SOCIOLOGIA
DE LA
EDUCACIÓN
2° AÑO – PROFESORADO
DE EDUCACIÓN SECUNDARIA EN QUÍMICA
La sociología de la educación es una perspectiva para el análisis del fenómeno educativo que utiliza los
conceptos, metodologías y teorías de la sociología para entender la educación en su dimensión social. Como
perspectiva se ha nutrido de aportes de sociólogos, pedagogos, psicólogos, antropólogos y economistas,
constituyéndose como un campo interdisciplinario.
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ÍNDICE
Programa ………………………………………………………………..Pag 4
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Profesorado de Educación Secundaria en Química. 2do Año
Criterios de Evaluación
La práctica de evaluación se concibe desde su dimensión formativa y pedagógica. En tal
sentido, se la comprende como un proceso de valoración de las situaciones pedagógicas, que
incluye al mismo tiempo los resultados alcanzados y los contextos y condiciones en los que los
aprendizajes tienen lugar.
La evaluación de los aprendizajes de los estudiantes será continua y se realizará tomando
como referente los siguientes criterios:
• Actitudes de autonomía, responsabilidad, cooperación y participación.
• Adecuada exposición del trabajo.
• Adecuación de las respuestas a los contenidos teórico-prácticos de la asignatura.
• Capacidad de análisis y síntesis.
• Coherencia en la argumentación propuesta y en las respuestas.
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Profesorado de Educación Secundaria en Química. 2do Año
Requisitos de Regularización:
La forma de aprobación de la Unidad Curricular será por examen final obligatorio, de
modalidad oral.
La nota de aprobación de la Unidad Curricular será la del examen final, con la debida
consideración de su trayecto escolar. La nota de aprobación será de 6 (seis) o más sin centésimos.
El examen final se realiza ante un Tribunal o Comisión evaluadora formada por 3 tres
miembros, el profesor de la Unidad, quién oficiará de Presidente de mesa y 2 (dos) profesores de
Unidades Curriculares afines con sus respectivos reemplazantes. En caso de que el profesor de la
Unidad esté ausente, el directivo podrá designar quien lo sustituya en calidad de Presidente de
mesa.
Para sostener la regularidad y poder acceder al examen final, cada estudiante deberá:
Asistir como mínimo al 75% a las clases teórico-prácticas. Las inasistencias deberán ser
justificadas o con previo aviso cuando se traten de días de examen tanto orales, escritos,
individuales o grupales.
Presentar y aprobar dos trabajos escritos, en tiempo y forma, de los parciales y sus
respectivos recuperatorios.
Aprobación en tiempo y forma de las dos instancias de parcial, con 6 puntos o más cada
uno. En caso de reprobar una o ambos parciales tendrá la posibilidad de sus respectivos
recuperatorios.
Correcta conducta y desempeño como alumno.
Observaciones Finales
El presente programa rige tanto para los alumnos regulares como libres. Los alumnos que por
circunstancias particulares, familiares o laborales, no puedan cumplir con los requisitos
establecidos, podrán rendir esta asignatura como alumnos libres, según normativa vigente.
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Profesorado de Educación Secundaria en Química. 2do Año
Bibliografía
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TEDESCO, J.C. (1986) Educación y Sociedad en Argentina. Buenos Aires. Ediciones Solar
Lecturas complementarias
XAVIER BANAL (1998) Sociología de la educación. Una aproximación crítica a las corrientes
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----------------------------------------
Profesor en Historia
Pedrozo, Abel
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EJE N° 1:
NOCIONES BÁSICAS DE SOCIOLOGÍA
Sociología de la educación. Definición. Objeto y problemática. Enfoques: micro
sociología y macro sociología.
1800
Kant
1850
1900
Weber
1930
1960 Garlinkel
Bourdieu Habermas
1990
( NEOFU•CIO•AUSTAS) •EOMARXISTAS
1 cisolo~.<Oll
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LA SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN
DEFINICIÓN E HISTORIA DE LA DE SOCIOLOGÍA. TEORÍA
SOCIOLÓGICAS DE LA EDUCACIÓN. CONCEPTOS BÁSICOS.
La Sociología de la Educación es una disciplina que aporta al desarrollo de una actitud crítica y reflexiva acerca de la
educación y el papel que el sistema educativo ha cumplido y cumple desde su conformación hasta la actualidad. Du-
rante su historia, la Sociología de la Educación ha producido debates que marcaron épocas y dieron fundamento a la
elaboración de políticas educativas. Es por eso de fundamental importancia que los futuros docentes puedan superar
los conceptos propios del sentido común y construir una visión crítica y reflexiva acerca de los proyectos educativos
pasados y presentes.
La sociología es una ciencia que estudia los hechos sociales, pero no aislados unos de otros sino relacionados entre
sí formando ‘contextos’, ‘estructuras’, ‘procesos’ y ‘pautas’ de relación social que no resultan aprehensibles directa-
mente en la experiencia cotidiana, por lo que es la acumulación y el análisis sociológico de datos relativos a ellos lo
que puede hacerlos visibles para los investigadores y para el conjunto de la sociedad.
De forma más específica, lo que hace es transformar los ‘problemas sociales’ en ‘problemas sociológicos’ en la medi-
da en que redefine a los primeros en función de las ‘problemáticas sociales’ más amplias que les dan sentido y de los
marcos teóricos y los conocimientos sociológicos previos que se tengan sobre ellos.
Sin duda, tiene el potencial de cambiar su vida para (1963) ha animado a varias generaciones de estudiantes
siempre. para que adquieran esta perspectiva. En él se propone que
la perspectiva sociológica consiste en ver lo general en lo
No obstante, es necesario hacer una sana advertencia:
particular. Esto quiere decir que los sociólogos deben ser
la sociología puede transformar su vida… y dañarla. En
capaces de identificar las pautas de la vida social observan-
contra de la opinión general, que defiende que la sociología
do ejemplos específicos y concretos. En otras palabras,
es simplemente sentido común, ambos entran a menudo en
aunque reconocen que cada individuo es único, los sociólo-
conflicto. Una vez que la sociología se arraigue en su pen-
gos afirman que la sociedad actúa de manera diferente se-
samiento, estará siempre ahí exigiéndole que «piense so-
gún varias categorías de personas (pongamos por caso, los
cialmente», cuestionando lo obvio y todo aquello que damos
niños comparados con los adultos, las mujeres frente a los
por hecho y convirtiendo lo familiar en desconocido. Esto es
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hombres, los ricos a diferencia de los pobres). Empezamos dente grado de independencia, y que en Abjazia (en la Fe-
a pensar sociológicamente cuando comenzamos a darnos deración Rusa) los ancianos son las personas más respeta-
cuenta de cómo las categorías generales en las que nos ha das y valoradas socialmente.
tocado vivir definen nuestras experiencias vitales particula-
Un vistazo sociológico a nuestro alrededor nos revela el
res.
poder que ejerce la posición social. En los Capítulos 8 y 9
En cada uno de los capítulos de este libro ilustraremos el aportaremos evidencias que demuestran que la manera en
impacto general que ejerce la sociedad sobre las acciones, que vivimos (y, a veces, si logramos sobrevivir o no) tiene
los pensamientos y los sentimientos de las personas en mucho que ver con nuestra posición en la jerarquía social.
particular. Por ejemplo, las diferencias que distinguen a los
niños de los adultos no solo reflejan su madurez biológica:
Observar el mundo sociológicamente también nos hace
otorgando un significado a la edad, la sociedad crea lo que
ser conscientes de la importancia del género. Como señala-
experimentamos como diferentes etapas de la vida. Si-
remos en el Capítulo 12, todas las sociedades otorgan un
guiendo las pautas sociales relacionadas con la edad, algu-
significado determinado (aunque a menudo diferente) a lo
nas sociedades esperan que los niños sean «dependien-
que implica ser hombre o mujer, asignando a unos y otras
tes», que los adultos se comporten de manera «responsa-
diferentes tipos de trabajos y responsabilidades familiares.
ble», o que los ancianos disminuyan su protagonismo social
Y, a medida que la sociedad cambia, también lo hacen es-
y se retiren de las actividades que venían ejerciendo (véase
tos significados. Hoy en día, a comienzos del siglo XXI, lo
el Capítulo 13).
que hombres y mujeres pueden esperar de la vida es muy
¿Cómo podemos estar seguros de que es la sociedad y
distinto de lo que podían esperar a principios del siglo XX o
no la biología la que define estas pautas que relacionamos
a comienzos del XIX. Las personas experimentan sobre sí
con cada etapa de la vida de una persona? Investigando las
mismas el funcionamiento de la sociedad cuando comprue-
sociedades del pasado y las sociedades actuales de otros
ban las ventajas y las oportunidades asociadas a ser hom-
lugares del mundo, comprobamos que no todas las socie-
bre o mujer.
dades definen las etapas de la vida de un individuo de la
En la Figura 1.1 se sugiere que son muchos los factores
misma manera. En capítulos posteriores veremos que los
que definen nuestras vidas.
nativos americanos hopi conceden a sus niños un sorpren-
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Ver lo extraño en lo familiar
Especialmente al principio, utilizar la perspectiva socioló- superiores a la media. Los jóvenes que tienen la suerte
gica es equivalente a ver lo extraño en lo familiar. de pertenecer a familias que ejercen su actividad laboral
Como Peter Berger (1963: 34) afirma en su Invitación a en el sector servicios (clase media) tienen una probabili-
la sociología, «el primer enunciado de la sociología es dad diez veces mayor de ir a la universidad que aquellos
este: las cosas no son lo que parecen». Por ejemplo, que pertenecen a familias de la clase obrera. También
observar sociológicamente exige dejar a un lado la idea existen diferencias según la etnia y el género de los es-
familiar de que la conducta humana depende únicamen- tudiantes.
te de lo que las personas deciden hacer, y aceptar en su
De modo que, en una primera aproximación, la sociolo-
lugar la idea un poco extraña al principio de que la so-
gía se propone mostrar las pautas y los procesos por los
ciedad guía nuestros pensamientos y nuestros actos.
cuales la sociedad determina aquello que hacemos.
Aprender a «ver» de qué manera nos afecta la sociedad
exige cierta práctica. Si le preguntaran por qué eligió una
facultad o universidad determinada, podría dar algunas La individualidad en el contexto social
● Quería estar cerca de casa. común poniendo de manifiesto que la conducta humana
● Esta universidad tenía el mejor polideportivo. no es tan individualista como podríamos pensar. Para la
● Un grado en derecho en esta universidad asegura un
buen trabajo. mayoría de nosotros, la vida cotidiana es el resultado de
● Mi pareja va a esta universidad. decisiones individuales. Así nos felicitamos cuando nos
● No me aceptaron en la universidad a la que quería ir
en primer lugar. salen bien las cosas y nos echamos la culpa cuando
estas no resultan como esperábamos. Orgullosos de
Estas respuestas dependen de las circunstancias per-
nuestra individualidad, incluso en los peores momentos,
sonales de quien las expresa, pero, ¿es esta toda la
nos resistimos a la idea de que actuamos según pautas
verdad? La perspectiva sociológica aporta implicaciones
sociales.
más profundas que pueden resultar menos evidentes.
Si pensamos sociológicamente acerca del hecho de Pero quizás la demostración más fascinante de cómo las
recibir una formación universitaria, nos daremos cuenta fuerzas sociales afectan a la conducta humana se en-
de que, en la mayor parte del planeta y para la mayoría cuentre en el estudio del suicidio. ¿Por qué? Porque
de las personas esta opción está, simplemente, fuera de nada nos parece más personal que la «decisión» de
su alcance. Es más, si hubiéramos vivido hace uno o dos quitarnos la propia vida. Es por esto que Emile Durkheim
siglos, la «elección» de ir a la universidad era una opción (18581917), un pionero de la sociología y al que men-
solo para una reducidísima elite. Pero, incluso aquí y cionaremos en varios capítulos de este libro, eligió el
ahora, un vistazo a los estudiantes de un aula universita- suicidio como tema de investigación. Si era capaz de
ria sugiere que las fuerzas sociales aún tienen mucho demostrar que un acto tan íntimamente personal como el
que decir a la hora de si un individuo decide asistir o no suicidio estaba determinado sociológicamente, entonces
a la universidad. Por lo general, los estudiantes universi- habría establecido argumentos sólidos para el estudio de
tarios son relativamente jóvenes (entre unos 18 y 24 la sociología.
años de edad). ¿Por qué? Porque en nuestra sociedad ¡Y lo hizo! Fue capaz de demostrar que las fuerzas so-
se asocia ir a la universidad con esta etapa de la vida de ciales influyen en el acto aparentemente tan propio o
un individuo. personal como el de quitarse la vida.
Pero esto no tiene por qué ser así necesariamente, como
lo atestigua el crecimiento del número de «estudiantes Durkheim comenzó estudiando casos de suicidio en su
maduros». Por otro lado, realizar estudios universitarios Francia natal y alrededores. Las estadísticas mostraban
implica asumir ciertos costes económicos, de modo que claramente que algunas categorías de personas tenían
los estudiantes suelen pertenecer a familias con ingresos una probabilidad mayor que otras de suicidarse. Concre-
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tamente, Durkheim encontró que los hombres, los pro- diferentes grados de integración social de las personas.
testantes, los ricos, y los solteros mostraban una tasa de Las tasas de suicidio bajas caracterizaban a categorías
suicidio más alta que las mujeres, los católicos o judíos, de personas con fuertes lazos sociales, mientras que las
los pobres y las personas casadas, respectivamente. tasas de suicidio elevadas correspondían a personas
Durkheim dedujo que estas diferencias correspondían a más individualistas y socialmente solitarias.
Introducción
El problema de la relación entre lo micro v lo macro o, si se quiere, entre acción y estructura sociales es uno de
los aspectos fundamentales no resueltos por las disciplinas que conforman las ciencias sociales, en el caso de la
1
sociología, las respuestas dadas desde el siglo xix hasta los años sesenta del siglo xx, dieron más importancia o
alguno de los términos de la relación en detrimento del otro. Así, o bien la estructura social fue tomada como el prin-
cipal objeto de análisis, quedando el sujeto anulado, o los individuos fueron considerados como los únicos "elemen-
tos" de la explicación social. En las últimas dos décadas, sin embargo, el surgimiento de nuevos enfoques sociológi-
cos ha modificado sustancialmente los términos de la discusión; lo que ahora se plantea no es tanto el predominio de
una teoría o nivel de análisis sobre otro, sino su integración y complementariedad (Collins. 1985: 1350; Einsenstad y
Helle,1985: 3).
En este contexto, debemos esclarecer qué implica un estudio macrosociológico y microsociológico de la realidad
social y de relaciones que subyacen entre "lo macro" y "lo micro".
Cabe entonces preguntarse: ¿En qué radica la distinción entre los enfoques macro y microsociológicos v, ¿cuáles
son sus alcances y limitaciones"? ¿En qué condiciones es posible su coherente articulación y con qué bases o ele-
mentos mediadores?
La mayoría de los autores que, en el ámbito de la sociología, han estudiado las teorías o niveles macro y micro se
basan en una caracterización previa.
Karin Knorr-Cetina, por ejemplo, define la macrosociología como "el estudio de la sociedad, de las instituciones y
del cambio sociocultural a un nivel agregado" (1981: 1-2). De acuerdo con esta definición, el enfoque macrosociológi-
co vincula el uso de conceptos teóricos al nivel de sistemas, y usa datos agregados derivados de respuestas indivi-
duales de rnicronivel para caracterizar colectividades sociales.
Al contrario, la característica distintiva de los enfoques microsociológicos estarla no sólo en la preocupación por los
miembros de procesos cognitivas y por el significado de los procedimientos de relato, sino también, por el estatus
privilegiado que ellos dan al análisis de situaciones sociales de pequeña escala. En consecuencia, la mayoría de las
microsociologías parecen estar fundadas en el presupuesto de que "la única válida y confiable (o dura, científica)
evidencia respecto a un fenómeno socialmente significativo que se puede tener, es que está basado en observacio-
nes sistemáticas y análisis de la vida cotidiana" (ibid., p. 7).
