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Temas metamagicos Los atractores extrahos son configuraciones matematicas en equilibrio entre orden y caos Douglas R. ‘ace algunos meses, recorriendo pasillos del departamento de fisica de Ia Universidad de Chicago, me salté a la vista el cartel anunciador de un simposio internacional sobre “Atractores extrafios”, Tan ins6lito ti- tulo no pudo dejar de atraerme y extra- farme, y por ello inquiri de mi amigo mayores detalles. Segin me explic, se trataba de un tema candente en la fisica teGrica de nuestros dias. A juzgar por sus explicaciones, el tema prometia ser tan atractivo como misterioso. Saqué la impresi6n de que 1a nocién clave residia en los que pudiéramos lla- mar bucles de realimentacién matema- tica: expresiones cuyas “salidas” pue- den reinyectarse como nuevas “entra- das”, de igual forma que los sonidos emitidos por un altavoz pueden captar- se por un micréfono, reprocesarse y volverse a emitir, Segin parecia, inclu- 50 el mas sencillo de tales bucles podia generar tanto pautas regulares y esta- bles como organizaciones casticas (jad- mitiendo que la idea de organizacion castica no sea auto-contradictoria!), Que sucediera de una w otta forma de pendia del valor de un Gnico parame- tro. Pequefias variaciones de tal valor podian provocar las disparidades mas extremas en el comportamiento del sis- tema tealimentado. La idea de ver al orden derretirse y fundirse en caos, de ver Ia regularidad progresivamente 4 solverse en la aleatoriedad, me resulta- ba apasionante, Mas todavia. Al parecer, acababan de sali a la luz ciertos rasgos “universa- les” e inesperados, tipicos de la transi- cidn del orden al caos; rasgos que tan sélo dependian de la existencia de re~ troalimentacin y virlualmente insen- sibles a otros aspectos del sistema. Tan gran generalidad es de la mayor impor- tancia, porque disponiendo de modelos matemiticos capaces de mostrar gra- dualmente ta aparicion de comporta- mientos casticos tal vez podames perci- bir las nociones clave para comprender cémo y por qué se originan turbulen- Hofstadter cias en todo tipo de sistemas fisicos. En oposicién x casi todos los fenémenos que hasta ahora comprendemos mejor y més profundamente, las turbulencias son fenémenos no-lineales. Lo que sig- nifica que al sumar dos soluciones de las ecuaciones que las rigen no es forzo- 80 que resulte una fueva solucién. La comprensign de la matemitica no lineal va muy por detris de las teorias linea- les; por esta causa, los fisicos han veni- do careciendo de buenas descripeiones mateméticas de la turbulencia, De lo- grarlas, su importancia seria funda- mental Mais tarde, cuando empecé a leer so- bre estos temas, descubri que en reali- dad se habian desarrollado simultanea- mente a partir de muchas disciplinas. En matemética pura se habjan empeza- do a estudiar procesos de iteracién en sistemas no fineales, con auxilio de or- denadores. En meteorologia teérica y en genética de poblaciones, por no mencionar campos de la fisica tan dis- tantes como las teorfas de fluidos, los liseres y las drbitas planetarias, se ha- bia egado cada cual por su propio sendero- hasta modelos mateméticos semejantes, todos ellos no lineales, ca- Tacterizados por contener bucles de realimentacisn, y con ellos, la semilla del caos. Cada grupo, independiente- mente, habia estudiado sus propieda- des y descubierto aspectos singulares que habian escapado a la atencién de os demas. Por otra parte, no solo los. te6ricos, sino también los experimenta~ listas de estas disciplinas, en principio tan desconectadas, habfan observado fenémenos caéticos que compartian ciertas pautas de organizacién bésic Pronto pude ver que la simplicidad de las ideas subyacentes les conferia una elegancia que, a mi juicio, rivalizaba con la de algunas de fas nociones mas ogradas de Ia matemitica clisica. Y, en efecto, ciertas partes de este trabajo exhalan un aroma clisico, refrescante y concreto, que sera bienvenido en nue: tros dias, tan agobiados de abstrac- ciones. Es probable que la causa principal de que se exploren estas ideas precisamen- te ahora sea la modernidad misma del método de su descubrimiento. Es una especie de matemitica experimental, donde el ordenador digital hace el pa- pel de Ia nave de Magallanes, del teles- copio del astrénomo, o de los a dores de particulas de los fisicos. Al igual que las naves, telescopios y acele- radores han tenido que ir haciéndose constantemente mayores, mas potentes y costosos, para poder calar en regiones cada vez mis recénditas de la naturale za, también iran haciendo falta ordena- dores de tamario, rapidez y precisién siempre crecientes para explorar regio- nes mas y més alejadas en el espacio ‘matematico. Por lo mismo, al igual que hubo una edad de oro de la nautica en la exploracién terrestre, de la telesco- pia en astronomia, 0 de los acelerado- res en la fisica de particulas edad ca- tactetizada por un pico en la grifica de descubrimientos nuevos en funcién de Ja inversion requerida-, también po- driamos esperar que con el estudio de los modelos de caos se produjera una edad de oro de la matematica experi- mental. Puede que tal edad haya pasa- do ya, 0 quizd, que esté en pleno desa- rrollo en este momento. Y tal vez sea- ‘mos testigos después de una repentina fiebre de trabajos tedricos, encamina- dos a fundamentar y organizar estos descubrimientos expérimentales. Sea como fuere, se esta desarrollan- do una rama de Ia matemitica tan cu- riosa como amena. Esta forma de crea- cin matemitica aporta a la inteligencia una variada imagineria y poderosas in- tuiciones. Al poder cortocircuitar el es- tilo matematico tradicional -teorema, demostracion, teorema, demostracién= gracias a la potencia de céleulo de los ordenadores, es posible llegar rapida- mente a abservaciones y descubrimien- tos que, reforzindose mutuamente, pueden formar un entramado de ideas tan rico y coherente que, a la larga, re- sulte mas facil atinar con las necesarias demostraciones, pues se dispondra ya de un “atlas” minucioso del territorio conceptual analizado. Uno de los mas decididos partidarios de esta forma de matematizacién ha sido Stanislaw M. Ulam, quien, siendo los ordenadores todavia adolescentes, los lanz6 sobre problemas de iteracién no lineales, ademds de trastear con ellos en otras muchas regiones de la matemiatica. Mu- chas de las ideas esbozadas aqui son consecuencia de los trabajos de rotura- cin que Ulam y Paul Stein realizaron conjuntamente Y basta ya de historias edificantes. 