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El discurso latinoamericanista

de Hugo Chávez

Elvira Narvaja de Arnoux

2008
Editorial Biblos
Buenos Aires
Capítulo IV

Lecturas y escenas de lectura en el discurso político de Hugo Chávez

El presente capítulo deriva de la comprobación, fácil de efectuar, acerca de las


numerosas alusiones en los discursos del presidente venezolano Hugo Chávez a la cultura
escrita, exaltándola globalmente o refiriéndose a ejemplares particulares como
fundamento, prueba o estímulo de la discursividad. Este gesto, que en los discursos
políticos actuales no es habitual, se asienta en la representación dominante en la
Modernidad del político como un educador, la tribuna política como una cátedra.
Consideraremos, en este tramo, cómo en los discursos de Chávez se alude a
experiencias de lectura, se valoran determinados textos escritos, se insertan fragmentos
leídos, se recomiendan autores y textos, se agradecen los regalos de libros de
personalidades del país o de visitantes extranjeros o se construyen escenas de lectura.
Intentamos analizar en qué dinámica discursiva se inscriben algunas de esas referencias
y qué función cumplen. Es evidente que una valoración tan marcada de la cultura escrita,
sostenida por un dirigente reconocido, no solo incide en las políticas públicas sino
también en el imaginario colectivo. Abordaremos, en esta ocasión, los discursos públicos
de 2005 y 2006 hasta enero de 20071, en los cuales se acentúa el paso de la “democracia
participativa” a lo que se designa como “socialismo del siglo XXI”. Lo interesante es
indagar por qué un rasgo tan netamente moderno encuentra su lugar en el discurso político
actual venezolano.

1. Discurso latinoamericanista y pensamiento ilustrado

En el capítulo primero intenté mostrar cómo el discurso de Chávez surge de la matriz


de los discursos latinoamericanistas elaborada en el siglo XIX, en relación con las guerras

1
Hemos identificado todos los tramos en que hay referencias a lecturas, los hemos clasificado y
seleccionado aquellos más significativos para ilustrar los distintos aspectos considerados.
de la Independencia y la formación de los primeros Estados hispanoamericanos, matriz
vinculada con los grandes relatos de la Modernidad.
Señalaba entonces que esa matriz, generadora de discursividad y grilla interpretativa
de lo social se activa en este momento como respuesta a la necesidad del capitalismo de
desarrollar integraciones regionales, entre otras, el MERCOSUR. Estas integraciones
para alcanzar cierta estabilidad política y alguna solidaridad interna deben construir un
imaginario colectivo (Habermas, 2000). En América Latina lo fácilmente disponible es
la representación de una nación fragmentada cuya unidad debe ser recuperada. Chávez
apela con insistencia a esta memoria discursiva y busca construir un entramado ideológico
latinoamericanista que apoye un desarrollo regional autónomo. Al hacerlo se nutre de
imágenes, mitos, emblemas, representaciones del latinoamericanismo (Arpini, 2004)
construido históricamente desde distintas latitudes del continente –recordemos: Martí,
Ugarte, Haya de la Torre, Darcy Ribeiro, entre muchos otros- y se afirma, sobre todo, en
la continuidad entre el proceso de la Independencia cuya figura emblemática es Bolívar
–traicionado, desde su perspectiva, por las elites nativas- y el antiimperialismo actual al
que convoca tanto la democracia participativa (Gott, 2006) como el proclamado
socialismo del siglo XXI. Los escritos funcionan como nexo entre el pasado y el presente,
entre distintos lugares de enunciación, y como prueba de la incompletud de aquel proceso:
todo está ya dicho / escrito pero aún no se ha transformado la realidad, no se ha construido
la nación latinoamericana. Es la tarea que debe asumir esta generación. Para hacerlo –y
esto es lo que es necesario destacar- la lectura de los textos que conforman la biblioteca
de esa nación amplia es no solo la base de la acción política sino también la garantía de
su profundización.
En la construcción de ese imaginario nacional latinoamericano, Chávez retoma,
entonces, un aspecto central asociado con los Estados nacionales de la Modernidad que
es la importancia asignada a la difusión de la cultura escrita. Pero esto se debe no solo al
hecho de que las lecturas compartidas sostienen la representación de nación sino también
a requerimientos propios de la sociedad industrial, que es el marco en el que aquellos se
afirman. Este tipo de sociedad necesita –recordemos- una población progresivamente
alfabetizada que asegure el desarrollo social del conocimiento (Gellner, 1988). Y, desde
el punto de vista político, la puesta en marcha de instituciones democráticas, que en
general se asocian con aquellos Estados, exige diversos dominios de lo escrito por parte
de la población. En su preocupación por lograr un desarrollo económico autónomo,
Chávez recupera la importancia política de la cultura escrita y también la dimensión
crítica del pensamiento (Goldmann, 1968), para cuyo ejercicio la escritura es esencial y
que se acentúa en los momentos de avance de una clase –burguesía o proletariado, si
pensamos en la sociedad industrial-. Es decir, que para construir la nación
latinoamericana, sostenida en un desarrollo económico autónomo, se necesitan un
imaginario colectivo, una expansión del conocimiento social y una nueva ciudadanía para
lo cual la cultura escrita es otra vez una llave fundamental (Anderson, 2000).
El camino emprendido y la convicción de que es una vieja tarea inconclusa –a lo que
remite el cronotopo bolivariano analizado en el cap. II- llevan a que muchos de los rasgos
el pensamiento ilustrado aparezcan en el discurso de Chávez. Una expresión condensada
de ello es la frase de Bolívar, que Chávez convoca reiteradamente, como señalamos en el
cap. I, que tenía su origen en una consigna de su maestro, Simón Rodríguez: “Moral y
Luces son los dos polos de una República. Moral y Luces son nuestras primeras
necesidades”. La articulación de ambos términos en la consigna política expone
claramente el vínculo con el pensamiento ilustrado (Foucault, 1991). Desde esa
perspectiva, la moral pública se asienta en un concepto de ciudadanía que implica un uso
público de la razón que se expone mayormente en textos escritos.

2. La polifonía discursiva

La inserción, habitual, de las palabras escritas por otros en los textos de Chávez se
inscribe, además, en la dinámica de un discurso que al construirse convoca siempre –
como hemos expuesto detenidamente en el capítulo y que en relación con la escritura
retomamos en este- diversas voces, un discurso intrínsecamente polifónico (Bajtín, 1978
[1934]) cuya unidad se genera por escalonamientos progresivos que funcionan como
síntesis provisorias de un devenir, de un ir hacia, de algo que está siempre en movimiento:
el discurso expone el ritmo, el sentido y el dibujo de un proceso político en marcha que
busca, desde las palabras proferidas en distintas situaciones y por diferentes locutores,
anudar los hilos sueltos de la historia de la Patria Grande.
En su discurso ante el Foro Social Mundial en Porto Alegre, el 30 de enero de 2005 –
en uno de los tantos ejemplos que podríamos citar como ilustración de esa polifonía
discursiva- integra palabras y figuras que entraman distintos momentos de nuestra
historia. Lo hace desde los géneros primarios, desde el vínculo con lo cotidiano, desde la
proximidad de la anécdota y el dicho, desde el tono conversacional que se acentúa por la
oralidad de los segmentos a los que se apela, y se desplaza a la escritura por mediación
de la canción popular:
Razón tuvo aquel presidente mexicano, que parece que se tomó dos tequilas, sacó
la pistola y echó tres tiros al aire y dijo: “Pobrecito México, tan lejos de Dios y
tan cerca de Estados Unidos”.
Bueno y aquel otro tipo, aquel viejo tipo, que luego se fue a la Sierra Maestra y
luego se fue y se vino y se quedó sembrado para siempre, como dice la canción
aquella, de un cantor venezolano:
Comandante Che te mataron / pero en nosotros dejaron / para siempre tu memoria
plasmada en moldes de gloria. / Caminando entre valles y montañas, para siempre
tu imagen guerrillera / y tu sangre corre ya por nuestras venas / y se agita en los
pueblos latinoamericanos.

