no se
tiene cuidado) de concentrar todo el quehacer en unas cuantas personas, y que el
resto de los cristianos se vuelvan inútiles (en el sentido de ser no útil, no en el
sentido ofensivo). Pero, no todas las congregaciones que siguen este modelo
templocentrista, se han mantenido en ese error. Los líderes guiados por el espíritu
de Dios y por la Palabra, procuran movilizar a cada uno y a todos los miembros de
la iglesia a que descubran, ejerciten y perfeccionen sus particulares dones
sirviendo a los demás y trayendo almas a Cristo. Eso es lo que nosotros estamos
intentando hacer en nuestra congregación particular. No es fácil. La iglesia se
encuentra inmersa en un molde que ha durado décadas, en que su vida y
ministerio se ha centrado en unos pocos líderes carismáticos. Estamos tratando
de romper con eso para así cumplir la voluntad de Dios revelada en Su Palabra.

Ahora, este esquema (masivo) tiene algunas ventajas. No es del todo malo. Sobre
todo me refiero al asunto de la enseñanza. No es que quiera concentrar el
ministerio de la enseñanza en unos pocos, sólo por "monopolizarlo". Es que deseo
aclarar que no todos los miembros de la iglesia poseen el don de enseñanza (1
Corintios 12;28-29. Efesios 4;11. Santiago 3;1). Permitir que cualquier miembro del
iglesia procure dar una enseñanza profunda al resto del cuerpo de Cristo, siempre
es un riesgo (2 Pedro 3;16). Y más aún, cuando la Biblia es hoy más difícil de
entender e interpretar de lo que lo fue en los tiempos apostólicos. Esto obviamente
porque los apóstoles escribieron a las congregaciones de su tiempo usando su
propio lenguaje, idioma, costumbres, idiosincrasia, etc. que son detalles muy
difíciles de comprender dos mil años después, desde el mundo occidental, ya que
el Nuevo Pacto se escribió en oriente hace veinte siglos. Para reducir el riesgo de
una enseñanza equivocada y por consecuencia fomentar en los cristianos
prácticas incorrectas (como sucedió alguna vez en sus grupos hogareños), es
necesario cierto entrenamiento previo. Disculpen el comentario. Pero he sido
testigo de algunas enseñanzas que han compartido públicamente algunos
miembros de la iglesia (incluso ministros entrenados), con un alto nivel de error.
En este sentido, incluso yo me pregunto en cuántos errores habré incurrido al
ejercitar este ministerio. Que Dios tenga paciencia y misericordia conmigo.

A donde quiero llevarlos es a lo siguiente: parece ser que ambos extremos son
malos. El extremo de que la iglesia sólo viva para las reuniones masivas y
también el extremo de que la iglesia se desempeñe en reuniones pequeñas
únicamente, pero sin ninguna clase de supervisión cuidadosa (Tito 1;5 y 1
Timoteo 1;3).

Lo que estamos tratando de hacer nosotros a nivel iglesia local, es disfrutar de


ambos esquemas de experiencia cristiana. Nos reunimos por lo menos una vez a
la semana, el día domingo, de manera masiva. Tratamos de llevar todos los
elementos que la palabra de Dios nos recomienda, de una manera que no se haga
tediosa, ni repetitiva, ni ritualista para que no caiga en la frialdad y monotonía. En
la reunión masiva, debemos procurar la mayor participación por parte del pueblo
de Dios, así como también desafiarlo a que descubra, experimente, perfeccione y
practique sus dones sirviendo a los demás. Las reuniones en grupos pequeños
durante la semana, debieran ser laboratorios en donde se ponga por obra y
práctica lo que recibimos en domingo. La labor de cuidarse unos a otros, animarse
unos a otros, servirse, perdonarse, enseñarse, etc. deben realizarse en esas
reuniones hogareñas. Parece ser que hay más de una veintena de deberes
mutuos descritos en la Biblia con la frase "unos a otros", que sólo pueden
practicarse en reuniones de grupos pequeños.

Si les parece bien, y si así lo deciden ambos, mi recomendación y su gerencia


sería que disfrutaran de ambas caras de la moneda. La reunión masiva y la
reunión hogareña. Pero siempre ambos, juntos. Apóyense, ayúdense,
compréndanse y sirvan juntos a nuestro Dios.

Su hermano en Cristo que espera haberles proporcionado por lo menos una tenue
luz, Enrique.

Anda mungkin juga menyukai