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Berry Brazelton, pediatra de fama mundial, experto en el desarrollo infantil > ycteador de la Escala de Evaluacién e Conductual Neonatal y Bertrand Cramer, Pionero de la psicoterapia matemo-infant, sPortan a esta obra singular los conocimientos adquisidon a lo largo de varias décadas de investigaciOn e intense Practica profesional. Por primera vez se combina plenamente Ja investigaci6n sobre la conducta del recién nacido y sobre f + lninteraccén entre éste y sus padtes con los descubronen ss é Psicoanaliticos sobre las. ‘emociones y Fantasias de los padres, ; ¥ Los autores brindan una vivida descripcidn de las cay fantasia y descos naccistas que han experientado los ale k Padres en su nines y de los que con el transcurce det % ‘Hempo nace su deseo de tener un hijo, y muestran como. a £508 sentimlentos originan un fuerte apege por el nine x en gestacion. Luego el «poder y competencies del recien | nacido estimula las fantasias, deseos y expectativas de los padres, lo que lleva a la formacion del vinculo paterno- infantil. Baséndose en las investigaciones mas recientes, explican como participa el nitio en esa relacidn y cudles son Tos ingredientes de la comunicacién y la interacci6n fempranas. A continuaci6n describen las «interacciones inaginarias» que confieren significado y dramatismo cada gesto y expresion. Los padres ven al nino como {tanos, como «salvador» © como la reencarnacion de Lok ‘guna relacién perdida, Fula parte final los autores utilizan su singular perspectiva sombinada para analizar nueve histories de casos extraidas de su propia prictica, Tanto los padres como los profesionales que se ocupan de las madres y sus bebés —pediatras, psicdlogos clinicos y evolutivos, Psiguialras, especialistas en la nines temprana, enfermeras y trabajadores sociales— encontraran en este libro una inapreciable ayuda. T. Berry Brazelton Paidés Psicologia i 165 Sill iil 9 Wagersloogsss ISBN 84-7509-633-9 (Bik LA RELACION MAS TEMPRANA Pacires, bebés y el drama del apego inicial T. Berry Brazelton Bertrand G. Cramer Paidés Psicologia Profunda T. Berry Brazelton Bertrand G. Cramer LA RELACION MAS TEMPRANA Padres. bebés el drama del apego inicial a ediciones PAIDOS Barcelona-Buenos AiresMéxico Fats sngie vig Baers Publis : Measles Puteshing Traslucstors Ge viens Vie HAH Py T Berry Beazchon § Bertrand GC de tadas Las eignones on estes Ediciones Pannios Inerii. 5.8 Matiang Uubi, 82 = DSI) Bunce na 3 Editorial Pautos. SAICF Deena’ S49» Buenos Aires ISBN: seram.ass.9 Deposice legal: B91 198) Impreso en Hu Recaredo, 2-0) Impreso en Espaas - Printed in Spain AGRADECIMIENTO Los autores desean agradecerle a Serge Lebovici su inspiracién y su sugerencia de que colaboraran en la realizacién de este libro INDICE Prefacio Parte 1 EL EMBARAZO, EL NACIMIENTO DEL VINCULO Imroduccisn 1. La prehistoria del vinculo 2. Los albores det vinculo.. i 3. Bl vinculo experimentado por el fututo padre Parte Il EL RECIEN NACIDO COMO PARTICIPANTE Introdueciin 4. La apariencia del recién nacido y la impresion que pro duce iis atte 5. Los reflejos del recitn nacido 6. Los cinco sentidos det recién nacido Los estados de conciencia Evaluacién del recién nacido Diferencias individuales Pante UII OBSERVACIONES DE LA INTERACCION TEMPRANA introduecién 7 « 10, Estudios de la interaccién: una resefha 11. Interaccién en contexto . 12. Estudios con rostro inexpresivo 13. Cuauro etapas en Is interaccién temprana 14. Aspectos esenciales de ta interaccion temprana 5 A al 8 3 8 107 us 13 137 139 153 167 175 187 ! Pane IV INTERACCIONES IMAGINARIAS Introduccion 15, La atribucién de signi quetio 16. El bebé como fantasma sero 17, La reinstauracion de formas pasadas de relacion 18. El hijo como una parte del progenitor 19. La evaluacién de as interacciones imaginarias ‘ado aa Conducta del nino pe Parte V COMPRENSION DE LA RELACION ‘MAS TEMPRANA: UN _ENFOQUE COMPLEMENTARIO DE LA EVALUACION DEL NINO PEQUERO Introducei6n 20, La combinacion de las observaciones el estudio analitice 21. La evaluacién de la interaccién 22. Lisa: “Y ya es irascibie” 33, Sebastian: “Una mirada cargada de reproches Peter: “Un salvaje” Clanssa: “A ’pesar de todo” Bob: "Se fo Hevaron” Antonio: “Un ojo malo” .. Sarah: “Malina” 1. Mary: “Tiempo libre” 30. Julién: “EL tirano™ 31, La evaluacién como intervencién Referencias bibliogréticas Indice analitico 1 desarro 203 205 213 229 237 285 Para Merloyd Lawrence, quien ha Ilevado este libro de la etapa fetal a su plena primera infancia PREFACIO Como pediatra consagrado a la investigacién de la pri- mera infancia (T. Ber Brazelton) y como psiquiatra que dedieé tiempo a la psiquiatria del niio pequeno (Bertrand Cramer), hemos advertido desde hace tiem- po la necesidad de iptegrar las aportaciones de nuestros | Fespectivos campos en Tiare y af trabajo clinics, En “[esd tuvimos Ta oportunidad de trabajar juntos en el Hospital de Nifios de Boston y alli empezamos a con- cebir la posibilidad de escribir un libro en el que se apli- cara la investigacién de la conducta del bebé y de la in- teraccién progenitor-bebé al campo, en continuo desa- rrollo, de la psicologia y la psiquiatria de la primera in- fancia. Los padres y sus bebés recién nacidos son atendidos por profesionales de diversas disciplinas, como pedia- tras, psiquiatras, psicdlogos, enfermeras y asistentes so- ciales. Parte de esta atencién se centra en la salud y el desarrollo del bebé; otra parte enfoca los problemas y las ansiedades de los progenitores. Nuestro libro se basa en dos premisas: que la pareja progenitor-bebe ‘debe ser atendida como una unidad, y_que Ja atencion debe ser transdisciplinaria. Como dijo D. W. Winnicatt, "ino de Tos primeros en sefialar esta interdependencia, “en esta etapa muy temprana, no es légico pensar en un individuo” (Winnicott, 1988a). “Si uno se propone a i 1 deseribir a un bebé, se encontrara con que esta deseri- piendo a un bebé ¥ a alguien mas {la bastardilla es suya}, Un bebé no puede existir solo, sino que es esen- cialmente parte de una relaciin” ‘Winnicott, 1987). Los pediatras y las enfermeras que atienden a bebés sanos y enfermos, y Jos psicélogos del desarrollo que los es- tudian, pueden sacar provecho del conocimiento de las emociones y fantasias de los padres que aportan el psi- coandlisis y la psiquiatria dindmica. A los psiquiatras, psicoanalistas y asistentes sociales que tratan a proge- nitores noveles les resultaré uti! comprender eémo in- ‘Aunque Margaret Mahler y Selma Fraiberg fueron Jas pioneras de la terapia conjunta de la madre y su bebé, y John Bowlby, Louis Sander y otros comenzaron a combinar las observaciones de la primera infancia con jas investigaciones psicolégicas durante lus alos sesen- ta, la labor de integrar estas diversas perspectivas ape- nas ha empezado. Entretanto, las disciplinas individua- Tes han continuado avanzando. La investigacién del de- sarrollo del nifo pequeno ha evolusionada muchiSimo eT fos Ultimos afos, ha permitido descubrir la riqueza de lascapacidadés de percepeidn, deconducta y de relacién Social del recién nacido. Los estudios de la interaccidn, Gomo veremos en la tercera parte de este libro, también han florecido, y han aportado un ciimulo enorme de da- tos cuantitativos. Mas recientemente, ha surgido el campo de la psiquiatria del nino pequeio, que oftece una nocién de la representacién que tiene el progeni- tor del bebé y una oportunidad de usar ese conocimien- to en una situacién clinica. Gran parte de] impulso que nos ha llevado a escri- bir este libro ha provenido, para ambos, de nuestra ex- periencia personal. Como pediatra (TBB), advertf muy pronto que sélo podria encaminar a los bebés hacia su 6ptimo desarrollo si les daba a los padres la oportuni 12 dad de intervenir activamente. Sin tener presentes los problemas que acarreaban los progenitores a partir de propia experiencia infantil, y por lo tanto el signi ficado que para ellos cobraba el “sintoma” del bebé, yo no podia hacer nada para cambiar sus respuestas con- traproducentes. Pereibia las paderosas fuerzas del carifie de los padres, pero no sabia cémo manejarlas para lograr un cambio. Si bien la capacitacién en pe- diatria y on psiquiatria infantil me permitia identificar con toda idoneidad desviaciones fisicas y fallos en el de- sarrollo de los nifios pequefos, me sentia incapaz de orientar a los padres que segufan, respecte a su bebé. un rumbe condenado al fracaso. E| estudio y la investigacién del desarrollo infantil m ayud6 a empezar a apreciar el potencial de erecimiento y curacién del bebé: su maraviliosa plasticidad incluso tras haber sufrido serias lesiones fisicas o psicolégicas. Este estudio del recién nacido me lievé a reconocer la poderosa interaccién entre todos los sistemas (motor, afectivo, reflejo y cognitivo) y el modo como se incenti vaban unos a otros 2 medida que el bebé se esforzaba por cumplir cada jarea del desarrollo, También me per- mitié comprender ng s6lo Jo sensibles que son los bebés: a su ambiente, sino con qué fuerza ellos misma conl- guran ese ambiente. Al verlos como organismos interac fivos desde un principio, empecé a entender algunos de los ingredientes necesarios para que se establezcan re- laciones sanas entre progenitor e hijo Mientras elaboraba las técnicas de investigacién que luego se convirtioron en la Escala de Evaluaciin Con- ductual Neonatal (EECN), comsencé a adverts Tas SpE Cidades especificas de! recién nacido en las que se fun- da la interacci6n temprana. Las observaciones de algu- nos progenitores en nuestra Child Development Unit del Boston Children’s Hospital, emprendidas junto con mis colegas Edward Tronick, Heidi Als, Barry Lester y 13, Suzanne Lixon, me mostraron cémo las madres y los pa- Gres aprenden a ajustarse a los ritmos, las conductas y las necesidades de un recién nacido. Cada una de es- tas investigaciones me brindé una nueva perspectiva de las relaciones progenitor-hijo que yo observaba a diario en mi préctica pedidtrica. Al tratar de ayudar a estas familias empecé a concebir la conducta de los bebés ¥ sus respuestas como un Tenguaje que todos podiamos compartir para fomentar el crecimiento y el bienestar psicolégico de la familia. La investigacién sobre el de- sarrollo me ayud6 a detectar posibles fallos en las re- laciones en una etapa temprana. Ya no podfa tolerar que yo mismo o un colega le dijera a un progenitor: “No se preocupe, a su hijo esto se le pasard cuando crezca’. Los bebés y los padres en dificultades se las arreglan lo mejor que pueden, pero a menudo perpetian los pro- blemas. Con un minimo de comprensién e intuicién, por lo general pueden superar la dificultad. Hasta un bebé prematuro, 0 con un defecto congénito u obstétrico, pue- de adaptarse a un ambiente sensible y apropiado. ‘A los padres, asimismo, el turbulento perfodo del em- barazo y los primeros meses de convivencia con el recién nacido les brinda una oportunidad incomparable para el cambio y el crecimiento. La voluntad de comprender mejor los “fantasmas” provenientes de las experiencias anteriores de los padres que pueden frenar ese creci- miento me llevé a trabajar con Bertrand Cramer, cuyo conocimiento de estas fuerzas inconscientes ha servido de continuo aliciente a mi propio trabajo. Como psicoanalista y psiquiatra (BGC), mi préctica clinica y mis investigaciones se han centrado, durante los tiltimos veinticinco afios, en la primera infancia. Mi ejercicio de la psiquiatria infantil me ayudé a tomar conciencia de que la terapia de un nifio a menudo se ve comprometida a causa de un conflicto prolongado en la relacién del nifio con sus padres. La terapia conjunta 4 de progenitor e hijo brind6 Ja oportunidad de lograr cambios en ambas partes simulténeamente en un mo- mento en el que cada una de ellas tiene una extraor- dinaria disposicién para el aprendizaje de cosas nuevas y al cambio La psicoterapia psicoanalitica clésica se centra pri- mordialmente en los relatos verbales del paciente; la ex- presién de un problema en el nivel de la conducta no es el objeto de estudio directo. Dado que ese enfoque ver- bal no es posible en el caso de los nifios pequefios, me vi obligado a profundizar en la conducta del bebé a tra- vés de la psicologia del desarrollo y del incipiente campo de la pediatria conductual en el que Berry Brazelton ha sido uno de los pioneros. La interaccién observada pasé a ser una fuente fundamental de informacién en el tra- bajo que realizo con parejas progenitor-bebé. Los estu- dios de la competencia del nifio pequefio y la interac- cién temprana han tenido un enorme valor para mi, como para muchos otros psiquiatras infantiles de orien- tacién psicodindmica Por otro lado, la psiquiatria tradicional se centra en a patologia grave y los patrones de adaptaci6n deficien- te. Mi trabajo con Berry Brazelton me ha ayudado a re- conocer y aprovechar las poderosas fuerzas positivas in- herentes a cada una de las partes de la relacién pro- genitor-bebé. Una prolongada experiencia en psicotera- pia de la madre y el bebé me ha llevado al convenci- miento de que la intervencién en esta etapa temprana es una de las mejores oportunidades que tenemos para prevenir la psicopatologia infantil. Con estos antecedentes, en La relacién mds tempra- na aplicamos la psicologia del desarrollo, la investiga cin ae Te PIR Infancia y el conocimiento psidda- nalitico al perfodo que va desde la concepcién hasta Tos “Primerts tesed de-vida, Procuramos Intagrar ls inves tigaciones sobre el desarrollo del bebé y la interaccién madre-hijo por un lado, y el trabajo clinico con proge- nitores y nifios pequefios que presentan problemas, por otro. En la primera parte de nuestro libro se rastrea el na- cimiento del apego desde los primeros asomos del de- seo de tener un hijo, a través de las fantasias y el tra. bajo del embarazo, E] objetivo de esta parte es presen far un panorama general: sienta las bases para los capitulos que siguen. También se explora el efecto que ejercen en la relacién de los futuros padFes Tas @co- fias, gracias a TR es el feto se convierte en una presencia visible, y el nuevo conocimiento sobre las res. puestas del feto en el titero. Las fantasias y expectati vas del futuro padre se comparan y contrastan con las de la futura madre La segunda parte incorpora al otro participante en la relacién, el “monton de anatomfa ¥ fisiologia” (Winni cott, 1988) que influiré en esa relacién desde el primer dia, Lo que ahora hemos aprendido, sobre todo lo que el recién nacido aporta a la relacién —reflejos, capaci- dades sensoriales y estados de conciencia—, se deseri- be aqui desde el punto de vista de la psicologia del de- sarrollo y la investigacién de la primera infancia. Tam bién exponemos métodos para evaluar la conducta de los recién nacidos, sus fuerzas y aptitudes, y en particular las aplicaciones de la Escala de Evaluacién Conductual Neonatal. En la tercera parte comenzamos con una resefia de los estudios de la interaccién, histéricos y actuales. Des- cribimos nuestro propio modelo de sistemas para la in- teraccién, as{ como los aportes de los estudios “con ros- tro inexpresivo”. En esta parte analizamos las etapas de la interaccién temprana e ingredientes clave come la sincronia, la contingencia y el arrastre. En Ja cuarta parte se sopesan estas observaciones ob- jetivas de la interaccién a la luz de las fantasias y re- presentaciones draméticas que suelen estar en su base ‘Aguf presentamos nuevos datos sobre los diversos tipos de “interaccién imaginaria” los “fantasmas’, las bata- las repetidas, los parientes reencarnados y los modos de dilucidar e interpretar estos datos. Por dltimo, en la quinta parte nos proponemos unir los hilos que constituyen los casos extraidos de nuestras respectivas précticas clinicas. Ilustramos nuestro enfo- que complementario mediante la observaci6n e interpre- tacién de nueve relatos de casos del tipo que se le podria presentar a cualquier profesional encargado de atender a familias j6venes. Los problemas y situaciones descri- tos (llanto, nacimientos prematuros, depresién, sobrees- timulacién, trastornos del suetio, defectos menores de nacimiento, eteétera) entrafan patrones comunes y pe- rennes. Esperamos que estos casos les sirvan de inspi- racién a lectores de disciplinas distintas cuando se en- cuentren ante situaciones reales en su trabajo. Todo el capitulo tiene el propésito de ilustrar nuestros puntos de vista complementarios y también el modo como la evaluacion puede convertirse en una inte Prana. wv Parte I EL EMBARAZO: EL NACIMIENTO DEL VINCULO La misma alma gobierna los dos cuer- pos... las cosas que desea la madre a me- nudo se encuentran impresas en los miem- bros del nifio que ella lleva er su vientre en el momento de sentir el deseo LrONARDO Da Vixct, Quaderni INTRODUCCION Para todos los que se convierten en padres, en el mo- mento de! nacimiento se juntan tres bebés. Bl hijo ima- ginario de sus suetios y fantasias y el feto invisible pero real, cuyos ritmos y personalidad particulares se han estado vn ente evidentes desde varios meses, se fusionan con el recién nacido real que ahora pueden ver, oir y, finalmente, tomar en sus bra. zos. El_vineulo con un recién ngcida (cuyo papel en la relacidn se explorara en detalle en la segunda parte) se, construye sobre relaciones previas con un hijo imagir Hoy oon el fote-en doparvolo Gus he Tormado parte del mundo de los padres durante nueve meses. Con el fin de comprender las interacciones “mas tem- pranas” entre el progenitor y el hijo, debemos retroce- der por un instante para examinar estas relaciones ain mas tempranas. Las fuerzas, biolégicas y ambientales, que llevan a hombres y mujeres a desear tener hijos, y las fantasias que estos deseos suscitan, pueden con- siderarse como la prehistoria del vinculo. Mas tarde, du- rante el embarazo y los nueve meses de adaptacién, fisica y psicolégica, al feto en crecimiento, hay una pro- gresién de etapas que se podrian describir como los al- bores del vinculo, Como el impulso hacia la paternidad, las fantasfas y la experiencia del embarazo son necesa- viendo crecienten ce 23 riamente diferentes en los hombres y en las mujeres, en el capitulo 3 trataremos los modos como se adapta el padre al hijo por nacer. 24 1. LA PREHISTORIA DEL VINCULO El embarazo de cada mujer refieja toda su vida pre- a a Ja concepeién. Las experiencias con su propia ma- dre y su propio padre, sus postericres experiencias con el tridngulo edipico y las fuerza: que la levaron a adap- tarse a éste con mayor o menor éxito y por iltime a se- pararse de sus progenitores, todo esto influye en su adaptacién a este nuevo rol, Ciertas necesidades insa- tisfechas dela ninez y !a adolesconcia son parte del de- ‘seo de quedar embarazada y, posteriormente, de adap- “tarsé ala condicion del embarazo. Tras examinar como se reflejan estas experiencias y necesidades tempranas en el deseo de tener un hijo, consideraremos las trans- formaciones causadas por el embarazo mismo y la re- acomodacién de emociones y fantasias que tiene lugar a medida que la mujer desarrolla su nueva identidad como madre, IDENTIDAD DE GENERO Son muchas las fuerzas que actian conjuntamente para producir un sentido de identidad para cada géne- ro. La mayoria de las personas tiene uaa mezcla de e: tos sentimientos, pero predomina una identidad central. Esta “identidad de género central” (la sensacién subje- 25 tiva de pertenecer @ un sexo} parece desarrollarse des de el comienzo de la vida, bajo la influencia de fuerzas tanto bioldgicas como ambientales 1. Influenctas hormonales. Los cromosomas sexuales determinan la diferenciacién de! ovario y los testicul en el feto en desarrollo. Posteriormente, en ciertos momentos “criticos” del desarrollo fetal, altos niveles de andrégenos en circulacién determinan la formacién de genitales externos masculinos tfpicos. Un nivel domi- nante de andrégenos !e dara genitales externos mascu- linos a un feto genéticamente femenino. E! clitoris se agrandaré en el nacimiento y parecerd un pene. Se des: arrolia la bolsa testicular y el fisieo del bebé se mascu- Jiniza. John Money y Anke Ehrhardt (1972) han demostra- do también que la diferenciacién sexual eonductual y emociona! puede verse influida en el utero del mismo modo, Las hormonas sexu: len una influencig di- recta sobre al cerebro, afectando la formackih de impor antes neurotransmisores y fomentando e] crecimiento. le células nerviosas. Las hormonas sexuales afectan el ‘“Wipotalamo, una zona del cerebro estrechamente rela- cionada con la regulacién de la conducta. Los animales, tanta machos como hembras, expuestos a altos nivel de andrégenos prenatales exhiben la conducta de apa- reamiento, y otras conductas, caracteristicas del macho. En los seres humanos, en cambio, si bien las hormonas intervienen en ei desarrollo de los genitales externos y, posiblemente, en el desarrollo del cerebro, lo que deter- mina la conducta es la interaccién de esas biolégicas con los factores ambientales. 