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Ilustracién y Neoclasicismo en Hispanoamérica: reflexiones sobre su interrelacién Dieter Janik, La noc de Neoclasiclemo ene ardament en el nsrumentario conceptual de ln eva tterariaespaola, Marcelino Menéaez Pelayo, al comentar las ideas Y el grado de orgialiad de Luzi, hablo sencllamente de clasicismo y del Posterior éxito dela escuela cldsia (Mente Pelayo 1962, 222 y 275). La ‘eimocuarsediién del Diccionario de a Real Academia del so 1914 desco- noee aa a enteade Neocasicismo! 'No face falta mis que ectr una mirada aa prescoca ya le definiién del \éemino en la crit tecariareferida als leas espaol del siglo XVII para ‘entender mejor eu traspaso al context del literatura hispancameriana ‘Angel Vatbvena Prat, cuya Historia dela literatura espatola tuvo gran ‘utoridad durante década, al emplear el tino lo aplica en primer Ing ala argutectura: el mismo modo que en la arqutectura i época de Carlos II in troce el estilo neoelsico, en literatura favorece la ragedinscadé- mica, ala que Aranda dispens su ayuda oficial con verdadero tesa (Watbuena Prt 1969, 37). En cpltlos posteriores, sn embargo, el ator extiende el calificativoexplcta- ‘mente a obras Iitearas al referrse ala wragedia neocldsca. Esto no le imide, ene] moment de tear le obra de Quinn, recutis mevamente ala categoria e clasicismo, sn prep. La consoidaciin del atributoneocsico queda const- ‘ada en la an difundia Historia dela literatura expaola de J, Garcia Lopez, (que esribe: "La sogunde mitad del siglo XVI seal la desapaicin de las ‘kimas dervacions de la Titeratura tarroca y el trunfo definitivo det ante neoclsico™ (Garcia Leper 1966, 385) En el curso de I renovacin de los estuios sobre el silo XVII en Espatia yen particular, sobre ls earactrisicas del movimiento de la Tustracicn espa- "Leino aparece en gr dees co las e Pele (118, 9) EL eto a por sao, ariendo sv euo co ets palabras: "Nebel never obaied 0 ‘ema ep om Spanish git el opto race or Uy" Ni define eo 2 seas provenens. No ms esti, 0 eer gis nfl, Ie itv op ea nek por los ros expats, « ‘ola, se not Ia prolieracion de a nocign de Neocasisimo yay aflanestiento ‘om concept crico, Sive, por un lad, para desindar el nievo buen gurto en Ins letras el barroquismo “nefaso" —a juico de los litertos del sigo XVII— dal sigo anterior. Por oto lado, se dscute el encuentro de a estticanecclisica os nuevos princpis estticos del Romantcismo. Estas dos preocupaciones ‘dominanes del critica sgnifian al mismo tempo, a postrgacign del probe- ma central, que, ami modo de ver, et la relacin interrelacion de Neoclascis= ‘mo e lnstracion, Este tema, por cierto, no pas roalmentedesapercibido, Hs Ibid tentativas para demostrar, con cts de Luzén en rise, que ya ene cso de este te6rico importante hubo conformidd entre los princpios neoclisios y of idearoiustrado. Luzin, en algin momento ecrbe lo siguiente ‘Todas las artes, como es raz, estin subordinadas ala poltica, ayo objeto es el bien pbc, y la que mis coopera tla politica es Ja mora, cuyos precepts ordenan las costumbres y diigen los ‘imo a bienavenruranza eterna y temporal (Lazdn 1974, 106), Pero ya Menéndez Pelayo (1962, 224) habia advertdo que Luzén admiteta- ‘ign formas de poesia destnadasnicamente al delet. Extudios mi recientes ‘de la poesia det siglo XVI han reafirmado el hecho de que és, en gran pare, no obedece al critero del ida Desde la perspectiva de Is implomenticién de las ideas iustradas en ta cultura teraria lato sensi dela época se ha consatado que la propagacia de las nuevas formas de pensar, esimuladss por lat cena, esrve de muchas Tormas discursivas ~entre elas muchos textos pragmiticos— que no se someten necesariamente las nuevas reglasneocisicas,cunque predomine en eos It bbisqueda de una enunciacion lana y rigursa de los argumentos. Esto quiere decir que existe duds sobre la extension respectiva de cada campo literatura neoelésica eTustracion— y sobre su psiblco-estensin, Estas dudes apareoen lnpresada sn ambages por uno de los mejores conocedores el tema, Francie Aguilar Pifal, en su iuroduccton al sigio XVI. Quisiera adver do cas, la Primera de las cuales pone en tela de jico la propla noc de Neoclasicismo, mientras que la segunda reconoce la precaria demarcacion de su campo de apliccion. ‘Au riesgo de parecer reiterativo, ensondo que Ia Htratara cata ‘expala es primordialmene neoclisca en Ia centuria posterior & 1737. [.] Ahora bien, alguien podré preguntarse: zpor qué mo- lestarnos en etquetar épocas y esos? jTiene sentido babar de neoclasiismo, palabra desconocida