1
Es posible señalar que los clásicos de lo sociología (Marx, Durkheim o Weber) se sitúan en el extremo de posiciones macro o
micro, según la imponencia que atribuyen a las estructuras sociales o a la acción de los individuos en tanto variables explicativas
del orden o el cambio social.
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Por su parte, Randall Collins define la macrosociología como el análisis de los procesos sociales de gran escala y de
largo plazo, tales como el "Esta- do", la "cultura", las "clases sociales", y reserva el término de microsociología al
"análisis detallado de lo que la gente hace, dice y piensa. en el fluir de la experiencia momentánea" ( 1981 :261).
Para Collins, no obstante, la diferencia entre micro y macro es de grado, y admire al menos dos dimensiones, una
temporal y otra espacial. Micro y macro son, desde esta perspectiva, términos relativos (ibid .. p. 264) referidos al
tiempo y al espacio. por lo que pueden considerarse como un par de variables continuas. Lo anterior implica: J) que
es posible. a partir de las agregaciones y repeticiones de muchos microeventos similares, identificar los microcompo-
nenres empíricos esenciales que fundamentan las categorías sociológicas macrosociales. y; 2) que los agentes acti-
vos en cualquier explícación sociológica se muestran en microsituaciones. Es decir, los patrones sociales, las institu-
ciones y las organizaciones son abstracciones de la conducta de los individuos y resúmenes de la distribución de
diferentes microconducias en el tiempo y el espacio. Dichas abstracciones y resúmenes no hacen nada. Si éstas
parecen indicar una realidad continua es porque los individuos que las hacen repiten sus microactitudes: y si las es-
tructuras cambian es debido a que los individuos deciden modificar sus microconductas. Lo anterior no significa que
para Collins la explicación causal sea totalmente microsituacional, sino que existe gran cantidad de macroeventos o
macroestructuras que son entendidos como agregados de microeventos (ibid .. p. 266).
Anthony Giddens (1991: 147) define la macrosociología como "el análisis de los sistemas sociales a gran escala tales
como una compañía de negocios, el sistema político o el orden económico", incluidos los procesos de cambio a largo
plazo. y la microsociología como el "estudio del comportamiento cotidiano en situaciones de interacción cara a cara" (
1981: 147). Giddens adviene que la diferencia entre análisis micro y macrosociológico ha tomado la forma de un dua-
lismo que, en sociología, se expresa con la oposición entre teorías que se especializan en el "análisis institucional" o
"análisis estructural" y teorías que hacen énfasis en la "acción" humana (ibid .. p. 162).
Desde su punto vista, sin embargo, aunque aparentemente los análisis macro y microsociológicos parecen estar ale-
jados entre sí, en la práctica ambos se encuentran estrechamente relacionados.
Es importante señalar que para Blau, macro y microsociología no constituyen teorías alternativas sino complementa-
rias, por lo que la corroboración de una no implica la falsedad de la otra.
A modo de conclusión, debemos decir que, si bien el extremismo micro-macro ha caracterizado gran parte de la teo-
ría sociológica del siglo XX, puede apreciarse durante la década de los años ochenta, especialmente en la teoría
sociológica estadounidense, un movimiento de retirada del extremismo micro-macro y de acercamiento al consenso
general de que la preocupación central debe ser la integración (la síntesis o el vínculo) de las teorías micro y las ma-
cro y/o los niveles de análisis social. Esto supuso un cambio drástico con respecto a la década de los años setenta,
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cuando Kemeny afirmó: «Se presta tan poca atención a esta distinción, que los términos "micro" y "macro" no suelen
aparecer en los índices analíticos de los trabajos sociológicos» (1976: 731).
Educación y sociedad
Educación y sociedad constituyen un binomio inseparable. Ambos conceptos van unidos necesariamente por cuanto
no pueden realizarse uno sin otro. Desde tiempo inmemorial, consciente o inconscientemente, la sociedad educa a
sus miembros para perpetuarse y prepararlos a una mejor convivencia. Desde que la sociedad se ha concien-
ciado sobre el aprendizaje, se dedica a su estudio como medio de progreso y bienestar.
EDUCACIÓN SOCIEDAD
La vinculación del proceso educativo con la sociedad ha hecho surgir una ciencia, la Sociología de la educación que
puede ser definida como el estudio científico de los factores sociales de la educación.
Es una de las llamadas Ciencias de la Educación, como lo es la Historia de la Educación, la Psicología de la Educa-
ción, la Filosofía de la Educación,..; es decir, aquellas ciencias cuyo objeto de estudio es la educación. Sin embargo,
ante todo, para distinguirla de disciplinas como la pedagogía o la psicología.
La Pedagogía tiene por objeto la educación, pero desde el punto de vista normativo (regula el acto educativo); las
ciencias anteriores, son ciencias descriptivas de la educación. Si la Pedagogía es ciencia de la Educación, no todas las
ciencias de las educación son Pedagogía. Y una de ellas es la Sociología de la Educación, que es Sociología.
Desde que han surgido las ciencias sociales se han multiplicado las ramas de la Pedagogía. Este hecho ha dado lugar a
varias ramas científicas entre las que podemos distinguir cuatro principales:
La Pedagogía Social, rama de la Pedagogía que se ocupa de la educación social del individuo, estudiando todo el proce-
so de socialización (etapas evolutivas, factores que intervienen, obstáculos, desviaciones,…)
Pedagogía La Pedagogía Sociológica, no es una rama de la Pedagogía, sino que es una dirección ideológica que puede tomar
toda la Pedagogía, Es la Pedagogía correspondiente a una filosofía social llamada sociologismo (La sociedad es la fuen-
te, el centro y el fin último de la realidad humana. La educación tiene como objeto la socialización del individuo. Na-
torp, Durkheim, y otros así entendieron la Pedagogía Social, a la cual se le asigna el nombre de Pedagogía Sociológica).
La Sociología de la Educación es una rama de la Sociología que se propone estudiar la educación como un hecho
social más, dentro del dinamismo general de la vida social. Se interesa por las repercusiones que el sistema educativo
tiende dentro del funcionamiento social.
Sociología La Sociología de la Educación ha de entenderse como ciencia sociológica y no como ciencia pedagógica.
de la
Educación En la pedagogía o la psicología predominan los enfoques normativos (es decir, establecer los mejores modos de
educar o aprender) o, en su defecto, aquéllos que intentan explicar los hechos educativos en función de otros hechos
educativos (por ejemplo, los contenidos de los planes de estudio) o de factores individuales (de los profesores o de los
estudiantes particulares, generalmente).
Por el contrario, la sociología de la educación se concentraría en las relaciones sociales que se establecen en todo
proceso de aprendizaje o de docencia y, sobre todo, en las relaciones de las instituciones educativas en general, y de
las organizaciones escolares en particular, con el resto de la sociedad: tanto con sus dimensiones sociales relevantes
(la familia, las políticas educativas, las desigualdades económicas, el trabajo, etc.) como con la contextualización histó-
rica, económica o cultural que sea pertinente.
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La sociología de la educación consiste en el estudio científico de todos aquellos aspectos de la realidad social que
guardan relación con la educación.
En lo fundamental, no se debería considerar distinta de otras ramas de la sociología, por lo que se distinguiría por su
objeto de estudio y por el tipo de preguntas específicas que formula. De hecho, a lo largo de la evolución de la socio-
logía en tanto que disciplina académica, se han ido distinguiendo numerosas sociologías especiales (de la familia, de
la religión, urbana, política, del trabajo, etc.) que, sin embargo, siempre dejan en el aire la duda acerca de los lindes
precisos entre cada una de esas realidades sociales.
Se podría decir que el estudio de la educación desde un punto de vista sociológico, representa el objeto de estudio
de la sociología de la educación. Pero ¿cuáles son los aspectos de la educación y los puntos de vista desde los
cuáles aquellos han de ser investigados?.
Tarea previa es, pues, delinear los temas que esta disciplina ha de estudiar. Para cumplir con esta tarea preliminar
conviene tener presente que la educación se presenta como un hecho social y una serie de continuados procesos
que incluyen el desarrollo de las capacidades subjetivas del hombre junto con su adaptación e integración a la so-
ciedad y a la cultura en la cual se encuentra inmerso.
Con la afirmación anterior, hablamos de la educación en un sentido amplio, abarcador que incluye tanto las así
llamadas educación formal como la educación informal.
Desde un punto de vista práctico parece preferible llamarla "socialización". Esta debe entenderse como el proceso
que integra al sujeto a su sociedad y a su cultura, internalizando los valores, las metas y las normas de manera que
emerja una personalidad distintival.
Desde el punto de vista individual significa aprender a acomodarse y adecuarse al sistema normativo de su socie-
dad y de irse preparando para desempeñar los distintos roles sociales.
Al examinar los procesos de socialización tal cual ellos se dan en la realidad se puede observar que se canalizan en
dos direcciones: una intencionada, sistemática o formal y, otra, asistemática, ocasional o refleja.
En todo caso, lo relevante a nuestros efectos es que la sociología va a considerar la educación como un hecho social
o, más exactamente, como un conjunto de hechos y procesos sociales.
Como se puede deducir de todo lo expuesto hasta el momento, la sociología considera a la educación como una
parte de la realidad social, lo cual también se puede expresar diciendo que la considera como un ‘hecho social’ o un
conjunto de hechos y procesos sociales.
La acuñación sociológica de la idea de ‘hecho social’, procede de Durkheim cuando estableció que ése era el objeto
de estudio de la sociología. Los hechos sociales se distinguirían por su coactividad sobre las voluntades, ideas, sen-
timientos y comportamientos de los individuos. Consistirían, por lo tanto, en normas, instituciones y estructuras que
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un individuo por sí mismo no puede modificar, que inciden sobre su existencia y decisiones, y que incluso trascienden
la vida y muerte de cada uno.
La Sociología de la educación no es “Pedagogía” sino “Sociología”; no es una Sociología “aplicada” sino, más bien,
una Sociología “especial”, esto es, una de las varias ramas (como la Sociología de la familia, la Sociología del traba-
jo, la Sociología de la religión, etc.) que existen como complemento y especificaciones de la Sociología General.
La Sociología de la educación es “el estudio de las instituciones y de las relaciones sociales referente a
la educación” (H. Janne).
La Sociología de la educación es “el análisis científico de los proceso y regularidades sociales inheren-
tes al sistema educacional” (W.B. Brookower).
La Sociología de la educación es “el estudio de los hechos y de las instituciones de la educación” (F.
de Azevedo).
La Sociología de la educación es “el estudio científico de los factores sociales de la educación”
(V.García Hoz).
FERNÁNDEZ ENGUITA (1995: 23), manifiesta que “La sociología analiza la educación como un entramado institu-
cional y un conjunto de procesos y relaciones insertos en la sociedad global y dotados ellos mismos de una organiza-
ción social interna. (…) Todo análisis sociológico de la educación implica un análisis general de la sociedad y, en
particular, de sus instituciones más importantes; concretamente, cuando menos, la economía –y, en especial, el tra-
bajo-, el Estado y la familia.”
Este autor argumenta que la sociología de la educación contribuye con un enfoque distintivo sobre su objeto porque:
1) no la entiende como resultado de capacidades individuales, sino como parte de la reproducción de la so-
ciedad;
2) no la entiende como un problema de métodos pedagógicos (o didácticos, más bien), sino como una cues-
tión de fines y funciones sociales;
4) no la entiende como una institución universal, sino como una institución variable histórica y culturalmente:
“Distintas sociedades organizan su educación de forma diferente precisamente por eso, porque son distin-
tas; porque no existe, no ha existido ni existirá nunca una fórmula de educación válida para todo tiempo y
lugar.” (FERNÁNDEZ ENGUITA, 1995: 25);
5) no convierte al alumno en la única variable relevante para entender los resultados de la escuela, ni tam-
poco recurre exclusivamente a variables sociológicas externas a la escuela, sino que estudia la articula-
ción entre la escuela y la sociedad global (o las principales instituciones y organizaciones de ésta).
Si concebimos A la sociología de la educación se la concibe como “el estudio de las relaciones entre educación y
sociedad” (Ottawa), considerando a la educación como fenómeno social (no como hecho pedagógico que procura la
formación de la persona), y como tal, trata de comprender y de explicar la educación y las instituciones educaciona-
les desde un punto de vista sociológico, analizando y describiendo sus dimensiones sociales. Se ocupa del origen
social de la educación, de sus manifestaciones sociales, de su contenido social, de sus instituciones, de su desarrollo
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social, de sus condicionamientos sociales, de sus repercusiones sociales, de sus funciones sociales, de sus objetivos
sociales, de sus posibilidades sociales y de sus agentes sociales.
Las principales áreas de estudio de la sociología de la educación se podrían enumerar del siguiente modo:
1) El sistema educativo y la estructura social (su organización, sus relaciones sociales internas, las políticas
educativas, las relaciones con las desigualdades sociales y con el mercado de trabajo, etc.).
2) Las determinaciones sociales sobre las prácticas educativas (fundamentalmente, la forma de manifestarse
en la escuela las desigualdades, discriminaciones y opresiones sociales, sobre todo, en los estudiantes).
3) La estructura y funcionamiento de las instituciones escolares y educativas existentes (tantos de las forma-
les, en su doble expresión pública y privada, como de las que se organizan al margen del Estado y del
mercado en tanto que aprendizajes no reglados, experiencias de desescolarización, la sala de clases co-
mo un grupo social, etc.).
4) El profesorado (sus orígenes, su trayectoria académica y laboral, su organización profesional, su femini-
zación, etc.) y el resto de agentes y grupos que intervienen en la educación (estudiantes, profesores, fami-
lias, comunidades y autoridades educativas, principalmente).
5) Los efectos de la educación escolar en la sociedad (socialización, la educación como agente cultural, las
funciones sociales de la educación, la educación y las perspectivas de ocupación, el analfabetismo fun-
cional, el abandono temprano de la escuela, etc.).
BIBLIOGRAFÍA
FUENTEALBA WEBER, LUIS (1986) Reflexiones sobre Sociología de la Educación. En Revista de Sociología, N° 1,
Universidad de Chile.
MACIONIS,JOHN J. y PLUMMER, KEN (2011) ¨Sociología. 4.a edición PEARSON EDUCACIÓN, S.A, Madrid.
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TEORÍAS O ENFOQUES
EN SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN
2.
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PERSPETIVAS E HISTORIA DE LA SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN
Dependiendo de la posición epistemológica y teórica adoptada por cada sociólogo es posible determinar el objeto
específico de la sociología de la educación en uno u otro sentido, reuniendo el conjunto de campos particulares de
interés.
Educación y sociología
¿Qué es la perspectiva sociológica de la educación? ¿Cómo se ha configurado históricamente el objeto de estudio de
esta disciplina? ¿En qué se diferencia la sociología de la educación de otras especialidades de la sociología y de
otras aproximaciones no sociológicas a la educación? En este capítulo intentaremos dar respuesta a estas cuestio-
nes.
El análisis sociológico de la educación, por lo tanto, a pesar de tratarse de una especialidad cuya mayor producción
teórica corresponde a los sociólogos del siglo xx, es identificable en la sociología positivista del XIX. Y esta consi-
deración, lejos de ser irrelevante, nos permite reflexionar sobre una primera delimitación del objeto de estudio de la
sociología de la educación. En efecto, la transición de la sociedad del Antiguo Régimen a la sociedad industrial a lo
largo del siglo XIX y la consiguiente preocupación por el «desorden moral» derivado de la creciente diferenciación
social, otorga a la educación un papel social fundamental para garantizar la comunión moral de la sociedad y la
cohesión a partir de la adhesión de los ciudadanos a un conjunto de ideas y hábitos compartidos. Es, pues, la propia
idea que da sentido al nacimiento de la sociología, la sociedad como algo distinto y superior a la suma de las con-
ciencias y comportamientos individuales, lo que inmediatamente genera la necesidad de que determinadas institucio-
2
nes aseguren el orden social y eviten el vacío moral. La educación universal, institucionalizada en la escuela se eri-
ge como el mejor mecanismo para asegurar la adaptación social de los individuos, y sustituye a una función social
históricamente bajo la hegemonía de la Iglesia. Durkheim añadirá a la función de adaptación, la función de diferen-
ciación social de la educación, como requisito de articulación orgánica de las distintas funciones sociales.