2. Sexo asignado. En el nacimiento, al bebé se le asig- ha _un sexo sobre la base de la _apariencia de los gent tales Extemos, Beta asignacion cumple un rol determ>—> pa 26 nante en el de: lo_de I; lentidad de género. Mo- hey y Ehrhardt han demostrado este Torma ca- tegorica en su estudio de nifios nacidos con genitales ex- ternos que difieren de su orientacién sexual ero- mosémica (Money y Ehrhardt, 1972). Este es el caso de los fetos femeninos antes mencionados, que fueron ex- puestos a influencias hormonales andrégenas y que mostraban genitales “masculinos” al nacer. Estos nifios son criados como varones, y las percepciones y la con- ducta de quienes los rodean determinan su conviccién subjetiva de ser varones. Money + Phthard: probaron que para los dos afios de edad, la identidad de género Ea quedate- ther on Te wente-de-mano. “pe manera similar, un feio gentiveamente mascul no que es insensible a la influencia de los andrégenos durante la vida fetal tendré una apariencia femenina al nacer, con una vagina y con las caracterfsticas exter- nas de una mujer. Estos bebés serén criados como nifias. Desde el principio, los padres los tratarén como nifias, y crecerdn considerandose nitias. Sélo cuando la puber- tad o la infertilidad las lleve a buscar atencién médi- ca se descubriré su verdadero sexo genético. Mientras tanto, habiéndose considerado ellas mismas como mu- Jeres, se habran comportado como tales. Estos “experimentos de la naturaleza” demuestran con cudnta potencia pueden las expectativas paternas, walemas y sociales basadas en el sexo asignado refor zar las influencias hormonales intrauterinas. En el caso de estos nitios, las praeticas de erianza se ven influidas por la apariencia de los genitales, y no lo son en abso- luto por el sexo genético. Las presiones sociales, la asig- nacién de roles y la expectativa paterna y materna de- terminan el sentido subjetivo de identidad de género y la consiguiente conducta de estos nifios. 27 ) | 3. Diferencias conductuales innatas. Aunque muchos investigadores han tratado de distinguir diferencias conductuales congénitas entre varones y ninas recién pacides, son pocas Las diferencias comprohadas de for ma conclavente- 125 oS warones réeién wands ne FTE ‘(pa mayor actividad motora-que las nihas, pero Ta ca lidad de su conducta motora puede ser, Girone Tarae TUMENE HUTT del bebe masculine parece ser mas vigo rosa, pero de breve duracién en cada acto motor, mien- tras que la misma conducta motriz es més moderada y decae con mayor lentitud en las nifas. Si bien los va- yones tienden a mostrar niveles mas elevados de irri- tabilidad, esto puede relacionarse con la mayor inciden- cia de complicaciones prenatales y obstétricas en los va- rones (Parmelee y Stern, 1972). Los varones recién na- cidos parecen fijar la vista en objetos durante lapsos mas breves pero més activos, mientras que las nifias recién nacidas muestran mayor lentitud en fijar Ja aten: cidn, pero prestan atencién durante lapsos mds prolon- gados. Es posible que los bebés de sexo femenino sean més sensibles al tacto, el gusto y el olor, y que tengan més actividad y conducta orales (Maceoby y Jacklin, 1974; Korner, 1974). Aunque estas diferencias sexuales innatas son menos pronunciadas que las diferencias in- dividuales no relacionadas con el sexo, pueden influir en la interaccién temprana (Cramer, 1971) 4, Actitudes de los padres. Desde el primer reconoci- miento (o asignacién} de la identidad sexual del bebé, los progenitores experimentan sentimientos diferentes hacia un bebé varén y hacia una nifa. La madre sin duda verd partes de si misma mas facilmente en una nifia, y tenderd a erigir al varén en un complemento de ella misma. Los padres no pueden sino desear un hijo var6n con el cual identifica: una nia hacia la cual albergar sentimientos mas tiernos. Estas catalogaciones 28 inconscientes determinan, en cierta medida, la forma como los progenitores tratarén al bebé. Dado que nues- tras culturas han fomentado durante mucho tiempo una conducta fuertemente estereotipada segin el sexo, es casi inevitable que con un varén se juegue mas vigo- rosamente y a una nifa se la cuide con mas delicade- za. Bl padre tenders, por ejemplo, a alzar en sus bra- z0s a un vardn; la madre tenderé a proteger a su hija de ese tipo de juego. Nuestra conducta vocal también est determinada por nuestras propias experiencias pa- sadas. Tendemos a hablarle con suavidad y dulzura a una nia, y a tratar de animar y estimular a un varon con las mismas palabras. El ritmo de la interaccién en- tre progenitor e hijo probablemente seré moderado y lento con una nifa, y tendré altibajos mas marcados intervalos mas cortos con los varones. Hay crecientes pruebas de que las madres tienden a hablarles y a al- zar mds a las nifias que a los varones. Estas conduc- tas diferenciales nos son inculcadas con tanta fuerza po: el trate que todos recibimos por parte de nuestros pro: pios padres que es poco probable que podamos cambiar~ las por medio de una determinacién consciente. El modo de sentir de los progenitores la masculinidad y la femi- nidad tendré una poderosa influencia en la identidad de género y se transmitira al bebé de maneras sutiles a través de cada interaccin. La identificacién con la con- ducta de su madre hacia ella y la participacién del pa- dre en la conducta afectiva de una nifita pueden refor- zar su deseo de convertirse en madre mds adelante en su vida. 5. Sensaciones corporates © imagenes mentales, Las sensaciones del bebé en desarrollo —especiaimente en torno a los genitales— pueden infuuir el concepto psfqui- co de pertenecer a un sexo 0 al otro. Dade que los ge- nitales del varén estén mas expuestos y mas accesibles al tacto del nitio mismo y de quien lo euida, las expe- Hencias tempranas con la exploracida, la masturbaci {la valoracién de los propios genitales pueden deter- jninar una mayor propensién al exhibicionismo y a la oxteriorizacién de la sexualidad en el vardn. La nitia tie ne més tendencia a la intimidad, a la curiosidad por sus genitales y por el significado y et valor de éstos. v a in teriorizar la sensacién. Estas diferencias en la experien. cia sensual, basadas en diferencias en las caracteri: cas sexuales del cuerpo, se profundizaran e incremen- taran en cl curso de la vida y continuardn influyenda Ja identidad de género, A medida que crece, la nifia hara preguntas recurrentes sobre la funcidn prevista de s genitales y suis pechos, Al llegar a la edad de la mens truacién, estas preguntas volveran a cobrar importan- cia. Sus érganos reproductores, no vistos ni puestos a prueba, se entrelazaran con sus fantasias sobre el em- barazo. Robert Stoller afirma que estas fantasias son vi- tales para el desarrollo de la identidad de la mujer y sostiene la validez del concepto de feminidad primaria (Stoller, 19761, Segun su punto de vista, una nina des- arrolla und identidad femenina desde muy temprano en la primera infancia. Esta nocién de la primacia de la identidad femenina ha alterado las teorias freudianas de la envidia del pene, Freud sostuvo que la nifia pro- curaba reemplazar lo que no tenia, el pene, usando su cuerpo para engendrar un bebé. Las mujeres necesita- ban la prueba material de la integridad de sus cuerpos que provenia de dar a luz a un hijo. Un bebé saluda- ble se convertia en una prueba tranquilizadora de que los érganos internos de la mujer eran productivos y sa- nog, y resolvia su “inevitable” envidia del pene. Freud también sefalé que las fantasias de una nifita en tor- no a un bebé propio le permitian imaginarse a si mis- ma como una igual de su madre, todopoderosa y dado- ra de vida. Estos supuestos de la teoria psicoanalitica 30 de los primeros tiempos se generaron en una sociedad sexista que no sélo segregaba la psicodinamica mascu- lina de la femenina, sino que interpretaba la psicologia femenina desde el punto de vista del anhelo de la mu- jer de ser hombre. Hasta que la psicoanalista Helene Deutsch escribis The Psychology of Women, en dos to- mos, de hecho se le habia prestado poca atencién al de- sarrollo de la psicologia de la mujer. En la cbra de Deutsch se sigue insistiendo en la envidia de la mujer hacia el varén dominante, Solo hace relativamente poco tiempo, los analistas han comenzado a buscar una “iden- tidad central femenina” en el desarrollo de las mujeres j6venes que no esté determinada por la “envidia del pene”, Las sensaciones corporaies y las imagenes men- tales de la nitia forman los primeros cimientos. Mucho més adelante, el trabajo psicolégico efectuado durante el embarazo y los primeros contactos con el bebé com- pletaran el proceso de esta identidad en evolucién, EL DESEO DE TENER UN HO E] deseo de una mujer de tener un hijo es producto de muchos motivos ¢ impulsos diferentes. En cualquier mujer en particular seria imposible discernir todos y cada uno de los factores que intervienen. Pero con el fin de dar una idea de la fuerza y la complejidad de ese de- seo, y de ayudar a comprender la turbulencia del em- barazo, intentaremos identificar algunos de los més im: portantes de estos factores. Entre ellos se cuentan la identificacion, la satisfaccion de diversas necesidades narcisistas y los intentos de recrear viejos lazos en la nueva relacién con el hijo. 1. Identificacion. Todas las mujeres han experimen- tado alguna forma de cuidado materno, Cuando una nifta recibe cuidados, es probable que conciba la fantasia 31 de convertirse en Ia persona que cuida, en lugar de la que es cuidada, A medida que desarrolle su propia au- tonomia, comenzara a asumir las posturas de las mu- jeres cercanas a ella. Aprendera por imitacién eémo se comportan las figuras maternas. Los que la rodean pro- bablemente se deleiten con sus imitaciones. por lo que las reforzaran y fortaleceran su identificacién incons- ciente con la madre y las figuras maternales A principios de su segundo afo de vida, la nifia abra. zaré con ternura un muiieco o un animalito de jugue- te. Sostendré al “bebe” cerca de su pecho izquierdo, con aire solicito, como lo hacia su madre. Al tenerlo en sus Syrazos, Jo mecera con delicadeza, lo mirar4 con dulzu- ra y con expresién receptiva, y le hablaré con voz arru- Hadora, como si esperara que el mufeco le fuera a de- volver la mirada y los arrullos. Cuando la nifia deam- bula con “su bebé", se hace mas alta. Su porte se vuel- ve mas & A ‘quros. Lus pies de la ava generalmente estan sauy separades y sc maueven en forma tentativa en las ocasiones en que est4 explo- rando su mundo, pero cuando toma en brazos asu ama do juguete, se convierte en Ja persona adulta que esta imitando. Sus gestos, sus ritmos, su conducta facial y vocal, no le podrian haber sido ensenados. Los ha ab- sorbido por imitacién, a través de sus propias experien- cias de ser abrazada y mecida y a través de la identi- ficacién con su madre o con otras figuras maternas con las que ha estado en contacto. No es ninguna casuali- dad que esta conducta se manifieste principalmente en su segundo afo de vida, coincidiendo con su impulso ha- cia la autonomia, A medida que su necesidad de inde: pendencia se alterna con su deseo de ser tratada como un bebé, la nifia representa cada uno de estos rotes: el de la madre independiente y el del bebé desvalido. Cuando se le pregunta cémo se lama el “bebé" que tie ne en brazos, lo mas probable es que le dé su propio 32 nombre. Al avanzar en su segundo y tercer afi de vida, las palabras que utilice para referirse al bebé expre sardn las ambivalencias de su identidad en desarrollo: en cierto momento, el “bebé bueno” que ella quiere ser y en otro momento, el “bebé malo” que también quie reser. A medida que ®volutiona sv Mentdd- et oeso Gon el bebé pone en evidencia que la nifa esta incor. porando partes importantes de su madre, A los cinco o seis afios, es posible que la nifia comien. ce en ocasiones a negar este rol maternal. Puede em- pezar a identificarse con ciertas conductas mas maseu- linas, a repudiar todo deseo de jugar con mufiecas 0 con un “bebé" y a preferir jugar con cachecites o trepar. En nuestra sociedad actual, con su tendencia hacia el tra- tamiento unisexual de los nifios pequetios, es posible que nos encontremos con nifias que sélo usan pantalo- nes o que, delante de otras personas, caminan con el porte “a lo macho” que suelen adoptar los ninos pe quefios. Pero el juego maternal suele reaparecer cuan- do la nifia esta sola con otras nifias o con su madre. 2. El deseo de ser completa y omnipotent. Entre los motivos narcisistas que fomentan el deseo de tener un hijo se cuentan el deseo de conservar una imagen idea- lizada de una misma como persona completa y omnipo- tente, el deseo de duplicarse o reflejarse y ei deseo de cumplir los propios ideales. Usamos el término “narci- sista” para referirnos a esta actividad de desarrollar ¥ mantener una autoimagen, ¥ también al grado de em- peo en dar esa imagen. La actividad narcisista se ex- presa en la vida psiquica a través de fantasias, entre las cuales esta la fantasia de ser completo y omnipoten- te. Uno de los postulados basicos de la teoria psicoa- nalitica del narcisismo es que existe una tendencia a gratificar estas fantasias de integridad y omnipoten: Y que sobre la base de esta gratificacién se constru: el sentido definitivo de si-mismo de un ser humano. Esta tendencia estard en continua interaccién con otras ten- dencias opuestas, como el deseo de relaciones con obje- tos, en las que éstos representan esencialmente lo que no es el s{-mismo y lo que esta separado de éste. La ne- cesidad de ser omnipotente también esta en conflicto con los impulsos sexuales. con la necesidad de recibir estimulo por parte de otros y con el reconocimiento de la realidad, dado que necesitamos a otros para satisfa- cer nuestras necesidades » que constantemente nos’ emos obligados a afrontar nuestras insuficiencias y e! hecho de ser incompletos. Estas fuerzas opuestas crean conflictas que sélo pueden resolverse por la via de ta transigencia, Los tipos de transigencia en cuestién ven. drén determinados por las opciones en materia de em: pefio, de objetus de amor, de intereses y de busquedas De est eg una fuerza fundamental para ef desarrollo, al crear pores. “R encon: lanes, nuevas sevas s0- luciones (ya sean normales o patelézica: El desea de ser completa es satisfecho tanto por medio del embarazo como de un hijo Ba algunas wens pre domina el deseo de estar embarazada; el eibarazo ofre- ce una oportunidad de ser plena, de ser completa. de experimentar su cuerpo como potente y productivo El embarazo contrarresta la sensacién de vacfo y la preocupacién de que el cuerpo sea incompleto. Este de- seo del embarazo se advierte ya en el juego de los nits, de corta edad. Nifias y varones procuran simular un em- barazo abultando su abdomen con una almohada 0 ha- ciendo sobresalir su vientre. El dolor de barriga, la re- | tencion fecal o.ciertas difieullades-en la Taneion Bas | ‘Wonnrestimal pueden ser una parte inconsclente pero co- | PEER a esta enifcasion con oi ro] adulto 08 em dbemreeg--rrPeraT-tPoP oR TSP See EPS EPP ST deseo narcisista de completarse una misma a 34 través de un hijo es mas diferenciado:la madre contem- plara al hijo deseado ante todo como una extensién de su propio si-mismo, como un apéndice a su cuerpo; la nifia realza su imagen corporal, dandole una dimensién adicional que puede ser exhibida con orgullo 3. El deseo de fusion ¥ unidad con otro. Junto con el deseo de ser completa esta la fantasia de la simbios de Ja fusién de una misma y el hijo. Y junto con este deseo de unidad con el hijo esta el deseo de volver a la unidad con la propia madre de una. Este deseo es una fase vital del desarrotlo normal, una fantasia fundamen- tal para el mantenimiento de la autoestima y una par te importante de la vide amorosa adulta, La oportuni- dad de gratificar esas fantasias de simbiosis durante el embarazo lo convierte en up periodo propicio para sofiar y para solazarse con fantasias de unién. Después del parto, el desarrollo y el mantenimiento de actitudes ma- ternales de vineulo dependen de que la mujer recobre estas fantasias de unidad con su propia madre. Fl fur turo hijo encierra la promesa de una relacién estrecha, del cumplimiento de las fantasfas infantiles. 4. El deseo de reflejarse en el hijo. Reflejarse es una dimensién fundamental del narcisismo, del desarrollo y mantenimiento de una autoimagen sana. Uno tiende a amar su propia imagen reproducida. El deseo de una mujer de tener un hijo seguramente incluird la esperan- za de que ella habré de duplicarse. Esta esperanza man- tiene viva una sensacién de inmortalidad: el hijo repre- senta una promesa de continuacién, una encarnacién de estos valores. Se ve al hijo como el siguiente eslabén de una larga cadena que une a cada progenitor con sus pro- pios padres y antepasados. La fuerza de esta filiacién crea infinitas expectativas: el hijo seré portador de los rasgos de la familia, del apellido de la familia; es po- i sible que asuma una profesién que caracteriza a la fa milia, 0 el nombre de un antepasado famoso. Los nu merosos rituales en torno al nacimiento, como el bau tismo y otras tradiciones, fortalecen este poderaso y ne cesario sentimiento de identidad entre los hijos y sus familias. El término “reflejar” se ha empleado por Jo general para deseribir una funciin vital de la madre: ta de pro- portionarle al bebé una imagen de su propio si-mismo Los bebés ven en el rostro de su madre los efectos de" ‘Sy propia Tonducta, aprendionde asi al mismos (Winnicott, 1958), Aqui usamos la palabra “re. flejar” para referirnos al sueno de la mujer de tener un bebé que corresponda a su ideal a la perfeccién, que dix plique el si-mismo ideal de ella y que le haga saber lo satisfactoria que es como madre. Todn temor de tener un behé imperfecto amenaza esta autoimagen y debe ser . iju inchuye ef desea ver reflejadas en el hijo las marcas de Ja propia crea- tividad y de la capacidad de la mujer de ser madre 5. Cumplimiento de ideaies ¥ uportunidades perdidos Los progenitores imaginan que su futuro hijo tendra éxi to en todo aquello en que ellos fracasaron, Por mas jove- nes que sean, en el momento en que conciben un hijo los progenitores afrontan limitaciones y la necesidad de transigir. Saben que no pueden coneretar todos los suenos de poder, belleza y fuerza que acariciaron en su niez. Los adultos jévenes deben afrontar el reconoc miento de que son mortales, tienen opciones v capaci- dades limitades y estan comprometidos con una carre- ra y una eleccién de vida particulares. E] futuro hijo representa, pues, una oportunidad de perar esta serie de transigencies y limitaciones. E} hijo imaginario entrafa el ideal del yo del progenitor. Sera un dechado de perfeccién. Llevars adelante la ar 36 0 sobre ellos = dua biisqueda de omnipotencia. El futuro hijo es no sélo una extensién del cuerpo de la maére, sina una exten- sién de lo que Kohut (1977) denominé la autoimagen grandiosa de ella. Ej hijo de fantasia, por lo tanto, debe ser perfecto; debe concretar todo el potencial latente en los progenitores. Las pruebas de estos deseos abundan, tanto en la ex. periencia cotidiana como en Jos consultorios de los psi- quiatras de nifios. Los progenitores ponen mucho afin en el aspecto fisico del hijo, en su desempeno motor y més tarde, en su rendimiento escolar. Los valores que han sido altamente preciados por los progenitores pue- den convertirse en una “obligacién” para el hijo. Cuan- to mas han fracasado los padres, tanto mas han de pre- sionar al hijo para que tenga éxito. Si la madre desea ser mas independiente, su nino tendra que ser autonome, Si el padre cree ser una persona poco instrui- da, su hijo tendra que ir ala Universidad de Harvard Por mas oculto y grandioso que sea el deseo, el futuro hijo tendré la misién de cumplirlo. La contrapartida de esta grandiosidad es el inevitable temor de que el bebé resulte un fracaso. Este temor, también, debe ser repri- mido, porque amenaza confirmar una vez mas los fra- casos de los propios progenitores Asi como es facil advertir que estos deseos nareis tas pueden interferir mds adelante el desarrollo del nif, es vital entender que también son indispansabtes ‘Estos deseos preparan a la madre para el vinculo: ella debe ver a su hijo como algo tinico, como un potencial redentor de esperanzas perdidas y como un ser con ple- no poder para cumplir sus deseos. De qué otro modo podria desarrollar el sentimiento de que su bebé es la cosa més preciosa en su vida, digna de toda su atencién? De qué otro modo podefa desarrollar lo que Winnicott ha denominado la “preocupacién maternal primaria’, compuesta de un estado de absolute altruismo y auto. : denigracién que en otras cireunstancias resultarfa total- mente inaceptable? La madre puede dejar de lado por completo sus pro: pias necesidades narcisistas después del parto porque ahora estén depositadas en el bebé, Puede desatender- jas en ella misma, porque su hijo las gratificaré todas mas adelante. Las madres pueden tolerar el tremendo: egoismo de los bebés porque, al cuidarlos, estan satis- faciendo en forma vicaria sus propias necesidades y de- seos egoistas. Cuanto mas logre darse la madre a su fu- turo hyo, tanto mas cumplira sus propios deseos ¥ ex- pectativas de ser una persona adulta plena. La naturaleza les da a las madres nueve meses para albergar dudas, temores y ambivalencia en torno al hijo que vendra. Estos sentimientos aparecen contrarrest: dos por la importante fantasia del hijo perfecto. Cuan de llegue el momento, el bebé le ofrecera a la madre la certeza de que ella puede crear, que su cuerpo funcio- na bien y que sus ideales y esperanzas incumplidos por fin se harén realidad. Esta esperanza contribuye a man tener a las madres en un estado de ilusién anticipante positiva durante el embarazo y a protegerlas del ago bio de la duda y la ansiedad 6. El deseo de renovar viejas relaciones. El deseo de tener un hijo también incluye el deseo de un nuevo com. pafero con el cual revivir viejas relaciones, Un hijo en: cierra la promesa de renovar viejos lazos, los amores de la nintez, por lo que se le adjudicaran atributos de cier tas personas importantes en el pasado del progenitor. Este potencial se pone claramente en evidencia cuan do el hijo parece ser un sustituto de un progenitor, her- J mano 0 amigo fallecidos Es fascinaute comprobar con : Taber perdido-a un Jamiiar gercant Coddington. 