Y desde el Che Guevara se desencadena el listado de los “viejos tipos” que construyen la
genealogía nacional y popular desde distintos momentos y lugares aunque unificados por
el pensamiento latinoamericanista: Omar Torrijos, Juan Velasco Alvarado, Luis Carlos
Prestes, Fidel Castro, Abreu e Lima, Artigas, San Martín, O’Higgins, Emiliano Zapata,
Pancho Villa, Augusto César Sandino, Morazán, Tupac Amaru, Guaicaipuro. El
auditorio, al que se considera competente debe establecer los vínculos entre una y otra
cita.
En el mismo discurso, las referencias a las mujeres se van hilando alrededor de
Manuela Sáenz, la compañera de Bolívar, y de sus intercambios epistolares. Inserta,
primero, un fragmento de carta al marido:
Manuela era tan patriota, amó tanto a Bolívar, que ella era casada y dejó a su
marido y le escribió una carta: “me despido de ti, cariño, me voy con este hombre,
este es un huracán”.

El enunciado en estilo directo tiene las marcas de la reformulación, expuesta en el


“cariño”, que remite también a la voz del locutor. En el segundo párrafo, este se despliega
en el enunciador que narra, el que comenta, el que aclama, el que hace el don del afecto,
el que interpela.
Y se fue, se fue a la guerra, era una revolucionaria pues, era una revolucionaria,
pero ella le mandaba unas cartas a Bolívar, las mujeres tienen unas cosas, ¿no?
¡Qué vivan las mujeres!

Incluye, luego, una enunciación colectiva, el dicho inglés, y vuelve a las cartas de
Manuela:
Un beso para todas, hay un dicho inglés que dice: “Si tu mujer te pide que te lances
por la ventana, ve mudándote a la planta baja”.
Las mujeres tienen unas cosas, la Manuela le escribía a Bolívar y ¿saben por qué
le reclamaba en las cartas?
Refiere, entonces, las palabras escritas por Manuela con una modalidad cercana al
indirecto libre ya que se escuchan los tonos afectivos del personaje citado reiterando el
fenómeno polifónico de la contaminación de voces:
Porque él le escribía en una hoja con unas letras grandotas, seguramente apurado
el pobre, de batalla en batalla, y ella le escribía reclamándole que tenía que
escribirle con letras chiquiticas, que no aceptaba más cartas con letras grandotas,
pues Bolívar terminó escribiendo con letras chiquiticas.

La proximidad con el pasado, que la emotividad anuda, se expone en la referencia a la


escritura. Es interesante ver cómo selecciona entre las posibles pruebas de amor de
Bolívar, la escritura cuidada, el control del trazo2. El relato político asume así su
dimensión pedagógica: es casi la posible introducción a una lección de caligrafía.

3. Cultura escrita y discurso político en Chávez

Chávez parte de cierta analogía entre política y escritura –por lo menos, de cierto tipo
de política y de cierto tipo de escritura que se consideran como transformadoras-.
Sintetiza este vínculo en su discurso en el Palacio Legislativo Bicameral de Asunción, el
20 de junio de 2005, apoyándose en Roa Bastos, al hablar sobre el ALBA, es decir, la
Alternativa Bolivariana para las Américas:
Utilizando muchas veces una definición muy conservadora de lo que es la política,
algunos dicen que la política es el arte de lo posible.
Cuando yo oigo eso digo: ¡Ay, Dios mío! ¿El arte de lo posible? Ya te estás
rindiendo. La política es otra cosa, la política es maravillosa, prefiero la definición
que hace una chilena revolucionaria, cubana también y ahora venezolana,
latinoamericana, ella es Martha Harnecker.

Martha Harnecker define la política como la ciencia de hacer posible mañana lo


que hoy parece imposible, esa sí es la política: transformar o como decía también
Augusto Roa Bastos, hablando de la escritura, que no se trata de mirar la realidad
para convertirla en palabras, no.
Es lo contrario: escribir las palabras para llevarlas a la realidad, es la escritura
transformadora; no es la escritura para congelar, es la escritura para liberar; no
es la política para traicionar, es la política para liberar a nuestros pueblos, para
lanzarlos a sublimes formas de vida; esa debe ser la verdadera política a nuestro
entender.

2
En relación con la lectura en voz alta, también da indicaciones pedagógicas. En el discurso ante la
Asamblea legislativa dice: “No me van a creer, pero yo voy a leer, claro con aliño, ¿no?, yo leo y le echo
aliño a la lectura, porque si no ustedes se van a fastidiar ahí”, 13/1/2007.
La exaltación del texto escrito como aquel capaz de construir universos, con la capacidad
performativa de hacer la realidad, se desplaza hacia la “verdadera” política, que no es
reproductora de lo social, que no “congela”, que no “traiciona” sino que “libera”. La
analogía sostiene la metáfora que la condensa –significativa por la opción que ha hecho-
de la política como escritura y va a permitir otros desarrollos, particularmente de la lectura
como aprendizaje político.

4. Lecturas
4.1. Chávez lector

Al desarrollo de una nueva Ilustración, Chávez destina esfuerzos importantes que se


evidencian en las campañas de alfabetización, la edición de libros encarada desde el
Estado para un público amplio, las campañas de promoción de la lectura, premios a
escritores como el premio al pensamiento crítico y, sobre todo la continua referencia a
textos escritos que jalonan sus discursos, discursos que a menudo se presentan –lo
veremos más adelante- como comentarios actualizadores de textos previamente
seleccionados.
En un encuentro con los medios (30/11/2006) se refiere a cómo elabora sus discursos:
“Siempre me hago un esquema de cuatro o cinco ideas, y las voy desarrollando. Es muy
sencillo mi método, no es nada del otro mundo. Me agarro cuatro ideas, agarro algún
libro, tomo alguna idea central…”. El libro aparece así como herramienta de la
discursividad oral, a la que remite con el coloquial “agarro”. En varios situaciones se
traslada con los libros para leer fragmentos en las alocuciones públicas: “Me acosté como
a las cuatro de la mañana leyendo cosas, este libro me lo leí casi por completo; otro que
tengo por allá, el de Buscando de Simón Rodríguez…Hay cosas que tengo aquí, que no
me va a dar tiempo, porque ya son las tres de la tarde”, 6/1/2006. Los libros son objetos
presentes que acompañan como apoyos posibles la exposición oral: “Bolívar, quiero
volver al planteamiento inicial de Bolívar en aquel discurso al que me he referido, y que
me parece tan orientador, por eso quise traer varios fragmentos de aquel discurso de
Angostura”, (10/1/07).
Además, construye la imagen de un lector ávido, que busca libros, que selecciona, que
lee en diversos lugares, que recuerda lecturas, que se sorprende con nuevos textos, que
va armando una variada biblioteca, que se reconoce incluso como capaz de quedarse con
el libro de otro –recordemos esta imagen persistente de la apropiación “salvaje” de la
cultura escrita, de ese objeto de deseo que se satisface en la trasgresión de la norma. En
un discurso ante mujeres, del 25 de octubre de 2006, señala en una progresividad que
corresponde al revisar el propio libro:
Este otro libro, mujeres, de Indalecio Liébana Aguirre (Bolívar), tambien he
estado releyéndolo, es un libro viejo que alguien me prestó y no se lo devolví.
Max Moreno. Quién será Max Moreno, o me lo mandó alguien de regalo, me lo
regalaron. Corríjome sobre mí mismo y mi actitud frente a los libros. Fíjate no me
lo robé, aquí me lo mandan; aquí está la prueba de que no fue lo que yo había
dicho.

La primera aceptación gozosa del robo se atenúa desencantadamente por el


reconocimiento del regalo que se afirma en la norma, pero no desaparece.
Asimismo, Chávez se muestra como un lector al que los textos conmueven. En
noviembre de 2006, en la II Feria Internacional del Libro de Venezuela, cuando presenta
la nueva edición de Los Miserables de Víctor Hugo –expresión acabada, para él, de la
mirada moderna, crítica del universo social- afirma:
Yo recomiendo siempre leerlo y releerlo incluso; hay cuántos mensajes aquí, hay
veces que uno está leyendo y es una catarata de figuras tan hermosas y sublimes.
En una ocasión yo dije no, no, tanta belleza no la resisto, cerré el libro y dejé de
leer; hay que leerlo, releerlo, degustarlo, como muchas otras obras, como las
poesías; pero esta es una de esas obras maravillosas, es un verdadero monumento
a la humanidad: Y aquí, si ustedes me lo permiten yo voy a tomar el atril porque
debo apoyar el libro, solo por eso…

Y comienza la presentación formal de una nueva edición de Los Miserables.