103 ara remontarnos he atractor extraflo conviene examinar an- tes la noci6n de atractor, Toda la teoria de atractores se inspira en la iteracion de funciones de variable real, vale de- cir, en el estudio del comportamiento de sucesiones x, f(x), f (f (x}), FF (F (0))), «., Siendo f alguna funcisn interesante. El valor inicial de x sera amado “semilla”. La idea consiste en reinyectar la salida de f, utilizindola una y otra vez como nuevo valor de en- trada, con la intencién de observar si se presenta alguna regularidad. He aqui un problema interesante y no demasiado difieil concerniente a la in _de funciones. ;Se podra in- ventar una funcidn p con la propiedad de que para todo valor de x, pfx) sea también un valor real, y se cumpla p(p(x)) = =x? Siel problema no es tri- Vial, ello se debe justamente a la condi- cidn de que p(x) haya de tomar valores reales, pues sino, bastaria que pfx) fuera ix (siendo / rafz cuadrada de ~1) para tener una solucion sencilla. De he- cho, podemos pensar incluso que el problema consiste en buscar alguna “rafz del signo menos”. Qtro problema afin consiste en hallar una funcién real g tal que q(q(x) = Ux para todo valor de x distinto de cero. Observemos que cualesquiera que sean las funciones so- lucién p y q que se den, su iteracion ge- nera ciclos de longitud cuatro. Con mayor generalidad, zcudles son los tipos de funciones para los que po- demos esperar se manifiesten compar- tamientos ciclicos 0 cuasi-ciclicos al so- meterlas a iteracién indefinidamente? funciones mas sencillas, como 3x 0 X', no se comportan asi. La n-ésima it racién de 3x, por ejemplo, nos dara 3x3x3.. x3 xx, donde el coefi- ciente repite m veces la cifra 3, es decir, 3"x; la n-ésima iteracién de 2° es senci- Uamente (((x4)°)5...)°, 0 sea, x”, pues elexponente 3 figura n veces consecuti- vas. No vemos aqui rasgos ciclicos. Por ejemplo, en la primera funciGn, sila se- milla es positiva, los valores iterados crecen indefinidamente. Para invertir esta tendencia al ascenso, haria falta que la funcidn mostrase alguna clase de vuelta atrés, que su grifica refleje gin zigzag u oscilacién. Con terminolo- gia mas técnica: las funciones a utilizar no deben ser mondtonas; las graticas de huestras funciones deben presentar gi- bas o pliegues; pueden comenzar, por ejemplo, ascendiendo y més tarde cur- varse hacia bajo y descender. En fa figura de la parte izquierda de esta misma pagina tenemos un diente de sierra, cuya ctispide es una afilada punta. y en la figura de Ia derecha, un arco de parabola, suavemente curvado. Cada una de estas lineas parte del ori- gen, Hega a alcanzar una altura maxi- ma, que llamamos i, y después descien- de, aterrizando en ei atro extremo del intervalo. Es evidente que existe una infinidad no numerable de curvas de distintas formas que; tras aleanzar una altura maxima }, descienden nueva- mente a 0, pero seguramente estas dos se encuentren entre las mas sencilla, Y de ambas, quiza sea la pardbola la mas sugestiva desde el punto de vista mate- mético. Su ecuacisn es y = 4kx(1 — x), donde } representa un parametro com- prendido entre 0 y 1 Tan slo admitiremos entradas (es decir, valores de x) comprendidos entre Oy 1. Como muestra el grafico, para todo x contenido en ese intervalo, la sa- lida y se encuentra siempre entre Oy 1 Por consiguiemte, el valor de salida puede ser reinyectado como valor de entrada en la funcién, asegurando de esta forma la posibilidad de iteracién indefinida. Al iterar repetidamente funciones “jorobadas” como ésta, los sueesivos valores de y que van obte- niéndose crecen unas veces, y otras de- crecen, oscilando siempre entre 0y i. Como veremos, es precisamenté. la comba de la grafica la causante de los curiosos efectos de Ia iteracién. Resulta que las espectaculares dife- rencias en el grado de regularidad de las configuraciones iterativas ya men- cionadas se deben a variaciones en el ajuste del que podrfamos llamar “con- trol 2”. De acuerdo con los valores en que se site este mando, la funcién ge- nera una increible variedad de “ért tas”, es decir, de sucesiones x, f(x), f (f (x)), etcétera. En particular, cuan- do A es inferior a un cierto valor critico Gi. = 0,892486417967...) todas las ér- bitas trazan pautas regulares (aunque el grado de regularidad sea muy variable; por lo comiin, cuanto menor es 2. tanto mais sencilla es la regularidad de la orbi- ta), pero cuando .alcanza rebasa este valor critico, jagérrense al sombrero! x 1 0 x Entre las funciones “combadas” las hay de gréfica angulosa (izquierda), 0 suave, como ta pardbola (derecha) 104 La sucesién de valores x, f(x) Ff (x)),... itd oscilando de forma esen- cialmente cadtica, independientemente de la semilla x (de valor entre 0 y 1) que decidamos sembrar. En el caso de las pardbolas, parece ser que el primero.en comprender el papel critico del mando de control & fue P. J. Myrberg, a princi- pios de los afios 60, pero su trabajo aparecié en una oscura revista y pasd desapercibido.. Unos 10 afios después, icholas C. Metropolis, Paul Stein y Myron Stein redescubrieron el impor tante papel desempefiado por }., no s6- Jo en las parabolas, sino también en ‘muchas otras funciones. En realidad, la esencia de su descubrimiento es que en tanto se cumplan ciertas condiciones topologicas, 1a funcién particular care~ ce de interés ~tan s6lo son importantes los valores de 4. Este hecho ha sido bautizado como “propiedad de univer- salidad estructural * “Para comprender esa dependencia tan poco intuitiva del comportamiento de la sucesién de salida respecto del va- lor del pardmetro, es preciso formarse una imagen visual del proceso de itera- cidn de f (x). Ello se logra facilmente. Supongamos ajustado el control de i a 0,7, Podemos ver la grifica de f (x) en la ilustracién de la derecha. Vernos también en linea de trazos ta recta y =x, bisectriz del primer cuadrante (Esta ‘grafica, asi como ta mayoria de las reproducidas em el articulo, han sido obtenidas en un pequefo ordenador por Mitchell J. Feigenbaum, de Los ‘Alamos National Laboratory.) Fijémonos en los dos valores de x donde se cortan la recta y el arco de parabola, Se encuentren en x= 0 y también en x = 9/14 = 0,643. Denote- ‘mos por x* al valor no nulo, Por cons- truccién, f (x*) = .x*; la iteracién inde- finida de fen este valor de x nos hace entrar en un bucle infinito. Lo mismo sucede al empezar Ia iteracién en x = 0. Empero, hay una importante di ferencia entre estos dos “puntos fijos' de f, Podemos verlo mas claramente to- mando algin otro valor inicial de x, por ejemplo, algin valor préximo a 0,04, como muestra la ilustracion. Llamemos 1x aeste valor inicial de x, Podemos en- gendrar la Orbita de una semilla x, cual- quiera mediante una elegante construc- cidn geométrica. Una recta vertical tra- zada por la abscisa de valor xy alcanza- ré la curva a la altura yo = f (to). Para iterar f (x) debemos