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ENSAYO:

“Efecto de la globalización en la cultura: La importancia de salvaguardar la Identidad


nacional en tiempos de globalización”

Que presenta:

Lcc. Rebecca Marilyn Rodríguez Ríos

Para la materia:

Medios y globalización

Catedrático:

Dr. Arturo Barrios Puga

Maestría en Comunicación Corporativa 3° semestre


En la actualidad en donde el fenómeno de la globalización ha logrado un alcance mayor

en comparación a la década pasada, potencializado gracias al uso cada vez más

frecuente de las nuevas tecnologías para interconectarnos, en donde la diferencia

cultural parece ser una barrera más fácil de romper que el idioma mismo; queda la

incógnita acerca de la relevancia que debe darse al hecho de mantener una identidad

nacional firme, lo suficiente para no perderse entre la mezcla de culturas que viene

inmersa en la globalización y aun así tan flexible que permita incorporar rasgos

positivos de otras identidades en conexión constante de intercambio económico,

educativo y social.

Con fines prácticos comenzaremos por definir qué es la identidad nacional. La

definición según Arias (2009) es:

La identidad nacional es un proceso histórico y geográfico, dinámico y en

constante transformación, en otras palabras: está sujeta al cambio. Es construida

por los individuos y diferentes grupos sociales que nacen o viven en un territorio

mediante el discurso ideológico homogeneizador y reproductor del imaginario

nacional…. (p.7)

Se construye desde las raíces históricas de una nación y se adopta como una

verdad absoluta desde el momento en que el individuo nace dentro de esa dinámica

cultural, se convierte en una de las aristas que influyen en el desarrollo de la

personalidad individual que a su vez contribuye a crear la identidad de la sociedad en

conjunto, creando así rasgos específicos fácilmente identificables, que van desde el

sistema moral, costumbres, comidas, tradiciones y sistema educativo. Éstos se

transmiten de generación en generación desde los organismos sociales básicos como


la familia hasta los organismos más complejos como gobierno o medios masivos de

comunicación, ayudando asía a crear una base de datos cultural: la memoria colectiva.

Capello, De Pedro y López (2007) nos hablan de la memoria colectiva:

Entre los componentes de los recuerdos colectivos se encuentran la

simbología nacionalista y las narraciones sobre el pasado común. La historia

científica y la que es enseñada en los claustros escolares forman parte de las

memorias sociales, que al integrase en la formación de las representaciones

sociales de los colectivos políticos y socioculturales, constituyen la base de la

identidad personal y colectiva” (p.71)

Ésta identidad se forma uniendo el sistema cultural de los habitantes dentro de un

mismo territorio basado en la memoria colectiva de sus eventos históricos, sociales y

culturales.

El mundo se encuentra actualmente inmerso en un sistema complejo de cambios

constantes, me refiero por supuesto al fenómeno de la globalización. La globalización

implica una serie de interconexiones e intercambios entre países dentro del sistema

económico capitalista, aunque éste movimiento es tan grande que influye también en

los países aislados dentro del comunismo o socialismo, se definió al inicio como un

fenómeno de intercambio de tipo económico, sin embargo; abarca un abanico más

amplio de rasgos que son compartidos entre las naciones. Es difícil pensar que un

evento pudiera ser aislado y no afectara a todos los participantes de la globalización,

los eventos que nos parecen cotidianos en nuestro país terminarán afectando de alguna

manera y en algún grado a algún sitio del planeta. Los intercambios globales abarcan

aspectos sociales, tecnológicos, económicos, políticos y culturales. Los rasgos

culturales que forman parte de la identidad de cada nación han formado parte a ser
patrimonio global, es decir, compartimos identidades globales, la identidad ya no se

delimita por territorio, hay tradiciones que se encuentran en cualquier punto del globo,

culturas homogéneas, somos ahora una cultura global. Esto ha sido un cambio

beneficioso para las industrias culturales y los medios masivos de comunicación, ya que

dentro de una sola cultura global no se debe personalizar los contenidos que se ofrecen

en cada región del globo.

Lo que para algunos resulta un beneficio de la globalización, para otros resulta más

un aspecto negativo, dentro del constante intercambio cultural existe el temor de que la

identidad cultural nacional, es decir, lo que hace único a cada país termine perdiéndose

y homogeneizándose. Arias (2009) al respecto nos dice: “Para algunos sectores

sociales, el fenómeno de la globalización cultural incide en la denominada crisis de

identidad, ya que han sido adoptadas actitudes y conductas ajenas, por la influencia de

la industria cultural y de los medios de comunicación” (p. 8). La deformación cada vez

más evidente de los hábitos, costumbres y actitudes de la sociedad nacional y la

manera tan rápida en la que adoptamos culturas externas, las moldeamos y las

comenzamos a hacer parte de la cotidianeidad, hace evidente que existe una alerta

constante conforme se adentra la sociedad cada vez más en éste fenómeno.

