Walter Jolón
“5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse,7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres;8 y estando en la condición de hombre, se humilló a
sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
— Filipenses 2.5–8, RVR60
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ESQUEMA
I. Introducción.
a. “Emanuel: Dios con nosotros”
i. La semana pasada vimos el verdadero significado de la
navidad.
ii. Aprendimos que debemos evitar los dos extremos del
error.
1. Los que están en contra y,
2. Los que están a favor
iii. Ir a los extremos nos lleva al error de olvidar la doctrina
fundamental de la encarnación de Dios.
1. Dios hecho hombre.
2. Dios habitando entre nosotros.
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situación. Se hace por bondad, a modo de hacer sentir al ser querido
que se le acompaña y entiende.
c. La genealogía de Cristo
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También podemos ver la condescendencia de Dios al
hacerse hombre y pertenecer a un árbol genealógico de
seres humanos llenos de pecado.
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2. Isaac
3. Jacob
4. Judá
5. Booz
6. David
7. Salomón
ii. No todos los antepasados son tan gloriosos
1. Las mentiras de Abraham
2. El engaño de Jacob
3. La inmoralidad de Judá y David
4. La sensualidad de Salomón
5. Reyes idólatras, violentos y débiles
iii. En toda la genealogía Mateo menciona a cuatro
mujeres
1. ¿Qué clase de mujeres son?
2. Si nosotros hubiéramos escrito la genealogía quizá
hubieramos incluído a las mujeres más virtuosas:
a. Sara
b. Rebeca
c. Lea
d. Raquel
3. No es que las cuatro mujeres hayan sido malas
4. Ruth, es uno de los personajes más atractivos de la
Biblia
5. Ninguna de ellas merecía estar en la genealogía
de Jesús
6. Que hayan sido incluidas refuerza la idea de que
Jesús tenía en sus antepasados personas poco
deseables.
e. Tamar
i. Era esposa de Judá pero también su nuera
ii. Se vistió de prostituta, se colocó al lado de la carretera
para seducir a su suegro
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iii. Como llevaba velo, Judá no la reconoció y fornicó con
ella
iv. Su embarazo de Zara y Fares fue pecaminoso
v. Judá fue tan culpable como Tamar
vi. Tamar determinó seducir a su suegro como un acto de
venganza, reclamando los derechos que Judá le había
negado.
vii. Ella había estado casada con los dos hijos mayores de
Judá, pero las dos veces enviudó
viii. Judá aun tenía un tercer hijo, según la tradición tenía
que haberlo casado con ella para «levantar
descendencia» a sus hijos difuntos.
ix. Pudo más en Judá, la superstición que el deber,
temiendo que perdería a su tercer hijo.
x. Judá decidió devolver a Tamar a sus padres (lo cual, en
ese tiempo, era una desgracia y vergüenza)
xi. Fue por eso que Tamar decidió tener hijos con el suegro.
xii. El embarazo se caracterizó por la infidelidad y la lujuria.
xiii. Tamar hizo el papel de ramera.
f. Rahab
i. Era ramera profesional (Josué 2.1)
ii. Pertenecía a un pueblo que Dios había ordenado
eliminarlos por su idolatría y degeneración.
g. Rut
i. Rut era moabita, miembro de una nación que Dios
había dicho:
«No entrará moabita en la congregación de Jehová para
siempre, por cuanto no os salieron a recibir con pan y agua
al camino, cuando salisteis de Egipto, y porque alquilaron
contra ti a Balaam hijo de Beor en Mesopotamia, para
maldecirte … no procurarás la paz de ellos, ni su bien en
todos los días para siempre» (Deuteronomio 23:3–6)
ii. Rut era una mujer virtuosa, pero pertenecía a un pueblo
excluído de la comunión con Israel por su inmoralidad.