En un discurso del 4 de febrero de 2006, el devenir verbal imita los trayectos
fragmentarios del recorrido por una librería, un stand o una biblioteca, anclados
provisoriamente en un segmento textual que atrae la lectura, en el que se detiene y luego
deja:
Ayer, en la Feria del Libro aproveché unos minutos allí, recorrí algunos espacios
y me traje algunos libros. Este me llamó la atención: Simón Bolívar, documentos.
La América reunida de corazón. Una frase de Bolívar: “La América reunida de
corazón”. Y anoche yo estaba en la Plaza de la Revolución recordando algunas de
estas cosas que esta mañana venía leyendo en el avión. […] Bien, es bonito el
libro. Recoge algunas cosas que no se conocen de Bolívar. Yo mismo me estoy
sorprendiendo de algunas lecturas. Por ejemplo, dice acá: “Nosotros no podemos
vivir sino de la unión…”

Los otros responden a esta pasión de búsqueda regalándole libros. Así, el 15 de octubre
de 2006, cuando se inaugura un tramo ferroviario, el presidente del Consorcio le ofrece
un libro como reconocimiento: “Tengo aquí un libro que se ha publicado y le queremos
entregar a usted el ejemplar número uno, para hacer homenaje justamente al Plan
Ferroviario Nacional”. Es notable cómo para el que hace la entrega es normal que el
homenaje público al programa de gobierno sea el primer ejemplar del libro que historiza
la práctica que se activa.

4.2. El placer de la lectura en voz alta, de la lectura compartida

Insistentemente Chávez hace referencia a las lecturas previas a sus discursos, a esa
instancia de preparación en la cual los textos le sirven, por un lado, de estímulo (“Ayer
yo estaba releyendo, no sé por qué, buscando ideas, sobre todo para mis discursos”,
8/1/2007) y, por el otro, fortalecen las propuestas que piensa hacer. En este último caso
abundan las lecturas públicas de fragmentos seleccionados. En la apertura del nuevo
período de sesiones ordinarias 2006 de la Asamblea Nacional (6/1/2006), siguiendo con
el gesto de hacer memoria de los acontecimientos de la Independencia, de ir estableciendo
nuevas efemérides, propone que ese año sea celebrado como el del Bicentenario del
Juramento de Miranda. Prepara esa propuesta a través de lecturas. Refiere el momento
histórico señalando sus recientes lecturas: “Leyendo esta madrugada me entero de que
Miranda no fue de inmediato a Londres…”. Lecturas que comparte con los diputados:
Y el 4 de enero de 1806 estaba Miranda en Nueva York y le escribe una bella carta
a su mujer, quien se quedó en Londres con su pequeño hijo Leandro. Es cortita,
permítanme leerla. Este es un buen libro, es de la Biblioteca Ayacucho, América
espera, América espera, América volvió, Prólogo de José Luis Salcedo Bastardo
y cronología Manuel Pérez Vila, Josefina Rodríguez de Alfonso. Una serie de
recopilaciones.

Da la referencia bibliográfica ubicándose en el lugar del saber, que es el que da poder


dentro del imaginario moderno. Se muestra como aquel que domina las reglas de la
cultura letrada y que se dirige a un destinatario ansioso de recibir informaciones de este
tipo. Construye, así, una escenografía distinta a la escena genérica propia del discurso de
apertura de las sesiones ordinarias del Congreso. El locutor suministra al auditorio
informaciones bibliográficas y comparte con él la lectura de un género menor, la carta.
La transgresión genérica se legitima en una norma superior que es la del discurso oral
fundamentado y sostenido por textos escritos. Lee entonces insertando comentarios:
Fíjense la cartita que le manda a Sally:
Nueva York, 4 de enero de 1806.
Anhelo recibir tus cartas, mi buena Sally.
[…] Te he escrito tres veces desde que llegué aquí, espero que todo esté
bien por la casa y que tu prudencia y celo remediarán el pequeño descuido
de los otros. Pon especial cuidado en la salud y la educación de Leandro –
está hablando el padre-, trátalo con suavidad y severidad, de modo de
hacer dócil su temperamento sin quebrar su espíritu y su vivacidad.
[…]
He tenido bastante éxito aquí y navegaré en el curso de unos pocos días al
sitio de mis deseos –la Patria, a la que tenía cuántos años sin volver.
Muchos años, muchos años-. Ten paciencia […]

El gesto metatextual docente se asienta en la emotividad de la conjunción de padre y


patria, que busca ser compartida. Esta dimensión emocional del discurso apoya la
orientación argumentativa que tiende a fundamentar la propuesta conmemorativa que va
a hacer. Así, después de leer y comentar fragmentos de la carta a Madison y de la carta
a Jefferson, lee el Juramento de Miranda enmarcándolo en la soledad heroica que asigna
dimensión épica al episodio:
[…] aquí mismo en las aguas del Caribe está el Mariscal de Francia, el general
Miranda, el infinito Miranda, jurando con un grupo de hombres, ninguno de ellos
venezolano, ninguno de ellos suramericano; y el juramento dice así: “Juro ser fiel
y leal al pueblo libre de Suramérica, independiente de España, y servirle honrada
y lealmente contra todos sus enemigos y opositores, cualesquiera que sean; y
observar y obedecer las órdenes del Supremo Gobierno de aquel país legalmente
nombrado, y las órdenes del general y los oficiales que me sean dadas por ellos.
A bordo del Leandro, Jacmel, 24 de marzo de 1806”. El juramento de Jacmel.

Concluye, entonces:
De forma tal, señor Presidente, señores diputados, diputadas, que este año 2006
bien merece ser llamado Bicentenario del Juramento de Miranda, y con el
juramento bicentenario de la expedición revolucionaria de Miranda.

Los textos escritos sostienen la orientación argumentativa del discurso. La referencia


bibliográfica incide en el ethos –el que hace la propuesta es un lector experto-; la carta a
la mujer de Miranda acentúa la dimensión emocional que permite que el convencer
devenga en persuadir; la lectura del juramento, por el contexto que se destaca y por lo que
dice, completa el desarrollo del cual se deriva la conclusión. En este modo de argumentar
que no se presenta como un discurso razonado corrido sino como un relato, la lectura de
textos va apoyando con su autoridad la orientación argumentativa desde distintos lugares.
Leer y releer en la intimidad o en público son las prácticas que sostienen tanto las
subjetividades modernas como las nuevas formas de socialización y de participación
política. El placer de compartir lecturas se extiende a otros miembros del gobierno y se
convierte en una práctica política legítima en los nuevos modos de participación
democrática. En el mismo evento, la Primera Vicepresidenta de la Asamblea Nacional lee
un texto de Mahatma Gandhi para cerrar su intervención:
Pero yo no quiero pasar esta oportunidad para darles las gracias por darme esta
responsabilidad. Es un reconocimiento que a lo mejor no merezco pero lo acepto
con toda la humildad que tiene que aceptarlo una revolucionaria a la cual dan una
tarea. Por eso quiero hacer mías unas palabras de Mahatma Gandhi para
agradecerles a todos los que hoy…, esta oportunidad que me da la vida:
Señor, ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes;
A no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la razón.
Si me das éxito, no me quites la humildad.
[…]
Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente, dame el valor para disculparme,
Y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.
Señor, si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí.
Muchas gracias.

El 4 de febrero de 2006, en la Concentración del Día de la Dignidad y la Rebelión


Bolivariana, Chávez lee dos extensísimos poemas motivados por el acontecimiento. El
primer caso tiene la siguiente introducción:
Por alli estaba recordando un poema que escribió una mujer venezolana en 1994,
cuando se cumplían dos años de la rebelión militar patriótica del 4 de febrero.
Periodista, poeta, escritora; hace días que no la veo: Grisel Marroquí. Recuerdo
que fue a Yare y nos leyó este hermoso poema. Se llama “Brindemos
Comandante”. Claro que el brindis no es solo conmigo sino con el colectivo.
“Brindemos pueblo venezolano”, pudiera decir yo hoy. Y voy a leer algunos
versos de este hermoso poema –así lo creo- de Grisel Marroquí.

El marco gira, como vemos, sobre el hacer memoria, donde la memoria individual se
articula con la memoria social, la del acontecimiento, y justifica ese hacer memoria propio
de toda celebración. Chávez, hace la lectura del texto completo, da su voz al escrito y al
apropiarse del texto se distancia del personaje Chávez interpelado en el poema:
Brindemos por ese hermoso rito que se llama nacer,
por la liberación de los pueblos indígenas
por la memoria de los yanomamis asesinados en Asibu,
por las balas y cuchillos de los piratas del oro que quemaron sus chabonos ante
la
indiferencia del
Gobierno.
[…]
Hagamos un último brindis en su compromiso con el pueblo.
No puede existir jamás el subterfugio de la palabra:
Usted no se pertenece. El ascenso y la condecoración que le otorgaron ese 4 de
febrero lo obligan a conducir al pueblo hasta la
victoria.
Reciba la profunda admiración, el respeto y la solidaridad que merecen los
patriotas.

