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BULLYING

Miguel Andrés Brenner

PRIMERA PARTE DE LA REFLEXIÓN


Es algo para reflexionar.
Ejemplo. Un chico tipo Pantriste, otros que lo agreden. A eso se llama bullying. En la escuela
siempre existió alguien a quien lo consideraban como “punto” (cargable), expresión de mi época
de estudiante secundario. Cuando tiende a ampliarse y llega a la violencia física obtiene un
nombre inglés. Por un lado, el problema es acusar meramente al alumno, por el otro al docente se
le pregunta “¿Y ud qué hizo?”
Tendencia a culpabilizar a la escuela y, meramente, al alumno. El alumno ¿tiene algo que ver?
Obvio que sí. Sin embargo, por qué ese fenómeno antes no se daba en la escuela en dicha
magnitud? Ese adolescente es un eslabón de la cadena de conflictividades sociales que enraízan en
la economía, la política y la cultura (medios de comunicación, etc) de nuestro presente histórico.
Centrar solamente en él el problema es también centrarlo en el maestro, el profesor, la escuela. Se
pretende que los niños y los jóvenes no estén en la calle, por ello se amplía la escuela para todos,
pero… con el niño o adolescente ingresa también las contradicciones en y con las que vive. En la
formación para ser docente no se atiende la cuestión más que como un tema, es que ¿puede
atenderse algo que excede a la escuela y la involucra?
No es cuestión de hacer nada frente a esa problemática. Pero, las indicaciones o normas que nos
“bajan” dicen qué es lo que como docentes tenemos que hacer, toda una normativa difícil de
“cumplimentar”, por lo que, de alguna manera, siempre somos responsables del bullying. Y si
trasciende a la escuela en los medios, comienza a indagarse qué es lo que “no” hicimos, para
detectar qué “sí” hicimos y, entonces, “deslindar responsabilidades”. Es así, por ende, en vez de
ser sujetos con derecho a enseñar, somos sujetos de derecho pasibles de punición o sanción.
Siempre la tendencia es a ser culpabilizados, y lo vemos en la televisión cuando algún caso ocurre
se pregunta: ¿qué es lo que la escuela hizo?, poniendo a los docentes, desde el vamos, ante el
juicio de los televidentes/padres. No se pregunta por qué y cómo el sistema económico o político
o cultural genera violencia en la vida cotidiana.
Ojo, igualmente, alguna respuesta a los docentes hay que dar, es que “autoridades lo exigen”, “la
televisión lo exige”, el docente se siente angustiado por lo que lo excede. Ante ello podemos
preguntarnos: ¿es la angustia el terreno desde el cual poder dar respuesta? Si alguien,
individualmente se siente angustiado requiere de alguna terapia o escucha atenta de otro que
realmente lo comprenda. ¿Las autoridades comprenden al docente?. ¿los medios de comunicación
comprenden al docente?
Ante dicha problemática algunas líneas de acción importan.

SEGUNDA PARTE DE LA REFLEXIÓN


 1- Pensar comunitariamente qué le cabe al alumno y qué a las variables que lo
condicionan (políticas, económicas, culturales).
 2- Pensar comunitariamente si las relaciones entre los mismos docentes fuera diferente en
una escuela que en otra (una con mayor salud mental, la otra con menor salud mental),
¿los alumnos tenderían a actuar de la misma manera?
 3- Pensar comunitariamente, ¿inciden de alguna manera las autoridades educativas y sus
“bajadas” de normas administrativas y pedagógicas en el “malestar” docente, “mal-estar”,
o sentirse mal, por lo que a la escuela no le resulta fácil enseñar para que sus alumnos
aprendan?
a) 3- ¿Qué podemos pedirle a las autoridades educativas para que no nos sintamos
huérfanos pedagógicamente y poder dedicarnos a la tarea de enseñar para que nuestros
alumnos aprendan?
b) 2- ¿Podemos reflexionar acerca de cuáles actitudes nuestras, como docentes en la escuela
y su historia, no canalizan constructivamente las conductas violentas de ciertos alumnos?
c) 1- Pensemos, al menos un poquito (porque excedería mucho al foro pedagógico), como las
variables mencionadas más arriba inciden en el grupo familiar, en su identidad.

TERCERA PARTE DE LA REFLEXIÓN


A partir de aquí, sí, de qué manera poder incidir en algo de lo que se llama “bullying”. Los
docentes debemos exigir a las autoridades no solamente que nos “bajen” normas, también ¿qué
hay en ellos para que nos consideren sujetos punibles en vez de sujetos que enseñar y qué es lo
que debieran modificar en sus actitudes al no ver la viga que tienen sobre el propio ojo ? Cuando
digo autoridades no me refiero únicamente a los inspectores, pues ellos son el salame del
emparedado, apunto además más arriba y a los compromisos en el ejercicio de un poder que se
ramifica con el entramado de una comunidad de victimarios que acusa con el dedo a la comunidad
de víctimas, donde también pueden haber victimarios (el ejemplo más conocido: el pobre contra
el pobre, el maestro contra el maestro, el alumno contra el alumno, etc.).

Bueno, hay para mucho más. No olvidar, también EXIGIR A LAS AUTORIDADES que nos
culpabilizan.

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