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“Quejas”

Dolores Veintimilla

¡Y amarle pude!... Al sol de la existencia


se abría apenas soñadora el alma...
perdió mi pobre corazón su calma
desde el fatal instante en que le hallé.
Sus palabras sonaron en mi oído
como música blanda y deliciosa;
subió a mi rostro el tinte de la rosa,
como la hoja en el árbol vacilé.

Su imagen en el sueño me acosaba,


siempre halagüeña, siempre enamorada:
mil veces sorprendiste, madre amada,
en mi boca un suspiro abrasador.
Y era él quien lo arrancaba de mi pecho,
Él, la fascinación de mis sentidos;
él, el ideal de mis sueños más queridos,
él, mi primero, mi ferviente amor.

Sin él, para mí, el campo placentero


en vez de flores me obsequiaba abrojos;
sin él eran sombríos a mis ojos
del sol los rayos en el mes de abril.
Vivía de su vida aprisionada;
era el centro de mi alma el amor suyo,
era mi inspiración, era mi orgullo...
¿Por qué tan presto me olvidaba el vil?

No es mío ya su amor, que a otra prefiere;


sus caricias son frías como el hielo.
Es mentira su fe, finge desvelo...
mas no me engañará con su ficción.
¡Y amarle pude delirante, loca!
¡No! Mi altivez no sufre su maltrato,
y si a olvidar no alcanzas al ingrato
te arrancaré del pecho corazón.

“Quejas”, escrito por la poetisa ecuatoriana Dolores Veintimilla (1829-1857), es el


grito de dolor de una mujer magistral eincomprendida. En su breve carrera literaria,
compuesta por inspirados poemas y ensayos, la autora mostró un gran talento
literarioy un pensamiento rebelde que no encontró apoyo en la sociedad
hipócrita,patriarcal e inclinada al fanatismo religioso en la que vivió.De una
sensibilidad extrema, la intolerancia y la incomprensión de quienes le rodearonle
llevaron a convertirse en el arquetipo de heroína romántica y a poner un trágico final a
su vida. Con el presente poema, de un tono melancólico que revela un alma
atormentada por el desengaño,Veintimilla se erige como uno de los principales
representantes del romanticismo ecuatoriano.

La autora

Dolores Veintimilla nació en la ciudad de Quito en 1829, época en la que la


República del Ecuador veía la luz como tal en medio de una situación política
inestable de luchas revolucionarias y enfrentamientos civiles. Fue educada en medio
de una familia pudiente e ilustrada de la aristocracia ecuatoriana, en cuyo seno
desarrolló desde muy joven su pasión por la literatura con sus primeras
composiciones.
Con apenas dieciocho años, contrajo matrimonio con el médico colombiano
Sixto Galindo.Ambos se trasladaron a vivir a Guayaquil, donde la poetisa se
maravillaba del ambiente cultural a la vez que empezaba a manifestar en prosa y en
verso las desilusiones sentimentales de un amor no correspondido. Más tarde se
mudaron a Cuenca, donde Veintimilla y el único hijo nacido del matrimonio fueron
abandonados por el padre. Abandonada y empobrecida, se refugia una vez más en el
arte yejerce de anfitriona de tertulias literarias en las que participandestacados
intelectuales de la época. La figura de Galindo y su atormentada relación con
Veintimilla inspiraron sin duda la composición desesperada de “Quejas”, uno de los
poemas más representativos de la vida y la obra de la poetisa.
En 1857, la opinión pública cuencana se vio perturbada por dos graves
sucesos. El primero fue la ejecución del indígena Tiburcio Lucero, acusado de
parricidio y condenado a la pena de muerte. Veintimilla presenció el acto y,
consternada, lo condenó en su ensayo corto “Necrología”, uno de los primeros
alegatos contra la pena de muerte de Ecuador (Vánegas).

