La poesía, para limitarnos a ella, ha investigado en sí misma las leyes de su propia pureza,
ha llegado a veces a sacar inspiración directa de esta autoconciencia alcanzada. Sigamos
didácticamente solo un hilo para orientarnos (pero los hilos son muchísimos). Es bien
conocida la opinión —que Poe tomó de Coleridge— según la cual es admisible y legítimo
solo el poema breve, no pudiéndose admitir placeres o emociones de larga duración. Un
poema largo sería para tal teoría una colección de poemas breves, de una unidad más bien
ficticia, extrínseca. A lo cual fue objetado (en época más reciente) que la unidad ético-
psicológica de un poema largo puede resolverse en un tono general que unifique, de modo
efectivo, los miembros sueltos del poema. La respuesta no es indiscutible (se intuyen que
podrían responder un Poe, un Croce, un Valéry y hasta… un Leopardi), pero hagámosla a
un lado por ahora.
Notas
* Artículo aparecido en Primato, a. I. nº 7, Roma. 1 de junio de 1940. p. 78.
[1] De médiums o medios.
[2] Luciano Anceschi, 1911-1995, crítico literario y estudioso de estética. En 1957 fundó Il
Verri, revista que apoyó la nueva vanguardia literaria italiana. Entre sus libros, sobre
D’Ors: E. D’Ors e il nuovo classicismo europeo (1945) y sobre el barroco: Del barrocco e altre
prove (1953).