1979) ToF hijos siempre llevan en si el potencial de réno- 38 var viejas relaciones. En la cuarta parte del libro, ve- remos de qué modo esto afeeta la interaccion tempra- na, La expectativa de recobrar vinculos pasados es un incentive para tener un hijo. Al hijo de fantasia se le adjudican poderes magicos: el poder de reparar las vie- Jas separaciones, de negar el paso del tiempo y el do- lor de la muerte y la desaparicién Un nuevo hijo nunca es un total desconocido. Los pa- dres ven en cada futuro bebé una posibilidad de revi vir vinculos que pueden haber estado inactivos duran- te aiios, una nueva oportunidad de concretarlos. Los sentimientos contenidos en estas relaciones pre- vias se pondrdn en juego una vez més, en un esfuerzo por resolverlos. En _una situaciin de andlisis, dirfamos que el futu- ro filjo es un objeto de transferencia, es decir, que los Sentimientos y relaciones ineonscientes de los padres seran transferidos al hijo. El proceso de la transferen- 1 cia, en_si mismo, tiene efectos UFEfivas, precisamente Borge revive vieios lazos perdidas, Bn este sentido, podriamos describir al futuro hijo como un reparador, por cuanto encierra la promesa de recrear relaciones in- activas que fueron gratificantes en el pasado. 7. La oportunidad tanta de reemplazar como de sepa rarse de la propia madre. En su deseo de tener un hijo, la mujer experimenta una singular forma de doble iden tificacién. Se identificard simultdneamente con su pro- pia madre y con su feto, y asi representara y elaboraré los roles y atributos tanto de la madre como del bebé, sobre la base de experiencias pasadas con su madre y ella misma como bebé. Al tener un hijo, coneretard el suefio largamente acariciado de volverse igual a su pro- pia madre, haciendo propios los atributos magicos y en- vidiados de la creatividad. Ahora estar ala altura de su tedopoderosa madre, trastrocando su sometimiento 39 a ella y su sensacién de inferioridad en la rivalidad edipica. Ahora puede convertirse en la Madre Univer- sal y concretar su potencial creativo, mientras que su madre de ja vida real probablemente estar4 lamentan- do la pérdida de su propia capacidad de tener hijos. Si bien esto puede provocar un sentimiento de culpa, tamy- bién aporta una fuente de renovada autoestima. E] de- seo de tener un hijo también puede incluir un deseo de restaurar imagenes de la madre, a la que la mujer sien- te haber dafado debido a envidia. mujer pue- de sofiar con ofrecerle su nuevo hijo a su madre, como muestra de gratitud. El resurgimiento de la relacién con su propia madre es un “proceso muy intenso durante el > embarazo, Se puede revelar en los suenos, en los temo- ~ res, y en Un acercamiento ala madre. Podria surgir una nueva relacidn. En los casos en que esta relacién se forjé con muchos conflictos, es posible que esta evoluciin que- de frenada y que el conflicto se intensifique ‘Los anhelos y fantasias que acabamos de describir no agotan la diversidad de fuerzas y presiones sociales que se entrelazan en el ceseo de tener un hijo. Pero espe- ramos que sean suficientes para indicar el poder y la. compleiidad de este-deseo. Las identificaciones, las sa- nas necesidades narcisistas, el afin de recrear viejas re- Jaciones, son todos factores que contribuyen a darle vi gor ala capacidad de la mujer de ser madre y cuidar a su hijo. Al reacomodar los suenos y las emociones de la madre, estos factores preparan las condiciones para el vineulo con el bebé 40 2, LOS ALBORES DEL YINCULO TRABAJO DEL EMBARAZO Los nueve meses de embarazo brindan a los futuros padres la oportunidad de prepararse tanto psicologica como fisicamente, La preparacién psicolégica, tanto inconsciente como consciente, esta estrechamente en- trelazada con las etapas fisicas del embarazo de cada mujer, Después de mueve meses, casi todos los proge~ nitores tienen la sensacién de estar completos y lis- tos. Cuando este lapso se ve reducido, como en el caso de un parto prematura, los progenitores se sienten des- prevenidos e incompletos. Cuando existen complicacio- nes fisicas, éstas ponen en peligro la adaptacién psi- col6gica. En el proceso psicolégico del embarazo pueden mani- festarse confusién 0 ansiedad. En este perfodo son fre~ cuentes el retraimiento emocional o la regresién a una actitud més dependiente respecto a otras personas de la familia. La perspectiva de asumir la responsabilidad de un nuevo bebé crea una sensacién de urgencia. El futuro progenitor necesita retraerse o experimentar una regresién con el fin de reorganizarse. La ansiedad que sienten ambos progenitores puede retrotraerlos a las disputas y los sentimientos ambivalentes de otras adap- taciones anteriores, Esta movilizacién de sentimientos viejos y nuevos suministra la energia necesaria para la enorme tarea de adaptarse a_un nuevo hijo. 41 ‘Tanto los futuros padres como quienes los atienden deben comprender la fuerza y la ambivalencia de los sentimientos que acompaiian al embarazo. Las consul- tas prenatales, ya sea con tocélogos, enfermeras, pedia- tras 0, en ciertos casos, con psiquiatras, deben posibi- litar la expresién de un amplio espectro de sentimier!- tos positivos y negativos. De acuerdo con la experien- cia de los autores, el embarazo —al igual que muchas otras fases criticas de la vida— es percibido de mane- ra diferente por los psiquiatras y por los pediatras. A Jos primeros se los consulta en casos de crisis y suce- sos complicados, por lo que estén alertas ante posibles problemas neurdticos 0 psicéticos durante el embarazo. Los segundos tenderén a prestar més atencién a la sor- prendente capacidad de la madre para reacomodar toda su vida en funcién del bienestar de su hijo. Consideran- do las etapas del embarazo desde nuestro punto de vis- ta doble, esperamos esclarecer este admirable periodo y también rastrear dentro de él el nacimiento del ape- go parental. El proceso del embarazo puede contemplarse como tres tareas Sep fa@_una de ellas asociada com una etapa del desarrollo fisico del Teto. En Ta primera Sapa, los progenitores se adaptan a la “noticia” del em- barazo, que va acompafiada por cambios en el cuerpo de la madre, pero no aun por pruebas de la existencia real del feto. En la segunda etapa, los progenitores co- mienzan a reconocer al feto como a un ser que a su de- bido tiempo quedard separado de la madre. Este recono- cimiento se confirma en el momento de la percepcién de los primeros movimientos fetales por la madre, cuando el feto anuncia por primera vez su presencia fisica. Por ultimo, en la tercera etapa, los progenitores empiezan a experimentar al futuro hijo como a un individuo, y.el feto contribuye a su propia individuacion por medio de Svimientos, ritmos y niveles de actividad distintivos. 42 PRIMERA ETAPA: ACEPTACION DE LA NOTICIA “\Voy a tener un hijo!” En el pasado, tras la falta de un perfodo menstrual, la mujer esperaba tener la confirmacién de que estaba embarazada a partir de su propio cuerpo. Ciertos cam- bios en el color y la sensacién de los pezones, las “ndu- seas matinales” o la fatiga le daban gradualmente mas certeza al hecho del embarazo. Hoy en dia, los padres suelen recibir la “noticia” por parte de un médico, tras ‘un andlisis de embarazo, 0 incluso por una reaccién quimica en un test de embarazo casero. Como quiera y cuando quiera que reciban la noticia, Jos padres sabrén que han entrado en una nueva fase de sus vidas. Sus sentimientos de dependencia respec- to de sus propios padres deben ceder el puesto a la res- ponsabilidad. La relacién de “uno con uno” que tienen entre ellos deberé evolucionar para convertirse en un tridngulo. En un primer momento, ambos progenitores suelen sentirse euféricos. Pero casi de inmediato la euforia es reemplazada por la toma de conciencia de la futura res- ponsabilidad, Cuando el embarazo ha sido planeado, es posible que esta toma de conciencia ya haya sido enca- rada hasta cierto punto, pero la realidad del embara- zo requiere un nuevo nivel de adaptacién; muy pronto ya no habrd posibilidad de volverse atrés. ‘Ahora comienza en serio “el proceso” del embarazo. La perspectiva de convertirse en padres retrotrae a los. adultos a su propia infancia. Ningiar adulto recuerda la” ‘aitez como un periodo absolutamente placentero. Los conflictos del crecimiento se movilizan cada vez que un adolescente o un adulto joven enfrenta una crisis y, en el embarazo, estos conflictos vuelven a ponerse al des- cubierto. La primera fantasfa de la mayor parte de los 43 futuros padres es la de evitar los conflictos de su pro: pia infancia v converlirse en progenitores perfectos. "No S6E como mi madre.” “Mi padre se esforz6, pero hize todo mal.” “Por cierto que espero hacerlo mejor que ellos’ Qué_es lo que los futuros padres desean hacer snjor? rogresivo desa- rrollo de la imagen que tiene la madre de su bebé, Como hemos visto, esta imagen esté basada santo en necesi- dades y anhelos nareisistas como en pereepciones del de- sarrollo de! feto: movimientos fetales, actividad, patro- nes de respuesta. Por consiguiente, cuando se produce el parto, la madre va esta preparada desde hace tiempo para afrontar (1) la conmocién de la separacién ana- tomica, (2} la adaptacién a un bebé particular y (3) una nueva relacién que combinara sus propias necesidades y fantasias con las de un ser separado. El embarazo es no sélo un period de ensayo y anticipacién sino tam- bién una fase durante la cual se pueden renovar viejas relaciones, asi como una continua confrontacién entre 59 la satisfaccién de tos deseos ¥ el reconocimiento de la realidad. rondo llega el momento del parto, la madre debe estar lista para crear un nuevo vinculo, y también ex- traordinariamente dispuesta a ingresar en esa condi cién que Winnicott describié como una forma de “enfer medad normal”, como un estado de entusiasmo en el que las madres se vuelven capaces de “calzarse los zapatos del bebé” (Winnicott, 1986). Entre las colosales misio- nes que tiene que asumir la madre en el momento de! nacimiento se cuentan El abrupto término de ln sensacién de fusion con e} fete, de integrided y omnipotencia propiciadas por el emba: las famtasias ¢ traieza Miche! Soule Ins define como sontisnienton de Unhuimieh feat Soule y Breve, 1983 8, Llorar al hijo ‘perfecto: imaginario y adaptarse a Ins carac terfsticas ezpecificas del bebé real 4. Luchar contra el temor de daar a) bebé indefenso Ia menu: do experimentado por las madres primerizas, como por ejemplo temor de ahogar al nine a) batarley 5. Aprender a tolerar y disfrutar las enormes exigencias que le impone ia total dependencia del bebé; en particular, le madre tie pe que saportar las intensas apetencias orales del bebé y gratifcar las con su cuerpo. Todo esto representa un importante trastorno psi- colégico. Es como si la nueva madre debiera sufrir una total “conmocién”; sus posturas anteriores, sus vinculos, su imagen de si misma, estén todos sujetos a cambio. ‘Tan profundo es este trastorno, de hecho, que puede ase- mejarse a un estado patolégico transitorio. El resulta- do es una nueva identificacién maternal, una focaliza- 60 cién de los afectos de la mujer y la capacided de reco- nocer y adaptarse a una nueva realidad ineludible (Bra- zelton, 198: Durante este periodo, otras personas (el marido, los parientes, e] médico) pueden aportar un apoyo vital. Por ejemplo, una consulta prenatal con el futuro pediatra puede ser de gran ayuda. Los progenitores jévenes estan particularmente deseosas de entablar una relacién ‘po- sitiva con alguna figura benevolente interesada en cl bienestar de] futuro nifto (Bibring y otros, 1962). Has. ta una breve consulta puede servir de mucho para m tigar los temores de los padres y preparar las cosas pra una cooperacién mutua en las posteriores consultas de rutina. Uno de los factores inconscientes que suelen in- cidir en esto es el deseo de que el médico alivie los se: timientos de culpa de la madre “dandole permiso” para tener un hijo, asegurandole que su cuerpo es apto para gestar y dar a luz a un bebé sano. Ademas del pediatra o de un tocélogo comprensivo, la madre cuenta, por supuesto, con dos aliados impor- tantes en el proceso de hacer acopio de energias para afrontar esta exigencia, Como veremos en el siguiente capitulo, el padre del bebé esta experimentando muchos trasturnvs, algunos diferentes y otros paralelos a los de la mujer. Y coma veremos en la segunda parte, su hijo recién nacido constituird una poderosa fuerza en su nue- va vida, capaz de contribuir desde e) principio a la re- lacién en desarrollo 61 3. EL VINCULO EXPERIMENTADO POR EL FUTURO PADRE Como en el caso de las mujeres, el vinculo de un pa- dre con su hijo se ve influido por su propia experien- cia infantil. En la ninez, un varén puede identificarse primero con su madre, identificéindose con la capacidad de ella de tener y criar hijos. La madre le parece un ser todopoderoso: la fuente de toda gratificacién, estimula- cién y cuidado. En el deseo de volverse igualmente po- deroso, el nifio se identifica con ella, Muchos varones si- mulan un embarazo con almohadones y exteriorizan tiernamente su capacidad para cuidar nifios al jugar con mutiecos. A través de este juego, desarrollan una iden- tificacién central con su madre. Mientras tanto, también estan comenzando a identificarse con su padre. A par- tir de esta interaccién de fuerzas opuestas, se desarro Na la identidad del vardn. Un nifito pequeno debe inte- grar su identificacién materna central con su crecien- te identificacién con la conducta masculina, La solucién de este dilema, la “paradoja de la masculinidad” (Bell 1984), modelard tanto su identidad de género como su futura paternidad. Hay muchas resoluciones posibles, incluyendo dificultades con la identidad sexual o una firme negativa a reconocer cualquier atributo femenino, como en el complejo del “macho”, Pero una resolucién equilibrada hace posible la futura aceptacién por par- te del varén de su rol de mentor en la familia, asf como la adquisicién de la eapacidad de identificarse con el em- 63 barazo de la mujer y colaborar como padre en la crian za de los hijos. El conflicto lleva a soluciones basadas en la adaptacion, preparando al varén para su rol de padre afectuoso ‘Los padres tradicionales de nuestro pasado a menu do ban sido descritos como hombres “adustos”, ausen- tes, que no manifestaban ainguna emociin Bell, 1984 Fuera esto realmente cierto o no. en el pasado la ma- yoria de los varones recordaba a su padre como una per ‘sona poco afectuosa. {Era ésta una observacién real, © ze trataba de un rol asignado? {Los padres eran més afectuosos, en e] pasado. de lo que se dice? ,Sus asi lla- madas inclinaciones y conductas femeninas estaban me- ramente encubiertas por una superficie adusta o distar te? cHa habido siempre fuerzas afectivas ocultas en los hombres que hasta hace poco éstos no se permitfan ex presar? ;Podrian los padres del presente mostrar un vineulo positivo tan evidente con sus esposas e razadas y con sus bebés sino hubieran percibido me- delos al respecto en sus propios padres, asi como ex sus madres? Lo mas probable es que e! modelo afecti- vo de sus padres haya desempefiado algun papel, aun- que de ninguna manera paralelo al de las madres. {Cambiara esto en el futuro, o este desequilibrio sera perdurable? La principal tarea de desarrollo del varén, en la gra- dual consecucién de la paternidad, es renunciar a su de- seo de ser igual a la madre y tener hijos como ella. No todos los hombres lo aceptan. Algunos envidian la ca pacidad de tener hijos de las mujeres y nunca aceptan que ellos deben quedar excluidos de este proceso. In- conscientemente, compiten con sus esposas, exhibiendo sintomas similares a la couvade de ciertas tribus pri- mitivas (en las que los hombres manifiestan sintomas de embarazo y parto), o bien rehiiyen estos deseos au- sentandose durante el embarazo de su esposa. Los hombres que pueden sublimar satisfactoriamen- 64 te estos deseos probablemente experimentardn una re- novada creatividad o una mayor productividad profesio- nal durante el embarazo de su mujer. La nueva cana- lizacién de estos deseos puede convertirse incluso en el incentivo para elegir una carrera en una profesin vin- culada con la atencién a nifos. EL DE DET: UN Hido EN Los HOMBRES El deseo de un hombre de tener un hijo, fundado en primer lugar, como dijimos, en el anhelo del varén de ser como su madre, fue descrito por Freud en la histo- ria del pequeno Hans, un nifo de cineo aftos que ima: ginaba que él también podia tener un hijo de su padre. ‘También intervienen otros factores determinantes, si- milares a los que mencionamos a) referirnos a las mu- jeres. El deseo narcisista de ser completo y omnipoten- te por la via de produeir un hijo e identificarse con él e universal, al igual que el deseo de reproducir (refle- jar} la propia imagen de uno. Esta es sin duda una razén por la que los padres tienden a preferir tener un hijo varén. En la India, el término mismo con que se desig- na al hijo varon, putra, significa “el que libera del in- fierno llamado put” (Kakar, 1982). En el Mahabarata, ‘uno de los textos sagrados fundamentales de la India, se dice que el padre mismo nace como el hijo, y que al colocar su propia simiente en el titero, ha concebido su propio yo. Este deseo de reproducir el propio sexo es mas, fuerte en los hombres que en las mujeres; podria reve- lar una mayor necesidad en los hombres de reforzar y confirmar su identidad masculina, constantemente amenazada. De acuerdo con la experiencia de uno de los autores de este libro (BC), casi todos los ninos deriva des a psicoterapia para la evaluacién de conductas transgenéricas son varones. 