La apropiación del texto a través de la lectura no se muestra solo en el estímulo


respecto de lo que se va a decir sino también en los modos del decir. Esto es
particularmente neto cuando el propio discurso sucede a la lectura de un poema. Los
rasgos de la función poética tienden a proyectarse sobre el discurso en un tipo de
derivación hipertextual en presencia.
Cuando en la misma celebración lee un poema de Tarek William Saab reconoce que
él ha “venido poetizado de La Habana” y concluye con un párrafo donde hay un
centramiento en los juegos del significante que se muestran en la brevedad de los
segmentos, en las metáforas, en la emotividad que atraviesa las palabras aunque estas
anclen en los lugares comunes del discurso militar:
Este poema, dedicado al 4 de febrero, día que partió en dos la historia venezolana.
Y de manera muy personal y particular dedicado hoy a mis camaradas de armas,
a estos soldados de la Patria. Estén donde estén. Algunos hoy aquí con nosotros,
otros regados por los caminos de la Patria. Otros están sembrados y se convirtieron
en vida eterna de un pueblo. A todos los soldados, a todos los combatientes civiles
que aquel día empuñaron las armas de la dignidad y ayudaron a abrir el camino,
este camino, dedico no solo este poema sino estas palabras. Y un homenaje, para
decir: ¡Vivan los hombres y las mujeres del 4 de febrero de 1992! ¡Qué vivan para
siempre!

4.3. Referencias y reformulaciones de relatos de ficción

Las novelas cuyos fragmentos aparecen reformulados o citados corresponden a


distintos modos del realismo o son novelas latinoamericanas que parten de algún episodio
histórico o cuyos protagonistas son personajes históricos.
En el primer grupo sobresale por la extensión de las referencias y su reiteración Los
Miserables de Víctor Hugo. Chávez refiere en uno de sus discursos (8 de noviembre de
2006) una escena dialogada que, en el texto de Víctor Hugo, plantea la legitimidad de la
violencia política, los aspectos éticos asociados con la lucha por el poder y cuestiona a
la Iglesia en tanto se aleja del pensamiento de Cristo. Esta escena también muestra el
poder de persuasión de un razonamiento cuando deriva de una convicción profunda. Esta
es la que genera una corriente emocional que llega al otro aunque se ubique inicialmente
en una posición política diferente. En este caso, la apropiación del texto fuente no se da
por la lectura sino por la reformulación.
“Yo cito con frecuencia este pasaje, porque cuando lo leí hace años no me impactó
tanto, yo leí Los Miserables cuando era muy joven y entonces lo leí rápido. Ahora,
al medio siglo de vida y con lo que he vivido, Los Miserables es una delicia, Víctor
Hugo, y ya uno un revolucionario. En ese tiempo yo no tenía motivaciones
políticas casi, algunas.

Como vemos, el marco previo es una reflexión sobre las distintas lecturas que el sujeto
puede hacer de un mismo texto en la medida en que él es otro en tanto sujeto inscripto en
el transcurrir.

Pero seguramente tú [al periodista] leíste Los Miserables. Y hay un momento, en


aquel diálogo sublime —digo yo— entre el moribundo revolucionario de la
Convención y el obispo Myriel, el obispo conservador —como casi todo obispo—
y el otro revolucionario moribundo, y el obispo fue a darle la extremaunción. Pero
entonces entran en el debate político. Y el obispo le dice: “¿Y por qué usted habla
de humanidad?”.

La extensa escena dialogada es reformulada por Chávez, que construye un nuevo diálogo
a partir del recuerdo de la lectura. La actividad interpretativa del lector es recreada en un
nuevo texto, donde el largo parlamento, en el texto fuente, del convencional sobre la
Revolución Francesa se resume en tres términos, “libertad, humanidad, fraternidad”, y
donde la discusión retoma solo la referencia a los niños que en el desarrollo argumentativo
es el lugar emocionalmente más fuerte. Hay aquí, entonces, una recreación del texto del
otro y los enunciados en estilo directo surgen en el marco de un nuevo discurso narrativo.

El revolucionario le dice: “Nosotros cambiamos la historia, la Revolución


Francesa cambió la historia: Libertad, humanidad, fraternidad”. Y el obispo le
dice: “¿Humanidad? Y por qué el 92, por qué el terror, la guillotina. ¿Eso es
humanidad? ¿Y por qué el niño Luis XVII? ¿Por qué lo llevaron al cadalso, a un
niño?”. Y entonces viene el revolucionario: […]
Y le dice: “Usted pide por el niño Rey. ¿Quién pide por los niños del pueblo que
se murieron de hambre y se mueren de hambre?”. Y después le dice: “Yo
convengo y lo invito, soy capaz —dice el revolucionario— de llorar al niño Rey,
si usted es capaz de llorar por los niños del pueblo que murieron”. […]
Y el obispo le dice con mucha honestidad, le dice: “Lloremos, lloremos pues”. Y
lloraron.

La literatura latinoamericana es valorada como apoyo en la construcción de una


memoria histórica y de una identidad amplia, de allí que las referencias literarias abunden
cuando desarrolla la propuesta del ALBA en otros países de la región. En su discurso en
Asunción (20/6/2005) contrasta Superman y Yo, el Supremo, justamente para plantear el
peso de la literatura en la construcción de una identidad:
[…] por ello es tan importante refrescarnos la memoria y más que refrescarnos
la memoria alimentarnos la memoria histórica, porque yo tengo el temor de que
buena parte de nuestra memoria sencillamente fue borrada. Durante el siglo XX
nos borraron la memoria y nos programaron “contramemorias”, falsas memorias
y tengo el temor de que si en este instante hiciéramos, señor Presidente, una
encuesta en esta América Latina y preguntáramos a los hombres y mujeres de este
continente –sobre todo a los jóvenes- acerca de don Augusto Roa Bastos y de
Superman, en cuanto a conocimiento de la opinión pública, lamentablemente, creo
que ganaría Superman, es envenenamiento mental, nos borraron de un tajo la
memoria.

Y mucho más adelante en ese mismo discurso, retoma señalando la importancia, en esa
construcción de una memoria histórica, de otros apoyos, en este caso Telesur. La
televisión es considerada en su función de sostén de la gran cultura que es la cultura
escrita:
Una televisora, una televisora informativa, una televisora cultural, una televisora
educativa, que acerque a nuestros pueblos, para que don Augusto Roa Bastos le
gane mañana la pelea a Superman en la opinión pública, en la mente de nuestros
jóvenes, en la mente de nuestros niños.

Los personajes y las referencias literarias sirven también para establecer analogías con
el presente:
¿Qué pasa en Venezuela que incluso Mister Danger –así llamo yo al presidente
de Estados Unidos, Mister Danger es un personaje de una novela de Rómulo
Gallegos, Doña Bárbara, estoy seguro de que ustedes la conocen-.
El ubica a un norteamericano en los llanos de Venezuela, comenzando el siglo
XX, que arremetía contra los campesinos y le decían Mister Danger, así llamo a
Mister Bush y en verdad es Mister Danger ese caballero, ¿saben? Una amenaza
para el mundo, una verdadera amenaza.
Decía ¿qué es lo que pasa en Venezuela que Mister Danger viene a la cumbre de
la OEA y arremete contra Venezuela? (20/6/2005).

