BARQUISIMETO, 2018
Los ordinales 9° y 11° del artículo 346 del Código de Procedimiento Civil, esta Sala
extrae algunas conclusiones: en primer lugar, la tramitación del juicio por fraude
procesal -seguido por el juicio ordinario previsto en el Código de Procedimiento Civil-
contó con prolijas recusaciones -planteadas tanto por el abogado Carmelo Pifano como
apoderado judicial de los ciudadanos Alejandro Eugenio Iranzo Badía y María Victoria
Adamowicz de Iranzo, como por los apoderados judiciales de la sociedad mercantil
demandada “Agrocomercial Los Caobos, C.A.”- y; la promoción desproporcionada de
cuestiones previas, incidencias derivadas del desconocimiento de documentos privados
y tacha de documentos públicos -propuestas contra los documentos fundamentales de
la demanda-; una reconvención dirigida a revelar que el propio juicio de fraude procesal
era, a su vez, un fraude procesal y una cita forzosa de un tercero, el abogado Luis
Eduardo Domínguez, quien fuera apoderado judicial de los demandantes -que dio
lugar al llamamiento de nuevos terceros en la litis-, todo ello por parte de la demandada;
de tal forma, que, en sano criterio judicial, esta causa se halla plagada de abusos por
parte de los apoderados judiciales de la sociedad mercantil demandada en el ejercicio
de defensas y excepciones que traspasan el sano ejercicio de los derechos procesales
que materializan la defensa y el debido proceso en juicio, pues tales conductas -o
maniobras dilatorias- estaban dirigidas a evitar un juzgamiento de fondo con relación
a la pretensión de fraude procesal que inicialmente fuera planteada contra ésta.
“El artículo 165, ordinal 2º del Código de Procedimiento Civil señala: ‘La
representación de los apoderados y sustitutos cesa: (...) 2° Por la renuncia del
apoderado o la del sustituto; pero la renuncia no producirá efecto respecto de las
demás partes, sino desde que se haga constar en el expediente la notificación de ella
al poderdante.’ (Subrayado de la Sala). De conformidad con lo expresado en el
artículo citado, el Juzgado de Protección que actuó en primera instancia en el juicio
principal, tenía la obligación de notificar al demandado de la renuncia al poder que
habían efectuado sus apoderados judiciales, a los fines de que dicha renuncia
produjera efecto respecto de la otra parte en el proceso.
El mandato judicial es un contrato entre poderdante y apoderado que crea
responsabilidades para cada una de las partes. Dicho contrato tiene una de sus bases
en la elección que del apoderado hace el mandante, surgiendo entre ellos una relación,
que es incluso extraprocesal, donde existen instrucciones, rendiciones de cuentas, etc.
De allí que el ordinal 2º del artículo 165 del Código de Procedimiento Civil al prever
la notificación del poderdante para el caso de la renuncia del poder por los
apoderados, no la prevé en beneficio del mandante, sino para precaver los derechos
de su contraparte, hasta el punto que la renuncia se tiene como no efectuada y no
paraliza ni suspende la causa, hasta que se deje constancia de la notificación del
poderdante.
Con ello se busca no entorpecer la marcha del proceso con intempestivas renuncias
de los apoderados de las partes. En consecuencia, la renuncia del poder no notificada
al mandante, en principio no lo deja en ningún estado de indefensión, ya que el
poderdante escogió a sus mandatarios, y en ellos tiene que confiar, y sólo si tal
renuncia es una añagaza intencional para dejar al mandante indefenso, es que éste
podrá exigir responsabilidad a los mandatarios. El poderdante es parte, que se
encuentra a derecho, y tal condición no la pierde porque sus apoderados, renuncien
al poder conferido”.
En ese contexto, esta Sala Constitucional conoce por notoriedad judicial otra
situación donde se ha cuestionado la conducta procesal del abogado Carmelo Pifano.
En ese sentido, en sentencia N° 18 del 20 de enero de 2006, caso: “Refinadora de Maíz
Venezolana C.A.”, dictada en el marco de otro juicio por fraude procesal, se
declaró la nulidad del juicio de estimación e intimación de honorarios profesionales
intentado por el abogado Carmelo Pifano en contra de Refinadora de Maíz Venezolana
C.A. (REMAVENCA), al constatar actuaciones colusorias del preindicado abogado -
que radicaban también en el manejo indebido de la figura de la representación judicial,
a través de una sustitución fraudulenta-. Lo anterior pone en tela de juicio que la
pasividad antes anotada, sea ingenua o producto de falta de pericia en el manejo del
régimen de las cuestiones previas en el decurso de un juicio ordinario -del cual, como
se insiste, tenía un conocimiento previo-, lo que colocó en un grave estado de
indefensión a sus representados, restando con ello eficacia al derecho constitucional a
la defensa que les reconoce el artículo 49.1 del Texto Constitucional.
Es por ello que, considera esta Sala que una eventual reposición de la causa
daría lugar a un juicio con la reedición de las mismas censurables actuaciones
procesales. Siendo ello así, esta Sala Constitucional anula, además, la totalidad del
juicio principal por fraude procesal y las correspectivas incidencias suscitadas en
el expediente signado con el N° 12.572 de la nomenclatura de ese órgano
jurisdiccional, y así se decide.
No obstante lo anterior, esta Sala debe examinar otros aspectos del caso bajo
juzgamiento, y a tal fin observa:
De allí y con base en los valores del Estado de ética y justicia, consagrados en
el artículo 2 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, esta Sala
Constitucional, además de declarar ha lugar la solicitud de revisión constitucional
llevada ante su conocimiento, puede, con base en el acervo probatorio aportado,
extender su poder de juzgamiento hacia el juicio primigenio que pretendía declararse
inexistente por vía del fraude procesal aquí declarado nulo en su totalidad, si de las
actas se desprendiesen suficientes elementos que ameriten la restitución del orden
público constitucional que ha sido vulnerado por la actividad jurisdiccional o la
conducta procesal de las partes y sus apoderados judiciales. Así se declara.