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iii. Fue admitida en Israel
iv. Aparece en la genealogía como abuela de David.
h. Betsabé
i. Mateo ni siquiera la llama por su nombre
ii. Cuando ella se acostó con el rey David, era «mujer de
Urías»
iii. Cuando quedó embarazada, David trató de
esconderlo con engaños
iv. Cuando el engaño no tuvo éxito, David logró que Urías
muriera en la guerra
v. El adulterio, el engaño, el asesinato y la deslealtad eran
las consecuencias de esa relación (2 Samuel 11)
vi. El Mesías vino a solucionar el problema del pecado,
haciéndose pecado por nosotros.
vii. La genealogía nos recuerda que se identificó con ese
propósito en su nacimiento.
viii. Dios le envió en «en semejanza de carne de pecado»
(Romanos 8:3) para condenar en Él al pecado.
ix. No nació de una raza de superhombres, ni de santos,
sino de pecadores como nosotros.
x. Lo grande de la encarnación es esto:
Dios venía al mundo en la persona de Jesucristo, y venía
para identificarse plenamente con la condición
humana, para llevar sobre sí nuestros pecados.
xi. Hasta tal punto Él estaba «con nosotros».
xii. Él vino a ser «contado con los pecadores» y por esto
nació del linaje de Tamar, Rahab, Rut y Betsabé.
IV. Su sufrimiento (El Salmo de la Cruz)
“1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué
estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?”
— Salmo 22.1, RVR60
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a. Jesús era el amado de Dios
b. Aun experimentando y sintiendo en ese instante la ira
Divina.
c. Se puede dejar de percibir el amor de Dios, o sentir que
Dios está descargando sobre nosotros Su ira, y a la vez,
experimentar su amor a través de la fe hasta el punto
de exclamar: Dios mío.
b. “¿Por qué me has desamparado?”
a. Por haber sido Cristo desamparado temporalmente,
nosotros no seremos desamparados eternamente.
b. Él sufrió de buena gana el abandono divino por
nosotros.
c. El alma del Hijo de Dios, a pesar de la profunda aflicción
y amargura, no dejó de ver como un privilegio soportar
temporalmente el abandono de Dios, si así lograba
evitar que tú y yo, tan insignificantes y miserables como
somos, fuéramos abandonados y arrojados fuera de la
presencia favorable de Dios por siempre jamás.
c. “¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras
de mi clamor?”
a. Si nos hemos afligido por los pecados cometidos contra
Él
b. ¡Cuán mayores no fueron sus agonías por nosotros!
c. Soportó en el huerto de Getsemaní, en el pretorio y en
la cruz el dolor más intenso; padeció de manera
indescriptible al ser abandonado por su Padre,
abandonado por sus discípulos, ultrajado y
escarnecido por sus adversarios y hecho maldición por
nosotros.
d. El rostro del Padre que siempre le había sonreído, ahora
apartó su mirada.
e. Esto hizo que su alma experimentara un horror y
oscuridad como jamás había sentido.
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f. Dejó de contar con el consuelo del cielo, de los ángeles
y de sus amigos.
V. Conclusiones
a. Hay una gloriosa esperanza para nosotros. Ya estamos en
pleno «evangelio» cuando aún no hemos salido de la
genealogía.
b. Nuestra esperanza como pecadores es que tenemos a un
Dios condescendiente que se identifica con nuestras luchar y
dolor.
c. La esperanza de todo pecador es que Él se hizo hombre para
salvar pecadores.
d. Dios no ha sido indiferente, ha extendido su brazo de
salvación, y Su brazo sigue extendido.
e. Así como Dios incluyó pecadores y gentiles entre los
ascendientes o antepasados del Mesías, así también es
capaz de incluirlos entre los descendientes.
i. Esta se mi esperanza para los que amo y quiero que se
salven.
ii. Todos tenemos a alguien que queremos que Dios salve.
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iii. Vayamos y dígamosles que Jesús fue hecho pecado
para perdonarlos y salvarlos.
f. Si la prostituta Rahab encontró la salvación, no fue por sus
habilidades o astucia, sino por el don de la gracia de Dios.
“Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los
desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.” — Hebreos
11.31, RVR60
g. Jesús se hizo uno de nosotros, para que nosotros seamos
hechos uno con Él.
h. Esta es la esperanza que debemos llevar a todos los
pecadores, los que hoy celebran la Navidad sin comprender
el verdadero sentido:
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