65 Para el padre, el hijo varén tiene mas probabilida- des que la hija de convertirse en el portador de sus am- biciones insatisfechas. Los padres tienden a interesar- se mAs por los logros de sus hijos varones, en el pro- greso de éstos en los dominios del desarrollo motor, las capacidades cognitivas y el rendimiento escolar. Un varén con frecuencia tiene la misién de aplacar las du das del padre respecto de su autoimagen masculina. Es por esto por lo que los padres se ponen tan ansiosos cuando advierten signos de debilidad, inseguridad y fal- ta de empuje en sus hijos varones. Estas debilidades pa- recen reflejar, de forma amplificada y socialmente visi- ble, la propia inseguridad del padre. Un factor que quiza contribuya a esta fuerte identificacién es el sentimien- to profundamente arraigado del hombre de que é1 pue- de influir en la identificacién masculina de su hijo var6n, pero no en el destino de su hija ‘La mujer, como hemos visto, anhela tener un hijo para aplacar sus dudas respecto de su propia fertilidad y su capacidad reproductora. EI sentimiento equivalente, en el hombre, se expre- sa de forma de dudas respecto a su potencia y su ca- pacidad de dejar embarazada a su esposa. De af la ne- cesidad del padre de criar a un varén que muestre to- dos los signos de una futura hombria. Si bien estos es- tereotipos sexuales estén cambiando, el deseo de los pa- dres de duplicar su masculinidad y su poder en sus hi- jos sigue siendo fuerte. Los padres, como las madres, también necesitan re- novar viejas relaciones con personas importantes de su pasado, y esperan que sus hijos les proporcionen este vineulo. Los padres desean asegurar la continuidad de su linaje, “nuestro tinico camino a la inmortalidad”, dijo Freud en La interpretacion de los suentos (Freud, 1958). Freud mismo les puso a sus hijos los nombres de hom- bres a los que él estimaba: maestros queridos y figuras 66 hist6ricas admiradas. La préctica de ponerle al hijo el nombre de pila que el padre heredé a su vez de su pro- pio padre es un testimonio del fuerte impulso a man- tener la filiacién y a encontrar en el hijo los preciados atributos de los antecesores de uno. El deseo del hombre de tener un hijo también se ve influido por su vieja rivalidad edipica; tener un hijo no sélo le brinda un modo de igualarse a su propio padre, sino que criarlo le da la oportunidad de hacer las co- sas mejor que el padre. Todo nuevo padre esta resuel- to a ser un padre mejor. Hoy en dia, suele recurrir a 1a abundante bibliografia existente sobre la crianza in- fantil para adquirir los conocimientos técnicos necesa- rios acerca de cémo ser padre, con la esperanza de que esta informacién en torno a la paternidad ha de reno- var totalmente y superar los métodos pasados. Todos los hilos aquf descritos se entretejen para for- mar el incentivo de tener un hijo, suscitando nuevos conflictos y a la vez ofreciendo soluciones a conflictos an- teriores. El embarazo de la esposa es una ocasién im- portante para la consolidacién de la identidad de un hombre. Con él aparecen toda la ansiedad y el autocues- tionamiento que acosan a las madres. Cada etapa del embarazo es un nuevo desafio para los hombres, como lo es para las mujeres. LOS SENTIMIENTOS DEL PADRE DURANTE EL EMBARAZO Cuando el hombre se entera de que su esposa esta embarazada, lo asalta una multitud de emociones dis- tintas, algunas jubilosas, otras de ansiedad, muchas conflictivas. Tanto la fuerza como la indole de estas emociones tomarén por sorpresa a la mayoria de los pa- dres. Una de las primeras reacciones del futuro padre es 67 una sensacién de exclusion. Pese a que, cuando el hijo es deseado, tanto el marido como la mujer comparten Ja euforia de la noticia a amigos y familiares, el futu. ro padre pronto se sentird desplazado. La mujer no sélo empieza a centrar su atencién —su energia y su inte. rés— en el nifio no nacido, sino que también se convier- te en el centro de atencién de otras personas. Todos se interesan por su estado de dnimo y su salud; a nadie Je importan los del marido. Quienes rodean a una mu- jer embarazada se ven impulsados a cuidarla, y ella es- pera recibir la misma solicita atencién por parte del ma- rido. Esta sensaci6n de exclusién se complica por el sen- timiento de responsabilidad del padre respecto del em- barazo. El hombre se siente desplazado, pero al mismo tiempo piensa que él es el tinico que tiene la culpa. Cual- quier cosa que experimenta su mujer, néuseas o fatiga, le parece que es culpa de él. El padre asume la respon- sabilidad a un grado irracional. Ahora que los padres intervienen més en los planes relativos al hijo y participan en las consultas prenata- les con el tocélogo y el pediatra, por ejemplo, desde tem- prano se establece una competencia entre los futuros progenitores. La competencia por el rol de mentor se agrega a la competencia entre cada uno de ellos con el bebé por el otro. Esta clase de competencia puede ser alarmante, a menos que ambos progenitores compren- dan que es una parte natural, y también necesaria, de su apego creciente con el futuro hijo, Estos sentimien- tos no sélo propician el vinculo con el futuro hijo sino que también pueden fortalecer, y no debilitar, el vineu- lo entre los progenitores. En tanto la mujer embarazada comienza a hacer sus, adaptaciones internas, a deslizarse en el mundo de fan- tasfa que describimos, el futuro padre tiene que efectuar su propia adaptacién. {Ser un buen protector? ,Podré 68 sacrificar parte del tiempo de su trabajo para ser un pa- dre solicito, asi como un apoyo firme y fiable para su esposa? Todas estas dudas, esta conmocién, surgen en cuanto se conoce la noticia del embarazo y contribuyen a preparar al padre para su nueva identidad, Mientras que las mujeres no pueden huir del hecho del embarazo, los futuros padres tienen mAs libertad en cuanto al grado en que se comprometerén con el mis- mo. Pueden optar por retraerse, haciendo caso omiso de lo que esté ocurriendo, mientras que las mujeres tienen que someterse al proceso fisico del embarazo. Algunos padres pueden sentirse tan conmocionados por el em- barazo que preferiran distanciarse de este hecho, lanzAndose a las aventuras extramatrimoniales 0 cayen- do en el aleoholismo o la impotencia sexual. Este tipo de conducta puede deberse al resurgimiento de conflic- tos bisexuales. También refleja otro factor importante: la sensacién del hombre de verse desplazado. Un futu- ro padre puede percibir al hijo que ha de nacer como aun rival que lo despoja de su mujer, tal como su pa- dre o un hermano lo despojaron de su madre en la in- fancia. Dado que, como sefialamos antes, un varén se identifica primero con su propia madre y luego debe re- pudiar esta identificacién, es muy probable que estos sentimientos se reaviven. Por todas estas razones, los hombres tienden a sentirse ambivalentes hacia el futu- 10 hijo. James Herzog sefialé que los futuros padres se podfan clasificar en dos grupos (Herzog, 1982). Los de ‘un grupo reconocian sus sentimientos respecto a la lle- gada del primer hijo mostréndose comprensivos y solici- tos con sus esposas. El otro grupo estaba compuesto por futuros padres que demostraban tener poca conciencia de sus sentimientos. Los hombres “solidarios” se sentian impulsados, hacia el final del primer trimestre del em- barazo, a alimentar —en su fantasfa—a la madre y al 69 feto, Imaginaban el hecho de hacer el amor como una forma de nutrir a su esposa embarazada y, de algun ‘modo, también al feto en crecimiento. Los hombres me nos solidarins se quejaban de que sus necesidades se. xuales no estaban siendo satisfechas. Dec como: “Tengo una constante avidex sexual”, con lo que delataban su propio deseo de ser alimentados, en com petencia con el feto. Los futuros padres se dividian. pues, entre los que nutrian a sus esposas ¥ los que sentian decepcionados por ao ser nutrides éllos mismo y estaban celosos de su mujer y del hijo. Cuando el embarazo entra en el segundo trimestre, el futuro padre tiende a mostrar una mayor preocupa- cion per su propio cuerpo. Su identificacion inconscien- te con la esposa se intensifica, dando a veces lugar a fantasias bisexuales y hermafroditas. Este cambio le vuelve a brindar una oportunidad de reorganiaar los fac tores que intervienen en su identidad masculina (Gur. witt, 1976). En muchas culturas del Tercer Mundo, esta mayor dentificacién con la esposa embarazada se expresa en al sindrome de la eouvade mencionado anteriormente. Los hombres simulan el proceso del parto, pasando por sus diversas fases y manifestaciones. Quienes los ro- dean los tratan como si estuvieran sufriendo; los atien- den. A través de este “juego”, los hombres escenifican su envidia hacia la mujer procreadora y su decepeién por ser dejados de lado. Al asumir el dolor del traba- Jo de parto de la mujer, participan en el proceso que ella atraviesa y se considera que la estn protegien- do. En el mundo desarrollado se encuentran formas més benignas de esta identificacién, como diversos do- lores y dolencias. Los futuros padres padecen mas nduseas, vémitos, trastornos gastrointestinales y dolo- res de muelas que los hombres que no estan esperan- do un hijo 70 Estos trastornos y sintomas demuestran de forma convineente que e! deseo del hombre de estar embara zado, de ser como la madre y la esposa, resurge duran: te el embarazo de su mujer. Cuando adopta la forma de dotores y sintomas, esto se debe a que su identificacién esta inconscientemente cargada de conflicto y no pue- de expresarse. Al repudiar su lado femenino, los hom- bres se sienten enojados por el embarazo. Una vez que resuelven estos conflicts, pueden sentir una identifica. cién empatica con sus esposas embarazadas. En la ultima etapa de! embarazo, los futuros padres tienden a resolver su relacién con sus propios padres. Asi como las mujeres tienden a reincidir en sus relacio- nes tempranas con sus madres, los padres necesitan vol carse hacia sus propios padres (en su fantasia 0 en la realidad) para fortalecer su incipiente rol paternal. Esta atadura de nuevos roles a viejos modelos de la infan- cia es un tema que vuelve a surgir a medida que se de- sarrolla la identidad paternal durante el embarazo. Un hombre que disfruta de un vineulo solido con su padre estd protegido contra el temor de volverse demasiado pa recido al padre. En el tercer trimestre del embarazo, los padres, come las madres, se preocupan con ansiedad por la salud del futuro hijo. Ellos también tienen dudas en cuanto a que su hijo haya estado adecuadamente protegido contra su ambivalencia, su rivalidad y su resentimiento. Sienten ansiedad respecto a la normalidad e integridad del fu- turo bebé y necesitan ser tranquilizados. Un padre que “huye" al final del embarazo lo hard ya sea en la rea- lidad (abandonando a la familia) 0, con mayor frecuen- cia, mostrando simplemente una indiferencia emocio- nal o una falta de participacién. Esta huida es una de- fensa contra sus sentimientos hostiles hacia la esposa —por cuanto percibe que ella prefiere al bebé— 0 con- tra temores no resueltos de identificacién con ella. na Muchos padres confiesan haber tenido estos senti- mientos Batonces me pase a pensar cue realmente podfa estar albergan do un rencor seereto hacia Ia n’ha. Antes de que naciera, yo hhacer chistes bastante sidicos acerca de defeetos congeénitas y aby ‘fos, hasta eue mi esposa me pregunts por qué lo hacts a de que era mi modo de liberarme, por medio del hu Me di cue! mor, de Ins fantasias que me acosaban y que no podia verbalizar de fingune otva manera, Basicamente, he Iegado a comprender que se trataba de sentimientos bestance primitives contra la nif por ba berme desplazado, Para un hombre, tener un hijo entrafa vers vade de cierta sensaciin de ser especial, v significa q| do en cuanta centre de atencisn (Bell, 1984: La Hegada de un nuevo miembro de la familia, e bebé, obliga al padre a aceptar Ja transicién que va de una relacién dual a otra triangular, Esto le despierta sentimientos de ser el tercero excluido, como todos perimentamos en la infancia frente a la intimidad en- tre nuestros padres o a) nacimiento de un hermai EL PADRE “AUSENTE” Pese a que ha habido grandes avances en la parti- cipacién de los padres durante el embarazo y el parto, Jas fuerzas que histéricamente los han excluido de es- tos procesos siguen siendo poderosas. Estén basadas en el reconocimiento cultural de la natural ambivalencia del padre, asf como en las propias dudas profundas de éste acerca de su capacidad de ser protector y mentor. En forma gradual, estamos comprobando que esos fac: tores pueden modificarse a través de programas que fo- menten la participacién del padre durante el embara- zo y el parto, ineluyendo instruccién sobre el alumbra: miento, clases de Lamaze, consultas prenatales y pro- gramas de apoyo familiar (Samaraweera y Cath, 1952) 72 Con todo, debemos recorocer que los persistentes ves- tigios de la sensacién de exclusién que ain experimen- tae] padre tienen profundas raices en practicas histéri- cas y transculturales generalizadas. La actitud de “guardabarreras” que asumen incluso las madres que trabajan sigue teniendo el efects: de mantener a los pa- dres a distancia En s6lo el 4 por ciento de las culturas estudiadas exi te una visible “relacién estrecha y regular” entre padre e hijo (West y Konner, 1982), En muchas culturas se ob- serva una estricta separacién entre hombres y mujeres durante el parto y en los dias siguientes al alumbra- miento; en el 79 por ciento de las sociedades del mun- do, el padre no duerme con la madre y el bebé duran- te e] periodo de lactancia (Hahn v Paige, 1980). En nuestra propia sociedad, ademas del hecho de que la mayoria de las madres trabaja fuera de su casa, los grupos de educacién para cl parto y el personal médi- co son también importan:es agentes de cambio. Pueden tener una fuerte influencia futura destinada a determi- nar los nuevos modelos de paternidad, promover una participacin més activa y fortalecer la propensién a euidar de los hijos en el hombre. BL ROL DEL PADRE EN CUANTO A RESPALDAR 4 SU ESPOSA EMBARAZADA El proceso del embarazo, el parto y el vinculo tem- prano se ve fuertemente influido por las actitudes del padre. E] apoyo emocional del marido durante el emba- razo contribuye a que la esposa se adapte satisfactoria- mente a su condicién y la presencia del marido duran- te el parto y el alumbramiento se asocia con una me- nor necesidad de la embarazada de recibir medicamen- tos analgésicos y con una experiencia de parto mas po- 13 1986), La actitud del marido también i zncia de la madre para aye oe coon biberén a su hijo (Pedersen y otros, oars indole de las relaciones matrimoniales duran- 1982) Taer trimestre del embarazo permite predecir xe ve stante acierto el grado de adaptacién de la ma- soe on el perfado inmediatamente posterior al parto. Tal dre en nas eignificativa sea la correlacién entre la opi- vere la madre acerca del compromiso del padre du- ait el embarazo y las observaciones clinicas del alcan- Tajo su propio compromiso con el hijo durante los pri- ce os cuatro afos (Barnard, 1982). Muchos otros estu- Ties mas recientes confirman las observaciones elinicas, por no mencionar le intuicin cotidian: [a presencia €l apoyo afectuoso del futuro padre ayudan a la mujer a desarrollar sy rl matern, Dado que ls faniline mo a al dernas Tara ao en la familia extensa (la madre ERIE esposa, las tias, etcétera), los padres eumplen un rol mayor en el desarrollo y la conservacién de las ca pacidades maternales, Si el padre tambin sigue man- teniendo una estrecha elacén afetiva con su mujer esto lo ayudaré a prepararse para renunciar a tfleacién de un vineulo excuyente con #3 bebe, ‘su vez, come es lic, el compromiso del padre con el embarazo y el parto refuerza su propia identidad sno agente activo y participante, reduciendo la proba bilidad de su exclisén(Barard, 1982), Bl padre se est empeniar is reper el. Su continua presencia es Pues, 6 tifcante de dos modos: sirve para mantener su propio vineulo con la esposa y le permite comenzar rear la alegria de la paternidad. sitiva (Parke, 4 RECONOCER LOS MERITOS DEL PADRE El psicoandlisis se ha centrado en un padre fantasea- do 0 mitico: el guardian de la ley, el portavoz autoriza- do de la realidad, el que empuiia el cuchillo que corta el cordén umbilical y amenaza con la castracién, Aun- que el padre podria convertirse en un objeto de amor (el Edipo negativo), poco se dijo sobre un posible amor preedfpico primario del nifio pequeiio por su padre. Aun menos se dijo que el padre pudiera mostrar un vincu- lo temprano positivo con el hijo. Sélo se estudiaron las madres —psicoanaliticamente— en una relacién de amor con sus bebés. Més recientemente, ciertos estudios han demostrado que el padre tiene una influencia di. recta en el desarrollo del hijo, reforzada por su vincu- Jo con el nifio desde la primera infancia en adelante. La actitud de la madre hacia el rol del padre influye so- bre este vinculo. Algunas madres, para satisfacer sus propias necesidades, tienden a interferir con el vincu- lo reciproco entre el bebé y su padre, como si se sintie- ran amenazadas por la emancipacién del nifto de la uni- dad simbistica. Las madres acttian como guardabarre- ras, pudiendo reforzar o desalentar el vinculo padre- bebé. Si propician una relacién triangular, esto abre el camino para el futuro vinculo del hijo. La propia expe- Tiencia de la madre del triangulo edipico influye en la posibilidad de su hijo de legar a establecer una rela- cién estrecha con el padre. Cabe preguntarse si el hecho de que durante tantos aftos se haya omitido considerar el rol del padre en tan- tos estudios realizados —todos los cuales hacfan hinca- Pié en el vinculo temprano entre la madre y el bebé— no estaré reflejando la tendencia a excluir al padre de la relacion madre-hijo, segiin revelan los estudios historicos y etnologicos. Es posible que la fantasia uni- versal de que el padre constituye una amenaza para la cy relacién entre la madre y el bebé haya influido inclu. 