Las lecturas compartidas construyen en un vasto territorio una comunidad imaginada


nacional, una solidaridad entre desconocidos (Anderson, 2000), un imaginario colectivo.
Por eso el discurso de Chávez convoca textos y estimula lecturas:
Bolívar llegó preguntarse de qué sirvió esta, dijo una mala palabra que no puedo
repetir aquí pero que García Márquez recoge de manera magistral en una de sus
grandes novelas El general en su laberinto.
[…]
Para que cada país fuera secuestrado por las respectivas oligarquías de turno y
nuevos imperialismos se vinieran sobre nosotros y siguieran clavando las garras y
los colmillos en el alma de nuestros pueblos para que, como dice Eduardo
Galeano, fueran abiertas y rotas las venas de este continente. Se quedó corto
García Márquez con Cien años de soledad. Yo diría más bien doscientos años de
soledad en mil Macondos azotados por mil huracanes y habitados por
generaciones de Buendía y de malos días. (20/6/2005)

5. La cultura escrita y la ampliación de la esfera pública política

Un aspecto del pensamiento ilustrado recurrente en los discursos de Chávez es la


preocupación por la ampliación de la esfera pública política (Chartier, 1995, 2000).
Recordemos que el avance de la sociedad burguesa se asoció, desde el último tercio del
siglo XVIII, con la importancia asignada a la conformación de un espacio en el que se
pueda hacer un “uso público de la razón”, en términos de Kant (1983 [1784]), por parte
de las personas privadas. Para ello la difusión del material impreso y el aumento del
número de lectores y escritores eran centrales. En Chávez encontramos esa preocupación
que busca, además, extenderse a la totalidad del territorio y de las clases sociales, tanto
en relación con los núcleos urbanos como con los rurales.
Esa extensión de la esfera pública es fundamental para el desarrollo de la democracia
participativa, primero, y luego del socialismo del siglo XXI. El despliegue social de lo
escrito, con su doble valor de emancipatorio y de sujeto a restricciones en tanto el orden
de la escritura es altamente regulado, es clave para la construcción de la nueva ciudadanía
a la que se tiende. Ciudadanía que debe participar en la puesta en marcha de los nuevos
programas sociales y en el control de las amenazas que atentan contra la revolución
bolivariana: la burocratización y la corrupción. El dominio de lo escrito por sectores cada
vez más amplios de la población es, entonces, uno de los sostenes del ejercicio de esa
ciudadanía, lo que se expone en las campañas de alfabetización, en la progresiva
ampliación de las “misiones educativas”3, en la expansión de la producción editorial y en
la importancia asignada a la formación de cuadros técnicos en la Universidad Bolivariana.

3
Las misiones educativas son las siguientes: “para la alfabetización, Misión Robinson; para que los recién
alfabetizados realicen estudios de primaria, Misión Robinson II; para realizar y/o culminar estudios
secundarios, Misión Ribas; y para la incorporación de los bachilleres de sectores de clase media baja y los
más pobres a estudios universitarios, Misión Sucre. […] Las virtudes principales de las misiones (en
general) residen, por un lado, en su capacidad para saltar obstáculos burocráticos y llegar en forma directa
y rápida a los sectores más excluidos de la población; y, por el otro, en el hecho de que buena parte de
estas misiones se basan en la promoción de procesos organizativos en las comunidades como parte de su
diseño y ejecución. En consecuencia, ha sido muy extendido su impacto sobre las condiciones de vida de
los sectores más excluidos, y extraordinariamente amplia la diversidad de procesos organizativos
populares que han contribuido a crear o fortalecer en todo el país”, (Lander, 2007: 72).
En todos los casos se insiste en la necesidad de articular los conocimientos teóricos con
la práctica: la práctica no es el espacio donde se aplican directamente conocimientos
autónomos, sino el modo de apropiarse de esos mismos conocimientos. La forma de
apropiación de la cultura escrita es la lectura en tanto motor de la discursividad oral, modo
privilegiado de ejercicio público de la razón:
Hay que ver lo que significa para un ser humano que no sabía ni pararse en una
esquina a ver adónde va un autobús, que aprendió a leer y a escribir. Es que
aprendió a volar. Yo he visto hombres y mujeres de 50, 60 años que no sabían
nada leer y escribir, no se atrevían a hablar con casi nadie, y ahora dan discursos,
están volando; y eso es una mácula que tenemos nosotros, el analfabetismo.(Ouro
Preto, 2004)

La equivalencia entre “volar” y “dar discursos” muestra la valoración de las prácticas


discursivas orales y, al mismo tiempo, la convicción de que estas para tener consistencia,
para alcanzar el rango de discursos, deben partir de textos escritos.

5.1. La alfabetización

La libertad, lo que permite volar solo se adquiere a través del contacto asiduo con la
cultura escrita. La difusión del saber en la población permite formar al pueblo de la nación
llevándolo por el camino del progreso y de la conquista de aquella libertad. De allí que a
la alfabetización se le asigne un valor político en el marco de la democracia participativa.
Los discursos abundan en referencias a los logros obtenidos: “Un millón 406 mil
venezolanos aprendieron a leer y escribir en año y medio, nosotros somos 25 millones
aproximadamente y, en escasas semanas, el país podrá declararse libre de analfabetismo,
y tres millones de venezolanos antes excluidos por causa de la pobreza, fueron
incorporados a la educación primaria, secundaria y universitaria”, ONU, 15/9/2005.
“Quinientos años de analfabetismo los acabó la Revolución Bolivariana en estos primeros
siete años”, 2/2/2006.
Esta estrategia se apoya en lo que Jean-François Lyotard (1979: 54) designa como los
grandes relatos legitimadores de la modernidad muchos de los cuales tienen que ver –
como señalamos en el primer capítulo- con el saber, y en los que el desplazamiento hacia
lo político es una constante ya que “la nación aparece conquistando sus libertades gracias
a la difusión de nuevos saberes en la población”. Una ilustración es el relato dirigido a
una política de la enseñanza primaria: “es aquel que tiene por sujeto a la humanidad como
héroe de la libertad. Todos los pueblos tienen derecho a la ciencia. Si el sujeto social deja
de ser el sujeto del saber científico es que se lo han impedido los sacerdotes y los tiranos.
El derecho a la ciencia debe ser reconquistado”.
Es evidente que estos relatos incidieron, diversamente, en los programas de las
revoluciones democráticas de la modernidad y fueron activados en los discursos políticos
posteriores. La persistencia, en Chávez, del tema de la educación y del vínculo entre el
político y el educador muestra la adscripción a esos grandes relatos modernos:
“El primer deber de un Congreso es educar a sus ciudadanos”, dice Bolívar. […]
Un representante debe ser un eminente educador, por eso hablaba yo del estudio
[…] Educación, educación. Todos los días debemos estar educando, educando.
Ustedes deben ser unos peregrinos educadores; educadores andantes, de calle, a
través del ejemplo, a través de la palabra, a través de la teoría y de la praxis.
6/1/2006.

El valor político de la educación se expresa en la convocatoria a los representantes y se


afirma en la frase de Bolívar. Otros universos son apelados a través de los sintagmas que
compone: “peregrinos educadores”, articulando el imaginario religioso con el
pedagógico; en “educadores andantes” recurre a la literatura. En el final, la serie (a través
del ejemplo, a través de la palabra, a través de la teoría y la praxis), que puede ser leída
como reformulaciones intradiscursivas o como enumeración, permite el paso de
educación a predicación y a formación política (“teoría y praxis” remite al universo
discursivo socialista).

5.2. La recomendación de lecturas y la promoción de publicaciones

La recomendación de lecturas es una actitud habitual (“Otro libro, ¿quieren que les
recomiende?, perdónenme que venga a recomendarles libros”, 22/6/2006). En algunos
casos se refiere al momento en que leyó el texto (Recomiendo este libro, Diario de
Bucaramanga, lo he estado leyendo en estos días que estuve de reposo por una tos muy
fuerte que me dio). Recomienda los libros que ha leído o que está leyendo.
Hay un libro de Federico Brito Figueroa, que se llama Tiempo de Ezequiel
Zamora, el que no lo haya leído, la que no lo haya leído, vaya por ese libro saben,
a mí me despertó el alma y la conciencia, ayudó al vuelo, como tú hablas, de las
alas de la conciencia (25/10/2006).

Voy a sugerirles –con todo respeto- otro libro de Noam Chomsky, reciente libro,
del año pasado: Hegemonía o supervivencia. Y como sabemos es un
norteamericano Noam Chomsky, y dice que si los pueblos del mundo no somos
capaces de frenar al imperio norteamericano, el imperio va a acabar con este
mundo, 22/6/2006.

La recomendación de lecturas deriva a menudo en propuestas editoriales:


Ahora, fíjense, hace poco ha salido un libro que yo les recomiendo, que se llama
Los chacales económicos, es de un señor norteamericano, dice: “Ya estoy viejo,
toda mi vida fui un chacal económico”. No un sicario económico, y cuenta toda
su vida. Este libro fue publicado apenas, no se conoce mucho porque esos libros
los apartan, los compran por miles y los queman para que no circulen, yo
conseguí uno en inglés y lo mandé a traducir, voy a ver si lo pirateo y sacamos
unos 10 millones pa’ repartirlos ¿no? Pa’ que la gente los lea.

