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Poder Judicial de la Nación

En Buenos Aires a los 11 días del mes de Marzo de dos mil ocho, reunidos los

Señores Jueces de Cámara en la Sala de Acuerdos fueron traídos para conocer los

autos ROSALES MARIA CELINA contra CANGEMI PATRICIA DEL

VALLE sobre ORDINARIO (expediente N° 27108/2003) en los que al

practicarse la desinsaculación que ordena el art. 268 del Código Procesal Civil y

Comercial de la Nación resultó que la votación debía tener lugar en el siguiente

orden: Doctores Ojea Quintana, Monti y Caviglione Fraga.

Estudiados los autos la Cámara plantea la siguiente cuestión a

resolver:

¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada de fs. 151/155-?


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El Dr. Juan Manuel Ojea Quintana dice:

I.- Los hechos

(i) En fs. 24/29 se presentó María Celina Rosales promoviendo formal

demanda por rendición de cuentas contra Patricia del Valle Cangemi.

Relató que con la demandada y con Genoveva Eugenia Piazza,

constituyeron en el año 1995 una sociedad de responsabilidad limitada la cual se

denominó Italgrafica S.R.L. Indicó que la demandada fue designada como única

gerente de la sociedad y que se estableció que el ejercicio social cerraría el día 31

de agosto de cada año y que, conforme la cláusula octava, se realizaría el balance


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general, el cual sería puesto a consideración de los socios con no menos de

quince días de anticipación a su tratamiento.

Aseguró que al llegar al mes de agosto de 1996, a pesar de reiterados

reclamos, nunca fue suministrado el informe sobre el estado de la sociedad, no se

presentó balance ni se convocó a asamblea a fin de tratar los asuntos societarios.

Sostuvo que dicha situación se extendió hasta agosto de 1997, oportunidad en la

cual, tampoco se efectuó el balance correspondiente al ejercicio.

Adujo que, sin que le sea comunicado a su parte, la demandada, en un

acto que notoriamente excedió sus facultades de administración y representación,

extendió poder general amplio de administración y disposición a favor de Emilio


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y Vicente Fiorante -esposos de la accionada y de la otra socia Genoveva Eugenia

Piazza, respectivamemte-.

Se refirió al intercambio epistolar cursado entre las partes en el cual

comunicó a la accionada su voluntad de transferir su cuota parte y la intimó a que

efectúe una rendición de cuentas de su gestión.

Aseguró que en reiteradas oportunidades se constituyó en la sede

social de la sociedad para tomar conocimiento de la marcha de la empresa, a

través de su libros contables; sin embargo no lo consiguió ya que siempre le

opusieron excusas y maniobras dilatorias.

Finalmente fundó en derecho y ofreció prueba.


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(ii) Corrido el traslado de la demanda, en fs. 56/60, se presentó

Patricia del Valle Cangemi oponiendo excepción de falta de legitimación pasiva

por no resultar su mandante titular de la relación jurídica sustancial. En ese

sentido, sostuvo que el socio que administró la sociedad de responsabilidad

limitada no está sujeto a la acción de rendición de cuentas.

Subsidiariamente, contestó demanda y solicitó su rechazo, con costas.

Efectuó una negativa pormenorizada de los hechos invocados por su

contraria y adujo que al cierre del ejercicio el 31.8.98, fue presentado un balance

el cual sorprendió a los socios ya que los resultados económicos no fueron los

esperados por ellos.


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Manifestó que, en razón de la grave situación económico financiara

que atravesó la sociedad -la cual era conocida por la accionante-, el ente dejó de

operar hacia fines del año 1996. Informó que las decisiones sociales siempre se

adoptaban a través del procedimiento de consulta previsto por el art. 159 de la

LSC. Explicó que el poder extendido a favor de Emilio y Vicente Fiorante fue

otorgado por la sociedad y no por su parte, y aclaró que ello contó con la

conformidad de todos los socios y que obedeció a la necesidad de facilitar el

manejo operativo de la sociedad.

Aseguró que en todo momento se pusieron a disposición de la Sra.