Las primeras teorías sociológicas de la educación, por lo tanto, nos indican la relevancia de la educación como
subsistema social de aprendizaje de las normas y valores sociales en los que se fundamenta la sociedad.
Socialización y control social son identificadas como funciones fundamentales del proceso de transmisión de cono-
cimientos y hábitos, del orden instrumental y del orden expresivo. Lógicamente, en todas las sociedades anteriores
tuvo lugar alguna forma de transmisión de conocimientos, pero lo que caracteriza la primera sociología de la educa-
ción es la importancia social concedida a la educación en su relación con la totalidad social. El análisis sociológico de
la educación, por lo tanto, debe abordarse no solamente desde el punto de vista de la acción intergeneracional de los
adultos sobre los niños, sino también porque en ese proceso de transmisión se uniformizan hábitos y valores y se
diferencia en conocimiento a los individuos para adaptarse a la sociedad como un todo orgánico. La complejidad y el
2
La emergencia de los sistemas educativos públicos, fundamentalmente a lo largo del siglo XIX, es el resultado de esta necesidad de cohesión. El proceso histórico
de formación de los estados, por lo tanto, es lo que determina la necesidad de un sistema de instrucción pública que asegure la fidelidad de los ciudadanos a la
nación (Ramírez y Boli, 1987; Green, 1990).
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posible desorden de la sociedad industrial justifican plenamente que los sociólogos positivistas identificaran en la
escuela la mejor institución para asegurar ella preservación de los valores morales (y por extensión del control so-
cial).
Nos aparece aquí una primera razón por la que la sociología de la educación empieza ya en sus orígenes como una
sociología de las instituciones escolares.
La segunda razón por la que el desarrollo de la disciplina se ha centrado en las instituciones educativas nos lleva a
identificar el segundo gran ámbito de estudio de la sociología de la educación, al tiempo que nos dirige al período de
máximo desarrollo teórico de la especialidad a partir de la segunda mitad del siglo xx. Se trata, sin duda, de la impor-
tancia de la educación en el proceso de asignación y distribución de las posiciones sociales. En efecto, en la
sociedad meritocrática capitalista la escuela adquiere una importancia fundamental como institución clave para la
adquisición de estatus. Pero es a partir de la segunda mitad del siglo xx, en plena consolidación de los estados de
bienestar, cuando la meritocracia deja de ser solamente un principio de legitimación ideológica para adquirir una di-
mensión hegemónica, es decir, cuando la población de las sociedades avanzadas cree realmente en ella.
Podemos asegurar sin temor a equivocarnos que la educación formal, en esta etapa, se convierte en la institución
social con mayor poder estructurante. El logro educativo, aunque no asegura la movilidad, la posibilita.
La nueva sociedad respondió depositando sus expectativas en ese logro y demandando, desde todos los sectores
sociales, más educación. Al incremento de la demanda los estados respondieron invirtiendo en la educación formal
como nunca lo habían hecho anteriormente. El «boom» de la oferta educativa, posibilita al Estado capitalista un exce-
lente mecanismo para enfrentarse a sus «problemas básicos» de acumulación, reproducción y legitimación (Dale,
1989). La educación, por lo tanto, adquiere no solamente un enorme poder estructurante, sino también una carga de
legitimación importantísima, como se demostraría posteriormente a partir de la crisis de los años setenta.
En definitiva, si el objeto más importante que nos dejó la sociología de la educación positivista fue la transmisión cul-
tural, la socialización de los individuos, la adquisición de «habitus» comunes, el que se deriva de la transformación
social posterior a la Segunda Guerra Mundial es trascendental para otorgar pleno sentido al análisis sociológico de la
educación. La educación como subsistema social de atribución y legitimación de posiciones sociales permite acercar-
se a lo que es el objeto central de la sociología: la explicación de las desigualdades sociales y de los mecanismos por
los que éstas se construyen, se mantienen, se legitiman, se reproducen o se modifican. El estudio de la relación entre
logro educativo y posición social, el de la reproducción o cambio de las posiciones sociales, el de las probabilidades
de acceso a la educación postobligatoria de los distintos grupos sociales, etc., son dimensiones de una disciplina sin
la cual ya no es posible el estudio de la estructura social.
De ahí la importancia fundamental de la educación formal. Ésta sanciona socialmente las trayectorias individuales,
las formas de integración y exclusión social, la movilidad social, etc.
Esto explica, en definitiva, por qué el desarrollo teórico de la sociología de la educación coincide con el desarrollo de
una sociología del sistema de enseñanza. Sería obviamente ingenuo considerar que en el sistema de enseñanza se
agotan los procesos educativos. La socialización en la familia, la importancia de los medios de comunicación, la rela-
ción social en el grupo de iguales, etc., son procesos configuradores de la identidad individual. Todos ellos son me-
canismos sociales de reproducción de la cultura y del orden social.
En cierto modo, puede considerarse una carencia que la sociología de la educación no se haya ocupado de estos
otros procesos que, por otra parte, han sido abordados en profundidad por otras especialidades de la sociología.
Sin embargo, ninguno de ellos ha tenido la importancia estructurante que en la segunda mitad de siglo ha tenido la
educación formal. Y que empieza a dejar de ser válida a las puertas del siglo XXI. En realidad, la complejidad de la
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sociedad actual está revalorizando las formas de educación no reglada e informal como aspectos con cada vez más
peso específico en la adquisición de capital cultural, y, por lo tanto, en la estructuración de las posiciones sociales. Se
abren así nuevos espacios de producción teórica en la sociología de la educación.
A diferencia de otras disciplinas de las ciencias de la educación, la sociología dela educación se interesa sólo por los
procesos de transmisión de conocimientos, los métodos de enseñanza o los contenidos educativos en tanto que pro-
cesos importantes para la estructuración y el contenido de las relaciones sociales. Es decir, el interés sociológico por
la educación reside en sus características como institución que constituye identidades y posiciones sociales que
condicionan la forma en que los individuos viven en sociedad, sus actitudes y formas de interacción y sus oportunida-
des vitales.
Tan importante como esto es, además, la identificación de las regularidades grupales que caracterizan esos proce-
sos. A diferencia de lo que caracteriza el estudio psicológico o pedagógico de la educación, donde se acentúa la indi-
viduación y unicidad del proceso de aprendizaje, la sociología de la educación proporciona la posibilidad de incorpo-
rar el grupo social como unidad de análisis, tanto como variable dependiente como independiente, en el estudio
de la educación. El proceso de enseñanza-aprendizaje es sociológico en la medida en que es un producto de proce-
sos sociales más amplios, resultado de las relaciones de poder y control entre grupos sociales. Pero es, al mismo
tiempo, un factor crucial en la constitución de las identidades culturales individuales y colectivas y en la asignación de
individuos en espacios de diferenciación social (identidad cultural, identidad de género, clase social, etc.).
Lejos de que esto manifieste ningún tipo de estancamiento de la disciplina, en mi opinión da positivamente la medida
en que la sociología reelabora y reconstruye sus objetos y métodos en función de la obsolescencia demostrada por
modelos de análisis inservibles para captar el ritmo de cambio acelerado de la realidad social.
Desde que los sociólogos positivistas del XIX escribieran sobre la educación ha transcurrido más de un siglo, en el
curso del cual se ha producido el desarrollo e institucionalización de la sociología de la educación. Este proceso, sin
embargo, lejos de producirse lineal y uniformemente, ha estado sujeto a cambios que tienen que ver tanto con el
desarrollo y los debates teóricos de la propia disciplina (y lógicamente de la teoría sociológica general) como con las
posiciones acerca de la extraordinaria importancia que adquiere la educación formal como mecanismo de asignación,
de distribución y de legitimación de las posiciones sociales a partir de la Segunda Guerra Mundial.
Entre las aportaciones durkheimianas al estudio de la relación entre educación y sociedad y la adopción del término
«sociology of education» en un artículo publicado por W.Brookover en 1949, transcurre un período que Jerez Mir
(1990) ha denominado de preformación de la sociología de la educación. La llamada «educational sociology», desa-
rrollada desde departamentos de pedagogía de universidades norteamericanas, respondió a la auténtica revolución
que experimentó el sistema educativo norteamericano de comienzos de siglo y a su función de preparación de masas
de trabajadores para la creciente economía industrial. Durante la primera década del siglo, bajo la influencia de la
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obra de John Dewey,la «sociología educativa» surgió como alternativa a la orientación esencialista y metafísica do-
minante de la pedagogía (Jerez Mir, 1990, pág. 358). Desde esta nueva perspectiva, la educación es contemplada
como un proceso activo y crítico fundamental para la cohesión social y el fortalecimiento de la democracia, una orien-
tación, por lo tanto, que se acerca a Durkheim en la visión positivista de la escuela como instrumento de desarrollo
moral y social. Para Dewey la importancia de la extensión social de la educación se basa en la idea de la importancia
del aprendizaje y de la experiencia para la actividad humana, de la enseñanza de la autodisciplina y la autonomía
como fundamentos de la formación de individuos libres y capaces de pensar y actuar por sí mismos.
El contexto social americano de principios de siglo facilitó el desarrollo de la «sociología educativa» como espacio de
desarrollo de las relaciones entre escuela y comunidad social y como contribución «a la difusión de la confianza utó-
pica en el cambio escolar» (Jerez Mir, 1990, pág. 360). Esta orientación dominó la escena de la investigación entre
educación y sociedad durante la primera mitad de siglo. Sin embargo, esta corriente de pensamiento e investigación,
cuya mayor producción se recoge en la revista fundada en 1927, Joumal of Educalional Sociology, «refleja menos la
aplicación de los principios sociológicos generales y más el interés por un área que se consideraba a sí misma más
una especialidad de la educación que de la sociología» (Karabel y Halsey, 1977, págs. 2-3). La orientación normativa
y sociográfica de la sociología educativa, la ausencia de consideraciones teóricas y su funcionalidad para el naciente
sistema educativo meritocrático dan lugar a una investigación sobre educación y sociedad que constituye más un
soporte de legitimación para la administración educativa norteamericana que una investigación sociológica rigurosa.
Como apunta Lerena, es «sin eufemismos, un empirismo burdo» (Lerena, 1985, pág. 170).
Pero es a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial cuando efectivamente tiene lugar el desarrollo de
una verdadera perspectiva sociológica de la educación. El interés de los científicos sociales, básicamente sociólogos
y economistas, por la educación coincidió con un período de expansión económica y educativa sin precedentes. La
educación formal, como ya hemos señalado, se convirtió en el principal mecanismo estructurante de las sociedades
avanzadas y en la mejor prueba de la legitimidad del sistema meritocrático en las sociedades capitalistas democráti-
cas.
La educación se convirtió, a partir de la década de los cincuenta, en un área prioritaria de intervención del estado,
tanto por su importancia como factor de desarrollo económico como por ser un instrumento clave en la política de
igualdad de oportunidades. Es este el contexto que enmarca el comienzo del proceso de institucionalización de la
sociología de la educación. Una ciencia que arranca en pleno predominio del estructural-funcionalismo norteameri-
cano y como instrumento de legitimación de la política educativa en una fase de consolidación de los estados de bie-
nestar. Ambos factores son explicativos del carácter fundamentalmente empirista de la sociología de la educación en
los años cincuenta, de su orientación «apolítica» y productora de diagnósticos útiles para el «know-how» en la toma
de decisiones políticas. El funcionalismo tecnoeconómico y el reformista constituyen las dos orientaciones fundamen-
tales de desarrollo teórico y empírico de la sociología de la educación a lo largo de dos décadas, en las que el princi-
pal objeto de estudio será la relación entre educación y empleo.
Tanto la controversia acerca del estructural funcionalismo como la crisis de la educación como mecanismo redistribu-
tivo están en la base de la orientación dominante de la sociología de la educación a partir de los años setenta. El
resurgimiento de los marxismos a lo largo de los sesenta, las movilizaciones estudiantiles y el fracaso de las políticas
de igualdad de oportunidades son cuestiones clave para comprender la aparición de una sociología de la educación
crítica, que identifica una función social de la educación completamente opuesta a la otorgada por el funcionalismo
tecnológico y la teoría del capital humano. Las denominadas «teorías de la reproducción» destacaron la importancia
del conflicto y de la ideología en la educación. Su tesis se resume en que la escuela, lejos de ser una institución ideo-
lógicamente neutra, que asigna y distribuye posiciones socia- les en función de los méritos individuales, es un meca-
nismo de reproducción de las posiciones sociales de origen. En el capítulo 3 veremos que esta tesis presenta varia-
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ciones importantes en función de los objetivos de la función de reproducción y de las formas específicas en que dicha
función es llevada a cabo.
Sin embargo, tanto el paradigma liberal como el paradigma crítico, a pesar de su oposición ontológica, no alteraron
las preguntas esenciales sobre las que se realiza la investigación sociológica de la educación. Desde ambos puntos
de vista, la relación entre educación y sociedad es contemplada sin penetrar en el análisis de los procesos que tienen
lugar en el interior de la institución escolar. La escuela es una «caja negra» distribuidora de títulos que, para unos
posibilitan la movilidad social, y para otros la reproducción de las posiciones de origen.
El verdadero punto de inflexión epistemológico de la sociología de la educación se produjo a partir de los setenta, con
la aparición de la «nueva sociología de la educación». Concretamente, esta nueva corriente nacía a partir de la publi-
cación en 1971del libro editado por Michael Young Knowledge and Control. Partiendo de las premisas teóricas de la
sociología del conocimiento, para la nueva sociología de la educación cobró interés el análisis del currículum, como
expresión de las relaciones de poder que subyacen en la selección y organización del conocimiento educativo. Desde
la nueva perspectiva hay, que recurrir, por lo tanto, a una sociología interpretativa, capaz de captar la construcción
social de las diferencias educativas y sociales que se producen dentro de la propia institución escolar. El interaccio-
nismo simbólico y la etnometodología constituirían los marcos teórico y metodológico precisos para abordar el estudio
de la relación entre educación y sociedad.
Las propuestas contenidas en el libro de Young iban dirigidas a superar el estructural-funcionalismo desde dos fren-
tes: por una parte, la oposición a la visión acrítica sobre la escuela como instrumento ideológicamente neutro; por
otra parte, la necesidad de superar el tratamiento de la escuela como «caja negra)) y de profundizar en el análisis de
la construcción de la estratificación escolar.
Habrá que esperar, sin embargo, hasta los años ochenta para encontrar una perspectiva teórica que intenta aunar,
3 2
no sin dificultades, ambos objetivos. En efecto, a pesar de algunas excepciones en los setenta , la investigación
microsociológica de la escuela experimentó su mayor producción en los años ochenta, sobre todo debido a un cierto
agotamiento de la capacidad explicativa de las teorías de la reproducción. Una investigación, no obstante, más ocu-
pada en la producción empírica de etnografía s que en construir un cuerpo teórico que avance en el establecimiento
de la relación entre los niveles macro y microsociológicos, es decir, en el descubrimiento de regularidades entre es-
tructura social y procesos educativos. En Estados Unidos, fundamentalmente a partir del desarrollo de la sociología
del currículum y de las teorías de las resistencia, se produjeron los intentos más notables, desde un punto de vista
más teórico que empírico, de recoger el testigo de Young y elaborar una sociología de la educación crítica y suscep-
tible de superar el estructuralismo de las teorías de la reproducción.
A ello contribuiría también la creciente importancia de las investigaciones dirigidas a mostrar el papel de la escuela en
la reproducción de las diferencias de género y etnia, aspecto que, como veremos, no sólo supone un añadido a las
corrientes de investigación en sociología de la educación, sino una cierta redefinición de dichas corrientes.