trazar una nueva recta vertical que pase por un valor de x igual al valor y, de y. Aqui es donde la bisectriz y = x dei primer cuadrante muestra su utilidad. Situados como es- tamos a la altura yy nos desplazamos x Situando el “contro! i.” en 0,7, la funcién f(x) genera esta grdfica horizontalmente hasta interceptar la recta, Puesto que, a lo largo de ella, y es igual ax, tanto x como y serdn en el punto de intersecci6n iguales a yg. Lla- memos x; al nuevo valor de x. Traza~ mos ahora una segunda vertical que pa- se por x); esta recta cortaré a la curva a fa altura en que y= f (1) =f (io) f (f (%)). Repetimos luego el proceso En breve, la receta para realizar gra- ficamente el proceso de iteracién es sencilla: (1) Desplazamiento vertical hasta alcanzar la curva, seguido de (2) desplazamiento horizontal hasta la dia- gonal. Repeticidn, una y otra vez, de los pasos (1) y (2). Ena figura podemos ver el resultado del proceso al sembrar en él la semilla Xp = 0,04. Nos vemos levados una y otra vez, como en un tiovivo, alrededor del punto cuyas coordenadas x e y son ambas iguales a x*, acereandonos gra- dualmente a él. Por ello, x* es un punto, fijo de tipo especial, pues atrae a si los, valores iterados de f (x). Es un atractor del tipo mas sencillo: toda semilla (ex- ceptuada x = 0) se ve arrastrada por iteracién de f hacia dicho valor estable dex. Consecuentemente, el valor x* re- cibe el nombre de punto fijo estable. En cambio, el otro punto fijo, 0, es re- pelente, o inestable, pues la drbita de cualquier valor inicial de x, incluso tos infinitesimalmente distintos de 0, pro- cederdn a alejarse de 0 y ditigirse hacia x", Observemos que los valores de f unas veces rebasan x* y otras caen cor- tos, pero van inexorablemente aproxi- mandose a x*. {Cuall es la causa de tan radical dife- rencia cualitativa entre los dos puntos fijos (0 y x*) de f ? Un vistazo a la ilus- tracién nos hace comprender que en 0 Ja curva esta demasiado empinada. En concreto, en ese punto la inclinacidn es mayor de 45 grados; y es precisamente la inclinacién local de la curva lo que controla la amplitud del desplazamien- to horizontal en cada iteracién de f. Siempre que la pendiente de la curva exceda de 45 grados (tanto si el tramo es ascendente como si es descendente) ‘ada iteracidn tenderd a imos alejando mids y mas del punto de partida. Por tanto, el criterio de estabilidad sefiala: para que un punto fijo sea estable, la inclinacién de la curva en é1 ha de ser menor de 45 grados. Esto precisamente es lo que sucede cuando }. toma el valor 0,7: en el punto x° la pendiente es de unos 41 grados, mientras en x = 0 es mucho mayor de 45 grados, {Qué sucederé al aumentar 4? El emplazamiento de x* (que por defini- 105 y bad fre / \ of = y 7 106 x xa" Arriba: una espiral convergente a un 2-cicto estable. Abajo vemos los elementos x*, y x*, que definen el ciclo cin es la abscisa del punto donde se cortan la curva fy la bisectriz y = x del primer cuadrante) cambiard y, al mis- mo tiempo, aumentara también la pen- diente de f en el punto x*. Cuando i valga 3/4, esta pendiente alcanzara el Angulo de 45 grados. ;Qué ocurrira en- tonces? Llamemos AA; a este valor par- ticular del parémetro 4. Para hacernos idea de lo que podemos esperar eche mos un vistazo a una figura construida para un valor ligeramente mayor, 4. = 0,785 [véase fa ilustracion de la iz- quierda, Tomemos al azar una semilla, por ejemplo, 0,04, como antes. En la mitad superior de Ta ilustracin podemos ver la Orbita resultante. Observamos en ella algo muy curioso. Al principio los valores de x van dirigiéndose a la vecin- dad de x (que sigue siendo punto fijo de f, aunque ahora inestable), pero después el proceso de iteracién va des- cribiendo una espiral cada vez algo més amplia, que tiende suavemente a esta- bilizarse en una especie de baile cua- drangular convergente hacia dos walo- res especiales, x", y.x"2- Esta oscilacion tan elegante se llama un 2-ciclo, y el par de valores que lo definen (x* yx") si- guen formando un sistema atractor (0 mas brevemente, un atractor), que ahora tiene periodo dos. Con este tér- ‘mino queremos sugerir que nuestro 2+ ciclo es estable: es capaz de atraer h sf valores muy alejados de x por itera- cion de f. La 6rbita de toda semilia po- sitiva (exceptuado el punto fijo x") ter- minara ejecutando esta misma danza, es decir, se aproximara asintoticamente al 2-ciclo perfecto compuesto por los puntos x*, y x", si bien nunca lo alcan- zard exactamente. Empero, desde un enfoque fisico, la aproximacién llega pronto a ser tan grande que podemos admitir sin inconveniente que las érbi- tas han quedado “atrapadas” por el atractor, Para mejor comprender lo que suc de, resultaré muy esclarecedor echar un vistazo a la gréfica de una nueva funcién generada a partir de la dada, a saber, g (x) = (f(x), que podemos ver en la parte inferior de la ilustracién. Este camello de dos jorobas es la itera- da de f. Ante todo, fijémonos en que todo punto fijo de f es también punto fijo de g: por tanto, 0 y.x* serin puntos fijos de g. Pero, en segundo lugar, ob- servemos que como f (x*\) es igual a Xx, ¥ que fix") es igual ax, resulta que g tiene dos nuevos puntos fijos: 8 GN) =a y g (x2) = x2. Hallar Brdficamente x", yx"; es cosa facil: son las abscisas de los puntos donde la bi- sectriz intercepta a la grifica de g(t) Hay cuatro puntos de interseccién; los otros dos son Oy x*. Como hemos vis- to, el criterio de estabilidad frente a ite- racién de los puntos fijos es que la pen- diente de la curva en estos puntos es menor de 45 grados. Ahora estamos in- teresados en los puntos fijos de g y, por consiguiente, en la pendiente de g y no en la de f. En la misma ilustracién ve- mos claramente que en Oy en.x” la pen diente de g es mayor de 45 grados, mientras que tanto én x*, como en x72 es menor. Mas todavia, no sdlo es la inclinaciSn en ambos puntos menor que 45 grados, sino que, y vale la pena des- tacarlo, las pendientes son iguales (“es- clavas” una de otra, se dice a veces), como es facil comprobar calculando la derivada en estos puntos. ‘Acabamos de ver que un atractor de periodo 1 puede convertirse en un atractor de periodo 2 al trasponer i un cierto valor umbral (. = 3/4). Precisa- mente para este valor el punto x* se es- cinde en dos valores oscilantes, x”, y x*,. Es obvio que en su “nacimiento” estos valores coinciden, pero conforme }.aumenta van separandose y alejando- se més y més, El aumento de valor de t es también causa de que la pendiente de gen sus dos puntos fijos estables vaya creciendo progresivamente, hasta que al fin la funcién g -como ya le suce~ diera a su progenitora, la funcién fIle- gard a su punto de ruptura (cuando su pendiente en los puntos x*, y.x"2 reba- se los 45 grados) y cada uno de sus pun- tos de atraccién se parta en otros dos, generando asi su propio’ 2-ciclo local (Debe quedar claro que los nuevos ci clos tan sélo son 2-ciclos con respecto a 5 con respecto a f los nuevos puntos son elementos de un atractor de perio- do cuatro. ;No deben confundirse los papeles del f y g!) Estas dos escisiones se producirin exactamente en el mismo instante (es decir, para un mismo ajuste del control de }), pues los valores de la pendiente de gen x", y x”) son cada tuno esclavo de otro. Esta especial pos cin del mando }, serd Hamada A>; su valor es 0,86237... 