Es notable la imagen, que acompañó la difusión de la cultura escrita en Occidente durante


varios siglos y que ya ha desaparecido, del poder político del libro y de su contrapartida,
que los libros son peligrosos y que hay que quemarlos. La violencia de la apropiación
cultural y del uso como prueba del texto en inglés se concentra en el lexema “piratear”
(que no se aplicaría a los textos que admira) y en el modo popular del “pa´”, repetido, en
lugar de “para”, que opera como una ruptura estilística, como el ejercicio de una violencia
simbólica.
En algunos casos se interpela a responsables periodísticos o políticos para que encaren
publicaciones:
Esta letra es chiquitica porque es una fotocopia, pero fíjate era aquella Ultimas
Noticias, Ultimas Noticias sigue siendo un buen periódico; creo que al suplemento
cultural lo eliminaron, ¿verdad? Oye desde acá le hago un pedido a Eleazar Díaz
Rangel, ese buen periodista que es director de Ultimas Noticias, que bueno sería
que Eleazar sacara en Ultimas Noticias el suplemento cultural con la calidad que
tenía cuando lo dirigía Nelson Luis Martínez, que en paz descanse, a quien yo tuve
la dicha de conocer después que salí de prisión. (25/10/2006).

El 16 de agosto de 2006, en el acto con motivo del egreso de la primera promoción de


técnicos superiores universitarios dice:
Y estuve pensando mucho desde ayer, hoy…bueno, qué decirles, además de
felicitarlos, además de hacer algunas reflexiones, además de pedirles que sigan
ustedes sembrando el nuevo paradigma de una universidad consustanciada con
el pueblo. Decía Darcy Ribeiro, por ejemplo, en su libro escrito en 1973, ustedes
ni habían nacido, ni soñaban con nacer, ese gran brasileño Darcy Ribeiro escribió
un libro llamado La universidad nueva: un proyecto, libro que deberíamos…,
Andrés Eloy, deberíamos editarlo, vamos, vamos a editarlo; William Lara debe
estar por ahí también, pendiente, el ministro de Comunicación. Son libros,
producto o parte más bien de ese patrimonio intelectual de la América Latina que
no se puede perder.
En este caso se expone la voluntad de construir la biblioteca de la nación que todo
latinoamericano debe tener. Esta confianza en el poder de la cultura escrita y en la
distribución popular de libros a través de políticas editoriales nacionales4 es poco habitual
en los discursos políticos contemporáneos y muestra el vínculo fuerte con la Modernidad
al que nos referíamos.

5.3. El comentario actualizador y crítico

Lo metatextual expone no solo la figura de un lector conmovido sino de aquel que


hace aclaraciones, que razona a partir del escrito de otro:
Fíjate en lo que dice aquí Eduardo Gallegos en Red ferrocarrilera para
Venezuela: “Esto es lo que ocurría en el siglo pasado –siglo XIX-: ferrocarriles
principalmente destinados allenar una función concreta, a transportar un
determinado producto o un grupo de productos hasta la costa, para su exportación
o para los mayores centros de consumo”. No hubo nunca planificación: Eran
ferrocarriles colonialistas, enclave del coloniaje.

El texto escrito desencadena la actividad interpretativa que se despliega en el discurso


propio:
El dice aquí:
“Se trata simplemente de poner la industria ferroviaria, con las ventajas de la
revolución técnica y científica, a la altura de las exigencias actuales, a tono con
los conocimientos actuales (…)”. Está pensando, más allá del ferrocarril, en el
desarrollo social, el desarrollo económico; el ferrocarril hay que verlo mucho
más allá de su función primaria…, 15/10/2006.

El gesto ilustrado de someter los textos escritos al ejercicio de la crítica aparece en el


siguiente fragmento en el cual la nacionalización del marxismo –tarea importante en el
proceso actual venezolano- se opera por la proximidad de los sujetos –Manuela Sáenz y
Marx- realizada desde la referencia a la fecha:

4
Cuando pasa revista a la acción de gobierno frente a la Asamblea Legislativa (13/1/2007) destaca: “Como
parte de una política de promoción del libro y la lectura se inauguraron librerías, hasta alcanzar la cifra de
50 las librerías del Sur antiguamente Kuaimare, ya presentes en los 24 estados, donde se distribuyen, entre
otros, los más de 800 títulos que produjeron en su conjunto las instituciones del Ministerio de la Cultura,
batiendo todos los récords históricos y multiplicándolos varias veces; se editaron 500 mil ejemplares de
Los Miserables en tres tomos (un millón y medio de libros), 100 ejemplares del libro Francisco de Miranda
de Carmen Bohórquez y 100 ejemplares de Las cartas de Manuela y Simón, todos ellos distribuidos
gratuitamente en todo el país. ¿Y cuántos millones de libros fue Farruco, que aquí no tengo las cifras, que
editamos incluyendo todas las publicaciones, cuántos millones de libros? Como cinco millones de libros,
aquí me faltó la cifra total, distribuidos gratuitamente. 37 festivales y encuentros internacionales en todo el
territorio sobre temas que van desde la filosofía a la danza, o desde el cine hasta la poesía; la misión Cultura
continúa activándose, 32 mil activadores presentes en todo el país.”
Estaba muriendo Manuela Sáenz, y Carlos Marx ese mismo año le escribía esta
carta a Ludwig Klugelman, 23 de febrero de 1865; fíjate lo que dice Carlos Marx:
“Cualquiera que conozca algo de historia sabe que los grandes cambios sociales
son imposibles sin el fermento femenino”.

Y luego se desencadena el comentario que muestra la limitación que la época ejerce sobre
el mismo Marx:
Pero en la frase que viene, Carlos Marx queda atrapado en un concepto
anacrónico, un concepto sesgado; no pudo él ni siquiera…fíjense, tal fuerza ha
tenido a través de los siglos esa falsa idea, fíjense “El progreso social podrá
medirse por la posición social del sexo débil…”, llega Marx a caer en la trampa
de llamar a la mujer “el sexo débil”, 25/10/2006.

6. Escenas de lectura e identidad política

Las referencias a las lecturas realizadas en la etapa de joven militar son muy habituales
como si buscara erosionar el lugar común de que el militar está alejado de la cultura
escrita civil. En el inicio del nuevo periodo de sesiones ordinarias 2006 dice refiriéndose
a Desirée Santos Amaral, primera vicepresidenta de la Asamblea:
Escritora, periodista. Yo leía sus artículos de Ultimas noticias, creo, hace años,
éramos tenientes; ella era estudiante, ya escribía, ya escribía cuando era
estudiante en la Universidad. ¿Te acuerdas, López Hidalgo, Baduel, Maniglia,
Laguna, todos, cómo leíamos en los cuarteles a Desirée Santos Amaral? Siempre
me llamó la atención su nombre. Y, después cuando la conocí: ¡vaya, mírala! Y
firme como el samán, firme como el samán en la mitad de la sabana.

En un discurso en el Patio de Armas de la Academia Militar de Venezuela, el 15 de


febrero de 2006, refiere otra escena de lectura:
Yo venía leyendo en el camino, en la carretera, en el vehículo, algunas partes de
aquel discurso de Bolívar. Por cierto de uno de esos libros que uno carga desde
que era cadete. Un buen regalo que me hizo un paisano de Barinas cuando yo era
cadete de primer año, el discurso de Bolívar en Angostura y la propuesta
constitucional.

Como vemos en esta escena se articulan condensadamente la valoración de la cultura


escrita (leer en todos lados), la formación militar, la participación popular en el don del
libro, la primera independencia en la figura de Bolívar y las instituciones republicanas en
el discurso de Angostura y la propuesta constitucional
La experiencia de la cárcel aparece como formadora no solo porque le permitió
conocer mejor a hombres y mujeres sino fundamentalmente porque le dio tiempo de
lectura. En la celebración del VII Aniversario del Instituto Nacional de la Mujer
(25/10/2006), refiere episodios de la prisión, valora la valentía de las mujeres y señala
“…estando yo en prisión, me pidieron que escribiera algunas cosas –muy poca gente me
conocía en verdad, quién es ese Chávez- y empecé yo a escribir algunas cosas y en la
cárcel a organizarnos mejor, a estudiar”. Luego de vincular así la identidad personal y
grupal con la cultura escrita y hacer otras observaciones retoma:
Me pidieron y yo mandé esto, este artículo: Presencia del pensamiento de
Zamora en el movimiento bolivariano. Aquí dice: “Corría el mes de julio de
1975, el día 5 de julio la promoción Simón Bolívar egresaba de la Academia
Militar de Venezuela con el grado de subtenientes y el título de licenciados en
Ciencias y Artes Militares” –por ahí comienza el artículo- y luego voy narrando
cosas y cuento por ahí algo que a mí me ayudó mucho, la lectura, y me sigue
ayudando, tenemos que leer mucho saben, decía José Martí “Ser cultos para ser
libres”; las mujeres, ser cultas para ser libres y ser libertadoras y forjadoras de
la patria, del pueblo.