Rosales los libros y la documentación societaria y que la actora estaba


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representada en la sociedad por un familiar llamado Daniel Kiesa; en virtud de lo

cual, no podía desconocer que se hallaba informada de la marcha del ente.

Ofreció prueba y fundó en derecho.

II.- La sentencia de primera instancia

El juez a-quo hizo lugar a la defensa de falta de legitimación pasiva

opuesta por la demandada a fs. 56/57 (p. III) y, en consecuencia, rechazó la

demanda por rendición de cuentas promovida por Maria Celina Rosales.

Para así decidir ponderó que en las sociedades regulares el balance

suple, en principio, la rendición general de cuentas que incumbe según LS: 7 a


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todo administrador, especialmente si se tiene en consideración la obligación de

llevar una contabilidad regular que se integra con sus debidos comprobantes

(ccom. 44), el derecho de los socios a examinar los libros y papeles y a recabar

informes del administrador, directamente o a través de los órganos sociales

competentes (LS 55 y 294), y el derecho de los socios de considerar los estados

contables y la gestión de los administradores.

Consideró que las sociedades regulares posen un mecanismo distinto

de la rendición de cuentas, el cual se manifiesta en una gama de posibilidades

para el control de la operatoria colectiva.

III.- El recurso.
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La accionante recurrió la sentencia a fs. 158. Expresó agravios a fs.

166/69, que fueron respondidos por la demandada a fs. 171/72.

Sostuvo fundamentalmente el representante de María Celina Rosales

lo siguiente: (a) que surgiría del pronunciamiento que el sentenciante aludió más

bien a la falta de legitimación activa; esto es, a la improcedencia de que un socio

pueda exigir la rendición de cuentas de la gestión total realizada durante la

vigencia de la sociedad, cuando la defensa lo fue de falta de legitimación pasiva;

y (b) que no se habría valorado adecuadamente la instrucción probatoria

producida en autos, de la cual se desprende la ausencia de contabilidad regular

por parte de la sociedad y la no presentación de balances. Todo lo cual amerita, a


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su juicio, dejar de lado el principio sobre la improcedencia de la rendición de

cuentas de una sociedad regular.

La demandada cuestionó esos reproches. Expresó que el socio gerente

no es un mero mandatario de la sociedad sino un administrador de la misma por

donde la responsabilidad por la actuación de los gerentes está referida

únicamente frente al ente societario y no a los socios que lo integran.

IV. La solución.

1. La legitimación.

Existe falta de legitimación para obrar, cuando la parte del juicio no es

la persona esencialmente habilitada por la ley para asumir la calidad de actor o


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demandado, con referencia a la concreta materia sobre la cual versa el proceso (v.

Lino E. Palacio, “La excepción de falta de legitimación manifiesta para obrar”,

Rev. Arg. de Derecho Procesal n°1, pág. 168, 1968).

Explica el maestro Alsina que la acción debe estar sustentada por el

titular del derecho contra la persona obligada, es decir, las partes en la relación

jurídica substancial. Llámase legitimatio ad causam, la demostración de la

existencia de la calidad invocada, que es activa cuando se refiere al actor y es

pasiva cuando al demandado. Correspondiendo al actor la prueba de las

condiciones de su acción, a él incumbe demostrar su calidad de titular del

derecho y la calidad de obligado del demandado. La falta de calidad, sea porque


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no existe identidad entre la persona del actor y aquella a quien la acción está

concedida, o entre la persona de la demanda y aquella contra la cual se concede,

determina la procedencia de la defensa sine actione agit.

Para intentar una acción, así como para contradecirla, es necesario

tener interés, porque sólo con esa condición se pone en juego la actividad

jurisdiccional: los jueces no hacen declaraciones abstractas. El interés consiste

únicamente en que, sin la intervención del órgano público, el actor sufriría un

perjuicio. Por consiguiente, la cuestión de saber si media un interés justificado

constituye una situación de hecho, debiendo tenerse en cuenta que, si bien todo

interés merece la protección judicial, por mínimo que sea, no puede el juez

ampararlo cuando el procedimiento sólo tienen un propósito vejatorio.