'Y en este punto, como en los chistes malos, vemos ya por donde van los ti- ros. Sin duda, el lector intuye que para una cierta posicién A, los cuatro puntos del atractor de f se fisionaran simulta- rnieamente, produciendo un atractor pe- riddico constituide por ocho puntos. y que a partir de ahi esta conducta ir re- jéndose una y otra vez, duplicandose y reduplicéndose los puntos del atrac- tor cada vez que se aleanzan y rebasan iertos valores umbrales de h. Si tal ha sido su conjetura, esté usted entera- mente en lo cierto, y la raz6n subyacen- Para h = 0,87, la grafica de W(x) atin tiene més gibas que g(x) te es siempre la misma: las pendientes (idénticas) de todos los puntos fijos es- tables de cierta iterada de f alcanzan el Angulo critico de 45 grados. En el caso de la primera fisién (para 4 = Ay) se trataba de la pendiente de la propia fen el inico punto x. La siguiente fisién se debié a que las pendientes de g en sus dos puntos fijos estables.x", y x°2 al- canzaron ambas simultneamente los 45 grados. Andlogamente Ay es aquel valor de } para el cual la pendiente de he Gx) = FF (F (F (x))}) Mega simulta neamente a 45 grados en los cuatro puntos fijos estables de f, y asf sucesi- vamente, La ilustracién superior mues tra el escabroso aspecto de h (x) para un valor de 4 aproximadamente igual a 0487. En la ilustraciGn de la pégina siguien- te vemos la localizacién sobre el eje x de los puntos fijos estables de f corres- ntes a los valores Ay a Ag (para este tiltimo hay 32, algunos tan apifia~ dos que es imposible distinguirlos a esta escala de dibujo). El trazado corres- ponde al preciso momento en que los valores fijos se hacen inestables, siendo cada uno a modo de una célula cuya visi6n fuera inminente, Observemos la nitida pauta de la distribucién de los puntos atractores. Basta un momento pon para apreciar que cada linea puede de- ducirse de la anterior por un esquema geométrico recursive, en el cual cada punto se sustituye por dos “gemelos” situados bajo é1. Cada condensacién lo- cal de puntos se ajusta a un modelo que reproduce la pauta de la organizacién global precedente, aunque a escala mas, reducida (y en los ctimulos locales con- secutivos, intercambiéndose sus lados derecho ¢ izquierdo). Por ejemplo, en Ja linea mas baja hemos recuadrado en color un cimulo de ocho puntos. Ob- servemos que este grupo de puntos es ‘como una miniatura de la configuracién global dibujada dos lineas mas arriba. EI descubrimiento de esta regulari- dad recursiva, que Mitchell J. Feigen- baum logr6 con el auxilio de una pe- quefia computadora, ha sido uno de los principales pasos dados en este campo. En particular, establece que para for- mar lan + 1-ésima linea a partir de n- ésima basta hacer que cada punto de la linea n-ésima dé a luz dos “gemelos” La nueva generacién de puntos debiera quedar unas 2,5 veces mas densamente empaquetada de lo que estaba la gene- racién precedente. Enunciado con mé precisién, la distancia entre los nuevos gemelos debera ser a veces menor que Ia distancia entre su generador y el ge- 107 melo de éste, siendo « una constan- te igual a 2,5029078750958928485. aproximadamente. Esta regia va ha- cigndose cada vez més exacta al ir cre- ciendo el valor de {Qué puede decirse respecto de los valores A? ,Tenderén asintoticamente al valor 1? Sorptendentemente, no es asi, Los valores de A convergen raudos hacia un valor critico especial, h., apro- adamente igual a 0,892486418... Y su convergencia es de una regularidad notoria, en el sentido de que la distan- cia entre sucesivos valores de A se con- trac en progresién. geométrica, Con mayor precisiGn, Ia razén (A, — A, [Aner — Aq) tiende hacia un finito, llamado 5 por su descubridor, Feigenbaum, y “mimero de Feigen- baum” por los demas. Su valor aproxi- mado es 4,669201660910299097 En resumen, conforme } va aproxi- mandose a i., para valores especiales de i predichos por la constante 8 de Feigenbaum, la poblacién del atractor asaciado a f se duplica y sus cada wez mas numerosos elementos quedan si- tuados sobre el eje x conforme a un plan recurrente sencillo, cuyo principal parémetro determinante es la otra constante de Feigenbaum, «. 'Y después, para & mayor que ke —en el llamado régimen castico~ puede su- ceder que ciertos valores de las semillas generen, por‘iteraci6n de f, drbitas no convergentes hacia sistemas atractores con mimero finito de puntos. Estas 6r- bitas se Haman aperiddicas. Para la mayoria de las semillas, la rbita cont nia siendo periddica; empero, su pe- riodo resultard muy dificil de detectar. ante todo, porque sera superlativamen- te grande, y en segundo lugar, porque Ja Srbita sera muchisimo mas compleja que antes. Una érbita periddica de este tipo, en lugar de converger ripidamen- 0 02s Ne te hacia un atractor geométricamente sencillo, como antes, serpenteara por todo el intervalo [0,1] y su comporta- miento serd indistinguible del caos to- tal, Se dice en estos casos que la Srbita sigue un comportamienta ergédico. ‘Ademis, semillas vecinas pueden muy bien, tras muy pequefto mimero de it aciones, dar nacimiento a drbitas muy diferentes. En breve, cuando } rebasa 2, es mucho mas razonable darle al fe- nomeno un enfaque estadistico. Ahora bien, {qué relacién puede existir entre funciones “combadas”, la duplicacién de perfodos, el régimen cadtico y nociones asociadas, con el es- tudio de las turbulencias en mecénica de fluidos, las fluctuaciones erriticas de las poblaciones en los sistemas “depre- dador-presa” 0 Ia inestabilidad de los modos liser? La idea central procede del contraste entre flujo laminar y flujo turbulento. En un fluido que discurre mansamente, el flujo es laminar (térmi- no de suave sonido que expresa que to- das las moléculas del fluido se despla- zan como automéviles por autopi de varios carriles). Los rasgos esencia- les de este fluir son (1), que cada vehi- culo sigue sensiblemente la_-misma trayectoria que su antecesor, y (2), que dos vehiculos cercanos, tanto si se en- cuentran en el mismo carril como si co- rren por carriles paralelos, irdn