Víctor era todavía un niño. Por aquella época desconocía la diferencia entre un
dromedario y un camello. Sólo sabía que los dos tenían jorobas.
Los tres fragmentos separados por puntos en el texto anterior son enunciados
y comparten ciertos rasgos:
En ese sentido, tan enunciado es Víctor era todavía un niño como ¿Llegarás
hoy?, ¡Llueve!, ¡Silencio!, ¡Qué tontería!, Estupendo o Muy Bien.
De ese modo, hay enunciados verbales (aquellos que tienen como núcleo un
verbo finito o conjugado) y enunciados no verbales (su núcleo puede ser un
nombre, un adjetivo o un adverbio). A los primeros los llamamos oraciones; a
los segundos, frases.
Visualicemos ahora la oración como si fuera un átomo. Éste está formado por
un núcleo y unos electrones, que giran en órbitas más o menos próximas a ese
núcleo imprescindible. Pues bien, en el caso de la oración, su núcleo es el
verbo, necesariamente conjugado, y los “electrones” son los diferentes
adyacentes verbales, más o menos “cercanos” al núcleo. Los más próximos se
llaman adyacentes o complementos argumentales: el sujeto, el implemento (C.
D.), el complemento (C. I.), el suplemento y el atributo. En una órbita más
externa se sitúan los aditamentos o complementos circunstanciales. Todavía
podemos identificar adyacentes más externos al núcleo. Las gramáticas más
actuales hablan en estos casos de tópicos y otros adyacentes.
Por tanto, una oración no está compuesta por un sintagma nominal (con
función de sujeto) y un sintagma verbal (con función de predicado). Una
oración la forma un núcleo verbal conjugado, que puede llevar o no llevar
alguno o algunos adyacentes o complementos.
Por otra parte, la función sintáctica sujeto se define con arreglo a una serie
de características formales. Son las siguientes:
Poder + infinitivo: No hemos podido encontrar una entrada para el concierto (capacidad,
posibilidad)
Acabar, terminar + de + infinitivo: ¿Ya has acabado (terminado) de lavar los platos?
Tener + que + infinitivo: La próxima vez tendremos que madrugar más (obligación)
Haber + de + infinitivo: En clase has de estar más atento a las explicaciones del profesor
(obligación)
Andar + gerundio: Todo el día andas quejándote de los más variados dolores
Estar + gerundio: Ayer estuve viendo en Canal Hollywood una película de Woody Allen
Voy a ponerme a trabajar (doble perífrasis) en serio para poder terminar esa tarea antes del
sábado
EL ADITAMENTO ATRIBUTIVO Y EL ATRIBUTO DEL IMPLEMENTO
Véase la diferencia entre: Los alumnos estaban atentos y Los alumnos escuchaban atentos
En la primera oración nos encontramos con un verbo atributivo (estar) y un atributo: atentos;
mientras que en la segunda, el verbo es predicativo (escuchar). El adyacente es el mismo: el
adjetivo calificativo atentos; pero, dado que el verbo no es atributivo, a ese adyacente ya no
conviene llamarlo atributo, sino aditamento atributivo. Es una especie de doble función:
aditamento del verbo y atributo del sujeto. Hay que fijarse en que esa función la desempeña un
adjetivo calificativo, que forzosamente concuerda con el sujeto léxico en género y número,
como en los siguientes ejemplos:
Ese mismo adyacente atributivo puede tenerlo el implemento de la oración, en cuyo caso lo
llamaremos atributo del implemento. Por ejemplo, en la oración: Sus amigos encontraron a
Luis muy nervioso nos encontramos con un implemento: a Luis (lo encontraron). Por su parte, el
sintagma adjetivo muy nervioso concuerda con él en género y número. Es el atributo del
implemento. Obsérvese cómo si cambia el género o el número del implemento, debe cambiar
también el de su atributo para que la oración resulte gramaticalmente aceptable. Ejemplos:
En el taller de mis amigos las reparaciones serán hechas con unas nuevas máquinas
muy modernas
A tus socios extranjeros los encontré ayer muy afectados por la crisis económica
A tus socios asturianos, los hermanos Martínez, los encontré ayer muy
ilusionados con el nuevo negocio
Por otra parte, en la oración hay un atributo del implemento: muy ilusionados con el
nuevo negocio (núcleo, ilusionados; adyacente adverbial, muy; adyacente
preposicional, con el nuevo negocio, en donde el negocio es el núcleo, nuevo, un
adyacente adjetivo explicativo y con, el transpositor).
Se trata de una oración simple y atributiva. Su núcleo oracional es ha sido, con sujeto
gramatical de tercera persona del singular que concuerda con el sujeto léxico, El gran
novelista angloindio V. S. Naipul. Dado su carácter atributivo, la oración cuenta con
su correspondiente atributo: galardonado. En esta oración hay además dos
aditamentos:
Por su parte, el sujeto léxico tiene como núcleo a El novelista, que tiene tres
adyacentes: un adyacente adjetivo explicativo: gran; un adyacente adjetivo
especificativo: angloindio; finalmente, un adyacente en aposición especificativa: V.
S. Naipul.
Tras los saludos y las presentaciones, todos nos pusimos a charlar muy
animadamente
-El sujeto léxico, función desempeñada por el indefinido todos, que concuerda
con el núcleo en número y persona.
-Un aditamento de modo, muy alegremente (núcleo: alegremente; adyacente
adverbial intensificador: muy).
-Un aditamento temporal, formado por el sintagma tras los saludos y las
presentaciones, formado por un índice funcional, tras, y un núcleo compuesto:
es decir, integrado por dos elementos en coordinación copulativa, los saludos
y las presentaciones, unidos por el conector y.
Niveles oracionales.
Ady de foco
Gijón, por fortuna, es también en invierno una ciudad muy agradable
S. L. Atrib. Orac. N. Ad. Tiempo Atributo
Los conectores semánticos. Son signos que relacionan dos o más bloques de discurso,
enunciados o sintagmas. No son simples nexos o conectores sintácticos, como las
conjunciones, sino que especifican valores y matices de contenido que intervienen en la
relación. Son expresiones gramaticalizadas de origen adverbial, aparecen normalmente
entre pausas y pueden coexistir con las conjunciones (siempre van tras ellas).
Consecutivos: por tanto, por consiguiente, así pues, en consecuencia, de ahí, por ende…
Por supuesto hay muchos otros marcadores de discurso; entre otros, dos adverbios con
un sentido claramente antonímico. Se trata de los adverbios aún o todavía (que son
sinónimos) y, por otra parte, ya. Nótese que se trata de adverbios que no explican
tiempo, sino que lo implican: tienen valores aspectuales más que temporales. De ese
modo, Aún y todavía son marcadores de aspecto perfecto, refuerzan el sentido de acción
no acabada que pueda tener la forma verbal o la oración en que aparezcan. Ya, por su
parte, es un marcador de acción acabada o aspecto perfecto.