Antecedentes
Tras ganar las elecciones de 1990, Cambio 90, el partido oficialista, no obtuvo mayoría en
el Congreso de la República —Cámara de Diputados y Senado— frente a las mayorías relativas
del Partido Aprista Peruano y el Fredemo; sin embargo, ambas cámaras le habían delegado
tres períodos sucesivos (180 días cada uno) de facultades legislativas con la finalidad de
permitir las reformas económicas propuestas. Mientras tanto, el Congreso de la República se
centró en aumentar su presupuesto y extender las cédulas vivas a los ex congresistas; en
contraste, para temas frontales de la lucha antiterrorista no llegaban a mayoría y muchas de
las sesiones claves no contaban con el quórum suficiente para las aprobaciones respectivas. Al
mismo tiempo, la oposición, que revisaba exhaustivamente el paquete de decretos legislativos
expedidos por el Ejecutivo, se sintió ofendida porque el presidente había observado más de
doce autógrafas de ley dados por el Legislativo. Asimismo una comisión del Senado investigaba
los casos de violaciones a los derechos humanos, por los que, años después, fue juzgado y
condenado Alberto Fujimori.
Ante la negativa del Congreso para concederle amplios poderes para legislar sin fiscalización,
Fujimori decidió el domingo 5 de abril de 1992 disolver el Congreso de la República. El
martes 7 de abril se publicó la Ley de Bases del Gobierno de Emergencia y Reconstrucción
Nacional.
Cabe resaltar que la Organización de Estados Americanos participó durante este cierre
arbitrario, como consta en los documentos publicados en el diario El Peruano de aquella
época. Además, se identificó que una de las capturadas cabecillas principales con Abimael
Guzmán, era Meche Sambrano Padilla, que fue liberada por el Poder Judicial que funcionaba
antes del 5 de abril. Uno de los motivos para reestructurarlo (Mensaje a la Nación posterior al
05 de abril).
Así pues, el propio Fujimori, en su discurso el día domingo 5 de abril de 1992, da algunos
ejemplos de por qué se llega a esta decisión:
Esto en aspectos tan importantes como la política económica o la lucha antiterrorista, cuando
se niega al Presidente la facultad de señalar cuáles son las zonas de emergencia.
Incurriendo en un acto que arremete y ofende a un país que vive grandes dificultades
económicas, el Congreso ha elevado, groseramente, su presupuesto y extendido,
indebidamente, las cédulas vivas a ex parlamentarios. Esta actitud demuestra la total
indiferencia del Parlamento ante el reclamo de austeridad, eficacia y seriedad en el trabajo
legislativo, que ha hecho innumerables veces el ciudadano común y corriente.
Son muchas las sesiones parlamentarias que se han frustrado porque el Hemiciclo no contaba
con quórum. Así, muchos proyectos de ley, importantes para la marcha del país, quedan
encarpetados por irresponsabilidad, desidia, holgazanería de los mal llamados “Padres de la
Patria”.
Si el presidente no cumple con llamar a elecciones dentro del plazo señalado o las elecciones
no se efectúan, la Cámara disuelta se reúne de pleno derecho, recobra sus facultades
constitucionales y cesa el Consejo de Ministros, sin que ninguno de sus miembros pueda ser
nominado nuevamente para ministerio alguno durante el período presidencial.
La Cámara elegida extraordinariamente completa el período constitucional de la disuelta.
Artículo 229: El presidente de la República no puede disolver la Cámara de Diputados durante
el estado de sitio ni de emergencia.
Durante ese término, la Cámara sólo puede votar la censura del Consejo de Ministros o de
cuales quiera de los ministros con el voto conforme de por lo menos dos tercios del número
legal de diputados.
El presidente de la República no puede ejercer la facultad de disolución sino una sola vez
durante su mandato.
Disolver el Congreso de la República del Perú, con lo cual neutralizó a sus opositores
políticos.
Es cierto que la propia Constitución prevé los mecanismos para su modificación, pero es
igualmente cierto que para que ello suceda se necesitan dos primeras legislaturas ordinarias
consecutivas, lo que vendría a significar que, casi al término del presente mandato, recién
contaríamos con los instrumentos legales necesarios para la reconstrucción general del Perú. Y
ello si el Congreso se decide a aprobar las modificaciones necesarias, incluyendo aquéllas que
son contrarias a los intereses de los propios parlamentarios, como por ejemplo, la reducción
de sus emolumentos o la no-reelección.
¿Cuál es la institución o
mecanismo que permitiría
realizar todos los cambios
profundos que a su vez hagan
posible el despegue del Perú?
Sin lugar a dudas ni el
Parlamento, ni el Poder Judicial
son hoy por hoy agentes de
cambio, sino más bien freno a la
transformación y el progreso.
Como presidente de la
República, he constatado
directamente todas estas anomalías y me he sentido en la responsabilidad de asumir una
actitud de excepción para procurar acelerar el proceso de esta reconstrucción nacional, por lo
que he decidido tomar las siguientes trascendentales medidas.
El depuesto Congreso del Perú siguió reuniéndose inicialmente en secreto y luego sesionando
en el Colegio de Abogados de Lima. La primera norma del Congreso fue declarar la vacancia
de Alberto Fujimori y nombrar al vice-presidente Máximo San Román como Presidente
constitucional del Perú.
Reacciones locales
Muchos políticos no reconocieron como legal y constitucional a Alberto Fujimori. Entre los más
destacados se encontraban:
Mario Vargas Llosa, quien se encontraba en Berlín, señaló a la agencia EFE: “Pienso
llamar a todas las puertas para lograr el respaldo internacional, que permita hacer una
presión fuerte y decisiva sobre los golpistas con el fin de que tengan que dar marcha
atrás”.
Alan García Pérez; quien tras enterarse del golpe y de escapar de su vivienda que fue
rodeada por militares, pidió asilo político y se exilió en Colombia.
Lourdes Flores Nano; quien decidió seguir con las reuniones de diputados y senadores
en diversos lugares.
Consecuencias
Opinión pública
Una encuesta realizada por Ipsos para el periódico El Comercio en marzo de 2012 reveló que el
47% de los encuestados considera que el autogolpe fue necesario, mientras que el 38% señaló
que fue una medida innecesaria. Ante la situación hipotética de que se retornara a 1992, el
50% de los encuestados señaló que desaprobaría un autogolpe.