La sociología de la educación, en los años ochenta, se entrecruzan las diversas tendencias teóricas, los nuevos ám-
bitos de investigación y, por supuesto, la emergencia de nuevas problemáticas en la relación entre educación y so-
ciedad que obligan a redefinir el campo y los objetos de estudio fundamentales.
Esta complejidad prosigue en los años noventa, aunque en esta década empiezan a perfilarse algunas «salidas» a
los problemas teóricos y epistemológicos de la disciplina. La «recuperación» de la teoría del capital humano en un
contexto de cambio tecnológico y económico, la redefinición del papel de la educación en la sociedad de la informa-
ción, han abierto nuevos campos de análisis y de producción teórica en la sociología de la educación que intentan
responder a las aceleradas transformaciones estructurales de las sociedades avanzadas.
3
Por ejemplo, y especialmente, las investigaciones sobre el etiquetaje desarrolladas en Estados Unidos.
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Relacionado con ello, la significación y el impacto social de las reformas educativas de finales de los ochenta y prin-
cipios de los noventa han abierto también un nuevo campo de investigación teórico y empírico donde cobra especial
importancia la sociología de la política educativa y sus posibilidades para avanzar en un terreno anteriormente poco
fecundo como es el de la teorización sobre el cambio educativo. Finalmente, la producción teórica en los ámbitos de
la sociología del género y, en general, de las diferentes versiones de la sociología pos- modernista, la orientación
actual de la política educativa, y la creciente diversidad cultural en las sociedades avanzadas, han favorecido la apa-
rición de una nueva línea de análisis teórica (y, en menor medida, empírica) en sociología de la educación que obliga
a debatir desde un punto de vista teórico conceptos anteriormente no cuestionados, como el de «igualdad de oportu-
nidades» o el de {{culturaescolan, y que, lógicamente, abre nuevas vías de investigación empírica acerca de las di-
námicas culturales que se producen en la institución escolar. El capítulo 5 recoge estas consideraciones sobre la
sociología de la educación actual y plantea, en un último apartado, los retos metodológicos y epistemológicos más
significativos que hoy día tiene planteados la disciplina.
Lógicamente, el criterio de clasificación de las teorías e investigaciones no es el único posible. En efecto, los capítu-
los no son definiciones de teorías absolutamente y mutuamente excluyentes. Tanto determinados estudios como
algunos autores podrían ser discutidos bajo el prisma teórico abordado en distintos capítulos.
En este sentido, cualquier intento de clasificación de la sociología de la educación en escuelas o corrientes de pen-
samiento podría suponer una simplificación de una realidad compleja. Pero el uso de criterios de clasificación es del
todo indispensable para ofrecer una exposición coherente de la evolución de la disciplina. En este caso, la organiza-
ción cronológica tiene la ventaja de permitirnos observar las propias contradicciones en la producción teórica de la
disciplina y constatar hasta qué punto tienen lugar sustituciones, superposiciones o reformulaciones de las diferentes
líneas de investigación.
Asimismo, este criterio permite la contextualización histórica de la producción teórica, cuestión fundamental en la
comprensión de los cambios de orientación de cualquier ciencia social.
BIBLIOGRAFÍA
BONAL, Xavier (1998) ¨Sociología de la educación. Una aproximación crítica a las corrientes contemporá-
neas¨. Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona-España. Pag 17-28
Page 23 of 215
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5
Acerca de esta precisión y distinción, véase J. Carabaña (2000): “Escuela com-
prensiva y diversidad”, en Revista de Libros, núm. 18, de donde he tomado la matiza-
ción.
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PRIMERA PARTE
En los cinco capítulos de que consta esta Primera parte se analizan los
comienzos del pensamiento sociológico, desde los precursores a los lla-
mados clásicos de la Sociología, pasando revista a sus ideas y obras
principales y al tratamiento que dan a la educación. Se incluyen como
precursores a los franceses Claude Henry de Saint-Simon y Auguste
Comte que sientan las bases de la Sociología como ciencia y como cam-
po intelectual. Con ello, sirven de punto de partida y arranque inicial a
los autores llamados clásicos: Karl Marx, Émile Durkheim, Max Weber
y George Herbert Mead. Unos autores sobre los que no cabe duda de
su consideración como clásicos, siendo como son los que generan con
su obra las cuatro grandes perspectivas o enfoques que hoy tiene la So-
ciología, a saber y respectivamente: el marxismo, el funcionalismo, la
teoría del conflicto y el interaccionismo simbólico. Se hace así, aun a
sabiendas de la ausencia de toda una pléyade de sociólogos que van a
contribuir con sus desarrollos a sentar esas bases de la Sociología como
ciencia, con contribuciones relevantes en sus respectivos ámbitos y
también en el de la educación. Nos referimos a autores como Herbert
Spencer (1820-1903), iniciador junto a Comte del enfoque más evolu-
cionista y organicista de la Sociología; Ferdinand Tönnies (1855-1936),
con su significativa dicotomía Gemeinschaft und Gesellschaft (Comuni-
dad y Sociedad); Georges Simmel (1858-1918) y su sociología formal;
Vilfredo Pareto (1848-1923), formulador de la teoría de la circulación
de las élites; o Charles Cooley (1864-1929), descubridor del grupo pri-
mario y, con Robert Park (1864-1944), integrante significativo de la es-
cuela de Chicago, junto a Albion Small (1854-1926), fundador de la
American Journal of Sociology. Pero, aun a sabiendas de estas lagunas,
se puede decir que desde Saint-Simon y Comte es posible trazar las
líneas maestras de un marco de referencia suficiente para el empeño
que nos ocupa: la conformación y evolución del pensamiento socioló-
gico en sus diferentes enfoques y su tratamiento de la educación.
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13. LAS TEORÍAS DE LA REPRODUCCIÓN SOCIAL
Y CULTURAL
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2
La asunción, aunque parcial, va más allá, ya que también podemos encontrar un
importante paralelismo entre la distinción que Gramsci realiza entre sociedad civil y
Estado y la que realiza Althusser cuando señala que los AIE pertenecen al ámbito o
dominio de lo privado y el ARE, en exclusiva, al de lo público.
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3
También es posible encontrar aquí una continuidad con el funcionalismo organi-
cista de Durkheim, cuando señalaba a la religión como cemento de la conciencia co-
mún en las sociedades de solidaridad mecánica y a la educación en las sociedades de
solidaridad orgánica.
4
Una ideología existe siempre en un aparato, y en su práctica o sus prácticas. Esa
existencia es siempre material (Althusser, 1974: 148).
5
Por currículum oculto se suele entender, como se verá más adelante, aquello que
se aprende en la escuela fuera de los libros de texto o de los programas oficiales y que
es transmitido de una manera implícita.
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las “reglas” del buen comportamiento, es decir, de la adecuada actitud que debe
observar, según el puesto que esté destinado a ocupar en la división del trabajo
(...) La reproducción de la fuerza de trabajo exige no sólo una reproducción de
su cualificación, sino también, y simultáneamente, una reproducción de la sumi-
sión a la ideología dominante por parte de los obreros y una reproducción de la
capacidad de manejar convenientemente la ideología dominante por parte de los
agentes de la explotación y de la represión, a fin de que aseguren también “me-
diante la palabra” el dominio de la clase dominante (Althusser, 1974: 110-111).
6
En realidad y al margen del tema sustantivo de que trata, ésta no es sino otra de las
muestras en que el maestro es minusvalorado y considerado de forma paternalista y des-
pectiva. Siempre, desde una posición académica de superioridad. Otros ejemplos son
los de “comerciante al por menor” de Mills o de “benemérito minierudito” de Cagigal.
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7
Véase al respecto: “Marxismo y humanismo”, en Althusser et al. (1968: 172).
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8
Fue editada en España por la editorial Akal en 1985, bajo el título de La instruc-
ción escolar en la América capitalista.
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9
Charles Baudelot y Roger Establet, en su obra La escuela capitalista en Francia
(1976), que debe tanto a Bowles y Gintis como a Althusser, pretenden obtener fuentes
empíricas —algo de agradecer entre tan sesudas abstracciones— para sostener la teoría
de la reproducción social. Aunque el resultado es desigual, de entrada cuentan con un
hallazgo interesante: el Aparato Ideológico de Estado Escolar ya no es único, sino que
está integrado por dos redes de escolarización muy distintas: la privada y la pública,
que juntas conforman dicho AIE.
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10
En relación a los códigos lingüísticos consúltese el trabajo de Bernstein (1985a):
“Clases sociales, lenguaje y socialización”, en Revista Colombiana de Educación, núm.
15, pp. 25-46.
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11
Se trata de un texto muy demandado, a juzgar por sus múltiples ediciones. Pu-
blicado inicialmente en la revista New Society, del 26 de febrero de 1970, como “Edu-
cation cannot compensate for society”, fue editado poco después, en 1973, en el Vo-
lumen I de la obra de Bernstein Class, Codes and Control. En España aparece por
primera vez en 1985, en el reader de los didactas Gimeno y Pérez Gómez: La enseñan-
za: su teoría y su práctica, publicado por Akal; para terminar apareciendo, finalmente,
bajo el título de “Una crítica de la educación compensatoria”, en la antología publica-
da por Fernández Enguita (1999a), quien lo saca, a su vez, del reader de 1986 de Edi-
ciones La Piqueta: Materiales de Sociología crítica.
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12
Frente a otros autores españoles, que traducen la expresión framing por marco,
enmarcaje o cuadro, en este libro se ha traducido por enmarcación, que utiliza Mario
Díaz (1985) en el número de la Revista Colombiana de Educación dedicado a Bernstein.
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13
Para una visión más completa, véase A. Guerrero (1987): Learning between two
cultures: the Schooling of the Spanish ‘Second Generation’ Children in England, Diserta-
ción del MSc en Sociología de la Educación, Instituto de Educación de la Universidad
de Londres (Mímeo).
14
En principio, todo parece que es una transposición culta de la categoría aristoté-
lica, al tiempo que una adaptación del término que usa Weber (1964: 320) para referir-
se al aspecto cotidiano (...) estéticamente importante (...), heredado familiarmente y étni-
camente (...) aunque también a la conducta diaria de la vida.
15
Este término está tomado de la física y se refiere a los restos que se reflejan en los
campos magnéticos de los metales por haber estado sometidos a diferentes fuentes
magnéticas. A lo largo de su obra, Bourdieu utiliza terminología de las ciencias natura-
les, como si quisiera recordar a la física social comtiana.
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16
Sobre todo Weber; pero nótese también, en todo caso, la similitud existente en-
tre el concepto de habitus y el de conciencia común de Durkheim, propia de las socie-
dades con solidaridad mecánica.
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2) La autoridad pedagógica:
3) El trabajo pedagógico:
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4) El sistema de enseñanza:
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aquella que logra imponer significaciones como legítimas, disimulando las re-
laciones de fuerza en que se funda (Bourdieu y Passeron, 1977: 44).
Una violencia que era, hasta hace bien poco, muchas veces más
real que simbólica. Recuérdese al respecto las varas, palmetas o chas-
cas utilizadas por los maestros para hacer bueno el dicho popular se-
gún el cual la letra con sangre entra. En general, el grado de violencia
es proporcional a la distancia entre la dotación de capital cultural de la
familia y la inculcada en la escuela, por lo que es mayor cuanto mayor
sea la distancia entre la cultura oficial de la escuela y la que traiga de su
familia y medio social el alumnado. Como resultado de la acción peda-
gógica se crea en el individuo un habitus de efectos duraderos, en rela-
ción a las prácticas y, por ende, la estructura social, capaz de seguir ac-
tuando una vez que la acción pedagógica haya cesado.
En obras más recientes, como La distinción, Bourdieu (1988) con-
templa la sociedad como un espacio tridimensional, compuesto por la
suma o cantidad de capital que se posee, la composición de dicho capi-
tal y la trayectoria vital. Esas tres coordenadas determinan la posición
de cada individuo en el espacio topológico que es la sociedad. Esa po-
sición está acompañada por un habitus preciso que aporta la perspecti-
va o panorámica que posee la persona desde el lugar que ocupa en el
tablero social. La trayectoria ascendente o descendente de clase (la mo-
vilidad vertical del funcionalismo) produce un cambio en las situacio-
nes de los individuos (desclasados y parvenus). Pero ese cambio está
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14. NUEVA SOCIOLOGÍA, RESISTENCIA Y PRODUCCIÓN
CULTURAL. LA DESIGUALDAD DE ETNIA Y GÉNERO
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1
No existe traducción española.
2
La expresión taken for granted, que se podría traducir por “dado por sentado” o
“asumido sin cuestionar”, se convertirá a partir de ahora en un must, en algo obligado,
como un soniquete en todo trabajo dentro del nuevo paradigma (taken for granted
world, knowledge, etc.).
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Quizás nada mejor que ir a las fuentes para conocer el contenido y de-
sarrollo de esta perspectiva sociológica de la educación; unas fuentes
que pueden personificarse en un reader (Hammersley y Woods, 1976)
y en una etnografía (Ball, 1981). Efectivamente, en el libro editado por
Martin Hammersley y Peter Woods, preparado como material de apo-
yo teórico al curso de la Open University sobre Escolarización y Socie-
dad, ya desde el comienzo se ve clara la adscripción teórica de este en-
3
Para los textos traducidos al castellano, véanse Michael Apple (1986 y 1987),
Jean Anyon (1999) y Paul Willis (1988), respectivamente.
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4
Un buen conocedor y practicante él mismo de esta técnica, Howard S. Becker
(1958: 652), la define diciendo que: “la observación participante es un proceso en el
que se mantiene la presencia de un observador en una situación social con el propósito
de la investigación científica. El observador está en una relación cara a cara con los ob-
servados y recoge datos mientras participa con ellos en su lugar natural de vida”.
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A partir de esta técnica, Ball y otros muchos autores, como los ci-
tados Hargreaves (1967), Lacey (1970), o Sharp y Green (1975) y Co-
rrigan (1979), realizan etnografías de los procesos de escolarización
que pretenden captar el significado que los propios protagonistas atri-
buyen a las situaciones en las que se encuentran negociando, merced a
sus estrategias. Así, Ball entiende que capta el significado que el pro-
ceso de reorganización de la docencia sobre la base de la integración
de habilidades tiene para profesores y alumnos, cuando reconoce que,
aunque parece a priori ser la suerte de reforma defendida desde una
perspectiva igualitaria, no tiene nada de ello. Se trata, más bien, de un
mecanismo de control social de mayor efectividad, ya que mientras la
enseñanza siga siendo percibida por los profesores como una fase de
preparación para el éxito basada en las aptitudes que se adquieren, la
experiencia de los alumnos será de competición dentro de una rígida
jerarquía de recompensas y estima. El agrupamiento integrado (mi-
xed-ability group), termina Ball:
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226 Antonio Guerrero Serón
nos puro, pues a nadie se le escapa la fuerte presencia que, vía el cultu-
ralismo de Perry Anderson o Raymond Williams, tiene Gramsci y sus
conceptos de ideología y hegemonía en todos estos autores ingleses.
Los estudios etnográficos son, pues, instrumentos válidos para descri-
bir la práctica cotidiana, prestándose para dar relevancia a la concien-
cia e intencionalidad de los actores sociales y presentándose como
idóneos para el estudio de la cultura escolar, considerando a la escuela
como una institución relativamente autónoma.
Los problemas surgen cuando se intenta pasar de la descripción
de las situaciones a la explicación de los procesos, paso en el que la
mayoría de las etnografías parecen tropezar. Se aprecia en todos esos
análisis lo que podríamos llamar prepotencia del sujeto, que parece
estar por encima de estructuras e instituciones. Es una especie de de-
terminismo subjetivista, que nos hace ver como inevitable y, en mu-
chos casos, mecánico el carácter de esos procesos. Parece como si del
significado y establecimiento de la negociación de las situaciones el
desarrollo de las mismas resultara inevitable. Lo que, por otra parte,
no es sino la generalización del teorema de Thomas, según el cual si la
gente define una situación como real, la situación es real en sus con-
secuencias 5. Aunque ya se sabe que el nexo entre definición y conse-
cuencias es esencialmente subjetivo.