lenta- mente separindose uno de otro al tanscurrir el tiempo, en. proporcién sustancialmente idéntica a la diferencia de sus yelocidades, es decir, linealmen- te. También las moléculas de un fluido en régimen laminar comparten estos asgos; en su caso, las carriles de flujo son las llamadas lineas o liminas de co- rriente En cambio, cuando un fluido se ve desgarrado por alguna fuerza exterior, tal apacible comportamiento se toma os 075 40 we I Los atractores estables se hacen inestables y “se fisionan” para una serie de valores del “mando A” (de arriba abajo) 108 en turbulento, como vemos al romper las olas en la playa, o al echarle al café un chorro de leche. Hasta la propia voz “turbulento” tiene un sonido mucho més dspero que la dulce “laminar”. No podemos ya seguir pensando en el trafi- co por autopista. Las lineas de corrien- te se separan unas de otras y se enma- dejan en las mas complejas formas. En tales sistemas hay remolinos y revesas, y vortices y torbellinos de muy distintos Grdenes de magnitud, todos presentin- dose simultaneamente; por ello, dos puntos que un instante antes se encon- traban muy cercanos pueden ahora ha- llarse en regiones totalmente distintas del fluido, La aparicién de trayectorias en rapida divergencia caracteriza al flujo turbulento. La distancia entre dos puntos puede muy bien crecer expo- nencialmente ~en vez de proporcional mente— en funcién del tiempo; el coefi- ciente de que vaya afectado el tiempo en el exponente es el llamado nimero de Lyapunov. Al hablar de caos del flujo turbulento estamos refiriéndonos a esa rapida e impredictible separacién de elementos vecinos. ¥ tal comporta- miento es notablemente similar al de la rapida separacién de dos érbitas (para valores de % en el régimen cadtico) cuyas semillas estuvieran inicialmente muy cercanas. Lo cual sugiere que el escenario (asi se Ie llama), que provoca que drbitas periddicas de bonito aspecto vayan pro- gresivamente dando lugar a las embro- Iadas y cadticas éxbitas de nuestra fun- cién parabélica, pudiera, por qué no, ser idéntico al escenario implicito en la transicion al estado turbulento en flui- dos y otros sistemas, Empero, aclarar cdmo pueda establecerse la conexién entre ambos requiere explicitar con al- grin detalle su contexto. En particular, deberemos examinar brevemente la construccién de modelos mateméticos que describan Ia evolucién espacio- temporal de un fluido © de algin otro sistema, como puedan ser la densidad de una poblacién o la masa monetaria, Hasta ahora, los modelos mater cos que mejor describen este tipo de fe- némenos se valen de ecuaciones dife- renciales. En las ecuaciones diferencia- les se establecen relaciones entre las ta- sas instantneas de variacién continua de ciertas magnitudes y los valores que en iguales instantes toman éstas y otras magnitudes que afectan al fenémeno. Ademis, cuando en ellas interviene el smpo, se supone que discurre sin dis- continuidades, regularmente, no como hacen-los relojes eléctricos modernos, que saltan bruscamente de una cifra a otra, Una forma de visualizar las pautas definidas por ecuaciones diferenciales es imaginar un espacio multidimensio- nal-que en ciertos problemas puede te- ner miles de dimensiones, 0 sdlo dos o tres en otros~ donde un punto va des- cribiendo continuamente una curva, En cualquier instante, el movimiento del punto contiene toda la informacién re- lativa al estado del sistema fisico; sus proyecciones: sobre los ejes de coorde- nadas nos dan los valores de todas las magnitudes que determinan univoca- mente el estado del sistema. Como es evidente, tal espacio ~que se llama es- pacio de fases— habria de tener un enor- Me nimero de dimensiones para que uno solo de los puntos de la curva pu- diera resumir la forma de una ola rom- piendo en la playa. Por otra parte, en tn sistema depredador-presa bastan s6- lo dos dimensiones: una variable, x por ejemplo, que exprese la poblacion d predadora, y otta, y, que mida la po- blacién depredada Con el transcurrir del tiempo x e y van evolucionande, determinandose reciprocamente. Por ejemplo, si la po- blacién de depredadores es grande, clis- minuira el nimero de posibles presas, mientras que una pequena poblacion de presas seré incapaz de sustentar a un mimero grande de depredadores, En un sistema asi, xe y definen un punto (x, y) que gira y valsea suavemente, describiendo una érbita continua sobre el plano. (El término “srbita” tiene ahora un sentido diferente al expuesto hasta aqui, donde las érbitas eran suce- siones de puntos individuales obtenidos por iteracién de una funcién parabsli- ca.) En la ilustracién superior de esta pagina vemos una posible drbita del nuevo tipo; ha sido generada a partir de una ecuacién diferencial conocida por écuacién de Duffing. Su aspecto re- cuerda el revoloteo de una mosca por la habitacién, 0 mejor, la sombra que so- bre una pared produciria la trayectoria de la mosca. En efecto, esta curva del plano es la sombra de una trayectoria tridimensional. La curva plana se corta varias veces a sf misma; la tridimensio- nal, no. En el espacio de fases, la trayectoria del punto que describe el estado de un sistema no podra jamas cortarse a si misma. Ello es debido a que tal punto eva codificadas en sus coordenadas toda la informacion sobre ‘a evolucién del sistema, incluida Ia fu- tura, y por ello no pueden existir dos sendas que partan de uno y un mismo punto. En particular, en la ecuaci6n de Duf- fing hay una tercera variable, z, que hasta ahora no he mencionado. Six ey son las poblaciones depredadora y pré- Una curva generada por ta ecuacién de Duffing que remeda ia sombra de ta trayectoria de una mosca sa, podriamos imaginar que z represen- ta una influencia externa de variacién periédica, como puede ser el azimut so- lar o el espesor de la nieve. Me tomaré ahora la licencia de hacer entrar en la escena de presus y depredadores @ mi molesta mosca. Imaginemos una gran sala en la que la mosca vuela periddica- ‘mente de pared a pared. Supongamos que la mosea tarde un afto en cruzar la habitacién y retornar (se trata de una mosca tardona), Al volar la mosea de pared a pared, la sombra proyectada sobre una de ellas describe la curva que vemos en la ilustracién superior. Si se diera el azar de que la mosca retornase un punto de la sala por donde hubiera pasado en un viaje anterior, por el ca- récter periédico de su recorrido la mos- a se veria condenada a realizar un bu- cle cerrado, siguiendo indefinidamen- te, una y otra vez, el camino que descri- bid, Espero que con esto el lector se ha- bra hecho idea de como pueden ser las Grbitas trazadas por un punto del espa- cio de fases que representa los posibles estados de un sistema