¿Cuáles son los riesgos que corre “B” al mantenerse los Herederos como
propietarios registrales? En mi exposición, señalé que el riesgo es que esos
Herederos, valiéndose de la apariencia que les otorga el registro, se
muestren como verdaderos propietarios frente a un eventual interesado
(llamémoslo C) y terminen transfiriéndole el bien. Y este comprador, por
haber inscrito primero el bien a su favor (y salvo que alguien pueda probar
que sabía que los Herederos no eran realmente los propietarios) terminaría
protegido frente a la eventual demanda de mejor derecho de propiedad que
interponga B.
Pero todo cambia cuando los titulares registrales (Herederos) disponen del
bien, pues la controversia sale del plano original —donde hay alguien que
sabe que vendió y a pesar que mantiene la inscripción registral a su favor
sabe que ésta no representa nada—, y aparecen terceros (C) cuyos
intereses deben ser tomados en cuenta, pues aquellos, a diferencia de
quien les vendió el bien (Herederos), no necesariamente saben que el
registro publicita una mentira. ¿Quién debe prevalecer? ¿B, que adquirió de
quien realmente era el propietario, o C, que si bien no le compró al real
propietario se guió de la información que publicitaba el registro? ¿Debe
ganar quien compra del verdadero propietario y no inscribe, con lo cual
permite que el registro publicite una mentira, o aquel que no le compró al
verdadero propietario pero creyó que sí lo hacía, pues se dejó llevar por esa
mentira que el anterior comprador (B) contribuyó a crear?
Es por eso que, aun cuando el registro es declarativo, aun cuando los
Herederos ya no son los verdaderos propietarios, aun cuando formalmente
nadie puede vender lo que no es suyo, el sistema jurídico hace prevalecer la
adquisición de C. Es así como está regulado en nuestro sistema jurídico y
mientras ello no cambie debemos entender que la inscripción de un contrato
sanea (corrige, cura, redime) los problemas que éste trae por haber sido
otorgado por alguien que no tenía la legitimidad para hacerlo (por ejemplo,
cuando alguien —como los Herederos— vende lo que no le pertenece).
Entonces, queda del todo claro que B (el verdadero propietario) sí corre un
riesgo cuando el registro publicita como propietario a quien no lo es: si el
bien llega a ser transferido a un tercero que inscribe su adquisición con
buena fe (será B quien deberá demostrar que el tercero sabía que el
registro publicitaba una mentira, lo cual en la mayoría de los casos es
complicado), entonces B habrá perdido el bien para siempre (sin perjuicio
de su derecho de exigir un resarcimiento a los Herederos).