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De modo que la legitimación de la calidad de obrar no es un requisito

para el ejercicio de la acción, sino para su admisión en la sentencia. Así, si de la

prueba no resulta la legitimación activa o pasiva, la sentencia rechazará la

demanda, no porque ésta haya sido mal deducida, sino porque la acción no

corresponde al actor contra el demandado (conf. Alsina, “Derecho Procesal”,

Ediar, Bs. As., 1956, T. I, Parte General, págs. 388/393).

(i) Desde tal perspectiva resultó prudente el diferimiento de la

excepción en los términos del cpr. 347, 3 para la oportunidad del dictado de la

sentencia definitiva, pues resultaba otrora necesario contar con evidencia

probatoria en orden a los hechos fundantes de la pretensión y de la defensa.


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(ii) Pues bien, es tiempo de discernir si Patricia del Valle Cangemi es,

en cuanto a su actuación como administradora de Italgrafica S.R.L., titular de la

relación jurídica sustancial en cuya virtud se la demanda por rendición de cuenta;

y también, si María Celina Rosales pudo accionar individualmente con ese

objeto.

Oportunamente la accionada argumentó (a) no ser sujeto pasivo del

reclamo de rendición de cuentas; y (b) que la sociedad tiene previsto un

mecanismo legal –art. 157 y 234 LSC- para rendir y dar cuenta de sus

operaciones sociales, procedimiento en el cual los socios podrán formular las

impugnaciones necesarias con motivo de las asambleas convocadas a tales fines


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(v. fs. 56 vta.).

Ha sido reiteradamente dicho por la jurisprudencia nacional que las

sociedades comerciales no rinden cuenta a sus socios, sino que formulan estados

contables anuales conforme a la normativa societaria, pues el balance (o estados

contables) hace las veces de una periódica rendición de cuentas. Asimismo,

deben arbitrarse los medios tendientes a poner en funcionamiento los remedios y

procedimientos previstos en la LSC, de acuerdo con el ordenamiento

constitucional de cada tipo societario (esta Sala, in-re: “Podestá, Luis Antonio y

otros c/ Ferrario, Andrés Bautista y otros s/ ordinario” del 23.11.99 y antec. allí

cit. id. “Perez, José María c/ López, Juan Carlos y otros s/ ordinario”, del
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30.11.94 y antec. allí cit.).

En algunos casos, rodeados de circunstancias excepcionales, se

accedió a la petición de rendición de cuentas, aunque permaneciendo incólume el

principio general de que no es dable exigir a los socios administradores otras

cuentas que no sea la elaboración de los estados contables (Cfme. Alberto Víctor

Verón, “Sociedades Comerciales”, T. 1, pág. 468, y jurisprudencia allí cit.).

Si bien no existen dudas sobre la inaplicabilidad de ese principio a las

sociedades irregulares y de hecho y a las sociedades accidentales o en

participación, para las cuales es procedente asumir el procedimiento de rendición

de cuentas previsto por los arts. 68 a 74 del cód. comercio, más complejo es el
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tema cuando se trata de sociedades regularmente constituidas que exhiben déficit

en su contabilidad y omisión de los administradores sociales en la confección y

presentación de los estados contables, por lo que debe analizarse cuidadosamente

el caso para ver si concurren razones verdaderamente excepcionales para apartar

el criterio general enunciado al principio de este acápite.

Es que si la contabilidad regular constituye el fundamento de la

inaplicabilidad de lo dispuesto por los arts. 68 a 74 del cód. comercio para los

socios de cualquier sociedad mercantil, pues sólo aquélla permitirá la confección

y presentación por los administradores sociales de los estados contables en legal

forma, la carencia de contabilidad legal, aún tratándose de una sociedad


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regularmente constituida (art. 7, ley 19.550) vuelve a tornar procedente el

instituto previsto por aquellas normas del Código de Comercio. Y así se ha dicho

que la circunstancia de que la sociedad no lleve en legal forma sus libros de

comercio, así como la regularidad de las registraciones contables hacen

descalificables sus balances, es procedente la acción individual del socio para

reclamar la correspondiente rendición de cuentas documentadas del socio

administrador (Cfme. Ricardo Agustín Nissen, “La rendición de cuentas en las

sociedades comerciales” ED. t. 201, pág. 859, y jurisprudencia allí citada).