dinémico regido Por ecuaciones diferenciales. Supongamos ahora que sea necesario establecer alguna clase de conexién en- tre estos sistemas y las érbitas discreras éCémo lograrlo? Bueno, no es preciso observar en cada instante los valores de 2, yy 2. Podrfamos también ir tomando Muestras periddicamente, con cierta frecuencia natural. En el caso de pobla- ciones animales, el ao terrestre puede ser un valor muy natural del periodo, El azimut solar sigue la més estricta de las leyes periddicas, y la climatologia de cada lugar se esfuerza en repetirse ato tras aio. Hay por tanto una sucesién natural de puntos aislados (x, y;, 21), (ia, Yoo 23)... destacables, a razon de uno por afio. Es como si un estrobosco- pio -una lmpara de destellos- fuese relampagueando regularmente, “con- gelando” el vuelo de la mosea en oca- siones anuales especiales (;por qué no én la dltima campanada de fa noche de San Silvestre). En todo otro momen- to, sus peregrinaciones por la sala per- manecen invisibles. La ilustracién de la pagina siguiente muestra una sucesion de puntos aislados, situados sobre Ia sombra de la trayectoria de la mosca, marcada con mimeros que expresan cuando fueron observados. Gradual- mente, con el transcurrir de muchos “aflos”, Hegardn a acumullarse suficien- tes puntos individuales como para em- Pezar a formar una organizacién, de es- tructura reconocible por si misma. Esta configuracién de puntos es una “érbi- ta” disereta, fuertemente relacionada con las érbitas discretas generadas por iteracin en la parstola f (x), En el ca- so parabélico tenfamos una relacién de iteracién (0 recurrencia) unidimensio- nal muy sencilla: x,.41 = f (x,), La rela- cién de recurrencia es bidimensional: Hava =F lm Ye) Ynvr = fo ns Yd) 109 En este sistema de relaciones itera vas acopladas, los valores de salida de la reésima generacién se reinsertan di rectamente como nuevos datos para f; y fay produciendo asilan + 1-ésima ge~ neraci6n. Y esto, una y otra vez, gene- racién tras generacion, Evidentemente, fen los problemas de mayor niimero de dimensiones el sistema tendré un mi- mero de relaciones iterativas corres- pondientemente mayor; empero, el es- quema en todos ellos es siempre el mis- mo: un punto multidimensional (xy, Ya» 2.) Salta de una localizacién en el es- pacio de fases a otra cada vez que una variable discreta (nm, que puede repre- sentar los progresivos saltos del tiem- po, por intervalos discretos) es inere- ‘mentada en una unidad. Observemos cémo se ha escamotea- do el escollo que suponfa la variacion continua del tiempo en las ecuaciones diferenciales. Lo hemos logrado con- centrando la atencién sobre la depen- dencia de los puntos respecto de. sus predecesores de la “cosecha” anterior. ‘Aunque, ;habré en todo sistema de ecuaciones diferenciales simulténeas un “periodo natural que deba separar ca- da par de observaciones sucesivas? No siempre lo hay. Empero, en ciertas si- tuaciones sf lo hay, y se da el caso de que asi sucede siempre que se presen- tan fendmenos de turbulencia. 2Y por qué razén? Todos los siste- mas turbulentos son disipatives, lo que ignifica que disipan © degradan la energia de més “calidad”, mas utiliza- ble, convirtigndola en calor. En el caso- del flujo hidrodindmico, ello se debe a la friccién interna del fluido, debida a su viscosidad, y en los otros sistemas que hemos estado examinando, por andlogos abstractos del “rozamiento” La més conocida consecuencia de la friecién es que todo objeto en movi miento acabard por detenerse a menos que se le bombee energia para evitarlo.. Ahora, si “dirigimos” un sistema di pativo excitindolo mediante una fuerza periédica (por ejemplo, al remover el café de una taza con un movimiento cir- cular, periddico, de la cucharilla), en- tonces, evidentemente, el sistema no Megaré a detenerse; tendera més bien a adoptar alguna norma de “régimen”. Tales estados estacionarios son orbitas estables, © con nuestra terminologfa, atractores del espacio de fases. Puesto que el sistema se ha excitado por una cucharilla en movimiento periédico, hemos definido al mismo tiempo una frecuencia natural con la que debera destellar nuestros estroboscopio para “congelar” el estado del sistema, a sa- ber, cada vez que Ia cucharilla pase en su revolucién por cierta marca fija de la taza, el asa, por ejemplo. Asi tendre- mos definido el “aiio” del sistema. De esta forma, la evolucién continua pue- de sustituirse por una sucesién de ins- tanténeas, siempre que estemos ope- Tando con un sistema disipativo excita do por una fuerza periddica. Y también asf podremos sustituir las Grbitas conti- nuas por Grbitas discretas, con lo que la Los mimeros de la curva indican la posicién de la mosca a intervalos regulares 110 iteracién recupera su papel y retorna a escena, ‘Cuando la fuerza excitadora no tenga cardeter periédico (por ejemplo, podria ser constante) hay todavia posibilidad de definir un perfodo natural en tanto alguna variable del sistema oscile regu- larmente entre valores extremos. Bas- taria que el “flash” destellase cuando tal variable alcanzara uno de sus valo- res extremos; la mosca seguirfa asf ob- servandose en instantes diseretos. Este tipo de representaciones discretas del movimiento de una particula en espa- cios multidimensionales se llaman re- presentaciones de Poincaré. Todo este planteamiento carece de rigor, y malamente podré convencer a ningén matemético, pero nos trae el aroma de la esencia del problema: estu- diar sistemas de ecuaciones diferen les mediante relaciones iterativas aco- pladas. Y este paso trascendente nos orienta hacia los recientes. descubri- mientos sobre la parabola. En 1975, Feigenbaum descubrié que sus mimeros ay 6 no dependian en rea- lidad de la forma concreta que tuviera la curva definida por f (x). Casi todas las curvas lisas convexas que alcancer su cima en el mismo punto que la par: bola servirén perfectamente. Inspirado en la propiedad de universalidad es- tructural descubierta por Metropolis, Stein y Stein, Feigenbaum se sirvid de curvas sinusoidales, viendo aténito que Teaparecian los mismos valores numéri- cos, hasta muchas cifras decimales, de los mimeros que habfan caracterizado la duplicacién de periodos y el umbral del régimen castico en la iteraci6n de la parabola. Al igual que entonces, hay para las curvas sinusoidales un paréme- tro de altura, 2, y un conjunte de valo- res especiales de h que convergen hacia un punto critico, 2. Ademds, el umbral del régimen cadtico, },, esté gobernado por los mismos nimeros « y 5. Feigen- baum comenz6 a sospechar que alli es- taba ocurriendo algo de cardcter uni- versal. Dicho de otra forma, empezé a intuir que mas importante que la propia feera el mero hecho