“Que allí tu cuerpo descanse en paz, pobre fracción de una clase perseguida;
en tanto que tu espíritu, mirado por los ángeles como su igual, disfrute de la
herencia divina que el Padre común te tenía preparada. Ruega en ella al
Gran Todo, que pronto una generación más civilizada y humanitaria que la
actual, venga a borrar del código de la patria de tus antepasados la pena de
muerte” (“Necrología”, citada en Avilés)

Su espíritu rebelde y su transgresión accionaron de inmediato los sistemas represores


del poder patriarcal. La altamente influyente iglesia Católica la atacó en varios
escritos con el fin de desprestigiarla y presentarla como enemiga del Catolicismo y de
la “patria”, un concepto clave para la formación de una identidad nacional en los años
posteriores a la independencia (Facolní). Poco después, odiada y vapuleada por una
sociedad cegada por el fanatismo religioso y el jingoísmo, Dolores Veintimilla decide
arrancarse la vida, dejando escasas pero virtuosas composiciones poéticas y
ensayísticas para la posteridad. Los cuencanos, destinatarios de uno de sus últimos
poemas, presenciaban atónitos la consecuencia de su acción.

“¿Qué os hice yo, mujer desventurada,


que en mi rostro, traidores, escupís
de la infame calumnia la ponzoña
y así matáis a mi alma juvenil?” (“A mis enemigos”, Veintimilla)

El poema y su forma.

“Quejas” está compuesto por cuatro octavas italianas o agudas, es decir, estrofas de
ocho versos endecasílabos con rima consonante que siguen el esquema rítmico
ABBCDEEC. Como se puede apreciar el primero y el quinto verso quedan sueltos
mientras que el cuarto y el octavo de los versos tienen rima aguda. Veintimilla
consigue regularidad en el número de sílabas en cada verso con el uso de la sinalefa y
con la adición de una sílaba en el esquema métrico de los versos con rima aguda. Este
patrón otorga musicalidad al poema y acentúa de cierta manera la idea de profunda
pasión y de ensueño de las tres primeras estrofas. Atenúa, sin embargo, el tono de
dolor iracundo de la última estrofa, con lo cual en este último caso éste dependerá de
la semántica y de la retórica.
El poema posee una estética romántica, con un estilo quizás excesivo y un
tono sensible. Para conseguir la figura retórica más recurrente en “Quejas” es el
hipérbato (“Perdió mi pobre corazón su calma” (…) “era el centro de mi alma el amor
suyo”). Es abundante también la prosopopeya, específicamente la personificación,
que atribuye cualidades propias de seres vivos a objetos e ideas portadores de gran
significado en el contexto del poema y que participan también en otras figuras
(“(…)el campo (…) me obsequiaba” / “se abría (…) el alma”). La invocación es otro
recurso recurrente para dotar de dramatismo al poema. Como si de los destinatarios de
las quejas del título se tratase, la voz narrativa se dirige tanto a una persona (“mil
veces sorprendiste, madre amada”) como a la personificación de un objeto (“¡te
arrancaré del pecho, corazón!”) para realizar un llamado de súplica o como sentencia
de muerte.
Dos figuras sobresalen en el principio y en el núcleo del poema: la anáfora y el
paralelismo. Se puede encontrar la repetición de la misma estructura sintáctica (“él, la
fascinación de mis sentidos; / él, ideal de mis sueños más queridos”, “era mi
inspiración, era mi orgullo”) así como la repetición de una o más palabras al principio
de cada verso (“él”, “sin él”, “como”, “era”). Estas constantes repeticiones son
transmisoras de la obsesión del hablante por la figura del amante en las primeras
etapas del enamoramiento.
Otra de las varias figuras de las que hace uso Veintimilla para desarrollar el
contenido del poema es el símil. La comparación de las palabras del amado y la
emoción de la narradora conagradable “música” yunavacilante “hoja en el árbol”
recuerda a la admiración por la música y la naturaleza de la lírica romántica a la vez
que transmite la idea de fragilidad e hipersensibilidad.En la misma línea, más adelante
se halla la similitud de las caricias vacías de amor con el frío tacto del hielo (“Sus
caricias son frías como el hielo”). Otra figura utilizada es la sinestesia, que juega con
la sensualidad cruzada que despiertan las palabras de amor, descritas como “música
blanda y deliciosa”. Se puede identificar un ejemplo de exageración o hipérbole que
llama la atención sobre la intensidad de los sentimientos narrados (“mil veces
sorprendiste”).
La antítesis, junto al paralelismo ya nombrado,funcionan como elementos para
expresar la vital importancia de la presencia del objeto de amor. Así, la ausencia de
éste convierte flores en abrojos y consigue que los rayos del sol proyecten sombras.
Las exclamaciones abren y cierran el poema (“¡Y amarle pude!”, “¡te
arrancaré del pecho, corazón!”), estableciendo una estructura circular con la que la
autora parece enfatizarla capa de dolory frustración en el que se ve envuelta. Así
mismo, encontramosen la tercera estrofa una exclamación que marca un inesperado
cambio de tono y que subraya la ausencia o imposibilidad de conseguiruna respuesta
que traiga consuelo a la aflicción.