Esa sustantivación de las situaciones parece conducir al inmedia-
tismo en el que se inserta su teoría del cambio social; donde la tensión
es evidente entre el desarrollo temporal de las situaciones y la ausencia
de definición acerca de las posiciones de partida y la orientación de
llegada. Se trata de la ausencia de todos los aspectos contextuales, fue-
ra del ámbito espacio-temporal inmediato, que impide saber qué con-
secuencias son reproductoras y cuáles transformadoras.
5
Se trata del clásico americano Williams I. Thomas, uno de los componentes de la
Escuela de Chicago y autor con Znaniecki del también clásico estudio: El campesino
polaco en Europa y América, quien (junto a su mujer D. S. Thomas) dijo en 1928 que:
“If men define situations as real, they are real in their consequences”.
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6
Publicado originalmente en 1977, la traducción española la publica Akal en 1988
como Aprendiendo a trabajar.
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7
La utilización, en aquel entonces, de una expresión sacada de la jerga popular
como tío o colega, como ha sido traducida en nuestro país, supuso una renovación im-
portante en el lenguaje académico, generalizándose ese uso a partir de ahí.
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8
La expresión exacta que usa McRobbie no es femininity, sino femaleness, algo así
como hembreidad, inexistente en castellano, que textualmente quiere decir el carácter
o naturaleza o cualidad de hembra.
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Otros de los conceptos claves para entender la obra durkheniana son “acción general”,
“acción colectiva”, “solidaridad mecánica”, “solidaridad orgánica” y “hecho social”, pero debido
a la amplitud de estos, no es posible desarrollarlos ampliamente.
Ahora bien, dentro de su obra se destacan ciertos estudios referentes a la educación como
Educación y Sociología (1922/2009) donde analiza la educación desde los sistemas educativos
que existieron y existen en cada sociedad, donde el sistema es único y múltiple a la vez, es
decir, a todos los miembros de la sociedad le da ciertas pautas de uniformidad, pero también
la educación varía según clases sociales, lugar de residencia, época, etc.
Una constante en su obra sobre educación, es la defensa del carácter social de la
educación ante quienes privilegiaban su carácter individualista y psicológico, debido a que
para el autor, la educación y el sistema educativo responden a necesidades eminentemente
sociales. Además, dentro del sistema educativo reconoce el importante papel del Estado en
establecer fines de índole social y el poder de la educación para tratar de alcanzarlos.
Por otro lado, reconoce la diferencia entre educación y pedagogía, “donde se desprende
que la educación no es más que la materia de la pedagogía. Esta última estriba en una
determinada forma de pensar respecto a los elementos de la educación” (Durkheim, 2009, p.
73). De esta forma la pedagogía como teoría práctica (negando su carácter de arte o ciencia)
se apoya en las ciencias de la educación para su aplicación.
En cuanto a su relación con la sociología, Durkheim afirma que precisamente es esta
ciencia la que ayuda a determinar los fines de la educación que se encuentran acordes con los
fines de la sociedad y para lo cual es necesario la reproducción de las pautas socioculturales,
donde cada norma e institución cumple con darle mantenimiento a la sociedad para que siga
conservando su forma (Taberner, 2005).
Por su parte en La Educación Moral (1925/2002) realiza un análisis de la moral laica
racionalista que aporta los elementos para el funcionamiento de la sociedad como un todo,
donde la escuela apoya y resguarda el “tipo nacional francés” (imperante en la época en que
escribe el texto), lejos de los dogmas y prácticas religiosas.
Para el autor, la educación moral sucede durante el proceso de la primera infancia
dentro de la familia. Pero es principalmente en la segunda infancia que transcurre dentro de
la escuela primaria y lejos de la familia, donde se constituyen las bases de la moral para la
vida social fuera del círculo familiar.
De esta forma, el individuo en la infancia aprende las reglas generales, llamadas
morales, como reglas preestablecidas para circunstancias particulares que “al agente moral
le toca decidir cómo convenga particularizarla. Siempre hay un margen que se deja a su
iniciativa, pero este margen es limitado” (Durkheim, 2002, p. 53).
Es aquí donde la sociedad a través de los agentes de socialización, como la escuela,
impone, regula y establece el accionar de los individuos. Es decir, la moral (elemento externo
al individuo) disciplina el accionar de cada uno de los individuos.
Dentro de su análisis, Durkheim propone que existen elementos de la moralidad, entre los cuales
el primero es el espíritu de la disciplina, que establece conductas reguladas y fines determinados y
define –al regular y contener– el horizonte de posibilidades del individuo en sociedad.
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pensar, el comportamiento y la forma de sentir son impuestos desde el exterior del individuo. En
el caso de la educación, los elementos de la moral deben ser inculcados en los jóvenes para lograr
que las futuras generaciones cuenten con valores morales que a través de la coacción o coerción
modelen el comportamiento de los individuos. Para esto la socialización se cubre de importancia
como medio para el aprendizaje de las pautas que facilitan el introducirse en el mundo social,
siendo estas pautas (junto con creencias, tendencias y prácticas) consideradas colectivamente.
Por último, bajo la influencia durkheniana (pero con marcadas diferencias y nuevos
aportes), se puede ubicar los diversos trabajos de autores como Marcel Mauss (1872-1950),
Claude Lévi-Strauss (1908-2009) y Pierre Bourdieu (1930-2002). Este último constituye un
referente mundial acerca del estudio sociológico de la educación, lo cual quedó plasmado en
su obra acerca del sistema educativo y la sociedad francesa del siglo XX (que se espera poder
abordar en futuros ensayos o artículos).
También, para algunos estudiosos del tema, autores como Talcott Parsons (1902-1979) y
Robert Merton (1910-2003) se ubican dentro de la influencia de esta tradición y forman parte
de la llamada escuela estadounidense de sociología bajo el término “funcional estructuralismo”.
O el inglés Basil Bernstein (1924-2000), quien en una combinación de sociología y lingüística,
se enfoca en el discurso pedagógico, el control social, las clases, la desventaja sociocultural,
etc., dando como resultado otra vertiente para el estudio sociológico de la educación.
Esta corriente se relaciona con los aportes del filósofo, abogado y economista Max Weber
(1864-1920), en lo que algunos autores llaman sociología comprensiva, de la interacción social,
individualismo metodológico o accionismo.
En resumidas cuentas se puede decir que la perspectiva teórica weberiana se centra
en la acción social y la interacción social (en este caso lo social es el resultado de esta
interacción). Como señala en Economía y Sociedad (Weber, 1922/2008) la sociología es “una
ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social para de esa manera explicarla
causalmente en su desarrollo y efectos” (Weber, 2008, p. 5).
En el caso de acción, se define como “una conducta humana (bien consista en un hacer
externo o interno, ya en un omitir o permitir) siempre que el sujeto o los sujetos de la acción
enlacen a ella un sentido subjetivo” (Weber, 2008, p. 5).
Es decir, esta corriente teórica prioriza sobre el sentido y significado que los sujetos
dan a sus acciones y decisiones individuales. Por eso, se concentra en el individuo y no en las
estructuras sociales y le concede mayor importancia a la comprensión de la acción social (la cual
tiene un sentido y significado) que a la coerción o coacción social (como en el caso de Durkheim).
Para este autor, la sociología debe encargarse de interpretar la acción a partir de
la evidencia obtenida. Sin embargo, “la explicación interpretativa frente a la observación
tiene ciertamente como precio el carácter esencialmente más hipotético y fragmentario
de los resultados alcanzados por la interpretación. Pero es precisamente lo específico del
conocimiento sociológico” (Weber, 2008, p. 13).
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cualificado como sabio, sino que ha de estarlo también como profesor, y estas dos cualidades no
se implican recíprocamente ni mucho menos” (Weber, 2000, p. 189).
Tercero, el “éxito” de un curso no es algo cuantificable, debido a que todo depende de
la asistencia de los estudiantes y esta a su vez depende de circunstancias externas como
“el temperamento del profesor o su timbre de voz” (Weber, 2000, p. 190). Por eso, Weber
desconfiaba de los cursos con salones llenos de estudiantes, debido a que son engañosos en
cuanto a la calidad de la enseñanza impartida.
Cuarto, para Weber las opiniones políticas de los profesores no deben marcar a los
estudiantes, aunque resulte imposible prescindir de toda simpatía política de carácter subjetivo
por parte del profesor hacia ciertos temas. Esto con el fin de valorar el lugar del conocimiento
científico y no introducir en los salones de clase los juicios políticos valorativos del docente.
Por otro lado, a través de ensayos o intervenciones en congresos, Weber realizó sus otros
aportes al análisis de la educación en la Alemania de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Así por ejemplo, en La pretendida libertad intelectual en las universidades alemanas
(1908/2007) Weber profundiza en la libertad intelectual de los profesores de educación
superior, siendo esta atentada por el clericalismo y otros elementos, al igual que el interés
del autor por dilucidar sobre los alcances de la libertad intelectual, ya que para él “esta
pretendida libertad depende, en primer lugar, de la adhesión a opiniones bien vistas en la
Corte y en los salones, y, en segundo lugar, de que vaya acompañada de la expresión de un
mínimo o de una apariencia de conformismo religioso” (Weber, 2007, p. 53).
Dos años más tarde, en La libertad intelectual en las universidades (Weber, 1909/2007,
p. 56) vuelve a tocar este tema en relación a “la libertad de la ciencia, de la investigación y de
la enseñanza” y el papel de la iglesia y el Estado como condicionantes de esta libertad y de la
permanencia o no de un profesor en su puesto.
De esta manera es claro que en el caso de Weber, no existe un interés particular por investigar a
fondo el tema de la educación como si sucedió en el caso de Durkheim. No obstante, se puede reconocer
que para Weber la educación se encuentra asociada con la división social en clases y estamentos.
Bajo la influencia weberiana, se pueden clasificar los trabajos en dos ramas distintas.
Por un lado, Jean-Claude Passeron (1930-?) y la teoría de la reproducción desarrollada junto
con Pierre Bourdieu, por otro lado, Raymond Boudon (1934-?), quien para Van Haecht (1999)
representa de mejor manera el individualismo metodológico.
De forma paralela al accionismo, pero influenciada por esta corriente, surgió durante la
segunda mitad del siglo XX la sociología de la acción o accionalismo, cuyos puntos de análisis
han sido los movimientos sociales, los conflictos sociales en busca de orientar el sentido de la
sociedad y la transformación del sujeto en actor durante este proceso.
El principal representante de esta corriente es Alain Touraine (1925-?), que aunque no
escribió o investigó sobre la educación exclusivamente, es importante destacar su presencia y
ciertas referencias que hizo acerca de la educación en el momento actual.
Para Touraine (2009) la sociedad, y específicamente la francesa, se enfrenta a una
falta de reconocimiento de las características individuales de los estudiantes por parte de la
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De todos los clásicos, es quizá Georg Simmel (1858-1918) el único que no goza de un
amplio prestigio en Latinoamérica como los anteriores (Durkheim, Weber, Marx), debido, tal
vez, al desconocimiento de su obra o la subvaloración de la misma.
Recientemente en español ha sido publicada la obra Pedagogía Escolar (Simmel,
1921/2008), la cual recoge sus lecciones sobre pedagogía (impartidas en el Jardín de Botánica
de la Universidad de Estrasburgo, único lugar que quedó disponible al ser ocupadas las
aulas como hospital militar durante la Primera Guerra Mundial), escritas por Simmel pero
editadas por Karl Hauter.
Watier (2005) señala que este enfoque teórico se caracteriza por considerar a la sociología
como una ciencia ecléctica, que toma de otras ciencias (Historia, Antropología, etc.) materiales
para elaborar una síntesis con base en una nueva mirada (mirada sociológica) sobre los hechos,
por eso las obras de Simmel abarcan un amplio espectro de ciencias sociales y la filosofía.
Esta mirada parte de la premisa de tomar cierta distancia para registrar los hechos y
la experiencia que sucede en la realidad social. Pero valora que estos hechos puedan tomar el
lugar de conocimientos como una construcción, producto de una interpretación y un modelado
por parte de los individuos que se encuentran inmersos en numerosas ligaduras sociales.
Por otro lado, para Simmel la sociedad es posible gracias a la conciencia de ser
socializado, de quienes integran la sociedad. Esta se da bajo una reciprocidad, pero no se da
en forma total y mucho menos de la forma idealizada que denotan algunos autores (Watier,
2005), dando paso a una correlación entre el individuo y la aparición de colectivos, de los
cuales forma parte.
Por eso, para este autor la aparición de grupos y las formas de ligaduras y relaciones
asociativas entre sus integrantes se cubren de especial importancia, ya que dan paso a la
formación de colectivos.
Otro aspecto importante del análisis de Simmel son las formas de socialización, las cuales
cargan con un contenido (intereses, pulsiones, disposiciones, sentimientos, etc.), en las cuales para
conseguirlos cada individuo va a materializarlos a través de diversas formas de socializarse.
Por eso, si bien para Simmel son importantes las instituciones sociales, es más importante el estudio
de las asociaciones como parte de las relaciones de unos con otros, dinámica en la que la socialización se
convierte en un vínculo entre individuos y genera diversos grados de cohesión entre los mismos.
Estas formas de asociación son más o menos conscientes. Así el contenido de una
socialización puede generar asociaciones y estas a su vez genera la aparición de colectivos, de
manera que, entre más elevado sea el grado de conciencia de aquello que los une, más alto
será valorizada esa ligadura que los une.
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Para aclarar lo anterior es necesario compararlo con lo indicado por Durkheim, el otro autor
que le da énfasis al tema de la socialización, de forma que “un durkheimiano diría que el número
y la intensidad de las relaciones contribuyen a la densidad moral de la sociedad, y Simmel añade
a ello claramente una posibilidad de expansión personal e individual” (Watier, 2005, p. 25).
En el campo de la educación, Simmel (2008) plantea que a la pedagogía comúnmente
no se le reconoce como ciencia, pero para él la pedagogía es un arte dentro de la praxis
pedagógica de quien enseña, el cual necesita de un saber. Por eso aclara que
(…) no sólo de uno [de un saber] en un sentido técnico, que consistiría en el aprendizaje
práctico de pequeños ejercicios manuales, sino un saber sobre el material, sobre la
extensión y límites de las tareas, sobre el campo global de principios y máximas que
está entre la última forma, decidida sólo a través del talento o del genio, y lo técnico-
artesanal, y que hace a lo último adaptable a lo primero, y que traslada a éste hacia
aquél (Simmel, 2008, pp. 11-12).
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docente asume los contenidos como materia prima de un proceso de rendimiento individual
y vivo, debido a que Simmel visualiza al estudiante como un agente activo del proceso de
enseñanza y aprendizaje.
Ahora bien, en este punto se espera que el lector y la lectora tengan una perspectiva
más amplia sobre la sociología como ciencia social y sobre sus distintas tradiciones teóricas.
Este repaso por las perspectivas teóricas más influyentes (Durkheim, Weber, Marx, Simmel)
se hizo necesario justamente para responder a las preguntas iniciales: ¿qué es? Y ¿para qué
sirve la sociología? En este caso interesaba principalmente que dichas respuestas subrayaran
los aportes de dicha ciencia al campo específico de la educación.
Conviene señalar que en esa misma línea, algunos autores importantes han continuado
estas corrientes teóricas detalladas antes en épocas más recientes y han profundizado en
este tema desde un enfoque claramente sociológico y otros han realizado un aporte propio.
Entre estas se encuentra la obra de Karl Mannheim (1893-1947), que desde de la sociología
del conocimiento realizó ciertas observaciones sobre la educación en su paso por Inglaterra,
que fue editado de forma póstuma (Kupiec, 2008) e inspiró a muchos investigadores ingleses
como Ottaway (1965), quien reconoce la importancia de la obra de Mannheim en el desarrollo
de la sociología de la educación inglesa y del interés por el pensamiento sociológico por parte
de la generación de estudiantes de docencia en ese momento y posteriormente.
