Estatal y político
• El poder del Estado sobre el individuo nunca puede ser suficientemente grande, de modo que borra
las fronteras entre Estado y sociedad, adjudicándole al Estado todo lo que la sociedad
previsiblemente no hará. Debe ser un Estado que debe poder hacerlo todo, pero al que no le debe
estar permitido hacer nada.
• Haenel concibe al Estado como una organización coexistente con las organizaciones sociales
constituidas en otros ámbitos pero lo entiende como "una organización social del tipo especial de
las que se elevan por sobre las demás, aglutinándolas", y cuyo fin genérico, aún siendo "universal",
se expresa en la especial función de delimitar y ordenar de modo armónico a las fuerzas volitivas
que actúan socialmente; es decir: en la función específica del Derecho.
• La diferenciación específicamente política, con la cual se pueden relacionar los actos y las
motivaciones políticas, es la diferenciación entre el amigo y el enemigo. El enemigo político no tiene
por qué ser moralmente malo; no tiene por qué ser estéticamente feo; no tiene por qué actuar como
un competidor económico y hasta podría quizás parecer ventajoso hacer negocios con él. Es
simplemente el otro, el extraño, y le basta a su esencia el constituir algo distinto y diferente en un
sentido existencial especialmente intenso de modo tal que, en un caso extremo, los conflictos con él
se tornan posibles, siendo que estos conflictos no pueden ser resueltos por una normativa general
establecida de antemano, ni por el arbitraje de un tercero "no-involucrado" y por lo tanto "imparcial".
• Lo que es moralmente malo, estéticamente feo o económicamente perjudicial todavía no tiene por
qué ser enemigo; lo que es moralmente bueno, estéticamente bello o económicamente útil no tiene
por qué volverse amigo en el sentido específico, esto es: político, de la palabra. La esencial
objetividad y autonomía de lo político puede verse ya en esta posibilidad de separar una
contraposición tan específica como la de amigo-enemigo de las demás diferenciaciones y
comprenderla como algo independiente.
• Los conceptos de amigo y enemigo deben tomarse en su sentido concreto y existencial; no como
metáforas o símbolos. El enemigo no es, pues, el competidor o el opositor en general. Tampoco es
enemigo un adversario privado al cual se odia por motivos emocionales de antipatía. "Enemigo" es
sólo un conjunto de personas que, por lo menos de un modo eventual — esto es: de acuerdo con
las posibilidades reales — puede combatir a un conjunto idéntico que se le opone. En el interior de
un Estado — que como unidad política organizada toma, por sí y como conjunto, la decisión sobre
la amistad-enemistad, — y además, junto a las decisiones políticas primarias y en defensa de la
decisión tomada, surgen luego numerosos conceptos secundarios de lo "político".
• La demanda de una "despolitización" significa, en este caso, tan sólo una superación del partidismo
etc. La ecuación político=partidario es posible cuando pierde su fuerza la concepción de la unidad
política (del "Estado"), abarcadora y relativizadora de todos los partidos políticos internos
conjuntamente con sus rivalidades, a consecuencia de lo cual las contraposiciones internas
adquieren una intensidad mayor que la contraposición común externa frente a otro Estado. Cuando
dentro de un Estado las contraposiciones partidarias se han vuelto las contraposiciones políticas por
excelencia, hemos arribado al punto extremo de la secuencia posible en materia de "política
interna"; esto es: los agrupamientos del tipo amigo-enemigo relativos a la política interna, y no a la
política exterior, son los que se vuelven relevantes para el enfrentamiento armado. En el caso de
semejante "primacía de la política interna", la posibilidad real del combate, que siempre tiene que
estar presente para que se pueda hablar de política, se refiere por lo tanto a la guerra civil y ya no a
la guerra entre unidades organizadas de pueblos (Estados o Imperios). La guerra es el combate
armado entre unidades políticas organizadas; la guerra civil es el combate armado en el interior de
una unidad organizada (unidad que se vuelve, sin embargo, problemática debido a ello). Lo esencial
en el concepto de "arma" es que se trata de un medio para provocar la muerte física de seres
humanos. Al igual que la palabra "enemigo", la palabra "combate" debe ser entendida aquí en su
originalidad primitiva esencial.
• Toda contraposición religiosa, moral, económica, étnica o de cualquier otra índole se convierte en
una contraposición política cuando es lo suficientemente fuerte como para agrupar efectivamente a
los seres humanos en amigos y enemigos. Lo político puede adquirir su fuerza de los más diversos
ámbitos de la vida humana; de contraposiciones religiosas, económicas, morales y otras.
• La palabra "soberanía" tiene aquí un sentido bien definido, al igual que la palabra "unidad". Estos
términos de ningún modo significan que, si una persona pertenece a una unidad política, cada
detalle de su vida de tiene que estar determinado y comandado desde lo político; ni tampoco
implican que un sistema centralizado debe aniquilar a todas las demás organizaciones o
corporaciones. Sea cual fuere la relación de fuerzas: la unidad política es necesaria como
consecuencia de la orientación hacia el posible caso decisivo del combate real contra el enemigo
real. Y, o bien es soberana en este sentido (y no en algún otro sentido absolutista) para determinar
la unidad decisiva en cuanto al agrupamiento en amigos y enemigos, o bien no existe en absoluto.