Cierto es que el pedido de rendición de cuentas al administrador de la

sociedad constituye una acción social y no una acción individual, porque dicha

acción es concedida al socio como tal, es decir, como integrante de la sociedad,


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con lo cual, la ley no entiende favorecer directa o indirectamente el interés

individual del socio, sino el de la sociedad, en la medida en que éste obra como

órgano de defensa social, en salvaguarda de las bases fundamentales de la

sociedad, que son el estatuto y la propia ley 19.550 (cfme. Siburu, Juan Bautista,

“Código de Comercio” t. V, p. 162).

El carácter social de la acción de rendición de cuentas contra los

administradores surge asimismo del hecho de que, mediante la misma no sólo se

busca información sobre uno o más negocios determinados, sino establecer su

resultado y la liquidación de los correspondientes saldos, el cual, de resultar

acreedor para la sociedad, obligará a los administradores a su reintegro a la caja


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social y no al bolsillo de cada socio, pues como principio general, las utilidades

no pueden ser distribuidas entre los socios si no provienen de ganancias líquidas

y realizadas, resultantes de estados contables legalmente confeccionados y

aprobados por los socios u accionistas (arts. 68 y 224, ley 19.550. Cfme. Nissen,

op. cit. p. 861).

Y en el caso, como se verá infra, al considerarse agotados los recursos

previstos por el contrato social, resultaron legitimadas actora y demandada en

cuanto titulares de la relación jurídica sustancial.

2. La obligación de rendir cuentas.

Es preciso ahora poner de relieve los elementos de juicio que surgen


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de autos:

(a) La única gerente de Italgráfica S.R.L. ha sido la socia demandada

Patricia del Valle Cangemi, como surge de la designación formalizada en el

contrato social instrumentado a fs. 14/16 (cláusula décima). Ello, por otra parte,

concuerda con lo expresado en la demanda (fs. 24vta., p. III), su contestación (fs.

58) y el intercambio epistolar verificado entre las partes (fs. 18/23).

(b) La peritación contable producida en autos presenta los siguiente

datos relevantes: 1. “El único balance que este perito ha tenido a la vista fue el

correspondiente al período 1.7.95 al 31.8.96. El mismo se encuentra registrado

en el Libro de Inventario y Balances … no se encuentra firmado por los socios ni


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tampoco por el contador certificante… “ (fs. 117, p. b.); 2. “El libro de actas de

la empresa Italgráfica S.R.L., rubricado de acuerdo a lo informado en el punto

1), se encuentra en blanco, en todos sus folios … “ (fs. 117, p. c.); y 3.

“Solicitada la documentación respaldatoria del período que se encuentra

registrado, no ha sido presentada documentación alguna” (fs. 117, p. d.).

Esta pericia no ha merecido impugnación.

(c) El intercambio epistolar verificado entre las partes permite inferir:

1. Que la accionante intimó a la demandada a rendir cuenta de su

gestión (v. fs. 18); y que ésta rechazó tal requerimiento “… por cuanto el giro

social está respaldado por la documentación pertinente y que sirve para


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confeccionar el balance social. El ejercicio social cierra el próximo 31 de agosto

(1.997) y a partir de esa fecha el Contador Gabis procederá a cumplir su

cometido …” (v. fs. 19, p. 2°).

2. Que ante los pedidos de verificación de los libros contables y

documentación respaldatoria de la operatoria de la sociedad (v. fs. 20 y 22), la

demandada negó que no estuviesen a disposición de la reclamante (v. fs. 21 y

23).

