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El egoísmo y guerra de Hobbes versus libertad y derechos de Locke

Para comenzar a analizar las diferencias que Hobbes y Locke tienen sobre el origen de la
ética es necesario presentar brevemente el pensamiento de ambos sobre sus postulados en términos
de estado, gobierno y sociedad.

Según Hobbes (1980) en el estado de naturaleza del hombre no hay normas ni leyes de
ningún tipo, sólo la ley del más fuerte, libertades sin límites, violencia, ausencia del concepto de
propiedad. En consecuencia, sería el mecanismo de prudencia egoísta el que nos llevaría a la
desconfianza, la competencia y la búsqueda de la gloria. Este estado sería una guerra constante, de
todos contra todos, de anarquía absoluta, a la que eventualmente podría darle término el derecho
natural obtenido por medio de la razón y acuerdo de las personas por medio de un pacto.

A partir de esta premisa, el filósofo inglés reflexiona sobre las consecuencias e


inconvenientes de mantener el estado natural en que las personas viven, el que está subordinado a un
fuerte determinismo de la búsqueda del placer y de encontrar sólo seguridad y bien personal,
considera que el ser humano, en este éste estado es egoísta, hostil y dominante. Según señala, el
hombre es un ser que busca su propio interés, todos queremos las mismas cosas, y si es necesario
para obtenerlas pelearemos haciendo uso de la razón o la fuerza.

Según Hobbes, una vez que la sociedad se ordena políticamente, es cuando el hombre
empieza a obrar bien o mal. Para ello propone como solución en su célebre tratado político Leviatán,
realizar un pacto, donde todos se someterán a un poder absoluto, la llamada Soberanía absoluta, que
estaría representada en su tiempo por el rey Carlos I. El punto es que en este pacto cada ciudadano
debía renunciar a todos sus derechos, reduciendo las voluntades individuales a una sola voluntad
para convertirse en los súbditos de este monarca absoluto. Agrupándose bajo la dirección del rey
cada hombre lograría frenar sus instintos naturales, lo que significa que sólo así, por medio de un
“contrato social”, se podría convivir sin problemas y encontrar la paz.

Entonces podemos decir que el concepto de ética en este nivel está asociado al egoísmo. Y
que la razón por la cual la sociedad se forma posteriormente al estado inicial de naturaleza, no es por
la bondad del ser humano, sino por el temor a la anarquía y a la pobreza. “Hobbes- explica la ética
simplemente como un mecanismo de la prudencia egoísta; su mito de origen es el contrato social.
Para esta concepción, el estado pre-ético es un estado de soledad y la catástrofe primitiva tuvo
lugar cuando las personas comenzaron a reunirse.” (Midgley, 1995).

Por el contrario, John Locke plantea que para todo hombre existe la llamada ley natural, que
es conocida y aplicada con la razón. Señala que “cada hombre tiene el derecho de castigar al que
comete una ofensa, y de ser el ejecutor de la ley de la naturaleza”, además agrega que cualquier otra
persona que considere justa ésta reclamación puede unirse al afectado asistiéndolo en dicho castigo.
Todo quien transgrede la ley de la naturaleza (proveniente de Dios) expresa estar en contra del bien
común.
Para Locke la formación de la sociedad civil y el estado por medio de un contrato es también
la solución, pero a diferencia de Hobbes, este nuevo estado no tendría el poder absoluto, estaría
formado y propuesto por las mismas personas quienes primeramente son los que escogen a sus
gobernantes, las que también les darían la autoridad limitada para ejercer dicho gobierno, incluso
tendrían la facultad para destituirlos de sus cargos si éstos no cumplen con los derechos acordados
previamente.

La idea de Locke es un gobierno con la división del poder legislativo, ejecutivo y judicial,
para repartir de manera justa el poder, de tal manera que no quede en manos de una sola persona que
eventualmente pudiere hacer mal uso de él.

Si confrontamos ambos pensamientos se puede concluir que para Hobbes el hombre solo vive
bajo el principio de conservación el que llevaría al hombre a actuar de manera individualista, donde
la formación de un estado se hace necesario para finalizar con la GUERRA, y en consecuencia la
ética surge a partir de pasar de un actuar natural a uno convenido por medio de un pacto, para limitar
los instintos naturales y lograr la paz.

Mientras que Locke afirma: “que algunos de nuestros derechos son inalienables, y que por lo
tanto la acción de gobierno tiene límites morales” (Schneewind ,1995). Ésta mirada distinta confía
más en el hombre como un ente social, donde todos trabajan para todos cuidando la seguridad común
y procurando la defensa de las libertades para crear un estado que tendrá el poder de actuar sólo en
contra de la INJUSTICIA.

Por otra parte, Kymlicka (1995) plantea lo siguiente: “El beneficio mutuo no puede ser el
fundamento de la moralidad tal y como la comprendemos normalmente, pues existen derechos
morales previos a la búsqueda del beneficio mutuo”. De lo que podemos concluir, que el hombre no
debe actuar en función de una conveniente reciprocidad, sino de la justicia, igualdad ante las leyes
naturales o del estado.

El tránsito a una vida social regida por el Estado es más plausible según el sistema propuesto
por Locke que según uno acorde con las ideas de Hobbes, pues el sistema de Locke contempla
mecanismos para contener las posibles conductas abusivas del Estado, en caso de que éste atentase
contra los derechos de los individuos. En cambio, un poder absoluto, como es el propuesto por
Hobbes, puede fácilmente caer en la agresión contra los individuos, con lo que se regresaría a una
situación de amenaza o daño como la que había en el estado de naturaleza.

Finalmente, se puede concluir que el hombre se somete a las normas por el interés personal
de no sentirse agredido o perjudicado, prefiriendo así renunciar a algún privilegio y/o placer en
función de su seguridad y tranquilidad. Y volviendo a los filósofos en estudio se puede señalar que
entre las soluciones que ellos plantean, el autoritarismo y absolutismo de Hobbes y el resguardo de
las libertades y derechos de Locke, definitivamente son más democráticos los planteamientos de éste
último.
Bibliografía:

Hobbes, T. (1980). Leviatán: o la materia, forma y poder de una república, eclesiástica y civil.
México: Fondo de Cultura Económica.

Kymlicka, W. (1995). La tradición del contrato social. En M. Singer (Ed). Compendio de ética.
Madrid: Alianza Editorial.

Locke, J. Segundo Tratado sobre el gobierno civil. Un Ensayo acerca del verdadero origen, alcance
y fin del gobierno civil. Alianza Editorial. (Extracto fotocopiado.)

Midgley, M. (1995). El origen de la ética. En M. Singer (Ed). Compendio de ética. Madrid:


Alianza Editorial.

Schneewind, J. B. (1995). La filosofía moral moderna. En M. Singer (Ed). Compendio de ética.


Madrid: Alianza Editorial.

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