No obstante, continuar con los abordajes teóricos sería extender la discusión sin llegar a
cumplir el objetivo de este trabajo (reflexionar sobre el objeto de la sociología de la educación).
En futuros ensayos o artículos se retomaran con detalle estos aportes de autores más recientes.
En este caso interesa ahora reflexionar acerca del “segundo elemento de la ecuación”, en
otras palabras ¿qué es la educación? Para pasar posteriormente a enfocarse en el objeto de
estudio de la llamada sociología de la educación, debido a que en ocasiones parece no haber
claridad ni consenso entre los autores clásicos.
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EJE N° 2:
El estado como educador
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3HUVSHFWLYDV5HYLVWDWULPHVWUDOGH(GXFDFLyQ9RO;,;Qªªª
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Perspectivas, vol. X I X , n.° 4, 1989
490 Juan Carlos Tedesco
Estado y sociedad
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El rol del Estado en la educación
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Juan Carlos Tedesco
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El rol del Estado en la educación
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Juan Carlos Tedesco
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El rol del Estado en la educación
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Juan Carlos Tedesco
Perspectivas futuras
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U N E S C O . 1987. Evolución cuantitativa de los sistemas educativos de América Latina y el
Caribe. Análisis Estadístico. Paris, Unesco.
Objetivos
5.1. Introducción
103
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Universidad Virtual Quilmes
Hace tiempo que los sociólogos se han interesado en analizar ese mundo
complejo de fenómenos que ocurren en el salón de clases. Para ello han cons-
truido estrategias conceptuales y metodológicas específicas. En el campo acadé-
mico norteamericano existe una tradición de investigación que usa la observa-
ción sistemática del comportamiento de maestros y alumnos con el fin de re-
ducirlo a unidades en pequeña escala adecuados para su tratamiento cuantitati-
vo. La interacción, como fenómeno complejo, es descompuesta en unidades de
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Sociología de la Educación
Habla el profesor
Respuesta
1. Acepta sentimientos. Acepta y aclara una actitud o el talante de los sentimien-
tos de un alumno de una manera no amenazante. Los sentimientos pueden
ser positivos o negativos. Se incluye predecir y rememorar sentimientos.
2. Elogios o alientos. Elogia o alienta la acción o comportamiento del alumno. Bro-
mas que alivian la tensión, pero no a expensas de otro individuo; asentir con
un movimiento de la cabeza, o decir ‘¿Uumm?’ o ‘prosigan’ figuran incluidos.
3. Acepta o emplea ideas de los alumnos. Aclarar, ampliar o desarrollar ideas su-
geridas por algún alumno. Las ampliaciones de las ideas de los alumnos a car-
go del profesor están incluidas, pero en seguida que el maestro pone en jue-
go una proporción mayor de sus ideas, se pasa a la categoría cinco.
4. Formula preguntas. Formular una pregunta acerca del contenido o del proce-
dimiento, basada en las ideas del maestro, con la intención de que el alumno
responda.
Iniciación
5. Dar lección. Exponer hechos u opiniones acerca del contenido o procedi-
mientos; expresar sus propias ideas, brindando su propia explicación, o citan-
do una autoridad distinta que el alumno.
6. Dar directrices. Directrices, órdenes, o instrucciones a las que se espera se ci-
ña el alumno.
7. Criticar o justificar la autoridad. Manifestaciones encaminadas a cambiar el
comportamiento del alumno desde pautas no aceptables a otras aceptables,
gritarle a alguien, afirmar por qué el profesor está haciendo lo que está ha-
ciendo; autorreferencia exagerada.
Habla el alumno
Respuesta
8. Respuesta verbal no espontánea del alumno. Los alumnos responden al maestro.
El maestro inicia el contacto o solicita las manifestaciones del alumno o es-
tructura la situación. La libertad para expresar sus propias ideas es limitada.
Iniciación
9. Respuesta verbal espontánea del alumno. Hablan los alumnos y ellos mismos ini-
cian la conversación; expresan sus propias ideas; inician un nuevo tema o ma-
teria; libertad para desarrollar opiniones y una línea de pensamiento, como for-
mular preguntas previamente meditadas; salirse de la estructura existente.
Silencio
10.Silencio o confusión. Pausas, breves períodos de silencio y períodos de confu- Lectura
recomendada
sión, durante los cuales la comunicación no puede ser comprendida por el Stubbs, M. Y Delamont, S.
observador. Eds. (1978). Las relaciones
profesor-alumno, Barcelona,
Esquema tomado de STUBBS M.Y DELAMONT S. (1978), pp. 20-21. Oikos-Tau.
105
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Universidad Virtual Quilmes
La aplicación de este tipo de instrumentos (cabe aclarar que existe una gran
variedad de grillas de observación muchas de las cuales incorporan otros elemen-
tos tales como los gestos, las miradas, el tono de la voz, etc. como elementos a
observar en la interacción) permitió acumular mucha información como resulta-
do de las observaciones realizadas. De este modo se obtuvieron muchas eviden-
cias empíricas acerca del tipo de relación maestro-alumno que predominaba en
situaciones específicas. En realidad, la mayoría de las veces el uso de esta técnica
de registro de datos fue utilizada para validar la hipótesis que afirma que la capa-
cidad de aprendizaje de los alumnos es inversamente proporcional al nivel de de-
pendencia que tienen respecto del docente. En otras palabras, cuanto mayor es la
dependencia de los alumnos respecto de los docentes, menos probabilidades tie-
nen los primeros de desarrollar sus propias estrategias de aprendizaje.
Sin embargo, las ventajas del procedimiento contrastan con las dificultades y
críticas que se le hicieron en términos de la relevancia de los resultados obteni-
dos mediante este tipo de estudios. Entre otras críticas puede señalarse que me-
diante estas técnicas sólo puede medirse lo que se observa, es decir, conductas
y comportamientos.Aquello que está más allá de lo directamente observable, es
decir, las intenciones y sobre todo los significados que los propios actores otor-
gan a lo que hacen queda fuera del campo de análisis. Los críticos dicen que es-
tas técnicas sólo permiten captar aquello que puede ser medido y cuantificado.
Otra crítica de fondo consiste en afirmar que esta técnica de observación
de comportamientos descompone la interacción en unidades que en cierta me-
dida afectan el sentido de la práctica, que sólo se expresa en un proceso inte-
gral a lo largo del tiempo. La interacción no es una simple suma de elementos
simples que pueden medirse y comprenderse independientemente de la rela-
ción que mantienen en el conjunto del proceso. Por otra parte, existen otras di-
mensiones de la interacción humana (las miradas, los gestos, el momento o la
secuencia en que se registra una unidad de comportamiento, etc.) que no son
observadas en la medida en que no figuran en la grilla de observación previa-
mente construida por el investigador.
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Sociología de la Educación
fue tallada en estrato del tronco que creció un año de sequía: ¿ves cómo se
disponen las fibras? Aquí protubera un nudo apenas insinuado: una yema
trató de despuntar un día de primavera precoz, pero la helada de la noche
la obligó a desistir. – El Gran Kan no se había dado cuenta hasta entonces
de que el extranjero supiera expresarse con tanta fluidez en su lengua, pero
no era esto lo que le pasmaba -. Aquí hay un poro más grande: tal vez fue
el nido de una larva; no de carcoma, porque apenas nacido hubiera segui-
do cavando, sino de un brugo que royó las hojas y fue la causa de que se
eligiera el árbol para talarlo...Este borde lo talló el ebanista con la gubia
para que se adhiriera al cuadrado vecino, más saliente...
La cantidad de cosas que se podían leer en un pedacito de madera liso
y vacío abismaba a Kublai; ya Polo le estaba hablando de los bosques de
ébano, de las balsas de troncos que descienden por ríos, de los atracaderos,
de las mujeres de las ventanas....
(CALVINO, Italo; Las ciudades invisibles, pp.143-144).
"Para ver una cosa hay que comprenderla. El sillón presupone el cuer-
po humano, sus articulaciones y partes; las tijeras el acto de cortar, qué
decir de una lámpara o de un vehículo? El salvaje no puede percibir la bib-
lia de un misionero (.... ni viceversa diría yo!); el pasajero no ve el mismo
cordaje que los hombres de a bordo. Si viéramos realmente al universo tal
vez lo entenderíamos"(Jorge Luis Borges).
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Lectura obligatoria:
Dubet, F. y Martuccelli, D. (1998). En la escuela. Sociología
de la experiencia escolar, Biblioteca de Pedagogía, Buenos Ai-
res, Losada, Caps. 5 y 6.
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Sociología de la Educación
“Creo que nos transformamos en aquello que nuestro padre nos en-
señó en los tiempos muertos, mientras no se ocupaba de educarnos.”
Umberto Eco
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“En el mundo existen los cretinos, los imbéciles, los estúpidos y los lo-
cos” La persona normal mezcla de un modo razonable todos estos compo-
nentes, estos tipos ideales...”
“El cretino ni siquiera habla, babea, es espástico. Se enchastra el he-
lado en la frente por falta de coordinación. Entra en la puerta giratoria por
el sentido contrario.
“El estúpido no se equivoca en el comportamiento. Se equivoca en el
razonamiento. Por ejemplo, afirma “que todos los atenienses son mortales,
todos los habitantes del Pireo son mortales, por lo tanto todos los habitan-
tes del Pireo son atenienses -lo cual es verdad- sí, pero sólo por caso. El
estúpido puede decir una cosa cierta, pero por razones equivocadas”.
“Al loco lo reconoces de inmediato. Es un estúpido insiste en demotrar
su tesis, tiene una lógica maltrecha, pero la tiene. En cambio el loco no se
preocupa por tener una lógica, procede por cortocircuitos. Para él, todo de-
muestra todo. El loco tiene una idea fija y todo lo que encuetra le sirve pa-
ra confirmarla. Al loco lo reconoces por la libertad que se toma frente al
deber de la prueba.”
Umberto Eco, El péndulo de Foucault, Barcelona, Lumen, 1990.
De esta manera, maestros y alumnos existen dos veces, por decirlo así. Son “co-
mo son” (en un sentido material objetivo) y son como son percibidos, “clasifica-
dos” o “tipificados” por los otros. Los alumnos contribuyen a la construcción so-
cial de los maestros y estos a su vez hacen lo propio con los alumnos. Esta visión
permite superar una visión pasiva y unidireccional del proceso de socialización que
tiende a ver siempre al maestro como el agente activo y al alumno como simple
agente pasivo del mismo. En realidad, mediante el juego de las representaciones re-
cíprocas y sus influencias sobre las prácticas e interacciones escolares tanto hace
el maestro al alumno (lo “socializa”) como el alumno hace al maestro (y el hijo al
padre, el paciente al médico, etc.). Claro que como se trata de un equilibrio de po-
der que favorece al maestro, la capacidad que éste tiene de “construir” al alumno
es mayor a la que tiene éste último de “construir” al primero.
Ya dijimos que las representaciones o tipificaciones que hacemos de los de-
más ponen en juego nuestro propio sistema de categoría de percepción y apre-
ciación, que a su vez es el resultado de nuestra experiencia vital previa. Así se
explica por qué, frente a una misma propiedad objetiva (por ejemplo la edad del
maestro) unos pueden tipificarlo como “experimentado” y otros como “anti-
cuado”. La realidad es polisémica, en la medida en que se le puede asignar una
diversidad de significados posibles. Es en este sentido que decimos que la cons-
trucción social de la realidad es un proceso “activo” y “creativo” y no un sim-
ple registro o constatación.
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Sociología de la Educación
dice un comportamiento ejerce una autoridad sobre el sujeto que lo lleva a ca-
bo, esto incrementa la probabilidad de que ese comportamiento efectivamente
ocurra. El maestro será “cómplice” objetivo, relativamente no consciente, del re-
sultado esperado.
Lectura obligatoria:
R. C. Rist “Sobre la comprensión del proceso de escolariza-
ción: aportaciones a la teoría del etiquetado” en Enguita, op.
cit., pp. 616-29.
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"Es verdad que los maestros y los niños no tienen el mismo potencial de
poder. Los niños no tienen la misma probabilidad de determinar la naturale-
za de su medio ambiente escolar o de participar en la sustancia del currícu-
lum. Pero el niño dispone de modos muy sutiles y sofisticados de rechazar las
categorizaciones producidas por los docentes y de desafiar las etiquetas que
éstos les aplican" (CAREW J.V. y LAWRENCE LIGHTFOOT S. 1979, p. 16).
114
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Sociología de la Educación
Lecturas obligatorias
Nasch, R. “Expectativas de los alumnos respecto de sus pro-
fesores” en Stubbs y Delamond, eds., Las relaciones profesor-
alumno. Barcelona, Oikos, 1987, pp. 97-112.
Tenti Fanfani, E. “La interacción maestro-alumno, discusión
sociológica” en Revista Mexicana de Sociología, Año XLVI, Nº
1, Enero-Marzo de 1984, pp. 161-174.
"Los escolares son alumnos y niños, los colegiales son alumnos y ado-
lescentes (....). Aprenden a crecer en todas estas dimensiones de su expe-
riencia. Tienen también una vida fuera de la escuela y administran más o
menos todas estas dimensiones de una experiencia que se transforma a
medida que ellos franquean las etapas de su formación, la cual se modula
diferentemente según su posición en el sistema, según diversas situaciones
sociales. En este sentido, las amistades y los amores infantiles y juveniles,
los entusiasmos y los sufrimientos, los fracasos y los éxitos, participan
tanto en la formación de los individuos como los aprendizajes escolares.
Para comprender lo que fabrica la escuela, hay que tratar de analizar todo
este trabajo, comprender de la manera más objetiva posible cómo se cons-
truye la subjetividad de individuos que son a la vez lo que la escuela ha
querido hacer de ellos y lo mucho que escapa a su control aunque se fabri-
que en su seno. Reconozcamos que hoy, esta parte incontrolada parece
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Universidad Virtual Quilmes
más importante que la que surge de la clonación educativa, a tal punto son
diversos los públicos escolares, a tal punto la situaciones escolares pare-
cen poco reguladas que a veces podemos tener el sentimiento de que los
alumnos se construyen al margen o en contra de la escuela"
(DUBET F. y MARTUCCELLI D., 1998, pp. 14/15).
Según indican los datos del estudio exploratorio citado los alumnos compar-
ten masivamente una visión de la autoridad escolar. Sus respuestas al ítem
“Cuando voy a la Dirección siento que……” son casi unánimes y expresivas.
Más allá de las características objetivas de los estilos de dirección y de los pro-
pios directores de los establecimientos, los alumnos conciben a la autoridad co-
mo una instancia de vigilancia y castigo. En términos más generales, la dirección
de la escuela es el lugar donde se ejerce el poder de castigar. Las expresiones
empleadas por los niños para transmitir esta idea general son muy ricas y varia-
das. Por lo general, un alumno va la Dirección a recibir un castigo. De allí la sen-
sación de “miedo” o “nervios” que suscita la evocación de ese espacio físico de
la institución. Por eso también el no haber frecuentado ese lugar se considera
como una especie de pequeña hazaña escolar (“Nunca fui, por suerte”).
La predisposición represiva es tan fuerte y tan arraigada en las conciencias in-
fantiles que el miedo surge automáticamente aun cuando el paso por la Dirección
obedezca a razones rutinarias y extradisciplinarias (”si voy a llevarle algo –a la di-
rectora– lo dejo rápido y me voy, por las dudas”;“Si me mandan a llevar algo me
asusto por la directora o la secretaria”; “aunque lleve la bandera para guardarla
siento como una sensación o de que me van a felicitar o me van a retar”).
Dice un viejo proverbio siciliano: “si te llama el rey, por nada bueno ha de
ser”. La frase compendia una visión del poder ampliamente difundida en la cul-
tura popular de Occidente. Si el poderoso me llama, “se fija en mí”, “algo malo
habré hecho”. El simple hecho de ser llamado a la dirección evoca la idea de la
falta y el casi seguro castigo (“Me porté mal”, “algo anda mal”, “me mandé una
macana”;“hice algo que no debía” y por lo tanto “me van a hacer firmar el libro
de indisciplina”, “me van a suspender”, “me van a expulsar”, “me pondrán tres
en conducta”, etc.).