En otra ocasión (8/11/2006) también la valoración de la lectura aparece asociada a la


prisión:

Yo recuerdo que en prisión fue que a mí se me empezó a desarrollar esto que


llaman la presbicia, y yo ya no podía leer. ¡Dios mío! Y cómo hago yo para leer.
Hasta que un día por fin autorizaron que fuera una oftalmóloga y llevó un equipo.
Yo dije: “¡Uy, qué maravilla, chico! Y me dejó unos lentecitos de esos para leer y
leía mucho mejor. Hay que ver lo que eso significa.

A la angustia generada por la dificultad de leer se contrapone la alegría por la posibilidad


de hacerlo. La escena evocada significa para sus oyentes el poder y el placer de la lectura.
El paso al socialismo impone anclarlo en el pasado individual y social presentándolo
como una continuidad, como lo que ya estaba allí, disolviendo las viejas contradicciones
que enfrentaban al sector militar con el pueblo y retomando los momentos fuertes en que
ejército y pueblo se articularon en luchas políticas comunes. La lectura de textos
socialistas en su vida de soldado permiten sostener esa continuidad5, recuperar la tradición
revolucionaria y ligar las dos revoluciones de la Modernidad: la nacional democrática y

5
Al respecto es interesante la reflexión de Ernesto Cardenal (2008) sobre el ejército venezolano, que
“nunca ha pasado por la Escuela de las Américas”: “La formación la han tenido en Venezuela, y ha sido
una formación humanista. Han estudiado ciencias políticas, se han graduado en universidades y allí se han
relacionado con universitarios. La revolución de Chávez no es una revolución improvisada, y no es solo
de él, sino que es una revolución que se ha venido gestando desde hace años en los cuarteles. Estos
militares estudiaban a Marx y a muchos otros autores, entre ellos a Mao Tse Tung. Allí tomaron
conciencia de darle felicidad al pueblo, y que un ejército debía ser agente de cambio social. Los de la
promoción de Chávez se graduaron y pasaron a ser instructores de nuevos oficiales”.
la socialista. En su discurso ante el Foro Social Mundial de Porto Alegre (30/1/2005)
señala:
Así que miren, les ruego su máxima atención en esto que yo quiero decir y a buen
entendedor pocas palabras: el Vicepresidente chino me trajo un regalo, yo soy
maoísta desde muchacho, desde que entré a la Academia Militar comencé a leer
a Mao Tse Tung, los escritos militares, los escritos filosóficos, las tesis políticas,
el libro rojo.
Comencé a leer al Che, el libro Verde olivo, a Bolívar, sus discursos y sus cartas.
En fin, me hice maoísta, bolivariano, una mezcla de todo eso y así que el
vicepresidente me trajo la colección de los escritos completos de Mao Tse Tung,
el gran timonel.
Así que venía en el avión leyendo el primer tomo, releyendo, todo eso uno lo leyó
hace años, y en el primer tomo y en el primer capítulo, Mao Tse Tung enfrenta el
tema que es vital para toda revolución y para todo revolucionario. “Es
imprescindible –dijo- precisar bien cuáles son los amigos y cuáles son los
enemigos”.
[…]
Entonces, en muchas ocasiones, se pierde de vista a los verdaderos amigos y a los
auténticos enemigos. Es importante que en América Latina nosotros precisemos
bien quiénes son los verdaderos amigos y quiénes son los auténticos enemigos.

Los regalos que aprecia y que se han vuelto comunes por parte de visitantes y jefes de
Estado son los libros. Es conocido su entusiasmo por armar la biblioteca latinoamericana,
en lo cual participan las embajadas de Venezuela, atentas a las publicaciones de los países
en los cuales están instaladas.

7. Lecturas y escenas de lectura en la asunción del nuevo gobierno

En el discurso donde toma juramento a sus ministros, el 8 de enero de 2007, aparecen


condensadamente muchas de las funciones de los textos escritos y de la lectura que ya
hemos visto. Su interés reside en cómo se van articulando
Chávez despliega una escena de lectura, en relación con el libro de Plejanov, El papel
del individuo en la historia, donde reafirma el valor de la cultura escrita, la incidencia en
su formación política, su importancia como clave interpretativa de lo social y nutriente
autorizadora de su propia discursividad. La escena de lectura a la que me refiero es
preparada textualmente porque también está destinada a preparar políticamente el cambio
de la segunda etapa de la Revolución bolivariana, que implica desplazamientos en la
genealogía que la revolución construye y en la misma figura de Chávez.
La primera lectura, no dicha, pero aludida por la libre reformulación de la palabra de
Jesús es la de los Evangelios: “Los que colocamos al ser humano en el primer lugar de
todo, como decía Cristo, en el Alfa y en el Omega, en el principio y en el fin…” Esta
apertura no tiene cierre, queda inconclusa, como marco de algo que se va a desarrollar
luego, como una legitimación anticipada de lo que se va a decir más adelante,
posiblemente la escena de lectura a la que se va a referir. El humanismo cristiano como
sostén de la perspectiva política que va a asumir.
La siguiente lectura señalada es la de dos versos, pertenecientes uno a un poeta ausente
en la ceremonia, Gustavo Pereira, y el otro al vicepresidente que deja el cargo, José
Vicente Rangel. Es presentada como motivada porque el vicepresidente que asume
también es poeta. Esta motivación se refuerza en el primer caso porque el tema del verso
es la permanencia del afecto (pensemos que varios miembros del gabinete dejan el cargo).
El verso se inscribe en otra situación enunciativa, se lo vuelve a decir pero el universo de
referencia ha cambiado y los efectos de sentido también:
Poeta Jorge Rodríguez, nuestro nuevo Vicepresidente; poeta José Vicente. Yo
traje un verso muy sencillo de Gustavo Pereira, para no quedarme corto ante estos
poetas [risas de los asistentes]. Gustavo Pereira En ejercicio del amor nada
concluye, todo recomienza. Dedico estos versos a ti, a ti, a ti, a ustedes. En
ejercicio del amor nada concluye, todo recomienza.

En el segundo caso, la emotividad acentúa su sentido político, lo que está en juego es la


identidad que se ha ido construyendo, cómo es que llegó allí. Al humanismo cristiano, se
agrega el nacionalismo como responsable del trayecto vivido:

[…] Gracias por cuántas cosas. Ustedes saben todos cómo es que Hugo Chávez
llegó aquí, y José Vicente, el poeta, lanzó una frase, que agradezco tanto sus
comentarios y sus reflexiones, sus enseñanzas siempre.
¿Cómo fue que dijiste? ¿Tu agónica? Por aquí la tienes, por aquí está. ¿Pasión
agónica? Por aquí está ¿Pasión agónica? ¿Agónica pasión venezolana? Sí, es
verdad, agónica pasión venezolana. Y yo creo que todos llegamos aquí traídos,
empujados por esa agónica pasión venezolana, ¡por este amor infinito! ¡por ese
frenesí! [aplausos] Venezolano, venezolanista; humano, humanista; social,
socialista; rojo, rojito, rojista. [ovación] rojo, rojista [risa].