Las respuestas proporcionadas por Patricia del Valle Cangemi se

revelaron a la postre erróneas, pues mediante la pericia mencionada quedó

acreditada la falta de exhibición de todo respaldo documental, la existencia de un


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“balance” sin firmas de los socios y del Contador y la inexistencia de algún otro

balance posterior no obstante la indicación de la demandada en el sentido de que

a partir del cierre del ejercicio social -31.8.97- “… el contador Gabis procederá

a cumplir con su cometido” (v. fs. 19).

3. Tratándose de la administración de una sociedad, rendir cuentas es

poner en conocimiento de los socios o, en su caso, el órgano de gobierno que los

mismos integran, todos los antecedentes, hechos y resultados de la totalidad de

los negocios sociales o de los realizados durante un lapso determinado.

Como ya fue dicho, dentro del régimen de sociedades regulares, el

balance suple, en principio, la rendición de cuentas que incumbe a todo


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administrador (art. 71 cód. de com.). Mas si los libros no se llevan con

regularidad, los informes no se suministran y los balances no se ponen a

consideración de los socios, individualmente o en asamblea, según corresponda,

la rendición de cuentas “instruída y documentada” como pide el art. 70 del cód.

com., puede ser exigida a los administradores (come. Farina “Sociedades de

responsabilidad limitada. Rendición de cuentas. Impugnación de balances”, JA,

Doctrina 1972, núms.. 3 y 5), ya que en tal caso la acción de rendición de cuentas

es un medio adecuado para conocer y controvertir los pormenores de la gestión y

su resultado, así como un antecedente útil para establecer, en su caso, la

responsabilidad consiguiente (CNCom. Sala A, diciembre 30-976, “Amenta

Roberto c/Pascuariello, Italino”, ED t.74, p. 707).


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Aquí, como quedara acreditado según lo considerado supra (p. 2)

medió exigencia concreta a la administradora para que ésta presente los estados

contables, no contó con ellos ni con la información requerida ni tuvo éxito en su

actividad tendiente a agotar los recursos previstos en el contrato social a los fines

de que la sociedad orgánicamente promueve la acción de rendición de cuentas.

Pudo entonces la actora promover dicha demanda, resultando

admisible su actuación individual, sin que pierda dicha acción su naturaleza

“social”, que no puede sino entablarse en interés y beneficio de la sociedad.

V.- Conclusión
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Por lo expuesto y si mi voto fuese compartido por mis distinguidos

colegas, propongo hacer lugar al recurso de apelación interpuesto por la actora,

revocar la sentencia y declarar la obligación de la demandada en cuanto

administradora de Italgráfica S.R.L., de rendir cuenta instruida y documentada de

su gestión como manda el art. 70 y conc. cód. de com. (cpr. 652), dentro del

plazo de treinta días atento las particularidades de la gestión de que se trata.

Las costas de ambas instancias se imponen a la accionada vencida en

virtud del principio objetivo de derrota (cpr. 68 y 279). Así voto.

Por análogas razones los Señores Jueces de Cámara doctores Monti y

Caviglione Fraga adhieren al voto que antecede.


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Con lo que terminó este acuerdo que firmaron los Señores Jueces de

Cámara doctores: José Luis Monti, Bindo B. Caviglione Fraga y Juan Manuel

Ojea Quintana. Ante mi. Jorge A Juárez. Es copia del original que corre a fs.

del libro de acuerdos N° Exma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo

Comercial de la Capital Federal Sala “C”.


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Buenos Aires, marzo de 2008.

Y VISTOS:

Por los fundamentos del acuerdo que antecede, se revoca la sentencia

recurrida y se declara la obligación de la demandada en cuanto administradora de

Italgráfica S.R.L., de rendir cuenta instruida y documentada de su gestión como

manda el art. 70 y conc. cód. de com. (cpr. 652), dentro del plazo de treinta días

atento las particularidades de la gestión de que se trata.

Las costas de ambas instancias se imponen a la demandada vencida

conforme el principio objetivo de derrota (cpr. 68 y 279).


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El Dr. Juan Manuel Ojea Quintana actúa conforme los dispuesto en la

Resolución N° 542/06 del Consejo de la Magistratura y Acuerdo del 15.11.06 de

esta Cámara de Apelaciones.

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