de Ia iteraci6n r terada de f. Mas atin, Feigenbaum conjeturd que tal vez f no tuviera i fluencia ninguna sobre el instante de aparicién del caos. Evidentemente, las cosas no son tan sencillas. Feigenbaum descubri6 pron- to que lo realmente importante de f era la naturaleza de la cima situada en. su centro. A largo plazo, el comporta- miento de las érbitas depende tan s6lo de un arco infinitesimal de la cresta de ta grafica y, en iiltimo extremo, inica- mente de jas propiedades de la curva en el preciso punto donde alcanza su maxi- mo. La forma que tenga el resto de la grafica, incluso en la regién cercana al pico, carece de importancia. Las paré- bolas tienen maximos de un tipo llama- do “cuadritico”; también son cuadrati- cos los maximos de circunferencias, elipses y sinusoides. En realidad, la conducta que pueda mostrar en sus ma- 10s locales una curva lisa tomada mas o menos all azar sera, de no darse coincidencias especiales, de tipo cua- dratico, Por ello, el caso parabstico, ‘mis bien que curiosa excepci6n, parece ser quien da la regla. Este descubri- ‘miento empirico de Feigenbaum, don- de aparecen dos coeficientes escalares fundamentales « y , que caracterizan fa formacién del caos tras ir pasando por una sucesién de atractores, cada uno de periodo doble al de su predece- sor, es manifestacién de una propiedad universal de nuevo cufio, conocida co- mo universalidad meétrica, para distin guirla de la universalidad estructural anteriormente conacida. La validez del principio de univesalidad métrica ha si- do demostrada (en el sentido materné- tico) para el caso unidimensional por Oscar E. Lanford 111 El descubrimiento de que las cons- tantes de Feigenbaum no sélo se pre~ sentaban en atildados sistemas mate- maticos, sino también en sistemas fisi- ‘cos donde se manifestaban embrollados fenémenos de turbulencia, fue todo un acontecimiento. Walter Franceschini, de la Universidad de Modena, Italia, adapt6 Ia ecuacién de Navier-Stokes (por la cual se rigen todos los flujos hi- drodinamicos) para su simulaci6n com- putarizada, A tal fin la transformé en un sistema de cinco ecuaciones diferen- ciales acopladas cuyas representaciones de Poincaré pudiera él estudiar después numéricamente con su ordenador. Des- cubrié primero que el sistema mostraba atractores cuyos periodos iban dupli- candose conforme sus parémetros se acercaban a los valores donde se espe- raba que surgiera el régimen turbulen- to. Desconocedor del trabajo de Fei- genbaum, Franceschini mostré sus re~ sultados a Jean-Pierre Eckman, de la Universidad de Ginebra, quien inme- diatamente le urgid para que retornase y determinase la razén de convergencia de os valores 3. los cuales se producia la duplicacion de los perfodos. Para asombro de ambos, aparecieron los va~ lores « y 8 de Feigenbaum con preci- sién de cuatro decimales, surgidos, di- fase, de la nada. Por vez primera, un modelo matemitico preciso de una tur- bulencia fisica revelé que su estructura estaba intimamente relacionada con el Elatractor de Hénon, ampliado por dos veces, revela su infinita finura de detalle wi hhumilde caos que subyace oculto en la sencilla pardbola y=4 2x (1-2) En vista de estos resultados, Eck- mann, Pierre Collet y H. Koch demos- traron que, en la conducta de un sis- tema disipativo multidimensional. so- metido a excitacién forzada, todas las, dimensiones excepto una tienden a de- saparecer transcurrido un tiempo sufi- cientemente largo y, por ello, es de es- perar que las caracteristicas del com- portamiento unidimensional ~y concre~ tamente, a universalidad métrica de Feigenbaum-hagan nuevamente apari- cién. Desde entonces, los fisicos experi- mentales han estado dejéndose las pes- tafias en buisqueda, no de modelos computarizados, sino de sistemas fisi- cos reales, que manifiesten 1a caracte- ristica propiedad de duplicacién de pe- riodos. Se han observado conductas co- mo las investigadas en ciertos tipas de corrientes de conveccién, pero hasta ahora las mediciones han sido demasia- do imprecisas como para poder prestar apoyo suficiente a la idea de que la pa- rabola pueda aportar en silas claves pa- ra desvelar las turbulencias en sistemas fisicos reales. Empero, resulta fa ante la idea de que, en realidad, lo ‘inico que importa es la iteracion de un sistema disipativo de relaciones recu- rrentes acopladas, y que las propieda- des “de detalle” de tales recurrencias puedan despreciarse plenamente si tan s6lo nos interesa comprender la ruta que conduce al régimen turbulento, Feigenbaum lo expone asi: es fre- cuente ver en-el cielo formaciones de nubes -un entretejido compuesto por una miriada de pequefias bocanadas de vapor- extendiéndose de horizonte a horizonte. Es obvio que tal formacién xno se ha producido “por accidente”; al- guna ley de la mecanica de fluidos ha tenido que determinar la formacién. ‘Mas, prosigue Feigenbaum, tendré que ser una ley que opere a nivel superior, a mayor eseala, que la ecuacién de Na- vier-Stokes, pues ésta ha sido deducida a partir de volmenes infinitesimales de fluido, y no “pedazos grandes”. Nos parece que para comprender estas be- llas formaciones nubosas tendremos que superar ef anilisis de “detalle” y servirnos de procedimientos que “no hilen tan fino”, pero que destaquen més claramente los rasgos esenciales del flujo hidrodinémico. El descubri- miento de que la iteracign genera uni- versalidad -es decir, proporciona resul- tados independientes de las propieda- des “de detalle” de 1a funci6n o funcio- res que se estén iterando- alumbra la esperanza de que bien pudiera estar en fas de aflorar un procedimiento de ese tipo. Hasta ahora hemos hablado de atrac- tores y turbulencias. Pero: ;qué son los atractores extrafios? Disponemos ya de todas las nociones precisas para com- prender esta nueva idea. Al construir, mediante un sistema de ecuaciones ite- rativas acopladas, un modelo matemé- tico de un sistema disipativo (de dos 0 Un atractor extraio generado por la ecuacién de Duffing 112 mis dimensiones) sometido a excita- cidn periédica, el conjunto de puntos captados por los sucesivos destellas de la limpara estrobosedpica va descri- biendo una forma o figura, que desem- pefia en este sistema el mismo papel que una de las érbitas sencillas de la pa- rabola. Ahora bien, al operar en espa- cios de dimension mayor que unio, se enriquece el abanico de posibilidades. Es posible tener un punto fijo estable: un atractor de periodo 1. En tal caso, al cabo del tiempo, para todos los deste- los de Ia lampara el punto que repre- senta el estado del sistema se encontra- ren el mismo lugar donde estuvo la: ‘altima vez, También es posible tenet un atractor periédico; de ser ast, tas cierto niimero finito