Sólo en unas pocas excepciones, el lugar de la dirección no se asocia con el
premio/castigo sino con la posibilidad de diálogo, de “ser escuchado” (“le expli-
qué –a la directora– un problema que había tenido”, “hablé de cosas que me
parecían mal o de propuestas que se me habían ocurrido”, “le pude comentar
–al director- mis problemas”, etc.). Estas respuestas extremadamente minorita-
rias suponen otra construcción de la autoridad escolar, mas abierta al diálogo y
la argumentación. Para interpretar las representaciones dominantes de la auto-
ridad es preciso recordar que el trabajo de campo se realizó en los años inme-
diatamente posteriores al restablecimiento de la legalidad democrática en la Ar-
gentina (año 1986). Sería por demás interesante verificar en qué medida la ima-
gen de la autoridad como lugar donde se distribuyen los premios y castigos ha
dejado paso a otras representaciones más “democráticas” y participativas.
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Sociología de la Educación
Desde una perspectiva teórica objetivista, las prácticas de los sujetos socia-
les no poseen la autonomía indispensable como para constituirse en verdade-
ros objetos autónomos de reflexión. Los sociólogos, de tanto insistir en la exis-
tencia de un mundo de fenómenos sociales transindividuales, que existen inde-
pendientemente de los sujetos (las instituciones, las normas, las estructuras, los
modos de producción, los roles, los sistemas, etc.) tienden a deducir las accio-
nes de los sujetos de la posición que ellos ocupan en esas “estructuras”.
Desde esta perspectiva, no interesa tanto la práctica escolar como la Es-
cuela “aparato/sistema/institución”. Maestros y alumnos son simples agentes
que “hacen lo que está escrito” en la lógica de la institución. Como dicen al-
gunos estructuralistas contemporáneos, el sujeto es un agente, es decir, al-
guien que actúa por poder de otro. Para explicar y comprender sus prácticas
basta concentrar la atención en el sistema de relaciones objetivas desde las
cuales actúan. El modelo resultante es de tipo determinista: dime desde dón-
de actúas y te diré qué haces.
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Sociología de la Educación
d) Teoría política
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Universidad Virtual Quilmes
Actividad No. 1
1. Lea y reflexione sobre las preguntas enunciadas.
2. Agregue algunas otras que usted considere pertinentes
3. Proponga una argumentación o justificación acerca del interés y utilidad de
una eventual investigación específicamente orientada a encontrar algunas
respuestas a las mismas.
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Sociología de la Educación
8. ¿Qué tan diferenciadas son las percepciones del maestro respecto de los niños?
9. ¿El maestro aplica sólo unas pocas categorías gruesas o hace sutiles y com-
plejas discriminaciones?
10.¿Presta más atención al funcionamiento social o emocional del alumno o a
su rendimiento intelectual y académico?
11.¿En qué medida la clase social, la raza y el sexo influencian sus prejuicios?
12.¿Son sus opiniones razonables y justificables o son secretas, vagas, estereo-
tipadas o irracionales?
Actividad 2
1. Lea el cuadro con las frecuencias obtenidas por la variable “Actitud general
frente al maestro” de la investigación reseñada en la unidad sobre “interacción”.
2. Intente formular una interpretación de los resultados obtenidos.
3. Confronte sus conclusiones con las conclusiones del autor del artículo citado.
Cuadro No. 1:
Actitud general frente al maestro. Distribución de frecuencias
Cuadro No. 2:
Distribución de frecuencia de los motivos de aceptación o rechazo
Actividad No. 3
1. Lea el párrafo que sigue. Se trata de una descripción de una serie de percep-
ciones y expectativas de los maestros franceses referidos a las condiciones
de vida y posibilidades de aprendizaje de los niños y adolescentes de secto-
res populares urbanos de Francia.
2. Reflexione hasta qué punto este tipo de representaciones están vigentes en-
tre los maestros argentinos que trabajan con niños que viven en condicio-
nes socioeconómicas análogas.
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Universidad Virtual Quilmes
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Ariel Referencia ariano F. En ita
(edit<;lr)
con la colaboración de
Jesús M. Sánchez
. I
,
U
.,
I
PIGMALIÓN EN LA ESCUELA
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M ÍRIAM SÁNCHEZ HERNÁNDEZ
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PIGMALIÓN EN LA ESCUELA
Notas
comenta investigaciones relativas al efecto de las
expectativas de los profesores. Destaca cómo algunos
estereotipos que los profesores asumen sobre las personas,
normalmente los aplican a la hora de valorar a sus es-
tudiantes y de orientar su trato con ellos. Algo que refuerza
estos estereotipos es la certeza de que la idea que se tiene
de alguien, al final se confirma.
Tauber describe las acciones emprendidas por el
profesor y las respuestas de los estudiantes que conducen
a que la expectativa, o profecía, se cumpla. Confía en que
si el maestro es consciente de los factores que inciden en
la forma en que transmite sus expectativas puede
controlarlos y orientarlos hacia el éxito de sus estudiantes.
En el segundo texto, “Expectativas sobre los
estudiantes”, Linda S. Lumsden hace un ejercicio similar
al de Tauber. Lumsden intenta dar respuesta a las
siguientes preguntas: ¿Las expectativas de los maestros
afectan el aprovechamiento de los estudiantes? ¿De qué
manera las opiniones de los maestros se traducen en un
comportamiento diferente hacia los estudiantes? ¿Qué
otros factores pueden influir en lo que se espera de los
estudiantes? ¿Qué opinan los estudiantes de lo que se
espera de ellos? ¿Qué pueden hacer los maestros para
tener altas expectativas de todos los estudiantes?
En el curso del texto, la autora va describiendo los
mecanismos mediante los cuales los profesores hacen
manifiesto lo que esperan de los estudiantes. Las actitudes,
la atención, el tiempo que dedican, lo atractivo de las ta-
reas que proponen a sus estudiantes, varían de acuerdo
con la consideración que hacen aquéllos respecto de las
aptitudes y capacidades de éstos. También descubre que
la opinión que tienen los profesores de sus estudiantes se
apoya frecuentemente en elementos que no tienen relación
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M ÍRIAM SÁNCHEZ HERNÁNDEZ
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PIGMALIÓN EN LA ESCUELA
Notas
con el fin de diseñar estrategias individuales y colectivas
que, con base en los hallazgos de los investigadores
referidos, impulsen a los estudiantes y profesores hacia
logros cada vez más ambiciosos.
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Notas
Robert T. Tauber
INTRODUCCIÓN
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ROBERT T. TAUBER
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BUENO O MALO,...
Notas
LAS PRIMERAS IMPRESIONES SON DURADERAS
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BUENO O MALO,...
Notas
LOS MAESTROS SE CREAN EXPECTATIVAS
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ROBERT T. TAUBER
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BUENO O MALO,...
Notas
otro? La teoría de los cuatro factores de Rosenthal —des-
crita en el muy recomendado video educativo Productivity
and the Self-Fulfilling Prophecy: The Pygmalion Effect (CRM
Films, 1987)— identifica entorno, realimentación, in-
sumo y producto como los factores que los maestros uti-
lizan para transmitir expectativas.
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ROBERT T. TAUBER
CONCLUSIÓN
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Notas
Linda S. Lumsden
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LINDA S. LUMSDEN
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EXPECTATIVAS SOBRE LOS ESTUDIANTES
Notas
étnico, las experiencias de vida, los intereses, el bienestar
familiar o la estabilidad de éstos” (Barbara J. Omotani y
Les Omotani, 1996).
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LINDA S. LUMSDEN
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EXPECTATIVAS SOBRE LOS ESTUDIANTES
Notas
Conformar grupos homogéneos según las aptitudes
de los estudiantes también puede afectar las expectativas.
Una crítica a la forma tradicional de agrupar se refiere a
que en los grupos con menos aptitudes disminuyen las
expectativas sobre los estudiantes, así como el ritmo de
instrucción. Según Stockard y Mayberry (1992), “Un gran
número de estudios de muchos años sugiere que [...]
agrupar según las aptitudes resulta en detrimento de los
estudiantes con pocas habilidades e impide su avance”.
Por el contrario, se ha demostrado que en los grupos
donde se mezclan edades y aptitudes mejora el desem-
peño, en parte quizá porque se espera más de los estu-
diantes de estos grupos.
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LINDA S. LUMSDEN
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EXPECTATIVAS SOBRE LOS ESTUDIANTES
Notas
ritmos de aprendizaje. Para atenuar las diferencias entre
los estudiantes y ayudarlos a lograr el dominio sin tener
que bajar los niveles de conocimiento y las expectativas,
los maestros pueden manejar tres variables: tiempo,
modos de agrupar y metodología (Omatoni y Omatoni,
1996).
La formación antes y durante el servicio puede
sensibilizar a los maestros ante posibles prejuicios in-
conscientes y hacerlos más conscientes de los efectos
nocivos que pueden resultar si se mantienen expectativas
diferenciadas de los estudiantes.
Es menos probable que los maestros que perciben la
inteligencia como algo dinámico y fluido, en lugar de algo
estático e invariable, tengan nociones rígidas y pre-
concebidas de lo que los estudiantes serán o no capaces
de lograr.
Cuando los maestros y administradores mantienen
expectativas altas, motivan a los estudiantes a querer al-
canzar objetivos más altos en vez de conformarse. Esperar
menos de los estudiantes es un perjuicio, no un favor.
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1
Los docentes, al igual que cualquier otra categoría social, no constituyen una esencia o
sustancia que puede ser aprehendida en una definición particular. Su especificidad puede
ser definida a partir de la identificación de un conjunto de características cuya combinatoria
define su particularidad en cada sociedad y en cada etapa de su desarrollo. De modo que la
pregunta genérica “qué es un docente” o “que es la docencia” no son preguntas
sociológicamente pertinentes.
En primer lugar, la docencia es un servicio personal, es un trabajo con y sobre los otros y
por lo tanto requiere algo más que el dominio y uso de conocimiento técnico racional
especializado. El que enseña tiene que invertir en el trabajo su personalidad, emociones,
sentimientos y pasiones, con todo lo que ello tiene de estimulante y riesgoso al mismo
tiempo. Por otra parte, los que prestan servicios personales en condiciones de copresencia
deben dar muestras ciertas que asumen una especie de compromiso ético con los otros, que
les interesa su bienestar y su felicidad. El docente debe demostrarle a sus alumnos que él
cuida y se ocupa de ellos y que su bienestar presente y futuro le interesa y constituye uno de
los motivos (no el único) que lo induce a hacer el trabajo que hace. Este componente ético
es un requisito del buen ejercicio de la docencia, en la medida que el trabajo del maestro
depende necesariamente de la cooperación del aprendiz. En efecto, el aprendizaje sólo tiene
lugar si el aprendiz participa en el proceso. Esta participación es necesaria también en el
sistema de prestación de servicios de salud. El paciente también debe cooperar con el
equipo médico para encontrar su salud perdida. Pero en el caso de la enseñanza-aprendizaje
el imperativo de participación es todavía mayor. De modo que si el docente no logra
persuadir y suscitar en sus alumnos cierta confianza y predisposición para el esfuerzo, el
aprendizaje no tiene lugar.
Por otro lado, es preciso tener presente que el trabajo del maestro es cada vez más
colectivo, en la medida en que los aprendizajes son el resultado no de la intervención de un
docente individual sino de un grupo de docentes que en forma diacrónica o sincrónica
trabajan con y sobre los mismos alumnos. Pese a esa especie de “fordismo pedagógico” que
todavía tiende a dominar en muchas escuelas, es obvio que el tipo de cooperación mecánica
y aditiva (lo que hace un maestro se suma a lo que hacen otros) tiene limitaciones
insalvables. Por lo tanto, para aumentar la “productividad” del trabajo docente será preciso
1
Texto publicado en el libro “Aprendizaje y desarrollo profesional docente. OEI/Fundación
Santillana, Madrid 2009, pp. 39-49. ISBN: 978-84-7666-198-7.
2
Profesor titular ordinario de sociología de la educación e investigador principal del CONICET en la Facultad
de Ciencias Sociales de la UBA. Consultor internacional del IIPE/UNESCO, Sede Regional Buenos Aires.
reconocer que los efectos de la enseñanza sobre los aprendices son estructurales, son el
efecto de una relación. Mientras más integrada es la división del trabajo, mejores serán los
resultados obtenidos en términos de aprendizajes efectivamente desarrollados. Esta es una
tendencia contemporánea que contribuye a redefinir el colectivo docente sobre una base
orgánica y no simplemente mecánica y tiene implicaciones no solo en términos de
identidad docente, sino también sobre los procesos de formación inicial y permanente de
los mismos.
Otra característica distintiva del trabajo docente es que se trata de una actividad
especializada a la que le cambian radicalmente los problemas a resolver. En este sentido
el contenido del trabajo docente cambia con el tiempo como sucede con los objetos de las
ciencias sociales (AUGÉ. M. 2008). Los profesionales de la salud también deben hacer
frente a nuevas patologías. Las enfermedades también tienen historia social y cambian con
el tiempo, pero no podría decirse que las “nuevas patologías” reemplazan radicalmente a las
antiguas en el trabajo cotidiano de la mayoría de los médicos. Estos, ocupan la mayor parte
de su tiempo en resolver problemas conocidos (por ejemplo, enfermedades infecciosas,
gastrointestinales, cardiológicas, etc.) con diagnósticos y terapias más o menos novedosas.
Los que evolucionan son los recursos tecnológicos disponibles para atacar viejas y nuevas
enfermedades, pero el ritmo de cambio en los problemas no es tan acelerado y radical como
en el caso de la educación3. Esta es quizás una de las razones por las cuales en el campo de
la pedagogía es tan difícil acumular conocimientos. De hecho, ha sido señalado en
reiteradas oportunidades (OCDE 2000) que una de las características particulares del
sistema escolar (en comparación con otros sistemas de prestación de bienes y servicios) el
conocimiento científico tecnológico utilizado por los prestadores del servicio tiene un
estatuto incierto y con una baja estructuración. Cada vez en mayor medida el docente tiende
a ser una especie de “improvisador obligado”, un artesano que fabrica las herramientas al
mismo tiempo que las va necesitando. En el campo de la enseñanza, el equilibrio entre
conocimientos prácticos y formalizados se desplaza sin cesar hacia el segundo término de
la relación.
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En efecto, o solo cambian los contenidos a enseñar, sino y sobre todo, las condiciones en que se desarrolla la
enseñanza y los propios sujetos del aprendizaje.
(DUBET F. 2007, pag. 53). Lo mismo podría decirse de la enseñanza de las matemáticas.
La pregunta es cómo se logra esta motivación, sentido o interés en lo que se hace. Los
agentes de la relación pedagógica necesitan “comprometer” sus emociones y sentimientos,
además de su inteligencia en la enseñanza/aprendizaje.
La docencia, como categoría social, tiene la edad del Estado nacional y el sistema escolar
moderno. El maestro es una construcción social estatal. Desde un punto de vista histórico,
fueron varias las tensiones que presidieron las luchas inaugurales por la definición social
del maestro. En muchos países occidentales esas luchas se desplegaron en diversas
oposiciones. Pero una de ellas ocupó un lugar estratégico en la segunda mitad del siglo XIX
y primeras décadas del siglo XX. Unos estaban convencidos de que la enseñanza era una
actividad fuertemente vocacional, mientras que otros ponían el énfasis en la idea de
profesión (TENTI FANFANI E. 1999).