50 en quienes estudiaron precisamente esa relacin, im. pidigndoles advertir los aspectos benéficos del ro! de padre Dado que aprender a ser padre es un proceso evolu. tivo, éste estd determinado al mismo tiempo por la energia psiquica basica y 1a experiencia, y por facto- ree ambientales. Las actitudes psicoldgicas basicas son fomentadas o bien debilitadas por los acontecimientos las presiones sociales ¥ las instituciones (Klaus y Ken- nell, 1982; Brazelton, 1981b). Ciertos sucesos cruciales, ‘como la consulta prenatal, las clases prenatales y el apo- yo del padre durante el parto y el alumbramiento brin dan oportunidades para fomentar el desarrollo de la pa- ternidad, Y como veremos en la segunda parte del li ‘bro, Jos propios recién nacidos son capaces: de discernir jas respue os pulses 3 vepara dos para captar la atencién del padre, aun sin adiestra- miento previo Parte II EL RECIEN NACIDO COMO PARTICIPANTE Es una suerte, para su supervivencia, que los bebés estén hechos por la natur leza de tal modo que seducen y esclavizan a sus madres. Jonn Bowzay | | ‘The Nature of the Child's Tie to His Mother” . INTRODUCCION Los bebés recién nacidos estén maravillosamente programados para ajustarse a las fantasias de los pa: Gres y recompensar el trabajo del embarazo. Desde el principio, determinan activamente las reacciones de sus progenitores hacia ellos. Los padres ansian tener res- puestas de su recién nacido, Durante el embarazo han sonado con un bebé sonriente que se acurruca cémoda- mente en sus brazos. Necesitan que su hijo les respon- da, como incentivo para el trabajo que tienen por de- lante. La imagen, ahora pasada de moda, del bebé que no podia ver ni oir hasta varias semanas después del nacimiento les impedia a los padres advertir justamen- te las respuestas que pueden fortalecer répidamente el vinculo. Hoy en dia se conocen mejor las capacidades sensoriales desarrolladas del recién nacido, y los que tratamos a los padres podemos contribuir a sefialaries Ja extraordinaria gama de conductas existentes en el re- pertorio de un bebé en particular. Los progenitores que aprecian y valoran esta posibilidad de responder estén en condiciones de entablar un didlogo més rico con su bebé En esta segunda parte resumiremos las complejas ca- pacidades que puede presentar el recién nacido huma- no normal, el que est4 preparado para recompensar a los adultos por sus respuestas apropiadas. Estas capa- 81 cidades, programadas en el debé, se ajustan a las ex pectativas niversales de los padres. La conducta de} bebé y las respuestas propicias instintivas de los pro- genitores se combinan en e! periado inmediatamente posterior al nacimiento para estimular el desarrollo dei vinculo entre ellos. La energia es elevada en momentos ¥ el recién nacido esta preparado para eap tarla. Cuando la madre sostiene a su recién nacido en una posicién cémoda abrazandolo, el bebé se amolda a su cuerpo. Apoyado en el hombro de su madre, el niiio le- vanta la cabeza para examinar la habitacién y luego co- loca su cabecita suave, cubierta de pelusa, en el hue- co del cueilo de la madre. Cuando esta automaticamen- te estrecha al bebé mas cerca de si, el recién nacido se acurruea con mas fuerza en su cuello, amoldando su cuerpo contra el de Ja madre y acomodando las piern: de modo que se ajusten al cuerpo de ella. Todas estas respuestas le dicen @ la madre: “Estas haciendo lo co- rrecto”, Si ella se inclina para hablarle al oido, el bebé se vuelve hacia el sonido de su voz busca su rostro Al encontrarlo, Ja carita del nifo se ilumina, como di- ciendo: "jAqui estds’”. El recién nacido prefiere una voz femenina a una masculina, como si expresara: “Ya te conozco y eres importante para mi Como veremos, los estados de conciencia de los recién nacidos proporcionan respuestas igualmente reforzado- ras a las madres. Cuando estan llorando, si la madre les habla, los toca o los alza, los bebés se calman. Tan- to la madre como el recién nacido sienten la emocién de haber “hecho lo correcto”. Cada vez que algo que ella hace suscita una respuesta por parte del bebé, ya sea la de serenarse, despertarse o ponerse alerta, la ma- dre siente que su competencia ha sido confirmada. Si en cambio, la capacidad de responder del bebé se ve per- turbada o detoriorada, siente que sus expectativas han quedado frustradas, Tanto su vinculo como su futura re- lacién con este hijo se ponen en peligro Los progenitores noveles e inseguros buscan sefales de su bebé que les den la tranquilidad de que sus es- fuerzos por cuidarle estén bien orientados. Necesitan las respuestas del bebé como una continua confirmacién de la idoneidad de sus cuidados. En una época en la que ningun sistema de familia extensa ofrece consejos ni su: pervisi6n, la conducta del bebé es 1a mejor gufa con que cuentan los padres en cada nuevo esfuerzo. 4. LA APARIENCIA DEL RECIEN NACIDO Y LA IMPRESION QUE PRODUCE La apariencia del bebé estimula las respuestas de los padres. La carita suave y redondeada, la fina pelusa y Ja piel delicada e increiblemente tersa, los miembros cortos y el torse relativamente largo, las manitas exqui- sitamente modeladas que se extienden en un ademdn indefonso...; todas éstas son mareas de la “condicién de bebé’. Ahora sabemos que existe un programa en los adultos de rauches especies que Ios hace tender a pro: teger a cualquier miembro pequefo e indefenso de su propia especie con ciertas caracteristicas fisicas espectfi- cas. E] color inicial azulado, con frecuentes manchas, del reciéa nacido se debe a su dependencia del oxigeno de la madre en el sétero. La presencia de una clase espe- cial de hemoglobina fetal le ha posibilitado al feto man- tener un bajo nivel de oxigeno. Hasta que sus pulmo- nes ¥ su circulacién comiencen a funcionar con eficacia, el recién nacido tendra un color azulado. Esta transi- cién es milagrosamente breve en la mayoria de los ca- sos. Todos los bebés nacen con “mal” color y con una res- piraci6n irregular y jadeante. E] hecho de que los bebés presenten un color azul al nacer ha preocupado inne- cesariamente a los tocélogos, que a menudo han toma- do medidas drasticas para hacer que el recién nacido “se ponga rosado” o para lograr respiraciones profundas y 85 regulares. Esto, a su vez, provoca la ansiedad de los pa: dres. Con un poco de paciencia, el color de) bebé mejc. rard de todos modos. Darles palmadas a los recién n: cidos o sumergirlos en baitos de agua fra para produ. cirles un shock que los haga llorar no siempre es nece. sario. B) Manto mejora el intercambio de aire mas rapi damente, de modo que el color y la cireulacién tambien mejoran, En el caso de un bebé sano y normal, esto s cederé con prontitud y sin ningun dao. ie Cuando la madre y el padre recientes ven a su hije Maccido y azul en la sala de partos, tal vez se imaj nen que el nifio tiene una lesién cerebral. La afirma- cién tranquilizadora por parte de un profesional de que este color y esta falta de respuesta inicial son “norma les” puede tener una importancia critica en momentos en que los padres se disponen a tomar al hebé en bra- zos por primera vez. El aspecto maltrecho que presen- ta la mayorsa de los bebés después del parto también puede despertar el temor de la madre de haber lesio: nado a su hijo durante el parto y el alumbramiento. La madre necesita que le aseguren que la mala formacién de la cabeza y los magullones en el recién nacido son comunes, que se van a curar y que no son indicio de niv- guna lesién cerebral. Los répidos cambios en la aparien cia inicial del bebé pueden utilizarse para asegurar a tes padres que la cabeza desu hijo es elétiony “nor mal 5,LOS REFLEJOS DEL RECIEN NACIDO. Un feto activo presenta movimientos autométicos pri- mitivos, llamados reflejos, desde muchos meses antes del parto, como si se estuviera preparando para este préximo acontecimiento, Los patrones que siguen esto eflejos en muchos casos son vestigios de nuestra heren- cia, de nuestros antepasados simios y anfibios, pero es posible que también cumplan un propésito. Al parecer, la actividad fetal sirve para mantener las contracciones del titero (Milani Camparetti, 1981). Cuando hay dis- tocia (disminucién de las contracciones uterinas)}, ésta puede deberse en parte a la inactividad del feto. Has- ta hace poco los tocéloges solfan atribuir la distocia a Ja ineficiencia del titero, pera cada vez hay mas razo- nes para postular una interaccién entre un feto inacti- vo sin patrones de movimiento reflejo y un titero subes timulado y subreactivo. Las conductas reflejas también parecen intervenir en la contorsién necesaria para fa- Cilitar el paso del feto a través del orificio cervical. En- tre estos reflejos se cuentan: 1, Reflgjio tonico del cuello, Con un brusco giro de 1a cabeza, el {eto asume una postura como de asalto, arqueando el cuerpo, exten- Giendo todos los misculos de! lado frontal del cuerpo y flexionando {os det lado opuesto. A medida que avanza el parto, la enbeza gira para hacer que el cuerpo se arquee hacia un lado, lege hacia el otro, Je moto que el bebé se vaya deslizando a través del cana} cervical. 87 2. Reflejo de la médula espinal. Si se frota la espalda del bebe alo iargo de la médula espinal, todo el cuerpo se arquea en direc. én a le zona frotada. El tronco se mueve de un lado a otro con mo. Mimientos reptantes si hay suficiente estimulacién a lo largo de la inédula espinal, Durante el parto, el contacto con la pared del ea. hal de parto hace que el bebé siga arquedndose una y otra vez y evan. ce palmo a palmo (Galant, en Saint-Anne DArgassies, 1974), 3. Reflejo de Moro odealarma. La cabeza se extiende hacia atrés, los brazos se extienden hacia afuera, Iuego se flexionan, y las pier nes empujan hacia afuera. Estos movimientos se reprimen en el ca pal cervieal, pero liberarfan al bebé de una situacién de “atascamien. to” si au cabeza se arqueara subitamente. 4. El reflejo del paso y el reflejo de pararse. Estos reflejos sur- igen cuando los pies del bebé se apoyan en una superficie estable y fon un buen ejemplo de los reflejos extensores de estiramiento de todes los grapos musculares. Durante el parto, es probable que la flexién y la extensién alternadas de Ins extremidades desempenen un papel importante en le estimulacién del utero. 5. Reflajos de gateo. Cuando se acuesta al recién nacido boca aba- ste autométicamente trata de levantar y girar la cabeza para ‘dejar libre e] pasaje de aire. Levanta los brazos hasta Ilevarlos a los ados de la cabeza y trata de meterse las manos en la boca. Empu: ja con las piernas una y otra vez, con vigorosos movimientos de ga teo. Estos movimientas son precursores del gateo posterior. Los pr genitores pueden comprobar que el bebé ya esté programedo moverse hacia adelante en la cama, y también que levantaré la ca beza para liberarla de las ropas de cama, cuando esté boca abajo Los movimientos reflejos est4n programados en un nivel muy primitivo en el cerebro. Ademés de servir pa- ra la adaptacién al parto, es posible que contribuyan a programar la conducta motriz de un modo que la haga predecible para los padres. Por ejemplo, en el reflejo t6nico del cuello, cada lado del cuerpo del bebé se com- porta de manera diferente. Un lado responde con mo- vimientos de flexién y el otro con movimientos de ex tensién, El reflejo de Moro hace que el bebé tienda los brazos hacia su madre y se aferre a su cuerpo, Los pa- 88 dres pueden no tener conciencia de esta conducta pau- tada al principio, pero aprenderén répidamente a con- tar con ella cuando jueguen con su bebé. Desde luego, todos estos reflejos pasan a ser la base de la conducta compleja aprendida més adelante. El reflejo del paso 0 el de pararse preparan el camino para las futuras con- ducias aprendidas de caminar y estar de pie. Cuando los padres, el pediatra o la enfermera sostienen a los recién nacidos en posicién de pie, sus caritas a menudo se iluminan y los bebés parecen estar intentando parti- ciper. Esto, a su ver, deleita y gratifica al adulto, consti- tuyendo una realimentacién para futuros aprendizajes. En muchas culturas se emplea el fajamiento para res- tablecer la construccién proporeionada por el titero y luego por el abrazo y la contencién de la madre. Este tipo de control de las respuestas motrices perturbado- ras les permite a los recién nacidos prestar atencién al metio e interactuar con él. Los indios navajos utiliza- ban una tabla a modo de cuna y fajamiento. Los obser- vadores notaron que sus bebés se tranquilizaban tan pronto como se los sujetaba a la tabla. Clyde Kluckhohn (1948) opiné que gracias a esta costumbre los bebés eran serenos, pasivos, sin embargo, interiormente estaban frustrados. En nuestro trabajo con bebés navajos (TBB) observamos la tranquilidad, pero no la frustracién. Las madres manipulaban facilmente a los bebés fajados, co- locéndolos de modo que pudieran mirar a su alrededor mientras ellas trabajaban en el campo, y acosténdolos a dormir sujetos a sus tablas. Esencialmente, los bebés navajos se convertian en ob- servadores, y por lo tanto participantes, de las vidas de los adultos que los rodeaban gracias a la tabla-cuna. El actual uso de las sillitas de bebé (baby-sit] parece com- parable en algunos sentidos. 6. Reflejo de succién y reflejo faringeo. Inicialmente, los recién nacidos necesitan librarse del moco que hay en sus conductos 89 piratorios. En este momento, ls rffejos faringeos compiten eon los Be succién. Como resultado, la respuesta del bebé a un pezén o un ‘dedo a menudo consistiré en hacer arcadas y eseupir antes de po: herse @ succionar, Una madre inexperta y ansiosa que quiere ama. mantar a su hijo se sentiré rechazada si nota que el bebé hace ar. cadas o se niega a succionar. El reflejo de suecién debe ser induc. Go gradualmente y reforzado; muchas veces, esto lleva varios dias. Esta majoria gradual del reflejo de succidn es paralela a la pro- uccidn de leche de la madre. Una madre primeriza no tiene leche durante cuatro o cinco dias. Mientras tanto, sus pechos producen pe. quefias cantidades de un fluido blancuzco abundante en proteinas J anticuerpos. Los primeros dias de lactancia se pueden considerar ‘como un perfodo de “aprendizaje"o de préctica. Adaptarse uno al tro tes la gran tares. Aprender a sucsionar es la tarea del bebé. Apren- der cémo sostener y estimular al bebé, y sentirse eémoda al ame. mantarlo es Ia tarea de la madre, Este perfodo temprano de précti- fn abarca la primera semana de vida del primer hijo. Si el perso- nal hospitalario o la familia tratan de apurar este proceso, pensan- do que una madre primeriza deberia saber instintivamente como ‘emamantar a un bebé, es posible que hagan peligrar la eonfianza de Ia madre en su capacidad para nutrir a su bebé, CONDUCTA ALIMENTARIA Buscar alimento y suecionar son dos de las activida- des mas infaliblemente presentes en lus recién nacidos. Cuando se le oftece el pecho y éste lo toca en la meji- Ila, el bebé lo buscar con algunos movimientos de ca- beza y luego se prenderé con avidez del pez6n. Un recién nacido despierto y con hambre despliega actives movi- mientos de busqueda en respuesta a cualquier estimu- lacién en la regién que rodea la boca. Este reflejo de “ho- ciqueo”, provocado incluso por el tacto de regiones més alejadas del rostro, como la mejilla y los lados de la mandibula y la cabeza, esta presente en el bebé prema- turo atin antes de que la succién misma sea eficaz. La suceién es posibilitada por el térax cuando el bebé toma aliento y al fijar la mandibula entre una respira- cién y otra. 90 La deglucién y la respiracin deben coordinarse, y la profundidad y el ritmo de la respiracién son diferentes segun el bebé esté efectuando una succién nutritiva o no nutritiva (como la succién de los dedos o de un chu- pete). En el ultimo caso, la posibilidad de inhalar leche no es importante. Todo este proceso ha sido estudiado por Albrecht Peiper, quien plantea que existe un siste- ma jerarquico de control en el que la deglucién contro- la la suceién y la succién controla la respiracién (Pei- per, 1963). Al parecer hay tres componentes en la suecién: un movimiento de lamer, un movimiento de extraccién, si- milar al que se aplica al ordefar, en la base posterior de la lengua y una succién a partir del eséfago supe- rior. Los tres se pueden percibir poniendo un dedo en la boca del bebé. Hay una breve demora antes de que los tres se coordinen en un mecanismo de extraccién efi- az, E] bebé succiona segin un patrén més o menos re- gular de esfuerzos y pausas. Durante la succién no nu- tritiva, el ritmo es de unas dos sueciones por segundo, como promedio, Los esfuerzos parecen organizarse en agrupamientos de 5-24 succiones por esfuerzo. La pau- sa entre esfuerzos se considera un periodo de descan- so y recuperacién, tanto como un lapso en el que el recién nacido procesa informacién. Estas pausas, como hemos mencionado, son importantes en la relacién tem- prana entre madre e hijo, pues las madres las utilizan como sefales para estimular al bebé a que vuelva a suc- cionar. Las madres suelen mirar a sus bebés, hablar- les o mecerles, cuando éstos hacen una pausa en me- dio de su esfuerzo de succionar. Los bebés, a su vez, em- piezan a esperar estas respuestas. La accién de la ma- dre de mecer a su bebé de hecho prolonga la pausa, dado que el recién nacido presta atencién a las sefiales que le transmite la madre (Kaye y Brazelton, 1971). a1 6. LOS CINCO SENTIDOS EN EL RECIEN NACIDO La vista, Una de las primeras preguntas que hace toda nue- va madre es: “{Mi bebé puede ver?". Cuando los padres alzan a su hijo y lo ponen de cara a ellos por primera vez, los ojos de un bebé no sometido a tratamiento médi- co se abren y buscan el rostro de su progenitor. Pocas respuestas por parte del bebé causan tanta impresién | a tos progenitores Alzar 0 mecer a un bebé tendré el efecto tanto de cal- marlo como de avisparlo (Korner y Thoman, 1972) y pro- Vocaré una respuesta refleja consictente en abrir los {08 ¥ prestar atencién a un estimulo visual. Una po- sicin semierguida (en un angulo de 30 grados) parece producir el estado de alerta més prolongado en los recién naeidos (Madansky, 1983). Los padres pueden no- tar que cuando mecen al bebé 0 lo colocan sobre sus hombros, éste se calma y se pone més alerta. Cuando Jo sostienen frente a ellos y lo mecen con delicadeza en una postura semierguida, los ojos del bebé se abren, “lis- tos" para la interaccién, Tanto el recién nacido como el huevo progenitor parecen tranquilizarse intensamente, como diciendo: “Por fin, aqui estds!” La capacidad del recién nacido de ver y ofr en la sala de partos puede ser tan importante para el proceso de “vineulacién” como el acto de Hevarlo al pecho para que |. 93, suctione, El tratamiento con nitrato de plat, que an- tes era de rutina, provoca una inmediata hinchexén de los pérpados y en Ia actualidad es postergado en mu- chos hospitales. En algunos hospitales se utiliza un ungento antibidtico menos iritante, En un experimen: to controlado, el retraso de este tratamiento durante treinta minutos después del parto les permitié a los pro- enitores interactuar visualmente con sus recién ne Gos en la sala de partos (Butterfield y otros, 1982), Treinta dias después, estos padres eran Se mente més sensibles a los indicios visuales y auditivos de sus bebés que un grupo de comparacién de progeni- tores que no hablan tenide la oportunidad de interac tuar visualmente con sus hijos en seguida después del arto, Todos los progenitores recientes estén ee ae tener una interaccién visual con su recién nacido s el parto, ee marae cara a care ou ol port inmediata- mente posterior al nacimiento puede ser tan exticn como cualquier otro tipo de interacciones, como la lac: tanciay los actos de alzar y abrazar al bebé. Ya.en le sala de partos, las madres desean sostener 2 sus bebés i laus y Kennell, ee ee ee tae tacto visual con sus hijos mientras éstos estén atin en Ia incubadora, con el fin de asegurarse de que el bebé esta bien y de sentir que les pertences, pese a la sepa racién y alas dificultades que esta atravesando, La ca pacidad visual del recién nacido tiene gran importan- cia para la adaptacidn, pues contribuye a vineul dre con su bebé. ABI bebé parece estar programado para conocer Ios rostros humanos desde su nacimiento. Les estimulos v- suales que més atraen a los recién nacidos parecen sof los oos brllantes o la boca, ast come los enntornos de) rostro (Salapatek y Kessen, 1966). Esto les permi 94 tuar un aprendizaje muy temprano sobre las personas que les cuidan y el mundo humano que los rodea, Ro. bert Fantz (1961) fue el primero en sefalar la preferen- cia del recién nacido por ciertas clases de estimulos vi- suales complejos. Utilizando dos ilustraciones, juzgé la referencia del bebé segiin la frecuencia con que éste mi. raba una u otra. Descubrié asi muchas preferencias en el recién nacido. Comprobé, por ejemplo, que los colo. res mareadamente contrastantes, los cuadrados mAs grandes y los objetos medianamente iluminados eran mas atractivos. Estos levaban al recién nacido a un pro- longado estado alerta con fijacién de la atencién. Fante ¥ otros investigadores constataron que el recién nacido preferia un objeto ovoide del tamafio de un rostro hu. mano y en el que hubiera ojos y una boca. El bebé fi Jaba Ie atencién en los ojos brillantes de la ilustracién, en la boca roja y en los contornos del rostro. Un rostre tridimensional le resultaba més atractivo. Inmediatamente después de nacer, en la sala de par- tos, los bebés pueden no s6lo fijar la atencién en un di. bujo que se asemeje a un rostro humano, sino también seguirlo si se lo mueve en un dngulo de 180 grados, volviendo los ojos y la cabeza para mantenerlo a la vie ta (Goren y otros, 1975). Un rostro distorsionado no re- cibe el mismo tipo de atencién, ni los bebés lo siguen con los ojos o la cabeza La preferencia por un rostro adulto receptive queda demostzada por el creciente entusiasmo con que el recién racido lo sigue de un lado a otro, e incluso ha- cia arriba y abajo, en la sala de partos. De hecho, si uno se pone serio y le presenta un rostro inexpresivo des. pués de esto, el bebé parecer preocupado y se volverd en otra direccién. La receptividad de un rostro adulto puede ser un factor critico para retener la atencién del recién nacido. El aprendizaje de importantes indicios vi- suales procede répidamente. Una madre puede adver. 