de destellos el punto habré retornado a alguna de sus posiciones anteriores; Ja situacion es iclos, 4-ciclos, et- Pero cabe una nueva posibilidad: que el punto nunca retorne a una posicién precedente del espacio de fases; los su- cesivos relmpagos muestran que va saltando erriticamente en elseno de una regién acotada del espacio de fa- sses. Al cabo del tiempo, esta regién po- dria empezar a tomar forma ante los ojos del observador, al proseguir el es- troboscopio su periddico centelleo. En casi todos los casos hasta ahora obser- vados, se ha podido apreciar un fend- meno sumamente inesperado: el punto erratico va creando una delicada filigra- na, que recuerda “los. desvanecidos y fantisticos trazados de Ia helada en el cristal”, Su delicada trama es de un tipo bastante especial, pariente cercana de las curvas “fractales” descritas por Be- noit Mandelbrot en su libro Fractals: Form, Chance and Dimension [véase la seccién “Juegos matematicos” en IN- VESTIGACION ¥ CIENCIA, febrero. de 1977]. En particular, cualquier regién del atractor, al ser ampliada, revela que ‘su conformacién es tan delicada como Ja de Ia imagen “ambiente” de la que se tomé. Es decir, hay una retrogradacién infinita en el detalle, un interminable encaje de estructura en el seno de la es- tructura. Una de las primeras en descu- brirse fue la llamada estructura de Hé- non, que se reproduce en la pagina pre- cendente, Esti generada por la suce- sin de puntos (x, y,) definidos por las relaciones de ‘récurrencia 41 = = Yn ~ Mn — 1 © Ynir = bye En nuestro ejemplo, a es igual a 7/5 y b va- Te 3/10; los valores de las semillas son Ay = Oe yo = 0. El pequeito rectangulo de Ia ilustracin superior se ha amplia- do para mejor apreciar su. detalle y, de ésta, se ha vuelto a ampliar otro equefio recténgulo en busca de mas detalle. La configuracién recuerda ‘una autopista de tres carriles paralelos, ca- da uno de los cuales, al ser ampliado, se descompone en una nueva autopista, y asi indefinidamente. Cada seccion transversal perpendicular de esta auto- pista producird uno de los lamados conjuntos de Cantor, que se construyen por un método recursivo ya clésico, que explicamos a continuacién. Se comienza por un intervalo cerrado [0, 1], por ejemplo, (El intervalo [0, 1] esté formado por todos los nimeros comprendidos entre 0 y 1. “Cerrado” significa que también sus extremos Oy 1 pertenccen a él.) Ahora eliminamos un cierto subintervalo abierto central. Co- mo el subintervalo abierto no incluye a Sus puntos extremos, estos dos puntos permanecerin en el conjunto de Can- tor que estamos construyendo, Por lo comun, el subintervalo suprimido es el tercio central (1/3, 2/3), pero ello no es obligatorio. Hemos dejado dos subin- tervalos cerrados, Sometémoslos al mismo tratamiento, a saber, eliminar un subintervalo abierto central de cada uno de ellos. Repitamos el proceso ad infinitum. Al cabo quedaremos con una frdgil estructura formada por una inf nidad de puntos esparcidos a lo largo del segmento de partida [0, 1], como cuentas de rocio enfiladas en un hilo de arafia. Empero, el conjunto de Cantor es infinito y no-mumerable; su densidad dependerd del procedimiento de supre- sién iterativa de intervalos que se haya utilizado, Tal es la complejidad de los conjuntos cantorianos: y cuando las secciones transversas de un atractor presentan distribuciones tan insolitas ‘como éstas se dice que el atractor es ex- traio, iy con motivo! Otro hermoso atractor extrafio esta generado por los puntos “estroboscopi- cos” 0, 1, 2, ... de la ilustracién de la pagina 110. Como esta configuracién procede de la ecuacién de Dutfing, se | conoce por atractor de Duffing: po- demos verla a escala ligeramente am- pliada en la ilustracién de la pégina opuesta. Notemos su gran semejanza con el atractor de Hénon, Tal vez la universalidad vuelve a mostrar aqui su rostro, Es interesante que para la parabola, en el valor critico 2. el atractor de f se haga aperiddico, y pase a estar formado por infinidad de puntos. (Después de todo, es culminacién de una sucesién infinita de duplicaciones del periodo.) Ademés, la disposicién de esta infini- dad no numerable de puntos del inter- valo (0, 1] se ha construido mediante la egla recursiva de Feigenbaum, con ayuda de su constante a, como ya he mos visto en una ilustracién preceden te. No cuesta mucho aceptar que poi esa razén este atractor concreto sea é mismo un conjunto de Cantor. jLa fér til parabola nos ha proporcionado tam bién un ejemplo de atractor extratic unidimensional! En el régimen cadtico correspon diente a casos mas generales, de dimen sin k mayor que 1, la prediccién a lar g0 plazo del camino que iré tomando un punto es completamente imposible. Dos puntos que ahora estén casi en contacto se encontrardn en lugares su- mamente alejados tras unos cuantos guitios de la luz estroboscépica; se dice por ello que el sistema presenta “gran ilidad a las condiciones iniciales”, y esta sensibilidad es otro criterio det nidor de los atractores extrait. Hoy por hoy, nadie sabe por qué, c6- mo, 0 cuando se podran cosechar atrac tores extrafios en los regimenes casti- cos asociados a esquemas iterativos que representan sistemas fisicos disipativos, pero si parece cierto que ocupan lugar central en el misterioso fendmeno que lamamos turbulencia. David Ruelle, uno de los pioneros en promover este nuevo enfoque de la turbulencia, escri- bid: “Estos sistemas de curvas, estas nubes de puntos, evocan a veces gala- xias y fuegos de artificio, y otras, flora- ciones, tan insdlitas como intranquilize doras, Hay todo un mundo de formas pendientes de andlisis, de armonias aan por descubrir. Un tedrico de la biologfa, Robert M. May, en un articulo, hoy famoso, de 1976 donde pasaba revista a los hallaz- 205 realizados hasta entonces en el campo, terminaba su trabajo con un Tuego que deseo reproducir a continua- cin: “Yo quiero... insistir en que a la gen- te deberfa siempre presentirsele [la ecuacién y = 4ix (1 — x)] muy al co- mienzo de su formacién matematica Esta ecuacién puede estudiarse feno- menoldgicamente por iteracién, bien con una calculadora, bien a’mano, En su estudio no se. requieren, elementos tan conceptualmente elevadds como los del célculo diferencial, siquiera sea ele- mental y, sin embargo, enriqueceria mucho a intuiciGn del alumno en lo re+ lativo a sistemas no-lineal “No solo en la investigacisn, sino también en el mundo ordinario —el mundo politico y econémico- todos nos defenderiamos mucho mejor si hubiera mais personas que comprendieran que los sistemas no-lineales sencillos no tie- nen por qué poseer necesariamente propiedades dindmicas sencillas.”

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