El poema y su contenido.

Si asumimos que en el género de la poesía la brecha que separa voz narrativa y autor
es estrecha o inexistente, y si tenemos en cuenta la importancia que se atribuía a la
subjetividad en el movimientodel Romanticismo,podríamos afirmar que en “Quejas”
es la propia Dolores Veintimilla quien habla a través de sus versos. Esta afirmación
no parece ser del todo equivocada si además se tiene en mente la trágica y dolorosa
biografía de la autora. “¡Y amarle pude!”, la contundente exclamación que inicia la
composición, marca un viaje a través de los recuerdos que dejaron la relación de
Veintimilla con su infiel esposo Galindo.
En efecto, Veintimilla conoció y contrajo matrimonio con Sixto Galindo a una
edad que, si bien era habitual en la época, ha sido convencionalmente identificada con
los primeros pasos hacia la madurez. Esta inocencia perturbada se narra en la primera
estrofa, donde las palabras de seducción, cual sirena mitológica o serpiente bíblica,
son música atrayente que lleva a la experiencia y al conocimiento. Desde la
perspectiva de quien ha vivido y sufrido,la autora deja caer un mal presagio (“fatal
instante”) que contrasta con la dulzura del cortejo narrado.
El sentimiento de amor irrumpe y perturba la serenidad de la poetisa
adolescente. Esta idea se desarrollaen la segunda estrofa, donde la figura activa y
dominante del amado, siempre seductora, ejerce tal influencia sobre ella que llega a
controlar la dimensión física (“fascinación de mis sentidos”) y psíquica (“ideal de mis
sueños”) de la figura pasiva de la Veintimilla-protagonista. Se identifica por lo tanto
alamado como fuente de felicidad y como último anhelo con el uso de la anáfora. Se
yuxtaponen varias veces el pronombre “él” y sintagmas nominales.
La dependencia emocional que se crea está presente en la siguiente estrofa.
Incluso la cosmovisión de Veintimilla se ve afectada dependiendo de la presencia o
ausencia del amado. Una vez más se asignan buenas cualidades al amado con el uso
del paralelismo, pero el tiempo pretérito aparece para recordarnos que todo lo narrado
es pasado.
Se aprecia entonces un cambio de tono marcado por la interrogación delúltimo
verso de la tercera estrofa (“¿Por qué tan presto me olvidaba el vil?”) y que continúa
hasta el final del poema. El amor dulce y embriagador se convierte en desamor,
sospecha, (auto)reproche y dolor. Así, lo que antes era “abrasador” y “ferviente” es
ahora “frío” y “mentira” y el amado, antes calificado con epítetos como “primero”,
“ideal” o “fascinación”, muta en “vil” e “ingrato”.
La pasividad y fragilidad que revela la Veintimilla-protagonista del poema se
oponen a la rebeldía y entereza que mostró con su figura real y que se puede
reconocer en sus ensayos. El papel que adquiere la poesía en su vida parece ser el de
receptora y vehículo de expresión de las inquietudes más personales de la artista, en
contraste con las causas públicas que defendía con firmeza en sus ensayos. Este hecho
revela una artista inteligente que evitó caer en las convenciones de género impuestas
en su época y que creyó que el poeta debía ser un artista comprometido, desafiando al
poder.

Cristhian Villamar

Fuentes:

 Avilés Pino, Efrén, “Veintimilla, Dolores”. Enciclopedia del Ecuador.


http://www.enciclopediadelecuador.com/temasOpt.php?Ind=2501
 Falconí Travez, Diego, “Dolores Veintimilla: la construcción literaria del
género y la nación en el albor de la independencia ecuatoriana”, Castilla:
Estudios de Literatura, nº 2 (2011)
 Goetschel, Ana María, Mujeres e Imaginarios: Quito en Los Inicios de la
Modernidad, Abya Yala, 1999
 Vanégas Coveña, Sara, “Tres mujeres en la poesía ecuatoriana”, Prometeo
Digital, 2006

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