95 su bebé ha comenzado a reconocer su rostro a HE WS, Semanas de vida, 7 que responde de forma di forente a su padre u otro pariente adulto a las cuatro 9 cinco semanas. El reconocimiento visual pronto pasa a ser una sefial gratificante para ambos padres. El he- tho de que el recién nacido aprenda con tanta rapidez acerca de cada uno de ellos les indica que todas las fa- cultades del bebé estén intactas y que ellos ya son im- portantes para su hijo. ; ‘Para los cuidadores profesionales, asi como para los, padres, la condueta visual del recién nacido es uno de os signos més seguros de que su sistema nervioso cen- tral esta intacto (Sigman y otros, 1973). La capacidad de ponerse alerta, de mantener un estado alerta, de fi- jar y sostener la atencién en un estimulo visual, pa- rece correlacionarse con la etapa de maduracién del pebé. También significa una ptima condicién del sis tema nervioso central del nifio (Brazelton y otros, 1966). La ausencia de respuestas visuales, sin embargo, no debe considerarse de inmediato como necesariamente indicativa de una lesién cerebral, dado que estas res- puestas dependen mucho de que el bebé se encuentre en un estado apropiado para la interaccién visual. Cier- tas condiciones comunes pueden interferir en la capa- cidad del recién nacido para legar a un estado alerta, como por ejemplo el habitual agotamiento del sistema nervioso como consecuencia del parto. El bajo nivel de oxigeno 0 ciertos factores usualmente presentes en los partos normales, como la premedicacién dada a la ma- re, pueden demorar la capacidad de respuesta del bebé. Otras condiciones corrientes, como el hambre, la fatiga o el hecho de estar en una sala de partos excesivamen- te iluminada, pueden hacer que el bebé no responds. Las madres y los padres deben saber esto, para que no crean que su bebé padece alguna lesién o defecto. Los que atienden a los nuevos progenitores pueden ayudar- 96 los a evitar decepciones mostrandoles cémo mecer a su hijo hacia arriba y abajo y hacia cada lado para susci- tar los reflejos que avispen al bebé de tal modo que pue- da interactuar visualmente. Esto puede ser estimulan- te para el médico o la enfermera, tanto como para los progenitores. 2A qué distancia puede ver un recién nacido? Esto es dificil de determinar. En uno de los primeros experi- mentos efectuados al respecto, se midieron las respues- tas de los bebés a un tambor giritotio suspendido so- bre sus cabezas mientras estaban acostados (Gorman y otros, 1957). Noventa y tres bebés entre cien respondie- ron de forma preferencial a las rayas del tambor en cier- tos angulos visuales. Los recién nacidos eran relativa- mente cortos de vista, y preferian objetos colocados a 25- 30 centimetros frente a ellos. Para los tres meses de edad, un bebé puede ver mas alla de dos metros y me- dio, y a los seis meses parece haber alcanzado la capa- cidad del adulto (Dayton y otros, 1964). La incapacidad del recién nacido para registrar una imagen clara a una distancia de mas de 50 centimetros se debe al menor tamaio del ojo y a una mayor profundidad relativa del globo ocular. A medida que el bebé crece, el globo ocu- lar se vuelve més redondo y flexible. Hemos comproba- do que los bebés prematuros también ven, Tienen una visin menos segura y son atin mas cortos de vista, pero también pueden fijar la atencién y seguir las lineas de un tambor en movimiento. Los recién nacidos son relativamente miopes, tenien- do una visién de s6lo 20/150, segin lo determiné esta misma técnica (Dayton y otros, 1964). No parecen ser capaces de ajustarse bien a un objeto en movimiento. Tienen una longitud focal fija de unos 25-30 centime- tros y no pueden seguir un objeto a menos que se lo mue- va muy lentamente. Para captar el interés de un recién nacido por un objeto, hay que presentarlo a 25-30 97 3s us ojos y moverlo hacia arriba y aba- fo con lentitud hosta que el bebé se pone alerts, Lue. See erro eur evans F tro’ esperando que el recién nacido 1o sige. La vista, en el recién nacido, es algo mas que una capacidad pasiva, A yanir de la investgaekn recién mencionada, resulta claro gue los recién nacidos He tarén activamente de prolengar su atencion a un oie tg atraciva, Cuando se trae un objet brillante aang de isin del recien nacido y se lo mueve Tentamente ha ca rvba y abajo para ster eu atendn, ae puplat bé se contraen levemente. Crobjeto lentamente den lade a otro, la carta del bebe broe te inmovilizany el ni mira Hjamente el ebjete, jeupsesude poesia pecolateepiielo delun lado a oto. EL reaién nacido maniendré acbivamente este petra inmovil para prestarle atencién al objeto, Sus ojos . guen primero moviéndose en pequerios arcos pasando suds elidel cheto, pero a medida que el mio se inte resa mds, sus movimientos oculares se vuelven ee ae ves yefiientes. Los ojos dl bebe se mucven, siguen: do al ebjeto, Su cabeza comienca a valverse e un lado al otro, El resin nacio puede seguir un objets asta 32 rads ale derech yale inguiorda x mover los os y la cabeza para seguirlo hasta 30 grados cia arriba ‘0 abajo. Mientras tanto, se suprimen activame: nt Tos tmovimientas corporales ¥ los sobresatos que pudiran interferir. E] bebé puede en general mantener fo i tensa concentracién visual durante varios eas tes de sbresaltarse, molestase 0 aburrise, perdiendo ol estado de arta necesario ata este tipo de conduc visual, Al observar un rostro 7 tidn del rein nai ms prolongada, Los resin 2 cidos normales, en el estado de alerta apropia Paes den fijar la atencién y seguir un rostro, moviendo lo 98 NN ojos y la cabeza en arcos largos y lentos, Sus caras se iluminan. Bl acto aparentemente simple de mirar un rostro 0 una pelota no es posible sin la coordinacion entre an es. tade de alerta, la capacidad motriz de volver la abe za, «a supresien de reflejos motores que distraen y la conducta visual misma, Esta coordinacién implica un sistema nervioso complejo ¥ altamente desarrollage. fe dificil ereer que la corteza no intervenga para magte, ner el estado de alerta y controlar la conducta motris Los recién nacidos que carecen de esta capacidad de ‘anienerse alertas tienen menos oportunidades de aprender acerca de su medio. La capacidad de observar y seguir un objeto debe dis- Unguirse de la accién de mantener una mirada fija que no cambia al pasar el tiempo, Esta no es una bucna sefal. Puede significar que el bebé es incapaz de veda al tiempo que ci6n, un bebé normal comenzard a retraerse y desvine la vista, EI bebé que no puede hacer esto estd a men ced de este tipo de estimulacién. Una respuesta sana 4 los estimulos visuales por parte del recién nacido, por consiguiente, implica algo mas que atencidn alerta y se Podria describir en euatro etapas: (1) un alerta inicial, (2) una creciente atencién, (3) un interés gradualmen- te decreciente y (4) un alejamiento final de una presen. tacion monétona (véase el comentario sobre la habitus, cién que aparece mds adelante, en el capitulo 7 de la segunda parte). Un interesante experimento realizado por Lauren Adamson (1977) revelé lo importante que es la vista Para el bebé recién nacido. Esta investigadora cubrié los ios de un bebé en estado de alerta, primero con une pantalla opaca y luego con otra transparente. El bebé solped con furia la pantalla opaca y traté enérgicamen. te de retirarla, Cuando se la quitaron, se sosegé al ins. 99 tante. Al colocarle la pantalla transparente, se quedé en calma para mirar a través de ella. El hecho de poder ver parecia compensar Ios aspectos molestos de tener algo cubriéndole el rostro, 1o que indica que a la vision se le acuerda una verdadera importancia, ya en el mo- mento de nacer. Esto se corresponde a Ja perfeecion con el ansia de los padres de recibir una respuesta visual de parte de sus hebés, como se mencioné con anterio- ridad. LA AYDICION La capacidad auditiva de los bebés recién nacidos también es evidente en e] momento del nacimiento, Los recién nacidos muestran una clara predileceién por ta voz femenina, ante la que se animan y hacia la que se vuelven con preferencia, Cuando las madres comprue- ban esto, su vinculo con el bebé parece tomar un gran impet. Con un estimalo audisive interesante, como un sonajero 0 una'vor suave, el recién nacido pasaré de sueio a un estado de alerta. Su respiracién se vuelve regular, si carita se ihimina, sus ojos se abren y, una vez que estd totalmente alerta, sus ojos y su cabeza se volveran en la direccién de! sonido. El movimiento de la cabeza va seguido de una mirada exploratoria, de una mocién escudrifiadora de los ojos, para encontrar el ori- ey pasado, nuestros modos de evaluar la audicién de los recién nacidos eran poco precisos y nos lleva: ron a no advertir ciertas capacidades. Por ejemplo, los golpeteos utilizados para detectar defectos del siste- ma nervioso central eran ineficaces en salas ruidosas Un alto poreentaje de ls retién nacidos sometides a es ta prueba no respondian al estimulo, por haberse vue to indiferentes a todos los ruidos fuertes en la sala. En 100 estas mismas condiciones, un cascabeleo suave podria haberlos inducido a volverse en su direccién, Eisenberg (1976) determiné que hay respuestas di- ferenciales a distintas gamas de sonido. La preferida eo de 500-900 ciclos por segundo: la gama del habla hu. mana. Ante los sonidos correspondientes a esta gama, los recién nacidos tienen mayor tendencia a inhibir la conducta motriz y a experimentar una disminucién de Ja frecuencia cardiaca. Hay pruebas de una preferencia por la gama del habla femenina, por cuanto los recién nacides se vuelven de forma reiterada y preferencial hacia una voz femenina, de comparacién con otro soni- do de la misma intensidad correspondiente a cualquier otra gama Los progenitores de los recién nacidos aprenden con rapidez qué tono despierta y capta la atencién de su bebé. Ante sonidos de tono demasiado alto, o demasin. do fuertes, los recién nacidos inicialmente se sobresal. tan, apartan la cabeza de! lugar de donde proviene el sonido, y al mismo tiempo se acelera su frecuencia cardiaca y su respiracién, y la piel se les enrojece. Si el sonido se repite, los bebés tratarén de no oitlo, y si no lo logran, se poudrés a llorar para controlar su alar- ma y las otras reacciones motrices, las que son resul- tad de un input auditivo perturbador. Con un estimulo auditivo suave, dulce e insistente, los movimientos del recién nacido se harén més lentos y su frecuencia cardiaca disminuira a medida que el bebé se vuelve len- tamente hacia el sonido atractivo. Un bebé hipersensi. ble reaccionaré de forma excesiva ante la mayoria de los sonidos y sera incapaz de evitar hiperreacciones mo. trices. A la madre le resultaré més dificil encontrar la gama adecuada para el bebé en este caso. La respuesta del recién nacido al sonido ilustra una regla llamada la ley de los valores iniciales. Lacey (1967) senalé que cualquier estimulo tendrd el efecto de llevar 101 jel recién nacido hacia un nivel medio. Uti- ja reepet epucntas de la frecuencia cardaea eomo medida, demostré que en los casos en que la frecuen- cia era elevada cuando se presentaba el estimulo, la res- puesta hacia disminuir la frecuencia cardiaca, y cuan- Go la frecuencia era baja, la respuesta la hacia aumen- tar, Este mismo patrén de respuesta puede observarse en la conducta; por ejemplo, si un bebé est activo o lo- rando, un sonido interesante lo hard calmarse y volverse en su direccién, Estando quieto 0 dormido, el bebé se sobresaltaré inicialmente ante el sonido y se pondré més activo, tratando de atender al estimulo. Cada res- puesta tiene un significado. En cada caso, el bebé pasa a un estado de alerta pero tranquilo, particularmente propicio para el aprendizaje y la interaccién. Los padres, al hablarle a su hijo, interpretarén este patrén de po- nerse alerta y atender como respuestas a ellos, como tuna sefial de que el bebé “me conoce”. Los padres aten- tos también notardn, tarde o temprano, que e! bebé sin- croniza sus movimientos a los ritmos de las voces de sus res, y viceversa. Priam Condon y Louis Sander (1975) mostraron que, inmediatamente después de nacer, los cite = cidos pueden sincronizar sus movimientos al ritmo de la vor de la madre. Este es un ejemplo de la gran ca- pacidad de adaptacién mutua durante la primera infan- cia, Los movimientos del bebé se ajustan a los de la ma- dre, la que a su vez adapta su forma de hablar a los movimientos del hijo. Los progenitores aprenden el tone de vor y el ritmo que capta la atencién de su bebé, el que comienza a bailar, por asf decirlo, al son de sus voces. é én nacidos prefieren los sonidos humanos a low na henenee GF Cairns y B.C Butterfield (1975) Bu Gieron detectar las diferencias en las respuestas del recién nacido a sonidos humanos y no humanos, respec- 102 tivamente, observando lo que sucedia con la lactancia del bebé al presentédrsele diversos sonidos. Cuando los investigadores usaban un sonido no humano, el bebé de- jaba de mamar para prestar atencién, pero luego volvia @ mamar. Cuando empleaban un sonido humano, el recién nacido dejaba de mamar para atenderlo y luego retomaba la lactancia pero alternando succiones con pausas, como si estuviera esperando mds sefiales huma- nas. Segiin las observaciones de uno de los autores de este libro (TBB), hay un particular patrén de lactancia consistente en succiones y pausas alternadas que nor- malmente se asocia con la interaccién humana en el mo- mento de la alimentacién, como si los recién nacidos hi- cieran pausas para recoger més informacién por parte de la persona que los esté alimentando, Esta respues- ta del nuevo hijo refuerza los intentos de los padres de comunicarse con él. EL OLFATO Los recién nacidos tienen un sentido del olfato alta- mente desarrollado y reconocen los olores agradables y desagradables que los ayudardn a adaptarse a su nue- vo mundo. Por ejemplo, actéan como si les molestara el olor del vinagre, la asafétida y el alcohol, mientras que les atraen los olores dulces, como el de la leche y el de las soluciones azucaradas (Engen y otros, 1963). Un bebé de siete dias puede reconocer por el olor el protec- tor mamario de su madre y distinguirlo de los de otras madres que amamantan, si bien esta capacidad no pa- rece estar presente a los dos dias de vida (MacFarlane, 1975). Atraidos por el olor, los bebés de siete dias vuel- ven la cabeza hacia el protector mamario de su propia madre con una fiabilidad que Mega al 80 por ciento si se toman en cuenta las preferencias izquierda-derecha. 103 Esta asombrosa capacidad requiere una cantidad sor- prendentemente pequefta de informacién procedente del medio para distinguir a una persona importante. En nuestro propio trabajo clinico, ambos hemos visto que los bebés de tres semanas que son alimentados natu- ralmente pueden negarse a aceptar un preparado arti- ficial ofrecido por sus madres. Esta negativa parece ba- sarse en Ia capacidad del hebé de oler el pecho mater- no préximo a ellos. Estos mismos bebés aceptarn el bi- berén si es el padre quien lo da, Cuando la madre com- prueba esta preferencia, su vinculo con el bebé tiende a profundizarse Hacia las dos o tres semanas de vida, los bebés co- menzaran a realizar movimientos de “hociqueo” como esperando ser alimentados— cuando la madre los toma en brazos. Si los alza el padre, tenderén 2 asumir un estado de alerta y a mostrarse mas juguetones. Existen, desde luego, muchos otros indicios —ritmos, nivel de hi bla, diferencias en la forma de manip del olor que configuran la gestalt tota) de una madre frente a la de un padre. Cualquiera que sea la moda- lidad sensorial que tomemos en cuenta, es evidente que el recién nacido ya esta haciendo un gran “trabajo” para aprender qué esperar de cada una de las personas que Jo cuidan. EL GUSTO Los recién nacidos pueden reconocer diferencias de sabor muy sutiles. Sus complejas preferencias en ma- teria de sabor han sido comprobadas (Johnson y Salis- bury, 1975), Se han efectuado registros graficos de los patrones de lactaneia de los bebés al suministrarseles diferentes liquidos a través de una tetina. El agua sa- lada provoca tanta resistencia que el hebé se atragan- 104 taal ingerirla. Al darsele leche de vaca, la bebe de for- ma continuada, haciendo pausas a intervalos irregula- res. Si luego se le da leche materna del mismo modo, el bebé registra el reconocimiento del cambio de sabor tras un breve intervalo y luego la ingiere alternando succiones con pausas frecuentes y regulares, Este patrén sucei6n-pausa parece indicar que la leche mater- na provoca otras expectativas. El bebé parece esperar gue en las pausas se agreguen otras clases de estimu- los (como sefiales sociales! a la situacién de alimenta- cién. En otras palabras, al parecer los bebés humanos estén programados con un tipo especial de patrén de lac- tancia al que asocian con la leche materna. Los bebés de este estudio esperaban més interaccién social al ser amamantados que al alimentérselos con biberén. Lewis Lipsitt (1977) demostré que al bebé le bastan sélo dos succiones para reconocer un cambio en la dul- zura de los Ifquidos. El reconocimiento de los cambios de sabor se registra a través de rapidos cambios en la profundidad de la succidn (la que aumenta con los Ifqui. dos més dulees) as‘ como de cambios en la eficacia de cada esfuerzo de suceién. En el caso del agua azucara- da, las pausas decrecen y las succianes anmentan en cantidad al aumentar la dulzura del agua. Una madre reciente pronto comienza a “ver” estos pa- trones de respuesta diferentes y los utiliza para inter- pretar las necesidades y los deseos del bebé. Al apren- der los patrones de respuesta de su hijo, la madre apren- de las sehales que registran el reconocimiento del me- dio. Cuando se brindan al bebé reiteradas oportunidades de “aprender” acerca de la alimentacién, su conducta se vuelve mds y més clara. El patron succién-pausa, aun- que sutil, puede ser un medio poderoso para los bebés de suscitar una conducta mAs interactiva de parte de sus madres. 105 EL TACTO EI tacto es el primer Ambito importante de comuni- cacién entre una madre y su nuevo hijo. Cuando el bebé esté molesto, la madre le responde conteniéndolo, ha- ciendo cesar su actividad motriz perturbadora tocdndo- Jo 0 tomdndolo en brazos. El padre, en cambio, tiende ‘a moverlo hacia arriba y abajo o a mecerlo de un modo ritmico y juguetén (Dixon y otros, 1981). El tacto es un sistema de mensajes entre el bebé y quien lo cuida, tan- to para calmar al nifio como para animarlo y estimu- larlo. Nosotros (TBB) hemos comprobado que las cari- cias en forma de palmaditas lentas son apaciguadoras, mientras que las palmaditas més répidas pasan a ser un estimulo animador, y que el umbral es muy es- pec‘fico, Las palmaditas atin mas répidas mortifican al bebé (Barnard y Brazelton, 1984). Al igual que en el caso de los estfmulos auditivos, la ley de los valores inicia- les parece tener capital importancia. Cuando los bebés estén quietos, un estimulo téctil tiene el efecto de ani- marlos y ponerlos alertas. Cuando estén molestos, un estimulo t4ctil modulado y lento parece servir para re- ducir su actividad. También la zona que se toca deter- mina el tipo de respuesta. La estimulacién alrededor de la boca hace que el bebé mueva la cabeza buscando ali- mento y que succione, a la vez que provoca un mo miento en el tracto gastrointestinal superior. La presién en la palma de una mano lo hace abrir la boca y girar la cabeza en direccién a esa mano (reflejo de Babkin). Las palmaditas en un costado de la boca también es- timulan al bebé a flexionar la mano de ese mismo lado ya llevarsela a la boca. Estas respuestas de mano- boca a la sensacién téctil se establecen antes del naci- miento y cumplen varios propésites: le sirven al bebé para autoconsolarse, para controlar su actividad motriz y para estimularse a sf mismo. 