La identidad nacional presenta ahora rasgos integrados de otras naciones dentro de

sus tradiciones, sistema de valores, política, entre otros. Hablamos entonces de la

conformación de una nueva identidad cultural nacional, Steingress (2002) nos dice

acerca de esto: “Las nuevas identidades ya no se construyen mediante la delimitación

nacional-cultural, sino más bien a través de una transgresión sistemática de las

tradiciones, estructuras y fronteras, como efecto de la imposición de nuevas realidades

sociales en el marco de la globalización (...)” (p.78).


El discurso transgresor de la globalización encuentra en el sector más joven de la

sociedad el target de cultivo perfecto al ser el sector más propenso y receptivo a las

nuevas ideologías, así como también, un descontento general de este sector de

población hacia la percepción de la identidad cultural nacional del ojo internacional

externo.

La globalización es un fenómeno que no es nuevo, el intercambio de conocimientos

y culturas data de siglos atrás; sin embargo, ha sido potencializado a través de la

evolución de la tecnología, específicamente, de los medios masivos de comunicación a

los que hemos sido constantemente expuestos, y tienen un papel protagónico en el

comportamiento de las masas, desde los medios tradicionales como la prensa hasta los

medios más actuales, las redes sociales. Los medios de comunicación han sufrido

también modificaciones en sus formatos influenciados por la globalización, cada vez

vemos más contenidos relacionados al ámbito internacional y el papel de la nación en

los conflictos globales, pero también, se presenta un modelo de cultura diferente, se

difunden aspectos de identidad global y se hace poco para alzar los rasgos culturales

nacionales. Así que una gran incógnita que surge es: ¿qué tan culpables son los

medios de comunicación, ya ahora globalizados, de la paulatina pérdida de identidad

nacional? En la opinión de quien escribe éste texto, probablemente los medios, al hacer

más atractivos los estilos de vida y costumbres extranjeras sea natural que sea

mermada la manera en que los nacionales nos observamos desde un ojo externo,

crítico, y esto contribuya a no desear conservar aquello característico que nos defina

como nación.
Me permitiré hacer un apartado especial a “internet”, por ser el principal protagonista

de la globalización moderna. Internet entendido como una plataforma y no como un

medio en sí provee el espacio perfecto para desarrollar nuevas formas de

comunicación, y los más importante, es un espacio conectado mundialmente,

instantáneo, y multimediático, la herramienta perfecta para éste movimiento. Castells

(2001) se dio cuenta de la importancia de esto y escribió:

Internet es el tejido de nuestras vidas. Si la tecnología de información es el

equivalente histórico de lo que supuso la electricidad en la era industrial, en nuestra

era podríamos comparar a 'Internet con la red eléctrica y el motor eléctrico. Dada su

capacidad para distribuir el poder de la información por todos los ámbitos de la

actividad humana […]. Internet constituye actualmente, la base tecnológica de la

forma organizativa que caracteriza a la era de la información: la red. (p.14)

. En ésta era de la sociedad del conocimiento, la velocidad en la que la información

es compartida es instantánea y dentro de éste mundo nace una herramienta de

socialización muy importante: las redes sociales digitales. Herramientas poderosas en

donde las barreras geográficas y de pensamiento son totalmente derribadas y en donde

la identidad nacional es lo menos identificable en los perfiles creados. Por otra parte a

pesar que la identidad nacional no ocupa un papel protagónico en la información

compartida en las redes sociales digitales, los usuarios sí parecen tener un especial

interés por defender sus tradiciones y cultura particulares dentro de ellas.

Me propongo entonces la siguiente pregunta: ¿Es la identidad cultural un estado

inmutable o un proceso cambiante?, depende de la posición en la que se observe, para

algunos es un proceso social, mutable y adaptable en constante construcción, contraria

a una visión nacionalista y conservadora que considera a la identidad cultural nacional


como algo creado desde los mismos cimientos del Estado-Nación, por lo tanto, no debe

ser mutada, ni mezclada con las culturas externas del globo.