para los props escrtores del “ siglo XVIM {No seria mejor olvidarnos de las grandes palabras ststractas? (Aguilar Pifal 1991, 179) Agullar Pita insists en la necesidad de crear conceptos interpreativos de ealot 1 &pocas, aunque tiende a substi a nocién de Neoclascim por In de nuevo ‘lasicismo espaol. Pero rence en el uso anterior y ya tradicional en Ia otra ‘oma de psicin que nos interesa aq: Con esto quero decir que el concep ustracin iene unos compo nents sociales y poliicos que no tienen por qué afecar aos temas purament litrarios. En otras palabras, que lutracion y Neoclasl- lama no son sindnimes intercambible, Ni coincidenabeoltamen- te en au cronologi, ni son idénticos ss objeivs, temas o intencio tes, El segundo vocablo, mis restringdo conceptualmente, puede ser considerado, con cietas precauciones, como la manifestacion traria del primero (bi, 20). ‘Bata acti de Aguilar Pita me parece mis prudente que la de Guillermo Car- sero, quien, ante I misma tarea, vale dect en su huroduccin al sglo XVIII ‘espaol, no vail en da los Uamnadosneocdscos algo como una identidad de rape Los neoclisicos ereyeron que su época estabe Hamada a realizar, entre otras, una reforma de los sos y comportamientes Sociales, ¥ 2 configurar un evo tipo de cudadano més solidario, mis civico Y mis feliz (Camero 1995, XXX). Es posible suscrbi esta afinmacia sin denifcarrotundamente 2 los neoclé- Seos como portavoces del pensamnieno fastrado? Me ha parevdo procedene presentar un esbozo dels problemas que cara terizan In siwacién actual de Ia erteaespafola en cuann ala diferenciacion conceptual de Neoclasiciono e lutracion anes de pas al escenario de ls letra hispanoamercanas en el period que va eproximadamente de 1760 1830. Dado que este simposio se celebra en una universidadalemana, me permito parr de ds investigadoresalemanes que con sus posturas opuests represenan Ja polardad no resulta de a relacisn entre Neoclasiciomo eTusracin en os ‘estuios de Iiteraturay cultura hispanoamericanos El primero, Wemer Krause, «en colaboraciin con Carlos Rincén, a indagado en la extension y duracia dei ‘movimiento iustado en Hispanoamérica. Los autores destacan el avance del ensamiento Hustredo desde elim trcio del siglo XVIII y su acisnsigifi- cativa en el proceso de la Independencia, hasta los aos 30, Por eto lado, et histriador dela iteraurahispanoamericana Rudolf Grofmann—enuna decisién a tae fn creado una época que Hama Klasiismas y que seg él abate los os entre 1760 y 1830. Hecho notable y sorprendent: menies que Krauss ‘concede pocsimportancia al movimiento estco del Neolasiciono, Groban, por su ado, apenas taal usiracin como fuente e inspracén de determina os génetosy autores. La conraposiciénno podria sex mayor. ‘Se podria objetar que tanto e libro de Werner Krauss cuanto el grueso ‘nana de Rudolf Grofinanapertenecen ana fase superada de la investigacién, lo que es cierto en muchos aspecios. Sin embargo, también varias historias do la Jitraua hispanoamericana que han aparecdo con posteroridad ala muy ine ‘uyemte obra coordinads por Luis {igo Madsigal perpetian la confsién por no Aistinguir con Ia debida claridad entre lo que a sigo el movimiento strado en ispanoamérica y lo que ha sido la Tieratura —en el sentido esecho de ln palabra— sometida alas normas de composiiény de estilo nooclisias. El mareo de este ariculo no me permite ofrecer un cuadrodetalado ni dela expansion de Ia Tustracisn ni de la adopciin de determinados géneroslitertios ‘om acusadocarz neoclisico, como el eto y determinados géners de poe Pergonalmente pienso que, basta la fecha, no se ha legado a una vision ‘comprehensive de los impulsos que, en Hispanoamérica, sustentan tanto Ia Tysacién cuano la aparicién de cbras y textos de indole neccésica, Un ‘obsticulo mayer, que se oponia al reeoneciniento de ia itereacin dels dos correntes, ha sido la inadmisble yanacrénca sparaién por los critcas itera ‘ios de los dominios politico, cultural y lteraro, En mi opinign, Ia époea en ‘cuestion se dstingue precisamente—frente a otras por la homogenedad de ss bjesivos y de las estrtepas concomitates para comunicalos «ua pblica cada ‘vez mis amplio, que abarcaba desde los frculosletadce hasta el lnmado pueblo. La “ieretur’, vale decir tdalaproduccida textual cults, est destinada 1 cumplir un funci6a anil dentro de un vaso proceso de transformacién politica, socal y cultural qu se nicia ya antes dela Revolucin dela Indepen- deacia y que comtinsrs aun después de las butallasvitoiosas del ao 1824, Este enlace estrecho entre lo idotdgico y lo teraro yaa sido