106 7. LOS ESTADOS DE CONCIENCIA No hace mucho tiempo, se pensaba que i nacido era neurol6gicamente insuficente, are pron taba una conducta subcortical. Esta descripcién no so ajusta en absoluto al tipo de respuestas dirigidas y pre, decibles que se observan en el recién nacido cuande in, teractia socialmente con un adulto atento. Cuando co emplean estimulos que no son intrusivos sino poaitivs: el recién nacido tiene una sorprendente capacidad para animarse y atender, y para suprimir conductas reflejas importunas para prestar atencién. Los bebés responden a su medio e interactuian con éste desde que nacen. Per ara que un adulto pueda captar esta respuesta, es ne. cesario que tenga conocimiento de los estados ile con, ciencia presentes en el recién nacido. Estos estados de conciencia constituyen el contexto necesario para com. prender las reacciones de un recién nacido, Segiin el es. tado del bebé, la estimulacién resultaré apropiada o bien inapropiada. Cuando se ofrecen estimulos apropia. dos en los estados de conciencia apropiados, se puede observar un sistema nervioso central intacto y adapta, ble hasta en el més prematuro de los bebés. Decir uc Jos bebés recién nacidos controlan su estado de atencton o de conciencia tal vez sea ir demasiado lejos, pero este tipo de control parece estar dentro de las capacidades de un recién nacido normal y sano (Brazelton, 1984), 107 La catalogacién de los estados de conciencia est re- ferida al nivel de accesibilidad del recién nacido, Esos estados oscilan entre estados de suefo profundo y livia- no, a un estado semiconsciente, luego a un estado de alerta muy accesible, al estado de inquietud y por ulti- mo al llanto incontrolable. En las investigaciones rea- lizadas en la Child Development Unit del Boston Chil- dren's Hospital, (TBB) hemos comprobado que la gama de estados y el control de los estados en el recién na- cido son los factores que mejor permiten predecir el de- sarrollo cognitivo y social a los dieciocho meses (Lester y otros, 1985). El estado de conciencia no s6lo determi- na la capacidad de los bebés de absorber y utilizar in- formacién, sino que también afecta a la clase y al gra- do de respuesta que producirén. Un observador experi- mentado pronto puede predecir qué respuesta dard un bebé a un estimulo negativo y a otro positivo en cada estado de conciencia, Los recién nacidos no serén im- predecibles si se toman en cuenta los estados dentro de los cuales estén reaccionando. El estado de conciencia, por lo tanto, parece ser un sistema regulador basico. Si Jos recién nacidos pueden mantener el control de sus es- tados, entonces pueden regular si han de absorber y res- ponder al mundo que los rodea, y cundo lo harén. Por ejemplo, en un medio ruidoso y excesivamente estimu- ante, los recién nacidos caer4n en un suefio profundo © loraran de un modo incontrolable Una de las primeras tareas del progenitor es apren- der a reconocer y predecir los estados de conciencia de su bebé con el fin de saber si éste estaré o no accesi ble (para ser alimentado, para dormir y para interac- tuar). Los seis estados, segin los conocemos hoy en dia, son los siguientes: 108 LOS SEIS ESTADOS 1, Suefo profundo. Los ojos del bebé estan firmemente cerrados, Ja respiracién es profunda y regular, y no hay actividad motrit. A intervalos regulares pero con muchos segundos de separacién entre uno y otro, el bebé puede tener breves scbresaltos, pero no se des- pertaré, En este estado, e] bebé es relativamente inaccesible a los cestimulos externos, Este estado ocurre en ciclos de aproximedamen- te cuntro horas en los bebés nacidos tras una gestacién comple- ta.. Los prematuros tienen ciclos menos claramente definidos de esta clase de suefio, y su aparicién es un signo de madurez y de una bue na funcin del sistema nervioso en un bebé con trastornos o de alto riesgo, Como es evidente, este estado cumple un importante pro- pOsito: el de hacer descansar y organizar un sistema nervioso inma- Guro y fécilmente agobiado. Su recurrencia en ciclos breves duran- te el dfa les hace bien a los bebés. A medida que maduran, pueden retrasar cada vez por més tiempo la necesidad de dormir profunda mente, (Véase Ciclos del wevio, més adelante.) 2. Sueno activo (sueho MOR, o “movimiento ocular rapido”). En ‘este suefio liviano o activo, los bebés son més vulnerables al mun- do exterior. Sus ojos estarén cerrados, pero ahora pueden observar- ‘se movimientos de rotacién lentos. La actividad corporal oscila en- tre pequefias sacudidas y breves accesos de contorsiones y estira- mientos. La respiracién es irregular, bastante superficial algunas ve ces y més répida que la observada durante el sueio. Los movirrien- tos faciales incluyen entrecejos fruncidos, muecas, sonrisas, crispa- movimientos de la boca y succién. El predominio del suefio MOR en los recién nacidos normales ha conducido a la hipétesis de ‘que en este estado tienen lugar el crecimiento y la diferenciacién del cerebro. 43. Estado intermedio, de somnolencia. Los ojos del bebé pueden ‘estar parcial o totalmente abiertos, pero .de haber movimientos bastan- te suaves de los brazos y piernas. La respiracién es regular, peromés répida y superficial que la observada durante el suefo, La estmu- lacién en este estado probablemente tendré el efecto de llevar al bebé aun estado més alerta y receptivo. 4, Estado de alerta, despierto, El cuerpo ye] rostro del bebe estén 109 eae eae Sareea tae wha bruce gale potas da ees ae eae eee ee ae a te perfodos de hasta 20 o 30 minutos. Las gratificacionee més pro- 5 fun at pos tuts Fate ead soars de care « pants un eae Ge slerta gordo de tne sseantnor ie eimuladn se tome senate, To mis pra ponerse incor Leg moinientee el babe sah que vuelve pasmédices y desorganizados, ¥ lo hacen inquie’ le provecan grandes sobressltos. 6. El llonto, EI Slants cample muchas finalidades para el bebdé Desde un principio, eset moda mas eBeaz de atraer a a persona que Ie euida. No sdlo existen al menos cuatro tipas de llanto (de dolor de hambre, de aburririentoy de moleti’ que sn distingubles des de muy temprano en te vida el babe, sino que parece come sl toviera prograrmade para tratar de comunicarse a través de estas tnodalidades Ge lnnto, Un bebé que ora produce une respuesta 20 tomética de preocupacién, responsabilidad y culpa por parte de los padres, Estos ce sienten inducidos a responder, @ establecer la ca~ fa del lanto de st bebe. Cuando lo consiguen, se sienten reforza dos como padres ‘Une madre pede distnguir Tanto den hijo del otros reién nacides u los tres diet cel parto Boukyis, 1979). Puede empezar a tiferenciar ios Mantos de dolor, de harbre y de aburrimiento he- fia finales de la segunda semana. E) padre los reconoce a las tree temanas, El llanto, sin duga, es un importante sistema de comoni- theién pars todos ios, un complee sistema de seals en el que los bebés se expresen en forma diferncial desde un principio | Lester y Zeskind, 1982) iste Hace a epunda o tecere semana, sobrevene una especie de Tanto inquieto de forma periddca alo largo de todo el dia —po tom, wen vn patron cele, que parece descargar y ayaa @ reqolar Ios estados que le siguen- Tras un period de este tipo de Nanto, el recien nacido puode estar més relajado por un rato y dor mir més profundamente seit Aunque los padres aprencen tmprane a disinguir las dveeas clases de lanto, ee posible que les adjudiquen ruches significa 110 inapropiados. Veremos los reeultados de esta mata interpretacisn en Ja cuarta parte del libro cIcLos DEL SUEXO La longitud de los ciclos de sueio (activo y profun- do) cambia normalmente con la maduracién del siste- ma nervioso. Como sefialamos mds arriba, en un bebé nacido tras una gestacién completa el sueho y el des Pertar ocurren en ciclos de aproximadamente cuatro ho- ras, Dentro de estos ciclos, el bebé esta en un suefio pro- fundo durante 45-50 minutos y luego pasa a estar ae. tivo, pero todavia en un sueito ligero. Tras un rato, vol- vera al sueno profundo. Estos ciclos se suceden durante todo el dia y toda la noche, cada vez que el bebé esta dormido, Una falta de regularidad en estos ciclos pue- de indicar la presencia de problemas en el desarrollo del sistema nervioso (Thoman, 1975). Aprender a dormir por un periodo de cuatro horas ya implica cierto apren- dizaje de cémo dominar los ciclos de sueio active y sueio profundo, Aprender a dormir mas de tres o cuatro horas por la noche es un proceso mas complicado. Ante todo, el sis- tema nervioso debe madurar de manera que el bebé pue- da dominar los estimulos provenientes del medio sin despertarse. Para poder dormir més alla de estos cielos de tres a cuatro horas, los bebés deben desarrollar pa- trones de condueta fiables que sirvan para confortarlos cuando estén tratando de pasar del suefio ligero a un suefio mas profundo. Chuparse los dedos y revolverse buscando una postura cémada se cuentan entre estas medidas para autoconfortarse. A los bebés inmaduros o hipersensibles les lleva mas tiempo alargar su periodo de suefo por la noche. Estos Ddebés no sélo tienen ciclos de suefio mds breves sino que 11 su capacidad de cesar la estimulacién para pasar del suefio ligero al profundo es deficiente. Necesitardn mds tiempo y presién del medio para po- der evitar despertarse a intervalos cortos cada vez que pasan al suento MOR. Aprender a dormir por la noche est4 ligado a los pa- trones observados durante el dia. Las siestas y la ali- mentacién a horarios regulares coadyuvan a ese apren- dizaje. Los bebés que comienzan a dominar por si s Jos sus frustraciones durante el dia tienen mayores pro- babilidades de aprender los patrones necesarios para la noche. Una vez que los padres entienden las necesida- des y las respuestas de su bebé, se sienten mas confia. dos para alargar los intervalos entre las comidas duran- te el dia y para alentar gradualmente al bebé a adop- tar un patron regular y predecible, Como veremos en la cuarta parte de este libro, si hay un desajuste, los padres no enticnden los patrones del bebé, la interac. ci6n puede lenarse de ansiedad y desorden. LA HABITUACION La habituaci6n es una respuesta protectora, una clau- sura del sistema nervioso contra un exceso de estimula- cién proveniente del exterior. Es esencial para la capaci- dad de supervivencia de los recién nacidos, pues los ayu- da a lidiar con exigencias potencialmente abrumadoras para sus sistemas nerviosos inmaduros. Cuando se les presenta una serie de luces brillantes, los bebés prime- ro se sobresaltan y luego responden gradualmente me- nos ¥ menos. En un momento dado, sus respuestas mo- trices observables cesan. La frecuencia cardiaca y los cambios respiratorios observados tras el estimulo inicial disminuyen gradualmente. Los bebés comienzan a res- Pirar de forma profunda y regular hasta que parecen es- 12 tar en un suefo profundo. Un electroencefalograma mostrarA cambios similares al sueio en sus cerebros, Esta respuesta de habituacién puede suscitarse por estimulos auditivos, visuales 0 téctiles. Cuando estos estimulos se repiten, el recién nacido tendré respues- tas gradualmente decrecientes y parecera dormirse Pero si el estimulo varia levemente, comenzar4 a inte- resarse otra vez, se pondrd alerta y su frecuencia cardiaca aumentara, De hecho, se puede documentar la capacidad del recién nacido para detectar diferencias en la duracién y la intensidad de un estimulo verificando la frecuencia cardiaca en ese momento Aunque la habituacién produce un estado similar al suefo, hay diferencias. En el caso de la habituacién, los bebés se han puesto mas tensos, tienen los miembros fle- xionados, muestran poco movimiento excepto algunos sobresaltos espasmédicos y no parpadean. Parecen es- tar manteniendo activamente el control sobre su medio, en lugar de relajarse y dormir. En los recién nacidos lesionados 0 inmaduros, la ca- pacidad de habituarse no es tan oficaz, por lo que estdn mas a merced de toda clase de estimulos ambientales. Esta capacidad también es afectada por la medicacién, como los barbitiricos que se les dan a las madres en el momento del parto. La habituacién no sélo es un im- portante medio de autoproteccién sino que también su- giere que hay una activa regulacién del control de los estados en el perfodo neonatal. El recién nacido deja de lado los estimulos intrusivos y puede atender con ma- yor eficiencia a los apropiados. La interaceién tempra- na entre los padres y el bebé se ve muy fortalecida cuan- do los progenitores comprenden esta importante res- puesta protectora, 113, 8. EVALUACION DEL RECIEN NACIDO Si aceptamos que el recién nacide es un participan- te activo en la interaccién temprana, la cuidadosa eva- uacién de un bebé individual deberia ayudarnos a com- prender la parte correspondiente al bebé en ese didlogo. Per otra parte, a todo profesional que quiera fomentar el vinculo temprano le resultaré util explicarles a los pa- dres la naturaleza y las capacidades del bebé. La condueta de un recién nacido ya se habré estado formando durante nueve meses en el titero. Debemos te- ner presentes las poderosas influencias que tienen en el desarrollo fetal las infecciones agudas, las toxinas y Jas hemorragias de la madre, asi como otras influencias intrauterinas m4s prolongadas, como la nutricién, las hormonas, la medicacién, las drogas, el alcohol, la caleina, el tabaco y hasta la actividad y las actitudes de la madre. Aunque muchos de estos factores pueden afectar el cerebro en crecimiento, el sistema nervioso del feto es maravillosamente plastico y puede haberse re- cobrado de un ataque y funcionar de forma aparente- mente normal. Sin embargo, una observacién cuidado- sa puede revelar ciertos signos “suaves” y sutiles, como respuestas conductuales hipersensibles 0 problemas en la organizacién de los estados, que requeriran vigilan- cia y cuidados especiales. A veces, la funcién mi util de la evaluacién es la de 116 darles la seguridad a los padres de que ningiin suceso que esté fuera de su control ha perjudicado el futuro del bebé. Afortunadamente, es raro que un tinico suceso 0 factor afecte el desarrollo del bebé. Por lo general, se requiere la interacciGn sinérgica de varios factores para crear un verdadero problema en el desarrollo del siste- ma nervioso del feto. Pero los padres deben ser infor- mados sobre cualquier variacién importante en la con- ducta del bebé que pueda requerir atencién y consultas especiales. La edad gestacional es importante para comprender la conducta del bebé (Dubowiez y otros, 1970). Una in- madurez, aunque sélo sea de dos semanas, puede deter- minar diferencias conductuales que a su vez podrian in- fluir en la reaccién de los padres hacia su bebé, si no comprenden las razones de esas diferencias. La deple- cién aguda de las reservas de grasa, azticar y liquido provocada por una insuficiencia placentaria dara por re- sultado un bebé largo, flaco, con la piel escamada, ner- vioso y de expresién preocupada y ansiosa. Este bebé bien puede ser hipersensible a todos los estimulos usua- les y reaccionar de forma excesiva rehuyendo las aten- ciones de los padres por la via de dormirse, llorar o frun- cir el cefio. Se debe informar a los padres sobre las ra- zones de la hipersensibilidad y la reaccién excesiva de su hijo, de manera que no las tomen como algo perso- nal. Podrn cuidar mejor al bebé, tratandolo con deli- cadeza, si saben que el tiempo contribuird a restaurar el equilibrio. Los indices de Apgar reflejan las respuestas inmedia- tas del recién nacido al parto y al nuevo ambiente, pero no se los puede utilizar de forma aislada como indice de estrés, en el nacimiento. La probabilidad de que haya futuros problemas neurolégicos es mayor si estos indi- ces son bajos al minuto, a los cinco minutos y alos quin- ce; también son indicio de un parto dificultoso. Sin em- 116 bargo, ahora sabemos que un bebé que esté en buenas condiciones como feto antes de un parto dificil puede to- lerar un grado sorprendente de estrés y hasta la falta de oxigeno sin que se produzca lesién cerebral. La con- dicién del cerebro con el que el feto enfrenta un parto dificil puede ser més critica que los factores de estrés en si mismos. Mientras se pens6 que el recién nacido funcionaba al nivel del tronco cerebral, no utilizando, en esencia, la corteza ni los centros superiores del cerebro, la evalua- cién de los recién nacidos no permitia predecir futu- 10s resultados. Una vez que se comprendié que los bebés nacen con un sistema nervioso altamente desarrolla- do, se elaboraron modos més refinados de evaluarlos. Una evaluacién neurolégica que considera la conduc- ta a nivel del mesencéfalo no suministra suficientes in- dicios del potencial de recuperacién. Las evaluaciones conductuales parecen ofrecer informacién més itil y un medio mas confiable de predecir el desarrollo posterior. ESCALA DE EVALUACION CONDUCTUAL NEONATAL La escala de evaluacién conductual neonatal (EECN) fue disefiada para captar las respuestas conductuales de los recién nacidos a su nuevo ambiente (Brazelton, 1984). Con el objetivo de registrar y estimar algunas de las capacidades de los bebés cuando son manipulados por un observador capacitado o uno de los progenitores, elaboramos un examen conductual que verifica las res- puestas del recién nacido a factores ambientales en el contexto de los estados de conciencia. Es un medio de calificar la conducta interactiva. El bebé no es evalua- do solo, sino como un participante activo en una situa- cién dindmica. Aunque incluye algunas observaciones neurolégicas, la EECN no es una evaluacién neurolégica formal. 47 La EECN toma en cuenta y registra los cambios pro- ducidos en los estados de conciencia durante el trans- curso del examen: su labilidad y direccién. El uso que hace el bebé del estado, con el fin de controlar su am- biente e interactuar con él, sefiala una capacidad de au- toorganizacién. La evaluacién mide la capacidad del recién nacido para calmarse a si mismo, asi como su modo de dominar la estimulacién. Los estimulos utilizados en la EECN incluyen las cla- ses de estimulos —los actos de tocar y mecer al bebé, la vor, la conducta facial— que emplean los progenito- res al tratar a los nifios para ayudarlos a adaptarse a un nuevo ambiente. Hay una serie graduada de proce- dimientos —hablarle al bebé, colocarle la mano con fir- meza en el vientre, tenerlo en brazos y mecerlo—, to- dos ellos disefiados para calmarlo o animarlo. Se evalia la capacidad de respuesta del recién nacido a estimu- Jos humanos (por ejemplo, la voz y el rostro) y a estimu- los inanimados (por ejemplo, un cascabeleo suave, una campana, una pelota de color rojo fuerte, una luz bri- ante, la manipulacién y los cambios de temperatura). Se hacen estimaciones del vigor y la excitacién, as{ como de la clase de actividad motriz, el tono muscular y los cambios de color a medida que el bebé pasa de un es- tado a otro. Hay 28 conceptos conductuales que sirven para eva- luar la capacidad del recién nacido: (1) para organizar Jos estados de conciencia, (2) para habituarse a acon- tecimientos perturbadores, (3) para atender y procesar sucesos ambientales simples y, en algunos casos, com- plejos, (4) para controlar el tono y la actividad motores mientras se presta atencién a estos sucesos, (5) para eje- cutar actos motores integrados, como ponerse la mano en la boca, mantener la cabeza erguida estando senta- do o apartar con la mano un pedazo de tela que le cu- bre la cara. Todos estos aspectos reflejan el espectro de 118 capacidades conductuales del recién nacido. Estas pa- recen requerir un control sobre los sistemas cardiaco y respiratorio, y depender ya sea de la corteza o de cen- tros superiores del cerebro. Para alcanzar este control, el recién nacido debe haber superado con éxito las exi- gencias fisiolégicas del periodo temprano de ajuste in- mediatamente posterior al parto. La capacidad del recién nacido para atender, diferenciar y habituarse a los complejos estimulos que le presenta la persona que lo examina puede ser un pronosticador importante de la futura organizacién del sistema nervioso central, asi como del temperamento individual Los conceptos conductuales son: 1. Disminucién de la respuesta a la luz (se dirige brevemente la Juz de una linterna a los ojos del bebé) 2. Disminucién de la respuesta a un sonajero (agitado a 25-80 cantimetros del bebé) 3, Disminueién de la respueste a une campana (tocada a 90-38 centimetros del bebé) Disminucién de la respuesta a un pinchazo leve en ol talon Respuesta de orientacién a un estfmulo visual inanimado (una pelota roja) 6, Respuesta de orientacién a un estimulo auditivo inanimado (un caseabeleo suave) 7. Respuesta de orientacién a un estimulo visual animado (el ros- tro del examinador) 8. Respuesta de orientacién a un estimule avditivo animado (la vor del examinador) 9, Respuesta de orientacién a estimulos visvales y auditivos in- animados (sonajero rojo) 10. Respuestas de orientacién a estimules vieusles rmades ( rostro y Ta vor del examinader) 1, Calidad y duracién de los perfodos de alerta 12. Tono muscular general, en reposo y en respuesta s ser ma ni- pulado (pasivo y activo) auditivos ani- 13, Madurez motriz (cusn fluidos y vigorosos son los movimien- tos dal recién nacido) 14. Respuestas de brazos, hombros y cabeza cuando se sienta al recién nacido 