La dialéctica «inclusión-exclusión», en la que se basaba el anterior modelo de

la cultura nacional, deja de ser la principal fuerza constructiva de las identidades

colectivas. Ahora bien, sin dejarnos arrastrar por la hegeliana idea de la aparición de

una «cultura global» y teniendo en cuenta el peso de las culturas nacionales

establecidas, hay que admitir que estamos inmersos en una serie de procesos que

demuestran que la territorialidad de las culturas se restablece en forma de redes

transculturales. (Steingress, 2002, p.80).

La realidad observable de cómo se desarrollan las identidades nacionales

modernas es definitivamente con base en los intercambios globales y es un

pensamiento obsoleto el pensar que las bases de las identidades son entes sociales

incapaces de mutar y de adoptar de diferentes maneras rasgos ajenos a la misma y de

incorporarlas a lo cotidiano, vamos en camino a un nuevo tipo de culturas de masas: las

culturas híbridas.

Seguramente que la identidad nacional —como fenómeno intersubjetivo que las

naciones crean para sentirse pertenecer a las instituciones nacionales— se ve afectada

con la introducción de nuevos modos de vida favorecidos por el crecimiento vertiginoso

de la comunicación masiva mundial, los intercambios demográficos en ascenso y la

aplicación de modelos de educación internacional (Capello et al. ,2007)

La construcción de un Estado-Nación significó la definición de fronteras, en todos los

términos, tanto ideológicos como políticos y culturales, siempre existió una necesidad

política de marcar la diferencia los unos con los otros, la definición de la identidad

cultural nos permitió en principio establecer estrategias de desarrollo de población entre


otras muchas estrategias políticas de bienestar social. La globalización implica la

disolución de esas fronteras, poniendo a las naciones en una preocupación constante,

ya no solo por tomar acciones en el bien individual; si no también, ahora por crear

políticas conjuntas y soluciones a nivel global. Surge a raíz de esto, un sentido de

competencia, el movimiento que pretendía ser unificador, puso en evidencia la lucha de

poderes entre las naciones, acentuando problemas como: el racismo, el clasismo y la

discriminación.

Durante los años setenta y ochenta del siglo pasado se verificó una conexión

directa entre lo cultural y lo social, que desencadenó el racismo; era común

escuchar la expresión: “eres diferente por tu nombre, el color de tu piel, y por lo

tanto tú y yo no podemos convivir en el empleo, ni en el alojamiento”, lo que dio

como resultado gente excluida socialmente, pero integrada cultural y políticamente.

Es entonces cuando esas minorías apartadas afirman: “si dicen que soy distinto, voy

a serlo, construiré para mí una identidad diferente (Kravzov, 2003, p.241).

Contrario a lo que se creía la globalización hizo de la identidad cultural nacional una

herramienta para diferenciarse entre los demás, para destacar y ser notado en la lucha

de poderes, remarcó la importancia que, a pesar de estar dentro de un intercambio

constante cultural y de adoptar constantemente rasgos de otras identidades, es

sumemente importante reforzar el nacionalismo, si es que se desea no perderse entre

el mar de interconexiones transculturales.

La globalización no desaparece a las identidades locales, pues si las

homogeneiza al mismo tiempo exacerba lo que se ha denominado “dinámica

autoidentificadora”, que se expresa en el estallido de nacionalismos y en la

revitalización de pueblos indios y otros grupos sociales que encuentran en esa


identificación una afirmación local, ya que necesitan raíces en una sociedad cada

vez más transnacionalizada: requieren un sitio donde todo les resulte familiar, es

decir, un sentido de pertenencia (McGregor, 2004, p.112)

La globalización nos arrastra hacia dos realidades opuestas, en una está la

integración total y social de las naciones, el intercambio de bienes y conocimientos

sin ningún tipo de barrera política, por el otro lado, existe la posibilidad que dentro

de la lucha de poderes se impere una nación que sobreponga sus ideales a las

demás naciones. Hoy más que nunca el conservar lo que nos hace diferentes es de

suma importancia, si es que no nos queremos perder la esencia, nuestra historia y

todo aquello que nos identifica como mexicanos.


Referencias

Arias-Sandoval, L. (2009). La identidad nacional en tiempos de globalización. Revista

Electrónica Educare, XIII, 7–16. Retrieved from

http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/EDUCARE/article/view/1488

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https://monoskop.org/images/7/75/Canclini_Nestor_Garcia_Culturas_hibridas.pdf

Steingress, G. (2002). La cultura como dimensión de la globalización: un nuevo reto

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