La vocación tenía tres componentes básicos. El primero era el innatismo. La docencia era
una respuesta a un llamado, no el resultado de una elección racional. Desde esta perspectiva
“maestro se nace” y el dominio de ciertos conocimientos básicos (contenidos, métodos,
etc.) solamente complementaba o canalizaba una especie de destino. Esta idea de vocación
era una especie de secularización de la vieja idea sagrada de la vocación sacerdotal,
entendida como una misión que se realiza por imperio de una determinación superior. Era
Dios quien “llamaba” a cada hombre a cumplir una función social determinada. Y ciertas
actividades, por su importancia estratégica, eran más vocacionales que otras. El sacerdocio
es la figura arquetípica de la vocación que tiñe luego a otros oficios secularizados, entre
ellos el oficio de maestro.
La idea de misión y el desinterés otorgan una dignidad particular al oficio de enseñar. Pero
es una dignidad que viene por añadidura, es decir, que no puede ser el resultado de una
intencionalidad o de una estrategia del que lo desempeña.
La idea de profesión tiene otro contenido. Una profesión es el resultado de una elección
racional, es decir, de un cálculo consciente y no una respuesta a un llamado (o a una
Así como existen tendencias a la profesionalización, existen factores que la dificultan y que
en muchos casos la vuelve cada vez más improbable. En América Latina, la presión social
por la expansión del servicio educativo obligó a reclutar docentes con déficits muchas
veces importantes de formación. Muchos países se vieron obligados a reclutar maestros sin
formación especializada. En países como Argentina, México o Brasil, proporciones
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Las evidencias disponibles indican que en muchos países de América Latina la docencia es una actividad
fuertemente endogámica (TENTI FANFANI, E., 2005).
Todos estos factores contribuyeron a fragmentar el cuerpo docente. Este tiende a ser un
cuerpo cada vez más numeroso, pero al mismo tiempo cada vez más diversificado y
jerarquizado.
Los pocos datos citados proveen algunas evidencias acerca del proceso de diversificación
del cuerpo de docentes de enseñanza media. Los cambios en la sociedad y el crecimiento
sostenido de la escolarización de las nuevas generaciones están produciendo impactos en la
configuración social del cuerpo docente.
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En varios países la figura del maestro único de grado que ocupaba una posición dominante en la relación
con los alumnos (acompañado por el maestro de música y/o de gimnasia, entre otros) poco a poco se fue
desarrollando una nueva división del trabajo pedagógico entre diversos maestros especialistas en las áreas
curriculares básicas tales como las matemáticas, la lengua, las ciencias sociales, etc. Sin embargo existen
indicios de que esta no es una tendencia necesariamente irreversible. Este es el caso de Italia, donde el
gobierno actual (agosto 2008) está proponiendo un regreso a la figura del maestro único para los cuatro
primeros años del nivel primario.
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En muchos países de África los maestros empíricos (sin título docente) todavía predominan en el cuerpo
docente ya que la necesidad de responder a la demanda de educación básica obligo a reclutar maestros entre la
población que tiene pocos años de escolaridad formal. En estos casos lo que unifica a los docentes que
trabajan en el sistema escolar es su trabajo y no su formación o pertenencia a una comunidad de graduados.
Mientras que el médico o el abogado mantiene su identidad aún cuando no ejerza, en el caso de los maestros
empíricos, solo se es docente si se desarrolla esta actividad.
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En todo caso hay que recordar que la enseñanza es una actividad práctica que requiere habilidades
específicas, muchas de las cuales solo “pueden ser transmitidas mediante el ejemplo y no mediante un
precepto”. “Las reglas del arte”, como las teorías pedagógicas y los preceptos didácticos, por ejemplo,
“pueden ser útiles, pero no determinan la práctica de un arte; son máximas que pueden servir como guía a un
arte sólo si se pueden integrar en el conocimiento práctico del arte, y no pueden sustituir a ésta última”
(POLANYI M. 2006, pag. 40). Integrar el aprendizaje de las reglas y conocimiento práctico es un dilema
permanente de la formación de los docentes.
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Por eso la pedagogía y la psicología de la educación son disciplinas mas desarrolladas y estructuradas en el
nivel primario que en la educación media y superior.
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Charles Peguy, citado por J.C. Passeron (2003) expresaba la opinión dominante de la época del secundario
selectivo cuando afirmaba que “se puede denominar enseñanza superior a aquella que da lugar antes que nada
a la consideración del conocimiento, y enseñanza primaria a aquella que, antes que nada, da lugar a la
consideración de los alumnos”. Cabe aclarar en las primeras décadas del siglo XX existían básicamente dos
niveles de enseñanza, la primaria y la superior. La escuela secundaria formaba parte de la segunda. Y Peguy
concluía que “El profesor (de educación superior) ….no va detrás de los alumnos. Ellos vienen a él (…)
siguen su curso, lo escuchan para su beneficio, trabajan, si es necesario se preparan para escucharlo.
Normalmente, él no tiene porque preocuparse por sus insuficiencias. Son ellos los que deben resolverlas.
Hablando rigurosamente se puede decir que ellos han sido hechos para el curso, y que el curso no ha sido
hecho para ellos, ya que ha sido hecho para el objeto del curso”.
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Sin embargo no faltan y seguirán apareciendo voces que pregonan la sustitución lisa y llana del maestro y la
escuela por la aplicación pedagógica de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Un texto
típico es el de Perelman L.L, (1995).
centro de una gran ciudad. En este mismo sentido, el carácter estatal o no estatal de
un colegio también puede determinar una identidad de los agentes que lo frecuentan
(sean estos alumnos o profesores). Y entre los colegios privados no es lo mismo uno
que persigue finalidad de lucro de otro cuya razón fundamental de ser consiste en
reproducir una determinada tradición religiosa o étnica. Es sabido que en casi todas
las sociedades capitalistas las diferencias sociales y culturales tienden a situarse en
determinados espacios territoriales. Las instituciones escolares están situadas en el
territorio y por lo tanto tienden a ser cada vez mas homogéneas desde este punto de
vista. Esta tendencia contribuye a reforzar la diferenciación del cuerpo de los
profesores, sean estos de nivel primario o de secundario. En muchos casos estas
diferencias se expresan en el campo sindical que representa a los docentes. En
muchos países existen sindicatos de docentes del sector privado, y sindicatos que
representan a quienes trabajan en el sector publico, dado que ambos contextos
institucionales tienen sus regulaciones laborales especificas.
e) Por ultimo, hay que agregar otro factor de diferenciación importante. Este tiene que
ver con el modelo de gestión de los sistemas educativos públicos. Estos dependen
en gran medida del tipo de división del trabajo entre los distintos niveles del
gobierno: nacional, regional, provincial y municipal. Existen dos tradiciones
básicas: la unitaria y la federal. El Estado-nación argentino por ejemplo, pese a su
configuración política federal desplegó una fuerte burocracia educativa nacional, en
especial en la enseñanza secundaria. En este marco institucional el trabajo y la
identidad docente tuvo una fuerte impronta nacional que contribuía a su
homogeneidad como cuerpo. Las mismas políticas, las mismas regulaciones, un
mismo sistema de formación (Las Escuelas Normales Nacionales) y condiciones de
trabajo conformaron un conjunto de principios estructuradotes del oficio docente.
Los procesos de descentralización de la educación primaria primero (1978) y
secundaria y Normal después (1992) implicaron una fragmentación de las políticas
y la gestión de la docencia. La consecuencia fue una diversificación de las
condiciones de formación, trabajo y remuneración de los profesores argentinos que
alentó las tendencias a la diversificación del cuerpo docente en función de las
jurisdicciones donde se forman y trabajan. Este proceso de expresó en una
fragmentación de la conciencia colectiva de los trabajadores de la educación en la
medida en que se vieron obligados a negociar sus condiciones de trabajo con cada
uno de los gobiernos provinciales. De este modo, se debilitaron también los
sindicatos nacionales docentes como representantes de los intereses del colectivo de
trabajadores de la educación nacional.
A modo de reflexión final, es preciso observar que esta tendencia a la fragmentación del
colectivo docente, alentada por estos y otros factores dificulta grandemente la constitución
de dispositivos de representación. Estos, por naturaleza, tienden a darle una sola voz a los
representados (fortaleciendo así su capacidad de negociación y lucha ante el Estado
empleador). Pero esta tarea es cada vez mas dificultosa pues obliga a la articulación de
intereses y situaciones extremadamente diversos. La pluralidad de expresiones sindicales
docentes (por territorios, niveles, orientaciones, especialidades, modalidades, etc.) es un
indicador de esta dificultad de representación.
Frente a esta diversidad creciente del trabajo y la identidad docente es posible plantear una
especie de tendencia a la personalización de la construcción del oficio (lo que hay que
hacer y como hacerlo). La misma sería casi una aventura personal cuyo desenlace es una
función de la relación entre ciertas características ligadas a la trayectoria (social, de
formación, experiencia profesional, etc.) y el contexto de ejercicio del trabajo docente (el
nivel educativo, características de los establecimientos escolares, de los alumnos, etc.).
Pensar al trabajo docente como una “performance” puede ser de utilidad cuando se quiere
comprender su especificidad. Con Paolo Virno (2003) uno podría preguntarse qué tienen en
común “el pianista que nos deleita, el bailarín experimentado, el orador persuasivo, el
profesor que nunca aburre o el sacerdote que da sermones sugestivos” (pag.45); la respuesta
es: la virtud, entendida como el conjunto de capacidades de los artistas ejecutantes. La
docencia, entonces es un trabajo de virtuosos y esto al menos por dos razones:
Por lo tanto es un trabajo sin obra, sin producto: es una performance. Una buena clase no
tiene producto inmediato. Según Virno, a falta de productos el virtuoso tiene testigos. La
virtud (la calidad del docente) esta en la ejecución y en la actuación y no en el producto.
Por lo tanto la enseñanza es una praxis, es decir, una acción que tiene su fin en sí misma,
que se manifiesta en su desarrollo. Desde este punto de vista la praxis del docente es como
la conducta ética y política y se diferencia de una practica productiva que termina en la
elaboración de un producto determinado y separado del trabajo. En este caso la calidad de
la ejecución esta en el producto (es improbable un zapatero que trabaja bien pero produce
zapatos defectuosos).
El maestro hace un trabajo donde el producto es inseparable del acto de producir. Es una
actividad que se cumple en si misma, sin objetivarse en un resultado inmediato y evaluable.
Dijimos antes que el docente de hoy debe ser antes que nada un generador de motivación,
interés y pasión por el conocimiento. También debe crear y recrear permanentemente las
condiciones de su propia autoridad y reconocimiento. Y qué recursos hay que poseer y
emplear para ejecutar esta función y lograr estos estados? Es probable que ellos mismos
deban poseer estas cualidades en relación con la cultura y el conocimiento para poder
suscitarlos en sus estudiantes. Para ello necesitan tener competencias expresivas, saber,
imaginación, capacidad comunicativa. Debe saber movilizar emociones y sentimientos y
para ello debe invertir el mismo estas cualidades de su personalidad (MARCHESI A.
2008).
De esta peculiaridad del trabajo del docente se derivan una serie de consecuencias al
momento de decidir qué estrategias emplear para medir la calidad de su trabajo. Esta es una
preocupación propia del gestor de la educación. No es una preocupación de las
organizaciones representativas de los trabajadores de la educación, sino de los políticos y
administradores de los sistemas educativos contemporáneos. En muchos casos ellos tienden
a considerar al trabajo docente como cualquier trabajo productivo y creen que el maestro
produce un producto: el individuo educado. El producto del trabajo del profesor sería el
aprendizaje de los alumnos. Pero aunque uno acuerde con esta proposición, debe tener en
cuenta al menos tres cuestiones básicas:
a) La primera tiene que ver con el hecho de que es por lo menos difícil pensar la
relación entre el trabajo de un docente singular y el aprendizaje de sus alumnos. Por
lo general el trabajo de un maestro es contemporáneo con el trabajo de otros
maestros. ¿Cómo hacer para distinguir el efecto específico de uno en relación con el
de los otros?
ser tenida en cuenta al momento de evaluar su calidad. Y esto solo puede hacerse
post escuela.
En tanto servicio personal que se ejerce con otros y “sobre otros” la enseñanza “es un
trabajo difícilmente objetivable, un trabajo cuya ‘producción’ se mide mal” (DUBET
F., 2002, pag. 305). Pero además, las evaluaciones que se hacen del trabajo del docente,
por mas detalladas y exhaustivas que pretendan ser, siempre dejan de lado algún
aspecto que es juzgado esencial por los propios protagonistas, los cuales difícilmente se
reconozcan en esas evaluaciones. Por lo general esas cosas que no se evalúan tienen que
ver con las relaciones cara a cara con los alumnos, con las familias, con el director y los
colegas, aspectos que sin duda constituyen un capítulo fundamental de su trabajo. En la
cuestión relacional el maestro pone mucho de sí, pone su cuerpo, sus sentimientos y
emociones, es decir mucho más que el conocimiento de competencias, técnicas o
procedimientos aprendidos. En realidad, cuando se habla de virtuosismo del docente, se
hace referencia a estas cualidades que se ponen en juego en la relación con los otros
para obtener credibilidad, confianza, para evitar o resolver conflictos, evitar tensiones,
etc.
Según esta perspectiva hay que distinguir dos dimensiones en el trabajo docente. Una
tiene que ver con el contenido crítico y ético del trabajo; la otra se desprende del
contexto organizacional donde el maestro actúa. No hay que olvidar que la performance
docente no se despliega en el vacío sino en un contexto organizacional,
predominantemente de tipo burocrático, es decir, regulado y jerárquico. Según Dubet,
“la yuxtaposición de esta lógica de organización y de un trabajo crítico fuertemente
subjetivo participa de una representación de la vida social en la cual los temas
individuales y morales parecen separarse de aquellos de la actividad organizada”. La
mayoría de los maestros, “están tentados a oponer el calor y la singularidad de su
experiencia en el trabajo a la objetividad anónima de las organizaciones que enmarcan
su actividad” (DUBET F., 2002, pag. 306).
En síntesis, los alumnos, los propios docentes y las familias (en el caso de los maestros
de primaria) por lo general no se equivocan cuando distinguen a un buen profesor de un
mal profesor. Sin embargo esta “evaluación”, por ser informal, produce un capital de
prestigio que, al no estar objetivado e institucionalizado no produce consecuencias
mayores sobre la carrera de los docentes (asignación de funciones jerárquicas, salarios,
etc.).
Cabe destacar que el problema se plantea cuando los sistemas educativos, al privilegiar
la expansión de la escolarización sin invertir lo necesario en la formación de los
docentes ni en salarios y condiciones de trabajo han contribuido primero a la
decadencia del oficio para luego denunciar “la baja calidad de la docencia”. Quizás una
adecuada comprensión del proceso que llevó a esta situación permitiría ver que en
muchos casos los profesores también fueron victimas de un proceso que en gran parte
los trasciende. Si se parte de esta hipótesis, mas que gastar en evaluar a los docentes en
ejercicio (para “condenarlos” como en el Perú actual) habría que mejorar
sustantivamente la formación de los docentes y sus condiciones de trabajo y
remuneración en vez que gastar en evaluaciones que tienen por objeto condenar a las
victimas ante la sociedad, ocultando así las responsabilidades históricas de la clase
política en la degradación del oficio de docente. Pero más allá de esta discusión es
evidente que en la mayoría de los países existe una distancia entre la realidad del
trabajo cotidiano de los docentes en las aulas y el discurso oficial de las políticas
educativas que formalmente busca adaptar la educación a las nuevas condiciones y
exigencias, muchas veces contradictorias, que se generan en las dimensiones
económicas, sociales y culturales de la sociedad contemporánea.
Bibliografía citada
MARCHESI A. (2008); Cambios sociales, emociones y los valores de los docentes. En:
TENTI FANFANI E. (Comp.) ; Nuevos tiempos y temas de la agenda de política educativa.
Siglo XXI.
PERELMAN L.L. (1995); La escuela actual es tan productiva como un Kolkhoze. En:
Courrier Internacional Nº 255, 21 al 27 de setiembre.
TENTI FANFANI E. (1999) ; Una escuela para los adolescentes. Losada, Buenos Aires.
TEDESCO, J.C. (1986) Educación y Sociedad en Argentina. Buenos Aires. Ediciones Solar