15. Abrazo (respuestas al hecho de ser abrazado por el examina. dor) 16. Movimientos defensivos (reaccién a un trozo de tela sobre la . Posibilidad de consolarse (cantidad de maniobras que debe he. cer e] examinador para calmar al recién nacido molesto) 18, Pico de excitacién y capacidad de autocontrol (durante todo el examen) 19. Rapidez para llegar al estado de Ianto 20, Irvitabilidad durante e] examen 21, Clase y grado de actividad (durante todo el examen) 22. Temblor (durante todo el examen) 28. Cantidad de sobresaltos (durante todo el examen) 24. Cambios en el color de la piel 25. Cantidad de cambios de estado durante todo el examen Actividad auto: 26. nquilizadora (esfuerzos y éxitos observa bles) 21, Actividad mano-a-boca 28, Sonrisas (tanto muecas como réplicas de sonrisas sociales, pro ducidas en momentos aparentemente apropiados) La EECN ha sido ampliamente usada desde 1973 en Estados Unidos y otros paises. Fue diseada para ayu- dar a los recién nacidos a producir sus mejores respues- tas potenciales a la estimulacién y para medir su capa- cidad de afrontar el esfuerzo del parto, y de un medio nuevo y exigente, Toda evaluacién debe considerarse en el contexto de una curva de recuperacién del esfuerzo, por lo que ningtin examen aislado basta para predecir la futura adaptacién del bebé estudiado. Varios exame- nes, aplicados tomando en cuenta los factores de esfuer- 20 que afectan al recién nacido (como la duracién de la 120 medicacién y la anestesia suministradas a la madre, el estrés provocado por una falta de oxigeno, la duracién del parto, las dificultades del parto y la resucitacién), brindan mejores pruebas de la capacidad del bebé para manejar futuros esfuerzos. Junto con algunos colegas (Lester y otros, 1985), hemos utilizado curvas de recu- peracién de la conducta durante las primeras semanas de vida del bebé para predecir su desarrollo a los die- ciocho meses. Ciertas conductas, como los reflejos de la actividad motriz, son estables y menos susceptibles de ser moldeadas por el medio. El modo como el recién na- cido domina los estados de conciencia y la estimulacién social es més susceptible a la influencia del medio y cambia de forma especialmente significativa durante los primeros dias y semanas de vida, Estas respuestas per- miten predecir el desarrollo cognitivo y afectivo a los dieciocho meses con considerable fiabilidad. La EECN se ha empleado en muchas situaciones y culturas dife- rentes para medir ciertas influencias que podrfan afec- tar el futuro de un bebé, En Guatemala, por ejemplo, se la us6 para investigar el efecto de la deficiencia de nutricién materna, En Estados Unidos, se la ha utili- zado para medir los efectos de la medicacién suminis- trada durante el trabajo de parto y los efectos del al- cohol y la adiccién a los narcéticos durante el embara- zo. La influencia sobre los recién nacidos de la fotote- rapia aplicada en caso de haber niveles elevados de bi- lirrubina también ha sido estudiada por medio de la EECN (Brazelton, 1984). Para lo que aquf nos interesa, sin embargo, dos de los posibles usos de la evaluacién —ayudar a los padres a comprender a su bebé e identificar a los recién naci dos cuya conducta podria hacerlos dificiles de manejar— son los més pertinentes. Por ejemplo, un recién nacido inactivo al que le lleva mucho tiempo responder no serd fécil de comprender para los padres. Si este bebé no se 121 pone claramente alerta, a los progenitores inevitable- mente les preocupard la positilidad de que tenga una lesién cerebral. Si el bebé no llora en senal de prote: ta, es posible que sus padres no lo alimenten o atien- dan apropiadamente. El retraso en pasar de un estado a otro dard lugar a un bebé apatico del que los adul- tos tenderdn a apartarse de maneras sutiles y tambi importantes. Los bebés hipersensibles v desorganizados pueden ser casi imposibles de comprender. No solo reaccionan de forma excesiva a los estimulos sino que también pueden reaceionar negativamente con incesan- te llanto o habituacién en el intento de controlar el po- der del medio. Estos bebés tendrén abruptos cambios de estado, pudiendo “dispararse” de un estado a otra —del suefio al Ianto, y nuevamente al sueno— sin darles tiempo a los padres para que los consuelen o les respon dan (Brazelton y otros, 1971). El progenitor se sentiré exeluido e ineficaz con cualquiera de estos dos tipos ex- tremos de bebés. Su futura interaecién estard en peli- gro a menos que se ayude a los padres a comprender- los, La EECN fue diseada para ayudar a los profesio- nales a juzgar el estilo de respuesta del bebé ¥ asi po- der respaldar a los padres en su esfuerzo por vineular- se con el hijo. Es posible que el mejor empleo de la es. cala no sea tanto el de usaria como un test sino como un modo de demostrarles a los padres ta conducta de! recién nacido a efectos de que puedan entender mejor al bebé, asi como su propia tarea, desde el principio. 9. DIFERENCIAS INDIVIDUALES A través de afos de experiencia evaluando bebés recién nacidos, nos han Namado la atencién las pronun- ciadas diferencias individuales existentes entre ellos. Estas diferencias afectan tanto el modo en que un bebé habré de participar en la interaccién temprana como la forma en que responderan los padres. La importancia de estas diferencias individuales para la relacién tem- prana entre progenitor e hijo no debe subestimarse. Afortunadamente, debido a la energia psicolégica que se genera durante el embarazo, la capacidad de los padres para comprender al bebé y compenetrarse con él va acre- centandose. Los progenitores parecen estar programa- dos para buscar y valorar la individualidad de su bebé. Cuanto més se pueda alentar a los padres y madres a emplear esta poderosa energia psicoldgica para recono- cer respuestas y fortalezas caracteristicas en sus bebés, tanto més firme serd la relacion temprana entre ellos. Las familias més afortunadas son aquellas en las que se da una coincidencia entre la individualidad del bebé y la capacidad de la familia para tratarlo. Hay grandes diferencias en cuanto a deseos y expectativas entre una pareja de padres y otra. Los progenitores también tie- nen rasgos de personalidad que limitan la clase de bebé que podrian estar en condiciones de tratar. Los padres enérgicos tenderdn a sentirse mas cémodos con un nitio 123 activo, Un progenitor reposado y sensible se podria sen- tir abrumado y molesto con ese mismo bebé. Este pro- genitor probablemente se acomodaria mejor a un bebé tranquilo que no demuestre sus reacciones de forma brusca. Si bien algunos bebés receptivos y bien organi- zados deberian ser féciles de tratar para cualquier pa- dre, la mayoria de los progenitores tiene que trabajar para alanzar una comprensién de su bebé que permi- ta un buen ajuste. Los tres casos que se describen a con- tinuacién muestran el espectro de posibles combinacio- nes progenitor-bebé y el desafio que ellas plantean. Robert * era un bebé bien proporcionado, de buena musculatu- +ra, que so mostré activo inmediatamente después del parto. Pesé cu tro kilos al nacer y era robusto y de huesos fuertes, La madre habia estado preparada para tener uni bebé corpulento, pero cuando lo vio por primera vez sobre la mesa de partos, exclamé: “Dios mio! {Este bebé entero estaba dentro de mi, Robert tenia el eabello oscuro, ‘tupido y enmaranado, una carita redonda y grandes ojos inquisiti- ‘vos con los que recorrié avidamente la sala de partos. Tenfa el ros- troy la cabeza ligeramente inelinados hacia la izquierda debido a ‘su posicién en el ttero, y las orejas aplastadas contra los lados de Ja cabeza. Con sus rasgos suaves, grandes y atractivamente infan- tiles, parecfa més un bebé de un mes que un recién nacido. Cuando Io colocaron sobre el vientre de la madre para que ella lo viera, se apacigus. Hasta entonces habfa estado moviendo brazos ¥y piernas continuamente en ciclos lentos; su carita estaba contrafda mientras examinaba la habitacién en torno a él. Ahora, tendido boca abajo con la cabeza en el pecho de la madre, hizo movimientos de {gateo con las piernas hasta que por iltimo se acomod6, con una mano levantada cerca de la boca. La madre lo al26 para mirarlo a la cars Robert abrié los ojos y le devolvié Ia mirada con expresién expectan- te. El rostro se le suaviz6 cuando la madre empezé a hablarle con dulzura y su cuerpo se puso tenso mientras la miraba aun més aten- tamente. La madre dijo: “Creo que ya me ests viendo la cara y oyen- do Ia voz. (Qué nifto tan maravilloso eres!”. Lo acosté en la cama para revisarlo por todos lados. El bebé le apresé los dedos con sus * Los nombres ylos detalles que podrfan servir para dentifiar alas Personas han sido modificados en todo el libro. 124 punitos, levants las piernas hasta el abdomen para empujerle 1a mano, y cuando ella lo atrajo para sentarlo, respondié con un vi rose contol dla cabeza, sostenindola asi derecha y en Ie lin media. Al quedar sentado, nuevamente sbrié los ojos « inspeecion 1a habitacién. Aevieerte A todos los presentes en la sala de partos les impresioné lo com- Petente y controlado que se mostrabs este avispado nifto pocos i tantes después de nacer. El padre se incliné para hablarle al ofdo. De inmediato, Robert parecié ponerse atento, volviendo la cabeza on Gireccién al sonido de la vor y buscando con los ojos su proceden- cia. Cuando encontré el rostro del padre, su expresién volvi6 a ilu. ‘minarse, como si lo reconociera. El padre exclamé: “Qué muchachi- to grande y hermoso”. Alz6 a Robert y lo estreché en sus brazos. E] bebé se acomodé contra su pecho y parecié entrelazar las pier. nas alrededor de un costado de su cuerpo. Levanté una manita y se aferré a la tinica del padre mientras lo miraba a la cara. En este momento, el padre estaba a punto de estallar de orgullo y alegr Cuando colocé a Robert sobre su hombro, este bebé recién nacido y con el cuerpo todavia untuoso se acurrueé contra el padre, rodeéndo- Jo con Jas piernas, los brazos y manos en su hombro y la cabeza er- guid y apoyada en el hueco de su evello. El radiante padre lo es. ‘rech6 auia més en sus brazos. Aunque ya hacia quines minutos que ‘estaba desnudo, Robert conservaba su color rosado y parecfa conten. to de que lo tomaran en brazos y jugaran con él. Nada de esto pa- recfa molestarlo, Por sltimo, la enfermera lo elzé para limpiarle la sustancia un- tuosa, Hamada “vernix”, que lo habfa ayudado a salir del canal de arto, Mientras lo bariaba, Robert empezé a ponerse inquieto, a so- bbresaltarse y luego a llorar con més fuerza. Su llanto se ofa com lun gemido bastante quedo, pero vigoroso. La enfermera dijo: “Le ha bien llorar. Le abre los pulmones", como disculpéndose por interram- pir la ilica situacién familiar. Se apresuré a darle la requerida in- ‘yecciin de vitamina K, a ponerle los brazaletes de identificacin en Ja museca y el tobillo y a colocarle nitrato de plata en los ojos. Con cada intrusién, las protestas de Robert se hacfan més fuertes. Du- ante la tercera maniobra, estaba muy molesto y loraba con energia Ahora tenfa un color rojo intenso, ‘Cuando la enfermera lo envolvi6 en una mantita, se ealm6, se Ilev6 «1 pufo derecho a la boca como para succionarlo y empezé a acomo- arse en una posicién descansada y apacible. Parecié aliviado de que hubieran dejado de manipularlo. Su respiracién regular, la expresin plécida de su rostro y la postura descansada de su cuerpo indica- 125 bban que por fin habia ogrado su meta, Mantuve la mane Jevanta Ga, cerca de In boca, como preparado pars autocenfortarse si lo ne. cesitada. Su color rojo encendide desapareris Les dos padres habfan estado chservando con atencién cada acto de Ja enfermera. Cuando el bebé estuvo en reposo, suspiraren con profondo alivio. La madre se volvié a mirar su vientre desnudo y Ja cama en descrden, como diciende: “Ahora me puedo ocupar en mi misma", EI padre se dio cuents de que ambos habien estado tan con- centrados en In conducta de Rober: y en el milagro de eontemplar Jo que 6] se habia olvidado de prestar atencién a las necesidades de su esposa, Un bebé bien organizado como Robert rezuma una sensacion de seguridad y satisfaccidn, Su apariencia de fortaleza, de perfeccién, de plenitud, refuerza cada acto de los padres. Aun en este breve periodo inicial, el bebé les transmite a los padres que él puede “arreglarselas” Los padres podrén ser intrusivos (como lo es la enfer- mera), podran cometer ervores con él, podran forzarle a responder aun en un momento dificil para 1 (como inmediatamente después del parto). El bebé puede lu- char contra todo esto sin desintegrarse ni venirse aba- Jo. Para un observador experimentado, el modo como el bebé pasa con lentitud pero con seguridad de un esta do a otro es la mas tranquilizadora de sus conductas Para los padres, la admirable capacidad de mirarlos, de registrar una respuesta, de escuchar sus voces y de unir sus respuestas auditivas y visuales cuando encuentra los rostros de sus progenitores es una inapreciable re- compensa por el largo trabajo de} embarazo, Los movi- tmientos competentes del bebé les van dando la sensa- cién de que él ya es una persona capaz de desenvolver- se. Su capacidad para aplacarse, con ayuda de ellos pero también por sf solo, es una prueba segura de ello, Seria difiei] no encaminarse hacia un buen comienzo con este bebé. El pondré de su parte, Consideremos el caso de un recién nacido muy dife- Tente, que bien puede determinar el fracaso de la inter- 126 aceién temprana a menos que se les brinde orientacién ¥ apoyo a los padres Chris era un bebé largo y flaco cuando nacié, alas evarenta y una semanas, con una semana de retraso, La madre sabia que no habie aurrentado de peso en las ultimas tres semanas de emharazo, pero las ecogratins mostraron un bebé perfectamente normal y nadie presto particular atencién a su comentario: “El bebé es iamadur: Cuando aacié, pesando 2,800 kilos, Chris parecia una victime de la inaaieién, Tenia la piel fnja, con deseamaciones en les manos, Jos pies y algunas en el vientre. Su cabello era fine y bastante ralo, Pero 9 mas Tlamativo de su aspecto era su carita de viejo, con expresin aangustiada, Acostado en su cunita, mantenfa les ojos muy abiers rmirundo ansiosamente la habizacién, Estaba tranquilo pero su res Piracién era profunda y relativamente ruidosa, Sonaba casi como si ‘tuviera un resfriado, y respiraba més rapida y profundamente cada vez que lo tocaban, le hablaban a Io estimulaban de algin modo Daba la impresién de querer que lo dejaran solo. Apenas nacid, a la enfermera y al tocologe les preocups su color y su falta de respuesta. Lo revisaron cuidadesamente, arropindolo y estimulandolo antes de entregarlo a los padres. La demora acre. ‘ent6 la ansiedad de los progenitores, haciendo que se preguntaran’ “Qué puede ir mal?*. ‘Tranguilizades por Ia enfermera y el médi- co en cuanto a que el bebé era normal, igualmence se acengojaron al verle la carita mustia, las orejas protuberantes y de forma abo- vedada, y le cabeza casi calva. A Ja madre le dieron ganas de Ilo- rar y, sin expresario, empez6 a preguntarse qué le habia hecho a su bebe. En sitencio, ambos padres se pusieron a buscar una confirma- cidn de Ia normaiidad de su hijo. “Pobre bebé”, exclamé el padre, quien tambien se preguntaba «i él habria hecho algo para que el nino tuviera ese aspecta tan patética. Mientras lo tenian en brazos, Chris pareefa bastante plécido. Pero en cuanto In movian, aun levemen- Xe, errugaba el rostro adoptando una expresién de animalite asus- tado y solteba un chillido agudo y penetrante. Los padres sintieron alivio cuando lus enfermeras se llevaron al bebé “para atenderlo” En los dfas siguientes, los patrones de reaccién de Chris se vol- vieron mas claros, aunque no mas tranquilizadores. La madre ee es: forzé por conseguir que mamara, pero come todavia no tensa leche ¥ como el bebé succionaba de forma desorganizada, los momentos de- dicados a la lactancie eran muy poco gratificantes para ambos. Los movimientos del nino estaban dominados por sobresaltos. Se puso tan inguieto que el equipo médico insistié en que se le diera agua 62t wxopaioad e1ausze] ELM UoI sopeysa So] ap fox7t09 oseD +89 Un B ‘SoTBILOSUas So[NUTNISE So] v peprttgisuaszodsy ap apadsa eun e re8nt ep ‘zaa ns p ‘orsg ‘souLIZ0pUa soligiinbasap sayqeqord soxy0 woo oyun! ‘eruaonifod “Il 9 B}B19ua ap seasasad Se] ap wIouaroyMsMr BUN OpEOA -oid vy so] ouLo NEU owOTUMNS [a ‘s9qaq S0Is9 Y ‘sootSoqoorsd souz01 -sexy & [nuesur osnge “9qaq [ap ovuEjape osBs9 ap eID -uasaid ej zod opensowap ‘9qaq-s011uedosd ugioeayUt BL ap oseoey op sorpus oye UN BIqLY sosed so}Sa azjua anb seqoxdaios onyuzad sou opezi{eos orpnisa [g “sour soyso B osueidepe tavd wesuay anb saper[nayIp saumoua se] ueqequaMio) sou SasoyuaBord sor] “SojnUssa sof vatsaoxs ugiooees ns ¢ uptsodstp ns v oplgap sopreutur -eX8 [DIP sy oYIRM EqeINSI “Jou}UCD 9p odrUs [ap Jeauot osad ap saqaq sof ap suj v Sajynat uso sapeuos -w9s sopeppedea sns onbuny “pepa op sasata saaanu so| 8 SOpBulGIEXe 495 [B SaUOTONAE ss Ua SOuIaITxa ayuaUE seams ¢ sossadsip ‘soqistasiadty esopupsnsou ueingas 4X upta ap sasaw omens sosaumtad sof aywemp vatsoa x9 £ 3{qejostoout euiIoj op ULGLIOL] -ordoLAd UR apsop ‘soaped soy exed aapuazdiuoa ap safayip < sojqysuasiod “ry gqauepemanca sas uEared saqaq Sos [NII BanIpne ‘jensia ugaeaTURWOD ap seANdeIM! sepIpaut sej 4 somarxa so[numyIsa ap osn Jo ‘oatoese ap opeas [a owoo ‘sasped soj vied smueqodmr spur aruaworqeq -oxd sowsadse sono uo ugiquiey < (uRuiured op £ ox0;y op uugigapad ‘ugtoons ap ‘orvaumfe avasnq ap ‘ae8 ap so] ows} sasnjow sofayas v o1uENa ua QT 4 ¢ “E “] SEIp so] Ua saquasayip aquoTIBAIIBIYTUSIS UOUINY SIoMpuoD sns *}eU Jou osad ap sopoet ugi9ea ap odnaB un woo ug}ered “109 tq “uns ozereqm@a uN ap JeuY Ja Boey eUEIUD eid epuarynsur epnde 2un apuyns uesqeq saqgaq so. “84 (QLET "SouI0 § spy) osad-eanaye uotoKjad P| Ua [Mad iad ovtMb fap ofeqap x0d ueqeiso anb euowEISed pepa ns used souanbed spqaq ap Exisanm eun opsipnisa sou Bat -ay (sazopesoyejoo & gq) ‘TedsoH swampy Je ug ‘aiqisoaoeut 9 epunyoud oysns un ua “orsneyxe gins 36 ‘2ute seWdo3 vavd 0s9|] 8p Bqulep opUERD “osos0]0p £ 94 cunujauad opy|i.> un esa 9499 [ap OvUel| [g WPELSAP ALES ag 0A ddooaa & opeuitur ojiea wjpod apes x ojuawour UnBum wy “UerDes iv ap epsyso un ua aquoweprdys ereo ‘equsaedsap a5 ug 20d orb 294 ‘bun aied ‘opruuaop eqeisa opuon> oj:vyiqudsap oquises “soped so] 9p nusnur 9[ wqp-uaoaire owadses ns B Biqey anb epezy{ezeuall upls ednzoaid @j £ “ow, seas upexed aqaq Js ¥I2ey anb o| opas, “oan, 30 & eUa[v uqeisa opens ojos UogElep oO] £ sajeuvI so] UEquiquL? or] ope|usope eqeiss options ungeasadsap 7 ‘ousayemn o4pad ja 28u onan ied sozzenysa srs uoseuligap 9s anb 0] uv> “e4oy Bpeo uvqea awe 0] seuswaayua se] “olivpne uoxeansead sopoy "wrwaan(iiod 18] 05 Jod oarp9ur odtnbs [ap Lorsednooadd o[ anb [ent e “oquaMINE tua ugg oflotsosesap ns anb opeq “waliwiou 19s vjoased seysandseu sos op eun ope vampew 9] ap asopupiiede odusno [9 vqvenbas & aidn9 19» vjuod 35 9 9209 Bj ap Lopapadte opu|nzD oe Ua euENEPE aytE 29 ojopue2ew oapopur|gry “opourzeaqe ‘(a ura mmejUOD J929IqEis9 Sp anwhas ua wpsisiad vija ig ‘apew 9s ap ove [a 8 704 Bf “oaIs0A + avaine wioaang "ey ap eovisede 9s gqusuiaysjeueau: ‘suzeiq ‘puio} oj aupeur @| opueR ‘ssieBa[des sa12Rd eIoased < eqealesesq, os as “olasaziua fp 3pm Une v)sUNy ‘oweldsep wquIse Is ‘0 upuaTE np epndas unig e oUfu [2 “eqeiqey 2 osMIDUEE BEEDOA OL IS “eqUD wUlDY vl 9 BUR RS v equsJa3E a5 URNA[e Kg "BaSNEUY 9p UoIsasaKa vouUer BUR euay BIUED ag -aUaulypesad upunstdsar ¢ “sopws < sousiqy nw s0'9 U09 elaueIeID Bl v OpUBsrU ‘se|ssuppBoute ap ud 1) 9s vjaaued gpg [a “"PUND P| UP opeisose unquTep o] SeNUALTY ay anb jofses, muta aysa w opionpoud wiquy anb e[ sod upzes el axq0s equiouiayus a sep JeuIuaap vied ueDeY 9] anb seiundead suidosd sv} “2p pu e[ avaiiinbuvay uvgeansead s0>,p9ua so] anbuny “svzz3nj aytep vied oulus seieg opPsEuap uvielsnisa PISZeUe ap seasesed STs WL ‘oye an & seupimas sean seuiutf. se] U9 0sed aprpsed wzaiqny 2359 anb aiquqoud vao “vewensasuea ug ‘ozusqud {9p s9Uy B 9g9q [Y OPI qe BIqUY Cul £ OPIpaD, wIgey BIUadeid ns “vII9 ap wE[Na URLE OU anb sauores dog “ivanze & svsPat op seaassas sefeq woo ‘oanpetut o2idia UR bia Stuy anb azpew Bf v uoseDHdxe ary edSUNS ns U9 avonau op lasit afeg ja 2esuadues used seuoy seaed epeo speswoney

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