La reiteración de fragmentos del verso va abriendo sentidos, pone en marcha la


maquinaria poética con el placer por los juegos del significante y la proyección del
paradigma en el sintagma (Venezolano, venezolanista; humano, humanista; social,
socialista; rojo, rojito, rojista), que va a dar lugar a la variación final. El “rojo, rojista”
aparece como derivación y síntesis de lo anterior, donde la progresividad muestra un
recorrido político que se legitima (patriotismo, humanismo, socialismo), la creación
léxica “rojista” retoma humorística y dialógicamente el “rojito”, que condensa la posible
crítica desvalorizadora, y lo asume como posición política cerrando desacartonadamente
los desplazamientos operados. Son guiños de complicidad entre amigos pero también
toma de posición del jefe político posterior al triunfo electoral con la euforia juguetona
de ese mismo triunfo que permite connotar diferentemente el lexema acusador del otro:
rojo.
Estos preámbulos a la escena de lectura en la que se va a detener se cierra con otra
paráfrasis de una voz legitimante, en esta ocasión no es Jesús sino Bolívar y el segmento
repetido “todos ustedes saben cómo es que Hugo Chávez llegó aquí” reitera que de lo que
trata también el discurso y lo que está en juego es su identidad política y el devenir de la
revolución:
Entonces, todos ustedes saben, compañeros, compañeras, camaradas,
compatriotas, cómo es que Hugo Chávez llegó aquí, arrastrado, diría nuestro
Bolívar, permítanme parafrasearlo, arrastrado por el huracán revolucionario,
que me lleva como a una débil paja, el huracán revolucionario. ¡Vaya qué
angustia, qué compromiso, qué compromiso!

Los apelativos con los que se dirige a los asistentes son hilos de un entramado identitario
complejo que convoca desde diferentes orígenes políticos y que constituye a ese Hugo
Chávez objetivado en la tercera persona e historizado en su identificación con Bolívar. A
pesar de que la revolución como proceso histórico es reconocida como el verdadero
agente, la subjetividad estalla en el qué angustia, qué compromiso. La relación entre las
circunstancias y el sujeto es el eje temático que cristalizará en la escena de lectura elegida.
El discurso político se interrumpe por interpelaciones a los presentes, con referencias
a situaciones de la vida cotidiana. Cuando lo retoma contextualiza el recuerdo de la
escena de lectura a la que se va a referir asociándola con los recuerdos de sus raíces
familiares y con los recuerdos de otros, fundamentalmente del padre de Jorge Rodríguez,
político de izquierda asesinado. La lectura se presenta como base de los discursos
razonados que deberá proferir:
Ayer yo estaba releyendo, no sé por qué, buscando ideas, sobre todo para mis
discursos, no tanto este, porque esto es del alma, yo vine aquí a decir solo gracias,
gracias, y a juramentarlos a ustedes. […]

El hacer memoria como mecanismo estructurador de la identidad, base del compromiso


que se recrea en el juramento:
Y estábamos recordando [con su compadre] algunas cosas de estas, estábamos
recordando algunas cosas de estas, de estas raíces profundas. Y preparándome
como ando, pues, para estos discursos que vienen, el de pasado mañana, día de mi
juramentación, mi nueva juramentación ante ustedes, ante el pueblo, ante mis
raíces […] Ante mis recuerdos, como Jorge lo decía, ¡con qué pasión!, recordando
a su padre.

Los orígenes individuales y sociales se conjugan y se extienden a los otros más lejanos,
“los mártires sembrados en la tierra”, hermanos de sueños:
Yo recordaba también hace unos días, siempre la recuerdo, todos los días, no dejo
nunca, no hay día que yo no la recuerde y la sienta, pero hace unos días el 2 de
enero la abuela Rosa Inés cumplió 25 años de haberse ido a la eternidad, así que
estaba recordándola mucho, con mi padre, su hijo, mi familia.
Igual ese juramento es por ella, por ellos, por esas raíces, ese juramento es por los
mártires que sembrados están en la tierra por haberse atrevido a soñar y a tomar
el camino de la Revolución.

La Revolución como el gran Sujeto aparece otra vez y los hombres que han recorrido ese
camino son valientes, soñadores y mártires.
Y, finalmente, aparece la escena de lectura que explica cómo es que Hugo Chávez
llegó aquí, llevado no solo por el huracán revolucionario sino por sus lecturas. Y esa
lectura a la que vuelve, de un clásico del socialismo, es la que le suministra la clave
interpretativa de su papel histórico. El 11/5/2006 había sintetizado la tesis de Plejanov
(“los hombres individuales solo somos circunstanciales, podemos ser como aceleradores,
como catalizadores quizá, orientadores, pero la masa es lo importante, el combustible de
la máquina de la Historia es la masa, es un pueblo organizado, lo mejor que se pueda,
consciente y en movimiento permanente”). Asimismo, la escena de lectura le permite
construir la continuidad entre el soldado y el político, entre el joven y el hombre maduro,
entre el que andaba en un campamento antiguerrillero y el que en la actualidad se asume
como revolucionario:

Consciente como creo estar de mi papel, estaba releyendo, decía, a Jorge, pero no
a Jorge Rodríguez sino a Jorge Plejanov. En aquel maravilloso libro que hace
muchos años llegó a a mis manos y que, cuando era subteniente del Ejército, por
allá por el año 76 cuando asesinaron a tu padre, a Jorge, pues andaba el subteniente
Hugo Chávez en un campamento antiguerrillero, fíjense las vueltas que da la vida,
decía José Vicente.

La escena busca mostrar que todo estaba allí, en lo que el texto decía y en el gesto de
lectura juvenil
Yo cargaba en mi morral de campaña ese librito, porque no es muy grande, no
tiene muchas páginas, pero creo que es medular, me ayudó a ir consiguiendo el
camino, me refiero a aquel buen libro llamado El papel de individuo en la
historia.
El papel del individuo en los procesos históricos, buscando, pues, buscando esas
ideas releía a Plejanov y aquello me trajo cuántos recuerdos, porque es el mismo
librito aquel, no es otro, es el mismo que logró sobrevivir a los huracanes y a los
años; y van apareciendo algunos libros por allí, apareció el de Plejanov, el mismo
librito y la misma rayita que uno le puso allá, y la misma flechita y el mismo forro
con que yo lo camuflaba para que los superiores míos no me dijeran ¿qué hace
usted leyendo eso? Lo leía por allá, escondido, con una linterna por las noches,
una lamparita de aquellas que uno tenía que darles con…una lamparita de
kerosén..

Las marcas escritas de la lectura primera son las huellas de esa búsqueda de identidad
política que se define en la transgresión: él está escondido, el libro camuflado. La
dimensión épica del acto de leer –cercana a escenas de lectura de autodidactas- presenta
la identidad socialista como resultado de una conquista del saber que el texto condensa y
como aquel núcleo fuerte que sobrevive a los huracanes. Se inscribe, como hemos dicho,
en el gran relato de la Ilustración en el cual el derecho al conocimiento debe ser
reconquistado cuando los tiranos lo impidan. A aquel remite el juego de la luz que permite
el saber (la linterna, la lamparita) frente a la oscuridad de la ignorancia (la noche, que
debe ser iluminada).

Observaciones finales

La escena de lectura referida y su meándrica y espiralada preparación muestran varios


de los aspectos que hemos señalado. En primer lugar, los textos escritos que pueblan los
discursos de Chávez provienen de horizontes diversos, son seleccionados en función de
la orientación argumentativa que privilegia y de los destinatarios presentes o previstos y
llevan siempre a una reflexión política integradora, de la que en muchos casos se deriva
una propuesta de acción política. Por otra parte, las lecturas se presentan como
generadoras de discursividad no solo porque los discursos retoman lo que los textos fuente
dicen sino porque estos estimulan modos de decir. Asimismo, las lecturas exponen
procesos identitarios y suministran explicaciones, si bien parciales y provisorias, de la
identidad política que se construye. Finalmente, la valoración de la cultura escrita se
inscribe en los relatos modernos de la esforzada conquista del saber mostrando así el peso
del pensamiento ilustrado en Chávez.
La importancia asignada a la cultura escrita en los discursos políticos del presidente
venezolano y la insistente presentación de sí como un lector ávido y como alguien que
recomienda entusiastamente lecturas inciden no solo por el lugar social de enunciación
sino también porque se inscriben en un entramado ideológico que busca responder a lo
que algunos -y entre ellos, Chávez- consideran que es el imperativo de nuestra época: la
construcción de una nación latinoamericana. Si bien la activación de este proyecto surge,
como señalamos reiteradamente, de la necesidad económica actual de conformar
integraciones regionales, su sentido político e incluso su propia estabilidad dependerán
tanto de la atención que se preste al desarrollo social del conocimiento, como de la
capacidad de integrar a los distintos sectores sociales, de la autonomía en la toma de
decisiones y de la solidaridad que establezca entre las diferentes zonas. La difusión de la
cultura escrita, las redes de lecturas compartidas, el dominio de lo escrito por la totalidad
de la población se presentan, una vez más, como instrumentos poderosos para alcanzar
aquel ideal.

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