reconocido desert por Mario Herninde Sancher-Barba (197) sin que sus andisishayan fepercutido, lamentablemente, en los ditntos proyectos 6 historograi litera- tia levados acabo con poteriridad. Ora afrmacion qu corobora la vision de Hemindez Sinchez-Barba viene de Luis Mongui, que comienza su arcu "La poética neoelisca en la América hispana" con esas palabras: 2 Pum la wansfonncin nels del eto cI Amie hss vse el esto rhino de Sater Radio (198), EI Neoclasicismo, en la América hispana como en Europa, fue el bao literario de laMustracion y como tl enraizado en el pens- mento de éta, en el nuevo “Buen Gusto" en filosfi, en su vision el hombre y del mundo (Monguié 1996, 103). Sin embargo, scenréa mis l lazo de razin y belleza formal en las obras nooelfsias que su funeiéa ancl en el proceso politco-ocialcuyos objtivos Drotlaman y embellcea. Por mi parte, he destacado en varias oportundades (ani 1995; 2000; 2003) te necosidad de reconocer el dea lustado hispano- Iunerieano —que tene su propio perfl— como fuerza impulsora de las tans- formaciones potcas y socio-clturales, hecho que deberiarefljase en la Deiodiacion dela historiografaiterariaenconsonancia con ls pautselabora- ‘as pr los histriadores. Esto significa aceptar que la ustracién en Hispano- tntrca ha nui el pensamieno politic ya producein iteraria durante la primera mitad del siglo XIX. Volviendo sla constatacign de Luis Mongui, Ibra que modifiar su alcanceafrmando que la Iustracién hispanoametiaaa, sl, ge ha servdo del arte noclisico (génerosy ess), pero que las obras textos amoldados al gusto neolésico no ocupan el espacio toa de as mani festacioesliterarias ~con ambicin eséca 0 no— en aquells décadas, Valga como catoejemplar et Periqullo sarmlento de Lizard. Resumiendo mis argumentos, abogo por una revision de Ix interelaién istrico-cultural de Hastracién y Nooelasicismo en Hispanosmérca, El objetivo dels siguientes tess es abrir un debate amplio sobre esa cuestin, que daberia de tener consecuencias par a histriograflalieraria hispanoamericaa. Seis esis 1) Segin mi parecer, la nociin de ustraion debe de se inroducida como ‘categoria pertinent en la periodizacon y artculain cultural de ia historia de literatura hispanoamericana. 2) La Mastracin como aocién de Epocaabarea Ia produccién Hitraia en a ‘América espatola entre, sproximadament, 1780 y 1845. La “‘ltersura’ no se escinde en textos propiamenteliteraris, por us lado, y pragméticos, por ono. 3) Elconcepto de Hustracién representa un movimiento de ideas de vatoalean- ‘ce enel dominio politico, social y cultural. Su ain ba sido triple: mtr la ‘recente conciencia crillaa fines del siglo XVI, lepitimd. después lat aspracones independents entre 1810 y 1824 y mova ls fuerza en el » Vea ls tempras om psc de Fanos Lipe, Manel Kasok y Same (Chem ene Homenge a No Slomo (G Novae 197. “ porlodo subsigus ‘acionales, 4) Los historiadores tienen plena concienca de la larga yefetiva duraion de Jas ideas iusteadas en Hispanoamerica En varios abajs de invesigacién y en destacados manuales el periodoilusrado se extiende hasta la década de os 30o atin ms all del ao 1840, 5) Bn la gran mayoria de las historias de Ia Kteratura bspanoamericana la roeidn de ustracién se aplicanicamente a siglo XVI, siguiéndse con tllo Ia pauta europea de la hstorigrafaitearia y de las Sas. La cin Clave, hast hoy, para caracterizar las obras litrariasdestacadas en los afos aque van de 1800 a 1830 es a noc de Neoclsicismo, con sus implicaio- es esttcas en cuanto a forma(s y estilo). En Ia valorizacién extica de ‘obras individuals la sustacia lustrada de sus temas y de su ntencionalidad viene subordinada a su desripién estico-formal. Conariamente a ello, Say del parecer que los textos redctados en elo noclsicaconttyen solo tna vertienteexpresiva de Ia Iteratura lustre on su conju. 6) Lacritcae historiograiaieraris deberian econocer a funclén pragmtica, politic y social, como el eje comin de le miliples textos que obedecen, Segtin el caso, a dstinas wadiciones genfricas y asus normas exces, Desde mi perspecsva, privilegiardeterminados textos y obas por su elabor 4a hechuta arttca —2l exo neocisico~ va en conta de st intencin coriginaria. se, dedicado a i construccén de Estadon y seiedades Bibliografia ‘Aguilar Pifal, Francisco. 1991, Introduccén al silo XVI. Madea: Eciones ‘Sear [=Ricardo de la Fuente (ed). Historia de la Literatura Espa, 25) Carnero, Guillermo (coord). 1995. Inoduecién al siglo XVII espaol. (). Madd: Espasa Calpe [= Victor Garcia de la Concha (6d. 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